miércoles, enero 31, 2007

Elogio de ¿La Virtud?

Dice un amigo que mantiene que no sabe nada pero discute como si lo supiera todo, que hay un axioma incuestionable en las relaciones mundanas, esas que juntan y separan a ambos sexos, que hacen el amor o la guerra según fluyan sus hormonas. La máxima en cuestión se que, citando más o menos de forma literal, "cuando un tío le regala música a una mujer es que quiere algo de ella". Esto es, que quiere conocerla en el más bíblico sentido de la palabra.
Y yo me pregunto -sin cuestionar para nada la aseveración de la que me siento cómplice estadístico-, ¿que ocurre cuando le compone música?
Mientras otros se desayunan con la COPE o con los delirios teléfonicos de los programas radiofónicos matutinos, yo hoy me he levantado con el Salve Regina de Brahms y me ha venido a la mente la reflexión de mi amigo.
Es imposible -desde mi carnal y demoniaco punto de vista- que Bach, Brahms, Mendelson o Hydn pensaran en un ser sin cuerpo pero con barba cuando compusieron sus obras. Hubiera sido un desperdicio imperdonable de inspiración báldia.
Me imagino a tan grandes maestros componiendo misas, requiems y cantatas a diestro y siniestro en la esperanza de que las doncellas y damas de sus anhelos les consideraran lo suficientemente piadosos como para acercarse a ellos con los fines más lividinosos y menos castos que se puedan albergar en la mente.
Una dama y sus goces son una inspiración incuestionable, pero un individuo incorporeo que es uno y trino, no sé yo. No parece una inspiración plausible.
Así que, hemos de darles las gracias a todas esas marías, reginas, Ludgardas o como quiera que se llamaran, que inspiraron la contrición de la música religiosa más hermosa para ocultar otras intenciones menos espirituales.
Cuando se hace cantar Aleluya con esa intensidad coral casi desesperada en su exaltación a una voz femenina que no ha conocido varón, sólo puede deberse a un deseo alcanzado de interacción con el altisimo -o con el bajisimo, según sea el interfecto-.
Gracias damas, pues, por resistirse a los impulsos masculinos y reclamaciones lujuriosas de tan grandes compositores e inspirarles momentos armónicos sublimes que los menos dotados podemos utilizar para idéntico propósito con el que ellos -según mi molesto entender- los compusieron.
Gracias doncellas de antaño. Pero, cuidado, señoras de hoy.
No es cuestión de tomar ejemplo de sus reticentes antepasadas. Ahora ya no se compone música clásica así que tan versallesca resistencia podría considerarse anacrónica en nuestros tiempos. Lo digo por si acaso.
No sea que esperando una sinfonía en Sol Mayor reciban un "ahí te quedas, me lío con tu prima"

martes, enero 30, 2007

El Oráculo de Jenofonte



En la primavera del año 401 antes de que el cometa fuera visto en la siempre mística ciudad de Belén, Diez mil griegos cantaban y marchaban con las espadas afiladas y los bolsillos llenos de oro en dirección al corazón del Imperio Persa. La suya era una marcha triunfal destinada a la historia, la gloria y la victoria. La Sibila lo había dicho y la Sibila nunca mentía. Los dioses si, pero La Sibila no.
Los diez mil dejaron de cantar cuando pasaron por Frigia y el pan se pudrió; dejaron de sonreír cuando atravesaron Licaonia y la enfermedad les acechó; dejaron de confiar cuando recorrieron Capadocia y el agua escaseó. Los diez mil griegos que estaban destinados a la victoria llegaron hasta Tarso y allí se rebelaron.
Pero La Sibila había hablado y nadie lleva la contraria a La Sibila. La expedición estaba destinada a la Victoria. Así que pidieron más sueldo, llenaron sus odres, salaron su caza y volvieron a avanzar cantando hasta que el rey Ciro, que les pagaba para seguir siendo rey, murió a manos de su hermano.
Los soldados sabían parte de la profecía, como suele ocurrir, sólo lo que les hacía falta. Los generales conocían gran parte de las palabras de La Sibila, como es habitual, sólo las que querían saber. Jenofonte conocía el augurio en su conjunto: “los que recorran dos veces el camino han de morir; victoriosos saldrán si marchan con corona”.
El rey, que ya lo era de Persia sin el apoyo de los 10.000, les exigió rendirse. Pero, desde las Thermopilas, los griegos no se planteaban rendirse ante los persas. Y volvieron.
Jenofonte calló, desafió el oráculo y volvió. Giró sobre sus pasos y emprendió un retorno en el que los persas le pisaban los talones y su ejército no había sido derrotado porque no había entrado en combate.
Le ofreció su ejercito al rey de Corinto y este lo rechazó; le prestó sus armas al monarca de Tracia y este las ignoró; puso a sus mercenarios a las órdenes de la Corona de Macedonia y Macedonia no les dejó atravesar su territorio. “Los que recorran dos veces el camino han de morir”. A esas alturas las palabras de La Sibila resonaban en los oídos y el miedo de todos los monarcas del mundo heleno.
Un año y tres meses después, los diez mil estaban a las puertas de Tebas. Su príncipe, expulsado por los persas, aceptaba su ayuda porque ya estaba derrotado y los diez mil de Jenofonte, contra el oráculo de La Sibila, entraron en batalla y, contra el oráculo de La Sibila, barrieron del campo a los persas y sus aliados.
Dos jornadas después, el ejercito se desmovilizó frente a las puertas de Atenas, donde ningún ejército griego ha entrado nunca armado.
En Delfos, una sibila agonizaba mientras le dejaba su puesto a su heredera. Muchos en Grecia mantenían que por primera vez había fallado, pero ella sabía que no. El príncipe tebano llevaba y defendía su corona Y volver al origen no significa necesariamente recorrer de nuevo el mismo camino. Jenofonte, en busca una corona para su ejercito, le había devuelto a casa por un itinerario diferente.
La mascara de oro de la nueva sibila ahogo en parte su risa: “Volver en ocasiones es la forma más recta de avanzar”. El hombre rico que había pagado la mitad de su fortuna por escuchar El Oráculo de Delfos. No entendió las palabras. No iban dirigidas a su persona.

