miércoles, agosto 14, 2013

Educación, Reforma Laboral y Síndrome de China

Quizás sea el momento de plantearse algunas reflexiones ahora que el verano y las entradas y salidas de dirigentes del PP del despacho del juez Ruz nos dan un respiro. Bueno a todos menos a los seis millones de parados, a los trabajadores de los centros de dependencia valencianos que no cobrarán su nómina en agosto, a los rectores y administradores de las universidades que ven acumularse unos cuantos centeneras de euros sobre sus mesas en forma de facturas por los impagos de los distintos gobiernos, a los estudiantes jienenses a los que se multa por defender la educación pública, a los interinos que han recibido las notificaciones de que se han quedado sin trabajo en Valencia, Madrid y Castilla-La Mancha, a los profesionales sanitarios que tienen saturadas sus urgencias por el cierre veraniego de hospitales, que los profesores de la FP Superior se van a tener que lanzar a la calle a buscar alumnos a puerta fría para completar su sueldo, como el más avezado vendedor de alarmas...
Bueno vale. Comienzo de nuevo... Quizás ahora, que ni el verano, ni las idas y venidas de prohombres y "promujeres" del PP a los juzgados nos sirven para nada de respiro, es momento de hacer algunas reflexiones genéricas.
Empecemos por la competitividad.
Los dos ejes fundamentales del vuelco de ingeniería social inversa que pretende el Gobierno hacer en nuestro país se basan en esa excusa. La reforma laboral, cada uno de sus decretos, cada una de sus leyes, cada una de sus involuciones, tiene la competitividad en los labios de aquellos que la han diseñado y la apoyan. La reforma educativa y todos sus recortes son también justificados una y otra vez por Wert y todos sus adláteres y espejos autonómicos, desde Catalá a Figar, por la deseada, ansiada e imprescindible competitividad.
Pues bien, hablemos de competitividad. Podemos considerarnos personas medianamente cultas, pero para poder tener una conversación apropiada sobre este concepto no nos sirve cultura alguna si no definimos lo básico: ¿contra quien queremos competir?
La respuesta que se nos viene automáticamente a la mente es con los mejores, con los mas ricos. Vamos que queremos jugar en primera división, compartir mesa y mantel con Alemania, Estados Unidos e incluso Gran Bretaña y Francia.
Pero, vito lo visto y lo hecho por el Gobierno, parece que no. Por mas que se intente copiar la FP Dual Alemana -sin sus salarios y sus puestos de trabajo asegurados, eso sí-, por más que se hable del sistema universitario privado estadounidense -sin su tradición y su fortaleza académica, eso también- no se pretende competir con esos países.
Porque si el objetivo fuera ese. Nuestro gobierno estaría haciendo justo lo contrario de lo que hace.
 Estaría potenciando al máximo el estudio universitario y de grados técnicos superiores en lugar de buscar la mejor manera de dejar al mayor número de alumnos fuera para no tener que importar científicos, ingenieros y técnicos como le ocurre ahora al mapa laboral alemán -cosa que por cierto no airean demasiado, no se vaya alguien a dar cuenta de que el sistema actual no puede ser tan malo cuando los últimamente adorados teutones nos piden licenciados-.
Y sin embargo está buscando expulsar a la mayoría de los alumnos de la universidad, está eliminando los conciertos con los centros de enseñanza de grados superiores de FP.
Y sobre todo si buscara eso, si considerara a esos países sus competidores y se preparara para competir con ellos estaría cambiando el tejido productivo y empresarial de este país.
Estaría haciendo lo posible para que esta país generar un tejido industrial propio, para que el setenta por ciento de nuestras empresas dejaran de pertenecer al sector servicios. No estaría machacando las costas para mantener el turismo ni empeñado en mantener un mapa empresarial en el que una de cada cuatro empresas es un bar, un restaurante o un local de copas -Y ¡Que vivan los bares!, por otro lado-.
Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia -entre otros- tienen unos tejidos empresariales que se basan en la producción, en la fabricación mucho más que en los servicios, por eso no podemos competir con ellos.
Y si quisiéramos hacerlo aumentaríamos el gasto en I+D en lugar de reducirlo a cero. Crearíamos sectores productivos estratégicos en lugar de cargarnos el de nuevas energías, por ejemplo. Estableceríamos regiones tecnológicas en torno a centros de investigación y de estudios como Silicon Valley, Rhode Alpes o Baja Sajonia para que el personal mas cualificado, las empresas más innovadoras y las investigaciones más avanzadas estuvieran juntas y fueran capaces de generar sinergias entre sí. Y no solo no se hace sino que se torpedean desde los jardines moncloitas los intentos en ese sentido que realizan gobiernos como los de Euskadi, por ejemplo.
Pero ni la reforma laboral ni la educativa van por ese camino. Solamente se trata de detraer recursos económicos y ciudadanos de las manos de la educación y el desarrollo científico para entregárselos a empresas que, aunque generaran empleo -cosa que ya han demostrado que no hacen- nunca podrían contribuir a ese cambio productivo porque en su naturaleza no está la fabricación de nada, son del sector servicios.
Así que, si no estamos haciendo lo que deberíamos hacer para competir con quienes se supone que tendríamos que competir, ¿a qué está destinada nuestra competitividad?
Puesto que desconocemos la respuesta tendremos que analizar lo que esta haciendo la corte genovesas para obtener la respuesta.
La reforma laboral está reduciendo los salarios hasta límites que bordean el coste laboral cero, está reduciendo la capacidad legal de los trabajadores de recurrir a la justicia para defender sus derechos, está poniendo en manos de las empresas la potestad absoluta para determinar cuando y cuanto trabajan los empleados y cuanto cobran por ello.
¿Donde ocurre eso? En Estados Unidos en parte pero desde luego en Francia, en Gran bretaña y en Alemania desde luego que no. En esos países el nivel de sueldo se varias veces el español, el sueldo mínimo se el doble o el triple del nuestro, las tablas salariales por categoría vienen determinadas por los convenios y son de obligado cumplimiento y los sindicatos son tenidos en cuenta-incluso en Estados Unidos- a la hora de las decisiones laborales por las cuenta que les trae.
 La reforma educativa, desde la FP básica para aquellos que no superan la secundaria hasta el endurecimiento innecesario de las becas universitarias, pretende crear una masa de población con los mínimos estudios básicos necesarios para ejercer de mano de obra barata.
¿En qué lugares ocurre eso?. En Alemania, Francia Gran Bretaña y Estados Unidos no. Porque recurren a una masa de población inmigrante -que también es un mecanismo perverso, por cierto- de turcos, latinos, magrebies o nativos de cualquier país de la Commonwealth, dependiendo del caso para cubrir esos nichos laborales.
La política fiscal carga sobre los ciudadanos para poder evitar cargara las empresas, diseña amnistías a los defraudadores, algo que nunca ha ocurrido en Francia, cuyo concepto ni siquiera es permitido en Alemania y que no se recuerda en Estados Unidos desde que Eisenhower propusiera a los defraudadores -mafiosos la mayoría de ellos, por cierto- eludir la prisión a cambio de comprar bonos de guerra en los años cuarenta del pasado siglo.
A eso añadimos el hecho de que nuestros empresario, presididos por el cuentacuentos Joan Rosell, se desgañitan pidiendo más poder e impunidad para "atraer la inversión extranjera" -¿alguien ha visto que los empresarios británicos, franceses, estadounidenses o alemanes vean como la solución a sus problemas que otros empresarios extranjeros creen empresas en lugar de hacerlo ellos?-.
Y si ademas sabemos que el Ministerio de Hacienda no mete a mano a las sociedades de acciones en paraísos fiscales ni en las actividades financieras especulativas fiscales y que nuestros gobiernos regionales babean por lograr que un empresario del juego se instale en el extrarradio de Madrid a cambio de venderles casi como esclavos sin representación sindical a sus ciudadanos, de no cobrarle impuestos durante varios años, de incumplir leyes que van desde el índice de edificabilidad hasta la prohibición de fumar, el misterio llega a su punto de resolución.
En esas condiciones, con esas acciones, nuestra competitividad está destinada a competir, y valga la redundancia, con aquellos países que ofrecen impunidad empresarial absoluta, costes de trabajo mínimos, impunidad jurídica total para los beneficios y grandes masa de trabajadores dispuestos a trabajar en cualquier condición porque no tienen otra salida ni otra expectativa vital.
No queremos competir con Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña o Alemania, nuestro gobierno quiere competir con los países en los que las empresas de esos países deslocalizan sus centros de producción para ahorrar costes. Moncloa no quiere crear sectores industriales, tecnológicas y productivas de futuro, desean que nuestro tradicional sector servicios, arcaico y en manos de una patronal novecentista se nutra de las necesidades de esos otros que vienen a producir a España porque les sale más barato, porque tienen que pagarle menos a sus trabajadores,  gastar menos en impuestos y ahorrarse millones en gabinetes jurídicos porque siempre habrá un político que hará que la ley esté a su favor a cambio de un buen regalo navideños.
Nuestro gobierno quiere hacernos competir con Mali, con India, con China, con Tailandia y con Bangladesh. No quiere, por seguir con la fábula de la ilustración, convertirnos en leones sino hacernos más apetecibles para ser devorados que las otras gacelas.
De hecho, ya hay por ahí opinadores que ponen de ejemplo al esfuerzo chino como paradigma, ignorando que los comerciantes que usan como arquetipo para su tesis de la competitividad trabajan dieciséis horas al día, incumplen varias docenas de reglamentos de comercio, no tienen derechos laborales, no tienen fiestas e incluso utilizan a menores para trabajar para lograr esa competitividad.
Quiere que Victoria Secret utilice las manos de nuestras adolescentes y no las de las africanas para tejer el algodón y la seda de sus delicadas prendas a un céntimo la braga; que Apple utilice los ojos y los dedos de nuestros hombres y mujeres para ensamblar su Iphones a seis euros la hora en lugar de las de los ciudadanos de la República Popular China. 
Quiere que seamos competitivos para que los jugadores del mundo vengan a Alcorcón porque pueden fumar en el casino, pueden desgravar las pérdidas de las mesas de juego, pueden meter mano impunemente a las crupieres y camareras sin que los sindicatos puedan decir nada y además las putas son más limpias que las de Shangai o Bangkok. Esa es la competitividad que buscan y la que están consiguiendo. 
En 2012 Bangladesh redujo al 35% el porcentaje de personas que viven en la pobreza. Nosotros lo aumentamos al 19,8%. Aunque su pobreza no es la nuestra, nos falta poco para empezar a ser plenamente competitivos. Enhorabuena.


