miércoles, junio 11, 2014

Pablo Iglesias necesita jugar al póquer descubierto

Hay muchas cosas que tendemos a olvidar, que nos forzamos a pasar por alto en esta civilización nuestra que ha hecho de la memoria selectiva la combinación perfecta para mantener cerrada la caja fuerte de su responsabilidad.
Y uno de los olvidos más recurrentes, de las perdidas de memoria más acuciantes es la que hace referencia a la esperanza, a la ilusión. Anclados en el concepto de la virtud teologal mal entendida, olvidamos o pretendemos olvidar que si generamos ilusión y esperanza es nuestra responsabilidad responder a esas ilusiones y esas esperanzas creadas.
Y algo así le está ocurriendo a Podemos, el ariete que ha dinamitado las aparentemente sólidas puertas del  novecentista bipartidismo español. Bueno a Podemos no, a aquellos que son sus líderes, sus ideólogos o sus "compañeros" destacados, como se quieran llamar, que en todas partes hay nombres para todo.
Más allá de los excesos informativos que los medios de comunicación políticos de este país realizan sobre la situación en un intento de, como Herodes, matar al enemigo en la cuna antes de que les descabalgue del poder, lo cierto es que los fundadores de Podemos se hallan en una encrucijada.
Han golpeado a la puerta cerrada de donde se jugaba la partida, han usado la fuerza y la ilusión de más de un millón de personas para empujar y derribarla y ahora han entrado en el garito se han sentado a la mesa y les han repartido cartas.
Y tienen que decidir qué hacer con ellas. Tienen que decidir cómo las juegan. Tienen que llegar a la conclusión de si juegan para ellos o lo hacen para todos. Si tiran de riesgo y coherencia o de farol y descarte.
El último enfrentamiento escenificado entre la jefatura y las bases madrileñas de la organización es el primer movimiento de esa partida -aunque no se puede negar que muy magnificado por los medios de comunicación que han hecho de buscarle las vueltas a Pablo Iglesias el nuevo deporte nacional-.
Porque no se puede criticar a los partidos tradicionales y luego establecer un sistema estanco de listas cerradas; porque no se puede ganar un millón de votos hablando del derecho a decidir sobre nuestro futuro y luego diseñar un sistema interno que impide o cuando menos dificulta a los miembros de los círculos presentar candidaturas para dirigir el partido. Bueno sí se puede, pero no se debería.
Podemos y sus dirigentes se enfrentan por fin al primer descarte de la partida de póquer que es la política. Elegir entre deshacerse de su ideología o deshacerse de sus esperanzas. De aquellas que generaron en todos los que decidieron apoyarles.
Pablo Iglesias y su equipo de confianza quieren mantener el control ideológico del rumbo del partido -y hasta cierto punto es normal- pero, por lógica y coherencia, tienen que arriesgarse, tienen que jugar al póquer descubierto con sus bases y tienen que dejar que sean ellas las que les den ese control.
Porque si no lo hacen serán un partido más, serán como todos los demás y habrán defraudado a todos los que les creyeron y les votaron.
"Somos adultos y tenemos derecho a decidir sobre lo que nos interesa". Ese es el mensaje fundamental de Podemos, ese el mensaje que les ha hecho lo que son y ahora, por mal que pueda irles la partida, sus líderes tienen que mantener esa carta en todos los descartes, aunque eso les obligue a desprenderse de los ases, los reyes y los comodines. Es la única carta a la que no pueden renunciar.
Porque si lo hacen sus enemigos políticos ya habrán ganado la partida aunque Podemos llegara acceder al poder. Porque lo habrá logrado jugando con sus reglas.
Últimamente, desde que la irrupción electoral fijara muchas más miradas y atenciones en ellos, los líderes de Podemos están en esa tesitura. Convocan manifestaciones por el derecho a decidir la forma de configuración del Estado y luego las transforman en concentraciones republicanas.
Se trata o debe tratarse de que dejen decidir a la ciudadanía no de ser republicano. Si la ciudadanía decide ser súbditos y no ciudadanos pues muy bien, seguimos con el rey y a otra cosa. Y Podemos lo respeta y lo apoya porque solamente así será fiel a su seña de identidad que es ser un partido que respeta y asume los deseos de aquellos a los que nunca se les da voz en los asuntos importantes.


Y a nivel interno tres cuartas de lo mismo. Si sus bases deciden integrarse en un bloque de izquierdas con Izquierda Unida -cosa que no es deseable, por otra parte- pues lo asumen porque eso es lo que quieren aquellos a los que Podemos dice que representa, si quieren poner a otro al mando o seguir otra línea ideológica pues se hace.
Y así Podemos seguirá siendo Podemos y siendo fiel a su principal valor, a su principal modus operandi, a la ilusión que despertó en los españoles de darles la posibilidad real de decidir sobre su futuro.
Aunque el futuro que decidan no sea el que los fundadores e ideólogos de Podemos tuvieran en mente.
Eso sí les haría realmente diferentes, eso sí les haría coherentes.
Más nos vale que lo hagan ahora que aún pueden porque si no solamente serán como el resto de los tahúres que juegan la partida de la política. Ganaran la mano tirando de ases en la manga, de faroles y de cartas marcadas defraudando las esperanzas que ellos mismos crearon, destruyendo las ilusiones que ellos mismos alimentaron.
Lo harán en lugar de jugar como nadie ha jugado a la política en este mundo occidental atlántico en muchos siglos. A la canadiense: descubierto y sin comodines.


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