viernes, enero 26, 2007

La Sonrisa Gualda

Hoy, recién despertado y según tanteaba la alfombra de Ikea con los pies en busca de mis seculares chanclas, he decidido intentar ser como Mariano. No como Mariano, el ilustre personaje forgesiano -tiempo ha que no tengo la condición sine qua non para tal personaje de tener una Concha -, sino como el ínclito gallego de apellido Rajoy.
Así que, entre legañas y bostezos mañananeros, he querido alegrarme como él. Alegrarme como español.
Es posible que lo temprano de mi vuelta al mundo de los despiertos, cuando aún no se habían disipado los recuerdos de lo soñado en ese periodo de tiempo que tiende a unir el nódulo límbico con el punto G, mi primer motivo de alegría ha sido el recuerdo, traido con los vapores de lo onírico, de una estupenda señor,a vestida con camisa amarilla de jaretas imposibles de planchar, llegando a mi casa y manteniéndome placenteramente fijado a un sofa.
No me ha parecido un motivo muy patriótico de alegria, salvo por el gualdo nacional color de la camisa. Y a eso me he aferrado, en mi sorrisa remenbrante, para alegrarme como español.
Pero el esfuerzo me ha durado poco.
Cuando del recuerdo ha desaparecido la camisa del color nacional -no olvidemos que el rojo es cosa de izquierdistas radicales- mostrando aquello y a aquella que ocultaba, mi alegría ha ido en aumento con lo que, muy a mi pesar, he concluido que mi alegría no se debía a la presencia en mi recuerdo del amado color de la enseña nacional.
Algo desmoralizado por mi temprano fracaso pero insistente, he agitado levemente la cabeza parsa apartar de mi tan sensuales imágenes antes de irme a la ducha. No tanto por respeto a mi intención de alegrarme como español, sino por el recuerdo permanente que, gracias al Kevin Spacey genial de American Beauty, tengo de que introducirse en la ducha mañanera con tan lúbricos pensamientos suele ocasionar acciones patéticamente futiles.
De camino a la ducha he pensado -el pasillo de mi casa es largo, aunque alquilado, y permite pensar- en tararear los acordes del himno nacional para inciar el día, como Rajoy, alegre como español. Me he puesto a ello, pero en la puerta del cuarto del excusado me he descubierto silbando malamante el himno ruso soviético.
No se porque ha sido. Quizás porque, al fin y al cabo, el maestro Grau Vergara no deja de ser un catalán -por tanto sospechoso de secesionista- o porque el citado autor no le llega ni a la suela del zapato al discipulo deTchaikovsky -o al propio Tchaikovsky, según las malas lenguas- a la hora de componer tonadas patrias. Vamos, que el himno ruso sovietico es un himno y lo nuestro una fanfarria. Otro golpe para mi esfuerzo marianil de alegrarme como español.
Por último, antes de salir al autobús, a la nieve y a los faraónicos intentos de Gallardón por pasar a la posteridad junto con Ramses II y Juan de Herrera, he intentado fijar mi alegría como español recurriendo a la furia futbolística de la selección española -la de futbol, claro, que de todos es sabido que no hay otra para un español que se precie-. Para ello he entonado varios belicosos y pírricos ¡A por ellos oe! mientras descendía las escaleras.
Tal llamamiento me ha traído recuerdos de Cardeñosa pegándole una patada al césped, de Arconada dejando pasar un balón por debajo de su cuerpo como una sardina del cantábrico, de Eloy fallando un penalty, de Puyol cagándose en Dios y buscando otro defensa que le permitiera dejar de recurrir a la ubicuidad para salvar los muebles...
En fin, que me he sonreido. Pero, claro, reirse de la selección tampoco puede considerarse -y mucho menos por Mariano- alegrarse como español.
Así que me he rendido en mi esfuerzo patrio. Cautivo y desarmado he cogido un libro y he rendido mis últimos objetivos nacionales.
No sé alegrarme como español, señor Rajoy.
Que De Juana permanezca en la cárcel o salga de ella no me entristece ni me alegra ni como español, ni como integrante de cualquier otro colectivo municipal, provincial, regional autónomico, nacional, internacional o supranacional en el que la estádistica y la casualidad de mi alumbramiento me hayan integrado sin mi permiso previo.
Es posible que se deba a las innegables taras genéticas que mi condición de medio demonio y medio negro hayan colocado en mi persona, pero no siento alegría ni pena por dicha circunstancia y mucho menos sé como se tiene que hacer para alegrarse o deprimirse uno como español.
Mi único motivo de alegría a estas alturas es la posibilidad -remota pero no imposible- de que la estupenda señora repita en ocasión cercana la placentera inmovilización en el sofá. Con camisa gualda o sin ella, aunque sería mejor sin ella.
Claro que usted, inefable alegre español Mariano, no tendrá la oportunidad de alegrarse por idéntico motivo y situación. Por muy español que se sienta.

jueves, enero 25, 2007

Versus sexus angelae -con perdón-



Dice el cantautor que no lo es por divertido y ginebrino somelier que las niñas ya no quieren ser princesas. Pero, pese a su incomparable tradición de excesos, en esta ocasión se queda corto. Las niñas ya no quieren ser nada. Y por supuesto los niños tampoco, que en estos tiempos de identidad de género compartida e igualada quedaría feo querer ser algo que las feminas no estuvieran dispuestas a compartir.
Así que ni niñas ni niños quieren ser nada. Lo que, dado como están lasc osas, significa que, en realidad, la gente que supera la treintena no quiere ser nada. Porque hasta que no sales de casa de tus padres sigues siendo un niño. Aunque practiques el sexo y el botellón; aunque te esmeres en el tuning automovilístico y personal y aunque siguas la moda del metrosexualismo o la reivindicación sigues siendo un niño.
Y estos niños de treinta y tantos que no quieren ser nada, ya no tienen espectativas vitales. No quieren ser caballeros ni princesas, pero tampoco quieren ser médicos ni científicas, abogadas ni notarios -sería un desperdecio imperdonable una señora notaria-, bomberos ni policías, pintores ni escultoras. No quieren ser nada o, si aún queremos mantener con ellos un pequeño grado de condescendencia y piedad, no saben lo que quieren ser.
Los niños eternos de la Generación Sin Sentido, pese a que sus hormonas les impelen a seducir jovencitas y sus úteros a poner en marcha sus arcanos relojes biológicos, siguen siendo los infantes que no han descubierto su vocación.
Han sustituido la trágica y contrita reflexión shakespiriana del Ser o no Ser, por la más procaz y revisionista del otro cantautor que si lo es -por aburrido y aflamencado- del Tener o no Tener.
Toda una generación se concentra en tener una casa propia, un coche, una buena posición económica, una vida afectiva sin complicaciones y tiempo, por supuesto mucho tiempo.
Y como se logre ese objetivo es secundario. Hemos sustituido la vocación por la ambición y claro eso hace que siempre estemos a digusto. Ya no se quiere ser algo y se pone esfuerzo y "oficio" -denostado término por arcaico- en ello.

