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viernes, julio 28, 2017

Cuando los problemas del gobierno israelí parten de no cumplir la ley.

Hoy seré breve, que la conexión no acompaña.
Preámbulo del artículo 242 de la Segunda Carta Fundacional de las Naciones Unidas (documento generador de derecho Internacional): "Es inadmisible la adquisición de territorios a través de la guerra”.
Cisjordania y Gaza fueron conquistadas militarmente en la guerra de 1967. Israel no tiene derecho a ellos. Y lo mismo se aplica a Jerusalén Este, adquirida de idéntica forma en idéntica guerra.
Artículo 49 de la 4ª Convención de Ginebra (también generador de derecho Internacional): “Es inadmisible para una potencia invasora transferir a su población a territorio ocupado”.
Los asentamientos israelíes en territorio palestino son ilegales y los 460.000 colonos israelíes no tiene derecho a estar allí.
Esto refleja el Derecho Internacional y esto sentenció la Corte Mundial por una mayoría casi unánime de 14 a 1.
Nada de disputas, nada de complejidades, nada de controversias, nada de matizaciones.
Israel no acepta ni la 4ª Convención de Ginebra, ni la resolución de la Corte Mundial ni la Segunda Carta Fundacional de las Naciones Unidas. Así que el régimen ilegal, según el Derecho Internacional, es el gobierno de Israel, no el Estado Palestino. Cualquiera que piense en hablar de Israel como un estado “democrático y moderno” que tenga esto muy claro.
Y sí el Gobierno israelí quiere que se hable de seguridad y de ataques terroristas que primero se convierta en un régimen legal según el derecho internacional.
Que uno tiende a simplificar las cosas cuando ve a su alrededor a miles de personas viviendo y sufriendo esas falsas “complejidades” de la ocupación israelí de Palestina.
Que primero cumplan la ley y luego pidan protección. Y no creo que entonces ya la necesiten.

sábado, julio 08, 2017

Cuando la tumba de los Patriarcas convierte la Yihad en Milkhemet Mitzvah

Mientras el mundo está pendiente de las decisiones -o no decisiones- de los grandes en la reunión del G20 y en España muchos lo están más de un puñado de toros y cabestros corriendo por las calles de Pamplona, hay decisiones más pequeñas que explican muchas cosas.
Y una de ellas es la decisión del Comité de Patrimonio de la UNESCO de incluir La ciudad vieja de Hebrón y la mezquita de Ibrahimi -la Cueva de los Patriarcas para los judíos en la Lista de Patrimonio en Peligro. 
Eso no le resulta a nadie sorprendente ni desata su furia. Entre los bombardeos selectivos que no lo son de Israel en palestina y los atentados arbitrios de Hamas y todos los grupos yihadistas que pululan por la zona, seguramente serán algunos de los entornos monumentales más en peligro de la humanidad.
Pero lo que si ha desatado la ira furibunda del gobierno israelí es que se incluya dentro de Palestina.
No es por una cuestión territorial o de fronteras. Ambos lugares están en los territorios palestinos. No es por una cuestión política. Esos territorios están bajo la Autoridad Palestina. Es por otra cosa.
"Esta vez decidieron que la Tumba de los Patriarcas en Hebrón es un sitio palestino, lo que quiere decir no judío, y que es un sitio en peligro". "¿Que no es un sitio judío? ¿Quién está enterrado ahí? Abraham, Isaac y Jacob. Sarah, Rebecca y Léa. Nuestros padres y madres (bíblicos)", ha afirmado Bejamin Netanyahu, el agresivo hasta la extenuación internacional Primer Ministro de Israel.
Es esta afirmación la que explica muchas cosas. Es esta amarga queja la que deja al gobierno israelí expuesto. Lo que demuestra que su concepción de Estado, de nación y de política no difiere en nada de la de los yihadistas que luchan contra ellos con idéntico fanatismo religioso.
Porque que un monumento esté en la tradición religiosa de un culto en concreto no implica que tenga que considerarse parte geográfica o responsabilidad política de un país en concreto.
Es tan absurdo como decir que la Catedral de Bogotá o La Habana tendrían que incluirse dentro del Patrimonio de La Humanidad dentro de la lista española porque fueron los españoles los que acudieron a esas tierras, "cristianizaron a los indígenas" y está más cerca de su tradición que del ateísmo oficial actualmente en el Estado Cubano.
Ningún país de la tierra, ningún gobierno de la ONU defendería un principio tan rocambolesco. Ninguno salvo uno que fuera una teocracia.
Porque para el sionismo político que gobierna en Israel, la condición de judío lo es todo, la condición religiosa lo es todo. Porque ser judío es una religión, no una etnia, ni una entidad política, ni una definición ideológica. Es una religión.
Y, como sus más acérrimos enemigos -también religiosos, también arcaicos y fanáticos-, quiere imponer la idea que tienen derecho sobre todo aquello que tenga que ver con su religión y su dios. Exactamente igual que el falso califato quiere imponer la idea de que tienen derecho a gobernar a sangre, fuego y locura sobre cualquier musulmán por el hecho de serlo. Y de ahí que se proclamen califas.
Porque Abraham, Isaac y Jacob no son los creadores del Estado de Israel, son los fundadores de la religión judía -suponiendo que estén enterrados de verdad allí- y el gobierno israelí cree que simplemente por eso ya tiene derecho político sobre ese  territorio.
Teocracia pura y dura. Como lo es el hecho de que aunque seas ciudadano israelí no tienes derecho a comprar tierras si no eres judío, o que solamente se pueda contraer matrimonio por el rito judío, o que siendo judío puedas lograr -de hecho, tengas por nacimiento, derecho a la nacionalidad israelí-.
Teocracia que da la excusa perfecta. Porque si la Tumba de los Patriarcas de Hebrón es Israelí por ser judía, lo es toda la tierra en la que que se supone que ocurrieron los hechos mitológicos que relata su cosmogonía. Y así podrán ocupar casas, tierras y tiendas que ya serán judías y por tanto israelíes. Vamos, lo que están haciendo hasta ahora los más fanáticos de sus colonos, enloquecidos por la furia medieval religiosa y apoyados por su gobierno.
Teocracia, Teocracia, Teocracia.
Así que, por más que se disfrace de otra cosa, por más que intente vender modernidad, democracia, por más que intente disfrazar su guerra, que amenaza con volverse secular, de otra cosa, la realidad demuestra que solo es una cosa.
El enfrentamiento sangriento y fanático entre dos concepciones arcaicas y teocráticas del mundo y del gobierno. Irán, ISIS, Los Mártires de Al Aqsa y los halcones del sionismo teocrático que rige los destinos de Israel.
Puede que unos la llamen Yihad y otros Milkhemet Mitzvah, la guerra sagrada que todo judío debe combatir por orden de su dios -que también existe el concepto aunque no se publicite tanto-, puede que unos griten ¡Allah, Al-Qahhâr! y otros ¡Yahve Adonai Sebaot!. Pero los dos significan lo mismo. 
Y todos deberíamos saber lo que es. Lo mismo que significó hace siglos para otros que buscaban la sangre en nombre del poder y amparados en la creencia fanática en su dios: ¡Deus Vult!, ¡Dios lo quiere!. Lo mismo que fueron Las Cruzadas.

