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lunes, enero 26, 2015

El caos que no llega de Syriza sino de sus enemigos

Vale, Syriza ha ganado en Grecia. Vale el cielo no se ha caído sobre nuestras cabezas. Vale el mundo sigue girando.
El día uno del gobierno de Syriza en Grecia no ha desatado el Armagedom, no ha lanzado a los jinetes del apocalipsis a recorrer los caminos de Europa. 
Nos dijeron que desatarían el enfrentamiento con Europa, nos amenazaron con que desatarían el caos. Profetas disfrazados de analistas que en realidad eran voceros de los enemigos de esa nueva forma de ver la política trataron de encendernos los terrores y activarnos los miedos para que no hiciéramos nosotros lo mismo con nuestra sociedad: intentar un cambio, un verdadero cambio.
Nos hablaron de un enfrentamiento, del caos. Y en eso tenían razón. Pero la victoria de Syriza también demuestra quién lo busca, quién lo quiere y quién será el responsable del mismo en caso de que se produzca.
La victoria de Syriza ha hecho que la cotización del euro baje a niveles de hace once años. Los mercados reaccionan mal. Y pese a que nos digan que es lógico, que es una reacción de los mercados, que es culpa de Syriza, sabemos que no.
Porque los mercados no existen, no son entes de Inteligencia Artificial que actúan por su cuenta. Los principales compradores y vendedores de divisas son los bancos y son los bancos los que han declarado la guerra a Europa forzando ese derrumbe del euro -que todavía está por ver si es positivo o negativo para la economía en general- por el hecho de que Tsipras va a ser el nuevo Primer Ministro griego.
Los inversionistas, aquellos que no quieren que se toque su dinero, sus beneficios que tributan solamente un 1%, son los que han empezado un movimiento que nos puede llevar al caos. Aunque en realidad creo que les llevará al caos a ellos. 
Tsipras no ha hecho aún nada y los que tienen el poder económico en Europa y en el mundo ya pretenden dar un Golpe de Estado en Grecia utilizando el euro primero, luego la deuda griega -y si no al tiempo- y finalmente los créditos a los gobiernos -algo que ya se ha ensayado con éxito por ejemplo en Egipto- para intentar sacar del escenario político a alguien que quiere cambiar las reglas del juego y que ha sido puesto en él por la voluntad de los gobernados.
El líder de Syriza aún no ha formado siquiera gobierno y Alemania ya intenta interferir en su política porque ve que el diseño de falsa austeridad de Merkel que solo beneficia a los grandes productores europeos -es decir a su país- hace aguas. Ya amenaza, ya reprocha, ya advierte, ya intenta asustar, olvidando el principio de no injerencia que tiene que regir en toda asociación entre naciones aliadas y mucho más unidas económicamente.
Y a eso seguirán los demás. Quedan días -si no horas- para que el FMI haga algo parecido, para que desde S&P hasta la última de las agencias de valoración añadan letras y letras a Grecia convirtiéndola en un país en el que no es rentable invertir. Todos intentarán un bloqueo que fuerce a los griegos a cambiar de opinión, a rendirse, a plegarse a su visión del mundo y de la economía en lugar de llevar adelante la que ellos quieren poner en práctica.
Y eso no es lo más parecido a una declaración formal de guerra contra la voluntad democrática griega y el gobierno emanado de la misma.
Así que si hay guerra la habrán empezado ellos, si hay caos lo habrán desencadenado ellos no los griegos con su voto o Tsipras con su gobierno.
Y quien siga pensando que es más lógico que bancos e inversionistas opten por defender el dinero antes que a las personas ya ha elegido bando.

viernes, diciembre 19, 2014

Un hombre de Teruel da mucho miedo

Un hombre de Teruel estrellando su coche de forma trágicamente inútil contra la sede del Partido Popular desata muchos miedos.
Miedo a que esa sea la única salida que nos dejen aquellos que se niegan a diseñar otra para no perder su situación de poder y privilegio.
Miedo a que cuando consigamos sacar la cabeza de estas crisis que se superponen hasta parecer eternas ya no quede nada que recuperar.
Miedo  a que aquellos que nos han dirigido al desastre reaccionen como suelen hacerlo cuando les entra el miedo.
Miedo a que ni por esas capten el mensaje de que no queremos lo que han pensado hacer con nuestro futuro para su beneficio.
Miedo de que la muerte de un sistema económico se lleve por delante no solo las haciendas sino las vidas de muchos de los que han caído en el pozo de la miseria.
Miedo a que, una vez más, haga falta un héroe o un milagro para adecentar el local
Miedo a que la desesperación vuelva loca a demasiada gente hasta no ver más salidas que las que están teñidas de muerte y violencia.
Miedo a que las disquisiciones que vendrán ahora sobre el asunto nos haga perder aún más tiempo en la labor de ponernos todos a intentar construir algo nuevo sobre las cenizas de un sistema ya muerto.
Miedo a que hechos como este les sirvan de excusa o coartada para cerrar aún más los dedos de su poder sobre la garganta de las libertades públicas a las que ya están asfixiando.
Miedo a que la inagotable cascada de tropelías políticas de los que dicen gobernarnos haya originado tanta gente que no tenga nada que perder que se conforme con lograr que los causantes de su desgracia dejen de respirar.
Pero a mi no es el hombre de Teruel estrellando su coche contra la sede del PP lo que me da miedo.
Lo que me da miedo es que ninguno de ellos ha captado el mensaje de desesperación y destrucción social que supone que un hombre de Teruel estrelle inútilmente su coche cargado de una bomba casera contra Génova, 13.
Me da miedo que los que deberían estar reflexionando y haciendo examen de conciencia sobre lo que han hecho y dejado de hacer para que lleguemos a esto, ahora tan solo tienen miedo.