Cuando se elige ser algo ese algo que se ha elegido ser forma parte de tu vida, es una pieza más del puzle de tu existencia y llena un espacio en el tablero en blanco sobre el que lo compones.
Pero nadie ha decidido ser administrativo, nadie ha experimentado la arrebatadora llamada de ser secretaria o la ardiente vocación de ser agente comercial. Nuestros trabajos, nuestras dedicaciones, son hoy fruto de la necesidad de hacer algo para llegar a conseguir nuestras auténticas vocaciones, que no son otras que la posesión de vivienda, coche y tiempo.
Nuestros empleos no son fruto del deseo y el esfuerzo, son consecuencias de la necesidad.
Por lo que nos resultan insoportables, pesados, agotadoresdesde el primer día, desde el primer segundo. Son un impedimento a nuestras vidas en lugar de una parte -cansada y onerosa, hay que reconocerlo- de esa vida. Nuestra vida es nuestra casa, nuestro coche y nuestro tiempo. Nuestro trabajo trabajo nos resta la capacidad de disfrutar de lo único que marca el sentido de nuestras vidas: aquello que hemos decidido tener.
Y mientras no lo tengan, aquellos que han hecho de la posesión su vocación, no serán nada, no podrán serlo, porque no disfrutarán de lo que hacen o lo disfrutarán solamente parcialmente.
Si el bombero que ha decidido ser bombero disfruta siendo bombero porque eso forma parte de su vida. Disfruta mucho más si gana un sueldo digno y suficiente y mucho más si los pirómanos tienen la decencia de serlo de guante blanco, de sólo incendiar en horario de oficina de jornada continua. Pero disfruta de lo que hace y lo considera parte importante de su diseño de existencia.
Pero, ¡Ay!, cuando sólo quieres alcanzar tus objetivos de posesión todo es una molestia y aquello que tenemos que hacer para conseguirlo es una losa imposible de soportar. Sobre todo cuando descubrimos que, con los salarios que se estilan en estos días, no podemos alcanzar esas espectativas.
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Y luego está el tiempo. Todos buscando tiempo para nosotros, para nuestra vida, para nuestros gustos.
El trabajo nos quita tiempo, la familia nos quita tiempo, las relaciones nos quitan tiempo. Hasta esa casa, a la que nuestra vocación nos conduce por virtud de la magia arcana de la hipoteca casi centenaria, nos quita tiempo. Todo nos quita tiempo para ser nosostros mismos, para dedicarnos a nosotros mismos. Y es el mismo delirio, el mismo problema irresuluble emanado de la mutación de la vocación en necesidad.
Un escritor, una pintora, un abogado, un alfarero, una pediatra, o cualquier haya decidido ser algo por vocación propia, no se dedica a ello todo el tiempo de su vida, pero el momento que emplea en ello forma para del tiempo que se dedica a si mismo, así que no considera que las horas que está ejerciendo su electa profesión no le pertenecen.
Pero si no has hecho esa elección vocacional, si no te has arriesgado a hacer algo porque quieres hacerlo, cualquier jornada, cualquier ocupación es tan ajena a tu vida a tu deseo como lo es el pensamiento al sueño.
Y lo mismo pasa con lo demás. La familia nos quita tiempo para nosotros porque somos padres y madres por inercia, no por elección; las relaciones nos roban tiempo porque somos parejas por necesidad, no por elección y así en una infinita cadena de elusiones que siempre nos llevan al mismo punto de partida.
No consideramos nuestra condición de familia, de pareja o de trabajador parte de nuestra vida y de nuestro tiepo porque no hemos realizado el proceso de elección y de compromiso para ser lo que somos. Hemos llegado a ello por necesidad y nuestra vocación sólo nos lleva a diseñar nuestras posesiones.
Asi que, amigo Sabina, está usted en una certidumbre absoluta. Las niñas ya no quieren ser princesas. Quieren ser rentistas. Y los niños, aun quedándose con la ginebra, han olvidado buscar el mar. Buscan dividendos.
Es lo que hay. Siempre hay tiempo para eso.

lunes, enero 22, 2007

El aprendizaje del recuerdo

Existen ocasiones en el que el recuerdo se convierte en un método de aprendizaje. Como si aquello que sabemos fuera lo único que podemos aprender sobre aquello que creemos desconocer.
Y es que el olvido es la más cruel forma de ignorancia pues, pese a que somos incapaces de saber lo que no recordamos, tenemos una tenue noción de que hubo un tiempo en el que sabíamos algo que ahora hemos olvidado.
Y nos abandonamos al recuerdo porque el recuerdo es hermoso. El recuerdo nos lleva allí donde estuvimos y queremos recordar ese momento. Queremos que el esfuerzo y la concentración nos devuelvan el aroma de lo que sabemos que conocimos; el impulso que una vez tuvimos y que nuestra mente y nuestro cuerpo ha olvidado -o ha creído olvidar- en el fragor del esfuerzo por olvidarlo.
Pero no dejamos de desconocer lo que no recordamos, aunque nos sintamos absurdamente obtusos por ello; aunque nos encontremos descorazonadoramente desorientados por no descubrir el motivo por el cual olvidamos lo inolvidable. No equivocamos el destino, tan sólo nos empeñamos en alcanzarlo por el mismo camino que hemos olvidado.
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Aprendamos pues lo que hemos olvidado como si nunca lo hubieramos conocido. Como si realmente hubieramos olvidado que lo hemos olvidado.
Balbuceemos lo que en otro tiempo recitamos de corrido; tarareemos con desafinada asonancia aquello que otrora entonamos en perfecta armonía; garabeteemos sobre un papel manchado las frases que en otro tiempo caligrafiamos con perfectas cursales sobre el más delicado de los papeles de seda; ejecutemos con torpeza infinita, extremidades quebradas y lumbalgias reticentes las danzas y los rítmos que en ocasiones pretéritas interpretamos con el sosiego de la desgana y el conocimiento o con el arrebato de la pasión y el descubrimiento.
Y disfrutemos con ello. Seamos los infantes que se enrrocan en la vocal aprendida y la repiten con orgullo hasta la saciedad como si eso fuera lo único que estuvieran destinados a aprender en sus éfimeros días.
Regocijémonos, orgullosos de nuestros garabatos como obras de arte completas y totales, sin descubrir siquiera que hay formas más completa de arte o posibilidad de ejecutarlo de otra manera. Seamos el niño que corre desaforado en busca de un crítico benigno de su artística obra, ignorando, en el orgullo de su obra acabada, que es tan sólo es esbozo de una obra completa.
Entonemos nuestros desafinados cantos sin letra o partitura, olvidando por siempre que olvidamos un canto más completo y complejo. Cantemos en la ducha sin temor a descubrir que faltan notas o palabras en el canto entonado.
Y sorprendámonos, maravillémonos, disfrutemos del nuevo proceso de aprendizaje que se nos ha concedido, como si nunca antes hubieramos sabido lo que hemos olvidado.
Puestos a olvidar, olvidemos que hemos olvidado y así no recordaremos que hubo una vez que disfrutamos aprendiendo y volveremos a sentir la felicidad de ese aprendizaje como si nunca antes se hubiera aprendido.
Y sólo cuando hayamos perdido el recuerdo de que no recordamos; sólo cuando descubramos cada momento, cada conocimiento, cada movimiento como nuevo; sólo cuando nos alegremos y nos regodeemos en lo que encontremos en el proceso, podremos aprender de nuevo.
Y en ese instante, cuando la sonrisa del aprendizaje nos desborde, recordaremos que en realidad no hemos olvidado. Sabremos que aprender es recordar lo que ya se sabía y la felicidad tenida cuando se aprendió por primera vez.