jueves, junio 01, 2017

Medio siglo cambiando y ocultando Seis Días

Hoy se cumplen 50 años de la Guerra de los 6 días y resulta curioso que El País publique un artículo de Opinión titulado ¿Por qué es importante la historia? sobre el asunto.
Y lo que es más curioso es que no acepte comentarios precisamente en este artículo, ¿por qué será?
El autor desglosa una serie de supuestas innegables verdades históricas
"Para empezar, en junio de 1967, no existía ni había existido jamás ningún Estado palestino. Su creación, propuesta por la ONU en 1947, topó con el rechazo del mundo árabe porque significaba el establecimiento simultáneo de un Estado judío".
Cierto. Pero quizás la historia es importante porque no conviene olvidar que la historia no empieza en junio de 1967. La historia es importante porque La Sociedad de Naciones realizó una partición de Palestina y, antes de que se secara la tinta de la firma que Israel había estampado aceptando esa partición, Tiberias fue ocupada el 19 de abril de 1948, los israelíes invadieron Haifa el 22 de abril, Jaffa el 28 de abril, los barrios árabes en la Ciudad Nueva de Jerusalén el 30 de abril, Beisan el 8 de mayo, Safad el 10 de mayo y Acre el 14 de mayo. Quizás habría que recordar eso para que se explique el porqué de la oposición de los países árabes a la partición.

"En segundo lugar, Cisjordania y Jerusalén Este estaban en poder de Jordania. Este país, en clara violación de los acuerdos, impedía a los judíos el acceso a sus lugares sagrados en la parte oriental de la ciudad y había profanado y destruido muchos de ellos. La Franja de Gaza estaba en manos de Egipto, que empleaba la fuerza militar para controlar a sus habitantes".

En todas las ciudades antes mencionadas se mantenía el dominio israelí por la fuerza armada de organizaciones paramilitares que luego se integraron en el ejército israelí y de todas ellas se deportó a todos los habitantes árabes para colocar a habitantes judíos. Es importante no olvidar la historia, es cierto
Y otro dato, Cuando se estableció es Estado de Israel el 54 por ciento de la población era árabe. Las deportaciones y las matanzas habían reducido esa población a un 35 por ciento (algo más de un tercio) cuando empezó la Guerra de los Seis Días. Va a ser que comenzamos a responder a la pregunta de ¿Por qué es importante la historia? 

"Al hablar del conflicto entre árabes e israelíes no podemos tratar el pasado como si fuera irrelevante"
También estoy de acuerdo. No es irrelevante el pasado a 1967. Como el hecho de que el Estado Israelí se construyera sobre la ideología de individuos como Joseph Weitz, que fue el director del Fondo Nacional Agrario Judío y que el 19 de diciembre de 1940, escribió: "Debe estar claro que no hay sitio para ambos pueblos en este país. A la empresa sionista le ha ido bien hasta ahora.. y le ha bastado con 'comprar tierras' pero esto no creará el Estado de Israel; eso debe ocurrir de inmediato, como una Salvación y no hay otra forma de hacerlo que trasladar a los árabes de aquí a los países vecinos, trasladarlos a todos; con la excepción tal vez de Belén, Nazaret y Jerusalén Antiguo, no debemos dejar una sola aldea, ni una sola tribu". ¿Por qué la historia no es importante hasta llegar a lo que se dijo, se hizo y se pensó desde 1940 y solo lo es para retrotraerse a 1967?

"Tercero: los países árabes podrían haber creado un Estado palestino en Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza en cualquier momento. Pero no lo hicieron, porque despreciaban a los palestinos".
E Israel podría no haber expulsado a árabes y palestinos de las ciudades que no les habían asignado y entonces no se hubieran agolpado en la franja de Gaza. Pero claro, los condicionales -que por otra parte no conforman la historia- solo se aplican a los países árabes.

"Cuarto: Las fronteras de 1967, cuando estalló la guerra, no eran unas fronteras oficiales, sino nada más que una línea de armisticio fijada en 1949, la llamada Línea Verde, delineada después de que cinco ejércitos árabes atacaran Israel en 1948 para destruir el Estado judío recién nacido y no lograran su propósito. Los países árabes, incluso derrotados, siguieron negándose a reconocer el derecho de Israel a existir".
E Israel siguió negándose a devolver las ciudades y territorios conquistados ilegalmente. Por no decir que además, si no eran unas fronteras oficiales, ¿por qué se supone que existía el estado de Israel?, ¿Puede existir un Estado sin fronteras oficiales?. Y por supuesto de nuevo empezamos la historia cuando nos conviene, en junio de 1948, no en abril. No vaya a ser que alguien se acuerde de lo que hizo el Irgún, entre otros, en abril de 1848 en todas las ciudades asignadas a los árabes. 

"Quinto: la Organización para la Liberación de Palestina, que participó en la guerra, nació tres años antes, en 1964, con el objetivo de destruir Israel. En 1964, recordemos, no había más “asentamientos” que el propio Israel".
“No le echemos la culpa a los asesinos hoy”, dijo en 1965 Moseh Dayan, nada sospechoso de antisemita ni antisionista, en un discurso, refiriéndose a los palestinos que habían perpetrado un ataque a un kibbutz. “¿Por qué deplorar su odio rabioso contra nosotros? Durante ocho años han estado esperando en campos de refugiados en Gaza, y frente a sus propios ojos han visto como sus tierras y aldeas, aquellas que ellos y sus padres habitaron, se transformaron en nuestro estado”. 
Así que de nuevo la historia se hace importante para recordar que sí, si había asentamientos. En realidad toda Israel era un inmenso asentamiento ilegal, o al menos la parte tomada ilegalmente por la fuerza entre 1945 y abril de 1948.

"Sexto: durante las semanas previas a la Guerra de los Seis Días, los dirigentes egipcios y sirios declararon repetidamente que se avecinaba un enfrentamiento armado y que su propósito era borrar a Israel del mapa. Sin ambigüedades".
"Debemos estar preparados para pasar a la ofensiva. Nuestro objetivo es hacer añicos Líbano, Tansjordania y Siria. El punto débil es Líbano, pues el régimen Musulmán es artificial y fácil para nosotros de minar. Estableceremos un gobierno Cristiano allí, y después machacaremos a la Liga Árabe eliminando Transjordania; Siria caerá ante nosotros. Luego bombardearemos y tomaremos Port Said, Alejandría y el Sinaí."
David Ben-Gurion, Mayo de 1948. Eso tampoco es muy ambiguo, también es historia y se llevaba dos décadas repitiendo sin descanso por el Gobierno israelí.