martes, noviembre 25, 2014

De Camps a Ferguson o la regresión a la barbarie

A veces pienso que nos estamos retrotrayendo a nuestros peores momentos. A esos tiempos oscuros que hasta ahora tan solo poblaban las películas y los libros de fantasía.
Ferguson (San Luis, Misouri) arde y los amantes de la ley y el orden exigirán mano dura, intervención rápida y la participación de la Guardia Nacional -lo más parecido a una intervención militar que es posible en Estados Unidos- para parar los disturbios. Y si solamente se contemplan las calles en guerra, las hogueras y los escaparates rotos, tendrán hasta razón.
Ferguson arde y los amantes de la revisión justa y equilibrada de la sociedad pedirán que se juzgue al policía que disparo a un joven desarmado, reclamarán que se investigue y se acuse al agente que le tiroteó. Y si solamente se contempla el cadáver de un joven negro de 18 años tendido en la acera en la noche sin ningún arma en las manos es casi seguro que tienen razón.
Las dos posiciones tienen su lógica aunque sean irreconciliables, aunque lo parezcan al menos. Pero creo que ninguna de ellas nos está retrotrayendo a la barbarie, nos está llevando allá donde empezamos. A los tiempos en los que la subida de la barra de pan originó el imperio de la guillotina, a los momentos en los que la caída de un nombre de segundo rango por una ventana de la siempre hermosa ciudad de Praga desató una conflagración mundial.
Son nuestros gobiernos los que nos conducen a ello. Es su incapacidad de llevar a cabo el trabajo para el que se les elige y se les paga: equilibrar las posturas enfrentadas de la sociedad.
Que un agente del orden dispare a un hombre desarmado se tiene que investigar y se tiene que juzgar. Es muy simple. 
Eso no significa que sea culpable, eso no significa que tenga que ir a la cárcel. Solo significa que tiene que investigarse y juzgarse.
Puede que Brown, el chico muerto en cuestión, le atacara. Pero si no llevaba armas, un agente está más que entrenado para reducir físicamente a cualquier ciudadano normal y si las llevaba estará justificado el disparo.
Pero tiene que investigarse y juzgarse.
Después de lo ocurrido un año antes con un vigilante ciudadano que mató a otro joven desarmado -también negro-, el gobierno estadounidense debería haber aprendido. 
El problema no está a mi entender en el odio racial, o en la criminalidad. El problema está en un elemento que nadie tiene en cuenta: los juicios y los jurados se realizan y se eligen en la circunscripción judicial del acusado.
Y ese principio, que se ideó como forma de proteger al reo -y que en condiciones generales puede servir- es el que origina en estos casos los absurdos judiciales como el que ha desatado los disturbios de Ferguson.
Porque los vecinos del policía comparten sus miedos, sus aprehensiones -por no llamarlas de un modo más duro- y piensan que ellos hubieran hecho lo mismo si hubieran tenido un arma en la mano y hubieran visto correr a un negro enfurecido hacia ellos.
A mi modo de ver ahí empieza y acaba el problema.
Y los gobiernos no se bajan del burro de principios que sin ser eliminados deberían ser revisados para casos concretos, para situaciones específicas. Tal y como yo lo veo un gobierno es el encargado de la evolución de las leyes para ajustarlas a los problemas de la sociedad. 
Pero su inmovilismo no está matando. Nos está impidiendo avanzar.
Y si creemos que es un problema estadounidense pensemos porque resultó absuelto el ínclito Camps de los trapicheos con sus trajes por poner un ejemplo menos dramático pero que en esencia responde al mismo error.
Los Okupas se suben a la parra porque nadie revisa las leyes de alquiler y de propiedad buscando un equilibrio entre el derecho a la vivienda y a la propiedad; los borrokas en su tiempo llenaron de llamaradas y cantos rodados las calles de Euskadi porque nadie les permitía dar una salida democrática a su deseo de independentismo, los anti abortistas la emprenden contra las clínicas porque nadie buscó una respuesta social al respecto de esa materia y se dedicó a imponerla en uno u otro sentido.
Tengo la impresión de que los gobiernos han perdido todo su sentido de intersección, de equilibrador y gestor de las tensiones sociales.
Un partido se debe a sus votantes, pero un gobierno se debe a sus ciudadanos, le hayan votado o no.
Sea el gobernador de Misouri o Mariano Rajoy. Todo lo demás es una regresion a la barbarie. Una invitación a que Genserico saquee de nuevo Roma. Vamos, creo yo.

sábado, noviembre 22, 2014

Y se me cae la cara de verguenza

Están matando a Carmen Ayuso.
Y No son los que lo hacen físicamente, carroñeros sin un ápice de voluntad de ser seres humanos, que utilizan la miseria para obtener el dinero que su capacidad les impide lograr, dinero.
No son aquellos que lo hacen posible negándose a legislar para impedirlo preocupados solo de parapetarse tras sus privilegios para lograr lo único que les interesa, dinero.
Al menos, no son solo ellos.
También somos los que nos quejamos, nos indignamos, nos gastamos los dedos en denunciarlo y criticarlo en un teclado y no hacemos nada al respecto.
También somos los que, refugiados en la cada vez débil frontera del "a nosotros no nos ha tocado", nos parapetamos tras el viejo adagio perverso y en ocasiones cobarde de "más vale malo conocido".
También somos los que insistimos en desenmascarar a los que llegan nuevos a la política por miedo a no tener excusa ninguna para seguir votando a los que han construido la fosa de miseria y desesperanza en la que poco a poco va cayendo más gente.
También somos los que bajamos la cabeza y cerramos los ojos y los oídos y seguimos pensando que conceptos teóricos gastados como la paridad o símbolos vacíos como la bandera (cualquiera de ellas) son más importantes que que alguien de 85 años sea condenado a morir fuera de su casa, entre llanto, indiferencia y silencio.
Están matando a Carmen Ayuso y no hacemos nada. Miramos. Con consternación o indiferencia, con repugnancia o indolencia, con ira o con pasividad, con arrogancia o con miedo, pero solo miramos.
¿En que nos convierte eso?
Cuesta articularlo pero somos unos asesinos, o sus cómplices, o sus colaboradores necesarios. Pongámonos el grado de culpa que estemos dispuestos a asumir. Pero somos culpables.
No es el Gobierno, no son los usureros carroñeros, no son los bancos, no es la sociedad. Somos nosotros.
Me avergüenzo de haber permitido que estén matando a Carmen, me avergüenzo de pensar que bastante tengo con lo mío. Me avergüenzo de estar escribiendo este post. Me avergüenzo de no haber hecho nada.
Espero llegar a tiempo a la siguiente.