jueves, enero 18, 2007

La esperanza de vida del caracol en Mesón de Paredes

Existen dudas que deben ser resueltas por que si no, sin el conocimientos deesas verdades, la vida se convertiría en un deambular sin sentido. Alguien me dijo ayer que nunca se había planteado cuánto vivía un caracol y que eso no era justo para los pobres caracoles. Pues bien, hagamos justicia: La vida de los caracoles varía de una especie a otra. En su hábitat natural, los caracoles Achatinidae viven alrededor de entre 5 a 7 años y los caracoles del género Helix aproximadamente de 2 a 3. Los Caracoles Manzana acuáticos viven sólo 1 año. La mayor parte de las muertes son debidas a depredadores o parásitos. En ocasiones, los caracoles han vivido más allá de su vida normal, hasta los 30 años o más.
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Y la definición de esta justa necesidad de conocimiento me ha recordado algo, lo malo de demonios como yo, es que todo nos recuerda algo.
No es justo que no nos planteemos la esperanza de vida de otras especies. No es justo que la esperanza de vida de los nuestros, de los de nuestra misma especie, no supere los 50 años. No me he equivocado, no he querido decir 100, ni siquiera ochenta. He querido decir cincuenta.
Em Ghana, Gambia, Mali, Somalia, Eritrea, Sudan y otro puñado de países la esperanza de vida de un varon no supera los 50 años, apenas veinte más que el más longevo de los caracoles.
A esos años, si la desesperación, el sida o la guerra no ha acabado con su vida, lo habrá hecho el hambre. África vive poco más que un caracol y lo hace a un ritmo que ningún caracol podría soportar. Saltando de guerra en guerra, de esclavitud en esclavitud, de hambruna en hambruna. De desesperación en deseperación.
Africa vive menos que sus elefantes y por eso no puede tener su memoria; vive lo mismo que sus hipopotamos y que sus rinocerontes y por eso no puede engrandecerse en su resistencia. Africa vive poco más que sus leones y por ello apenas puede enfrentarse a sus depredadores.
Las niñas conocen la maternidad o la prostitución a los doce años y los niños la guerra o la revolución a los once.
Lo dramático de la situación no se encuentra en la explotación infantil. Lo trágico se encuentra en el hecho de que no puede ser de otra forma. Nadie quiere que su madre o sus soldados sean ancianos y en Africa a los treinta años se es casi un anciano.
Así que todos aquellos que abogan contra los soldados niños y la protitución infantil en Africa deberían tener claro que no se trata de una perversión de los hombres, mujeres y militares africanos. Se trata de una evolución sociológica. Hagamos más vieja a Africa y nos será mucho más fácil evitar que sus crias sean desgarradas por la guerra y la prostitución. Es algo que sólo podemos hacer con justicia, no con caridad, no con solidaridad. Sólo con justicia.
Quizás así consigamos que Africa deje de ser el caracol de la especie humana. Deje de arrastrase una vida media de 50 años sobre una baba de sangre y desesperanza.
A lo mejor de esta manera logramos que el niño y la niña africanos dejen de compartir con el caracol su principal causa de muerte.
Como en el lento mundo de este invertebrado olvidado, en Africa la mayoría muere a causa de depredadores o parásitos. Los depredadores se encuentran en sus tierras. Los parásitos en las nuestras.
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¿Y que tiene esto que ver con Mesón de Paredes? Por supuesto nada.
Pero Ayer me llegó un texto que hace una reflexión sobre esta calle para llegar a una conclusión que comparto, así que aquí lo tenéis. A lo mejor el sudor humano y la baba de caracol -esa que limpia, fija y da esplendor a la piel humana- tienen el mismo significado para los que usan y abusan de ellos. Son fluidos que deben extraerse de sus propietarios acualquierprecio para beneficiarse de ellos.
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La calle del Mesón de Paredes fue una de las primeras que quise ver al venir a vivir a Madrid. En 1939 mi padre, que venía con los de Franco y con 19 años de su edad de entonces, se estableció en esta calle, y de ella le oí hablar desde niño, en mi infancia de barriada andaluza. No sé si mi padre lo sabía entonces, pero en la Edad Media, un Simón Miguel Paredes tenía por aquí el más grande mesón de la villa.
El emplazamiento de la fonda, en una de las subidas al burgo medieval, y la endémica escasez y calidad de las ventas y mesones ibéricos (de creer a los viajeros de todo siglo pasado) parece que favorecieron el florecimiento del negocio. Tanto que, unos pocos Paredes más tarde, el apellido acabó por tomar preposición y sus portadores, cargos públicos en el gobierno local. Para los cuarenta del siglo acabado de pasar ya no estaba la fonda famosa, pero sí los fondos de un barrio abigarrado y trajinero, que fue lo que gustó a mi padre, quien no en vano venía de pueblo y de una guerra.
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Pero entre los medioevos mesoneros y la posguerra de buscavidas, y según cuenta Pablo de Répide, se halló en la calle del Mesón de Paredes una de las más reputadas y antiguas pastelerías de España, y aún de Europa, una que ya era famosa en tiempos de Quevedo. No eran las de aquella época como las de hoy, ni era su principal negocio la producción de croissants o pastas de té, sino la de pasteles o empanadas rellenos de carne, como la que sirvió de último reposo a los restos mortales de los padres del Buscón de Quevedo, quien no le tenía al gremio mayor aprecio que a los de médicos o escribanos, lo cual es mucho y malo que decir...
Y es que los bulos, fundados o no, de la España aurisecular acusaban a algunos pasteleros de pocos remilgos a la hora de obtener carne para el picadillo del relleno, no haciendo ascos a la de ajusticiados, no tratándose de los quemados por el brazo secular, quienes, además de herejes, quedaban inservibles por culpa de la cruel barbacoa.
También cuenta Répide que en sus tiempos (los comienzos del siglo XX) abundaban en la calle Mesón de Paredes las agencias de amas de cría, y añade un comentario crítico sobre la inocencia de las chicas de pueblo, que perdían la doncellez en los prados del norte para poder así entrar en el negocio del alquiler mamífero. Resulta irónico, tanto canibalismo directo o indirecto, y curiosa la coincidencia de vocaciones en la Historia de esta calle.
Desaparecieron los pasteleros sospechosos de canibalismo pesetero, y los sustituyeron las lactantes por horas, pero en el fondo el negocio continuó siendo el de alimentar a unos a base de otros, menos afortunados. Ya fuera a costa de sus proteínas lácteas o cárnicas.Y, cómo no, un paseo por la actual calle del Mesón de Paredes confirma la tradición y quiere perpetuarla.
Hoy, esta calle empinada sorprendería a mi padre, quien quizá sería incapaz de verse en los rostros inmigrados que animan las esquinas del siglo XXI. Yo, que no conocí el Madrid de la posguerra, sí puedo y quiero ver en el vecindario de hoy la herencia y la continuación de lo que fue.
Aunque cambien los rasgos y las lenguas, sigue habitando Mesón de Paredes gente trabajadora y humilde, que intenta hacerse hueco y lugar, y que en el proceso arma ruido y recorre las calles incesantemente. Pero claro, yo no he conocido el barrio como otros, que llevan toda la vida aquí y ven ahora como se les ha ido, porque ya nada es lo mismo. Como yo soy nuevo, puedo creerme que no hay tanta diferencia entre un senegalés recién llegado y mi padre hace sesenta años, recién salido de una guerra y con ganas de seguir vivo.
Y cuando digo que sigue la tradición, también me refiero a la de la venta de secreciones corporales. La de ahora no es exclusiva de mujeres paridas. Hoy se alquila el sudor de la gente con o sin papeles, o se le chupa el sustento pidiendo alquileres astronómicos o se apuran los beneficios excluyendo al trabajador extranjero de seguros sociales.
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martes, enero 16, 2007

