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miércoles, marzo 11, 2015

Y jueces que evitan que TVE sea "Alo Presidente"

Las televisiones públicas informarán sobre los nuevos partidos, sobre esas formaciones que no tienen representación parlamentaria pero aparecen en las encuestas de intención de voto de los españoles para las próximas elecciones.
Y no lo harán porque sus siglas estén la boca de todos, no lo harán porque los grandes partidos las nombren en sus mítines o el CIS las incluya en sus estadísticas. Lo harán porque los jueces les han obligado.
Y es la realidad más triste que se puede leer, escuchar o ver sobre los medios públicos españoles. Es otra de esas acciones que, sin quererlo los partidos, se transforma en una promesa electoral para el siguiente ciclo de poder.
Los grandes partidos nos están prometiendo en Andalucía que seguirán gobernando de espaldas a sus ciudadanos, que seguirán ignorando las ideas y las demandas de una buena parte de la población. 
Esa es la promesa electoral del PSOE en Andalucía cuando ordena no incluir información sobre Podemos o Ciudadanos.
Las formaciones tradicionales nos están prometiendo en Madrid que harán todo lo posible para acallar la disensión, ocultar la realidad, para impedir a los ciudadanos vivir y elegir en libertad. 
Esa es la promesa electoral del Partido Popular cuando convierte Telemadrid o la televisión extremeña o cualquier otra en sus departamentos de Agitación y Propaganda.
El Gobierno nos está prometiendo que no le temblará el pulso si tiene amenazarnos, extorsionarnos o que obligarnos a vivir sin ética y sin dignidad para conseguir sus fines partidistas y sectarios. 
Esa es la promesa electoral de Moncloa cuando ordena a profesionales de RTVE que oculten datos relevantes, que no informen sobre alguien que hoy por hoy cubre el espectro ideológico de casi la mitad de la población -Podemos y Ciudadanos-, bajo la amenaza de perder su trabajo, de no poder dar de comer a sus familias de quedarse sin futuro ni expectativa alguna del mismo.
Esa es la Andalucía, la Comunidad de Madrid y la España en general que las formaciones políticas hasta ahora dominantes del falso bipartidismo español nos prometen. 
Lo que dicen en sus mítines no importa, lo que ponen sus programas electorales tampoco. Son sus actos los que las definen.
Se les dio una herramienta para la información y el entretenimiento de los ciudadanos y la han convertido en una carabina de francotirador que dispara a discreción contra todos aquellos que cuestionen su permanencia en el poder. Y tienen que venir los jueces a enmendarles la plana.
Medios atenazados, controlados por cargos políticos o por el dinero de socios y adláteres -esto último los privados, claro-. ¿Dónde me suena que ocurre esto?, Un momento, a ver... ¡Ya caigo!
En la China del PCCh, en la Rusia de Putin, ¡en la Venezuela de Maduro y la sempiterna sombra bolivariana de Chávez!
Así que, al final, los con sus actos nos prometen convertir España en Venezuela terminan siendo el PP y el PSOE. No deja de resultar curioso que se llenen la boca de acusar a otros de ese intento.
Y habrá gente que diga que está bien, que el sistema ha funcionado y que los jueces han asegurado la información sobre la pluralidad política. Pero es mentira. 
Si el sistema funcionara los jueces no tendrían que intervenir, tan solo tendrían que vigilar.
Cuando se sabe lo que se tiene que hacer, se tiene que hacer y punto. Sin necesidad de que venga nadie a obligarnos. 
En lo personal, en lo social, en lo laboral, en lo afectivo. Da igual el ámbito en el que nos movamos y la excusa que utilicemos, si no hacemos lo que tenemos que hacer aún sabiendo que tenemos que hacerlo hemos dicho adiós a toda ética, a toda responsabilidad, a toda capacidad de gobierno, liderazgo o crítica. Hemos dicho adiós a nuestra condición de ser humano.

domingo, agosto 04, 2013

Lasquetty y quienes hacen el trabajo de Telemadrid

"Aquellos que hacen lo debido lo demuestran no con las acciones que realizan sino con aquellas que no dejar de realizar".
En pleno estío vacacional reconozco que es un poco duro empezar con Schopenhauer, así por la tremenda, un post. Lo suyo sería hablar de operaciones bikini, el ya ritual reportaje sobre la cervecita o la noticia de obligado cumplimiento sobre la ocupación playera.
Pero es que la frase del en ocasiones ininteligible filósofo alemán nos muestra a las claras una situación que entre tanto calor, viaje y baño veraniego tiende a pasar inadvertido.
Hace unos días Telemadrid, ese medio de comunicación transformado en plataforma de propaganda y agitación política, se descolgó con uno de esos típicos reportajes suyos a los que solamente les falta un fondo musical de fanfarrias y trompetas para que sean la perfecta loa del gobierno madrileño y su política sectaria y nepotista.
En este caso fue la sanidad y se descolgaron con que los británicos, los hijos de la Pérfida Albión, raramente interesados en algo que no haya sido inventado por ellos mismos en sus años dorados, habían venido a Madrid a interesarse por el sistema de gestión sanitaria privatizada impulsado por los gobernantes madrileños.
Porque claro, si los ingleses se interesan en algo tiene que ser bueno, si el gobierno británico nos quiere copiar es que recortar el acceso, los recursos y la capacidad de la atención sanitaria pública debe ser bueno. Si los hijos de la Isla de Las Brumas vienen a preguntar por algo que pone en manos de magnates privados sin ética ninguna y ávidos de resultado nuestra vida y nuestra salud, tiene que ser bueno.
Hasta aquí la propaganda, hasta aquí la agitación y la manipulación ideológica de la que el bueno de Nikita Kruchev estaría orgulloso.
Pero todo esto nada tiene que ver la cita inicial. Lo que hace relevante esa frase es que era mentira, que se lo habían inventado, que habían utilizado Telemadrid para engañar. Lo que dota de significado al algo enrevesado pensamiento de Schopenhauer es quién lo ha descubierto y sacado a la luz.
Porque no han sido los informativos de las televisiones públicas los que han descubierto esa mentira -nadie lo esperaba-, no han sido los servicios de investigación de las cadenas privadas, ni los diarios de gran tirada. Han sido unos señores que se agrupan bajo el nombre genérico de salvemostelemadrid.es.
¿Se acuerdan de ellos? Son aquellos que según el presidente comunitario hacían inviable Telemadrid, aquellos de los que se prescindió para que Telemadrid seguía abierta y dando beneficios a las relaciones nepotistas de sus directivos y sus dirigentes políticos.
Lo han hecho aquellos que no tenían porque hacerlo. El problema de la sanidad madrileña no era su problema -según lo ven muchos de los que han hecho de su egoísmo individualista la única medida de la realidad-. Podían haber dedicado el espacio en su página solamente a lo suyo, a hablar de su ERE ilegal, de las conexiones corruptas de aquellos que dirigen Telemadrid y la utilizan para engordar el recuento de sus votos y las cifras de sus cuentas privadas en la Confederación Helvética.
Pero no lo han hecho. Han informado sobre la Sanidad Pública, sobre lo que interesa e importa a los madrileños. Han hecho su trabajo.
Dejadme que lo repita, dejadme que me llene la boca y el teclado con la frase. Han hecho su trabajo. Aunque nadie les pague por ello, han hecho su trabajo. Aunque hayan perdido el empleo por hacerlo, han hecho su trabajo. Aunque no les reporte ningún beneficio, han hecho su trabajo. Aunque no tenían porque hacerlo, han hecho su trabajo.
No han dejado de hacer, como diría el retorcido alemán, las acciones que tenían que realizar.
Porque los madrileños merecen saber que su gobierno manipula, miente y utiliza medios públicos para fingir que el gobierno británico apoya con su interés una privatización que es rechazada por prácticamente toda la sociedad; porque la sociedad tiene derecho a saber que los profesionales de la información, que aquellos que por compromiso y vocación han elegido mantener informada a la gente, lo harán aunque no se les pague, aunque se les deje sin trabajo, aunque le venga mal al poder.
Porque la Sanidad Madrileña, que se la está jugando cada día contra los engranajes de un poder corrupto y nepotista, tiene derecho a saber que hay gente que sabe que su trabajo es informar y no hacer propaganda, que sabe que Telemadrid ha caído por los rostros perfectos de melena rubia de peluquería que sonríen a cámara mientras mienten -y saben que lo hacen- y no por aquellos y aquellas que pretendieron siempre que su condición de trabajadores públicos suponía un servicio a la sociedad, no a los gobernantes.
Y ahora podemos hacer dos cosas. O pararnos, entre cañas y tapas, a pensar qué es lo que la frase de Schopenhauer tiene que decirnos a nosotros, como se lo ha dicho a los chicos y chicas de salvemostelemadrid.es y a todo el colectivo profesional sanitario que permanece en lucha, podemos descubrir qué acciones no debemos dejar de hacer para hacer lo correcto o podemos poner Telemadrid y relajarnos con el reportaje de turno que nos pongan.
Creo que hoy toca ese gran clásico de los consejos contra los golpes de calor. Nosotros mismos.