martes, noviembre 11, 2014

Que la "madeja" corrupta nos lleve hasta nosotros

Ahora toca tirar de la "madeja".
En ese partido de tenis eterno que parecen jugar los jueces Ruz y Ayala y que nos tiene amenazadas las cervicales de tanto girarlas de Madrid a Andalucía ida y vuelta, ahora le toca el turno a Mercedes Ayala que se arranca hoy con una redada casi multitudinaria contra la corrupción municipal en Andalucía.
Y da igual que los detenidos e implicados al final sean del Partido Popular, del Partido Socialista Obrero Español, del Partido Andalucista o de la formación política del stablishment actual que sea.
El mensaje es el mismo. Siempre es el mismo.
La corrupción, el arte indecente de meter la caja en lo público, de gobernar en beneficio propio y no de todos, está tan implantado en nuestra política que resulta inherente a ella.
Cuando conozcamos los nombres de los nuevos virus que han devorado la política municipal andaluza cargaremos contra ellos, las redes se llenaran de tuits, actualizaciones de Facebook y post blogueros sobre ellos, sus actos y sus desmanes.
Pediremos sus cabezas y no nos las darán. Como siempre. Exigiremos que devuelvan lo robado y no lo harán. Demandaremos que se hagan leyes duras para evitar la corrupción, se prometerán y luego se aparcarán o se endulzarán.
Vamos, lo de siempre.
Pero a ver si esta vez, ya venga de Ayala o de Ruz, ya sea Gürtel o Madeja, comenzamos a pensar de una forma diferente, nos preguntamos algo diferente.
A ver si, en lugar de utilizar a Ayala para compensar la corrupción que Ruz saca a relucir en el Partido Popular, las gentes conservadoras de este país se hacen por fin la pregunta ¿por qué pensamos que son de los nuestros si no hacen nada por nosotros?, ¿por qué les defendemos y les votamos si solamente gobiernan para ellos y no para nosotros?, ¿nos compensa la patria, la bandera o el aborto de estos desmanes?
A ver si, en lugar de responder con Ruz a las imputaciones de Ayala a miembros del Partido Socialista o de UGT, los que se llaman progresistas de este país se hacen por fin la misma pregunta: ¿por qué les consideramos de los nuestros si nos fallan una y otra vez?, ¿por qué seguimos aferrados a su defensa si solamente se preocupan de ellos mismos y su "progreso"?, ¿nos compensa la ley de maltrato, el matrimonio gay o el aborto de todos sus desmanes?
Y a ver si esta vez por fin nos damos cuenta que toda esa corrupción es inevitable mientras mantengamos este sistema económico y mientras sigamos instalados en el sistema de pensamiento occidental atlántico que hace que antepongamos la supervivencia a la dignidad, que valoremos ante todo nuestro progreso económico individual por encima de la visión del beneficio global, que elevemos nuestro egoísmo a rango de derecho inalienable.
A ver si esta vez nos damos cuenta de que la corrupción es una consecuencia no una causa y que no podemos evitarla mientras no pensemos y vivamos de otra forma.
A ver si por fin aceptamos lo que tenemos que hacer para que la corrupción no viva impunemente instalada entre nosotros.

domingo, julio 20, 2014

Aguirre lanza boomerangs que regresan de pronto

Que Esperanza Aguirre se ha convertido en la añoranza de la canción de Ricky Martin, esa de "ya no sé lo que pensar si tu recuerdo me hace bien o me hace mal", es algo que ya casi no admite discusión. Sobre todo después de ver su intervención en La Sexta.
En ese debate con el omnipresente hoy por hoy Pablo Iglesias, la presidenta del Partido Popular madrileño ha dejado claro que lo suyo al abandonar la Presidencia de la Comunidad de Madríd fue una huida de bandolero con el botín del latrocinio y no una retirada de la política. Algo que ya barruntábamos pero ahora sabemos con certeza.
Pero lo mejor de esa intervención es que Tita Espe ha recurrido a su faceta más original: la de inventora. Ella, que ha inventado el título de "lideresa", la identidad femenina de Saramago y otra seríe de hechos de ficción, ahora ha inventado una nueva forma de debate político que se podría definir como La Suicida Estrategia del Boomerang.
Porque Esperanza Aguirre se sujeta a demasiados clavos ardiendo que le queman los dedos cada vez que intenta sujetarlos para arrojarlos contra Podemos y su lider. Intenta clavarlos en la credibilidad de una formación política que aún tiene que organizar y definir muchas cosas -al menos de forma pública- en su ideario.
Y la ancestral líder del PP olvida algo que convierte su estrategia dialéctica en el ya citado boomerang que vuelve para estrellarse contra su rostro: Podemos nunca ha gobernado y ella y el Partido Popular sí.
Debe ser la costumbre del bipartidismo de cesantías y alternancia en el que lleva medrando tanto tiempo lo que le hace caer en ese error pero va uno detrás de otro.
Empieza con lo suyo, lo que más le gusta: Exige a Pablo Iglesias que diga que ETA son Asesinos y después de algunos pases de pecho y finas verónicas el líder de Podemos afirma "Podemos condena toda actividad de ETA". Ahí debería acabar esa parte del debate.
Pero no, a Espe no le vale. Tienen que ser sus palabras exactas. 
Olvida ue el gobierno del que ella formaba parte intentó firmar una tregua y acercó presos etarras -aunque haya tardado casi una década en reconocerlo-, olvida que el Presidente del Gobierno del que ella formó parte se fue a Londrés a hablar en la BBC sobre el "Frente de Liberación de Euskadi". Podemos condena a ETA y ella no puede decir que no lo hace porque hay que creer en su palabra, ya que sus acciones degobierno aún no pueden desmentirle.
Y así con todo.
Ella dice que condena las dictaduras y el cabeza visible de Podemos le dice que también. Ella no puede decir que su adversario miente porque este aún no ha gobernado, no ha tenido ocasión de contradecir sus palabras con sus actos. 
Pero esa condena le vuelve en modo boomerang cuando alguien le lista una serie de acciones: sus viajes oficiales a China, sus contratos de colaboración con el Partido Comunista Chino, las ventas de armas al Gobierno Venezolano -que ahora parece el único régimen de tintes totalitarios del mundo-, sus acuerdos con el presidente colombiano Uribe cuando estaba siendo investigado por el Tribunal Penal Internacional.
Ella no cree que Podemos esté en contra de las dictaduras y, como buena cristiana, solo tiene su fe para guiarla porque Podemos aún o ha gobernado. Pero el resto del mundo, aquellos que hemos padecido y vivido su política y la de toda la corte genovesa que ahora habita en Moncloa, no necesitamos de la fe. Nosotros sabemos. 
Porque el PP ya ha gorbernado y ha hecho todas esas cosas. Ya ha definido con sus actos que le importan un carajo los derechos humanos y hace negocio con todas las dictaduras del mundo -salvo la de Castro- cuando le viene bien.
Y así sigue.
Hay que condenar a Maduro y el chavismo y el líder de Podemos no lo hace explicitamente. Pero ella no condena ni explicita ni explicitamente a las monarquías absolutas de Marruecos, Kuwait, Arabia Saudí, o Barehim con las que el Gobierno de su partido comercia, se fotografía y estrecha manos abiertamente; Podemos debe condenar a Fidel Castro y su sistemática violación de los derechos humanos, pero ella ignora que su partido no ha condenado la represión del régimen Sirio, el progromo palestino, las actividades paramilitares sufragadas por Uribe, las vejaciones de los estadounidenses en Abu Ghraib o Guantánamo y otra serie de violaciones sistemáticas de los mismos derechos de países a los que su gobierno considera perfectos socios comerciales e incluso aliados.
Le echa en cara a Pablo Iglesias que quiere nacionalizar los medios decomunicación cuando ella ya conviertió Telemadrid en una herramienta de Agitpro, cuando su partido ya transformó Canal 9 en un instrumento de propaganda política en Valencia y el Gobierno Nacional del PP está haciendo lo propio en Televisión Española.
Cada cosa de la que acusa al lider de Poemos de tener la intención de hacer le vuelve a las manos por el filo cortante del boomerang transformada en algo que ella ya ha hecho.
Acusa de recibir dinero de Maduro y los gobiernos del PP lo han recibido a espuertas a través de la venta de armas, le acusa de recibir dinero de la televisión pública iraní y el Gobierno del Partido Popular es el gobierno europeo que más negocios hace con el régimen de los Ayatolahs, le acusa de tener la intención de usar el dinero que recibe del Parlamento Europeo en financiar su programa y su partido cuando ella gobernaba Madrid ha permitido la fimra de más de un centenar de contratos de la trama Gürtel para financiar su campaña.
Y claro, quien ve los 33:05 segundos de debate solo puede hacerse una pregunta
¿Cómo puede Tita Espe intentar descreditar a Podemos por tener la intención según ella de hacer lo mismo que ella y todo su partido ya han demostrado que hacen cuando están en el gobierno?
Para rematar la faena, la anciana liberal recalcitrante que no lo es tanto desciende por fin al plano del debate político. Cuando le vuelven todos los boomerangs que lanza contra las intenciones de Iglesias en forma de actos flagrantes propios, tira de lo único que cree que la va a diferenciar: la eocnomía. 
Y hay que reconocer que ese es el punto débil de Podemos. Hay que reconocer que ese es el punto débil de cualquier partido político.
La señora condesa habla de la economía comunista, de las nacionalizaciones, de estalizaciones, de control público. Y dice que esa política trae miseria, pobreza y que está probado.
Y el último boomerang que arroja con la intención de cercenar la garganta de Podemos en pleno vuelo, le regresa ahora convertido en un arma de destrucción masiva de su propia ideología y de todos sus actos de gobierno.
Porque si la historia ha probado que ese sistema económico conduce a la pobreza, también la realidad presente prueba que el sistema liberal capitalista hace lo mismo.
Porque los seis millones de parados, la deuda del 98% del PIB, los 100.000 millones del rescate, el millón de familias bajo el umbral de la pobreza, los 600.000 hogares deshuciados, el tercio de niños que viven en riesgo de miseria, los 200.000 millones de fraude fiscal robados y escondidos en paraísos fiscales, la quiebra de los gobiernos autonómicos, la desindustrialización galopante, el quiebra de cien Pymes al día, la pérdida de poder adquisitivo, la precarización del mercado laboral, la exclusión social de la pobreza, el agujero negro de las entidades financieras y sus activos tóxicos... 
¡No son el resultado de una economía comunista estatalista, lo son de una economía del ibre mercado capitalista!
La miseria actual es producto del sistema que está probando que no sirve, que es exactamente igual de inutil que fueron los planes quinquenales de Stalin o la economía leninista programada.
Al final del debate le estalla en la cara la bomba de neutrones de que nuestra misería es complemente liberal capitlista y no tiene nada que ver con el comunismo cubano ni el estatalismo chavista, aunque estos sistemas también la originen
Así que, para terminar el debate al modo que lo empieza la señora Aguirre, repita conmigo Tita Espe palabra por palabra: "El liberal capitalismo genera más miseria que riqueza y está demostrado que está muerto y ha de yacer en su catafalco".
Y repita conmigo señor Iglesias: "Ningun sistema económico actual es plausible ni aplicable para bien de la población, hay que intentar inventar algo diferente". Seguro que podemos hacerlo.
Al segundo aún se le puede dar el beneficio de la duda, a la primera solo se le puede aplicar la condena de las pruebas irrefutables de sus actos.