martes, agosto 13, 2013

Wert y la zanahoria de la religión en la LOCME

Uno de los vicios más arraigados entre los gobernantes -entre todos los gobernantes sin distinción de ideología o condición- es pensar que por el hecho de gobernar adquieren un grado de inteligencia superior al común de los mortales. Creen saber que pueden anticiparnos, que pueden pre decirnos, que el hecho de estar en el Gobierno les confiere una capacidad mágica y arcana de manipulación. 
Ignoran el hecho de que gobiernen el tiempo que gobiernen, sobrevivan las legislaturas que sobrevivan a su propia capacidad y gestión, ellos gobiernan solamente un pueblo una vez. Mientras que nosotros somos gobernados por muchos gobiernos muchas veces. 
Se pongan como se pongan tenemos más experiencia que ellos en eso del Gobierno. Vamos, como diría la mítica cantante mediocre de OT "cuando ellos van, nosotros venimos de allí".
Y si hay un gobierno que ha caído en esa arrogancia de presuponernos ciegos y poco experimentados es la actual corte genovesa que puebla La Moncloa, y si hay una persona que habita desde el útero materno en esa soberbia es el ministro de educación, José Ignacio Wert. Y si hay una materia donde han cometido ese error es en la tan traída y llevada materia de religión.
La enseñanza de la religión dentro de la LOCME es una cortina de humo. Así, sin anestesia ni nada. Una cortina de humo. Es un bote de gas lacrimógeno lanzado adrede ante nuestros ojos para cegarlos, para atorarlos, para hacerlos llorar, para centrarlos en algo que no es esencial.
Y eso lo demuestra la última apertura del Partido Popular y los adláteres del ínclito y proceloso Wert. Ahora dicen que la asignatura de religión es negociable, que su valor para la nota no es "una linea roja".
¿De verdad creen que no sabíamos que lo era?, ¿de verdad creen que alguna vez ignoramos que solo estaba ahí para generar polémica?, ¿que era una mina betsy saltadora que estaba esperando a que la pisáramos para elevarse, estallar ante nuestros ojos, cagándonos de todo lo demás?
Bueno la verdad es que lo creen. Porque ignoran que por algunos de nosotros aprenden con cada gobierno pretérito, con cada legislatura pasada, con cada ejercicio del poder.
Lo que se haga o no con la asignatura de religión dentro de la LOCME no nos importa, no debe importarnos, al menos ahora, al menos cuando hay otras muchas cosas en juego.
Que entre dentro de la nota media o no no cambiará el hecho de que seguirán gastando 70 millones de euros anuales en profesores de religión, de que sigan amparándose en un tratado internacional -el concordato- para mantener una situación en la que el Estado sufraga a una religión en concreto.
Pero ellos cargan con eso para evitar como cargan con el aborto -una ley que leída con detenimiento  no cambiará nada- para evitar que nos fijemos en su toma incestuosa e ilegal de la justicia, como cargan con la inseminación artificial a las mujeres solas para evitar que nos fijemos en otros recortes y privatizaciones sanitarias mucho más dolorosas e irregulares.
Y tenemos que ser listos. Tenemos que verles llegar y pasar de ellos. Porque su intento está tan claro que no debería ser difícil contrarrestarlo.
La izquierda española, sus políticos y sus medios afines -aquejados, mal que nos pese, de una cierta visceralidad congénita sobre ciertos asuntos-  y todos los que se oponen a este gobierno y sus recortes deben dejar de pensar en la religión, en el aborto, en la inseminación artificial o cualquier otra andanada decorativa que pretendan lanzarnos los cañoneros que apuntan contra la linea de flotación de esta sociedad y los carroñeros que acechan para alimentarse de los pecios que ese bombardeo originará.
Ni siquiera merece la pena hablar de ello ahora. Que la religión no entre en la media académica no solucionará que se expulse a la parte más desfavorecida de la población de las posibilidades educativas a una vida de servidumbre empresarial, no solucionará que la Formación Profesional se convierta en una fábrica de esclavos, que la universidad solamente sea una opción para los brillantes y los ricos.
Que se debata sobre el laicismo del Estado y de la educación pública en estos momentos no solucionará el hecho de que perderemos docentes y calidad de enseñanza con los recortes, de que perderemos una o dos generaciones de estudiantes arrojados fuera de nuestro sistema educativo e incluso fuera de nuestro país.
Si discutimos sobre ello, si gastamos energías en eso, no lo haremos en otras cosas y así, cuando retiren sus propuestas, creeremos que hemos obtenido una victoria cuando en realidad hemos perdido el tiempo en defender un frente que no nos suponía ninguna ventaja.
Llego la hora de dejar de ser laicista, feminista, abortista o anticlerical. Llegó la hora de recordar que nuestros principios, los mismos que nos llevan a alterarnos por todas esas medidas superfluas, se basan simplemente en la defensa de la libertad: 
Y debemos recordar que da igual la libertad que se gane o se pierda en este momento si se pierde para el futuro. Y lo único que nos garantiza la libertad para el futuro es la educación. Esa es nuestra prioridad, con dios o sin dios, con aborto o sin aborto, con inseminación o sin inseminación, con catalán o sin catalán.
Todo lo demás se puede solucionar con un decreto ley dentro de unos meses. Perder una o dos generaciones educativa no.
Concentrémonos y centrémonos. La reforma educativa, sanitaria y laboral no tienen nada que ver con las cortinas de humo que nos lanzan. Llevamos demasiados gobiernos a nuestras espaldas como para caer en esa vieja trampa. 
Hoy por hoy laicismo, feminismo, ecologismo o cualquier otro "ismo" defensor de la libertad parcial tiene que poner más énfasis en lo común que en lo propio. Es el signo de nuestros tiempos. Es lo que el futuro nos exige.
Si Bruto y Casio; Bravo, Padilla y Maldonado; Dantón y Marat; Appelgarth y Burns; Churchill y De Gaulle fueron capaces de descubrir que los hay derechos que los gobiernos quitan solo para ganar el tiempo que lleva volver a darlos porque son irrelevantes en el teatro general de operaciones que han diseñado, nosotros no podemos permitirnos el lujo de olvidarlo.
Nuestros hijos y nuestros nietos dependen de esa clarividencia y esa frialdad mental.

Lasquetty y Echaniz: La nueva estrategia sanitaria del "divide, vence y que me quiten lo bailaó"

Toda acción tiene una estrategia. Ya sea meditada o subconsciente, ya sea racional o visceral, todo acto que se lleva a cabo está basado en una estrategia. Y la venta de la sanidad pública no podría ser una excepción a esa regla casi universal.
Agotada la estrategia de la criminalización de los que se oponen a ella, quemados los puentes de tremolar la bandera de la democracia contra la acracia y agotado el discurso del "mi gobierno o el caos" que el Partido Popular y sus huestes utilizaron de escudo y parapeto contra las sucesivas mareas que se oponían a sus esfuerzos privatizadores, llegan las nuevas estrategias, las nuevas formas de defender lo indefendible.
Y la primera de ellas viene de la mano, como no podía ser de otra forma, del paladín y caballero andante del recorte y la privatización sanitaria. Francisco Javier Fernández Lasquetty.
Ayer, como quien no quiere la cosa, el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, anunció que ya ha firmado la adjudicación definitiva de tres de los seis hospitales que quiere poner en manos de aquellos que ha elegido como árbitros económicos de nuestra salud.
Sin tener en cuenta los reparos judiciales que se han puesto a su privatización y que aún no han sido resueltos, sin tener en cuenta que incluso el mismo tribunal que consideró que el PSOE no estaba legitimado para presentar un recurso -curiosa decisión, por cierto- le advirtió que debía ser prudente y "no avanzar en sus planes privatizadores hasta que no haya pronunciamientos firmes”, él sigue adelante.
Lasquetty, inaugura la estrategia del "que me quiten lo bailaó".
Lo hace todo a la carrera, con la alevosía veraniega del mes de agosto, con la nocturnidad culpable y apresurada del que aprovecha la ausencia de los dueños para entrar en la casa y desvalijarla. Lo hace con la prisa del que espera que, una vez hechas las cosas sea mucho más difícil deshacerlas que haberlas dejado sin hacer.
Se arriesga a que, como ocurriera a su gobierno y a otros del Partido Popular con los ERES acelerados de Telemadrid, o con los cierres de las urgencias rurales en Castilla-La Mancha o con las jubilaciones forzosas de médicos y profesores, una decisión judicial le haga echarse atrás perdiendo mucho más dinero del que pretende hacernos creer que ahorra. No le importa jugar con la posibilidad de que su déficit se dispare al tener que contemplar las indemnizaciones que tendría que pagar a las empresas adjudicatarias si al final el proceso se anula -y las que, con toda seguridad, no renunciarán-.
Firma con sus demostradamente incompetentes amigos valencianos y con sus nuevos socios enterradores británicos los contratos y a otra cosa. Cuanto antes mejor y no lo hace con los puertorriqueños porque como "no opera en España" los trámites se alargan. A lo mejor es que el máximo irresponsable de HIMA no ha encontrado a un banco al que engañar para que le de un crédito para su aval como hiciera cuando se lanzo a su carrera en Estados Unidos.
Lo dicho, "que me quiten lo bailaó", "mañana, dios dirá". "Coge el dinero y corre".
Y la otra nueva estrategia de protección y parapeto a la hora de la privatización nos llega de los feudos de la Santa Patrona del Recorte, La Virgen de los Dolores de Cospedal. Los dolores nuestros, que no suyos.
La amantillada Cospedal nos echa a su consejero de Sanidad, José Ignacio Echaniz. Y como ha tenido que renunciar a la privatización de cuatro hospitales porque dárselos a la empresa del consorte presidencial sería demasiado obvio y evidente, tira por la tangente y recurre a un gran clásico: el "divide y vencerás" más antiguo del mundo.
En una entrevista que no tiene desperdicio, nos sacude con su nueva estrategia. No sin antes presentarnos un completo muestrario de las anteriores.
Para empezar recurre a las cortinas de humo. Con la inocente complicidad de la entrevistadora se dedica a hablar de reproducción asistida y del aborto. Como si esas prestaciones fueran el centro de las prioridades de la asistencia sanitaria en España. Nos arroja los problemas ideológicos secundarios para ocultar los prioritarios. 
Luego afirma que su modelo de sanidad privatizada ha sido "consensuado por todos los españoles desde hace más de 30 años: un modelo de gestión sanitaria financiado con fondos públicos, y gestionado instrumentalmente como a cada uno le parezca oportuno, en función de buscar la mayor eficacia y eficiencia"
Obvia que los profesionales, los pacientes y los ciudadanos de hoy, del año 2013, se han opuesto a ese modelo, amparándose en que hace 30 años, cuando nadie lo preguntó y ni lo tenía en mente, nadie se opuso explicitamente a esa posibilidad.
Es como decir que Estados Unidos tiene derecho a clonar y manipular genéticamente seres humanos con fines militares porque Benjamin Franklin y George Washington no dijeron nada en contra cuando elaboraron la Constitución Estadounidense ¿Captamos el ridículo?
Y, por supuesto tira de la criminalización de las mareas, de todos los que se oponen a sus medidas. 
"Mi sensación es que esas manifestaciones estaban más nutridas por personas habituales de sindicatos y colectivos que están todo el día en la calle, especialmente contra un gobierno del PP, que de sanitarios. Personas que por la mañana se ponen la camiseta verde de la Educación, a medio día la naranja por la ley de Dependencia y por la tarde la blanca, por la sanidad". 
No puede ser porque la facultativa que es profesional sanitaria, también forma parte de la comunidad educativa como madre; no puede ser porque aquel que es atacado como paciente también lo es con los recortes en la dependencia. No puede ser porque el gobierno madrileño, castellano-manchego y del Partido Popular en general, nos ataca desde tantos frentes que tenemos que llevar cuatro camisetas puestas y tres en el bolsillo, aún en los días más calurosos del estío. No puede ser porque los sindicatos están para defender los derechos de todos y por eso están presentes en apoyo de todas las mareas.
 Y aquí es donde empieza el nuevo ataque, la nueva estrategia del "divide y vencerás".
Según Echaniz, la única legitimidad es la de luchar por una sola cosa. Los profesionales de la sanidad tienen que palear exclusivamente por la sanidad, los de la educación exclusivamente por la educación, las feministas solamente por el aborto y la reproducción asistida a las lesbianas, los dependientes por la dependencia, los laicistas contra la religión en los colegios e institutos, los alumnos universitarios por las becas y las AMPAS de colegios e institutos por las becas de comedor.
Este médico que parece haber dejado en suspenso su juramento hipocrático en aras de mejorar su posición política y su cartera, pretende que todo aquel que defienda los intereses de otros es un agitador profesional, que todo aquel que apoye y luche por el bien de todos es solamente un izquierdista que quiere montar bronca con espurios fines antidemocráticos.



Y así, si cada uno va a su bola, si cada uno defiende exclusivamente lo suyo y eso es lo que le otorga legitimidad, los sindicatos no la tienen porque defienden lo de todos, los partidos políticos tampoco porque también defienden lo de todos -los que lo hacen, claro está-. Ningún movimiento social que aglutine a los ciudadanos es legítimo porque cada uno tiene que ir a lo suyo sin preocuparse por lo de los demás.
Tan sencillo como el individualismo, tan miserable como el egoísmo. Tan antiguo como nuestra civilización occidental atlántica.
Y para darnos un motivo, Echaniz deja caer otra piedra en busca de la división "aquí había médicos que ganaban 300.000 euros al año".
¿Nos acordamos de lo que pasó con los controladores cuando eran perversos por sus salarios y no por secuestrar aviones en vuelo en su huelga soterrada?, ¿nos acordamos como salieron a colación los sueldos de los pilotos aéreos, de los maquinistas de tren, de los bomberos o de los inspectores de Hacienda cuando se opusieron a las propuestas y medidas del gobierno?.
Ahora tiene que ser un problema para nosotros que un cirujano gane 300.000 euros al año y tenemos que darle las gracias a Echaniz y su Santa Cospedal por impedirlo, por acabar con esa injusticia.
Tenemos que darle las gracias porque con su sistema eso no pasará. Los directores de hospitales colocados por el PP ordenarán a equipos enteros trasladarse de hospital a cargo de fondos públicos para operar a sus familiares, pero los algunos cirujanos no ganarán 300.000 euros anuales. Las empresas concesionarias del transporte en ambulancia ganarán seis veces más con el cierre de los centros rurales de urgencias, pero nada de 300.000 euros de nómina para un cirujano.
Puede que haya que ahorrarse esos ingresos extraordinarios de algunos cirujanos pero ese objetivo no puede ocultar el hecho de que todo lo que se ahorra no irá destinado a pagar más facultativos, más turnos ordinarios, ira a los bolsillos de las empresas que gestionarán privadamente los hospitales y los centros de salud solamente con criterios económicos.
"Ningún paciente en mis 30 años de trabajo en el sistema de salud me ha preguntado cómo se gestiona un hospital o quien lo opera. Lo que me han dicho es si les habían tratado bien el médico, si la enfermera había sido cariñosa, si les habían hecho esperar", dice el consejero castellano-manchego que, por cierto, parece creer que la única muestra de profesionalidad que puede dar una enfermera es ser cariñosa -no sé si catalogarlo como fantasía sexual frustrada o como arquetipo sexista, que doctoras y enfermeras elijan lo que prefieran-. 
Pero la verdad es que no lo hemos preguntado porque sabíamos que lo gestionaba el Estado y estábamos de acuerdo con ello, no porque no nos importara.
Al fin y a la postre no sorprende que las estrategias de Lasquetty y Echaniz son complementarias.  El uno intenta separarnos y enfrentarnos para que nos miremos los unos a los otros con recelo y eso nos impida ver por el rabillo del ojo como el otro coge el dinero y sale corriendo.
Tan viejo como un robo de guante blanco.

lunes, agosto 12, 2013

El Gobierno da a la zorra nuestras bajas (sin perdón)

Parece increíble, parece imposible, pero cuanto más avanza el tiempo más demuestra nuestro gobierno que no es nuestro, pese a que nosotros lo colocáramos donde está, que no tiene nada que ver con nosotros, que no le importamos lo más mínimo.
Cuando parecía que poner nuestra atención hospitalaria, y por ende nuestra vida, en manos de un triunvirato de inútiles, ladrones y avariciosos era el limite externo, la linea roja de la irresponsabilidad gubernativa, que ya era imposible llevar más allá, en mitad del hastío veraniego, cuando nos pilla con la guardia baja de las tapas y las cañas, de los viajes y los amores imposibles, nos suelta otro croché de derecha -que de izquierda estos no dan ni la hora- y nos roba la posibilidad de estar enfermos.
La corte moncloíta nos roba la enfermedad con la misma facilidad con la que nos robó la salud. Mientras mantiene con visajes patrios nuestra vista centrada en una roca inútil que dejó de servir para algo cuando la guerra en los mares incluyó submarinos y portaaviones, mientras nos hace concentrarnos en la tragedia ferroviaria con reformas que llegan tarde y que no impedirán que los conductores sigan siendo humano y cometan un fallo con el que cargarán toda su vida. Nos roba la enfermedad y se la regala a las aseguradoras.
Aunque suene extraño, aunque suene imposible, concede a las aseguradoras la posibilidad de decretar las altas médicas de las enfermedades comunes. Se la quita a los médicos -y por tanto a nosotros- y se la da a las aseguradoras -o sea a las empresas.
Y como quien en la cosa nada tiene que perder,como si nuestra salud y nuestra vida se cuantificara en millones de euros, se apoya en el argumento de que ahorrará 6.600 millones de euros. Como si eso importara, como si eso fuera determinante.
Es tan absurdo como si los reclusos de una prisión fueran los encargados de decretar las libertades condicionales, como si las juntas de adquisiciones de los museos de arte contemporáneo estuvieran formadas por pintores contemporáneos. Como si contratara a ladrones de guante blanco para vigilar la exposición de las Joyas de la Corona.
Las aseguradoras ganan más cuanto menos tiempo se esté enfermo. Es más, ganan mucho más si nadie está enfermo. Como ganan mucho más si no pagan ningún accidente de coche, como ganan más si de repente todos los seres humanos fueran inmortales y siguieran pagando religiosamente su seguro de entierro.
Ya fue un error de dimensiones megalíticas concederles la gestión de las bajas por enfermedad profesional o por accidente laboral, ya fue un ataque directo contra los profesionales sanitarios y los pacientes que fuera alguien que gana dinero con ello quien decida si una enfermedad es laboral o si se está recuperado de un accidente laboral.
Pero ahora son las enfermedades comunes. Son todas las enfermedades.
¿De verdad creen que un agente de seguros está capacitado para saber cuando una persona está curada de una depresión clínica ?, ¿en serio quieren convencernos de que una mutua, por muchos papeles y documentos que genere, va a ser consciente de cuando ha remitido a límites aceptables el dolor de una fibromialgia?
Porque todo eso son enfermedades comunes, aunque la propaganda de nuestro gobierno juegue a que creamos que se trata de las gripes y los constipados. Todas esas enfermedades y otras muchas son enfermedades comunes porque los médicos no tienen la obligación de decirle ni a la empresa ni a la mutua cual es la enfermedad común de la que están tratando al paciente y por la cual dan la baja.
De modo que ahora, sin saber realmente cual es la enfermedad que aqueja al trabajador, un chupatintas de oficina podrá "al sexto día de la propuesta dirigida a la inspección médica del servicio público de salud. Si el inspector no responde en ese tiempo, el silencio administrativo se considerará aprobación, y la mutua podrá comunicar al paciente que está de alta y sin derecho a subsidio".
Este "alta médica presunta" -así la llaman- no responderá a ningún criterio médico, a ningún concepto de salud, solamente responderá a la necesidad de las mutuas de ahorrarse dinero, de no pagar un día más, una semana más, un mes más. Solo responderá a la decisión de la zorra de qué gallina del gallinero quiere devorar.
Quitar a los médicos la decisión sobre el alta laboral para dársela a un oficinista de una mutua de seguros es lo mismo que poner a un espía enemigo a cargo del Estado Mayor de la Defensa, lo mismo que colocar a un yihadista al frente de la lucha antiterrorista, lo mismo que colocar a un maltratador al frente del Instituto de la Mujer. Es un sinónimo de fracaso y derrota. Es como poner a alguien que no es capaz de aprobar la revalida al frente del Gobierno -¡Ups, eso ya lo han hecho!-.
Y, antes de que alguno de los que defienden a capa y espada cualquier decisión del inquilinato genovés de La Moncloa por el mero hecho de que le voto hace ya casi un par de años, diré que en parte nos lo hemos buscado nosotros, que la excusa se la hemos dado nosotros. Nos lo hemos buscado con los sarpullidos repentinos cuando no se quiere ir a trabajar en los días de más presión en el trabajo, con los recursos a médicos amigos para que nos firmen bajas que luego resolvemos con un puente más largo en la playa, con bajas de meses durante un embarazo en el que nos imposible movernos, mientras luego nuestros compañeros nos ven haciendo las compras navideñas en El Corte Inglés.
El fraude en las bajas laborales puede ser un problema y de hecho lo es pero la solución no es tratar a todos como delincuentes, la solución no es fingir que las aseguradoras -que ya controlan el 80 por ciento de las bajas, pero que deben esperar a la decisión del facultativo- son entes beatíficos que no pensarán en sus beneficios a la hora de tomar esas decisiones.
Pero que una gallina se salga del corral no se soluciona poniendo a la zorra a su cuidado. Se soluciona volviéndola a llevar adentro y poniendo a un cuidador que se preocupe de ella y que sea lo suficientemente avezado en el manejo de la escopeta como para dar entre los ojos a la zorra cuando intente acercarse al gallinero.
La solución está en hacer más fuerte el sistema de inspección, en gastar más dinero en controlar esas bajas para luego ahorrarse todo lo que conllevan los fraudes en las bajas. Es concienciar a los profesionales de que ellos también pierden con las bajas fraudulentas, es retirar del ejercicio a los que participen en ellas y sancionar a los trabajadores que se demuestre que las utilizan. No darle el poder absoluto a las entidades que, con razón o sin ella, siempre considerarán por beneficio propio que toda baja es evitable.
Por cada trabajador que ha cometido fraude en su baja laboral hay un pleito contra una aseguradora, contra una mutua que no quiere hacer frente a sus obligaciones, que se intenta agarrar a la letra pequeña para no pagar los seguros, las prestaciones o los pagos que debería hacer. Puede que muchos trabajadores se hayan aprovechado de las bajas pero lo que es irrefutable es que en la naturaleza de las mutuas está el anteponer ahorrarse el desembolso económico.
Nuestro gobierno ya nos había empezado a devolver a la servidumbre con la reforma laboral, nos había abocado a los gremios feudales con la reforma educativa y nos arroja directamente a la esclavitud, al algodonal, al momento en el que no podemos estar enfermos sin que nuestro patrón nos de permiso para ello, en el que si caes  y puedes volver a levantarte tienes que seguir trabajando sin curarte las heridas.
Para así ahorrar 6.600 millones de euros que utilizar en salvar a unos bancos que han realizado el fraude de las preferentes, han amañado resultados contables, han generado un agujero financiero fraudulento, han apañado ilegalmente indemnizaciones millonarias.
Que han cometido mil veces más delitos que cualquier trabajador que haya alargado una baja o fingido un dolor de espalda para no ir tres días a trabajar.
Pero, claro, el señor del castillo puede fallar y hay que perdonarle, al esclavo no. Nobleza obliga.

sábado, agosto 10, 2013

El cuento de Rosell y la CEOE: Aladino (2)

Lo prometido es deuda -salvo si eres Díaz Ferrán, claro está-. Así que sigamos con el segundo relato fantástico que Juan Rosell se ha sacado de la manga para ilustrarnos sobre la necesidad de que sean los trabajadores los que asuman la siguiente vuelta de tuerca que quiere dar a nuestro yacente sistema económico para intentar en vano resucitarlo.
Vamos con el Aladino y el Genio de la Lampara. Para empezar, un mapa. Toda búsqueda del tesoro necesita un buen mapa


El cuento de Rosell pide al genio de la lámpara su primer milagro: su primer deseo. Déficit cero sin aumento recaudatorio, sin que los empresarios asuman o tengan que asumir un descenso de sus márgenes de beneficio por mor de la actividad recaudatoria.
Porque todos sabemos que el descenso en la recaudación es solamente por el descenso de la actividad económica. Nada tiene que ver el fraude fiscal empresarial que se cifra en 80.000 millones cuando hace dos años se fijaba en aproximadamente la mitad.
La subida de impuestos -que por cierto ha repercutido mucho más sobre el IRPF y los rendimientos del trabajo que sobre el Impuesto de Sociedades y loas rentas del capital- ha llegado a su límite de eficacia porque los que pagan no pueden compensar las inmensas cantidades que no aportan los que no pagan.
Y, le guste o no al cuentacuentos empresarial, los que no pagan son fundamentalmente sus representados, los empresarios y las corporaciones que o eluden con lagunas legales sus responsabilidades tributarias o directamente defraudan y se llevan el dinero a la Confederación Helvética.
Y, por supuesto, una amnistía fiscal que ha renunciado al 90% de todos esos capitales para que los ladrones se rediman.
Y por si el primer milagro solicitado al genio de la lampara no pudiera cumplirse, el presidente de unos empresarios que no aceptan ni la responsabilidad en el fiasco ni el sacrificio para salir de sigue pidiendo deseos, sigue creyendo que con acariciar la lampara se le dará todo aquello que exige.



Primer deseo:
Se eliminará el distinto tratamiento fiscal, igualando el tratamiento de las empresas y sus beneficios al de las personas físicas y sus rendimientos del trabajo. De manera que los beneficios empresariales no tributen en menor medida. Así todo español pagará a Hacienda en función de sus ingresos, independientemente de como los obtenga. Todos salvo aquellos que solamente muevan capitales de un lugar a otro en fondos de inversión. Esos tributarán más ¿por que? Porque como no aportan ni producto, ni innovación ni empleo tienen que compensarlo con lo único que tienen: dinero. Deseo Concedido.
Segundo deseo:
Se penalizará fiscalmente a todo aquel empresario que no reinvierta un tercio de sus beneficios netos en I+D o reinversión productiva. Se dejará de considerar las "inversiones" no justificadas o no destinadas a la actividad empresarial como tales y la empresa tributará por ellas como bienes de lujo. Los empresarios que inicien con sus beneficios nuevas actividades empresariales recibirán una rebaja fiscal en función de los nuevos empleos que creen, sin incluirse los empleos que trasladen de una empresa a otra. No se considerará inicio de nueva actividad empresarial la división en diferentes empresas de una sola. Deseo concedido.
Tercer Deseo:
¿De verdad está frotando la lampara para pedir que sus deudas no sean efectivas?. Parece difícil. Pero vamos a ello.
Las deudas en cotizaciones a la Seguridad Social serán detraídas directamente de la parte de los beneficios netos que no sean reinvertidos o distribuidos entre los trabajadores -ya sea en beneficios o en dinero-, así desaparecerán. Las deudas tributarias podrán ser diferidas o demoradas siempre y cuando se presente la documentación necesaria que justifique que su importe ha sido destinado al pago de proveedores o de deudas con los trabajadores. Se imposibilitará el reparto de dividendos entre los accionistas mientras cualquiera de estas deudas esté vigente, haciendo con ello que también los socios financieros contribuyan al pago de esas deudas. Deseo concedido.
Cuarto Deseo:
Deseo Concedido, sin más. Por una vez y sin que sirva de precedente, el genio de la lampara empresarial piensa con el cerebro y no con su patológica avaricia.
Quinto deseo:
Aunque es algo redundante con el segundo. Se obligará a destinar el mencionado porcentaje de los beneficios a I+D e innovación y solamente se desgravará por él cuando la innovación esté realmente implementada. Deberá presentarse una memoria de cada proyecto de I+D o de innovación que tendrán que ser aprobados como tales por un organismo independiente. Quedan excluidas de esta consideración de I+D la redacción, copia o plagio de informes de mercado, expansión o cualquier otro tipo, la reforma de sedes o de redes informáticas que solamente supongan un cambio de hardware y software básico, la elaboración de páginas wed, redes sociales o espacios virtuales, etc. Es decir, lo que los empresarios españoles vienen presentando como I+D cuando en realidad es solamente salir del pleistoceno. Todas esas actividades se considerarán inversión productiva, pero no I+D ni innovación. Deseo concedido.
Sexto deseo:
Este mola. El Estado aplicará desgravaciones a los procesos de internacionalización cuando estos estén en marcha. No se consideraran como tales viajes de "chupipandi" empresarial a China, Las Barbados o Japón, los fines de semana con acompañante en Nueva York en un seminario en el que los conferenciantes hablan en inglés mientras el empresario participante solamente sabe decir sí en esa lengua, las cenas y comidas con empresarios extranjeros en Marbella, Ibiza o La Toja -¿alguien hace todavía negocios en la Toja?. Solamente se desgravarán los gastos de implantación de la internacionalización y las inversiones reales para ella. Siempre y cuando, eso sí, no supongan una destrucción del tejido productivo y empresarial en España, ni la deslocalización en terceros países de centros de producción.
En caso de que esto se produzca no solamente no se desgravarán los gastos de la empresa sino que se consideraran productos extranjeros, sujetos a gravámenes, todo lo producido en esos centros internacionales. Si son en países de la UE se calculará la diferencia entre el rango laboral e impositivo de ese país con España para fijar el gravamen. Deseo Concedido.
Quizás Juan Rosell no sabe que los deseos de la lampara siempre suelen tener trampa, quizás aún no ha descubierto que Aladino quedó mucho peor después de solicitar sus deseos al genio que antes de pedirlos. Quizás se de cuenta de que no puede exigir a un gobierno que se imponga e imponga a otros sacrificios solamente para que el y sus colegas puedan vivir mejor cuando no han hecho absolutamente nada por salir de esta crisis mortal del sistema económico. Quizás deje de creer en los cuentos de Las Mil y una Noche.
Pero me temo que no...

El cuento de Rosell y la CEOE: La Lechera (1)

Debe ser que me aburro con esto de las vacaciones estivales en espera de viajar a lugares donde la vida es otra cosa, se la juegan de otra manera y los recuerdos y las compañías te hacen percibirla de otra forma. Pero sea como fuere me ha dado por leer cuentos y me encontrado uno escrito ni más ni menos que por Juan Rosell.
¿Se acuerdan de Rosell, ese empresario que sustituyó al frente de los empresarios españoles a un actual reo de no se cuantos delitos empresariales? Pues bien, el chico, como ve que esto de la reforma laboral del Gobierno Popular no va bien, como ve que pese a que dejado a seis millones de personas sin empleo no le ha hecho ganar más dinero, pues pide otra vuerta de tuerca.
Pocas de las medidas que propone tienen desperdicio. Pero antes de entrar en honduras -no en Honduras, aunque nuestro mercado laboral se parece cada vez más al hondureño, con todos los respetos-. Hay que analizar los principios del documento, que en esto tan importantes son los principios como los finales.


Desde luego hay que estar de acuerdo. Ya nadie confía en que los empresarios españoles -gracias a sus principales representantes públicos- sean capaces de superar su condición de patronos novecentistas para constituirse en verdaderos empresarios.
Es lógico que el aumento de la confianza no llegue de un día para otro. Nadie va a creerse que de la noche a la mañana un colectivo que ha estafado de forma sistemática 80.000 millones de euros al fisco, albergando capitales en paraísos fiscales, deje de hacerlo; nadie va a olvidar en un abrir y cerrar de ojos que empresas en su día emblemáticas como Pescanova, Marsanz u otras muchas han caído en quiebras fraudulentas, amaño de balances, compraventas ilegales y un sinfín de delitos e irregularidades para que sus directivos se embolsaran inmensas cantidades de dinero, dejando a sus empresas a la cuarta pregunta y a sus empleados, acreedores y proveedores con una mano delante y otra detrás.
Y por supuesto nadie va a olvidar de repente que esos empresarios, que ahora reclaman confianza como si la desconfianza fuera culpa de otros, han protagonizado amaños con elementos corruptos de los gobiernos de todos los partidos. Han participado en concesiones nepotistas de servicios que nunca se llegaron a fiscalizar, han realizado ERES fraudulentos para repartirse los beneficios, han creado una burbuja que estalló mientras ellos escapaban con sus fortunas acumuladas, dejando viviendas a medio hacer, urbanizaciones sin construir y créditos bancarios sin pagar.
No puedo estar más de acuerdo con el señor Rosell en que, con ese panorama, resulta más que difícil recuperar la confianza. Sobre todo para aquellos pobres ilusos que alguna vez la tuvieron realmente.

Y no puedo por menos también que estar de acuerdo con los caminos indicados por el nuevo pero nada innovador presidente de la CEOE para conseguir esa mejora de la confianza.


Claro que hay que mejorar los fundamentos para demostrar que España ya no permite esas cosas. Esas reformas económicas significarán cambiar la legislación sobre delitos fiscales, sobre quiebras fraudulentas, sobre evasión de capitales, sobre alzamiento de bienes, etc, etc etc., para que se tenga que pagar lo que se adeuda o incluso hacer una dura ley que permita confiscar todo el dinero evadido.  Así dejaremos claro que ya no se consiente.
Y tendremos que ser mucho más competitivos. Impidiendo que se declaren y desgraven como inversiones empresariales, pisos en el Barrio de  Salamanca, Viajes a las Maldivas con un grupo de coristas -¿aun existen coristas, por cierto?, joyas de aniversario para la esposa o el marido, coches deportivos para los hijos o cualquier otra "inversión necesaria", mientras se sigue usando maquinaria digna de museo que origina accidentes laborales, se sigue sin invertir en seguridad laboral o se sigue sin trasformar los procesos productivos o sin pagar a los trabajadores la especialización y los conocimientos.
Y, claro, para atraer a esa competitividad internacional habrá que asegurar a las empresas que los políticos no van a conceder las contratas públicas a sus amigos y familiares, habrá que dejarles claro que si se les pilla en una de esas de regalos bajo cuerda, compensaciones en negro o dádivas bienintencionadas, se les prohibirá operar en nuestro país además de que sus directivos irán a la cárcel a hacer compañía al político sobornado. 
Supongo que a eso se refiere el bueno de Rosell con sus reformas económicas y sociales para mejorar la confianza. Porque al fin y al cabo en quien no confiamos es en los empresarios y en sus formas de hacer las cosas, que son los que han originado este fiasco.

Y por eso también estoy de acuerdo con los caminos que ha elegido para presidente de la patronal que se niega a dejar de serlo para convertirse en empresarios de verdad como ejes fundamentales de esas reformas.


Muy razonable. Porque aumentar la productividad supone forzar -sí, forzar ¿acaso los empresarios tienen inmunidad ante la ley?- a la reinversión productiva, castigar fiscalmente a aquellos que no reinviertan sus beneficios en la mejora de su empresa, en el aumento de la productividad.
Porque aumentar la productividad de un sistema económico supone gravar por encima de las rentas del trabajo -las productivas- a las del capital, que son improductivas y meramente especulativas; supone controlar las sociedades de capital que hacen que solamente un 30 por ciento de los beneficios empresariales de este país surjan de producir algo y no solamente de mover capitales de un lugar a otro.
Porque la asignación de recursos humanos, financieros y tecnológicos a las actividades competitivas supone limitar hasta su desaparición la creación de empresas interpuestas que ejercen simplemente de testaferros, cortinas de humo y falsos proveedores de empresas que de esa manera consiguen eludir impuestos a través de actividades de intercambio de capital virtual que no generan ningún producto con el que se pueda competir en el mercado.
Porque la asignación de recursos financieros a la economía española supondrá asegurarse de que los beneficios empresariales contribuyen a crear consumo, compartiéndolos en su justa medida con los trabajadores que son los que más aportan a esos beneficios, hecha la amortización del capital invertido por el empresario.
Y por supuesto en colaboración con Europa. Para que la administración continental no acepte paraísos fiscales en los que nadie da cuenta del dinero que tiene, para no permita que se creen en países que tienen frontera con ella sociedades con un solo empleado que facturan sobre el papel miles de millones de de para no pagar impuestos en España Francia o Italia, para que no consientan que haya corporaciones que facturan sus ventas en España en una filial de un país de la UE como Irlanda, solamente porque ese país les da ventajas fiscales más allá de toda lógica.
Sin duda el presidente de la CEOE se refiere a esa competitividad, esa flexibilidad y esa optimización de sus recursos.
Porque sino es eso, solamente estará haciendo una vez más lo mismo. Vendernos el cuento de la la lechera según el cual los buenos y arriesgados empresarios necesitan no pagarnos nuestros sueldos y poder despedirnos cuando quieran para utilizar ese dinero en crear nuevos empleos que darán trabajo, generaran consumo y nos harán a todos felices aquí, en la tierra de Jauja.
Y ese ya nos lo han contado y es mentira.
Su constante incremento de beneficios en los últimos años, el continuo descenso de la inversión productiva y en I+D, el desplome del consumo y el paro galopante mientras no hacen más que sucederse los dineros escondidos y las quiebras fraudulentas dan constancia de ello.
Así que supongo que ese cuento no es el que nos está intentando contar.
Pero hay mas...

Sanidad pública, Gobierno y lo que ha pasado ya

Existe una vieja cita, como otras tantas puesta en boca de un buen puñado de personas que bien podrían haberla dicho, pero que no se sabe con seguridad si la dijeron, que reza así: "El periodista es aquel que se despierta cada día deseando que no pase nada que no haya pasado ya".
Pues bien, en esto de la venta por partes de la sanidad pública que ha comenzado el Gobierno que nos echamos encima en los últimos comicios y que su división de proyectos avanzados, en forma de gobierno autonómico de Madrid, está realizando de forma inmisericorde y sistemática, la cita nos viene al pelo.
Cada día sale a colación un nuevo dato, una nueva jugada nepotista, un nuevo informe o una nueva declaración que demuestra que lo que el Gobierno -ya sea madrileño, valenciano, castellano manchego o español en general- quiere que ocurra, ha ocurrido ya. Como muestra un botón
De repente se sabe que Sanidad, la misma Sanidad que no tiene dinero para pagar a los centros de dependientes, la misma consejería que pretende prejubilar a cientos de facultativos para ahorrarse sus nóminas, aumentó sus partidas presupuestarias en ni más ni menos que 345 millones de euros.
Uno diría que por fin han decidido gastarse el dinero en la salud de los madrileños, pero va a ser que no. Porque ese aumento presupuestario no fue al pago de las medicinas recetadas, a la atención primaria ni a ningún otro elemento asistencial. Fue al pago de conciertos con clínicas privadas y centros de gestión privada.
Lo que quieren que pase, es decir, que la gestión privada de los hospitales sea la parte del león de la sanidad pública, está pasando ya. Y lo que nosotros sabíamos que pasaría, que será más cara que la gestión directa, también está pasando ya.
¿Vemos ahora porque es bueno que "no pase nada que no haya pasado ya"? Es una cuestión de referencias.
Así que las cuentas de Sermas, la entidad que se encarga de la gestión de los hospitales y los centros de Salud se desviaron 345 millones en un solo ejercicio (2012). Y además lo hicieron porque la partida de gastos en la gestión sanitaria concertada con clínicas privadas -y hospitales de gestión privada- se incrementó más de un 50 por ciento. Resulta cuando menos curiosos que nada haya hecho nada, en plenos recortes desmedidos e inmisericordes, para ajustar ese cargo al erario público.
Dicen que es por la puesta en marcha del hospital Rey Juan Carlos de Móstoles pero lo que no dicen es que esa puesta en marcha ha supuesto apenas unos 70 millones de euros y que el resto se debe al pago de deuda acumulada de los diferentes centros privados concertados y de los hospitales de gestión privada de la red.
Así que ya no necesitamos los informes de los profesionales sanitarios -aunque los hicieron-, ya no necesitamos los informes independientes de los expertos en gestión hospitalaria -aunque también están presentados-. La privatización de la sanidad madrileña ya existe y ya nos da la razón. El futuro es presente.
Lasquetty y su privatización de seis hospitales y varias decenas de centros de salud nos prometen cien millones de ahorro al año, mientras ese modelo de gestión ya nos está costando 345 millones más de lo previsto en un solo ejercicio; Sanidad nos promete transparencia y claridad a la hora de la gestión mientras ahora ya se niega a dar los datos económicos de Serma a la oposición, los profesionales y la ciudadanía para que sepamos en quien o en qué se han gastado ese dinero.
Y así con todo. Recortan en gastos de limpieza en los hospitales públicos, en personal, en comida mientras aumentan partidas destinadas a cubrir los agujeros que la gestión privada ha creado en los balances de los hospitales ya privatizados.
Y no solo en Madrid, sino en Valencia, en Catalunya, en Baleares. En todos los lugares donde se aplica este intento de convertir la sanidad pública en un negocio rentable para unos pocos y peligroso para todos los demás.
La Sindicatura de Compras de la Comunitat Valenciana presenta un informe en el que asegura que las resonancias magnéticas son más baratas dentro del sistema de gestión directa que "externalizadas". Un negocio de 21.000 millones de euros que manejan desde 2008 las empresas de personas afines a Zaplana e incluso miembros del PP y que ha hecho gastarse al erario levantino 16 millones de euros más de los necesarios cada año; En Catalunya no hay día que no se descubra que algún cargo cobró o recibió cualquier cosa a cambio de una concesión, una externalización o cualquier otro chanchullo sanitario; la Santa Cospedal y su consorte, Lamela, Beccaria, y un largo etcétera de nombres y apellidos, colocados en la sanidad privada de repente, por la tremenda nos lo dicen a gritos.
Ya no tenemos que esperar a ver qué hacen con la gestión privada de la sanidad. Ya sabemos lo que están haciendo, como la están gestionando y cuales son los objetivos que buscan. Ya sabemos que no es por ahorro, es por negocio nepotista y propio; ya sabemos que no es por necesidad, es por avaricia; ya sabemos que no está pasando nada que no haya pasado ya.
Ya ni siquiera tenemos la excusa del beneficio de la duda para no estar en contra suya. Ni siquiera aquellos que día les votaron.

