"No enciendas tanto la hoguera contra tu enemigo que alcance a quemarte".
Sir William Shakespeare dijo en esto en una ocasión. Y aunque no es precisamente lo más habitual en estas endemoniadas lineas comenzar con una cita, hoy es lo más apropiado puesto que ni más ni menos que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha traído a colación al bardo de la Pérfida Albión en el nuevo asedio que ha iniciado dentro de su cada vez más perdida guerra política.
Por supuesto el objetivo es Podemos -¿qué otro enemigo tienen ahora gobernantes y oposición institucional?- y la frase shakespieriana utilizada por la vicepresidenta es "las palabras no pagan las deudas".
Y como siempre parece tener razón en la cita, pero también como siempre la cita se queda a medias, la defensa siciliana de su gobierno detiene la realidad justo en el punto en el que conviene.
Porque el dramaturgo de Avon pone la frase en boca de Falstaff, uno de sus personajes más representativos de la incoherencia humana en toda la prolija obra de Sir William. Alguien que ha dila pilado todo su fortuna en chanzas y espectáculos y que e ve abocado a la miseria en la ancianidad.
Así que la frase de Santamaría, utilizada para acusar de charlatanes de feria a los portavoces de Podemos, rescatada para arrojar el marchamo de populista a su ideario, se vuelve contra ella como un látigo que, mal utilizado, tras golpear en la espalda del esclavo marca el rostro del que le ha azotado.
Porque en esa tesitura hay que preguntar ¿qué deudas?, ¿quién ha originado esas deudas?, ¿quién está pagando esas deudas?, ¿por qué se están pagando esas deudas?
Y cada respuesta es una bofetada en el rostro de Soraya. Es posible que las palabras de Podemos no paguen las deudas pero es que no tienen que hacerlo.
Porque este gobierno ha decidido que se paguen las deudas privadas con dinero público, que se sufraguen los excesos financieros de unos pocos con el dinero de todos, que aquellos que han acumulado esas deudas permanezcan impunes a su propia responsabilidad y a la justicia de todos.
En materia de deudas el Gobierno que actualmente reside en La Moncloa bien haría en asumir la frase de Sir William y no haber prometido en las elecciones que iba a solucionar esa deuda, esa inmensa factura de la especulación financiara, ese insondable agujero negro de la deuda financiera, sin tocar las pensiones, los impuestos, los salarios, los servicios públicos esenciales
Si hay unas palabras que no pagan las deudas han sido y siguen siendo las del Partido Popular y el gobierno al que sustenta con su mayoría parlamentaria. Son sus "brotes verdes", su "herencia encontrada", su "crecimiento sin creación de empleo", su "austeridad necesaria" y todo el maquillaje verbal que pretenden aplicar al derrumbe económico y social que vive nuestro país y al futuro de miseria que han diseñado para España.
Claro que las palabras no pagan las deudas. Las estamos pagando nosotros. Las deudas de los socios y compañeros de viaje de Génova, 13 las estamos pagando nosotros.
Y Soraya Sáenz de Santamaría ignora esa realidad o pretende ignorarla y destruye su discurso contra Podemos -que ciertamente tiene que darle más que una vuelta reflexiva a sus propuestas de política económica, no nos engañemos- cada vez que añade una crítica.
Les acusa de "decir lo que la gente quiere escuchar", ignorando dos caminos de argumentación que terminan haciendo salpicar sus críticas contra sí misma.
Primero el de las preguntas continuadas ¿por qué la gente quiere escuchar lo que dice Podemos? Porque está harta de sus políticos.
¿Por qué está harta de sus políticos? Porque no hacen nada para solucionar una situación que nos está arrojando a la miseria ¿por qué no hacen nada? Porque están más preocupados de salvar sus intereses personales y los de aquellos que les sustentan en el poder ¿Porque están tan preocupados por eso? Porque están involucrados de forma masiva y casi institucional en casos de nepotismo, corrupción, prebendas, enriquecimiento personal y financiaciones oscuras.
Así que si se lleva la queja de la vicepresidenta a la cascada de preguntas y respuestas que la preceden solamente se puede llegar a la conclusión de que es posible que Podemos diga lo que la gente quiere oír pero la culpa de que la gente quiera oírlo es de los políticos y las organizaciones políticas que han hecho de su capa un sayo desde que se reinició la democracia en nuestro país.
Y el segundo bofetón que Soraya se da a sí misma con esa acusación de populismo en el discurso y las propuestas de Podemos está en un hecho pasado pero reciente. La última campaña electoral.
¿No logró la mayoría absoluta el PP diciendo lo que la gente quería oír?, ¿no lo hizo prometiendo no recortar en Sanidad ni en Educación, no recortar las pensiones ni el poder adquisitivo de los españoles, no aumentar los impuestos? ¿no le votaron porque sus líderes recorrieron España de mitín en mitín y los medios de entrevista en debate gritando a los cuatro vientos lo que la gente quería oír?
Así que, si Podemos es populista por decir lo que la gente quiere oír, la nueva formación política lo será porque El Partido Popular y el resto de las formaciones les han dado la excusa perfecta y porque lo han aprendido a ser de ellos.
No se puede defender que cuando uno regala los oídos del electorado con promesas que luego no cumple para lograr sufragios no se es populista y cuando lo hace el rival político sí lo es
¡Oh Soraya, impenitente admiradora de Sir William y sus frases, "no enciendas tanto la hoguera contra tu enemigo que alcance a quemarte".
Aunque me temo que la advertencia llega tarde. La vicepresidenta del Gobierno ya se ha quemado a lo bonzo con sus críticas.
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