lunes, junio 30, 2014

Rajoy llena la tumba de Chávez de flores sindicales

No hay nada que provoque más revuelo que la irrupción de algo que no se espera, que se ha desechado de antemano, que no responde a los modos y maneras habituales.
Eso es lo que ha pasado con Podemos, la nueva formación política. Pero no se trata hoy de hablar de ella, de sus errores y sus aciertos. Se trata de hablar de toda la armada de naos y bajeles que se han lanzado a los mares de la comunicación y la política mediática para intentar cañonearles y acertarles por debajo de la línea de flotación.
Concretamente, de la munición que utilizan.
Más allá del sempiterno recurso al terrorismo de ETA como simbionte de todo lo que quieren presentar como malo o perverso cuando en realidad el Partido Popular ha sido el único simbionte electoral de esa formación de locos y asesinos, beneficiándose de su existencia a través de su constante recurso al miedo y al terror, la principal acusación que se escucha en los entornos y voceros lanzados a la palestra es la de populismo, concretamente la de "Chavismo".
Ese ogro político para unos y revolución para otros de nuestro siglo que está instalado en Venezuela es el ejemplo que utilizan desde los ex presidentes hasta los portavoces en el Congreso, desde las ministras hasta los think tank.
Y una mañana te despiertas leyendo que en España, detenidos por los policías, procesados por los fiscales, hay 300 personas cuyas condenas suman 120 años de cárcel. Tres centenares de personas que tienen algo en común, una sola cosa en común en todos los casos; la disensión, la protesta, la acción sindical.
¿Eso no es chavista? 
¿No es Maduro, el sucesor del fallecido líder autoproclamado heredero de Bolivar, el que se dedica a procesar opositores con la excusa de que sus manifestaciones incitan a la violencia, no es el régimen que gobierna Venezuela con cada vez menos justificaciones democráticas el que se dedica a promulgar leyes que convierten un ¡Abajo el gobierno! en una incitación a la violencia, que transforman un ¡Maduro. dimisión! en un delito casi de alta traición?
Y los mismos que llaman chavista a un individuo por llevar coleta se dedican a hacer lo mismo que es régimen. Intentan parar las huelgas pidiendo la condena de cuatro años de cárcel a quien se sube a un autobús -acompañada de un policía, ni más ni menos- para informar a un conductor de su derecho a la huelga; mandan a prisión a gentes que golpean con la mano el coche de un empresario cuando pasa, o que cogen comida de un supermercado para dársela a gente que pasa hambre.
Como Maduro en Venezuela han elegido el camino de la persecución judicial de la disensión, de la acción política, ciudadana y sindical.
Intentan criminalizar las huelgas en la más pura esencia del chavismo más recalcitrante, convertir en un delito de lesa patria la protesta.
Hugo Chávez estará orgulloso sonriendo en su catafalco cuando vea que sus supuestos rivales políticos que parecen solo serlo para criticar a otros, utilizan sus mismos métodos intimidatorios contra la protesta, contra la manifestación. Se amparan en denuncias incomprobables de policías que ni siquiera estaban presentes en el momento de los hechos para justificar lo que solamente es un intento de acallar toda acción sindical. Convertir la protesta en solamente una queja resignada, transformar la presión social en una letanía angustiada de dolores y resignaciones.
El mismo ministerio público, la misma fiscalía que se indigna y quiere dejar de procesar a cualquier precio a una infanta que alega desconocer que su marido estafaba a manos llenas, tramita sin pensánserlo dos veces con petición de máxima condena juicios contra sindicalistas femeninas acusadas de empujar a un trabajador que no quería hacer huelga cuando el trabajador se desgañita diciendo que fue un hombre quien le empujó; buscan y rebuscan motivos tan absurdos como "·arrojar agua a un autobús", parar el tráfico durante cinco minutos o por limitar el "derecho al trabajo".
En la mejor tradición del chavismo más recalcitrante, actúan como los salvadores de la patria contra los que nada puede decirse, convierten en delito opinar contra ellos en las redes sociales, juntarse o convocarse sin su permiso, hacer una huelga.
Cuando Hugo Chávez consideró que hablar en la televisión contra las decisiones de su gobierno era un acto de traición y empezó a cerrarlas, los falsos liberales de Génova, 13 y de Férraz se rasgaron las vestiduras hablando de libertad de expresión, de derecho del pueblo a opinar y ahora el Gobierno de Moncloa tira de la misma forma de hacer las cosas llenando las cárceles de sindicalistas mientras sus fiscales piden penas menores para sus políticos corruptos, para sus familiares que se dan a la fuga y sus ministros indultan sistemáticamente a banqueros que han atentado mucho más contra la propiedad privada y pública que un manifestante que desde un piquete haya tirado un huevo a un coche de policía.
Así que la próxima vez que hablen de chavismo, que se llenen la boca de hablar del perjuicio que esa forma de gobierno puede causar en nuestra sociedad, que se den cuenta que no nos traen a la mente la imagen de un tipo con coleta que habla de círculos, castas y referéndum con razón o sin ella, sino que nos evocan la imagen de una policía que detiene a manifestantes de forma aleatoria, de unos fiscales que acusan de un delito a todo aquel que se opone a su pensamiento, sus medidas y su permanencia sempiterna en el poder.
La próxima vez que hablen de Chávez y chavismo que tengan claro que no nos hacen ver a esa fantasía delirante suya de una izquierda radical temida y temible. Que tengan muy claro que les vemos a ellos.
Y cuanto más sindicalistas persigan más les veremos, más les identificaremos con Maduro y su régimen porque más se parecerán a ellos. 
Y esa realidad no se altera por lo que ellos nos digan. Ya no.