Los Nuevos Terroristas

Sé que muchos preferirían que hablara y escribiera de asuntos íntimos y reflexiones personales que es para lo que se supone que sirve un blog, que es lo que hace que un blog sea visitado y vuelto a visitar. Pero hay cosas que mi condición demoniaca me obliga a decir, me obliga a pensar y me exige compartir con otros, incluso con los que no quieren pensar en ello.
y ¿Por qué lo hago? Muy sencillo. Hoy mi vida no depende de mis sentimientos, no depende de mi patrón ni depende de mi ideologia.
Hoy mi vida depende de la incapacidad de un hombre y de los que le dirigen en la sombra para apartarse de sus sueños de poder. Hoy mi vida depende de Mariano Rajoy.
Suena tremendamente dramático ¿Verdad? Parece una exageración desmesurada, una hipérbole poética que pretende llamar la atención. Pero no es así. No es otra cosa que la realidad en la que los democraticamente derrotados líderes del PP han convertido la existencia en este país.
Nuestra vida, la de nuestros hijos, la de nuestro futuro, depende deque alguien identifique los objetivos y las trincheras en las que se ha parapetado el PP. Mi vida depende de que no estalle la andanada de confrontaciones que el PP ha preparado y ha mantenido desde que la voluntad de los votantes españoles le desalojara del poder.
Y el PP sólo usa un arma en esa guerra, como el francotirador que, tras la ventana, disparaba contra las mujeres que acudían al mercado en las calles de Sarajevo, amparado en su perturbada idea de superioridad nacional. El arma de ese francotirador no era su rifle de precisión, no eran las balas de carga hueca, no era su implacable puntería. EL arma era el miedo.
El arma que utiliza Mariano Rajoy como cabeza visible -que no pensante- de las jerarquías del PP no es la crispación política, no es la oposición al Gobierno, no es el desgaste democrático de un gobierno que, como todos, está llamado a ser sustituido tarde o temprano por otro. El arma que utiliza el PP es el terror, en su estado más puro y lineal; en su vertiente más psicológica y torturadora.
Hoy -y quizas desde hace mucho tiempo- las jerarquías del Partido Popular son, se mueven y funcionan, de forma literal y nada poética, como un grupo terrorista a gran escala.
El hecho de que no utilicen armas ni bombas no los separa ni un ápice de ETA, del IRA, del Mossad o de cualquier otra institución o grupo que utilice el terror para sus fines.
Y su único fin es el mantenimiento de las hostilidades, de las confrontaciones, de los enemigos. Si no hay enemigo no hay guerra, si no hay guerra no hay miedo, si no hay miedo no hay poder.
Mariano Rajoy y sus secuaces y titiriteros han diseñado una política de doble frente tan obvia que ya se les escapa hasta en los debates del Congreso.
El PP hostiga al Gobierno, no para que pueda acabar con ETA, sino para que no pueda hacerlo. Abre un frente nuevo de terror a las espaldas de un Gobierno que debería tenerlas cubiertas para poder enfrentarse a la otra amenaza terrorista del país, a la que todos conocen.
Los liberales conservadores catalanes, los republicanos catalanistas, los comunistas ecologistas, los nacionalistas conservadores vascos, los autonomistas canarios, los independentistas gallegos..., es decir, todo el país actúa como reserva y guardaespaldas de un gobierno que ha decidio una vía de solución del enfrentamiento armado enquistado y casi irresoluble en Euskadi.
Todo el país permite hacer al Gobierno aquello para lo que fue elegido por los españoles, es decir, gobernar.
Pero el PP sigue diciendo que el Gobierno está solo y Mariano Rajoy asegura que eso no sirve. Se atreve a decir que "él es el único aliado en que debe pensar el Gobierno".
Como hace Al Fatah en Palestina con el gobierno de Hamas, como hicieran los sumnies de Argelia o de Turquía con el gobierno electo del FIS, como pretendieran hacer los conservadores bolivianos con la elección de Morales o como hizo la oposición venezolana con la reelección de Hugo Chávez, el PP se permite el lujo de pretender que ellos, que sus ideas, son más importantes que la volutad de aquellos que han elegido su propio gobierno. Las jerarquias del PP no reconocen la legitimidad del Gobierno de Zapatero porque surgió de unas elecciones que ellos no querían celebrar y que ellos perdieron. El último debate lo ha dejado claro. El único gobierno legítimo para ellos, la única política legitima para ellos, es la suya.
