jueves, noviembre 15, 2018

Cuando toca pensar #DiaInternacionalDeLaFilosofía


Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás y por eso una gran filosofía no es la que instala la verdad definitiva, es la que produce una inquietud y la que lleva al hombre a enfrentarse contra aquellas cosas que los poderosos imponen, mientras los que no se plantean cuestiones filosóficas simplemente se limitan a  caminar lenta y dócilmente hacia la muerte.
La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser propio y al mundo y por eso no se limita a interpretar el mundo de distintos modos; lo que trata es de transformarlo.
Pero algunos prefieren ignorar que la filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres y que es el único saber que no es importante por lo que otros dijeron sino porque nos fuerza a pensar nosotros mismos para poder rebatirles y  que solo quien filosofa es capaz de discernir más allá de lo que otros presentan frente a sus propios sentidos como los únicos hechos posibles.
Porque si el hombre piensa desde su reflexión interior siempre descubrirá lo que el Estado le oculta y ese pensamiento es el que permite que el individuo pueda defenderse de aquello que les es impropio y le ha sido impuesto contra natura.
Y es que la incredulidad es el primer paso hacia la filosofía y por eso son mucho más importantes las preguntas que las respuestas y transforma esas preguntas en armas que disparan en el mismo corazón de las realidades injustas, aunque los gobernantes más injustos sean los menos inclinados, dada la debilidad de su tiranía, a permitir a sus súbditos hacer  en sus almas las preguntas necesarias para alcanzar la justicia.
Porque los políticos piensan según las palabras pero los filósofos lo hacen según las ideas y por ello siempre tienen miedo de un conocimiento que sirve para desentrañar los pensamientos que se encuentras tras las frases y los actos. Porque aunque todo hombre tiende a estar centrado en alguna particularidad propia, la filosofía es lo que le permite buscar un sentido a la totalidad de las cosas y despreciar todo aquello que otros quieren imponerle como algo inmutable para generar un pensamiento propio que rija sus actos.
Y no es que sea fácil. Porque el que empieza a instruirse en filosofía siempre ha de comenzar por echarse la culpa a sí mismo  y la filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías y se opone a las artes del gobierno en tanto que no busca ni la ganancia ni el equilibrio sino la bondad y la justicia.

Y no lo digo yo

“Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás” (René Descartes) y por eso “una gran filosofía no es la que instala la verdad definitiva, es la que produce una inquietud” (Charles Peguy) y la que “lleva al hombre a enfrentarse contra aquellas cosas que los poderosos imponen” (Bertrand Russell), mientras “los que no se plantean cuestiones filosóficas simplemente se limitan a  caminar lenta y dócilmente hacia la muerte” (Friedrich Nietzche).
“La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser propio y al mundo” (Platón) y por eso “no se limita a interpretar el mundo de distintos modos; lo que trata es de transformarlo” (Karl Marx).
Pero algunos prefieren ignorar que “la filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres” (René Descartes) y que “es el único saber que no es importante por lo que otros dijeron sino porque nos fuerza a pensar nosotros mismos para poder rebatirles” (Bertrand Russell) y “solo quien filosofa es capaz de discernir más allá de lo que otros presentan frente a sus propios sentidos como los únicos hechos posibles” (Emmanuel Kant)
Porque “si el hombre piensa desde su reflexión interior siempre descubrirá lo que el gobernante le oculta” (David Hume) y “ese pensamiento es el que permite que el individuo pueda defenderse de aquello que les es impropio y le ha sido impuesto contra natura” (John Locke).
Y es que “la incredulidad es el primer paso hacia la filosofía” (Denis Diderot) y por eso “son mucho más importantes las preguntas que las respuestas” (Theodor Jaspers) y “transforma las preguntas en armas que disparan en el mismo corazón de las realidades injustas” (Friedrich Engels), aunque “los gobernantes  más injustos sean los menos inclinados, dada la debilidad de su tiranía, a permitir a sus súbditos hacer a dios en sus almas las preguntas necesarias para alcanzar la justicia” (Tomás Moro).
Porque  “los políticos piensan según las palabras pero los filósofos lo hacen según las ideas” (Albert Camus) y los políticos siempre tienen miedo de “un conocimiento que sirve para desentrañar los pensamientos que se encuentran tras las frases y los actos” (Cicerón) porque “aunque todo hombre tiende a estar centrado en alguna particularidad propia, la filosofía es lo que le permite buscar un sentido a la totalidad de las cosas” (Georg Simmel) y “despreciar todo aquello que otros quieren imponerle como algo inmutable para generar un pensamiento propio que rija sus actos” (Friedrich Hegel).
Y no es que sea fácil. Porque “el que empieza a instruirse en filosofía siempre ha de comenzar por echarse la culpa a sí mismo (Epiceto de Frigia) y “la filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías” (Martin Heideger) y “se opone a las artes del gobierno en tanto que no busca ni la ganancia ni el equilibrio sino la bondad y la justicia” (Erasmo de Rotterdam).

¿Comprendemos ahora porque el Gobierno del PP ha quitado la condición de troncal a la asignatura de Filosofía en su LOCME?, ¿nos damos cuenta de por qué es importante?, ¿descubrimos qué quiere conseguir con ello?
¿Van ustedes a creerme a mí o a sus propios ojos? (Groucho Marx)

sábado, noviembre 03, 2018

Cuando Torrá se olvida de que la democracia se basa en Montesquieu

No sé en cuantas ocasiones el españolismo radical -que es practicamente todo- ha tirado de lo de antidemocrátas para atacar a los independentistas catalanes. Que si eran antidemocrátas por convocar un referendum solo porque tenían posibilidades de ganarlo, que si eran antidemocrátas porque si lo ganaban proclarian la independencia sin pensar en el 49% que no la quería (como si eso no fuera la esencia de la democracia); que si eran antidocrátas por ir contra la Constittución Española (como si toda independencia de todo país no hubiera estado en contra de las normas del país del que se independizaba)... 
En ninguno de los casos una mínima reflexión sobre política e historia permitía mantener el argumento. Pero todo lo que no ha conseguido el furibundo españolismo de bandera hasta en la sopa está a punto de conseguirlo el President Torrá con sus exabruptos extemporáneos y su nueva reclamación sobre los Presupuestos Generales del Estado, vinculando el apoyo a los mismos a las acusaciones contra Junqueras por parte de la Fiscalía del Estado.
¿En serio está poniendo en la balanza los Presupuestos y la acusación de Rebeldía contra Junqueras y demás?, ¿en qué estado democrático una decisión judicial está al mismo nivel que una acción de gobierno?
Mezclar ambos términos es decir que el Gobierno debe influir en la judicatura del Tribunal Supremo para que cambie su instrucción del caso y en el Fiscal General del Estado para que modifique sus acusaciones. Es pasarse la división de poderes, que es el meollo central del gobierno democrático, por el arco de Bará.
Es pura y sencillamente una solicitud antidemocrática.
Si la acusación de rebeldía es falsa que lo demuestren en los tribunales, si los presupuestos no les gustan pporque no le dan suficiente dinero a Catalunya o por cualquier otro motivo que no los aprueben. Pero meter las dos situaciones en el mismo saco no es otra cosa que hacer una declaración de intenciones sobre como Torrá y quienes le jalean entienden el Estado. Ya sea el catalán o el español.
Un Estado en el que el poder político manipula el judicial, un Estado en el que las acusaciones se ponen y se quitan en virtud de acuerdos porlíticos que nada tienen que ver con la culpabilidad o inocencia de los reos. Un Estado en el que el ejercicio del poder es un totum revolutum en el que todo vale y todo está en manos de los mismos.
El Gobierno de Moncloa puede cambiar las acusaciones de la Abogacía del Estado porque esa institución está legalmente bajo su mando y es Moncloa quién decide lo que hace y deja de hacer. Pero ni la Fiscalía General del Estado ni el Tribunal Supremo lo están, así que pedirle que las presione o las modifique para dar el apoyo a los Presupuestos es una petición marcadamente antidemocrática.
Y no vale decir que el anterior gobierno del PP sí lo ha hecho. No vale decir que ellos sí manejaban a jueces y fiscales y que por tanto el actual gobierno puede hacer lo mismo para deshacer el desaguisado que los antiguos inquilinos genoveses de Moncloa han liado.
¡Pues claro que puede hacerlo, pero no debe!
Esa es la diferencia entre ser democráta y no serlo. Que no renuncias a la democracia por muy bien que te venga hacerlo en algunas ocasiones.
En España o en Catalunya. Da igual.

martes, octubre 23, 2018

Tres palabras que llevan a la nausea con la muerte de Khashoggi

Muchas cosas se podrían decir sobre este nuevo capítulo de lo que el Occidente Antlántico considera como acitvismo, solidaridad o justicia. Muchas palabras que no expresarían el límite que ha sobrepasado todo lo que ocurre en torno al asesinato de Khashoggi.
Pero tres me bastan: Hipocresía, egocentrismo y repugnancia.
Los que se manifiestan con las pancartas que piden justicia para el periodista muerto, los gobiernos que reaccionan indignados y todos aquellos que claman al cielo y se rasgan las vestiduras son unos hipócritas. Hipócritas porque exigen el fin de la venta de armas a Arabia Saudi, pero se libran mucho de exigir el final de la compra de su petróleo.
Hipócritas porque su boicot supone no vender unas armas con las que no se ha matado al turco y sí a otro puñado de miles de personas, pero no impide seguir llenando las arcas de ese régimen medieval y absolutista para que otros, que seguirán sin tener escrúpulo alguno en hacerlo, puedan continuar aumentando sine die sus arsenales. Pero claro, si no compramos el petróleo a lo mejor nos sube la gasolina, se nos inflael coste de los plásticos o de cualquier otro derivado del petróleo y eso no, eso no lo pedimos en bien de la justicia.
Un egocentismo que bordea la arcada porque tan solo sabemos mirarnos el ómbligo, ¿la muerte de un solo hombre origina todo eso? Mientras las armas mataban a miles en Yemen, ningún gobierno ha pedido embargo alguno, claro los muertos no eran de los suyos. No alteran su visión "democrática" del mundo.
Mientras los tribunales saudies ejecutan a homosexuales, adulteros y adúlteras e infieles de distintos niveles al ritmo de varios por semana nadie ha salido con sus fotos a la calle reclamando justicia para ellos, ningún gobernante europeo ha exigido a sus socios que hagan algo, que dejen de comprar, vender o intercambiar cualquier mercancia con los señores feudales del Golfo.
Pero que no toquen a un periodista -una de esas profesiones que creemos que han de ser intocables por necesarias para la libertad y la democracia- en nuestros aledaños, que no tengan la osadía de hacernos ver que nuestro ombligo no es seguro y sagrado, que entonces hay que dejarles claro que la linea que nos preocupa que pasen no es la del asesinato, la tortura, los crímenes de Estado o la brutal represión, sino que todo eso eso se ejerza con alguien de los nuestros y cerca de nosotros.
Y repugnancia.
Repugnancia hacia quienes demuestran que la vida de miles de personas es menos importante que la de un periodista; ante los que exigen seguridad y libertad para ellos ahora y cambian la de pueblos, comunidades y colectivos enteros por un contrato que lleve el AVE hasta La Meca o los ingresos que producen las ventas de armamento.
Tres palabras que para mi encierran una sola verdad. Que un país entero, miles de personas sometidas a la Sharia y cientos de homosexuales no valen menos que Khashoggi.
Y que Occidente actúe como si fuera así solo lleva a la nausea.

domingo, octubre 14, 2018

Las cuentas que no fallan o buscar balancear la ecuación para el futuro.

La matemática no falla, no suele hacerlo a menos que quien la use parta de principios erróneos o de paradigmas falsos.
Y me temo que eso es lo que esta pasando con las cuentas del ISIS.
Alguien pensó en su día que cada hombre armado que mataba del falso califato era una baja, un nombre desconocido que borrar de la lista o un número que restar de las cuentas.
Pero no lo era. La historia nos demuestra que nunca, en ningun caso en el que el fanatismo esté de por medio, ha sido así, que nunca lo será. Cada victoria de rebeldes, peshmergas kurdos o cualquiera de las milicias que habíamos mandado a pelear en nuestro nombre sobre el suelo de Siria solo sumaba nombres a la lista de ISIS.
Porque así funciona el fanatismo, porque así se radicaliza a los pueblos. Mata a un combatiente y su hermano o su hijo o su sobrino o su primo considerará injusta la muerte de su pariente y tomará su lugar para vengarla.
Cada bombardeo ruso o francés o británico o estadounidense parecía borrar cientos de combatientes de la faz de la Tierra, pero solo era la superfecie.
Escondidos bajo tierra, disfrazados de civiles supervivientes, autodeportados en pueblos y en aldeas remotas, esperaban, reclutaban, convencían a aquellos que habían perdido mucho o todo en cada bombardeo de quién era el enemigo.
Y ahora parece que los números fallaron porque se antoja que son los mismos números. Y seguramente lo sean. Pero, casi con toda seguridad, cada nombre desconocido, cada identidad ignorada, es diferente.
Así que no nos fallan las cuentas. Lo que falla es la operación que Occidente eligió para intentar calcular el resultado que deseaba de antemano.
Como los anitguos anusiyas de Xerjes, escondidos tras máscaras para parecer inmortales porque nadie notaba el cambio de los rostros, la fanática carne de cañon del falso califato parece la misma tras sus barbas, sus banderas, sus uniformes y sus nombres que a los occidentales nos parecen iguales, los mismos que creíamos que habíamos matado y derrotado.
Pero son diferentes, nuevas cabezas de una hidra a la que han dado alimento nuestras bombas. Son reclutas que nosotros y nuestra guerra hemos reclutado para ellos.
Quizás este fallo en las cuentas le demuestre al Occidente Atlantico por fin lo que ya sabe y se niega a recordar: el fanatismo no se vence con bombas, no se derrota con balas y con guerra.
Se elimina con esperanza, con justicia. Dando a las gentes que esos líderes, falsamente creyentes y solo ávidos de poder, usan como reclutas aquello que no tienen: un futuro, una vida, algo que perder.
Quizás así comprendamos al fin que la guerra contra ISIS y cualquier otro que quiera usar un dios o un fanatismo para obtener poder empieza por despejar de la ecuación a las teocracias absolutistas, los dictadores despóticos y los gobiernos militares que mantenmos en todo el mundo árabe en beneficio de nuestras corporaciones, para garantizar que nos llegue el petroleo, que las rutas del gas estén a salvo para nosotros y el dinero continue llegando a raudales a sus cuentas de resultados y a los dividendos de sus accionistas.
Lo sabemos, los gobiernos lo saben, los militares los saben, las empresas lo saben.
Pero a ver quien es el guapo que le dice al occidental atlántico de a pie que tiene que renunciar a mucho de lo que cree suyo para que los pueblos que son sus verdaderos propietarios puedan progresar y escapar del fanatismo que se ceba con ellos y con su desesperanza.
Me temo que, si esas son las cuentas, no queremos que salgan. No queremos que la ecuación jamás se balancee.

viernes, junio 01, 2018

De la elusión al oxímoron para defender una mentira por el bien de Ciudadanos

"No está tan claro que un gobierno débil sometido a los vaivenes de unos socios peligrosos (Podemos, ERC, PdCat, PNV, Bildu...), vaya a contribuir a estabilizar o regenerar nada. ¿No hubiera sido mejor negociar una fecha para convocar elecciones generales, más pronto que tarde, para que sean los españoles los que decidan quién quiere que lidere el proceso de estabilización y regeneración institucional?"
Es maravilloso como se puede colar como un argumento algo que a la vez es una elusión, un sofisma, una manipulación y un oxímoron.Vayamos por partes.
La elusión del cuarto partido
El PSOE estará supuestamente "sometido a los vaivenes" de esos socios por un único motivo. Ciudadanos se ha negado a apoyarle y solo seguirá sometido a ellos si Ciudadanos se mantiene en la negativa de no apoyarle haga lo que haga. Ni una palabra sobre la responsabilidad que tendría el partido de Rivera en esa inestabilidad.
El sofisma del peligro
¿"Peligrosos"?, ¿peligrosos para quién?, ¿por qué Podemos o PNV son peligrosos?, ¿por qué no lo es Ciudadanos? No hay ni una sola iniciativa parlamentaria de Podemos o el PNV -o incluso Bildu- a lo largo de la legislatura que sea "peligrosa".
A menos que la abolición de la Ley Mordaza, el levantamiento del impuesto al sol, la eliminación de los elementos de precarización de la Reforma Laboral, la fijación de un criterio general de cálculo de las pensiones, la fijación de un calendario de cierre de las nucleares, la supresión por ley de la posibilidad de amnistías al fraude fiscal o la reducción de impuestos a las compañías sociales se consideren "peligrosas" para España y para la democracia.
¿Por qué el PNV es un socio peligroso ahora y era un socio responsable hace diez días con la aprobación de los presupuestos?
No puede considerarse peligroso a un partido que lleva desde el comienzo de la última fase democrática de nuestro país haciendo lo mismo, lo que tiene que hacer. Preocuparse de lo que ellos consideran que son los intereses de Euskadi. Que para eso les votan.
¿Por qué no se considera "peligroso" a Ciudadanos?
Resulta curioso que no se haga hincapié en que es el único partido -no independentista- que defiende posiciones anticonstitucionales y antidemocráticas.
¿No es anticonstitucional defender la eliminación del cupo vasco cuando figura expresamente reflejado en la Carta Magna española?, ¿no es anticonstitucional y antidemocrático defender la extensión del artículo 155 solamente para controlar TV3 y los mossos, ninguna de las cuales es constitucionalmente competencia del gobierno central?
De nuevo silencio al respecto
La manipulación de la estabilidad y la regeneración.
Se afirma que es dudoso que el nuevo gobierno "vaya a contribuir a estabilizar ni regenerar nada", pero se omite que la sola presentación de la moción de censura ya ha contribuido más a la estabilidad que todo el gobierno de Mariano Rajoy. En el asunto de Catalunya ha propiciado que llamaran al orden a Torrá, que desbloquear la formación del Govern y que obligara al PP a levantar el 155. Puede que no nos guste ese gobierno, pero la situación política en Catalunya ya es estable, ya no depende de los juicios.
En el resto de España, si hace diez días el presupuesto garantizaba la estabilidad en la legislatura, ¿por qué ahora no lo hace si todos los partidos se han comprometido a respetarlo?
De nuevo, los únicos que podrían desestabilizar esos presupuestos son aquellos que votaron a favor de él si ahora le ponen trabas o votan en contra de leyes que emanen de él. O sea el PP o Ciudadanos.De nuevo se omite tal posibilidad.
Y con la regeneración tres cuartas de lo mismo.
¿Qué impide al nuevo gobierno poner en marcha la Ley de Transparencia?, ¿o la modificación propuesta para los delitos de corrupción en el Código Penal? Los únicos que han bloqueado esas propuestas han sido el Partido Popular y Ciudadanos. Sí Ciudadanos deja de hacerlo la regeneración podrá comenzar. La responsabilidad está en ellos y no se incide en ese aspecto.
Por no hablar del hecho de que esa regeneración en la política pasa por recuperar el diálogo y la negociación -según el mismo periódico ha defendido en múltiples ocasiones cuando quienes se negaban a dialogar eran otros-. Así que la necesidad y la disposición al dialogo entre fuerzas políticas ya es en sí mismo un comienzo de regeneración. Y quienes se nieguen a participar -que ya sabemos quienes son- son quienes la impiden.
El oxímoron del proceso electoral.
Abordar la pregunta retórica final del razonamiento de El País es lo que transforma el razonamiento completo en un oxímoron porque la respuesta, que se pretende retóricamente que es sí, es en realidad no.
El panorama político real -incluso el inventado por Demoscopia- deparará ahora o dentro de un año un panorama político con cuatro partidos constreñidos en un arco porcentual de voto que va entre el 20% (Podemos) y el 24% (según el CIS). Eso supone la imposibilidad de formar gobierno unitario para cualquiera. Si con un 33% de los votos el PP necesitó dos elecciones y un golpe de mano de la Ejecutiva del PSOE para poder formar gobierno, solo hay que volver a la historia más reciente para saberlo.
Así que, en realidad, la convocatoria de elecciones supone seis meses de un gobierno en funciones sin posibilidad de legislar y otros tantos -no se sabe cuantos- después de los comicios -que probablemente tendrían más de una edición- hasta que alguien consiga formar un ejecutivo que no sería probablemente más estable que el de Sánchez.
¿Por qué esa situación garantiza la estabilidad?
No hay respuesta posible porque la única es que no la garantiza.
Así que todo ese argumento, que parece racional y responsable, no es otra cosa que un intento de elevar a categoría universal las necesidades de un solo partido: Ciudadanos.
Un partido que, sabiendo que esas elecciones inmediatas no generarían estabilidad ninguna, pretende forzarlas para estar en mejor posición para pescar en ese río revuelto.
Es equiparar el bien de Ciudadanos con el bien de España. Exactamente lo mismo que lleva haciendo demagógicamente el PP durante las dos últimas legislaturas y en todas las que ha ostentado el gobierno.
Poca regeneración parece

sábado, abril 07, 2018

Esa rebelión que disfraza en uno todos nuestros fracasos.

Lo que está ocurriendo con la "rebelión" judicializada que el Gobierno y la Justicia española mantenían y pretenden mantener para castigar el Procés parece un fracaso del Gobierno y es muy posible que lo sea. Pero en realidad ese fracaso evidente esconde otros muchos menos notorios, que afectan a alguien más que a La Moncloa.
-El fracaso de la política de la arenga.- Para mantener sus posiciones, cada partido, no tira de mensajes mesurados, argumentados ni estables, tira de la arenga visceral y exagerada. Lo hizo en sus tiempos el PSOE con los famosos perros rabiosos de sus campañas electorales, lo hacen el PP y Ciudadanos con la equiparación de Podemos con Venezuela, lo hace Podemos con la equiparación con el Franquismo de cualquier acto conservador del gobierno. 
Y este caso no iba a ser una excepción. Se tiró de hipérboles comparándolo con el 23F, incluso con el alzamiento franquista. Se les ha llamado supremacistas, nazis, golpistas. Algo que puede servir de metáfora arengaria pero que no es verdad.
Por eso cuando juristas externos -de ahí la estrategia de internacionalización- toman una decisión contraria, todas las personas convencidas por las arengas se sienten defraudadas y acusan de incoherencia a los jueces alemanes, belgas, suizos o escoceses que sacan el asunto de la arenga y lo devuelven al mundo real.
-El fracaso de la judicialización de la política.- Los políticos españoles están acostumbrados a buscar el refuerzo de los tribunales para dar fuerza a sus argumentos. Cada vez que una ley no les gusta tiran del Constitucional, cada vez que quieren tomar una decisión de Gobierno buscan que sean los jueces quienes lo hagan. Y en este caso, eso ha llevado a que órganos judiciales que nunca deberían haber procesado ese delito lo hicieran, a que fiscales, que tenían que haber buscado el delito más ajustado a derecho, acusaran del delito que la arenga política les decía que se había cometido, antes siquiera de haberlo investigado.
-El fracaso de la politización de la Justicia.- Es el reverso -quizás más tenebroso- del anterior. Fiscales politizados, tribunales politizados, que se ven obligados a seguir la línea del Gobierno que les colocó en sus puestos y claro, de nuevo, cuando el asunto trasciende las fronteras y caen en manos de jueces que no tienen esa presión política, porque sus sociedades ni están gobernadas por esos partidos ni han sido arengadas sin tregua y sin descanso por una y otra parte, la realidad de los hechos choca con las hipérboles generadas por los políticos españoles y aceptadas por la sociedad.
-El fracaso de los medios de comunicación. Los medios de comunicación -ya muy tocados en nuestro país por el vicio de la propaganda política- han de ser mediadores sociales antes que generadores de opinión. Pero siempre que hay un conflicto ideológico optan por su papel de generadores de una u otra opinión. El aborto, la Ley de partidos, La Ley de Violencia de Género, el laicismo... la lista de asuntos es prácticamente infinita. En lugar de presentar las posiciones de unos y de otros solamente y dejar que cada uno saque conclusiones, presentan las de unos para desacreditarlas y las de otros para ensalzarlas; presentan los vicios de unas y esconden los de otras. Si hicieran su trabajo todos los medios por igual, el lector no tendría la posibilidad de hacer lo que hace ahora. Leer solamente el periódico que le gusta y refuerza las arengas recibidas y asumidas. Tendría que pensar por su cuenta.
Y estos son solo los fracasos del sistema, del elemento institucional. Como sociedad también nos han salido unos cuantos.
-El fracaso del complejo nacional. Desde el comienzo de todo esto nos negamos a escuchar al extranjero, al que nos ve desde fuera. Nos lo dijo el Times, nos lo dijo el Washington Post, nos lo dijo Le Monde Diplomatique y nosotros lo rechazamos. A unos y a otros les dijeron que sus caminos eran erróneos, pero todos los desecharon con un "¡qué sabrán ellos!" porque nuestros complejos nos impiden aceptar nada crítico que venga del exterior.
-El fracaso del refuerzo frontal.- O sea, eso de que el hecho de que alguien le quite la razón en algo a nuestros antagonistas supone que nos la da a nosotros en todo. Si alguien decía que el camino del Procés era erróneo eso ya significaba que estaba dando la razón a quienes decían que el camino del Gobierno, de la detención y el procesamiento por rebelión, era justo; si alguien decía que ese no era el camino para la solución ya estaba diciendo que Catalunya tenía que ser independiente.
-El fracaso de la acusación como condena.- Otro de nuestros grandes defectos sociales. Como se les ha acusado ya son culpables. Lo hacemos con todo. Con las acusaciones de corrupción, con las de malos tratos, con las de malas actuaciones policiales, prácticamente con las de cualquier delito. Así que, que se acuse a alguien de rebelión le transforma en rebelde y claro, cuando un juez dice que no, que no lo es, sentimos que le están dando la razón, que dejan a un "rebelde" marcharse de rositas.
Y todos esos fracasos nos llevan al peor y más doloroso de todos.
De nuevo hemos fracasado en el noble arte de pensar por nuestra cuenta. De darnos cuenta de que, por más que quisiéramos la independencia, tendríamos que haber mirado más allá de las arengas y ver que esa vía era absurda y hacérselo saber a nuestros líderes; que, por más que seamos unionistas, tendríamos que haberles dicho a nuestros líderes ¡Por favor!, ¡cómo va a ser igual convocar un referéndum que invadir el Congreso a punta de pistola y sacar los tanques a la calle! en lugar de comprar la hipérbole y repetirla hasta llegar a creérnosla.
Y lo más grave es que, cuando una decisión externa intenta devolvernos a la realidad, la desechamos y seguimos a lo nuestro. Exigiendo tomar a los 200.000 alemanes que residen en España como rehenes o destrozar cervecerías en Baviera. Otra nueva arenga para poder seguir en la burbuja de todos nuestros fracasos.

domingo, marzo 18, 2018

A todos ellos, gracias.