miércoles, junio 11, 2014

Pablo Iglesias necesita jugar al póquer descubierto

Hay muchas cosas que tendemos a olvidar, que nos forzamos a pasar por alto en esta civilización nuestra que ha hecho de la memoria selectiva la combinación perfecta para mantener cerrada la caja fuerte de su responsabilidad.
Y uno de los olvidos más recurrentes, de las perdidas de memoria más acuciantes es la que hace referencia a la esperanza, a la ilusión. Anclados en el concepto de la virtud teologal mal entendida, olvidamos o pretendemos olvidar que si generamos ilusión y esperanza es nuestra responsabilidad responder a esas ilusiones y esas esperanzas creadas.
Y algo así le está ocurriendo a Podemos, el ariete que ha dinamitado las aparentemente sólidas puertas del  novecentista bipartidismo español. Bueno a Podemos no, a aquellos que son sus líderes, sus ideólogos o sus "compañeros" destacados, como se quieran llamar, que en todas partes hay nombres para todo.
Más allá de los excesos informativos que los medios de comunicación políticos de este país realizan sobre la situación en un intento de, como Herodes, matar al enemigo en la cuna antes de que les descabalgue del poder, lo cierto es que los fundadores de Podemos se hallan en una encrucijada.
Han golpeado a la puerta cerrada de donde se jugaba la partida, han usado la fuerza y la ilusión de más de un millón de personas para empujar y derribarla y ahora han entrado en el garito se han sentado a la mesa y les han repartido cartas.
Y tienen que decidir qué hacer con ellas. Tienen que decidir cómo las juegan. Tienen que llegar a la conclusión de si juegan para ellos o lo hacen para todos. Si tiran de riesgo y coherencia o de farol y descarte.
El último enfrentamiento escenificado entre la jefatura y las bases madrileñas de la organización es el primer movimiento de esa partida -aunque no se puede negar que muy magnificado por los medios de comunicación que han hecho de buscarle las vueltas a Pablo Iglesias el nuevo deporte nacional-.
Porque no se puede criticar a los partidos tradicionales y luego establecer un sistema estanco de listas cerradas; porque no se puede ganar un millón de votos hablando del derecho a decidir sobre nuestro futuro y luego diseñar un sistema interno que impide o cuando menos dificulta a los miembros de los círculos presentar candidaturas para dirigir el partido. Bueno sí se puede, pero no se debería.
Podemos y sus dirigentes se enfrentan por fin al primer descarte de la partida de póquer que es la política. Elegir entre deshacerse de su ideología o deshacerse de sus esperanzas. De aquellas que generaron en todos los que decidieron apoyarles.
Pablo Iglesias y su equipo de confianza quieren mantener el control ideológico del rumbo del partido -y hasta cierto punto es normal- pero, por lógica y coherencia, tienen que arriesgarse, tienen que jugar al póquer descubierto con sus bases y tienen que dejar que sean ellas las que les den ese control.
Porque si no lo hacen serán un partido más, serán como todos los demás y habrán defraudado a todos los que les creyeron y les votaron.
"Somos adultos y tenemos derecho a decidir sobre lo que nos interesa". Ese es el mensaje fundamental de Podemos, ese el mensaje que les ha hecho lo que son y ahora, por mal que pueda irles la partida, sus líderes tienen que mantener esa carta en todos los descartes, aunque eso les obligue a desprenderse de los ases, los reyes y los comodines. Es la única carta a la que no pueden renunciar.
Porque si lo hacen sus enemigos políticos ya habrán ganado la partida aunque Podemos llegara acceder al poder. Porque lo habrá logrado jugando con sus reglas.
Últimamente, desde que la irrupción electoral fijara muchas más miradas y atenciones en ellos, los líderes de Podemos están en esa tesitura. Convocan manifestaciones por el derecho a decidir la forma de configuración del Estado y luego las transforman en concentraciones republicanas.
Se trata o debe tratarse de que dejen decidir a la ciudadanía no de ser republicano. Si la ciudadanía decide ser súbditos y no ciudadanos pues muy bien, seguimos con el rey y a otra cosa. Y Podemos lo respeta y lo apoya porque solamente así será fiel a su seña de identidad que es ser un partido que respeta y asume los deseos de aquellos a los que nunca se les da voz en los asuntos importantes.