"Hoy hay muchos que quieren reescribir la historia. Quieren hacer creer al mundo que existió un Estado palestino. No es verdad. Quieren hacer creer al mundo que había unas fronteras oficiales entre ese Estado e Israel. No es verdad. Quieren hacer creer al mundo que la guerra de 1967 fue un acto beligerante provocado por Israel. No. Fue un acto en defensa propia ante las amenazas de destruir el Estado judío, el bloqueo marítimo del Estrecho de Tirán, la brusca retirada de las fuerzas de paz de la ONU y el despliegue de las tropas egipcias y sirias. Todas las guerras tienen consecuencias. Pero aquellos agresores no han asumido nunca la responsabilidad de la que iniciaron".
Y se le podría dar la razón en todo lo que sigue si el autor no se empeñara en aislar la Guerra de los Seis Días de todo lo ocurrido antes de 1967 desde que el sionismo ideológico llevó el terrorismo y la sangre a las tierras palestinas .
Y a lo mejor un analista militar o un historiador lo haría pero David Harris, presidente del American Jewish Committee, no está dispuesto a hacerlo.
Y por lo que se ve El País tampoco, porque he buscado un artículo de opinión parecido desde el punto de vista árabe o palestino y, lamentablemente, no lo he encontrado.
¿Por qué la historia es importante?
Porque no se puede cambiar. Pero tampoco se puede ocultar. Es el mismo vicio.


martes, diciembre 22, 2015

Y seguimos haciéndolo mal y preguntándonos en qué

Tiene su lógica que este nuevo escenario político nuestro nos tenga absortos y preocupados. Hace centurias que no tenemos un gobierno como está mandado, pero no tener gobierno es algo nuevo para nosotros.
Pero no podemos dejar que, como siempre pasa, lo nuestro nos oculte lo de todos. El mundo sigue dirimiendo su futuro más allá de nuestras elecciones, de nuestros partidos y de nuestras fronteras. En eso que se ha dado en llamar Oriente Próximo, con eso que se ha bautizado como La Guerra contra el yihadismo y que en realidad es la última batalla de la Tercera Guerra Mundial que comenzó justo cuando acabó la segunda.
Desde que ver estallar y morir París abrió a muchos los ojos llevo enfrentándome a la misma pregunta por parte de algunos ¿en qué nos estamos equivocando?, ¿que tenemos que hacer de modo diferente para desactivar esta guerra más allá de la respuesta militar?
Y ahora la respuesta mil veces repetida y rara vez escuchada nos llega escondida por nuestras elecciones, por nuestras portadas electorales.
Arabia Saudí intenta levantar una alianza árabe y musulmana realmente artificial contra el yihadismo y fracasa ¿Por qué?
Porque intentamos forzarla y controlarla nosotros. Porque utilizamos para proponerla a uno de los peores tiranos de la zona que impone la Sharia con la misma crueldad que el más fanático de los verdugos de Isis. Porque Indonesia, Líbano y otro puñado de países se niegan a aceptar como líder a alguien que conocen como títere nuestro.
En definitiva porque queremos seguir controlando el cotarro y buscamos hacer nuestra guerra con las bajas de otros, con la sangre de otros liderados por alguien que no cree en lo que dice defender y que solamente está en esta historia porque quiere mantener el dominio de una sola familia sobre los recursos que pertenecen a su pueblo y eso nos beneficia.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
De repente aparece gas entre Turquía e Israel y nos lanzamos a intentar que consigan un acuerdo diplomático y lo logramos. Parece una victoria pero no lo es. Porque si tan fácil nos resulta los pueblos de uno y otro país no entienden porque no se forzó, no se intervino, tras el ataque a la flotilla de Gaza, porque nos importaron tampoco los muertos y heridos si no eran de los nuestros; los turcos no entienden porque se les ha dejado solos en su lucha contra Isis y contra los kurdos a los que nosotros hemos armado, los israelíes no entienden porque se les ha dejado todos estos años vivir con miedo.
Bueno sí lo entienden. Entienden que pese a nuestras grandilocuentes declaraciones sobre la paz, la libertad y los derechos solamente intervenimos cuando nos conviene, cuando como sabemos que ni Israel ni Turquía tienen compañías capaces de explotar esos recursos las concesiones las van a caer a las nuestras y podremos seguir beneficiándonos de algo que no nos corresponde en lugar de pagarlo a un precio justo.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
Y para terminar la faena llevamos a dos de nuestros principales títeres a "rescatar" a un tercero. Arabia Saudí y el Banco Mundial darán a Al Sisi, el dictador militar egipcio, 15.000 millones para que salve su economía. En lugar de intentar negociar con esos 15.000 millones para que los Hermanos Musulmanes, aquellos a los que habían elegido los egipcios en las urnas, renunciaran parcialmente a los aspectos más atrasados de su islamismo democrático como se hizo sabiamente con Erdogán en Turquía con ciertos resultados, nosotros ahogamos económicamente ese gobierno democrático y ahora rescatamos a un dictador que de nuevo va en contra de los principios que decimos defender en Occidente, censura la prensa, mantiene prohibiciones religiosas, fuerza la represión política, impide la disensión y ejecuta sumariamente en juicios sin garantías a aquellos que las urnas habían hecho gobernantes. Solo porque el nos garantiza el control geopolítico de esa zona a costa de la libertad de su pueblo y de los intereses de su país. Solo porque con eso controlamos el Canal de Suez y sus incipientes fuentes energéticas.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
Y todos los que salen perjudicados de esas decisiones, todos los que ven que su vida sigue en la miseria, que la riqueza de sus países sigue en nuestras manos y en las de unos pocos que trabajan para nosotros son los que terminarán girándose a Isis y viendo en ellos una posible solución. Ya ha ocurrido, ya está ocurriendo y seguirá ocurriendo.
Y si no lo vemos es simplemente porque no queremos verlo. Seguimos alimentando el yihadismo, seguimos siendo cómplices de nuestra propia destrucción.

viernes, agosto 21, 2015

El Supremo israeli o el sacrificio de no ser como ellos

El abogado Mohamed Alan, de 31 años, es militante de la Yihad Islámica en Nablús (Cisjordania). Todos sabemos que la Yihad Islámica es un grupo de terrorismo yihadista sangriento que hace atentados, todos sabemos que si militas en un grupo así es que eres como ellos, todos sabemos que lo más probable es que haya participado en la comisión, organización o proyección de algún atentado.
Todo eso es lo que sabemos. Y nada de eso es importante.
No es importante porque no lo hemos probado. No es importante porque Mohamed Alan estaba detenido administrativamente en un arresto que "podía prolongarse indefinidamente sin intervención judicial"o lo que es lo mismo nadie le había comunicado cargo alguno, nadie le había facilitado un abogado, nadie había fijado fecha para su juicio ni había aportado prueba alguna de todo eso que todos sabemos pero que se nos pasó por alto demostrar.
Así que Mohamed Alan saldrá libre tras su huelga de hambre porque el Tribunal Supremo de Israel, primer órgano judicial israelí que se pronuncia sobre su detención así lo ha decidido.
Y los hay que estarán de acuerdo con el ala más dura del gobierno y la sociedad israelí que piensa que eso es "una claudicación ante el terrorismo". Pero no porque nadie a sentenciado que Alan es un terrorista. O que la decisión del Supremo israelí "da un arma a los terroristas para extorsionar al Estado". Pero tampoco. Lo que ha dado un arma a los terroristas para extorsionar al Estado es el decreto que autorizó la prisión administrativa indefinida porque si se retiene a alguien sin juicio -más allá de un límite razonable, que se cuenta en horas no en años- se deja de ser un estado y se actúa como un grupo terrorista yihadista. Se deja de ser Israel y te trasformas en la Yihad islámica.
Y los hay que van más lejos y que dicen "la Yihad islámica no respeta los derechos humanos ni la ley así que sus militantes no tienen derecho a reclamarlos". Y se confundirán en ese falso silogismo porque si la Yihad Islámica es perseguida por atentar contra los derechos humanos, por definición, el Estado de Israel deberá ser perseguido por idéntico motivo y la única manera de escapar de ello es que no los incumpla.
Y los hay que mantienen que "es la única manera de vencer al terrorismo". Pero también se equivocan porque hacer mártires refuerza el terrorismo, sobre todo el yihadista, así que en realidad seguir así es la única manera de asegurarnos que ya hemos perdido.
E incluso los habrá que digan que todo esto es una defensa del terrorismo, el yihadismo o la violencia. Y por supuesto estarán radicalmente equivocados.
Porque lo único que se defiende es que no podrán la Yihad Islámica no podrá vencer. que por más que nos intimiden no nos harán actuar como ellos, por más que nos ataquen no nos harán pensar como ellos. Por más sangre que nos cueste no somos como ellos.
Tal como yo lo veo cualquiera que defienda por el motivo que sea la detención administrativa indefinida en Israel y critique la decisión del Tribunal Supremo de excarcelar a Mohamed Alan es amigo o por lo menos aliado inconsciente de la Yihad Islámica. Ya se ha rendido. Ya ha perdido la guerra contra el terrorismo.
Porque el comienzo del fin para el terrorismo, el yihadismo y toda locura fanática y sangrienta consiste en darse y lograr que el mundo se de cuenta de que, por más que lo intenten o que nos hagan sufrir, como diría el califa de otros tiempos, nosotros "nada tenemos que ver con esa gente".

martes, agosto 11, 2015

Jurad por Yahve y Allah que no son de los vuestros

Unos locos furiosos asaltan un colegio judío en Toulouse y Europa se lanza a la calle. Clama contra el antisemitismo, contra la intransigencia religiosa, contra el fanatismo.
Todos tienen razón, todos se alinean a favor de la libertad, la transigencia y la convivencia y contra el riesgo que para ella suponen los extremismos religiosos. Repito, todos tienen razón.
Unos fanáticos religiosos de la peor calaña se arman de cócteles molotov, los arrojan a una casa en la definición perfecta de un acto de terrorismo radical, queman a una familia, hacen arder hasta la muerte a un bebé. Y Europa sigue de vacaciones, las calles de París, de Bruselas, de Madrid o de Londres siguen vacías.
¿Donde están?, ¿donde se encuentran todos aquellos que se unieron contra la intolerancia religiosa, contra el fanatismo, contra el odio racial, contra el ataque a los niños, contra el terrorismo?
Están tostándose en las playas, bebiendo cócteles en los resorts de todo incluido, visitando exposiciones o llenando sus cuerpos de la pasión y el sexo que se niegan durante el resto del año.
Y sobre todo.
¿Donde están los cientos de asociaciones antidifamación, las docenas de observatorios contra el antisemitismo, los miles de judíos que se llevan a la boca la libertad religiosa, el pogromo nazi o la siempre oculta conspiración antisionista que puebla el mundo?, ¿donde están?, ¿donde se han escondido?, ¿donde pasan sus vacaciones mientras el cuerpo de un bebé arde entre llamas?
¿Queréis que os crea?, ¿queréis que os considere defensores de los derechos civiles, la libertad y la convivencia?
Solo os pido una cosa.
Quiero que salgáis a cientos, a miles, a la calle y gritéis vuestra rabia y vuestra indignación como cuando matan a uno los vuestros. Como salí yo cuando lo hicieron.
Quiero que cojáis vuestros textos sagrados, vuestras vestiduras rituales y vuestra fe e hinquéis la rodilla, encendáis cirios y recesís a vuestro dios para que pare, para que no vuelva a ocurrir, para que su justa ira se cierna sobre aquellos que lo han hecho, como cuando alguien ataca a vuestros vástagos.
Quiero escupáis a la cara a los culpables, que les neguéis el saludo y la paz de Adonai, que les digáis que el Dios de la Zarza no tiene sitio para ellos ni siquiera en el Gehenna de su infierno, que Yahve les expulsa de su pueblo elegido. Que no son judíos y han perdido el derecho que la sangre y la fe les concedieron a considerarse uno de los vuestros.
Y que pidáis perdón por los 107 palestinos muertos en "Días de Penitencia", los quince niños asesinados en el ataque naval de 2006, los 165 civiles exterminados en "Lluvias de Verano", los 22 adolescentes asesinados en "Columnas de Salomón", la cincuentena de vidas segadas con las "Nubes de Otoño", los 38 muertos y 157 heridos en los "Nueve días de limpieza" de 2007, el niño muerto en el intento de golpe de estado tras las elecciones que ganó Hamás.
Y luego, cuando ya estéis en modo penitencia, volved la mirada vuestro dios y aprovechad para que os cuente lo que opina sobre que aún no os hayáis untado el pelo de ceniza ni hayáis rasgado por el pecho vuestras sagradas vestiduras en contrición por el "Invierno Caliente" que quemó la vida de 120 palestinos, por el ataque al campo de refugiados de Jan Yunes, que terminó con 17 muertos. 
Ni por el bombardeo con carros de combate del campo de refugiados de Al Bureij que mató a cinco niños y un cámara de la agencia Reuters, ni por el «Plomo Fundido» que mató en tres semanas 1.300 civiles palestinos y dejó 5.000 heridos. Ni por el «Pilar Defensivo» y causó en ocho días al menos 170 muertos y 1.300 heridos, ni por el «Margen protector» que dejó un reguero de 557 muertos y 13.000 heridos.
Y de las "Uvas de la Ira" ya ni quiero ni tengo fuerzas para intentar acordarme.
Hacedlo. Llorad y rezad por ellos y exigir el castigo a los intransigentes que han originado sus muertes y entonces creeré que estamos y luchamos en el mismo bando de la guerra contra el terror y la violencia.
A los otros, locos furiosos de uno y otro dios, poco se puede decir que les convenza.
Seguid matando niños. Seguid masacrando el futuro para que, si lográis la victoria que la razón y la necesidad os negarán por siempre, gobernéis sobre la última generación de los humanos.
Quizás entonces comprendáis vuestra locura cuando vuestro dios os repudie por haber acabado con todas sus creaciones inocentes. O tal vez ni eso y le acuséis de hereje y le matéis a él.
Y en cuanto a los occidentales que claman contra el terrorismo yihadista, apoyan como proporcionada y necesaria la respuesta de Israel y permanecen callados ahora, disfrutando de sus merecidas vacaciones, tan sólo les diré una cosa.
De pronto la muerte de niños ya no importa, el fanatismo no es relevante, el terrorismo no es nuestro principal enemigo.
Alguien a quien quise, quiero y siempre querré, me ha dicho que mi visión del mundo es triste. Y no es del todo cierto. Es triste sí, pero solo la visión de nuestro mundo. 
Un mundo en el que solo combatimos el terrorismo del que somos víctimas potenciales, en el que nada nos afecta hasta que no llama a la puerta del patio trasero de casa. No es el mundo o mi visión lo que es triste. 
Somos nosotros lo que lo somos, por más que riamos, disfrutemos, follemos o nos divirtamos, somos tristes. Una civilización lastimosamente triste.
Disfrutad de vuestras vacaciones y seguid creyendo que el niño que ha muerto entre llamas en Gaza poco o nada tiene que ver con vosotros, vuestra bandera, vuestra patria o vuestra vida. La historia os contará otra cosa.