A todos los que en el correr del tiempo y de los siglos se marcharon engañados allende sus hogares creyendo que su lucha y su muerte salvaría a sus niños; a los que resignados y exhaustos doblaron su espinazo, destrozaron sus manos, masticaron sus miedos y mataron sus deseos por alimentar las vidas y los sueños de todos sus pequeños.
A aquellos que callaron y aguantaron por darles un presente, a aquellos que gritaron, sangraron y murieron por querer legarles un futuro.
A los que quisieron enseñar a la carne nacida de su sangre todo lo que sabían, aunque fueran errores, a aquellos que callaron los fracasos de sus retoños, airearon sus gestas, besaron sus mejillas, palmearon con fuerza sus espaldas y les alzaron en alto con abrazos de oso, alabaron sus logros, festejaron sus risas, arroparon sus cuerpos, aplacaron sus llantos.
A los que quisieron hacerles fuertes para que no sufrieran, sabios para que no temieran, firmes para que no dudaran, valientes para que no cayeran; a los que fracasaron para que ellos triunfaran, murieron para que ellas vivieran, se negaron para que sus hijos pudieran afirmarse, se quedaron para que sus hijas se pudieran marchar.
A los que sonrieron al hacerlo porque en nada les pesaba intentarlo, a los que lloraron a oscuras y en silencio porque el peso del mundo caía sobre ellos por no saber hacerlo; a los que se alejaron, marchándose a otras tierras para buscarles alimento y cuando regresaron ya no les conocían.
A los que se perdieron once horas al día de sus vidas por buscarles sustento, a los que se conformaron con ser los últimos en saber de sus novios y novias, de sus sueños y vidas, de sus llantos y risas porque el mundo exigía que ellos fueran quienes renunciaran a sustentar su alma para buscar el alimento que necesita el cuerpo.
A los que les enseñaron a cazar, a luchar, a construir, a negociar o a crear porque era lo único que la vida a ellos les había enseñado y no tenían otra cosa que darles, a los que se negaron a llorar frente a ellas por no hacerles sufrir, a los que cuando había poco se lo negaban a sí mismos para dárselo a ellos, a los que cuando había mucho erraron por exceso intentando que lo tuvieran todo.
A los que solo pudieron ser los padres que siempre ansiaron ser cuando la suerte les concedió el poder ser abuelos.
A los que supieron besarles, abrazarles, acariciarles y entregarles amor y los que lo intentaron, pero no pudieron o supieron pasar de gestos torpes, de miradas calladas, de lágrimas vertidas hacia dentro o palabras cansadas. A los que los amaron por contener retazos del ser al que más habían amado en sus vidas pese a dejar de amarle, por ser nuevos, distintos, por crecer y aprender, por nacer y vivir. A los que hicieron de ellas el centro de sus vidas, de ellos el fiel de sus balanzas, pero no supieron decirlo porque ni la vida ni el mundo ni la historia les enseñaron las palabras, los ritos ni los gestos.
A los que apretaron los dientes enfrente de sus tumbas al regreso de mil guerras ganadas o perdidas, a los que gritaron su rabia en la boca de millares de minas desplomadas, en las lindes de millares de campos arrasados, en la cabecera de millares de lechos de partos malhadados, en la puerta de millares de edificios ardientes. A los que se ahogaron en alcohol y dolor por no saber perderlos o hubieron de conformarse con el vacío orgullo de mostrar sus medallas y fotos y repetirle al mundo que habían sido héroes o heroínas.
A todos ellos, gracias.
Gracias por ser los padres que el mundo os dejo ser, aunque no lo pudierais ser de otra manera.
Gracias por intentarlo, aunque algunos de vosotros perdierais el intento en el fracaso. Gracias por parir a vuestros vástagos al mundo, aunque no les trajerais a la vida. Gracias por aceptar el embarazo vitalicio que supone contener hasta al día de tu muerte a una hija o un hijo en lo más profundo de tu alma y tu vida.
Gracias por vuestros sacrificios y por vuestros triunfos, por vuestra sangre y por vuestra lucha, por vuestros aciertos, por vuestros errores, por vuestros fracasos, por vuestra humillación y vuestra dignidad.
Gracias porque cada una esas cosas nos permite a los padres de hoy, que antes fuimos hijos, poder hacer aquello que un padre siempre ha querido hacer.
Jugar con ellas, cuidar de ellos en su hogar, contemplar, disfrutar y compartir sus progresos, consolar, sufrir y llorar sus decepciones, enseñarles a pensar por su cuenta, alejarles del miedo y la desidia, abrazarles, besarles, estrecharles cerca del corazón, escucharles y hablarles, mimarles y enseñarles. Y dejarles marchar cuando al fin hace falta.
En cualquier vacío o paraíso que eligierais para morar tras la muerte, esbozar una sonrisa y alzar la cabeza con orgullo. Fuisteis los mejores padres que pudisteis o supisteis, que la realidad y la historia os permitieron ser. Y no os preocupéis por lo que oigáis ahora en este mundo. Para un hijo o una hija eso resulta más que suficiente.
Tranquilos, todos los infiernos de la nada, el olvido y la muerte, arden tan solo reservados para los que ni siquiera quisieron intentarlo.
Mis hijos, yo, el presente, el mundo y el futuro os dan las gracias, padres de tiempos anteriores, aunque ahora alguien quiera reescribir la historia en vuestra contra.

viernes, marzo 02, 2018

De empeñarse en morir a Danzad, danzad, Malditos (crítica cinéfila del Procés)

Hay una frase muy típica de las pelis estadounidenses.
Ese momento en el que quien ejerce la función de heroe en la historia duda entre hacer o no hacer algo y su colega -generalmente el negro que termina muriendo un puñado de fotogramas después- le dice aquello de "en la vida, en realidad, solo hay una elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir".
Pues esa es la elección que afrontan la justa reclamación de un proceso que decida sobre la independencia de Catalunya . Y esa es la decisión que, aunque no lo crean los nacionalistas españoles, afronta la democracia y el Estado de Derecho española a través de su legítimo gobierno.
Los independentistas, que han logrado de nuevo el refrendo de la mitad de la población catalana en las urnas -aunque repartidos de otro modo- tienen que mantener viva esa reclamación, esa necesidad de clarificar de una vez por todas si Catalunya quiere ser independiente o no.
El paso a un lado de Puigdemont es, para mi, el primer paso que se da en ese sentido. Un paso casi de sardana, de esos que retiran el pie un poco hacia atrás antes de completarlo totalmente.
¿Por qué? Porque la propuesta de Jordi Sánchez como su sustituto, encarcelado y pendiente del proceso judicial absurdo iniciado por orden del Gobierno español contra el antiguo Govern y el independtismo en general, no es el heroe de la peli cargando sus armas, afilando sus cuchillos y haciendo flexiones para ponerse en forma y derrotar a sus enemigos. No es ese "empeñarse en morir". Es más bien un paso de danza que deja la posibilidad de "empeñarse en vivir" a su antagonista, al coprotagonista de esta peli, que se ha querido vender como de buenos y de malos, y que en realidad es una historia de bandas rivales: el Gobierno español.
Porque ahora es el Gobierno español el que debe demostrar que él también está "empeñado en vivir". No en vivir eternamente en el poder, no en vivir en su ideología nacional españolista por siempre y para siempre. Empeñado en que la democracia española persista, en que todos, catalanes o no, nos podamos creer que vivimos en un país en el que tenemos derecho -aunque sea poco- a decidir nuestro destino.
Le toca de deshacerse de todas las memeces -sí, memeces- de que la democracia se defiende a golpe de decreto, de proceso por rebelión, de intervención a través del manido y manipulado artículo 155 de la Constitución. 