Y a nivel interno tres cuartas de lo mismo. Si sus bases deciden integrarse en un bloque de izquierdas con Izquierda Unida -cosa que no es deseable, por otra parte- pues lo asumen porque eso es lo que quieren aquellos a los que Podemos dice que representa, si quieren poner a otro al mando o seguir otra línea ideológica pues se hace.
Y así Podemos seguirá siendo Podemos y siendo fiel a su principal valor, a su principal modus operandi, a la ilusión que despertó en los españoles de darles la posibilidad real de decidir sobre su futuro.
Aunque el futuro que decidan no sea el que los fundadores e ideólogos de Podemos tuvieran en mente.
Eso sí les haría realmente diferentes, eso sí les haría coherentes.
Más nos vale que lo hagan ahora que aún pueden porque si no solamente serán como el resto de los tahúres que juegan la partida de la política. Ganaran la mano tirando de ases en la manga, de faroles y de cartas marcadas defraudando las esperanzas que ellos mismos crearon, destruyendo las ilusiones que ellos mismos alimentaron.
Lo harán en lugar de jugar como nadie ha jugado a la política en este mundo occidental atlántico en muchos siglos. A la canadiense: descubierto y sin comodines.


sábado, mayo 31, 2014

Podemos aterroriza al falso déspota Ilustrado

Hay ocasiones en las que uno no puede evitar recordar la mítica frase del personaje del descafeinado Episodio I de Star Wars como resumen de la actividad humana: Nada es más fuerte que el miedo.
Y resulta que en estos días, tras el fiasco electoral de algunos y el ascenso vertiginoso de la ilusión en las urnas de otros, el miedo empieza aflorar a la piel de esos que se hacen llamar políticos y que en realidad solamente se esfuerzan en ser poderosos.
Y como llega el miedo, llega el ataque como herramienta defensiva. Y como llega el ataque y se han acostumbrado a no hacerlo de frente, como no roban de frente, como no tiran de nepotismo de frente, como engañan de frente -vamos, como no hacen ninguna cosa de frente- pues se buscan un escudo para lanzar ese ataque.
Y el nuevo hoplos, el parapeto elegido para lanzar esos ataques tiene un nombre, una sola palabra que se repite como un mantra contra Pablo Iglesias y Podemos: populismo.
Pues bien, hablemos de populismo.
¿Qué se supone que es el populismo?, ¿en qué consiste ese nuevo enemigo que nos acecha tras la coleta de Iglesias y las camisetas verdes por la Educación de sus eurodiputadas?, ¿cual es esa hidra multicéfala contra la que clama desde sus canas el otrora estadista y ahora autoreconocido miembro de la casta?
La primera sorpresa nos llega del hecho de que tal definición no existe en el diccionario -en la wikipedia sí, allí existe de todo- así que tenemos que tirar de manual de ciencias políticas -aquí ya estoy catalogado por la mayoría del arco político español. Soy un friki de Podemos- para saber algo.
Se supone que el populismo se basa en dos cosas. 
Primero en prometer medidas populares que no necesariamente son eficaces.
Y entonces las preguntas se me vuelven respuestas aunque sigan pareciendo preguntas.
Entonces ¿es populismo utilizar como lucha contra el terrorismo la obligación de izar la bandera española todos los días en los ayuntamientos de Euskadi?, ¿es populismo prometer 10 millones de puestos de trabajo y luego no crearlos?, ¿es populismo prometer bajar los impuestos y luego aumentarlos?, ¿es populismo crear un subsidio agrario que esquilma las arcas públicas pero no soluciona los problemas endémicos de nuestra agricultura?, ¿es populismo agarrarse a los fondos estructurales de la UE como a un clavo ardiendo para mantener actividades económicas que no son rentables?
Las preguntas contienen en si mismas la misma respuesta para todas. Son la quintaesencia de la pregunta retórica.
Como se antoja algo muy parecido al populismo -en este aspecto concreto- entonar y reiterar, pese a todo dato y estadística, el famoso "España va bien", hacer bandera de leyes que solo cubren a colectivos concretos -aunque sean necesarias- mientras se ignora y hasta se niega la existencia de una crisis económica, tirar de política de Marca España, de selección de fútbol campeona de no se qué y no sé cuantos y de tenista escultural y de drive demoledor para vender un país como bueno.
Y todo eso no lo ha hecho Pablo Iglesias, No lo ha hecho Podemos. Lo han hecho los que ahora salen a la palestra, aupados en una suerte de miedo repentino a clamar contra el populismo. Hayan gobernado o no.
Porque las hay que, desde sus partidos minotarios, acusan de populismo después de haber destilado una ideología que solamente buscaba tomar los votos de unos y de otros y aglutinar la supuesta progresía con el falso españolismo para hacerse un lugar en el arco parlamentario, de la mano de actores diputados y demás.
O sea que cuando ellos, partidos serios según dicen, políticos profesionales según se creen, hacen populismo, prometen medidas populares, no son populistas, pero cuando otros lo hacen sí.
Vaya, lo de siempre. El vicio típico de nuestra sociedad. Para mi vale lo que para otros no vale. Yo puedo hacer aquello que niego a los demás el derecho a hacer.
Pero la cosa no para ahí. La otra vertiente del populismo es el intervencionismo estatal para lograr una supuesta mejora social.
Y aquí ya se les ponen los pelos como escarpias porque eso es tabú, según parece. Hablan de frikis, desastre, voluntad dictatorial, etc, etc, etc.
Claro, como el Estado español no ha intervenido para salvar a la banca de una ruina que solamente ellos se habían buscado, como no ha acudido corriendo como alma que lleva el diablo a una primera comunión a Panamá o Argentina para salvar intereses privados; como nuestro país no es el más castigado por Europa -con cualquier gobierno- por intervenir en los precios de los carburantes, en el mercado de las telecomunicaciones, en los precios de la energía, como no ha cambiado las leyes a toda prisa para evitar el procesamiento de unos cuantos dictadores asiáticos. Como no han hecho nada de todo eso no se les puede llamar intervencionistas ni populistas.
No son populistas porque no han modificado todas las reglas del juego en la Educación para beneficiar a un sector concreto, no son populistas porque no han hecho que el Estado defina una educación para la ciudadanía -los unos y los otros- que solamente sirve a sus intereses ideológicos. No son populistas porque no han viciado los órganos judiciales- el tercer poder del Estado, que debería ser absolutamente independiente- para que les declaren constitucionales leyes que saben que no lo son, no han usado el Estado y lo público de parapeto para sus negocios y sus tejemanejes.
Y entonces es cuando llega la pregunta definitiva.
Si ellos, esos que ahora claman, se mesan los cabellos y se rasgan las vestiduras, rezando a su dios o llorando a sus próceres para que el populismo no nos invada, prometen medidas populares para ganar votos y si ellos utilizan el Estado cuando les viene en gana para intervenir en asuntos en los que, según sus propias ideologías, no deberían intervenir ¿qué diferencia hay con ese populismo que se nos viene encima y que será un desastre?
Pues muy simple y sencilla.
La diferencia es que supone el fin de un modo de gobierno que técnicamente acabó en el siglo XVIII pero que esos políticos creen que aún tienen derecho a ejercer: El despotismo ilustrado -lo de ilustrado es matizable-.
Es el fin de eso de "nosotros sabemos lo que os conviene aunque a vosotros os parezca mal", del "nos hemos visto obligados a tomar medidas impopulares por el bien de todos", del "todo es para el pueblo, pero sin el pueblo -¡Uy no, que eso de Carlos III-, todo para el ciudadano pero sin el ciudadano, todo para el español pero sin el español" en sus versiones progresista y conservadora.
Pero sobre todo la diferencia estriba en que las medidas y la intervención estatal están diseñadas en beneficio de todos no solamente de los que las diseñan, de sus votantes, de los que piensan de su misma manera y de sus parejas de baile económicas. 
Y claro, si el Estado interviene en beneficio de todos ya no puede intervenir en beneficio de unos pocos.
 Que al parecer eso no es populismo.