Rajoy afirma que "no se moverá un milímetro de donde está" y exige "que se revoque el mandato del Congreso para negociar con ETA" ¿Cómo puede pedir un demócrata que se revoque un mandato del máximo organo legislativo de su país simplemente porque a ellos no les gusta y votaron en contra? Un demócrata no puede hacerlo, pero, claro, estamos hablando del PP, cuyos dirigentes han decdido convertirse en una célula terrorista.
Como hiciera el Partido Nacional Socialista hace más de medio siglo a los Conservadores alemanes, Rajoy presiona a sus gobernantes amenzando con más terror y mas bombas si no siguen su política. Un hombre bajito y con una oratoria realmente prolija se alzaba en el estrado del Reischtag amenazando con más anarquía comunista, con más manifestaciones y algaradas anarquistas si no se tomaban las medidas que él exigia, que su partido había diseñado aunque no tenía el gobierno.
Y el PP, con Rajoy a la cabeza, ha adoptado esa estrategia. Crear más sombras de las que existen, alimentarlas y provocarlas, presionar al gobierno de su país desde la espalda para que no pueda concentrarse en dar una solución a lo que tiene en el frente. Han elegido esa estrategia en lugar de la que diseñaron los conservadores y laboristas británicos durante las negociaciones con el IRA de dejar hacer y que el desgaste político de la eleccion tomada por el Gobierno dicte si esta ha sido un error o un acierto. Pero para adoptar esa estrategia hay que ser democrata.
Por eso la única estrategia que puede llevar a cabo el PP es la que se diseñó por Hitler, Himmler y el patido nazi para la Alemania de entreguerras.
Y el PP chantajea con el miedo y el terror intentando forzar al Gobierno a cederle una parcela de poder que las urnas le robaron. Deja claro que si acaba la violencia les acusarán de haber cedido y si permanece la violencia de ETA les acusará de no terminar con ella.
Y Rajoy no lo hace mientras bebe un coñac y fuma un puro en su sala de estar charlando con sus compiches, no lo escribe en un documento de uso interno de estrategia del partido, no lo susurra en los pasillos del Congreso. Lo dice a voz en grito en la tribuna del Hemiciclo.
Tan crecido se siente, tan poco le importa la democracia, tan poco le importa en realidad la violencia o el futuro de un país no gobernado por él, que anuncia abiertamente el silogismo imposible que augura que no permitirá que el Gobierno acabe con la violencia de la banda armada abertzale.
Exige que se cierren los locales de reunion de los sindicatos anarquistas, que se prohiban sus manifestaciones, que se ilegalice el partido comunista y se detenga a sus líderes por agitadores, que se reprima y se controle toda la propaganda socialista y se aisle a sus dirigentes y de paso, que se impidan las reuniones de todos aquellos que defiendan o se relaciones con esos entornos y se impida la apertura de las sinagogas salvo en los ritos religiosos -uy, perdón eso fue en otro tiempo. Hoy de lo que se trata es de cerrar las Herriko tabernas, ilegalizar cualquier organizacion abertzale, prohibir a sus militantes integrarse o formar otras nuevas y encarcelar a sus dirigentes y a todos aquellos que cometan el delito de apoyarlos con la palabra o la escritura. Aunque es de suponer que luego cerrarían las mezquitas para evitar el desarrollo del terrorismo yihadista. Quien sabe-.
Cuando algo se piensa así sólo tiene un nombre: fascismo. Cuando se ejecuta de esa manera solo tiene una definición: terrorismo.
Así que ayer, además de a la desilusión de una clase política que ha visto perderse -al menos de forma momentanea- un camino hacia la paz en su país, asistimos a la presentación, bautizo y puesta de largo de un nuevo grupo terrorista en nuestro país: La élite guerrera del PP
Por lo menos en una cosa hay que darle la razón a Rajoy, al hombre que es un peligro para nuestras vidas: El Presidente del Gobierno se equivocó al decir que en 2007 estariamos mejor que en 2006.
En 2007, no se sabe durante cuanto tiempo, tendremos que combatir a dos grupos terroristas para evitar que la incapacidad de un pequeño grupo de indepentistas para utilizar las víasdemocraticas genere mas muertos y que el ansia desmesurada de poder de un grupo de guerreros del fascio disfrazados de demócratas les lleve a destruir un país con tal de gobernarlo.
Alguien debería recordar la máxima deLoki, el Señor de la Mentira de la mitología nórdica: "¿De que sirve gobernar el mundo si el mundo es un inmenso montón de cenizas?". Pero el señor Rajoy quiere gobernar cenizas. Lo único que quiere es gobernar.