sábado, marzo 21, 2015

Israel: laboratorio del futuro que quieren vendernos

Benjamin Netanyahu ha vuelto a ganar las elecciones en Israel y, aunque parezca más de lo mismo, más de un conflicto inagotable y agotador que no tiene solución salvo una paz que ningún actor del drama parece anteponer a la victoria, es algo radicalmente distinto a lo de siempre.
Pequeña y engrandecida por la fuerza del dinero y las armas y rodeada por completo de enemigos fanatizados por la miseria y el medievalismo religioso, Israel es hoy lo que el Occidente Atlántico será dentro de un tiempo. No sé cuanto, pero dentro de un tiempo.
Netanyahu ha pasado con éxito por las mismas fases que intentan ahora a la desesperada nuestros políticos para mantenerse en el poder. Mas virulentas, más excesivas, si se quiere, pero las mismas.
Empezó con el orgullo nacional -algo equivalente a la Marca España- y le vino bien, continuó con hacerse simbionte de una guerra y un grupo terrorista, en su caso Hamas, para llamar a los israelíes a sus filas electorales, para anteponer el miedo a ningún otro elemento. 
Provocaba con declaraciones, forzaba acciones de castigo sin pruebas, aprobaba nuevos asentamientos ilegales, todo para forzar una reacción de los locos furiosos de Hamas y poder tremolar la sangre de sus propios muertos como reclamo electoral 
¿Nos acordamos de ETA y la política electoral del PP durante su existencia e incluso ahora? Menos sangrienta pero igual de efectiva y agresiva. Solo había un problema, el terrorismo, solo había una solución, el partido que lo exhibía en su campaña.
Surtió efecto. Le eligieron
Luego llegó la crisis, llegó la falta de recursos en un país que emplea un elevadísimo porcentaje de su PIB en acciones bélicas de uno u otro tipo, desde los asentamientos ilegales hasta las acciones de castigo, desde la ocupación militar hasta la vigilancia y protección del Muro de la Vergüenza.
Y cuando sus ciudadanos empezaban a preocuparse más por la miseria interior que por los escasos misiles kasam que llegaban ocasionalmente desde una Gaza aislada y controlada por la locura de Hamas, cuando empezaron a indignarse, hacer acampadas en su contra y cuestionarle que gastara recursos en los fanáticos Haredim o en los fascistas de Sión que eran los únicos que se atrevían a vivir en los asentamientos ilegales, tiró del orgullo judío, tiró de la religión.
Lanzó a la calle a los que hablaban del Pueblo Elegido y la voluntad de Yahve como aquí se pasearon por el centro de Madrid los que pedían respeto a su moral intentando imponerla sobre toda la sociedad, intentó forzar la condición de judío para ser israelí como los conservadores españoles intentaron, menos salvajemente, eso sí, hacer con su falsa moral católica.
Y le funcionó de nuevo. Le reeligieron.
Pero la crisis sigue, la miseria crece y llegan unas nuevas elecciones. Un millón de israelíes sufren desnutrición, las empresas y los comercios quiebran...
E Intenta lo de siempre y no le sale. Tira del sempiterno y últimamente omnipresente Estado Islámico -¡Vaya, como los políticos europeos!- para infundir miedo y no sube en las encuestas ¿Por qué preocuparnos de quienes matan en Damasco o Bagdad si tenemos a otros en nuestras fronteras?
Recurre a la seguridad nacional buscando enemigos subversivos internos -¡Acabáramos, cómo el nuevo ogro del radicalismo populista europeo!-, pero de pronto le crecen los enanos. O los gigantes, según se mire.
Alrededor de 180 generales y héroes de guerra, entre ellos Meir Dagan, uno de los antiguos jefes del Mosad -Ese infalible servicio secreto israelí de las películas- que más respeto inspiran, se unen para oponerse a la reelección de un hombre al que califican de amenaza contra la seguridad de Israel por sus persecuciones internas.
Y cuando eso ocurre ya no puede tirar del orgullo, de la seguridad ni del miedo recurre al arma más peligrosa y desesperada: el odio.
Jura, casi por sus gónadas externas, que nunca existirá un Estado Palestino, que nunca permitirá que los árabes que vivían allí mucho antes de que se fundara el moderno estado de Israel sean libres. Repite hasta la saciedad que si no existieran los palestinos todo el dinero empleado en lo militar se podría usar en otra cosa: "no es culpa mía, es culpa de ellos. No me odiéis a mí, odiadles a ellos", parece decir una y otra vez. Exactamente igual que hacen los locos furiosos de la yihad en el otro lado de la linea.
Y, desgraciadamente, le funciona. Le reeligen. 
Le reeligen porque el odio alimenta cuando no lo hace ninguna otra cosa. Le reeligen porque es mucho mejor pensar que son los otros los culpables de nuestros males, que nuestra miseria es responsabilidad de la maldad de otros y no producto de nuestros propios errores. 
Le votan y le reeligen porque es más fácil odiar que cambiar.
Ayer en el autobús escuché a una señora decir "Sí, todos los políticos son unos capullos ladrones pero más miedo me dan esos moros que quieren matarnos a todos".
¡Vaya, aquí también ha empezado!
¿Cuánto tardará en estallar? Si votamos por los mismos motivos que los israelíes y caemos en las mismas trampas, me temo que muy poco.

lunes, diciembre 15, 2014

Dos frases de un loco que nos paran la paz

 El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó ayer que rechazará la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU contra el fin de la ocupación israelí de Palestina-una vieja tradición en los gobiernos de Israel, por cierto-, porque “llevará a los extremistas islámicos hasta los suburbios de Tel Aviv y el corazón de Jerusalén”.
Y esta frase es para mi, que tengo quizás un punto de vista algo peculiar sobre esa zona del mundo muy querida para mi, la mejor definición de lo que hay en la cabeza de Netanyahu. Es el principal signo de su locura.
Porque los extremistas están ya dentro de las calles de Tel Aviv, dentro de las murallas de Jerusalén, sentados en los sillones del Gobierno e instalados en las calles y los despachos de todo Israel. Y además lo están porque él los ha colocado ahí.
Pero no son extremistas "islámicos". No son los extremistas del enemigo, son los extremistas propios, son los extremistas que piensan como él, son los extremistas con los que se siente cómodo y con los que, aunque no lo reconozca abiertamente, está completamente de acuerdo.
"Mis extremistas sirven y los del enemigo son demonios perversos". El razonamiento tipo de un fanático ya sea religioso o ideológico, ya sea por defensa del judaísmo (religión) o del sionismo (ideología).
Y una segunda frase de esa declaración grandilocuente del acosado primer ministro israelí por aquellos que en su país quieren paz y futuro se me antoja que nos muestra su pensamiento mucho más claramente que si alguien le hubiera trepanado el cráneo y nos mostrara su cerebro: “Somos una isla solitaria contra las oleadas de extremismo islámico que inundan todo Oriente Medio”.
Todos los síndromes típicos de la megalomanía en una sola frase: Desde el de Casandra, la visionaria trágica de un futuro de desdichas no escuchada por nadie, hasta el más típico de lo suyo de Mesías, el elegido para salvar al mundo de su perdición. El catálogo completo.
En resumen, un loco mesiánico que, en dos frases, ha echado por tierra otra vez las esperanzas de paz y de democracia de dos pueblos. Menos mal que gran parte de los que viven bajo su gobierno ya han dejado de creerle.
A ver si esta vez es la buena.
Demasiados muertos y demasiados en peligro de muerte necesitan que esta vez sea la buena.

