Mostrando entradas con la etiqueta plurinacionalidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta plurinacionalidad. Mostrar todas las entradas

sábado, octubre 28, 2017

No aprender a salir de la Caverna

Catalunya se ha declarado independiente y de nada servirá.
Y es eso y no ninguna otra cosa, ningún otro matiz, lo que hoy hace que las linea que escribo destilen un solo sentimiento:decepción.
Y no lo siento por los gobiernos, políticos y líderes de uno y otro lado, de gobiernos y oposiciones. Nada de ellos esperaba. No te pueden decepcionar quienes ya lo han hecho tanto que no generan la expectativa más pequeña.
No lo siento porque Catalunya sea o no independiente. Eso siempre dio igual. Al menos para mi, que me perdonen los unos y los otros.
Siento decepción por miles, por millones de personas que habitan junto en mí en la tierra en la que vivo y de la que no me siento ni quiero sentirme propietario.
Porque, una vez más, como otras tantas, siento que aún no hemos aprendido a ser demócratas. Que no sabemos pensar en contra nuestra.
Que preferimos refugiarnos en la ley cuando nos favorece que darnos cuenta que esa ley, aunque nos venga bien, puede ser injusta y restrictiva para otros; que millones de nosotros hemos anclado la razón a una sola palabra, escrita en un prefacio de un Corpus legal, que para otras cosas se ha cambiado a capricho, y la hemos arrojado al mar a que se hunda en lugar de pararnos a pensar si para otros era justo que esa palabra les impidiera decidir su futuro.
Decepción porque, pese a la historia, la educación y las frases dichas y repetidas con la boca pequeña de unos y de otros, seguimos aquejados del mismo mal de siempre que nos impregna todo y no nos deja liberarnos a nosotros por dentro ni dejar a los otros ser libres desde fuera.
El mismo mal que hace que un hombre mate a la mujer que le abandona porque ya no le quiere o a la mujer que es abandonada buscar destruir a aquel que ha dejado de amarla;  el mismo vicio aciago y repetido que nos hace exigir a nuestros hijos que sigan la senda que nuestra expectativa trazó para ellos sin su consentimiento, odiar al extranjero, despreciar lo que no conocemos, ignorar el dolor de aquellos que mueren y sufren lejos por culpa de cómo vivimos y elegimos vivir. La misma lacra dolorosa que nos llevó a la Inquisición, la purga afrancesada, las checas o los campos de reeducación en aciagos pasados.
No sabemos mantener el amor por la libertad si esta no es la nuestra o se opone a aquello que pensamos y sentimos, no sabemos amar y defender la democracia si actúa en contra nuestra. 
No sabemos amar, lo que sea y a quien sea, si no nos sentimos dueños y propietarios de ello por completo.
Decepción porque millones de nosotros desperdiciaron una oportunidad para la grandeza, la auténtica grandeza, que hubiera sido defender el derecho de otros a elegir aunque fuera algo que a nosotros nunca nos hubiera gustado que eligieran.
Porque seguimos poniendo ese vago concepto de ser grandes no en lo que hacemos, no en la actitud de respeto y apoyo a la libertad de los otros, sino en pasados rancios llenos de sangre, muerte, barbaríe y crueldad que hoy queremos mostrar como gloriosos.
Porque en lugar de ser gandes y decir "es arcaico, ilógico y hasta perjudicial para ti, pero es tu decisión, tomalá en libertad con mi apoyo y consejo", hemos preferido repetir como un mantra salvador una unidad tan falsa como inútil, el nombre de un país y tremolar dos colores en una configuración concreta de bandas horizontales. ¡Cómo si eso sirviera de explicación a algo, de sustitutivo de la libertad o de referente de la democracia!
Decepción sí. Y no hace falta que nadie me juegue al "ellos más", al "ellos empezaron" o a cualquier otro argumento. No pretendo convencer a nadie de que esto sea cierto o lo que deba sentir a este respecto, pero es eso y solo eso lo que siento.
Decepción porque siento que todo lo que se ha hecho y apoyado por esos miles o millones de españoles no se ha hecho ni apoyado en defensa de la Constitución, la democracia o la libertad, sino por el único motivo de que no se quería una Catalunya independiente, de que no se quería perder la votación, de que no se había madurado lo suficiente como estado moderno para poder respetar la democracia.
Decepción porque hoy, que Catalunya se declara independiente, no estoy más cerca de saber si los catalanes quieren ser independientes que cuando se declaraba parte de España.
Y eso solo ocurre porque quien tenía que hacerlo, quien tenía que garantizar la libertad de los catalanes a elegir democraticamente su destino, no lo ha hecho por miedo a que ese destino no fuera el que ellos querían. 
Y, sobre todo, porque muchos de los que teniamos la obligación de exigirselo prefierieron colocar una bandera en su balcón que luchar por el derecho de otros a decidir libremente su futuro.
Puede que eso sea legal, pero no debería serlo.
Puede que no sea inconsticuional, pero sí debería serlo.
Pese a todo, pese a todos, o quizás por todo y por culpa de todos,seguimos mirando a través de la realidad virtual que crean nuestros deseos y preferencias sin pensar en los demás. Seguimos como siempre. 
Hemos desperdiciado otra oportunidad para salir de la caverna.