lunes, enero 15, 2007

El Fracaso y la Historia


Hay cosas de las que no se puede hablar y mucho menos escribir en el momento en que se producen. A veces hay que reflexionar, es decir, pensar las cosas que se dicen antes de decir las cosas que se piensan.
Después de dos semanas de continuas intervenciones sobre el atentado de ETA en la T-4 del aeropuerto de Barajas, tras cientos de litros de tinta y de kilómetros de papel y cinta de video gastados en el tema, una nueva opinión no puede hacer daño ¿O si?
Horas después de que el atentado se produjera, del estallido de los explosivos, las posiciones y las respuestas parecían estar totalmente claras y los demagogos, opinadores y articulistas de la linea más dura de los amantes de la guerra y la victoria ya decían lo que debía hacerse lo que, según ellos, era lo único que se podía hacer: romper el diálogo con ETA, romperlo para siempre y volver a lo que ellos denominan "una posición de fuerza del Estado y la Democracia contra el terrorismo".
Por supuesto olvidan -porque nunca lo han sabido realmente- que democracia y fuerza son términos antagónicos, irreconciliables y que no pueden dormir en la misma cama. Lo son para los terroristas y lo son para todos los demás.
¿Por qué llevan planteando una quincena entera defendiendo esta solución? La respuesta es sencilla, patéticamente sencilla. Como siempre lo es el razonamiento infantil: Hay que cambiar de política porque el atentado de la T-4 ha demostrado que la politíca de negociación ha fracasado. Y ha fracasado porque ha originado dos muertes.
La teoría puede ser aparentemente sólida: Si lo que se busca es el fin de la violencia y la violencia se produce, la política a través de la que se intenta conseguir ese fin ha fracasado. Hasta ahí se podría estar de acuerdo -si se fuese un niño que está empezando a construir los mecanismos de razonamiento, claro está-, pero con lo que no se puede estar de acuerdo es con el retorno a la política de mano dura, persecución policial y enfrentamiento ideológico directo.
Si dos muertos accidentales en tres años suponen el fracaso dela política de negociación ¿Por que volver a una politíca que fracasó mucho tiempo antes?
Los que piden la vuelta a esa política parecen olvidar un hecho clave, pero eso tampoco sorprende: Olvidar la historia es uno de los requisitos que parecen exigirse en este país para pertenecer a la militancia y la dirección de algunos de los partidos políticos.
Es tan simple como aplicar la misma regla matemática que, según los ideólogos del PP - si es que esa formación política conoce un cocepto parecido a la ideología-, debe medir el fracaso del diálogo como política para acabar con la violencia en Euskadi.
Hagásmolo:
En la década de los setenta se impuso contra ETA la política de la persecución militar al mas puro estilo de la situación de ocupación militar que vivía el Ulster. Se militarizó la Guardia Civil y se incrementó la presencia militar en todo el territorio vasco. Resultado: Desde que Carrero Blanco ascendiera a los cielos con vehículo oficial incluido -algo que no se conocía en el mundo cristiano desde el viaje de Isaac y su igneo carro a las cercanías divinas- se produjeron más de tres centenares de muertos y una banda terrorista con conexiones en todo el mundo y una capacidad de operatividad prácticamente absoluta. 318 muertos. Politíca fracasada.
En los ochenta y noventa se abandonó este tipo de lucha antiterrorista, heredera directa de los arquetipos de la anterior dictadura y se emprendió la de acoso policial y persecución de manera más o menos encubierta a través de los servicios secretos y la supuesta lucha paramilitar.
Los líderes etarras se estrellaban misteriosamente contra postes telegráficos en Argelia, se caían de barcos y eran devorados por tiburones en Santo Domingo. El Batallón Vasco Español campaba a sus anchas; Francia hacía la vista gorda ante el asentamiento de etarras en su territorio y como culminación, los GAL organizaron una chapuza de proporciones dantescas: Resultado: El atentado más sangriento de ETA en el Hipercor de Barcelona, más de 400 muertos en 17 años en ambos bandos -El Batallón Vasco Español también mataba gente, no lo olvidemos- y un río de sangre que se perdía en las alcantarillas del Palacio del Eliseo, sin que Francia llegara a percibirlo. 315 víctimas de ETA, 60 de otros grupos. Politica fracasada.
Y llegamos al Gobierno del PP. Se mentiene la politica de acoso policial pero se inicia la de hostigamiento y satanización política del nacionalismo vasco. Se crea un pacto antiterrorista excluyente, la Ley de Partidos, se logra modificar el Código Penal. Francia parece colaborar de forma definitiva -algo que sólo había hecho de forma intermitente en la anterior etapa- Se intenta crear un frente político antinacionalista -en el que por misterios aún sin descifrar se incluye al nacionalismo catalán pero no al gallego-. Se sataniza al PNV intentando vincularlo con Herri Batasuna. Se utiliza a la Fiscalia General del Estado para iniciar todo tipo de causas políticas contra el entorno ideológico del nacionalismo Abertzale, se tremola a las víctimas cada veinte minuos y la bandera bicolor cada veinte segundos. Se utilizan los medios de comunicación afines y públicos para mantener la atención pública casi de forma exclusiva pendiente del terrorismo durante ocho años y un último rocambole final en el que se intenta responsabilizar a ETA de la matanza de Atocha provocada por el terrorismo Yihadista ...
Resultado: Una tregua parcial, unas negociaciones encubiertas en las que el PP acerca a 32 presos de la organización a carceles vascas; más procesos de opinion contra supuestos apologetas del terrorismo que contra terroristas y 81 víctimas mortales de atentados del PP -eso si contar que, según algunos recalcintrantes de esta formación politíca ETA estaba detras de la Masacre de Atocha, con lo que habría que sumar 191 muertos más-. En cualquier caso 81 muertos ¿Política fracasada?
Resulta imposible entender cual es el motivo de que una política se considere fracasada porque ha originado dos muertos en tres años y otra que ha originado casi un centenar en ocho siga creyéndose vigente y única forma de acabar con ETA.
Y claro, los ideólogos del PP no lo explican.
Recurren al miedo y a la víscera como siempre. Recurren a ellos para evitar que la gente pueda pensar. Pueda darse cuenta de lo que realmente está ocurriendo.
Y lo que está ocurriendo es lo siguiente. La bomba dela T-4 era un elemento de negociación. Suena duro, suena insensible, suena como quieran que suene, pero es así.
ETA no quería matar a nadie y las dos muertes son el resultado de que su planificación del estallido no contó con una megafonía defectuosa ni con la incapacidad de una persona para entender que desalojar un aeropuerto no supone bajar al parking y coger su coche.
El gobierno desarticula comandos operativos y de apoyo a ETA para demostrar que puede hacerlo, que no negocia porque esté perdido en su acoso policial, que negocia porque quiere hacerlo. ETA pone una bomba sin vícitmas para demostrar que puede hacerlo, que no negocia porque esté desarmada y medio derrotarda, que lo hace porque quiere hacerlo. Así se negocia en las guerras, el que no lo crea que lea a Von Clausewitz.
Pero el PP niega todo esto no porque no lo sepa sino para que los españoles no lleguen a saberlo. No porque crea realmente que la política de negociación es peor que la de confrontación sino porque esta no le produce réditos polítricos.
Y encima se atreven a exigir que los que hemos defendido el díálogo pidamos perdón por habernos equivocado.
Los que creemos que la democracia habla y no dispara. Los que creemos que la independencia de Euskadi es tan defendidble como la unidad de España y que ninguna de ellas es un bien moral, los que creemos que hablar es la mejor forma de arreglar las cosas, pediremos perdón cuando los responsables de la política antiterrorista de la UCD lo hagan por sus 318 muertos, cuando los de el PSOE y Alianza Popular lo hagan por sus 460 muertos, cuando el PP lo haga por sus 81 muertos. Entonces pediremos perdón por los dos muertos accidentales que ha originado la política que hemos defendido.
Y además propondremos otra nueva: Hagase un referendum en Euskadi y que se decida lo que se tenga que decidir. Así nadie hablará en nombre de los vascos y nadie tendrá la excusa para decir que defiende los intereses de una población a la que desde un lado y otro se sigue manteniendo en el más absoluto silencio democrático.
Hasta entonces lo mejor que podrían hacer el PP es callarse. No pienso volver a ocupar la trinchera que defendió mi abuelo hace casi 70 años porque la guerra sea su única manera que tiene el PP de perpetuarse en el poder.