martes, noviembre 25, 2014

Allah y Yahve nos protejan de sus más fieles siervos

En estos días nuestras cosas y nuestras crisis nos llevan a mirarnos solamente a nosotros.
Aunque entra dentro de lo lógico, corremos el riesgo de pensar que nuestras corrupciones, nuestros asedios políticos y todo lo nuestro en general es más importante que cualquier otra cosa. 
Y mientras, el mundo se empeña en demostramos que no. En anunciarnos que el cambio que nos llega es tan brutal y radical que como solo sigamos con lo nuestro nos va a pasar por encima.
Durante años, los defensores de la posición israelí en el conflicto del Próximo Oriente han intentado sostener lo que a mis ojos siempre ha sido insostenible: Trataban de establecer esa dicotomía que se nos ha enseñado que debe prevalecer entre el progreso y la reacción, entre la modernidad y el medievalismo y sobre todo entre la democracia y el terrorismo.
Durante años los que por suerte o por desgracia -o por suerte y por desgracia- hemos vivido la vida, la muerte y la sangre de esas tierras nos hemos desgañitado diciendo que no existía esa diferencia, que estaba impostada, que creímos que era ficticia.
Se decía que Israel era un Estado laico enfrentado a la locura religiosa de los yihadistas ignorando que en Israel están prohibidos los matrimonios civiles y los matrimonios entre religiones que nunca aprobarán los tribunales rabínicos encargados de esa función; se mantenía que Israel era un estado democrático ignorando que sus ciudadanos de origen árabe -no los palestinos, los israelíes árabes- tenían prohibido adquirir tierras y bienes raíces en territorio israelí; se gritaba a los cuatro vientos que se trataba del enfrentamiento entre la modernidad y la concepción medieval y teocrática de la historia, pasando por alto que la llave del gobierno de Tel Aviv la tienen formaciones ultra religiosas radicales o que el propio concepto del territorio que ha de ocupar el Estado de Israel se basa fundamentalmente en la promesa del dios de la zarza.
Y ahora Netanyahu y su gobierno, es decir la realidad, demuestran que todas esas cortinas de humo, que todas esas explicaciones que sus embajadores han desgranado por Europa y Estados Unidos, no parecen ser otra cosa que una estrategia política. Que todas esas acusaciones continuas de antisemitismo que no aceptan la crítica y que acusan de racismo a cualquiera que alce la voz contra ellos, solamente ocultaban una verdad que siempre se me ha antojado cristalina.
El sionismo que gobierna Israel y los yihadistas que se oponen a su existencia son la misma gente enfrentada por el mismo dios visto de igual forma y llamado de dos modos distintos. 
Con el Estado Islámico recibiendo tributos vasalláticos hasta del último yihadista de la tierra, con el Estado Palestino siendo reconocido por unanimidad en España y en Europa, la reacción del gobierno Israelí no es otra que quitarse los velos como la Salomé evangélica y modificar su legislación para convertir Israel en un Estado Judío.
Eliminar el árabe como lengua oficial del Estado -pese al porcentaje de población que la habla-, eliminar la posibilidad de celebrar ritos no judíos, y toda una serie de elementos que, unidos a los ya existentes, se antoja que dejan claro el hecho de que el único elemento a través del que pretenden defenderse es la visión teocrática del mundo y su propio fanatismo religioso.
Contra los locos yihadistas del paraíso plagado de huríes, los más acérrimos sicarios -en su acepción original- del dios de la zarza parapetados tras los muros de Masadá.
"No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta" frente "Yahve es el único dios verdadero". Dos gritos de batalla nada modernos ni democráticos, me temo.
Puede que me equivoque pero no parece un enfoque muy moderno, muy democrático ni muy laico.
Ahora ya tenemos claro que los que gobiernan Israel consideran que para ser israelí hay que ser judío, hay que adorar al dios del desierto y el maná o si no es así no tienes todos los derechos que deberías tener por el mero hecho de nacer ciudadano del país; ahora ya tenemos claro que, para los que quieren aprobar esta nueva concepción arcaica y teocrática del Estado, los arios de Israel son aquellos que profesen la religión judía.
Ahora ya parece que queda claro que sionismo y yihadismo son exactamente lo mismo, que el conflicto Palestino Israelí solo tiene un nombre, solo tiene un tiempo, solo tiene un culpable: dios.
O para ser exactos, las visiones absurdamente anticuadas y retrógradas de concebir a su dios y su religión que dos grupos explotan y mantienen para utilizarlas como forma de asentar su poder sobre sus pueblos y sus territorios.
Hosanna Adonai. Fi-Aman-Allah

domingo, julio 27, 2014

Los dos discursos que se niegan a hacer sobre Gaza.

Muchos son los discursos, declaraciones, comunicados y alegatos que los dos perpetradores de la tragedia palestina, el gobierno israelí y Hamás, están intercambiando en estos días. Todos para justificarse, todos para acusarse mutuamente.
Si esto llega al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, si hablara un representante de Israel, si se le permitiera hablar ante él a un representante de Hamás, ambos tendrían que hacer un discurso.
Bien, yo les propongo estos:

Señores y señoras del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Israel no mata niños.
Ninguno de sus gobiernos, partidos, ideologías, concepciones religiosas o estrategias militares consiente, justifica o propicia la matanza de niños, 
Israel no mata niños.
Aunque nuestros enemigos nos los pongan delante de las armas, aunque nos los manden con piedras y con hondas a enfrentar nuestros tanques, aunque aquellos que nos odian los adiestren para odiarnos y atacarnos,
Israel no mata niños.
Aunque tengamos que arriesgar a nuestros soldados, adiestrados para ello, para sacar de sus guaridas uno por uno a los locos furiosos de la sangre y la Yihad,
Israel no mata niños.
Pese a que eso nos obligue a forzar la eficacia de nuestros helicópteros de combate en misiones nocturnas para hacer volar las escuelas en las que esconden sus armas nuestros enemigos mientras los niños duermen en sus casas,
Israel no mata niños.
Aunque los nuestros mueran a manos de ataques ciegos de misiles lanzados por terroristas que no son como nosotros, no piensan como nosotros y solo tienen la sangre y el poder en su pensamiento,
Israel no mata niños.
Aunque los más locos y sangrientos de los nuestros clamen por el ojo por ojo, por la venganza ciega y cruel por la muerte de nuestros inocentes.
Israel no mata niños.
Aunque tengamos que sellar los silos y los túneles con la ardiente lava del Gehenna de los infiernos en lugar de bombardearlos desde el aire,
Israel no mata niños.
Aunque tengamos que cazar uno por uno a todos los que han hecho de su dios la excusa para la muerte, el odio y la locura y nos lleve mil años,
Israel no mata niños.
Aunque tengamos que sentarnos a hablar, renunciar a nuestras pretensiones de una nación que albergue solamente a judíos en una tierra que nunca fue tan solo nuestra o dejar de llamar a los nuestros a que ocupen una tierra que no les pertenece, Israel no mata niños.
Incluso aunque perdamos esta guerra, Israel no mata niños.
Señores y Señoras del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Israel, desde hoy, no mata niños.


