martes, junio 24, 2014

El Mayflower constitucionalista. Versión 2014

Es antiguo pero tampoco hemos avanzado demasiado.

Hay que cambiar la constitución
Ya está! ¡Ya se ha dicho!

Ya escucho el silbar lejano de los sables de mil “combatientes” indignados, ya siento temblar el suelo con el taconear airado de cientos de visones de doñas furiosas. ¿Por qué será que el inmovilismo sólo afecta a aquellos que se encuentran en situaciones dominantes?
Pero antes de lanzar sus legiones de acero y paños bicolores y de disponer sus cohortes de perlas y escapularios, deténganse un momento, mesires, y escuchen. Y, si el sonido de sus propios insultos les impide escuchar, al menos lean:
- En 1865 Gregor Mendel publica sus experimentos sobre híbridos de plantas.- Los puristas de la botánica dicen que eso no es ciencia, que se trata de un mero pasatiempo de horticultura. Que no se podían cambiar las leyes de tan antigua ciencia. Hoy son la base de la más esperanzada de las ciencias: La genética.
- En 1614 John Naiper, matemático escocés, publica su Mirifici Logarithmorum Canonis Descriptio, ejusque usus in utroque Trigonometría; ut etiam in omni logística mathematica, amplissimi, facillimi, et expeditissimi explicatio y la Real Sociedad Matematica inglesa lo califica de "delirio que nada tiene que ver con las leyes inmutables de la matématica pura y que no se ajusta a la bondad del cálculo erudito". Hoy, los logaritmos son la base de todo el desarrollo de las telecomunicaciones, incluso de aquello que les permitirá echarme los perros cuando lean este post: Internet.
- En 1922 se publica "Ulyses" de James Joyce, un escritor irlandés que presenta un libro sin continuidad narrativa y sin puntuar en muchos capítulos. Los críticos afirman que no se puede considerar literatura en el sentido estricto de la palabra puesto que no se ajusta a leyes ortográficas y narrativas existentes desde el mundo clásico . Hoy, es considerada una de las 50 obras cumbre de la literatura universal.
- En 1907, Picasso pinta y expone Las Señoritas de Avignon. Los gritos de la Sociedad Artística Francesa pueden escucharse hasta en el Ródano y afirman que atenta contra la misma esencia del arte y sus normas cálsicas de la armonia. Hoy, El Louvre lo expone en una sala, como una obra maestra.
Pero el cambio no es un virus que sólo afecte a la ciencia, la cultura y el arte, esas actividades marcadamente anarquistas e iconoclastas. También afecta a la política. Las constituciones de la historia han sufrido tal virus con saña y reticencia.
Desde Solón, magno legislador ateniense inventor de la constitución –y del castigo de ostracismo-, hasta los constitucionalistas estadounidenses, pasando por Ricardo de Plantagenet, Rey de Inglaterra y Lord de Irlanda por la Gracia de Dios, Jacobo II rey por la misma gracia y muerto por la de sus verdugos, Los Estados Generales de Francia y algún que otro canciller alemán de nombre Conrad, una multitud de personas y entidades han propiciado cambios en las constituciones sin que sus países hayan desaparecido de las lecciones de geografía.
Así que, organizados ejércitos del purismo del constitucionalismo y la bandera, del Una, Grande y Libre en estado puro, reflexionad un momento –sé que es difícil, pero intentadlo-.
Conozco docenas de estados federales que son una nación (se cayó el “Una”), La grandeza, como concepto patrio, requiere sacrificio y vosotros no sacrificarías lo único que consideráis importante, o sea vuestras cuentas corrientes, en aras de la patria (se cayó el “Grande”). Y la libertad es un concepto creado, desarrollado, pensado y dibujado para los seres humanos, para las personas físicas. Un territorio como mucho –y hay dudas al respecto- se puede considerar una persona jurídica (con eso decimos adiós al “Libre”).
Así que, sin vuestras consignas, ¿qué queda de vuestro purista mundo nacional españolista? Nada.
Nada salvo una palabra muy cercana a otra que también empezó como purismo.
Seguid por el camino de la intransigencia mental y teórica y acabareis sumando esas letras que os faltan: Sería una paradoja ciertamente curiosa que terminara habiendo un puritanismo democrático.
Sería realmente sorprendente, triste e incomprensible, pero sorprendente.

Hay que cambiar la constitución no por dar pábulo a una pandilla de violentos que ni siquiera saben como se articula su propia ideología. Hay que cambiarla porque hay cosas que no se incluyen y que deberían estar incluidas. Hay que cambiarla porque nuestra constitución y nuestra democracia se lo merece.
El cambio forma parte de la naturaleza de toda constitución. Se pretende que sean eternas, no inmutables. Son una ley, no una divinidad.
Pensad eso y desmovilizad vuestros ejércitos. Hoy no va a haber batalla. La libertad de ser y de vivir no entiende de purismos.
El puritanismo se hundió con el Mayflower.
Buscad si queréis una tierra en la que desembarcar antes de que el pecio os arrastre en el remolino de vuestra intransigencia y vuestra ignorancia democrática.
Pero, por favor, buscadla lejos de aquí.

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