jueves, enero 11, 2007

Año nuevo, vicios viejos


Los demonios nunca perdemos la esperanza. Somos las pandoras de la mitológia católica. Por eso tras diez días de espera y desespero vuelvo para constatar que hay cosas que un puñado de uvas, unas campanadas, unos bailes desenfrenados y unos cuantos propósitos de enmienda no cambian.
Sadam murió el penútimo dia del año y ETA se tómo las uvas con un atentado en la T-4. Por más que les pese a muchos ni una cosa ni la otra han cambiado demasiadas cosas. Dos factores esperados, estudiados y valorados hasta la saciedad por analistas, políticos y demás mentes pensantes se han quedado en agua de borrajas.
Irak sigue desangrándose en una guerra intestina que, por más que algunos se empeñen, sólo se cortará como lamentablemente se cortan todas las guerras: cuando una de las facciones gane. Y eso no ocurrirá mientras las tropas estadounidenses y británicas permanezcan en suelo irakí. No ocurrirá porque Estados Unidos no puede consentir que gane ninguna de ellas, porque la victoria chiita refuerza a Irán y la sunnita dará la razón al ahorcado dictador.
Pero eso sí. Occidente saca pecho y se puede olvidar un momento, un breve instante, Irak y colgarse otra medalla contra el avance del islamismo radical. Los medios occidentales han recuperado de repente a Somalia en sus portadas en este comienzo de año.
Las tropas del gobierno regular somalí han derrotado a las milicias de los tribunales islámicos somalies y, literalmente, han eliminado la primera posibilidad de un gobierno islámico en Africa.
Podría parecer una victoria pero no lo es.
Africa es islámica. Eso ya nadie puede pararlo. Ni los misioneros, ni el dinero ni el control económico que ejerce occidente sobre sus recursos y sus medios de producción, ni los gobiernos y las dictaduras militales mantenidas por Estados Unidos, ni la emigración, ni el hambre. Ni los espíritus antiguos ni el mismo San Vicente Ferrer.
África es islámica.
Las pequeñas victorias contra el yihadismo radical pueden parecer importantes pero lo único que hacen es enquistar los conflictos. De repente se olvida que gran parte de los señores de la guerra que han desangrado somalia durante dos décadas, que han permitido que sus tropas se comieran -de forma absolutamente literal- a los cascos azules, que utilizaran los envios de ayuda humanitaria como moneda de control y soborno y que han realizado cientos de miles de tropelías estaban pagados, mantenidos y amparados por Etiopía, el único país cristiano del áfrica negra.
El yihadismo aprenderá de sus derrotas que se produciran continuamente durante mucho tiempo y llegará un momento en el que sepa disfrazarse adecuadamente. Llegará un momento en que sus mujeres vistan minifaldas, sus hombres lleven corbata, sus imanes llamen a la oración por Internet, sus guerreros dejen de inmolarse matando a civiles con sus bombas. Llegará el momento en que Occidente esté tranquilo y crea que todas sus pequeñas victorias han servido para algo.
Entonces el Yihadismo habrá ganado.
Y lo puede hacer por un principio tan básico como elemental en el desarrollo histórico. El Yihadismo mediavalista se enfrenta a la desidia occidental. Es la misma lucha de los bárbaros arrianos del norte contra los cultos reiterativos y vacuos de los divinos césares de Roma; es la misma lucha de los jinetes mongoles en alas de sus dioses bárbaros contra el imperio del Mandato del Cielo de la China de Han. Ellos creen equivocadamente en sus dioses y occidente no tiene un factor aglutinador.
El Islam terminará triunfando y caera por su propio peso, como todos los imperios. No es un ejercicio de adivinación. Es un comentario de proyección histórica.
Y contra ese arrollador elemento aglutinador que es la religión mal entendida y el proselitismo mediavalista de la espada y la Yihad ¿Que opone occidente?
Las respuestas pueden llenar muchos folios pero se resumen en una sola palabra: Nada
Occidente, por fortuna, no cree en sus dioses. Por más que el Vicario Inquisidor lance a sus clérigos y exorcistas a recuperar el concepto de Infierno y meter el miedo en el cuerpo a los católicos para que vuelvan al redil, occidente ha perdido la religión como factor aglutinador con las guerras religiosas que desangraron Europa hace siglos.
Dios no existe en occidente por más que algunos intenten hacerle el boca a boca para resucitarle. Al menos como factor político. Occidente ha pasado la Edad Media y no puede ni quiere volver a ella. El Yihadismo no.
Podría decirse que a ese concepto medieval del Islam se pueden oponer los valores democráticos, pero Occidente sólo cree en esos valores para uso interno y en ocasiones ni siquiera eso. Europa mira a otro lado mientras Israel decide no reconocer a un gobierno salido de las urnas simplemente porque le viene bien; Estados Unidos protesta y amenaza con sanciones porque Bolivia elige a Morales o porque Venezuela reelige a Chavez; Todos los líderes occidentales se fotografían con un dictador encubierto que mata espías, encarcela opositores, asesina periodistas, simplemente porque no es conveniente reconvenir al Zar Espía y enfrentarse a Rusia; Estados Unidos y La Unión Europea pugnan por la presencia económica en territorio Chino, mientras el gobierno del Imperio Comunista de Han ni siquiera tiene la palabra democracia en su diccionario; Francia se encoge de hombros mientras se anulan una tras otra las elecciones en Argelia simplemente porque su población se empeña en votar al FIS; La clase politíca española no ve problema alguno en que siga vigente una ley departidos que el propio Tribunal Constitucional ha llenado de reparos. Europa no puede vender al Yihadismo y al mundo islámico su democracia porque simplemente la utiliza pero no cree en ella.
Y por supuesto tampoco cree en la fuerza. Cada vez que la utiliza lo hace con tal oposición que resulta imposible concebir que la población occidental apoye masivamente acciones de fuerza contra el Yihadismo que se esconde y parapeta tras la ignorancia y la falta de esperanza de poblaciones civiles indefensas.
En estas circunstancias, resulta imposible que, por más invectivas papales, por mas avisos políticos y por más reflexiones intelectuales que se produzcan, occidente pueda enfrentarse al Yihadismo.
Durante años, muchos años probablemente, se estarán librando batallas parciales en las que es más que posible que, sistemáticamente, triunfen la organización y el poderío militar occidental. Esas derrotas no sólo radicalizarán al Yihadismo sino que también le harán más listo, más efectivo y al final occidente se verá avocado a una confrontación que no podrá ganar.
Occidente tiene que caer. No porque el Yihadismo islámico sea mejor, no porque lo merezca. Caerá simplemente porque ningún gobierno hegemónico pervive para siempre.
Es posible que no ocurra en el siglo que vivimos. Es posible que si.
Pero lo único que puede hacer occidente al respecto es poner a sus clérigos a rezar fervientemente para que no nazca un califa en el mundo Islámico y poner a sus agentes secretos a trabajar para localizarlo y matarlo en la cuna si los rezos no funcionan.
Hemos cometido demasiados errores con el Islam Yihadista y con el mundo islámico en general como para poder convencerlos de algo.
Y aparte están ETA y la T-4. También hablaré de ellos.

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