jueves, mayo 15, 2014

Montserrat Triana o el asesinato clientelar

Durante dos días nos hemos tenido que tragar el rito y el mito de que la política no tiene nada que ver con la muerte de Isabel Carrasco, de que "son cosas personales".
Y ahora parece que algunos y algunas empiezan a despertar de su letargo y recuerdan lo que son, recuerdan lo que nunca debieron dejar de ser. Recuerdan que son periodistas, no cantores de panegíricos que deben respetar la memoria impoluta de un difunto más allá de la comisión de un crimen.
Y de pronto, después de ocultarlo hasta el ridículo en las informaciones y matizarlo hasta el absurdo en los editoriales, hacen lo que tienen que hacer: informan de las circunstancias que rodean a la muerte de Isabel Carrasco.
Para ello no hace falta mucho, solo hace falta reconocer la existencia de un motivo, de una forma de actuar y de hacer política que es la causante de todo: el clientelismo feudal que impregna hasta el último resquicio de la política de las grandes formaciones españolas.
Empecemos por el principio.
Montserrat Triana, afiliada del PP, comienza su carrera política pública como candidata en las listas municipales de Astorga. Sabemos como se hacen las listas electorales en el Partido Popular y el PSOE. Luchas de poder, equilibrios de fuerzas, favores debidos, recompensas otorgadas: Clientelismo. Quizás clientelismo asumible y asumido, pero clientelismo al fin y a la postre.
Fallan los cálculos -o quizás no para Isabel Carrasco- y no obtiene una concejalía por los pelos. Pero el clientelismo funciona de nuevo en una fase ya no asumible por nadie salvo por las actrices del mismo: 
Recomendada -no se sabe si por Carrasco o por otro miembro destacado del partido- es contratada como interina en la Diputación Provincial.
¿Si hubiera entrado por oposiciones hubiera habido problema?, no; ¿si hubiera sido contratada sin recomendación, solamente por su currículo, sin tener en cuenta su militancia, su presencia en las listas electorales y su fallido acceso a una concejalía, hubiera habido problema? no. 
Pero no es así. Y no pasa nada porque el clientelismo todavía beneficia a ambas partes del acuerdo feudal de vasallaje.
La cosa sigue y se complica. Da igual que Triana no quisiera firmar un informe que le imponía su dueña y señora -a esas alturas, Isabel Carrasco ya se había convertido en su señora feudal- o que la presidenta del PP local quisiera colocar a alguien a quien debía más o que era más afecto a ella y la obedecería sin rechistar -como parece que hizo. El substituto de Triana también fue "recomendado"-.
Y aquí es cuando el clientelismo tuerce las cosas.
La señora feudal ya no está conforme con su vasalla y decide que no ocupe su puesto como concejal de Astorga, aunque ha quedado una vacante, clientelismo de nuevo. Pero aún la considera su vasalla y consiente que sea contratada como autónoma para realizar informes externos pagados con dinero público sobre lo mismo que supuestamente no sabía hacer cuando estaba contratada -porque uno asume que se despide a la gente porque no sabe hacer su trabajo cuando no hay ni puede haber quiebra económica de por medio-. Clientelismo, sobre clientelismo.
Y por eso la cosa sigue. La inquina crece pero, como sigo comiendo y subsistiendo gracias a mi señora feudal, me aguanto.
Y al final, la dueña del castillo deja de cumplir su parte del juramento vasallático y la deja sin recursos, sometida a juicio y sin forma alguna para afrontar en soledad una situación en la que la había colocado su clientelismo existencial y el nepotismo político de su dueña y señora.
Conclusión: lo que todos ya sabemos.
Culpable: Montserrat Triana -aunque la autora material de los disparos sea la madre. Eso es mera estrategia criminal-, Cómplices: Isabel Carrasco y todo el aparato político de uno y otro signo que pretende que esa es la forma correcta de hacer política en nuestro país.
Cualquiera de ellas dos podría haberse comportado de otra manera. Podría haber puesto freno a esa cadena continua de clientelismo vasallático y feudal en cualquier momento. Pero ninguna de ellas lo hizo.
Para empezar, Triana nunca debería haber puesto sus esperanzas de trabajo y sustento en ser cliente política de nadie; para continuar, Isabel Carrasco jamás debería haber aceptado que ser del partido, de la cuerda, de la tendencia o afecta en cualquier otro sentido es sinónimo de tener derecho a un puesto de trabajo y un sueldo.
Para empezar, Isabel Carrasco no tendría que haber buscado alguien afecto sino competente para un puesto solamente porque así sabía que iba a hacer todo lo que ella quisiera; para continuar, Triana no debería haber aceptado hacerlo y debería haberlo denunciado si así se lo intentaban imponer.
Para empezar, la sierva no debería haber pensado que tenía derecho a que su señora la protegiera de todo mal; para concluir, la dueña no debería haber creído nunca que tenía derecho de horca y cuchillo sobre vidas y haciendas de aquellos a los que consideraba sus siervos y aparceros.
Y ¿qué origina todo eso? Solo una palabra. No es la locura de una mujer, ni el desajuste emocional. Es el clientelismo.
Así que todos los afectos a este gobierno o cualquier otro que ahora visten de negro y gritan "asesina" a la salida de Montserrat Triana de la comisaría -¿este gobierno no decía que hacer esas cosas era anticonstitucional y había que evitarlo, por cierto?- deberían llevar sus ropas luctuosas y sus gritos al cementerio en el que yace Isabel Carrasco y repetirlos.
Porque Montserrat Triana es culpable de matar a sangre fría a alguien que no merecía morir -tal vez sí ir a la cárcel, pero no morir-. Pero Isabel Carrasco es culpable de asesinar la política española con su forma de utilizar el vasallaje y el clientelismo para mantenerse en el poder y medrar con sus cargos.
Aunque conviene repetir que eso no está penado con la muerte.
A Isabel Carrasco la mató la madre de Montserrat Triana, instigada por esta, y son cómplices del asesinato la propia víctima y todos los políticos de este país que tiran de nepotismo, relaciones feudales y clientelismo para ejercer la política.
Y ni todos los panegíricos y los eufemismos, la demagogia y las historias preparadas del mundo nos van a hacer apartar la vista de ese punto.
Estos son los hechos del caso. Y son irrefutables.