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Señores y señoras del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Hamás no mata niños.
Ninguno de sus líderes, corrientes, facciones, concepciones religiosas o religiosas o estrategias militares consiente, justifica o propicia la matanza de niños,
Hamás no mata niños.
Aunque nos venga bien colocarlos de escudos para que no nos ataquen, entrenarlos en el odio suicida o enviarlos armados con cócteles molotov contra los tanques o aunque sus padres no los envían a hacer pintadas en nuestras mezquitas e insultar a nuestro profeta,
Hamás no mata niños.
Aunque tengamos que enviar a nuestros combatientes a golpear al enemigo en sus cuarteles en lugar de enviar misiles ciegos e indiscriminados que ni siquiera sabemos en qué lugar caerán,
Hamás no mata niños.
Pese a que eso nos obligue a forzar la eficacia de nuestros comandos y a arriesgarlos en combates contra tropas adiestradas mientras nuestros niños y los suyos están a salvo en sus casas,
Hamás no mata niños.
Aunque los más locos y sangrientos de los nuestros los recluten para ganarse el paraíso con su muerte o clamen por la devolución de la sangre de nuestros inocentes,
Hamás no mata niños.
Aunque tengamos que horadar en el mismo basalto del infierno las cuevas para proteger nuestros arsenales y nuestras armas en lugar de esconderlos en escuelas y hospitales buscando que nuestros niños nos sirvan de inocente parapeto, Hamás no mata niños.
Aunque tengamos que cazar uno por uno a todos los que han hecho de su dios y su tierra prometida la excusa para la muerte, el odio y la locura y nos lleve mil años, Hamás no mata niños
Aunque tengamos que sentarnos a hablar, renunciar a nuestras pretensiones de que el pueblo judío no tenga una nación o dejar de llamar a fanáticos de otros lugares a nuestra guerra santa, Hamás no mata niños.
Incluso aunque perdamos esta guerra, Hamás no mata niños.
Señores y Señoras del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Hamás, desde hoy, no mata niños.

Mientras Netanyahu, Ron Dremer o David Hatchwell no den este discurso no me creeré ninguno de los argumentos de Israel. 
Mientras Ahmed, Yassin, Khaled Meshal o Isra Almodallal no den ese discurso no tendré en cuenta ninguno de los argumentos de Hamás.
Todos sabemos quien podría hacerlo y quien no lo lo hará nunca. Entonces todos sabremos quien es demócrata y quien es un terrorista.
Hasta entonces los dos son lo mismo. 
Sin matices. Sin justificaciones. Sin diferencias.

El comienzo de la muerte de los niños palestinos

Ya toca hablar de Palestina.
Después de que una operación militar supuestamente diseñada contra un grupo terrorista haya conseguido matar a un millar de no terroristas y a apenas un puñado de locos furiosos yihadistas, toca hablar de Palestina.
Pero lo que ocurre hoy en Palestina puede parecer una operación militar contra uno de los más peligrosos grupos terroristas del mundo, los asesinos fanáticos de Hamás, puede parecer una guerra entre dos pueblos que se disputan una tierra en conflicto o puede intentar venderse como un acto de legitima defensa, pero es solamente una cosa: un acto más de terrorismo, perpetrado por los mismos que llevaron el terrorismo a esa zona del mundo.
Buscar las raíces de este conflicto es como intentar separar las arras de una boda: cada novio quiere quedarse con las que le conviene. 
Los gobiernos israelíes insisten en que todo era una maravilla, básicamente el paraíso terrenal, hasta el surgimiento de la OLP en mayo de 1964 y el surgimiento del panarabismo que llevó a las distintas guerras con los países árabes. Ellos son los atacados, ellos responden, ellos tienen legitimidad para todas sus acciones. Punto final.
Los locos furiosos de Hamás ponen el comienzo del conflicto en la declaración unilateral del Estado de Israel en 1949. Antes todo era también el paraíso con huríes y todo. Los defensores del Estado de Israel les quitaron sus tierras y sus casas, ellos quieren recuperarlas, ellos tienen legitimidad para todas sus acciones. Punto final.
¿Cual de los dos tiene razón?, ¿cual de los dos puntos de vista es el correcto? 
Como suele ocurrir en casos de enfrentamientos entre fanáticos ideológicos, ninguno. Si se les fuerza un poco, si sus dioses o sus mitos les permiten pensar durante un instante más de lo que acostumbran, tanto los unos como los otros son capaces de retrotraerse a tiempos más remotos.
Los palestinos y sobre todo los yihadistas de Hamás empezarán a hablarnos de cosas de las que aquí en este Occidente Atlántico nuestro tan propenso a eliminar lo sustancial de las cosas para sustituirlo por lo anecdótico, apenas hemos oído hablar. Nos mentarán nombres Irgún, Palmaj y Yishuv.
¿Qué son esos nombres de los que nunca hemos oído hablar y que apenas somos capaces de pronunciar?
Pues los gobiernos israelíes y los ideólogos de los mismos que no tienen pudor en hacer saltar por los aires los cráneos de los niños porque están delante de una caja de AK-47 nos dirán que son grupos de autodefensa del pueblo judío en Palestina y los milicianos terroristas de Hamás que ponen a sus niños de escudo para proteger las herramientas de su poder, el miedo y las armas, nos dirán que eran organizaciones paramilitares terroristas que sembraron el miedo entre la población árabe allá por los años treinta del siglo pasado.
Sí, ya nos hemos remontado a los años 30 del siglo XX.
El Irgún, el Pajmal y el Yishuv practicaban todo tipo de lindezas como recorrer el territorio de Palestina colgando a los hombres árabes de las aldeas, fusilando a familias enteras, matar a 100 mujeres y niños en Deir Yassin porque que se negaban a abandonar sus casas para que allí fueran construidos Kibutz y asentamientos judíos, o pegar fuego en la noche a mezquitas, con sus imanes,  muftis y medio centenar de fieles dentro, en las proximidades de Haifa.
Jabotinsky
Creador del Hashomer y Haganá
Pero claro, los defensores del derecho a la autodefensa de los ideólogos de Sión dirán que, aunque cometieran algunos excesos, respondían a la violencia árabe previa. Porque el Irgún se fundó en 1931 y el Palmaj en 1933, después de que en 1929 se produjera La Sublevación del Muro de las Lamentaciones en la que 3.000 judíos y 2.000 musulmanes se enfrentaron por el acceso a ese lugar litúrgico en concreto y sobre todo de las matanzas de Hebrón, en la que murieron 67 judíos, y Safed en la que fueron asesinados 20 mujeres y niños judíos.
Y aquí lo que para unos en una matanza para otros es un exceso y lo que para unos es un pogromo para otros es un estallido de furia.
Y parece que no podemos ir más atrás. Parece que no podemos remontarnos más en la lejanía. Pero podemos hacerlo.
Porque los abogados de la actual política de Israel que incluye operaciones militares como la que se está llevando a cabo nos dirán que todo parte de la matanza de Jerusalem de 1920, en la que los más fanáticos de los musulmanes, es decir los antecedentes de Hamás, se lanzaron a la caza de la población judía con la aquiescencia al parecer de las tropas del Mandato Británico para Palestina originando 12 muertos.
Y aquí parece empezar todo. Pero no.
Porque si nos paramos ahí la pausa nos impide hablar de otra de esas cosas que no conocemos, de las que nunca se habla, a las que nadie se remonta jamás: La Haganá.
Mufti de Jerusalem,
 instigador de la matanza de 1920
Los hay que dirán que la Haganá, en hebreo La Defensa, se crea como organización paramilitar armada -lo que ahora se conoce como organización terrorista- con motivo de la Masacre, pero lo cierto es que se crea, o para ser más exactos, se refunda dos meses antes.
Porque ese grupo armado parte de los creados por su fundador, un judío ruso de apellido Jabotinsky muy anarquista él, para enfrentarse a la situación de represión de los judíos en el imperio zarista y que desembocó en la creación del Hashomer, El Guardián en hebreo, establecido en 1909 para proteger los asentamientos judíos, y el del  Bar-Giora, fundado poco antes, en 1907, y que estaba formado por unos pocos judíos inmigrantes con el mismo fin que el Hashomer.
Y ya estamos a principios del siglo XX.
Porque es ahí cuando parece empezar el problema. Es ahí de donde se antoja que parte todo. Es ahí donde comienzan a chocar dos visiones fanáticas y proféticas de la realidad.
¿Por qué hacían falta en 1907 y 1909 unas organizaciones terroristas y violentas que dijeran defender a la población judía en Palestina?, ¿por qué los hebreos no habían necesitado hasta la fecha esa protección?
La respuesta es muy sencilla. Porque los hebreos de Palestina habían estado siempre allí, pero los judíos a los que defendían esos grupos terroristas no.
El Hahomer y el Bar-Girona no defendían a la población hebrea de Palestina, defendían a los procedentes de las Aliyot, otro de esos nombres que se nos atragantan al pronunciarlo.
¿Que eran las aliyot? Muy sencillo. Eran olas migratorias de poblaciones judías de religión, no hebreos palestinos, nacidos en Palestina, que emigraban -no retornaban- a Palestina por motivos económicos. La primera llegó alrededor de 1840 -ya estamos en mediados del siglo XIX- y se integró más o menos sin problemas. Pero siguieron llegando y como no había tierras y espacio para todos recurrieron a prácticas como sobornar a los administradores británicos para que les expropiaran tierras a los palestinos y se las vendieran a ellos, a forzar subastas de tierras por deudas para poder quedarse con ellas utilizando organizaciones de recaudación por toda Europa para lograr financiación.  En 1909 llega la oleada migratoria más numerosa y agresiva desde Rusia con Jabotinsky entre ellos.
Y eso origina el enfrentamiento con la población palestina. No es una cuestión de religión o de antisemitismo. Es una cuestión de latrocinio y estafa. Pagan justos, los hebreos judíos que siempre han estado en Palestina, por los que llegan robando y utilizando el Hashomer y Bar-Giora a modo de banda de extorsión mafiosa que amenaza para que se vendan tierras a la población palestina no judía.
Y el propio Jabotinsky lo reconoce.
"Los de la letanía de la paz de entre los nuestros intentan persuadirnos de que los árabes o son tontos, a quienes podemos engañar enmascarando nuestros auténticos designios, o son corruptos y pueden ser sobornados para que nos cedan su reclamación de prioridad en Palestina, a cambio de ventajas económicas y culturales. Yo repudio tal concepción de los árabes de Palestina. Culturalmente están quinientos años detrás de nosotros, no tienen ni nuestra resistencia ni nuestra determinación; pero son tan buenos psicólogos como nosotros, y sus mentes se han agudizado como las nuestras tras cientos de años de logomaquia finamente hilada. Podemos contarles lo que queramos sobre la inocencia de nuestros objetivos, aguándolos y endulzándolos con palabras melosas para hacerlos más digeribles, pero ellos saben lo que queremos, como nosotros sabemos lo que ellos no quieren. Ellos sienten el mismo instintivo amor celoso hacia Palestina, al menos, como los antiguos aztecas lo sentían hacia el antiguo México y los Sioux hacia sus extensas Llanuras".
O sea que, además de todo, ya había judíos y hebreos que no eran ideológicamente afines a los defensores de Sión. Desde el principio.
Y, aparte del deje de superioridad racial y cultural muy cercanas a otro tipo de ideologías que destilan las palabras del interfecto, queda claro que el objetivo no es la convivencia, no es el retorno. Es conseguir arrebatar la tierra a los árabes -que, por cierto no lo son. Son palestinos, nunca tuvieron un pie puesto en Arabia- porque han considerado que esa es la forma de salir de su situación de miseria en el Este de Europa.
Y hemos llegado al principio.
Un pueblo vive injustamente en la miseria y decide salir de ella. Causa Justa. Decide buscar nuevas tierras y horizontes para lograrlo. Causa Justa. Se vuelve a su ideología y su religión ancestral y descubre que ya hizo lo mismo en el pasado y arrebató la tierra de otros con el supuesto beneplácito de su dios. Hecho justificable históricamente. Decide repetir el proceso. Error ideológico y estratégico. Estafa, amenaza, roba y crea organizaciones armadas ilegales para lograrlo. Recurso al terrorismo y al crimen organizado. Recibe la resistencia de aquellos a los que se enfrenta. Conflicto armado. Unos locos fanáticos furiosos de sus dios toman ese conflicto y lo asumen como un enfrentamiento en aras de su religión y sus ansias de imponer su visión del mundo. Perpetuación del conflicto armado.Y aquí empieza todo y termina todo. 
Podríamos retrotraernos al siglo I y preguntarnos por qué los hebreos abandonan masivamente Palestina en su mítica Diáspora pero ni el General Tito, luego emperador, ni ningún tetrarca de Galilea de la familia de Herodes Antipas está vivo para explicarnos los motivos y en cualquier caso no serían más relevantes que los que tuvieron los visigodos para invadir la Península Ibérica o que los sajones para emigrar violentamente a las Islas Británicas. Ya no son un argumento.
Y por si alguien no se ha dado cuenta. Todo esto es muy anterior al pogromo nazi, no es necesario para explicarlo, no está relacionado con él en nada y no es relevante en ninguna de las decisiones tomadas al respecto de esta ideología. No tiene nada que ver con ésta historia. De repente aquello tremolado como causa o desencadenante se transforma tan solo en una excusa. 

Lo pensado y lo escrito

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