sábado, mayo 25, 2013

No es el Gobierno, muchacho, es la ideología.

La estrategia de las cortinas de humo es algo tan viejo como la política. El desviar la atención de lo importante hacia lo superfluo para ocultar, silenciar o minimizar acciones que, de otra manera, serían tan obvias y evidentes que generarían rechazo es algo que se estila desde que  César atravesó el Rubicón con sus legiones, desde que los césares la tomaron con Britania para ocultar sus vergüenzas caseras.
Y nuestro gobierno, el que nos arrojamos sobre los hombros y el futuro en nuestra última visita a las urnas, tira de esa estrategia con la misma fruición con la que los sobres cogidos y entregados  volaban por los pasillos de Génova, 13 de mano en bolsillo.
Esa estrategia nos arroja a Gallardón a la arena para despertar la ira de la progresía de salón con una Ley del Aborto aun inexistente que dejará las cosas exactamente igual y hará o dejará de hacer que aborten el mismo número de mujeres que con o sin ley de plazos.
Nos coloca el capote del españolismo de Rajoy y el catalanismo de Artur Más en un enfrentamiento de esgrima política que realmente oculta que su principal competición estriba en quién recorta más derechos y prestaciones  a los ciudadanos bajo su gobierno; nos hace desayunarnos con el obispo Amigo -no se de quién, pero Amigo a la postre- dudando de la tradición democrática de los partidos que se oponen a su ideario como si el hecho de conducir bajo palio a un dictador, bendecir sus pantanos, pedir el voto para Fuerza Nueva en la Transición o santificar alzamientos militares como cruzadas por la fe nacional católica fuera una tarjeta de presentación democrática que les diera a los jerarcas purpurados patrios autoridad para pontificar sobre la materia
Y así con toda suerte de distracciones que los medios de comunicación colocan en primera plana cuando tendrían que publicar en las necrológicas y que sirven a nuestros gobernantes para que sus recortes en lo esencial, en lo fundamental, en el futuro, en nuestra capacidad de supervivencia como individuos y sociedad, pasen cada vez más inadvertidos.
Y la más trabajada de estas distracciones es la excusa permanente de que "es necesario", de que "no se puede hacer de otra manera", de que "de algún sitio hay que sacar el dinero".
Da igual los informes en contra que presenten los profesionales de la sanidad pública demostrando que no se ahorrará privatizando los hospitales madrileños; da igual que los presupuestos de las comunidades autónomas que más recortan en Enseñanza Pública presenten incoherencias de gastos millonarios en cesiones y concesiones a la educación privada mientras se niega lo esencial a la pública. Los inquilinos del gobierno nacional y de sus satélites autonómicos se han enrocado en esa explicación hasta que les ha sido imposible mantenerla.
Lo suyo sería que entonces reconocieran que en realidad actúan por ideología, por impulso teórico de lo que creen y lo que piensan. 
En contra de los que se dice y se escribe no es perverso gobernar aplicando tú ideología. Es lo lógico. Nadie gobierna ni legisla desde la absoluta neutralidad ni, por supuesto, desde una ideología que no es la suya.
Y como eso parece lo normal, al final, con la boca pequeña y los dientes apretados en ese rictus soberbio y contrariado que se gastan permanentemente las huestes económicas de Moncloa, lo reconocen. 
Afirman que  es posible que haya otras formas de afrontar la crisis pero que ellos han decidido aplicar la austeridad porque creen en ella y porque piensan que es la política más acertada y responsable.
No habría nada que decir a eso -salvo que se equivocan- si fuera verdad. Pero en realidad es otra cortina de humo. La última salva. Como diría el escritor de anticipación, el mítico Frank Herbert, "la finta en la finta de la finta"
Utilizan su supuesta ideología económica como excusa y velo que esconde la verdadera motivación de sus decisiones, de sus planes. Dicen seguir su ideología en el aspecto económico para que no nos demos cuenta de que en realidad están imponiendo su ideología social. O su ideología antisocial, para ser exactos.
Lo hacen con la Universidad
Porque No cortan las becas de movilidad universitaria y eliminan la selectividad única para ahorrar y eso produce el efecto colateral indeseado de cambiar las condiciones de acceso a la universidad pública.
Cortan las becas de movilidad universitaria para limitar el acceso, para que nacer y vivir en Motilla del Palancar, Conquista de la Sierra o Tomelloso sea sinónimo de no poder estudiar una carrera universitaria a menos que tus padres puedan tirar de cuenta corriente para pagarte un alquiler en Madrid, Sevilla o Ciudad Real.
Porque eliminan la selectividad de distrito único para hacer imposible la permeabilidad social entre los estudios y los estudiantes, para transformar en autárquica, local e intrascendente una institución como la universidad que, por propio nombre y naturaleza, debe ser universal. Para minimizar su condición de catalítico social de la juventud, para eliminar la disensión colectiva que desde su creación en la Edad Media ha caracterizado al entorno universitario.
Lo hacen con la atención sanitaria.
Que los inmigrantes se queden sin atención no es un efecto secundario de ajustar las cuentas es el objetivo primario de aquellos que utilizan el ahorro para justificar una ideología que odia al extranjero, que considera inferior al inmigrante, que hace de la sangre y la cuna el centro de un orgullo nacional baldío y medieval.
Que los enfermos crónicos, los discapacitados o los dependientes se queden sin sostén y sin ayudas no tiene nada que ver con la necesidad de austeridad. Lo hacen porque consideran que sobran, que cuanto antes desaparezcan mejor, que el Estado no tiene porque ocuparse de aquellos que no pueden generar réditos económicos a las arcas en las que luego ellos meterán la mano para beneficiarse.
Lo hacen con el empleo
Porque generan una formación profesional que te arroja al mercado laboral en condiciones precarias no porque no haya dinero para otra cosa, sino porque piensan que el trabajador debe tener lo justo para comer y tener un techo por los pelos y dedicarse a trabajar por aquello que quieran pagarle sin expectativas, sin ocio, sin capacidad de vivir más allá de su supervivencia.
Y pergeñan un sistema de contratación y unas condiciones laborales extraídas directamente del servilismo feudal porque están convencidos que aquel que tiene que recurrir a su trabajo para ganarse la vida debe dar gracias a los poseedores del capital por arrojarle las migajas y conformarse con lo que estos quieran darle a cambio de su trabajo. Y, si se les ocurre reimplantar el derecho de pernada, agachar la cabeza y sentirse honrada porque el señor del castillo -o de la empresa- decida meterse entre sus piernas.
Lo hacen con la enseñanza
Porque las revalidas y el nuevo sistema de educación obligatoria y bachillerato no pretende ahorrar un céntimo de euro, lo único que busca es arrojar de las aulas al mayor número de estudiantes cuanto antes porque estarán mucho mejor cobrando 800 euros el resto de su vida que aprendiendo cosas que luego podrían utilizar contra el Gobierno y cursando estudios que les harán pensar por sí mismos y les pondrán las cosas difíciles a sus empleadores, transformados en señores feudales del siglo XXI.
Lo hacen con los medios de comunicación.
Destrozan Telemadrid, conducen al ridículo a Televisión Española, hacen desaparecer Canal 9 no porque no tengan dinero para mantenerlos, no porque su doctrina económica les imponga cercenar esos gastos, sino porque su ideología sobre la función de los medios en la sociedad les hace pensar que esos medios tienen que estar al servicio de su aparato de propaganda, de su eterno mantenimiento en el poder, de la constante justificación y engrandecimiento de sus actos.
Lo hacen, en definitiva, con la democracia.
Porque no intentan recomponer los poderes públicos para ahorrar, para gastar lo mínimo necesario, sino que lo hacen para intentar lograr que todos los poderes del Estado estén bajo su férula y su control y para conseguir que los ciudadanos, sus votos y sus decisiones trabajen en beneficio de esa élite guerrera de los negocios y los cohechos que forma su entorno. 
Lo hacen para que la forma de la democracia esconda el fondo la plutocracia oligárquica y feudal que es la sociedad que tiene en mente su concepción ideológica.
El ahorro, la austeridad, la ideología económica es simplemente el último velo de la indecente danza de engaños que lleva interpretando la corte genovesa desde que accedió al poder.
Seguramente habrá bienintencionados votantes del Partido Popular que hayan votado creyendo que se trataba de aplicar el liberalismo económico y aún crean que esto va de eso.
Pero el problema no radica en que se gobierne según la propia ideología -.eso lo hace todo el mundo, aunque en ocasiones resulta bastante irresponsable-. El problema es la ideología en sí misma. 
No es que el Partido Popular no tenga derecho a gobernar según su ideología, es que no tiene derecho en el mundo moderno a tener esa ideología social.
Y puede que para los monseñores y los genovitas eso sea "profundamente antidemocrático", pero resulta que hace varios siglos se estableció una linea ideológica que no puede traspasar ningún gobierno: no se puede tener una ideología que suponga que un Gobierno ejerce el poder en beneficio propio y en detrimento de sus  ciudadanos.
Y no fuimos nosotros quienes establecimos esa frontera infranqueable. La estableció el cortante filo de una señorita con apellido francés y la sangre fluyente de un rey.
No se trata de economía, se trata de sociedad. No se trata de que sea perverso gobernar ideológicamente sino de que la ideología con la que se gobierna es perversa, injusta e ilegal. No se trata del dinero, se trata de libertad. 
Ellos mismos. Nosotros mismos.