Isabel Carrasco y el móvil del rencor solitario

Hay gentes que, aprisionadas en los complejos de superioridad que desarrollan para compensar sus miedos y carencias, son capaces de creer que saben más que nadie, que pueden dirigir a los demás al lugar al que quieren llevarles sin que estos se enteren, sin que perciban la dimensión de sus maquinaciones y sus intentos de manipulación. Y sobre todo sin que estos reaccionen ante ellos.
Sabíamos que nuestros políticos casi de todo signo y condición se encontraban entre esos seres y barruntábamos que la prensa política de este país iba a hacer lo mismo tarde o temprano. Pues bien, ya lo ha hecho. 
Y como parece ser que en estos dos días todo tiene que ver con Isabel Carrasco y su asesinato a tiros en las calles de León, lo han hecho en precisamente en ese caso.
La prensa española, toda la prensa española, tira de manual y editorial y en dos días da por zanjado el asunto del asesinato de Isabel Carrasco. Pero no de manual periodístico, no de Curso General de Redacción Periodística, tira de manual de contra información, de agitación y propaganda, y da por concluido el tema.
Como todo el mundo busca un móvil en este asesinato furioso y con ensañamiento y como investigar sobre el móvil puede ser contraproducente para los intereses de aquellos a los que sirven que, obviamente, hace años que dejaron de ser la información y los ciudadanos para ser uno de los dos partidos políticos mayoritarios, nos dan un móvil.
"El rencor, la inquina personal". La asesina de Isabel Carrasco la mató por eso. Se acabaron las especulaciones. Punto final.
Y pretenden ser superiores en inteligencia y conocimiento que todos los demás, como creen que no percibiremos que nos llevan a una emboscada disfrazada de certeza, respiran tranquilos porque creen que no nos daremos cuenta de algo que es tan evidente como la rotación planetaria:
Casi todo el que mata lo hace por rencor o por inquina personal.
La mala bestia que mata a su pareja a golpes lo hace por rencor, pero luego decimos que ese rencor se origina en el hecho de que le va a abandonar para ser libre; el loco furioso de un dios mal entendido mata por rencor e inquina personal contra aquellos que no cumplen los preceptos que su locura ha inventado para el mundo; el terrorista de la bomba lapa y el tiro en la nuca mata por rencor e inquina personal contra todos aquellos que no comparten su visión sesgada y totalitaria del mundo, la mujer celosa que clava un cuchillo a su marido por la espalda lo hace por inquina personal porque este se va a divorciar o se mete en la cama de otra. 
El rencor y la inquina personal, o sea el odio, es el principal móvil presente en todas las formas de asesinato. Junto con el dinero, claro está.
Pero curiosamente las investigaciones policiales y periodísticas no suelen quedarse en ese punto, en es móvil genérico y casi universal. Tienden a preocuparse de ahondar en los motivos que han generado, con razón o sin ella -casi siempre sin ella, que pocos o ningún motivo razonable hay para matar a alguien-, ese rencor, esa "inquina personal".
Nos hemos tenido que tragar reportajes completos que hablan de por qué Bin Laden odiaba a Occidente, nos hemos desayunado día tras día con descripciones y perfiles psicológicos de Carcaño en los que nos contaban o especulaban con el motivo que le llevó a odiar a Marta del Castillo o del padre de los niños de Córdoba en el que nos explicaban porque odiaba a su esposa. 
Sin ir más lejos hace apenas una semana muchos de esos medios de comunicación han participado en una campaña que solicita el indulto para una mujer que quemó vivo a un individuo por rencor. Un rencor motivado por el hecho, nada desdeñable, de que este había violado a su hija.
Pero con Isabel Carrasco no. 
Soraya Sáenz de Santamaría dice que "es una venganza personal" y nadie le pregunta ¿y de que se estaba vengando?; el presidente del congreso dice que "fue un asesinato por motivos personales" y nadie le pone el micro o la grabadora en la boca para que responda a la pregunta ¿qué motivos personales?
Y luego nos dan un móvil del crimen para que nos callemos, para que no protestemos o indaguemos más: el rencor, la inquina personal. 
Y es tan vago e insustancial que sirve para toda muerte violenta desde Caín y Abel hasta la guerra de Vietnam, desde el asesinato de Cayo Julio César hasta las purgas estalinistas, desde los Infantes de Lara hasta el pogromo nazi.
Hitler mataba por rencor pero todos sabemos que ese rencor se basaba en el racismo, Stalin mataba por inquina personal, pero todos conocemos que lo hacía por ideología y luchas de poder, Torquemada mataba por rencor y era la religión fanática la que lo producía como lo origina hoy en los furiosos yihadistas.
Pero seguimos sin saber y parece que nadie va a investigar el motivo del rencor y la inquina personal que destilaba y aún destila la asesina de Isabel Carrasco contra su víctima.
Porque en realidad no nos han dado un móvil, nos han dado una pieza de contra información bellamente decorada, nos han dado una píldora endulzada y azucarada en la esperanza de que la ingiramos y sigamos a lo nuestro. 
Nos han dado un placebo. Nos han dado la teoría del loco solitario.
Un móvil tan rápido y un ejecutor tan solitario como Lee Harvey Oswald, como el asesino de Martín Luther King, como Mehmet Ali Agca, como el asesino de Calvo Sotelo, como Ramón Mercader, como el asesino de Olof Palme, como Yigar Amir... Como todos aquellos que han matado a políticos y personajes con poder solos y guiados exclusivamente por su rencor e "inquina personal".
Y luego se extienden en explicar cómo se planifico, en describir el lugar en el que se llevó a cabo, en recrearlo para que nuestra atención se fije en otras cosas.
Pero, a estas alturas, todos somos ya el general X de la mítica película de Oliver Stone y arqueamos una ceja bajo nuestro sombrero stetson para decir: "el cómo, el dónde y el cuando son solo montajes para el público, cortinas de humo que impiden hacer la gran pregunta: por qué".
¿Por qué odiaba a Isabel Carrasco su asesina?, si era por el despido ¿por qué esperó tres años y no disparó a su jefe directo que es, con toda probabilidad, quien lo recomendó?, si fue por perder el juicio ¿por qué siguió a la presidenta del PP leonés y no esperó a la salida del juzgado al juez que había sellado y firmado la sentencia de su ruina?
¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?
Y para quien no lo tenga claro, nada de esto justifica a las mujeres que descerrajaron cinco tiros a quemarropa a Isabel Carrasco. Que conste y queda dicho con todas las letras: Isabel Carrasco no merecía morir.
Pero el consumo se ha desplomado en España y no están las economías para despilfarrar dignidad e inteligencia en comprar cosas que no sirven, sobre todo historias preparadas.
No se está buscando exonerar a nadie, ni siquiera se están buscando atenuantes. Estamos buscando cómplices.

Lo pensado y lo escrito

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