Hay cosas de las que no se puede hablar y mucho menos escribir en el momento en que se producen. A veces hay que reflexionar, es decir, pensar las cosas que se dicen antes de decir las cosas que se piensan.
Después de dos semanas de continuas intervenciones sobre el atentado de ETA en la T-4 del aeropuerto de Barajas, tras cientos de litros de tinta y de kilómetros de papel y cinta de video gastados en el tema, una nueva opinión no puede hacer daño ¿O si?
Horas después de que el atentado se produjera, del estallido de los explosivos, las posiciones y las respuestas parecían estar totalmente claras y los demagogos, opinadores y articulistas de la linea más dura de los amantes de la guerra y la victoria ya decían lo que debía hacerse lo que, según ellos, era lo único que se podía hacer: romper el diálogo con ETA, romperlo para siempre y volver a lo que ellos denominan "una posición de fuerza del Estado y la Democracia contra el terrorismo".
Por supuesto olvidan -porque nunca lo han sabido realmente- que democracia y fuerza son términos antagónicos, irreconciliables y que no pueden dormir en la misma cama. Lo son para los terroristas y lo son para todos los demás.
¿Por qué llevan planteando una quincena entera defendiendo esta solución? La respuesta es sencilla, patéticamente sencilla. Como siempre lo es el razonamiento infantil: Hay que cambiar de política porque el atentado de la T-4 ha demostrado que la politíca de negociación ha fracasado. Y ha fracasado porque ha originado dos muertes.
La teoría puede ser aparentemente sólida: Si lo que se busca es el fin de la violencia y la violencia se produce, la política a través de la que se intenta conseguir ese fin ha fracasado. Hasta ahí se podría estar de acuerdo -si se fuese un niño que está empezando a construir los mecanismos de razonamiento, claro está-, pero con lo que no se puede estar de acuerdo es con el retorno a la política de mano dura, persecución policial y enfrentamiento ideológico directo.
Si dos muertos accidentales en tres años suponen el fracaso dela política de negociación ¿Por que volver a una politíca que fracasó mucho tiempo antes?
Los que piden la vuelta a esa política parecen olvidar un hecho clave, pero eso tampoco sorprende: Olvidar la historia es uno de los requisitos que parecen exigirse en este país para pertenecer a la militancia y la dirección de algunos de los partidos políticos.
Es tan simple como aplicar la misma regla matemática que, según los ideólogos del PP - si es que esa formación política conoce un cocepto parecido a la ideología-, debe medir el fracaso del diálogo como política para acabar con la violencia en Euskadi.
Hagásmolo:
En la década de los setenta se impuso contra ETA la política de la persecución militar al mas puro estilo de la situación de ocupación militar que vivía el Ulster. Se militarizó la Guardia Civil y se incrementó la presencia militar en todo el territorio vasco. Resultado: Desde que Carrero Blanco ascendiera a los cielos con vehículo oficial incluido -algo que no se conocía en el mundo cristiano desde el viaje de Isaac y su igneo carro a las cercanías divinas- se produjeron más de tres centenares de muertos y una banda terrorista con conexiones en todo el mundo y una capacidad de operatividad prácticamente absoluta. 318 muertos. Politíca fracasada.
En los ochenta y noventa se abandonó este tipo de lucha antiterrorista, heredera directa de los arquetipos de la anterior dictadura y se emprendió la de acoso policial y persecución de manera más o menos encubierta a través de los servicios secretos y la supuesta lucha paramilitar.
Los líderes etarras se estrellaban misteriosamente contra postes telegráficos en Argelia, se caían de barcos y eran devorados por tiburones en Santo Domingo. El Batallón Vasco Español campaba a sus anchas; Francia hacía la vista gorda ante el asentamiento de etarras en su territorio y como culminación, los GAL organizaron una chapuza de proporciones dantescas: Resultado: El atentado más sangriento de ETA en el Hipercor de Barcelona, más de 400 muertos en 17 años en ambos bandos -El Batallón Vasco Español también mataba gente, no lo olvidemos- y un río de sangre que se perdía en las alcantarillas del Palacio del Eliseo, sin que Francia llegara a percibirlo. 315 víctimas de ETA, 60 de otros grupos. Politica fracasada.
