domingo, julio 27, 2014

El comienzo de la muerte de los niños palestinos

Ya toca hablar de Palestina.
Después de que una operación militar supuestamente diseñada contra un grupo terrorista haya conseguido matar a un millar de no terroristas y a apenas un puñado de locos furiosos yihadistas, toca hablar de Palestina.
Pero lo que ocurre hoy en Palestina puede parecer una operación militar contra uno de los más peligrosos grupos terroristas del mundo, los asesinos fanáticos de Hamás, puede parecer una guerra entre dos pueblos que se disputan una tierra en conflicto o puede intentar venderse como un acto de legitima defensa, pero es solamente una cosa: un acto más de terrorismo, perpetrado por los mismos que llevaron el terrorismo a esa zona del mundo.
Buscar las raíces de este conflicto es como intentar separar las arras de una boda: cada novio quiere quedarse con las que le conviene. 
Los gobiernos israelíes insisten en que todo era una maravilla, básicamente el paraíso terrenal, hasta el surgimiento de la OLP en mayo de 1964 y el surgimiento del panarabismo que llevó a las distintas guerras con los países árabes. Ellos son los atacados, ellos responden, ellos tienen legitimidad para todas sus acciones. Punto final.
Los locos furiosos de Hamás ponen el comienzo del conflicto en la declaración unilateral del Estado de Israel en 1949. Antes todo era también el paraíso con huríes y todo. Los defensores del Estado de Israel les quitaron sus tierras y sus casas, ellos quieren recuperarlas, ellos tienen legitimidad para todas sus acciones. Punto final.
¿Cual de los dos tiene razón?, ¿cual de los dos puntos de vista es el correcto? 
Como suele ocurrir en casos de enfrentamientos entre fanáticos ideológicos, ninguno. Si se les fuerza un poco, si sus dioses o sus mitos les permiten pensar durante un instante más de lo que acostumbran, tanto los unos como los otros son capaces de retrotraerse a tiempos más remotos.
Los palestinos y sobre todo los yihadistas de Hamás empezarán a hablarnos de cosas de las que aquí en este Occidente Atlántico nuestro tan propenso a eliminar lo sustancial de las cosas para sustituirlo por lo anecdótico, apenas hemos oído hablar. Nos mentarán nombres Irgún, Palmaj y Yishuv.
¿Qué son esos nombres de los que nunca hemos oído hablar y que apenas somos capaces de pronunciar?
Pues los gobiernos israelíes y los ideólogos de los mismos que no tienen pudor en hacer saltar por los aires los cráneos de los niños porque están delante de una caja de AK-47 nos dirán que son grupos de autodefensa del pueblo judío en Palestina y los milicianos terroristas de Hamás que ponen a sus niños de escudo para proteger las herramientas de su poder, el miedo y las armas, nos dirán que eran organizaciones paramilitares terroristas que sembraron el miedo entre la población árabe allá por los años treinta del siglo pasado.
Sí, ya nos hemos remontado a los años 30 del siglo XX.
El Irgún, el Pajmal y el Yishuv practicaban todo tipo de lindezas como recorrer el territorio de Palestina colgando a los hombres árabes de las aldeas, fusilando a familias enteras, matar a 100 mujeres y niños en Deir Yassin porque que se negaban a abandonar sus casas para que allí fueran construidos Kibutz y asentamientos judíos, o pegar fuego en la noche a mezquitas, con sus imanes,  muftis y medio centenar de fieles dentro, en las proximidades de Haifa.
Jabotinsky
Creador del Hashomer y Haganá
Pero claro, los defensores del derecho a la autodefensa de los ideólogos de Sión dirán que, aunque cometieran algunos excesos, respondían a la violencia árabe previa. Porque el Irgún se fundó en 1931 y el Palmaj en 1933, después de que en 1929 se produjera La Sublevación del Muro de las Lamentaciones en la que 3.000 judíos y 2.000 musulmanes se enfrentaron por el acceso a ese lugar litúrgico en concreto y sobre todo de las matanzas de Hebrón, en la que murieron 67 judíos, y Safed en la que fueron asesinados 20 mujeres y niños judíos.
Y aquí lo que para unos en una matanza para otros es un exceso y lo que para unos es un pogromo para otros es un estallido de furia.
Y parece que no podemos ir más atrás. Parece que no podemos remontarnos más en la lejanía. Pero podemos hacerlo.
Porque los abogados de la actual política de Israel que incluye operaciones militares como la que se está llevando a cabo nos dirán que todo parte de la matanza de Jerusalem de 1920, en la que los más fanáticos de los musulmanes, es decir los antecedentes de Hamás, se lanzaron a la caza de la población judía con la aquiescencia al parecer de las tropas del Mandato Británico para Palestina originando 12 muertos.
Y aquí parece empezar todo. Pero no.
Porque si nos paramos ahí la pausa nos impide hablar de otra de esas cosas que no conocemos, de las que nunca se habla, a las que nadie se remonta jamás: La Haganá.
Mufti de Jerusalem,
 instigador de la matanza de 1920
Los hay que dirán que la Haganá, en hebreo La Defensa, se crea como organización paramilitar armada -lo que ahora se conoce como organización terrorista- con motivo de la Masacre, pero lo cierto es que se crea, o para ser más exactos, se refunda dos meses antes.
Porque ese grupo armado parte de los creados por su fundador, un judío ruso de apellido Jabotinsky muy anarquista él, para enfrentarse a la situación de represión de los judíos en el imperio zarista y que desembocó en la creación del Hashomer, El Guardián en hebreo, establecido en 1909 para proteger los asentamientos judíos, y el del  Bar-Giora, fundado poco antes, en 1907, y que estaba formado por unos pocos judíos inmigrantes con el mismo fin que el Hashomer.
Y ya estamos a principios del siglo XX.
Porque es ahí cuando parece empezar el problema. Es ahí de donde se antoja que parte todo. Es ahí donde comienzan a chocar dos visiones fanáticas y proféticas de la realidad.
¿Por qué hacían falta en 1907 y 1909 unas organizaciones terroristas y violentas que dijeran defender a la población judía en Palestina?, ¿por qué los hebreos no habían necesitado hasta la fecha esa protección?
La respuesta es muy sencilla. Porque los hebreos de Palestina habían estado siempre allí, pero los judíos a los que defendían esos grupos terroristas no.
El Hahomer y el Bar-Girona no defendían a la población hebrea de Palestina, defendían a los procedentes de las Aliyot, otro de esos nombres que se nos atragantan al pronunciarlo.
¿Que eran las aliyot? Muy sencillo. Eran olas migratorias de poblaciones judías de religión, no hebreos palestinos, nacidos en Palestina, que emigraban -no retornaban- a Palestina por motivos económicos. La primera llegó alrededor de 1840 -ya estamos en mediados del siglo XIX- y se integró más o menos sin problemas. Pero siguieron llegando y como no había tierras y espacio para todos recurrieron a prácticas como sobornar a los administradores británicos para que les expropiaran tierras a los palestinos y se las vendieran a ellos, a forzar subastas de tierras por deudas para poder quedarse con ellas utilizando organizaciones de recaudación por toda Europa para lograr financiación.  En 1909 llega la oleada migratoria más numerosa y agresiva desde Rusia con Jabotinsky entre ellos.
Y eso origina el enfrentamiento con la población palestina. No es una cuestión de religión o de antisemitismo. Es una cuestión de latrocinio y estafa. Pagan justos, los hebreos judíos que siempre han estado en Palestina, por los que llegan robando y utilizando el Hashomer y Bar-Giora a modo de banda de extorsión mafiosa que amenaza para que se vendan tierras a la población palestina no judía.
Y el propio Jabotinsky lo reconoce.
"Los de la letanía de la paz de entre los nuestros intentan persuadirnos de que los árabes o son tontos, a quienes podemos engañar enmascarando nuestros auténticos designios, o son corruptos y pueden ser sobornados para que nos cedan su reclamación de prioridad en Palestina, a cambio de ventajas económicas y culturales. Yo repudio tal concepción de los árabes de Palestina. Culturalmente están quinientos años detrás de nosotros, no tienen ni nuestra resistencia ni nuestra determinación; pero son tan buenos psicólogos como nosotros, y sus mentes se han agudizado como las nuestras tras cientos de años de logomaquia finamente hilada. Podemos contarles lo que queramos sobre la inocencia de nuestros objetivos, aguándolos y endulzándolos con palabras melosas para hacerlos más digeribles, pero ellos saben lo que queremos, como nosotros sabemos lo que ellos no quieren. Ellos sienten el mismo instintivo amor celoso hacia Palestina, al menos, como los antiguos aztecas lo sentían hacia el antiguo México y los Sioux hacia sus extensas Llanuras".
O sea que, además de todo, ya había judíos y hebreos que no eran ideológicamente afines a los defensores de Sión. Desde el principio.
Y, aparte del deje de superioridad racial y cultural muy cercanas a otro tipo de ideologías que destilan las palabras del interfecto, queda claro que el objetivo no es la convivencia, no es el retorno. Es conseguir arrebatar la tierra a los árabes -que, por cierto no lo son. Son palestinos, nunca tuvieron un pie puesto en Arabia- porque han considerado que esa es la forma de salir de su situación de miseria en el Este de Europa.
Y hemos llegado al principio.
Un pueblo vive injustamente en la miseria y decide salir de ella. Causa Justa. Decide buscar nuevas tierras y horizontes para lograrlo. Causa Justa. Se vuelve a su ideología y su religión ancestral y descubre que ya hizo lo mismo en el pasado y arrebató la tierra de otros con el supuesto beneplácito de su dios. Hecho justificable históricamente. Decide repetir el proceso. Error ideológico y estratégico. Estafa, amenaza, roba y crea organizaciones armadas ilegales para lograrlo. Recurso al terrorismo y al crimen organizado. Recibe la resistencia de aquellos a los que se enfrenta. Conflicto armado. Unos locos fanáticos furiosos de sus dios toman ese conflicto y lo asumen como un enfrentamiento en aras de su religión y sus ansias de imponer su visión del mundo. Perpetuación del conflicto armado.Y aquí empieza todo y termina todo. 
Podríamos retrotraernos al siglo I y preguntarnos por qué los hebreos abandonan masivamente Palestina en su mítica Diáspora pero ni el General Tito, luego emperador, ni ningún tetrarca de Galilea de la familia de Herodes Antipas está vivo para explicarnos los motivos y en cualquier caso no serían más relevantes que los que tuvieron los visigodos para invadir la Península Ibérica o que los sajones para emigrar violentamente a las Islas Británicas. Ya no son un argumento.
Y por si alguien no se ha dado cuenta. Todo esto es muy anterior al pogromo nazi, no es necesario para explicarlo, no está relacionado con él en nada y no es relevante en ninguna de las decisiones tomadas al respecto de esta ideología. No tiene nada que ver con ésta historia. De repente aquello tremolado como causa o desencadenante se transforma tan solo en una excusa. 

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