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martes, agosto 02, 2016

Hay silencios que matan como las armas

Según para qué cosas me encantan los silencios.
Hay silencios intensos de esos que mantendrías todo el tiempo del mundo y silencios tranquilos de esos que persisten en la memoria más allá de los ruidos que acaban por matarlos.
Y luego hay otros silencios.
Silencios sorprendentes como el de aquellos que pese a estar siempre con Venezuela en la boca y la pluma, pese a hablar y escribir hasta la extenuación de un informe escrito para el gobierno bolivariano y criticarlo hasta la extenuación, ahora callan cuando nuestro Gobierno aprueba ventas de patrulleras y cañones por valor 10 millones de euros a ese régimen como callaron el año pasado cuando hizo lo mismo con armas y material antidisturbios por valor de otros 15 millones.
¿No contribuye ese material y esas armas más al sostenimiento del régimen de Maduro de lo que lo hiciera un informe de estrategia política al de Chávez en su momento?
Los autores de ese sorprendente silencio no contestan, solo callan.
Como callan aquellos que, después de hablar y perorar hasta que se les inflamaron las cuerdas vocales porque unos políticos salían hablando en una cadena financiada con dinero iraní o porque hacían visitas a la cuba castrista, ahora no dicen una palabra sobre los 14 millones de euros autorizados en armamento para su venta en Irán o en los 208.000 en material de visión nocturna para la policía cubana.
¿No sirven más las armas para mantener controlada la disidencia anti islámica que un programa de televisión en España?, ¿no apoya más el islamismo vender armas a un país que financia y arma a Hezbollah en Líbano y a otros grupos y grupúsculos violentos en todo el mundo árabe que hacer un debate político ante las cámaras en España?, ¿no es más útil un equipo de visión nocturna para controlar a los balseros y reprimir la disidencia que una visita organizada por el malecón de La Habana?
Sigue sorprendiendo que no haya respuesta. Sigue sorprendiendo el silencio.
Hay silencios sospechosos. Como el de esos que, tras escribir, vomitar y escupir todo tipo de diatribas contra el Islam y contra la perfidia de esa religión y de los que la aplican a sangre y fuego, permanecen en un silencio trapense cuando este gobierno, nuestro gobierno, el gobierno al que ellos votan una y otra vez, autoriza la venta de material militar este año a Arabia Saudí por valor de 533 millones de euros, después de que el año pasado lo hiciera por 557 millones, incluyendo también material policial.
¿No contribuye ese material a una intervención militar en Yemen tan ilegal como la proclamación del Falso Califato, puesto que también ha sido rechazada por Naciones Unidas?
¿No sirve ese material policial para detener a personas que luego son lapidadas por adúlteras, flageladas por infieles, amputadas por ladrones o colgadas por el cuello hasta morir por ser homosexuales?
Pero no contestan, siguen sospechosamente callados.
Y el mapa de los silencios aumenta y se extiende como puede verse aquí

Hay silencios reiterados que se mantienen a despecho de la más elemental coherencia ideológica cuando se contemplan los 162 millones en ventas de armamento autorizados a Omán en 2015 o los 158 de este año, los 289 a Qatar, los 12 a Emiratos Árabes Unidos o el millón a Kuwait y Bahrein, países todos ellos en los que, al menos parcialmente, rige la Sharia y en los que se obliga a las mujeres a ir veladas, se persigue o dificulta otros cultos que no sean el islam y todas esas barbaries contra las que sí se grita cuando son practicadas por los locos furiosos del poder y la sangre escudados en su falsa interpretación de la religión.
¿No son esos regímenes tan totalitarios, medievales y bárbaros como el ISIS?, ¿No hay que clamar y señalar a quienes les ayudan?
Los que deberían responder continúan en su silencio persistente y mantenido.
Hay silencios preocupantes. Como el de aquellos que van a pasearse y hacer discursos por calles y avenidas extranjeras, denunciando la falta de democracia y afirmando que las dictaduras no tienen cabida en un mundo democrático, y ahora callan cuando el gobierno español con el que ellos o aquellos a los que entregan su sufragio quieren gobernar, autoriza ventas de armas por valor 106 millones a Egipto o de 170 a Turquía, regímenes que o son dictatoriales o son falsas democracias en las que la represión civil es un hecho consumado, denunciado y constatado por organismos internacionales públicos y privados.
¿No debería negarse el apoyo militar a esos regímenes por el hecho de no ser democráticos como se pide con otros?
El silencio seguirá siendo la respuesta.
Y lo mismo con los 12 millones autorizados en armas para Rusia, con Chechenia, Osetia y Crimea incluidas; los 18 millones a China, con el Tibet y su secular represión incluidas, los 4 a Tailandia con la oposición entrando y saliendo de la cárcel un día sí y otro también, los 85 a Irak, con una guerra civil entre las distintas facciones religiosas y los continuos y misteriosos ataques y robos de los arsenales militares...
Si se es civilizado, demócrata, garantista, respetuoso de los derechos humanos y defensor de los principios occidentales ¿no se debe estar en contra de todos aquellos que van en contra de ellos?, ¿no se debe gritar y escribir contra aquellos que autorizan que se venda armamento un año tras otro a los que se pasan esos principios por el arco del triunfo?
Claro que también, por incoherente desgracia, hay silencios culpables.