Y llegamos al Gobierno del PP. Se mentiene la politica de acoso policial pero se inicia la de hostigamiento y satanización política del nacionalismo vasco. Se crea un pacto antiterrorista excluyente, la Ley de Partidos, se logra modificar el Código Penal. Francia parece colaborar de forma definitiva -algo que sólo había hecho de forma intermitente en la anterior etapa- Se intenta crear un frente político antinacionalista -en el que por misterios aún sin descifrar se incluye al nacionalismo catalán pero no al gallego-. Se sataniza al PNV intentando vincularlo con Herri Batasuna. Se utiliza a la Fiscalia General del Estado para iniciar todo tipo de causas políticas contra el entorno ideológico del nacionalismo Abertzale, se tremola a las víctimas cada veinte minuos y la bandera bicolor cada veinte segundos. Se utilizan los medios de comunicación afines y públicos para mantener la atención pública casi de forma exclusiva pendiente del terrorismo durante ocho años y un último rocambole final en el que se intenta responsabilizar a ETA de la matanza de Atocha provocada por el terrorismo Yihadista ...
Resultado: Una tregua parcial, unas negociaciones encubiertas en las que el PP acerca a 32 presos de la organización a carceles vascas; más procesos de opinion contra supuestos apologetas del terrorismo que contra terroristas y 81 víctimas mortales de atentados del PP -eso si contar que, según algunos recalcintrantes de esta formación politíca ETA estaba detras de la Masacre de Atocha, con lo que habría que sumar 191 muertos más-. En cualquier caso 81 muertos ¿Política fracasada?
Resulta imposible entender cual es el motivo de que una política se considere fracasada porque ha originado dos muertos en tres años y otra que ha originado casi un centenar en ocho siga creyéndose vigente y única forma de acabar con ETA.
Y claro, los ideólogos del PP no lo explican.
Recurren al miedo y a la víscera como siempre. Recurren a ellos para evitar que la gente pueda pensar. Pueda darse cuenta de lo que realmente está ocurriendo.
Y lo que está ocurriendo es lo siguiente. La bomba dela T-4 era un elemento de negociación. Suena duro, suena insensible, suena como quieran que suene, pero es así.
ETA no quería matar a nadie y las dos muertes son el resultado de que su planificación del estallido no contó con una megafonía defectuosa ni con la incapacidad de una persona para entender que desalojar un aeropuerto no supone bajar al parking y coger su coche.
El gobierno desarticula comandos operativos y de apoyo a ETA para demostrar que puede hacerlo, que no negocia porque esté perdido en su acoso policial, que negocia porque quiere hacerlo. ETA pone una bomba sin vícitmas para demostrar que puede hacerlo, que no negocia porque esté desarmada y medio derrotarda, que lo hace porque quiere hacerlo. Así se negocia en las guerras, el que no lo crea que lea a Von Clausewitz.
Pero el PP niega todo esto no porque no lo sepa sino para que los españoles no lleguen a saberlo. No porque crea realmente que la política de negociación es peor que la de confrontación sino porque esta no le produce réditos polítricos.
Y encima se atreven a exigir que los que hemos defendido el díálogo pidamos perdón por habernos equivocado.
Los que creemos que la democracia habla y no dispara. Los que creemos que la independencia de Euskadi es tan defendidble como la unidad de España y que ninguna de ellas es un bien moral, los que creemos que hablar es la mejor forma de arreglar las cosas, pediremos perdón cuando los responsables de la política antiterrorista de la UCD lo hagan por sus 318 muertos, cuando los de el PSOE y Alianza Popular lo hagan por sus 460 muertos, cuando el PP lo haga por sus 81 muertos. Entonces pediremos perdón por los dos muertos accidentales que ha originado la política que hemos defendido.
Y además propondremos otra nueva: Hagase un referendum en Euskadi y que se decida lo que se tenga que decidir. Así nadie hablará en nombre de los vascos y nadie tendrá la excusa para decir que defiende los intereses de una población a la que desde un lado y otro se sigue manteniendo en el más absoluto silencio democrático.
Hasta entonces lo mejor que podrían hacer el PP es callarse. No pienso volver a ocupar la trinchera que defendió mi abuelo hace casi 70 años porque la guerra sea su única manera que tiene el PP de perpetuarse en el poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario