lunes, julio 10, 2006

Vivir acaba en AR

Vuelvo a hablar.
Vuelvo a volcar en palabras la energía que, en buena ley, debería destinar a convertir en vida las palabras.
Vuelvo al abjetivo de los textos para lograr mantener el impas que se abre cuando el verbo de la vida se vuelve intransitivo. Hablo y escribo para hacer soportable una espera, que quizás se transforme en infinita, que tal vez se convierta en desespero.
Pero escribo y espero.
Espero, mientras vivo, que el verbo de la vida, el único verbo de la vida, se decida de nuevo a utilizarme de sujeto para componer sus frases y susurros.
Escribo mientras ansío que la acción del mundo, la única acción que merece la pena en el mundo, me utilize de objeto directo en su juego y su arte.
Repito de memoria un verbo que en la falsa gramática que me impone la espera se conjuga como el verbo vivir.
En contra de la historia, en contra de la vida, en contra de la muerte. Vivir es un verbo que se conjunga falso.
No es verbo transitivo, no es verbo activo, no es verbo reflexivo.
Vivir, al menos para mi, el demonio que ama, se artícula en la espera.
Vivir se conjuga en primera, igual que el verbo amar.

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