Le toca adelantar el pie en esa sardana hacia Jordi Sánchez, si sale elegido, y demostrar que sabe que la democracia se basa en lo que siempre se basó: el derecho de los que deben decidir algo a decidirlo.
Le toca decidir entre empeñarse en la muerte de seguir escuchando los cantos de sirena de los nacionalistas españoles de bandera en el balcón y argumentos absurdos, que van desde el falso imperio histórico hasta la pretensión de que toda España participe en ese referendum, o empeñarse en la vida que a esta nación -y a la que eventualmente podría surgir de una independencia catalana- la daría saber que aquí las cosas se solucionan hablando, dialogando, acordando, escuchando y dejando que la gente decida lo que quiere hacer con su futuro.
Y eso solo puede hacerse con un referendum al que no se niegue el gobierno español por mucho que tema perderlo, por mucho que le abuchee el nacionalismo español que no tiene arte ni parte en este asunto, salvo aquellos que vivan en Catalunya y quieran expresarlo con su voto en esa consulta sobre la indepependencia catalana.
Hace un puñado de meses ambos, enfrentados al paso diez del camino del heroe -así lo llama el profesor de guión cinematográfico de mi hija-, se empeñaron en morir. 
Morir en la vía unilateral, morir en una declaración virtual de independencia imposible, morir en el penoso, vacuo y esperpéntico intento, digno de Valle Inclan, de impedir una votación requisando papeletas y urnas, morir en la puesta escena mas absuda de una represión policial encerrada con raciones de emergencia en un barco bajo bandera de Piolín, morir en procesar por rebeldía a alguien que quería marcharse y no acceder al poder en España.
Ahora, la magia de las urnas ha obrado el milagro, y les devuelve a la vida, les lleva unos cuantos miles de fotogramas atrás en esta película, digna del teatro del absurdo de Ionesco o Pirandello, dándoles la oportunidad de transformarla en una historia que no sea una película de bandas de gansters enfrentadas y pueda convertirse en otra cosa.
"En la vida, en realidad, solo hay una elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir". A ver si esta vez se empeñan en vivir y comprenden que vivir es danzar con quien se tiene enfrente.
Así que eso nos arrastra a esa otra orden cinematográfica famosa: "Danzad, danzad, Malditos". A ver si vuestra danza le devuelve la vida a España y Catalunya. Juntas o separdas, que da igual. 
Que lo único que importa es que sigan vivas las dos tras vuestra danza.

jueves, enero 18, 2018

EXTINCTION AGENDA, La App

Estimado usuario.
Antes de que instales tu nueva App y comiences a disfrutarla, permíte unas reflexiones.


Salarios por debajo del mínimo de subsistencia, contratos que se miden en horas o días, jornadas artificialmente extendidas, entre otras lindezas, ideas y "fórmulas competitivas" que dejan a aquellos que se ganan la vida con un salario bailando cada día una acelerada y desesperada tarantela con la miseria.
Ese es el panorama que se dibuja con trazo firme y sin que nadie cambie la escala cromática para nuestro presente en aras de una recuperación que no llegará y de un crecimiento económico que no nos repercutirá.
Cuando esto se aplica a los que trabajamos, a los que producimos, a los que construimos o a los que servimos (entendido como sector, no como actitud) se precariza el presente. Pero cuando se le aplica a los que investigan, a los que inventan, a los que descubren, se está precarizando el futuro.
Porque si ellos se detienen, si ellos se rinden, si ellos pierden la concentración y se ven obligados a una lucha constante y continua con sus empleadores, con esos gobiernos y Estados que dicen que mantienen la famosa I+D, ellos están parados, pero tú estarás muerto.
Todas las siglas tienden a dan como resultado el efecto de deshumanizar aquello que contienen, de apocopar el tiempo y el espacio hasta hacerlo algo ignoto, indescifrable, carente de contenido más allá de las palabras que representan. Y eso le ha pasado al I+D.
I+D no es Investigación y Desarrollo, no es actividad científica, no es algo que se pueda tener en contratos parciales, con sueldos miserables; no es algo que hace alguien con batas blancas en un laboratorio. Ni siquiera es el futuro, ni siquiera es el progreso.
Esa gente, a los que consideramos frikies o genios, ininteligibles o engreídos, casi mágicos y siempre distantes, son la última jodida línea de defensa contra la extinción.
Si ellos no hubieran trabajado, tú estarías muerto con los pulmones anegados de amianto y CO2, si ellos no hubieran estado ahí, el cáncer se comería vidas a billones y el SIDA habría asolado medio planeta en una década y tú habrías caído ya entre ellos.
Si esas gentes de ciencia no hubieran trabajado, estarías comiendo tanta basura química que habrías mutado ante el espejo, tus hijos habrían nacido con tantas taras que no los reconocerías como humanos, cada vez que encendieras la luz brillarías en verde máquina, cargado de tanta radiación asesina que te comería los órganos por dentro.
¿Exagero? Ni un ápice. ¿Te incomodo? Perdona que no pueda sentirlo. No tengo ganas ni tiempo para hacerlo porque lo que está por llegar es todavía peor.
Si ellos no siguen ahí, el ébola o cualquier otra pequeña bestia autoinmune y viral te matará en diez lustros, el sol te quemará la piel con rayos X o se te caerá irradiada por los gamma cuando el ozono ya no los contenga; te morirás de hambre cuando las tierras, vacías de nutrientes por sobre explotadas y secas por ausencia de agua no den ni una sola cosecha y nadie haya descubierto como evitarlo, cuando el mar se niegue a dar nada comestible y nadie haya aprendido como regenerarlo, cuando la gripe aviar nos mate las granjas y el encefalitis espongiforme nos destruya los ganados.
Y cada segundo que pasa esa gente de bata blanca y lenguaje imposible de entender revisando sus nóminas con su abogado son cientos de posibilidades que tienes de morir más que antes, cada minuto que pasan en un juzgado apartados de sus indescifrables herramientas son más las probabilidades de que entres de un golpe inesperado en la inagotable lista de la extinción humana.
¿Que suena apocalíptico? Lo es. ¿Que parece imposible? No lo creas ni por un solo segundo. La esperanza de que algo no ocurra cuando se está haciendo todo lo posible y lo imposible para eso suceda es tan solo inconsciencia.
¿Qué la iniciativa privada lo compensa? Mentira. Las corporaciones y sus accionistas solo quieren sus beneficios y sus dividendos. Eso dejará de valerles cuando ya sea demasiado tarde, cuando se estén extinguiendo como los más ricos del planeta y ni sus beneficios ni sus dividendos les sirvan para nada.
¿Qué no puedes hacer nada? Te mientes de nuevo y lo sabes con creces. Puedes sacar del juego a quien precariza nuestro futuro precarizando el presente de aquellos que pretenden salvarlo. Puedes meter en el juego a quienes quieren entender esa investigación como un escudo que salva nuestras vidas y no como una molestia innecesaria que tan solo se tiene por imagen y se mantiene en mínimos para poder destinar todo el dinero, el impulso y la atención que precisa a otra cosa.
Sabes que puedes hacerlo. Si no lo haces es sencillamente porque no quieres hacerlo.
Y sobre todo puedes dejar de maravillarte con esta estupenda App confundiendo eso con la ciencia o con la investigación. Puedes dejar de valorar más la i minúscula de la innovación que la I mayúscula de la Investigación.
Esta aplicación que acabas de descargar, con sus incontable horas trabajo, su ingente cantidad de recursos intelectuales y científicos consumidos al servicio de que tú puedas saber el tiempo en Pernambuco, hablar con tu primo en Logroño, conectar con tu ordenador en Sri Lanka o manipular tus fotos para ponerles el rostro de Brad Pitt, no va a salvarte de la muerte y la miseria. Solo conseguirá que el mundo entero contemple como mueres si es que queda energía suficiente para poder hacerla funcionar.
La ciencia, coartada por los que la precarizan, anquilosada por los que la monetarizan e ignorada por quienes lo consentimos, si puede conseguirlo.
Con todo. Gracias por descargar Extinction Agenda. 
¡Que la disfrutes, estimado usuario!

martes, enero 16, 2018

Autocritica o cerrar el mercado ideológico y volver a las puertas de Jerusalem

No sé si es que ocurre más veces o es que últimamente yo le presto más atención. Pero da la impresión de que entre todas esas "autos" (autoayuda, autoafirmación, autoestima) a las que nos subimos como sociedad y como individuos hace una generación larga se nos olvidó una, quizás la más importante, quizás a la única que hubieramos tenido que subirnos: la autocrítica.
Todos los días, en todos los medios y por cualquier asunto, ocurre lo mismo. Alguien, institución o persona, presenta una crítica más o menos razonada a una creencia o una ideología o un medio expone una noticia que afecta a un colectivo y la reacción no se hace esperar.
Nadie se para a pensar. Se entra en el foro de la noticia, se tuitea en el hashtag de turno, se responde al post de inmediato, desacreditando, buscando defectos, echando cosas en cara o simplemente insultando, acusando a los demás de decir las cosas por odio o por ideología.
Así, se publica una noticia sobre un individuo que convirtió la vida de su familia en un infierno de maltrato y miedo a raiz de su fanatismo religioso y automáticamente los crisitianos se sienten ofendidos y atacados; Katherine Millet, Katherine Deneuve o Peggy Sastre, feministas de pro durante cinco décadas, o Elizabeth Atwood, que fuera falsa musa del postfeminismo en los últimos dos años gracias a la libre interpretación que el feminismo hizo de su obra el Cuento de la Criada (en el que las ricas utilizan a las pobres para tener hijos porque ellas no pueden), critican a #Metoo y las redes se incendian con acusaciones de machismo y de traición.
Y así con todo y en todo orden de cosas. Se critica una actitud machista en un ámbito y se responde con el recuerdo de los hombres maltratados, de las denuncias falsas o de las mujeres asesinas; se critica la manipulación de la historia por parte del Gobierno español y se responde con un "indepe"; se pone en tela de juicio la legitimidad de la Generalitat para convocar un referendum unilateral y se grita "franquista".
A las críticas a Podemos sobre su vinculación ideológica con el régimen chavista se responde con un "facha", a las críticas sobre la política económica y la corrupción de nuestro gobierno con un "podemita".
Nos alteramos, nos ofendemos, reaccionamos. Tiramos del "¡Y tú...!" en lugar del "¿Y si...?".
Autocrítica, autocrítica, autocrítica.
Hemos decidido no pararnos a pensar si podemos estar equivocados, a mirarnos por dentro y cuestionarnos si nuestra creencia, nuestra ideología o nuestra forma de actuar puede ser merecedora, aunque sea en parte, de esa crítica, venga de quien venga.
Nos parapetamos a salvo tras los lemas propios que sabemos ciertos y difícilmente cuestionables para no hacer el más mínimo ejercicio de autocrítica. "Dios es amor", "el feminismo busca la igualdad", "el referendum unilateral es ilegal", "ser hombre no es sinónimo de ser machista", "Podemos defiende la democracia", "Catalunya tiene derecho a decidir", "el liberal capitalismo genera riqueza"... Y así en un sinfín de verdades completas que se convierten en mentiras a medias porque no nos preguntamos.
¿Y si aquellos que nos critican tienen razón? ¿Y si aunque sean ateos, machistas, podemitas, peperos, españolistas, feministas, fachas, indepes o cristianos, tienen toda la puta razón del mundo en su crítica?
Y no lo hacemos porque sabemos la respuesta en muchos casos. Y eso nos supondría responsabilizarnos, implicarnos, actuar y pensar en contra nuestra y de nuestra propia ideología.
Significaría exigir al Vaticano que revise su visión de que el Levítico o las Cartas de San Pablo, que incluyen algunos de los pasajes más machistas, injustos, esclavistas y arcaicos jamás escritos, son palabra de dios; significaría volverse a las líderes ocultas de nuestro movimiento y decirles que iniciar y potenciar una delación pública y masiva sin pruebas, sin denuncias judiciales y exigir a todo el mundo creer sin más esas delaciones es lo más parecido a la Ley del juez Lynch, la caza de brujas o bordar en el pecho de una mujer la letra escarlata de su adulterio susurrando en las puestas de largo y los salones de té.
Significaria tener que volverse a nuestros ideólogos y decirles que es absurdo defender una relación ideológica con un régimen que mantiene a su población en el hambre y la miseria; o decirles a nuestros ministros que generar riqueza no es lo mismo que repartila o que el liberal capitalismo puro lleva implícito el marchamo de la corrupción si no se regulan los mercados.
Nos supondría tener que decirle a nuestros líderes que no se puede ser "social" y sacralizar los beneficios de los bancos; que no es necesario manipular la historia para reclamar una independencia o que no se puede negar el derecho a decidir de quien quiere hacerlo alegando la Constitución y una falsa historia de unidad. 
Decirle a nuestro amigo que no puede insistir eternamente a una mujer intentando convencerla de que le quiera o a nuestra amiga que no puede criminalizar a un hombre por intentar besarla una sola vez.
Y supondría sobre todo quedarnos sin referentes, tener que plantearnos uno a uno los principios de la ideología que decimos o creemos tener. Dejar de vivir la vida en sloganes y tuits y tener que esforzarnos por entender textos densos y largos que explican todos los puntos y principios de cada ideología.
Significaría pensar y razonar aceptando la posibilidad de que estamos al menos parcialmente equivocados, de que hemos entendido mal algo o de que no hemos profundizado lo suficiente en esa ideología y tomar de cada una de ellas lo que consideramos justo, lo que, después de pensarlo, consideramos que se atiene a la razón y la lógica. No lo que nos dicen en los mítines, las campañas o los hashtags.
Significaría volver a las puertas de Jerusalem, hace casi un milenio, cuando el eclecticismo filosófico formado por judíos, crisitianos y musulmanes, estuvo a punto de evitar el baño de sangre que supusieron seis cruzadas seguidas. Y donde fracasó porque la mayoría no estaba dispuesta a cuestionar a ninguno de sus dioses y sus jerarquías, fuentes entonces de toda ideología.
Porque comprar una ideología resumida a adherirte a ella sin autocrítica alguna es siempre más sencillo que construirla por tu cuenta pensando en contra propia.

domingo, enero 07, 2018

Ese noble arte de la prensa de hacer autocrítica mientras sigue en sus trece.