viernes, mayo 03, 2013

Artur o el traslado de Telemadrid al Kehlsteinhaus

Se dice que un signo evidente, un síntoma incontestable, de esa enfermedad que te hace disociarte de la realidad, crear tu propio mundo de ficción y habitar en él, es el rito del mantra, repetir como una letanía continua e incontrolada la frase o el concepto que confiere estabilidad a esa realidad inventada como si así, por puro efecto acumulativo, esa visión fuera a cobrar sustancia material y a convertirse en real.
Pareciera que eso es lo que les sucede a nuestros actuales gobernantes con todo lo que les rodea. Creen que repetir doquiera que sea posible que han cumplido con su deber convertirá la realidad de su falsedad electoral, de su perdida legitimidad democrática -recordemos que esa legitimidad no solamente la confieren los votos, la confiere el cumplir aquello para lo que se te votó- en su fantasía de honor y honra satisfecha; creen que repetir hasta la saciedad que no había otra manera de "salvar España" que rescatar a los bancos y aplicar su tijera desmedida a todo lo público transformará su cerrazón ideológica y su búsqueda del beneficio propio en la realidad de la necesidad de esos recortes.
Pero hay otro mantra, otra letanía, que se está haciendo más presente, más patéticamente continua. Aquella que pretende convertir a todos los que se les oponen, a todos los que no piensan como ellos, a todos los que les llevan la contraria en seres malvados y retorcidos. Ese delirio continuo y constante que es el síntoma más relevante de su creciente paranoia.
No es nuevo. No es de ahora. Una enfermedad mental tarda mucho tiempo en desarrollarse.
Otrora fue pretender que todo nacionalista era terrorista, que todo republicano era anti español  que todo vasco era etarra, que todo opositor era dirigido en la sombra por el PSOE. El monstruo de su delirio ha tomado múltiples rostros y siempre se ha repetido una y otra vez en un intento de hacerlo real.
Pero quizás sea porque el PSOE ahora está de capa caída y no da miedo, porque ETA está extinta y no produce terror o porque el egregio habitante de la Zarzuela y su regia familia viven las horas más bajas de su popularidad desde la carga de los mamelucos de 1808, ahora han encontrado un nuevo rostro que ponerle a su paranoia a ese intento de generar el más profundo terror en la población. En su continuo y constante intento de introducir en la mente de la población del terror a un monstruo inexistente que mantenga alejados sus pensamientos de sus acciones de gobierno. Es decir, en su intento de gobernar y controlar mediante el terror, de ser terroristas.
Ahora el monstruo es el nazismo. No hay otra cara. No hay otra palabra, no hay otra comparación que salga de las gargantas y de las declaraciones de los políticos del Partido Popular y de los inquilinos de Moncloa.
Y no han encontrado mejor forma de hacerlo que a través de los medios de comunicación que en otro tiempo eran públicos y que ahora ellos consideran propios. Como los jueces les niegan una y otra vez la posibilidad de convertirlos en herramientas propias, como el sistema judicial les impide destruirlos, limpiarlos de todo aquel que no comulga con las ruedas de molino de su ideología, ellos deciden utilizarlos para llamar nazis a todos aquellos que se les oponen
Televisión Española compara a ETA -eta es un valor seguro- y al nazismo con los escarches en el reportaje más ideológicamente sesgado que se recuerda desde el Caso Dreyfus; aquellos que se han quedado en Telemadrid para ser voceros de la ideología gobernante acusan de nazis a los manifestantes delante del Congreso de los diputados y, en la última vuelta de tuerca se inventan un reportaje sesudo sobre como el repentino soberanismo de Artur Mas le hace entroncar en el lenguaje con Stalin y su agitpro y sobre todo con Hitler y el nazismo -sin desmerecer a ETA-.
Y ahora se supone que habría que empezar a hablar de Artur Mas y su soberanismo, ahora se supone que habría que desmontar esa comparación, que habría que discutir si es procedente, si es excluyente o si es tan arcaico y retrógrado como el soberanismo y el nacionalismo españolista que esgrime el PP, basado en la bandera y la gloria deportiva.
O se supone que, pese a que miembros del Tribunal Supremo y del Tribunal constitucional y jueces de varias salas de la Audiencia Nacional y de diferentes audiencias provinciales, han afirmado que los escarches no violentos son permisibles, habría que desentrañar y desmentir ese paralelismo inventado del escarche con las marcas de judíos en la locura nazi de la Alemania de los años treinta del pasado siglo.
Pero aunque eso sea lo que pretende el partido popular para que la imagen del escarche y de Artur Mas se ligue en el inconsciente colectivo al único monstruo que les queda por utilizar, no hay que hablar de eso.
Hay que hablar de Martin Ebon y del últimamente omnipresente Joseph Goebbels.
El segundo ya nos suena y nos lo vemos venir pero ¿Quién diantres es Martin Ebon?
Pues es un alemán de Hamburgo que emigró a Estados Unidos en 1938, antes de la Segunda Guerra Mundial, después de poner en marcha cierto sistema de información y comunicación en su país natal y que luego fue oficial de información y propaganda del estado Mayor Estadounidense durante esa guerra y máximo responsable de contra información del Telón de Acero -o el bloque del Este, como se le llamaba eufemísticamente al imperio soviético- hasta que se jubiló con la caída del Muro de Berlín.
Y ¿por qué hay que citar a este individuo? Por esto
"La principal herramienta de la agitpro soviética era el uso interno de los medios de comunicación masivos para mantener a su población en un constante estado de miedo y enfrentamiento contra todo aquello que se opusiera a la visión que se pretendía difundir desde el apartado del Estado Comunista controlado por el partido (...) Desde los años cincuenta la televisión fue la herramienta fundamental utilizada para esa función, sustituyendo plenamente a la cartelería y las publicaciones y relegando a un segundo nivel a la prensa escrita y las emisoras radiofónicas (...) Se basaba en la manipulación de citas e imágenes para hacer ver que toda los problemas de la sociedad occidental partían del capitalismo y de su injusto reparto de la riqueza entre las clases sociales"
Y, por si no hemos tenido bastante:
"Asimismo, se buscaba comparar la supuesta decadencia  del sistema occidental con periodos pasados y temidos de la historia de Rusia como el reinado zarista, la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial para hacer temer a la población de forma subconsciente que el triunfo del capitalismo sería un retorno a esas formas de sociedad servil, cruel e injusta". The Soviet Propaganda Machine ("La maquinaria de propaganda soviética"), Martin Ebon, McGraw-Hill, 1987
Pero quizás sea mejor acudir a las fuentes, al bueno de Joseph.
"Es por tanto función de esa nueva y técnicamente milagrosa visión de la imagen grabada ponerse al servicio de la Nación y engrandecer sus valores ante los ojos de los admirados ciudadanos. (...) Debe también servir para mostrar ante todos la perversidad de aquellos que se oponen a la grandeza y la visión de un futuro glorioso para la nación alemana ya que puede mostrar como concomitancias intrínsecas a su naturaleza perversa y depravada similitudes que esos enemigos de Alemania y su grandeza hasta ahora presentaron como similitudes casuales (...) Mostrarle al alemán ario en toda su crudeza como el judío, el comunista o cualquiera de las otras alimañas de las que debe liberarse la nación entroncan con aquellos que a lo largo de la historia han participado en todas las conjuras que han pretendido privar al Reich de su destino de grandeza".Die Reichbild Komunikation ("La imagen comunicada alemana"), Joseph Goebbles, 1937
Y ahora se podrían decir muchas cosas sobre quien es realmente un nazi, quién utiliza las dinámicas comunicativas de los totalitarismos más destructivos y férreos de la historia contemporánea, sobre quién pretende alterar el lenguaje, el inconsciente colectivo y la imagen de la realidad para gobernar por el miedo y el control.
Ahora se podría hablar de los escarches, de Artur Más, de "rodeemos el Congreso", del PP, de Telemadrid o de TVE.
Pero Joseph y Martin ya han dicho todo lo que había que decir.
Esperemos que el Partido Popular y el Gobierno utilicen esos fantasmas que pretenden inculcarnos y rescatarnos por pura paranoia. Porque si no es por eso ya tenemos respuesta a la pregunta de quién es heredero directo del estalinismo y de los nazis en sus actos y sus dinámicas comunicativas.
Ya sabremos quién ha transformado TVE en Pravda y Novosti y Telemadrid en el Nido del Águila.


martes, abril 16, 2013

Posdata de la carta del "casi nazi" a Santa Cospedal

Lo malo de sacar a colación determinados ejemplos, determinadas formas de comparación, es que estas tienden a extenderse en el tiempo y el espacio como una mancha de aceite, como un sello que termina pegado a la piel de quien las puso en escena y que ya no puede quitárselo de encima ni con agua caliente.
Y si hay una comparación histórica que produce un efecto oleaginoso de ese tipo en una sociedad que aún es incapaz de comprender como la locura, el totalitarismo y el arribismo mezquino puede generar tanta tragedia es llevarte a la boca al Nacional Socialismo Alemán, o sea los nazis.
Y eso es lo que le está pasando a Nuestra Señora de los Dolores de Cospedal desde que el pasado fin de semana se trajera a los labios y los medios de comunicación a los camisas pardas de brazalete rojo, blanco y negro para compararlos, ni más ni menos que los "escarchadores", los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que han decidido ejercer de sonora conciencia de todos aquellos que acallan la propia con los beneficios que obtienen de proteger a la banca en contra del ciudadano.
Pues bien, a la buena de Mari Loli ahora todo se le vuelve nazi. Todo acto, toda decisión, toda iniciativa que emprende, anuncia o se descubre de ella se pasa por el tamiz de la comparación con aquellos a los que ella ha querido comparar -y valga la redundancia- con los ciudadanos españoles que protestan. 
Cuando se despierta al monstruo, el monstruo acaba por devorarte. Sobre todo cuando tu olor es más reconocible para él que el de cualquier otra persona.
Apenas cuarenta y ocho horas después de que sus palabras la transformaran en la Santa Patrona del nazismo moderno, llega a los medios, a la opinión y a la sociedad otro de esos actos que el aparato del gobierno que Cospedal se ha inventado  para Castilla La Mancha.
La televisión publica de la autonomía -que, en la más pura tradición del Partido Popular actúa como si fuera la televisión de María Dolores no la televisión de todos los castellano manchegos- saca a relucir un reportaje en el que carga contra el alcalde socialista de Toledo con el muy bíblico nombre de "Las 10 Plagas de Emilio García Page".
Un supuesto reportaje en el que se presentan toda suerte de desmanes y problemas que supuestamente acucian a la capital toledana por culpa del socialista -que, antes de que nadie abra la boca en esa linea, hay que decir que lo importante no es que sea socialista, es que no es del Partido Popular-. Se manipulan imágenes, se presentan visiones subliminales de peces muertos y basuras esparcidas de otras épocas y se clama por la crucifixión política del regidor. Indignados políticos del PP lo consideran inadmisible y se presentan como molestos ciudadanos preocupados... Vamos, un clásico. 
Ya se han cargado Canal 9 en Valencia y Telemadrid haciendo eso pero los gobernantes del PP se ven impelidos a repetir una y otra vez esos productos audiovisuales ¿por qué será? ¿quizás porque forma parte de su constructo ideológico?
Y claro, tan cerca nos ha dejado de la memoria Cospedal los  escarches que solamente se nos ocurre bautizar tal producto audiovisual de propaganda como un escarche mediático. Tan cerca nos han colocado las palabras de fin de semana de la presidenta castellano manchega a los locos furiosos de la pureza aria que estos son la única comparación que nos surge.
Miramos a Nacho Villa, director de la cadena pública y perjeñador de esa campaña contra el alcalde toledano, con su corbata  su traje y su mirada seria y se nos viene al recuerdo otro señor vestido de impoluto y elegante terno aunque fotografiado en blanco y negro, otro caballero también experto en propaganda. Un individuo llamado  Joseph Goebbels.
De modo que de nuevo las preguntas persiguen a Cospedal, su autoritarismo y su uso del aparato de gobierno para lograr sus fines personales -porque la reelección y la eliminación de los enemigos políticos es un fin personal, no un objetivo de gobierno-.
¿Es totalitario y nazi perseguir a un político para recordarle su compromiso olvidado con la sociedad pero no lo es poner en marcha una campaña de propaganda cargada de mentira y manipulación de la que se sentiría orgulloso el propagandista alemán?, ¿se puede acusar de nazis a los que protegen a las víctimas y no a los que solamente pretenden crearlas y mantenerse en el poder?, ¿ no está mucho más cerca de las formas de propaganda nazi -que inventaron ellos y luego elevó a su máxima potencia la agitpro soviética- Nacho Villa y sus descontextualizadas imágenes, sus totales tendenciosos y sus narraciones manipuladoras, que Ada Colau y unos carteles circulares verdes y rojos?
Cualquiera que haya estudiado Teoría de la Comunicación sabe la respuesta, cualquiera que haya visto el reportaje de los falsos informativos de la Televisión de Castilla La Mancha lo intuye, cualquiera que sepa el significado histórico e ideológico de la palabras nazi, fascista o totalitario lo sospecha.
Pero ella y todo lo que significa su forma de entender el gobierno y la autoridad darán la callada por respuesta. No porque no tengan ninguna, sino porque no quieren que nadie lo sepa, que nadie lo comprenderá. Porque desprecia a aquellos a los que gobierna.
El que fuera ministro de propaganda en el régimen más perverso de la Europa contemporánea también fue nombrado por un gobernante que usó el juego democrático para acceder al poder, también ocupaba un cargo público supuestamente en beneficio de todos y también cobraba por ello. No ciento veinte mil euros, pero también cobraba por ello.
Si Santa Dolores de Cospedal hiciera tiempo en su apretada agenda, entre procesiones de mantilla y mentiras tartamudeadas en los atriles de Génova, 13 sobre la honorabilidad de su partido, para informarse un poco sobre quiénes eran los nazis, lo que hicieron y las herramientas que utilizaron para elevar su locura a rango de tragedia universal quizás, solo quizás, no se los llevaría con tanta facilidad a la boca.
Porque, hoy por hoy, haciendo lo que hace y gobernando como gobierna, cuando cualquier castellano manchego mire en dirección a los nazis, su manipulación, su propaganda y su delirio autoritario, tan solo la verán a ella.
PD
Lo siento Mari Loli, tú lo empezaste.

lunes, abril 15, 2013

Y el juez tiró la leche y mató la vaca de Telemadrid

Hay fábulas que, cuando las recibes en la infancia de manos de una abuela que las cuenta a trozos dispersos, mientras compacta la concretas y sin tener muy clara cual es la enseñanza que te pretende transmitir con ellas, te parecen ilógicas, irrelevantes y hasta casi absurdas en esa actitud infantil de querer conocerlo todo antes de haberlo vivido.
Eso me ocurrió con la fábula de Las Cuentas de la Lechera ¿qué sentido tenía?, ¿por qué se queda llorando cuando se le rompe el cántaro? ¿por qué no corre a ordeñar de nuevo a la vaca? ¿el que el rumiante lechero había muerto de un ataque de vacas locas?
Todas esas preguntas, esos porqués infantiles, se quedaron sin respuesta entonces y han permanecido en la más completa oscuridad hasta que dos conceptos se juntaron en la realidad, en la actualidad y en mi mente: Hasta que una acción de gobierno arrogante e injusta y una decisión judicial se han sumado para explicármelo años después. 
Hasta que llegó la anulación judicial del ERE de Telemadrid que dejaba en la calle a casi novecientos profesionales.
Porque ahora Ignacio Gonzalez es la lechera- pido perdón a todas las imaginaciones sensibles por plantar en ellas imagen tan inquietante-, su gobierno, sus adláteres y sus parentelas y socios deben ser las cabras de Heidi y Pedro y los pingues beneficios que se buscaban con la venta al por mayor de un servicio público debe ser la leche derramada.
Porque ahora ya no salen las cuentas. Tienen que sacar 22 millones de euros de donde no los tienen para librarse de aquellos que querían hacer su trabajo y no cambiarlo por el marketing político y la propaganda electoral constante, tiene que deshacer la cuenta de recortes si quieren convertir Telemadrid en la máquina de cosechar votos que querían poseer.
Todos los frotamientos de manos, los sueños de grandes ganancias para las productoras creadas ad hoc por sus socios y amistades, todos los dineros soñados bajo cuerda a cambio de esas concesiones yacen agriados, mezclado con el barro de su propia inmundicia en forma de leche rancia que empapa las hojas y las letras de una sentencia judicial.
De unas frases que les dicen que los recortes, la situación económica y el ejercicio de la mayoría absoluta no son excusas suficientes para hacer justo lo injusto, para buscar el beneficio económico y la prevalencia política en los medios, para expulsar de su trabajo y de su futuro a profesionales de la información que entran por el aro de su diseño de Agitpro para Telemadrid.
Y donde antes había 47 millones de recortes y los sueños de cientos de millones de ganancia para ellos y sus socios ahora solamente quedan 22 millones de euros que tendrán que pagar si quieren librarse de aquellos que hacen su trabajo aunque no sea el que ellos quieren que se haga; donde antes había 100 millones para la producción externa -es decir para repartir entre los suyos con adjudicaciones a dedo de programas y productos televisivos- ahora solamente quedan 240 millones de deuda que su gestión politizada e incompetente de un servicio púbico han generado.
Donde antes había la fuente eterna de leche de jauja ahora solamente está el lodo que surgió del polvo que recubrió de política y necedad Telemadrid desde que el Partido Popular madrileño la convirtiera en su herramienta propagandística.
Y ahora entiendo la fabula de mi abuela.
Porque el Partido Popular y el Gobierno Regional Madrileño se vuelven hacia atrás, atisban en lontananza y ya no hay vaca. Un juez se ha encargado de que no haya vaca. De que no vuelva a haberla.
Telemadrid podrá ser un medio de información, un servicio público o una televisión de entretenimiento pero nunca será la ubre de la que puedan ordeñas dinero para sus cuentas helvéticas y sus campañas electorales.
Y no hay vaca y eso hace llorar a cualquier lechera soñadora. Aunque se llame Ignacio González.

miércoles, febrero 27, 2013

González ya es la zorra de Esopo con Telemadrid

Ignacio González, el heredero, el presidente de la Comunidad que nadie eligió porque a nadie se le dio la oportunidad de hacerlo, está furioso. 
Simula estar calmado y contrito, pero está furioso; aparenta permanecer sumido en una profunda reflexión y en sesudo análisis pero está furioso. 
Lo está porque las cosas no aparentan marchar como él quería, lo está porque, recuperada del negro combativo en la que la sumieron los profesionales del medio intentando evitar que se convirtiera en una herramienta de simple propaganda, Telemadrid amenaza con volver, los jueces amenazan con hacerla volver. 
Y así, en ese lenguaje al que recurren siempre los cortados por el patrón el gobierno sempiterno y nunca abandonado de Esperanza Aguirre en Madrid, recurre a lo único que sabe hacer en esos casos: la amenaza.
 "Si el ERE no prospera cerraremos Telemadrid". Lo intenta convertir -como todo en este gobierno del Partido Popular en nuestros tiempos- en una conclusión inevitable, en una consecuencia lógica de la realidad ineludible. 
Pero no engaña a nadie. Es una amenaza. 
No lo es por la frase en sí misma. Lo es por la que la continua para culminar la sentencia "No es prioritario para nosotros mantener un medio de comunicación". Y esa es la clave. 
Si los profesionales de Telemadrid vuelven a sus puestos de trabajo, la televisión de la Comunidad de Madrid volverá a ser un medio de comunicación. O por lo menos tendrá a casi un millar de personas dispuestas a convertirlo en eso. 
Y eso nunca fue prioritario para el Gobierno del Partido Popular en Madrid. Si no es una herramienta de propaganda para sus fines, no le interesa tenerlo; si no es un púlpito desde el que predicar su ideología, no le interesa; si no es una ventana desde la que mostrar hasta el hartazgo a un líder político impuesto a dedo, no votado, desconocido y continuamente hecho arder por los colectivos sociales y profesionales de los sectores públicos en sus sucesivas decisiones, Telemadrid deja de ser prioritaria. 
Porque solamente esas motivaciones, esos usos sugeridos primero, impuestos después y manipulados en última instancia, sustentan esa amenaza de Ignacio González. 
Si fueran simplemente las cuestiones económicas se hubiera limitado a cerrarla desde el principio y ya está. Ese era el máximo ahorro. El ERE podría haberse incluido dentro de ese cierre y habría podido justificarse por motivos económicos, pero la privatización no. 
Pero ahora, como la decisión judicial amenaza con llevarle la contraria, con impedirle que "su" Telemadrid se convierta en una fuente de ingresos para sus socios y amistades a costa del erario público, con hacer imposible que sea simplemente un despacho de Agitpro del PP, ya no la quiere, ya no le sirve, la va a cerrar. 
Porque la vuelta de los profesionales de Telemadrid, la decisión judicial contraria al ERE le obligaría a gestionar la televisión pública como un medio de comunicación. Le obligaría a dejar de colocar en los altos despachos y las altas nóminas a rebotados políticos del partido al que pertenece, le obligaría a sacrificar la propaganda en aras de una programación que atrajera audiencias y anunciantes porque la sentencia le habría dejado claro que Telemadrid necesita a sus profesionales y no puede prescindir de ellos. 
Y en esas condiciones no la quiere, si no puede alcanzar su codiciada y ansiada herramienta de manipulación social, la cerrara. Como la zorra quejumbrosa de la fábula de Esopo "no la quiere, que está verde" .
Es cierto, Ignacio González, por una vez y sin que sirva de precedente, tiene razón y dice la verdad. Nunca fue una prioridad para el Partido Popular de Madrid poner un medio de comunicación y de información al servicio de sus ciudadanos. 
Un medio de propaganda sí, de adoctrinamiento, también y de manipulación política y recolecta de votos, por supuesto. Pero un medio de información y comunicación, no. 
Y Telemadrid solo puede ser eso si los jueces no le dejan convertirla en otra cosa.