miércoles, julio 12, 2017

Mayor Oreja y el sueño persistente del PP de ver los tanques en la calle

Lo bueno de tener irredimibles en tus filas es que no se bajan del burro. Ocurra lo ocurra, ellos siguen en sus trece y se convierten en un faro que siempre apunta al mismo sitio, a la esencia de aquello que ellos consideran lo esencial de la ideología. Lo malo es que te destrozan con una frase las más complejas y pensadas estrategias de manipulación social.
Dos semanas intentando vender esto del homenaje a Miguel Ángel Blanco como algo que refuerza la idea de juntos podemos conseguir cualquier cosa, enviando voceros a todas las tertulías para hablar de "puntos de inflexión social", de "decir basta al miedo" y de todo lo que se podía ocurrir para buscar una unidad social inexistente en torno a la figura de esta víctima de ETA y de pronto se le enciende la luz al irreductible, el obseso del control y la fuerza y te la echa por tierra con una sola frase.
"ETA sigue viva en Catalunya a través del procés soberanista de ruptura de España"
Y el gabinete de Comunicación del PP tirándose de los pelos en Génova 13, y los sueldos de todos los estrategas tirados a la basura. No porque no estén de acuerdo, no porque vaya en contra del mensaje que quieren difundir, sino porque toda una vagamente sutil y arteramente pergeñada estrategia de manipulación política y social ha sido puesta al descubierto.
Mayor Oreja, ¡cómo no! Allá donde se invoca la sombra de ETA siempre está Mayor Oreja.
Desde su retiro dorado o su celda acolchada en Bruselas -que nunca se tiene muy claro que papel cumplen en según que partido los destierros europeos- el adalid de la respuesta acorazada en las calles de Donosti a la Kale Borroka, desvela lo que algunos habían inferido, muchos sospechábamos y la inmensa mayoría probablemente no tenía ni idea.
Que todo esto de Miguel Angel Blanco y su homenaje es solo uno de los elementos de algo que nada tiene que ver ETA, ni con el terrorismo en Euskadi, ni con la memoria del asesinado Miguel Ángel Blanco.
Que todo va, como siempre en el último lustro de la política española, de la independencia de Catalunya.
Y ya no hay pancarta, ni memoria, ni ovación en el Congreso que pueda ocultar que el desmedido interés por la conmemoración de Miguel Ángel Blanco va también de eso.
Porque si el procés es ETA hay que reaccionar contra el Procés como contra ETA. Y si la forma de actuar contra ETA es la que se reivindica falsamente a través del homenaje a Miguel Ángel Blanco, eso supone que habrá que enviar a los cachorros a atacar las sedes de todo partido soberanista, independentista o nacionalista en Catalunya, que habrá que internar forzar que las fuerzas del orden, ya sean autonómicas o nacionales, les traten como criminales, que hay que intentar ilegalizar esa forma de pensamiento y decretar un delito ser independentista como se hizo con la infausta Ley de Partidos en Euskadi.
Vamos que hay que equiparar independentista con terrorista. Lo que siempre quiso y buscó el Partido Popular antes y después de Miguel Ángel Blanco.
Da igual que no haya violencia, es indiferente que el único conato terrorista del independentismo catalán, Terra Lliure, lleve décadas muerto y autoenterrado. El independentismo en sí mismo es ETA, es terrorismo.
Si a esto le sumamos a todo el carro de bueyes del sistema bipartidista, desde Aznar a Guerra, pasando por González, clamando por utilizar el artículo 155 de la Constitución para colocar Catalunya en un equivalente a un Estado de Excepción y a Dolores de Cospedal descolgándose también casualmente, como quien no quiere la cosa, con un ""por tierra, mar y aire, las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil se encuentran donde haya que proteger los valores de la democracia y de la Constitución, pero también la integridad y soberanía"de España", parece que no hay duda.
No sé si al final se atreverán pero resulta más que evidente lo que están pensando. 
A lo mejor el irreductible Mayor Oreja ve por fin cumplido su sueño de ver tanques y las tropas en la calle, aunque no sea de Donosti y sí de Barcelona. 
Como ya ocurriera el 23F, en la Semana Trágica o en otros grandes momentos de "defensa de la democracia".
Y a lo peor los verdaderos patriotas nos vemos forzados a ir a una guerra antes de lo que pensábamos y no contra ese enemigo enfundado en negro y falso islam sino contra aquellos que nos fuerzan, como diría el liberal, nada comunista y padre de la patria estadounidense, Edward Abbey, a defender nuestro país en contra del Gobierno.
Aunque sea para defender el derecho de nuestros compatriotas a querer dejar de serlo.
Y entonces Mayor Oreja por fin será feliz.