martes, diciembre 22, 2015

Y seguimos haciéndolo mal y preguntándonos en qué

Tiene su lógica que este nuevo escenario político nuestro nos tenga absortos y preocupados. Hace centurias que no tenemos un gobierno como está mandado, pero no tener gobierno es algo nuevo para nosotros.
Pero no podemos dejar que, como siempre pasa, lo nuestro nos oculte lo de todos. El mundo sigue dirimiendo su futuro más allá de nuestras elecciones, de nuestros partidos y de nuestras fronteras. En eso que se ha dado en llamar Oriente Próximo, con eso que se ha bautizado como La Guerra contra el yihadismo y que en realidad es la última batalla de la Tercera Guerra Mundial que comenzó justo cuando acabó la segunda.
Desde que ver estallar y morir París abrió a muchos los ojos llevo enfrentándome a la misma pregunta por parte de algunos ¿en qué nos estamos equivocando?, ¿que tenemos que hacer de modo diferente para desactivar esta guerra más allá de la respuesta militar?
Y ahora la respuesta mil veces repetida y rara vez escuchada nos llega escondida por nuestras elecciones, por nuestras portadas electorales.
Arabia Saudí intenta levantar una alianza árabe y musulmana realmente artificial contra el yihadismo y fracasa ¿Por qué?
Porque intentamos forzarla y controlarla nosotros. Porque utilizamos para proponerla a uno de los peores tiranos de la zona que impone la Sharia con la misma crueldad que el más fanático de los verdugos de Isis. Porque Indonesia, Líbano y otro puñado de países se niegan a aceptar como líder a alguien que conocen como títere nuestro.
En definitiva porque queremos seguir controlando el cotarro y buscamos hacer nuestra guerra con las bajas de otros, con la sangre de otros liderados por alguien que no cree en lo que dice defender y que solamente está en esta historia porque quiere mantener el dominio de una sola familia sobre los recursos que pertenecen a su pueblo y eso nos beneficia.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
De repente aparece gas entre Turquía e Israel y nos lanzamos a intentar que consigan un acuerdo diplomático y lo logramos. Parece una victoria pero no lo es. Porque si tan fácil nos resulta los pueblos de uno y otro país no entienden porque no se forzó, no se intervino, tras el ataque a la flotilla de Gaza, porque nos importaron tampoco los muertos y heridos si no eran de los nuestros; los turcos no entienden porque se les ha dejado solos en su lucha contra Isis y contra los kurdos a los que nosotros hemos armado, los israelíes no entienden porque se les ha dejado todos estos años vivir con miedo.
Bueno sí lo entienden. Entienden que pese a nuestras grandilocuentes declaraciones sobre la paz, la libertad y los derechos solamente intervenimos cuando nos conviene, cuando como sabemos que ni Israel ni Turquía tienen compañías capaces de explotar esos recursos las concesiones las van a caer a las nuestras y podremos seguir beneficiándonos de algo que no nos corresponde en lugar de pagarlo a un precio justo.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
Y para terminar la faena llevamos a dos de nuestros principales títeres a "rescatar" a un tercero. Arabia Saudí y el Banco Mundial darán a Al Sisi, el dictador militar egipcio, 15.000 millones para que salve su economía. En lugar de intentar negociar con esos 15.000 millones para que los Hermanos Musulmanes, aquellos a los que habían elegido los egipcios en las urnas, renunciaran parcialmente a los aspectos más atrasados de su islamismo democrático como se hizo sabiamente con Erdogán en Turquía con ciertos resultados, nosotros ahogamos económicamente ese gobierno democrático y ahora rescatamos a un dictador que de nuevo va en contra de los principios que decimos defender en Occidente, censura la prensa, mantiene prohibiciones religiosas, fuerza la represión política, impide la disensión y ejecuta sumariamente en juicios sin garantías a aquellos que las urnas habían hecho gobernantes. Solo porque el nos garantiza el control geopolítico de esa zona a costa de la libertad de su pueblo y de los intereses de su país. Solo porque con eso controlamos el Canal de Suez y sus incipientes fuentes energéticas.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
Y todos los que salen perjudicados de esas decisiones, todos los que ven que su vida sigue en la miseria, que la riqueza de sus países sigue en nuestras manos y en las de unos pocos que trabajan para nosotros son los que terminarán girándose a Isis y viendo en ellos una posible solución. Ya ha ocurrido, ya está ocurriendo y seguirá ocurriendo.
Y si no lo vemos es simplemente porque no queremos verlo. Seguimos alimentando el yihadismo, seguimos siendo cómplices de nuestra propia destrucción.

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