Hace unos días ocurrió un hecho inusitado. Bueno, en realidad ocurrieron dos hechos inusitados.
La plana mayor de la UCO, la unidad operativa de la Guardia Civil, dio una macro rueda de prensa cargada de estrellas y galones, al más puro estilo del FBI o la policiá neoyorquina de película de crímenes, para hablar de la detención del asesino confeso de Diana Quer.
El segundo hecho inusitado fue que dieron un rapapolvo a los medios y les exigieron autocrítica.
Y lo que escribiré ahora va de eso. Aunque puede que lo parezca, esto no va del contenido de las noticias, ni de las ideologías de las que se va a hablar. Esto va de lo que la prensa, la que se ha dado en llamar prensa seria, entiende por autocrítica.
El País se descuelga, así como quien en la cosa nada tiene que perder, con una especie de mea culpa sobre por qué los medios alimentan el morbo. Es de suponer que se incluyen en ello, es de suponer que se trata de la autocrítica reclamada por la UCO, de un ejercicio de revisión de lo que hacen bien y lo que hacen mal con respecto a la información. Pero no lo es.
"En el terrible caso de Diana Quer, sin duda la estrella mediática del momento tras la cuestión catalana, conviene señalar un par de datos: en los 16 meses que transcurrieron desde su desaparición hasta el descubrimiento del cadáver, en España se produjeron, aproximadamente, unas 1.500 violaciones documentadas, es decir, denunciadas, y alrededor de 70 mujeres asesinadas por violencia machista. ¿Por qué Diana Quer fue la protagonista de las televisiones y no el resto de las víctimas? Probablemente por razones de status familiar. Lo que afecte a la clase adinerada tiene, al parecer, un valor añadido."
Vale que lo de la familia adinerada es cierto, lo del status familiar también, pero lo de la autocrítica no.
Porque, para empezar, hablan así, en impersonal, como si ellos no lo hubieran hecho, como si ellos no hubieran llenado durante meses sus portadas y sus páginas de contenidos al respecto. Como si fuera un problema de otros.
Lo cual queda un tanto desmentido solo con una búsqueda básica del nombre de la víctima en la hemeroteca de El País en la que aparecen 4449 referencias. Aproximadamente nueve referencias al día.
Y para continuar, porque la primera autocrítica que deberían hacerse los medios es por qué tiran de postverdad, manipulación o directamente mentiras, para soportar sus presupuestos ideológicos. Y en este artículo, que supuestamente no debería hacerlo por pura coherencia, meten unas cuantas.
Cada una de las mujeres asesinadas por "violencia machista" fue titular, fue portada, fue objeto de artículos de opinión y de reportajes de fondo en El País. Y no es una exageración. Está comprobado por ellos mismos en los resumenes de los dos años comprendidos en ese lapso de tiempo.
Por no hablar de que todas ellas -o por lo menos una inmensa mayoría- ocuparon los programas de mañana de víscera y sangre de distintas cadenas, las cabeceras de los informativos de La Sexta y Cuatro y un sinfin de medios más.
O sea que parten de una mentira -un ejemplo de postverdad, como ahora les gusta llamarlo- para hacer autocrítica. Y lo hacen porque no quieren reconocer que la información sobre esos asesinatos es idéntica y sigue los mismos parámetros de morbo que las de Diana Quer.
¿Por qué informar y regodearse en esos crímenes no es morbo?, ¿por qué informar continuamente sobre un terrible problema que afecta a un 0,9 por ciento de las parejas de este país no se incluye dentro de la autocrítica e incluso se uitiliza -mintiendo descaradamente- como ejemplo de información olvidada en aras del mordo?
Por un sencillo motivo. El País no quiere renunciar a su ideología -que tiene perfecto derecho a tener- en la que la violencia por ellos llamada machista es el principal problema social de este país.
Y ese es el primer acto de contricción que deberían hacer, el primer mea culpa que habrían de entonar. Pero no están dispuestos a ello, ni en esto ni en nada. Ni en lo social, ni en lo político. Y la prueba es otro párrafo que también se supone que intenta desmostrar el olvido de lo importante en aras de lo morboso:
"Cierto es que se aprecia una cierta evolución en los valores morales de la sociedad no así en los que rigen en las cadenas generalistas, siempre ávidas de sensacionalismos. Pese a ello resulta descorazonador que, como recogía una encuesta del CIS de enero de 2015, para conocer como perciben la violencia de género los adolescentes y jóvenes, “el 33% de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años, es decir, uno de cada tres, considera inevitable o aceptable en algunas circunstancias controlar los horarios de sus parejas, impedir que vean a sus familias o amistades, no permitirles que trabajen o estudien o decirles lo que pueden o no pueden hacer”.
Critican a las cadenas generalistas por su morbo -lo cual es completamente suscribible-, pero no se critican ellos mismos por vender en este mismo párrafo como "violencia de género" un informe en el que participan adolescentes femeninos y masculinos y en el que tanto ellos como ellas consideran justo y normal controlar a su pareja (no que la parte masculina de la pareja controle a la femenina).
¿Por qué se vende así?
De nuevo por ideología y por morbo. Porque no van a dejar que la realidad les estropee una vision previa (ideología) y porque escribir de crueldad machista vende más que de agresividad afectiva y no van a dejar que la verdad les estropee un buen titular (morbo).
Y así con todo. En El País y en todos los demás medios "serios".
No hacen autocrítica de por qué se pasaron semanas hablando de los falsos mitos secesionistas (Catalunya como reyno, la Guerra de Sucesión como guerra de independencia), pero no de los falsos mitos unionistas (la inexistencia de Catalunya como entidad política independiente de España en siglos pasados, la existencia de un imperio español, la unidad de España desde los Reyes Católicos); o por qué se han pasado meses hablando de las relaciones de Podemos con Venezuela y no de las del Gobierno español o de las empresas de las que son consejeros delegados ex ministros del PP y del PSOE, entre otros muchos casos en una y otra dirección.
Porque, en realidad, no afrontan la principal autocrítica, que es reconocer que manipulan y sesgan la información para sus fines políticos y que una vez hecho, alimentan el morbo de lo cruel y lo terrorífico en esa dirección, para obtener los réditos políticos que aquellos para los que verdaderamente trabajan desean.
No están dispuestos a reconocer que utilizan el morbo como arma de manipulación masiva, obligándonos a mirar a través de los campos de visión que ellos acotan e imponen en servicio de determinadas ideologías -cada uno de las suyas- para que no podamos fijarnos en todo lo demás, en la realidad en su conjunto, que es de lo que verdaramente tendrían que informar.
Y la autocritica a su actuación en el caso de Diana Quer, que debería ser el punto de partida de un inmenso ejercicio de reflexión sobre en lo que han convertido el periodismo, se transforma en otra excusa morbosa para evitarlo.

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