domingo, junio 18, 2017

Pedro Sánchez, plurinacionalidad o no empezar a caminar por el principio

No voy a ser yo quien critique el concepto de plurinacionalidad.
Pero, como casi todo en la vida menos el odio y el fanatismo, el uso del concepto requiere matices y mas matices, sobre todo si viene del Congreso del PSOE que parece que, por fin y a la segunda, ha decidido hacer lo que tiene que hacer un partido: caso a sus militantes.
Parece ser que la plurinacionalidad y el federalismo -este desempolvado del Congreso de Suresnes, por si alguien lo ha olvidado- son las dos zancadas de gigante que llevaran al PSOE a la izquierda. O al menos que empezaran a hacerlo.
El matiz comienza, como casi siempre últimamente por una pregunta: ¿por qué la defensa de ese concepto llevará al PSOE en un vuelo fugaz y renovador, cual ave fénix renacida, de pronto hacia la izquierda?
Y es que resulta que defender la plurinacionalidad y el federalismo no es un concepto de izquierdas. Puede que a los conservadores patrios les parezca que sí, puede que para ellos el unitarismo sea un rasgo diferencial del liberalismo o del capitalismo o de la democracia cristiana o de como se quieran definir, pero va a resultar que no.
Ángela Merkel cree en el federalismo, no lo ha cuestionado ni una sola vez y es presidenta del país más federal de Europa, y la señora Merkel no es de izquierdas. Los republicanos estadounidenses creen en el federalismo, son incluso defensores acérrimos de los poderes de los gobernadores dentro de sus estados y muy de izquierdas no son; los tories británicos no ponen en tela de juicio la condición plurinacional de Gran Bretaña, la unión de coronas que no de reinos, y lo llevan con cierta flema y elegancia -salvo en el Ulster, todo hay que decirlo- desde hace varias centurias. Y tampoco es que ideológicamente se hayan alimentado a los pechos de Saint Simon o Lenin.
Y si lo vemos al revés, pues tres cuartas de lo mismo: Ninguno de los gigantes que pervirtieron el comunismo y la izquierda ha sido defensor de la plurinacionalidad. China ejerce el comunismo autocrático en los cuatro puntos cardinales de su inmenso territorio -salvo en Hong Kong, vale- y erradicó y sigue erradicando todo movimiento que pretenda el reconocimiento de antiguas nacionalidades históricas dentro de su territorio. Por no hablar de la antigua URSS, que mucho de nombre era una unión de repúblicas, pero cercenaba los impulsos nacionales por la tremenda en toda su esfera de influencia, desde los Balcanes hasta el Báltico.
En fin, que está muy bien lo de defender la plurinacionalidad, pero eso realmente no te hace ni mas de izquierdas, ni más de derechas, ni más de centro. Aunque en nuestro país pueda parecer lo contrario.
Así que el matiz y la reflexión sobre este asunto me lleva a la conclusión de que Pedro Sánchez corre el riesgo de hacer, una vez más, lo que hacen todos los políticos en este país desde hace casi una década. Esconderse tras el debate nacionalista para no enfrentarse al debate social en el que realmente sí tienen que poner su ideología encima de la mesa.
Porque quizás el camino hacia la izquierda no pase por hablar de plurinacionalidad en primer lugar. Quizás tendría que pasar por anunciar que si gobierna evitará la especulación bursátil prohibiendo en la bolsa española las operaciones en corto -que con lo del Banco Popular se lo han puesto como a Felipe II, por cierto- o directamente anunciando que en el mercado de valores no se permitirá comerciar con Opciones y Futuros, o que no se dará condición de operador a los Fondos Buitre.
Quizás el camino a la izquierda pasaría, antes de abordar tan intrincado concepto de organización del Estado, por anunciar que en su gobierno las empresas tributarán lo mismo -no más, simplemente lo mismo- que las personas físicas o que se establecerán medidas para evitar la ingeniería fiscal a través de empresas interpuestas radicadas en paraísos fiscales.
Es posible que para empezar a andar en dirección hacia la izquierda habría que hablar del salario mínimo, de penalizaciones por no realizar reinversión productiva de los beneficios empresariales, de la redistribución de los mismos, de tomar medidas para restringir o incluso eliminar el sistema de deuda apalancada de nuestra economía o del aumento impositivo a la rentas del capital provenientes exclusivamente de la especulación bursátil.
Cabe la posibilidad de que para iniciar un verdadero camino de vuelta hacia la izquierda hubiera que pasar, antes que por el voto catalán o vasco, por hablar de abolir la legislación de aforamiento, de renunciar a la enmienda nocturna y alevosa de nuestra Constitución sobre el techo de gasto, de revisar la legislación bancaria para impedir desmanes como los pretéritos o de plantear la modificación del código penal para castigar con fortaleza la corrupción política.
O a lo mejor habría que empezar por caminar en la linea de plantear si gobierna un sistema en el que los órganos judiciales no están controlados, designados y nombrados -aunque sí vigilados- por el poder político, en el que las Fiscalías sean realmente independientes, en el que la composición de los altos tribunales no dependan de la correlación de fuerzas políticas.
Y luego ya hablaremos de cuantas naciones somos y si queremos vivir federadas, unidas, separadas o como sea.
Lo lamento del nuevo por el PSOE y por sus militantes y simpatizantes pero, si Pedro Sánchez y su nueva ejecutiva no empieza por cualquiera de esas cosas o por todas ellas su recientemente estrenado camino hacia la izquierda, me temo que no será más que otra operación de lavado de cara.
Una operación que utilizará una discusión que se ha polarizado artificialmente por unos y por otros para ocultar lo verdaderamente relevante en la sociedad española, que es la situación cada vez más precaria y miserable de sus ciudadanos, y en la ideología de la izquierda democrática, que no es otra cosa que no dejar que el dinero y el poder se impongan sobre la libertad de los ciudadanos.
Veamos y observemos, que tampoco se va a cambiar el paso en unas cuantas horas de congreso. A ver que pasa.
Por eso no voy a ser yo el que critique el concepto de plurinacionalidad.

Lo pensado y lo escrito

Real Time Analytics