4.388 yuanes que pueden hacer fracasar las mareas

Que hay gente que se está partiendo el pecho, el salario, el esfuerzo y el compromiso por defender lo que es de todos es algo que, a estas alturas del partido que nos han obligado a jugar con nuestro futuro, es incuestionable. 
Mientras los políticos se debaten en cismas territoriales de una parte y en sobrecogimientos intestinos y salarios fingidos de otra; mientras "Cantós y Montalbanes" se enzarzan en la enésima diatriba sobre unas cifras que no admiten discusión en aplicación de la más pura lógica -y cada uno y una arrimará esta frase a la sardina que prefiera-, hay gentes que se centran en lo importante, en lo que deberíamos estar centrados todos. 
Las distintas mareas defienden lo público a capa y espada a huelga y manifestación a descuento salarial y puesta en riesgo de lo propio en beneficio de lo ajeno de todos. Pero, tal como están las cosas, con la cerrazón política europea cabalgando a lomos de la austeridad extemporánea, no podemos fingir que creemos que eso es suficiente. 
 No lo es no porque lo hagan mal, no porque no tenga sentido. Lo hacen bien -de hecho magníficamente- y tiene sentido que lo hagan. Pero les falta algo. 
Les faltamos nosotros. Les hemos dejado solos. 
No es que no acudamos a sus manifestaciones, no es que no les apoyemos por activa y por pasiva, no es que no vayamos a parar los desahucios o secundemos sus iniciativas, que hay muchos de nosotros que lo hacemos. 
Es que no hemos puesto en marcha nuestra marea, es que no hemos levantado la espuma de nuestras olas para sumarlas a las mareas que vienen y que van reclamando justicia, reclamando una sociedad que tenemos y que nos están robando. 
Nos falta la marea laboral. 
Porque si no emprendemos de una vez de forma continuada y contante la lucha por nuestros sueldos, por nuestra dignidad laboral, por la defensa a ultranza de los derechos que nos quieren arrebatar, la lucha de la marea verde, de la marea blanca, de la marea negra o de cualquier otra está abocada al fracaso. 
Cada vez que bajamos la cabeza para evitar que nos toque un ERE, cada vez que aceptamos un recorte salarial, una extensión de jornada sin aumento de sueldo, un trabajo con una remuneración inferior a la acordada en convenio o cualquiera otra de esas medidas que se han inventado para precarizar el empleo y convertirnos en un elemento de oferta para aquellos que quieran generar beneficios sin repartirlos, no solamente estamos jugando a la ruleta rusa con el futuro de los nuestros sino que estamos clavando un clavo en el ataúd de los servicios públicos. 
Rajoy, Báñez y toda la actual corte moncloita han iniciado el camino de la precarización laboral para hacer de España un país rentable, para hacer de España un país que pueda competir. Para convertir nuestro país en China, el gran gigante que niega a sus trabajadores lo esencial para demostrar que su capitalismo comunista puede derrotar al capitalismo neocon de toda la vida. 
Y no son los profesores, los profesionales de la sanidad ni los funcionarios los que deben luchar contra eso. No son los padres de alumnos, las doctoras, los rectores, los estudiantes, los sanitarios, los bomberos, las fiscales, los maestros, las enfermeras, los jueces, los cirujanos o las funcionarias de la Consejería de Agricultura aquellos que deben parar eso. 
Somos nosotros. Los que no trabajamos para la Administración, los que no somos empleados públicos. 
Porque si los recortes son el ataque frontal contra la condición pública de los servicios, la precarización laboral es el torpedo sumergido que cañonea la linea de flotación de su existencia.
Si, por aguantar el tirón, por miedo o por desgana, preferimos escondernos a pelear, preferimos mantener un puesto, preferimos aceptar la precarización, terminaremos cobrando 4.388 yuanes al mes, como en China. 
Y habremos dicho adiós definitivamente a todo lo público. 
Porque, con 500 euros mensuales de sueldo, ¿cuánto cotizaremos a la Seguridad Social?, ¿cuánto se podrá detraer para nuestras pensiones o nuestras prestaciones por desempleo?, ¿cuánto pagaremos de impuestos? 
Habremos dado la razón a Rajoy y Cospedal y los servicios públicos no podrán mantenerse: habremos dado argumentos a De Guindos, que podrá mantener que los impuestos de los españoles no serán suficientes para sostener el sistema de prestaciones públicas. 
Si no abrimos el frente laboral en todas partes, si no emulamos el continuo negro de la huelga de Telemadrid, o la huelga indefinida de los mineros asturianos o el paso por el arco del triunfo de los servicios mínimos abusivos de los trabajadores del metro madrileño, si no les hacemos perder en el presente más de lo que pretenden ganar en el futuro con nuestra precarización, la lucha de las mareas por los servicio públicos no triunfará. 
Su esfuerzo habrá sido en vano y nosotros seremos cómplices pasivos de su derrota.
Daremos la razón al ínclito Montoro que, por cierto, se queja de que los actores no pagan impuestos pero no dice ni una palabra cuando Apple, después de haber vendido en España millones de IPhone, IPad e IPod y todos los "I" que se nos vengan a la mente, declara pérdidas en nuestro país para no pagar impuestos y factura todas sus ventas desde la sucursal irlandesa de la marca. 
Pero a lo que vamos. Con cotizaciones ínfimas debido a sueldos miserables, con recaudaciones paupérrimas originadas en rentas de subsistencia, no habrá salvación para los servicios públicos. 
Así que los que luchan por la Sanidad Pública, por la Educación Pública y por todo lo público nos necesitan. Pero no nos necesitan solamente apoyándolos en sus trincheras.
Nos necesitan, les somos imprescindibles, luchando en la nuestra, arriesgándonos en la nuestra, jugándonosla en la nuestra. Ellos ya están haciendo lo que deben. Quizás no podamos decir lo mismo de nosotros. 
Y cómo hemos de hacerlo es tan obvio que no merece la pena siquiera comentarlo. El Occidente Atlántico tiene demasiada historia acumulada al respecto como para fingir que ignoramos el camino que tenemos que seguir. 
Nosotros mismos.

sábado, febrero 16, 2013

Un nuevo canal en Internet arranca el cuchillo que el Gobierno clavó en la espalda de Telemadrid

Parece mentira que con tanto llevarse a la boca aquellos de las oscuras conspiraciones contra su honorabilidad -siempre de otros, nunca de los suyos, claro- y de inquietantes conjuras secreta y solamente visibles por ellos que tienen a Bárcenas, sus papeles, a los sobrecogedores y a los financiadores de Génova, 13 en el disparadero, con esto de Telemadrid los chicos del Partido Popular hayan obviado los principios fundamentales del innoble arte de la conspiración.
Porque ahora, así como quien no quiere la cosa o más bien como quien en la cosa nada tiene que perder porque ya se lo han hecho perder todo, aquellos que han sido víctima de esa maquinación conspirativa al más puro estilo versallesco del Gobierno de la Comunidad de Madrid para asesinar Telemadrid van y deciden no darse por muertos, deciden no dejar de hacer aquello para lo que se prepararon, para lo que adquirieron experiencia y para lo que, en su origen, fueron contratados.
Resumiendo, informar y comunicar. Abren un canal de televisión on line y con ese simple hecho demuestran que por no saber, el PP madrileño ni siquiera sabe conspirar.
Porque no tuvieron en cuenta que para que exista una conspiración dos o más tienen que ponerse de acuerdo para real izarla. Ellos creyeron estar de acuerdo con los jueces y resulta que parece que no, ellos creyeron tener de su parte a las audiencias y eso ya está demostrado que tampoco y ellos creyeron que tenían de su parte a sus votantes, a aquellos que solamente querían escuchar las lindezas de su partido político, de aquellos a los que habían apoyado con sus sufragios y ahora resulta que las encuestas de intención de voto les dicen lo contrario.
Y sobre todo creían que iban a contar con la resignación de aquellos que perdían de sus puestos, con la aquiescencia de aquellos a los que se presentaba la situación como trágica y no deseada y eso no ha ocurrido.
De modo que, si no hay dos para llevarla adelante, por definición, una conspiración no puede salir bien.
Pero lo más importante es que pasaron por alto el hecho de que para que una conspiración funcione tiene que sea secreta, se tienen que ver los resultados, pero no lo orígenes, se tienen que percibir los efectos pero desconocer las identidades de los perpetradores.
pero su ERE masivo, su despido de 860 profesionales ha hecho que todo el mundo conozca la identidad de aquellos que quieren transformar un medio de comunicación público en una herramienta de propaganda sectaria e ideológica. 
Puede que eso funcionara -y lo estaba haciendo- mientras nadie sabía que se hacía a puerta cerrada, mientras los pasillos del ente autonómico estaban poblados de gente a la que no se dejaba informar, a la que no se permitía trabajar en libertad, a la que se le hacía elegir entre la supervivencia y la dignidad.
Pero el ERE ha abierto las puertas y ya no puede seguir funcionando. Porque ahora todo el mundo que mire el canal, todo el mundo que se encuentre con él en el occidental ejercicio del zapping compulsivo se dará cuenta de lo que pasa.
Solamente tendrá que ver lo que los profesionales que trabajaban en ese medio hacen en Internet para darse cuenta de lo que no les dejan hacer a los que se han quedado dentro de las puertas del esqueleto de lo que fuera Telemadrid.
Y claro, con la comparación, la manipulación no puede funcionar.
Pero lo que demuestra el nuevo canal on line que ponen en marcha los trabajadores acuchillados por la espalda por el Gobierno de la Comunidad de Madrid y aquellos que hacen de la adulación su herramienta principal de supervivencia es que fallaron en la base última de todo proceso conspirativo, en el axioma principal que desde los tiempos de Bruto y Casio rige este tipo de formas de moverse en las sombras. 
Parece mentira que ellos, tan aficionados a programar películas de época y de Imperio Romano pasarán alegremente por alto que para que una conspiración funcione la víctima tiene que morir. No basta con herirla, no basta con apartarla, no basta con desarmarla. Tiene que morir.
Y aunque ellos creyeron que lo habían conseguido, que su control político aseguraba la muerte del canal para poder sembrar en su cadáver la semilla de su aparato propagandístico, cometieron un error. Se equivocaron de espalda, dejaron a la víctima con vida.
Porque Telemadrid nunca fue ni será sus edificios, sus dirigentes, sus ejecutivos, sus equipos, sus vehículos, sus unidades móviles, sus controles o sus enlaces.
achicados los ojos del gobierno madrileño por la ceguera que les impide ver a las personas detrás de los números, a los seres humanos detrás de las organizaciones y a los votantes detrás de los sufragios, no se dio cuenta de que, hiciera lo que hiciera, dejaría con vida a los únicos que siempre fueron Telemadrid: aquellos que la hacían.
Ignoraron que cualquier organización humana es su esencia, no su cuerpo. Y esa esencia son siempre las personas.
Y ahora, por más fango que les echen encima los opinadores a sueldo, por más que intenten acallarles o que buscan subir el ruido de su propaganda para acallar el volumen de la información del nuevo canal, todo el mundo sabrá que intentaron  acabar con Telemadrid para hacer otra cosa.
Todos conocerán cual eran los motivos y cuál era el objetivo.
No hay nada como dejar con vida a una víctima para que una conspiración fracase. Es como dejar que el bueno de Julio se sacara el puñal de la espalada en las puertas del senado de Roma.
Y si no que se lo digan a Génova con Bárcenas y con Telemadrid.

miércoles, febrero 06, 2013

El Día del Juicio para los sepultureros de Telemadrid

Parece que ni los hipopótamos, ni los expertos politizados, ni los manipuladores, ni los propagandistas disfrazados de periodistas, ni los bustos parlantes que aceptan difundir consignas disfrazadas de noticias, son herramientas suficientes para alterar la realidad, para modificarla o para ocultarla los ojos de aquellos que deben observarla y que tienen que contribuir a crearla.
Quizás sea por eso por lo que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha fijado para el 1 y el 4 de marzo el juicio sobre el ERE masivo de Telemadrid que arrojó a 860 trabajadores de su intento de hacer una canal público y culminó la política del Gobierno madrileño de utilizar la cadena como un club propagandístico de alto coste.
Preparémonos para una programación autonómica en la que conoceremos desde los estilos migratorios de la torcaz sahariana hasta los ritos amatorios del cangrejo de río en alta montaña. Porque durante esos días seguro que no vemos ni escuchamos una sola palabra sobre el asunto en la pantalla de Telemadrid y si lo hacemos será para fantasear, criticar o resaltar lo que a sus dueños y señores político les convenga.
¡Con tantas cosas de las que no hablar, se van a gastar todo lo que ahorran en personal en documentales de National Geographic!
Pero ni todas las manadas en estampida de ñus del Serengeti conseguirán que el juicio por el ERE deje de celebrarse, deje de producirse. Ni todas las cortinas de humo impedirán que los jueces vean como se ha incluido en esos ERES a miembros del Comité de Empresa en situaciones idénticas en lo laboral a otros que no han sido incluidos simplemente porque ellos no protestaban.
Ni toda la magia de la contra programación evitará que los magistrados puedan fijarse en los criterios utilizados para el mantenimiento del personal adepto mientras se prescindía de profesionales mucho más capacitados, antiguos e importantes que ya habían sido condenados a los pasillos por negarse a cambiar su carné de prensa por otro mucho más seguro y propagandístico que se emite en Génova, 13 y se renueva diariamente en los pasillos, los despachos o las alcobas del poder.
Que un juicio por el ERE resultaba inevitable era algo que todos sabíamos. Aunque Sinova y sus opinadores hablaran de agresiones contra la libertad por la huelga, aunque la ínclita Aguirre, principal enterradora en el sepelio de Telemadrid, se secara las lágrimas de pena de cocodrilo por Telemadrid, todos sabíamos que este juicio tenía que llegar.
Porque los tribunales son los encargados de juzgar sobre las agresiones, no Justino Sinova, y el ERE es una agresión laboral en toda regla; porque son los jueces los que tienen que dictaminar sobre las agresiones y no los bustos parlantes de los informativos propagandísticos; y arrojar de sus empleos a 860 personas para abrir una vía de entrada de dinero público en las arcas de amigos y familiares, para asegurar una ventana abierta a las ondas y a los impulsos digitales de las proclamas políticas de líderes mediocres que buscan una reelección inmerecida, exuda agresión laboral, legal y social por todos los poros de su piel.
Aunque los opinadores a sueldo y los Telenoticias no lo digan, aunque se busque a toda prisa un mastodonte ártico que echarse a las pantallas para que nos tape la realidad de ese juicio.
Así que, le pese a quien le pese, el día ha sido marcado y elegido.
Y quieran los hados de la propaganda televisiva que la sentencia no sea contraria. Ya paralizados algunos ERES parecidos en  canales públicos autonómicos, quieran que los próceres madrileños no se vean enfrentados a unos costes en salarios de tramitación o en indemnizaciones que hagan completamente inadmisible su excusa del ahorro -aunque echando cuentas ya lo es-, que les obligue a gastar del erario público el doble o el triple del dinero que hubiera costado convertir Telemadrid en un canal rentable, eliminando el contenido propagandístico, tomando decisiones de auténtica gestión de un medio de comunicación y ahorrando en contenidos y retransmisiones que solamente alimentaban el ego de los políticos que manejaban el medio e incrementaban sus cosechas de votos.
Y no quieran los destinos judiciales madrileños que alguien obligue a incluir en ese ERE a los de la planta noble, a todos esos cargos amigos, familiares o simplemente aduladores, soguillas y adláteres serviles de políticos de turno que han quedado en la sede con sus salarios protegidos y escudados y sus puestos, mantenidos a despecho de la más pura lógica organizativa que fija la premisa de que no puede haber nunca más jefes que indios.
Porque si es así, si eso ocurre -y visto lo visto, como están los poderes judiciales y legislativos últimamente, puede ocurrir-, la fecha que se ha fijado para el juicio pasará a ser lo mismo pero, que escrito de otra forma, significará algo muy distinto para aquellos que han despreciado una profesión, una libertad, una responsabilidad pública y un derecho social solamente en aras de su mantenimiento en el poder y del engrandecimiento económico de las cuentas corrientes -helvéticas o hispanas- de sus colegas y familiares. Si eso termina siendo así, el día  1 de marzo no será la fecha del juicio.
Será el Día del Juicio para los destructores y sepultureros de Telemadrid.

Lo pensado y lo escrito

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