viernes, agosto 09, 2013

Catalá, Burjassot y el síndrome del ladrón Gestas

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Hay regiones que para bien o para mal son siempre la punta de lanza de algo. Son el espejo en el que se mira el resto del país para conocer deforma oracular su futuro.
Y la Comunitat Valenciana pera desgracia de sus habitantes y de su futuro es el espejo mágico en el que el resto de España observa estremecida lo que les espera, lo que ya les está llegando. Lo que se nos viene encima.
Si hay un reflejo que asusta, ese es el de la educación pública valenciana. Destruida mucho antes que las demás por décadas de gobierno del Partido Popular, por lustros continuados de una forma de hacer política basada en el nepotismo, los egos faraónicos de sus gobernantes y el servilismo ideológico de sus administradores.
Y como cualquier espejo mágico tiene que tener ante él una bruja que se cree bella e inteligentemente maquiavélica y que no es otra cosa que un compendio de podredumbre interior, Valencia y el espejo roto de su educación tienen a María José Catalá.
Ya les ha tocado el turno a muchos. Colegios que pierden el transporte escolar por un cambio de criterios injusto y ven inundarse sus instalaciones precarias en Montserrat, la perdida de becas de comedor, de bus infantil o de becas de libros como en El Saler y otros muchos, centros que ver llenarse de barro los barracones a los que están condenados desde 2008 como el sin nombre 103.
Y ahora les toca el turno a los padres, los profesores y los alumnos de Burjassot, encerrados contra toda esperanza de que el espejo de la educación valenciana y de la falsa reina que la dirige refleje por fin un poco de cordura.
Ellos tenían un colegio y el colegio se hizo viejo, tan viejo como la política de destrucción de la educación pública que lleva a cabo la Consellería de Educación de Catalá. Y ahora se cae ante sus ojos.
El Ayuntamiento quiere que se rehabilite, ellos quieren que se remoce y se recomponga, los alumnos y los profesionales docentes quieren que se mantenga. 
Y ante el nuevo problema, Catalá mira otra vez a la educación pública a través de su distorsionado espejo de ideología rancia y servilismo a una obra religiosa que dirige sus pasos en lo privado y en lo público la ve como un obstáculo, como una carga y de nuevo recurre a la locura para solucionar su dilema.
Su espejito le dice que debe dividir a los alumnos del colegio entre otros centros en lugar de rehabilitarlo y arreglarlo. Que el rendimiento del centro no importa, que los derechos de padres y alumnos no importan, que solamente existe su locura y los objetivos que esta la impone.
La misma locura que la llevó a medir en linea recta los kilómetros para el transporte en una carretera con más curvas que las caderas de Monica Belucci, a eliminar las becas de comedor o de libros. La misma demencia ideológica que le hace mantener a centenares de alumnos a lo largo de toda la Comunitat Valenciana chapoteando entre barro y humedades mientras estudian historia o matemáticas, la que la obligó a cargar contra los profesores interinos y mandarlos a casa privando a alumnos de los docentes necesarios.
Catalá insiste con el colegio de Burjassot en su locura, negándose a aceptar el regalo de terrenos del Ayuntamiento para que instale un colegio provisional mientras se dedica en otras localidades a regalar terrenos a entidades religiosas para que abran colegios, sigue alegando falta de dinero y de recursos mientras renuncia a los ingresos impositivos y por la venta de terrenos regalándoos para que aquellos que, en contra incluso de las palabras de su pontífice, prefieren evangelizar a educar.
Y lo del colegio de Sant Joan de Ribera en Burjassot sería uno más de los síntomas de esa dualidad esquizoide que sufre la Consellera de educación que, llevada a la dicotomía entre servir a su dios de la obra y a sus ciudadanos la hace una y opta vez elegir al mito de la zarza por encima de aquellos a los que debería servir como política.
Sería lo mismo si no fuera además un robo.
Porque Catalá tiene el dinero, Catalá tiene las aportaciones económicas necesarias para la reconstrucción del colegio de Burjassot que permitiría a todos los alumnos seguir estudiando en el centro. Las tiene pero no son suyas. Las guarda pero no le pertenecen, las esconde pero no son de su propiedad.
Son del Banco Europeo de Inversiones y se las dio precisamente para eso. Y ese dato solitario cambia el cuento. Transforma a la malvada madrastra y la falsa reina del espejito mágico en un personaje diferente, en el evangélico Gestas cualquiera, en una ladrona
Así que, si no las utiliza en esa función, está robando; si pretende redistribuir a los alumnos en otros centros, cerrar el Sant Joan de Ribera y utilizar el dinero en compensar las perdidas financieras que su incondicional apoyo a los colegios e instituciones educativas religiosas del Opus Dei crean en los presupuestos de su consejería, está robando; si deja que se hunda el colegio mientras concede beneficios a otro religioso el año que viene o al siguiente para que compense su desaparición, está robando.
Si pone ese dinero al servicio de su concepto sectario de la educación como evangelización y de lo público como lastre que impide el control ideológico de las futuras generaciones, está robando.
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Porque si el Banco Europeo de Inversiones estuviera preocupado por la reevangelización de Europa habría dado el dinero al Vaticano, porque si el Banco Europeo de Inversiones hubiera querido que se cerrara el San Joan de Ribera hubiera sufragado su demolición
De modo que Catalá no tiene derecho a tomar esa decisión, no puede, por más que su distorsionado espejito de poder y santidad le de esa orden, dejar de usar el dinero para el fin para el que fue concedido a su gobierno y a su consellería.
Y a los padres y madres de Burjassot, a los profesionales docentes y a todos los valencianos en general les toca recordárselo.
Al fin y al cabo robar es un pecado y ella, devoradora ávida de esas lecturas, debe saber mejor que nadie como acaban los ladrones en su visión religiosa del mundo. Crucificados, al lado de su dios, pero crucificados.

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