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viernes, junio 01, 2018

De la elusión al oxímoron para defender una mentira por el bien de Ciudadanos

"No está tan claro que un gobierno débil sometido a los vaivenes de unos socios peligrosos (Podemos, ERC, PdCat, PNV, Bildu...), vaya a contribuir a estabilizar o regenerar nada. ¿No hubiera sido mejor negociar una fecha para convocar elecciones generales, más pronto que tarde, para que sean los españoles los que decidan quién quiere que lidere el proceso de estabilización y regeneración institucional?"
Es maravilloso como se puede colar como un argumento algo que a la vez es una elusión, un sofisma, una manipulación y un oxímoron.Vayamos por partes.
La elusión del cuarto partido
El PSOE estará supuestamente "sometido a los vaivenes" de esos socios por un único motivo. Ciudadanos se ha negado a apoyarle y solo seguirá sometido a ellos si Ciudadanos se mantiene en la negativa de no apoyarle haga lo que haga. Ni una palabra sobre la responsabilidad que tendría el partido de Rivera en esa inestabilidad.
El sofisma del peligro
¿"Peligrosos"?, ¿peligrosos para quién?, ¿por qué Podemos o PNV son peligrosos?, ¿por qué no lo es Ciudadanos? No hay ni una sola iniciativa parlamentaria de Podemos o el PNV -o incluso Bildu- a lo largo de la legislatura que sea "peligrosa".
A menos que la abolición de la Ley Mordaza, el levantamiento del impuesto al sol, la eliminación de los elementos de precarización de la Reforma Laboral, la fijación de un criterio general de cálculo de las pensiones, la fijación de un calendario de cierre de las nucleares, la supresión por ley de la posibilidad de amnistías al fraude fiscal o la reducción de impuestos a las compañías sociales se consideren "peligrosas" para España y para la democracia.
¿Por qué el PNV es un socio peligroso ahora y era un socio responsable hace diez días con la aprobación de los presupuestos?
No puede considerarse peligroso a un partido que lleva desde el comienzo de la última fase democrática de nuestro país haciendo lo mismo, lo que tiene que hacer. Preocuparse de lo que ellos consideran que son los intereses de Euskadi. Que para eso les votan.
¿Por qué no se considera "peligroso" a Ciudadanos?
Resulta curioso que no se haga hincapié en que es el único partido -no independentista- que defiende posiciones anticonstitucionales y antidemocráticas.
¿No es anticonstitucional defender la eliminación del cupo vasco cuando figura expresamente reflejado en la Carta Magna española?, ¿no es anticonstitucional y antidemocrático defender la extensión del artículo 155 solamente para controlar TV3 y los mossos, ninguna de las cuales es constitucionalmente competencia del gobierno central?
De nuevo silencio al respecto
La manipulación de la estabilidad y la regeneración.
Se afirma que es dudoso que el nuevo gobierno "vaya a contribuir a estabilizar ni regenerar nada", pero se omite que la sola presentación de la moción de censura ya ha contribuido más a la estabilidad que todo el gobierno de Mariano Rajoy. En el asunto de Catalunya ha propiciado que llamaran al orden a Torrá, que desbloquear la formación del Govern y que obligara al PP a levantar el 155. Puede que no nos guste ese gobierno, pero la situación política en Catalunya ya es estable, ya no depende de los juicios.
En el resto de España, si hace diez días el presupuesto garantizaba la estabilidad en la legislatura, ¿por qué ahora no lo hace si todos los partidos se han comprometido a respetarlo?
De nuevo, los únicos que podrían desestabilizar esos presupuestos son aquellos que votaron a favor de él si ahora le ponen trabas o votan en contra de leyes que emanen de él. O sea el PP o Ciudadanos.De nuevo se omite tal posibilidad.
Y con la regeneración tres cuartas de lo mismo.
¿Qué impide al nuevo gobierno poner en marcha la Ley de Transparencia?, ¿o la modificación propuesta para los delitos de corrupción en el Código Penal? Los únicos que han bloqueado esas propuestas han sido el Partido Popular y Ciudadanos. Sí Ciudadanos deja de hacerlo la regeneración podrá comenzar. La responsabilidad está en ellos y no se incide en ese aspecto.
Por no hablar del hecho de que esa regeneración en la política pasa por recuperar el diálogo y la negociación -según el mismo periódico ha defendido en múltiples ocasiones cuando quienes se negaban a dialogar eran otros-. Así que la necesidad y la disposición al dialogo entre fuerzas políticas ya es en sí mismo un comienzo de regeneración. Y quienes se nieguen a participar -que ya sabemos quienes son- son quienes la impiden.
El oxímoron del proceso electoral.
Abordar la pregunta retórica final del razonamiento de El País es lo que transforma el razonamiento completo en un oxímoron porque la respuesta, que se pretende retóricamente que es sí, es en realidad no.
El panorama político real -incluso el inventado por Demoscopia- deparará ahora o dentro de un año un panorama político con cuatro partidos constreñidos en un arco porcentual de voto que va entre el 20% (Podemos) y el 24% (según el CIS). Eso supone la imposibilidad de formar gobierno unitario para cualquiera. Si con un 33% de los votos el PP necesitó dos elecciones y un golpe de mano de la Ejecutiva del PSOE para poder formar gobierno, solo hay que volver a la historia más reciente para saberlo.
Así que, en realidad, la convocatoria de elecciones supone seis meses de un gobierno en funciones sin posibilidad de legislar y otros tantos -no se sabe cuantos- después de los comicios -que probablemente tendrían más de una edición- hasta que alguien consiga formar un ejecutivo que no sería probablemente más estable que el de Sánchez.
¿Por qué esa situación garantiza la estabilidad?
No hay respuesta posible porque la única es que no la garantiza.
Así que todo ese argumento, que parece racional y responsable, no es otra cosa que un intento de elevar a categoría universal las necesidades de un solo partido: Ciudadanos.
Un partido que, sabiendo que esas elecciones inmediatas no generarían estabilidad ninguna, pretende forzarlas para estar en mejor posición para pescar en ese río revuelto.
Es equiparar el bien de Ciudadanos con el bien de España. Exactamente lo mismo que lleva haciendo demagógicamente el PP durante las dos últimas legislaturas y en todas las que ha ostentado el gobierno.
Poca regeneración parece

domingo, junio 18, 2017

Pedro Sánchez, plurinacionalidad o no empezar a caminar por el principio

No voy a ser yo quien critique el concepto de plurinacionalidad.
Pero, como casi todo en la vida menos el odio y el fanatismo, el uso del concepto requiere matices y mas matices, sobre todo si viene del Congreso del PSOE que parece que, por fin y a la segunda, ha decidido hacer lo que tiene que hacer un partido: caso a sus militantes.
Parece ser que la plurinacionalidad y el federalismo -este desempolvado del Congreso de Suresnes, por si alguien lo ha olvidado- son las dos zancadas de gigante que llevaran al PSOE a la izquierda. O al menos que empezaran a hacerlo.
El matiz comienza, como casi siempre últimamente por una pregunta: ¿por qué la defensa de ese concepto llevará al PSOE en un vuelo fugaz y renovador, cual ave fénix renacida, de pronto hacia la izquierda?
Y es que resulta que defender la plurinacionalidad y el federalismo no es un concepto de izquierdas. Puede que a los conservadores patrios les parezca que sí, puede que para ellos el unitarismo sea un rasgo diferencial del liberalismo o del capitalismo o de la democracia cristiana o de como se quieran definir, pero va a resultar que no.
Ángela Merkel cree en el federalismo, no lo ha cuestionado ni una sola vez y es presidenta del país más federal de Europa, y la señora Merkel no es de izquierdas. Los republicanos estadounidenses creen en el federalismo, son incluso defensores acérrimos de los poderes de los gobernadores dentro de sus estados y muy de izquierdas no son; los tories británicos no ponen en tela de juicio la condición plurinacional de Gran Bretaña, la unión de coronas que no de reinos, y lo llevan con cierta flema y elegancia -salvo en el Ulster, todo hay que decirlo- desde hace varias centurias. Y tampoco es que ideológicamente se hayan alimentado a los pechos de Saint Simon o Lenin.
Y si lo vemos al revés, pues tres cuartas de lo mismo: Ninguno de los gigantes que pervirtieron el comunismo y la izquierda ha sido defensor de la plurinacionalidad. China ejerce el comunismo autocrático en los cuatro puntos cardinales de su inmenso territorio -salvo en Hong Kong, vale- y erradicó y sigue erradicando todo movimiento que pretenda el reconocimiento de antiguas nacionalidades históricas dentro de su territorio. Por no hablar de la antigua URSS, que mucho de nombre era una unión de repúblicas, pero cercenaba los impulsos nacionales por la tremenda en toda su esfera de influencia, desde los Balcanes hasta el Báltico.
En fin, que está muy bien lo de defender la plurinacionalidad, pero eso realmente no te hace ni mas de izquierdas, ni más de derechas, ni más de centro. Aunque en nuestro país pueda parecer lo contrario.
Así que el matiz y la reflexión sobre este asunto me lleva a la conclusión de que Pedro Sánchez corre el riesgo de hacer, una vez más, lo que hacen todos los políticos en este país desde hace casi una década. Esconderse tras el debate nacionalista para no enfrentarse al debate social en el que realmente sí tienen que poner su ideología encima de la mesa.
Porque quizás el camino hacia la izquierda no pase por hablar de plurinacionalidad en primer lugar. Quizás tendría que pasar por anunciar que si gobierna evitará la especulación bursátil prohibiendo en la bolsa española las operaciones en corto -que con lo del Banco Popular se lo han puesto como a Felipe II, por cierto- o directamente anunciando que en el mercado de valores no se permitirá comerciar con Opciones y Futuros, o que no se dará condición de operador a los Fondos Buitre.
Quizás el camino a la izquierda pasaría, antes de abordar tan intrincado concepto de organización del Estado, por anunciar que en su gobierno las empresas tributarán lo mismo -no más, simplemente lo mismo- que las personas físicas o que se establecerán medidas para evitar la ingeniería fiscal a través de empresas interpuestas radicadas en paraísos fiscales.
Es posible que para empezar a andar en dirección hacia la izquierda habría que hablar del salario mínimo, de penalizaciones por no realizar reinversión productiva de los beneficios empresariales, de la redistribución de los mismos, de tomar medidas para restringir o incluso eliminar el sistema de deuda apalancada de nuestra economía o del aumento impositivo a la rentas del capital provenientes exclusivamente de la especulación bursátil.
Cabe la posibilidad de que para iniciar un verdadero camino de vuelta hacia la izquierda hubiera que pasar, antes que por el voto catalán o vasco, por hablar de abolir la legislación de aforamiento, de renunciar a la enmienda nocturna y alevosa de nuestra Constitución sobre el techo de gasto, de revisar la legislación bancaria para impedir desmanes como los pretéritos o de plantear la modificación del código penal para castigar con fortaleza la corrupción política.
O a lo mejor habría que empezar por caminar en la linea de plantear si gobierna un sistema en el que los órganos judiciales no están controlados, designados y nombrados -aunque sí vigilados- por el poder político, en el que las Fiscalías sean realmente independientes, en el que la composición de los altos tribunales no dependan de la correlación de fuerzas políticas.
Y luego ya hablaremos de cuantas naciones somos y si queremos vivir federadas, unidas, separadas o como sea.
Lo lamento del nuevo por el PSOE y por sus militantes y simpatizantes pero, si Pedro Sánchez y su nueva ejecutiva no empieza por cualquiera de esas cosas o por todas ellas su recientemente estrenado camino hacia la izquierda, me temo que no será más que otra operación de lavado de cara.
Una operación que utilizará una discusión que se ha polarizado artificialmente por unos y por otros para ocultar lo verdaderamente relevante en la sociedad española, que es la situación cada vez más precaria y miserable de sus ciudadanos, y en la ideología de la izquierda democrática, que no es otra cosa que no dejar que el dinero y el poder se impongan sobre la libertad de los ciudadanos.
Veamos y observemos, que tampoco se va a cambiar el paso en unas cuantas horas de congreso. A ver que pasa.
Por eso no voy a ser yo el que critique el concepto de plurinacionalidad.

domingo, octubre 30, 2016

Rufían, tuits, mayeútica y la vergüenza socialista.


Con todas estas idas y venidas del engendro político español he aprendido algunas cosas. Y una de ellas es a calibrar la importancia, o quizás sería mejor decir el peligro, que determinadas cosas tienen para el emporio político del inmovilismo bipartidario en virtud de la rapidez con la que reaccionan contra ellas los medios que se empeñan en sustentarlo.
Pues bien, El País, esa publicación que antaño fue un diario de información y hoy es otra cosa que ni siquiera puede llamarse panfleto propagandístico porque no tiene el valor de reconocerlo, tardó exactamente veintidós minutos en reaccionar a la intervención de poco más de siete minutos de Gabriel Rufián, portavoz adjunto de ERC en el Congreso de los Diputados.
Así que debió ser muy importante o muy peligrosa.
"Se pasó de frenada", afirma el opinador en El País en una reacción tan rápida que suena a historia preparada de antemano. Pero lo cierto es que es una falsedad del calibre de una moneda de dos euros con la cara de Franco. No pudo pasarse de frenada porque no dijo nada.
Dejadme que me explique.
Rufián es sin duda alguna para mi el orador más estimable que ha pisado el hemiciclo desde Indalecio Prieto, Calvo Sotelo y Hazaña - y si no les han leído en sus intervenciones parlamentarias es muy recomendable que lo hagan-. Ha sido capaz de desarrollar un estilo que se halla entre el monólogo y el discurso, que integra el lenguaje y los referentes de la calle, que está perfectamente diseñado para fluir en las redes sociales y que los mastodontes que se sientan a un lado y a otro del hemiciclo tardan demasiado en procesar como para poder reaccionar a tiempo.
Pero ayer no dijo nada. Su discurso osciló entre la mayeútica y el sarcasmo, entre la pregunta retórica y la aliteración, dolió y escoció, pero no eran sus palabras. Y él lo sabía, por eso sabía que dolerían y escocerían.
Los que hablaron ayer eran los militantes socialistas, los que se sentían traicionados eran ellos. Dos tuits, leídos con ese tono de Rufián de Marco Antonio en el funeral shakesperiano de Julio Cesar, sirvieron para que Eduardo Madina perdiera la  compostura porque no podía acusar a Rufián de nada, no podía echarle en cara nada. No estaba hablando él, estaba hablando su gente.
Rufián no se pasó de frenada porque cuando acabó con lo que decían los socialistas, los militantes socialistas, no esa suerte de conspiración de los Idus de Marzo en la que se han convertido las estructuras de ese partido, empezó con las preguntas.
La emprendió con la aliteración continua de la vergüenza -¿No les da vergüenza...?-. Esa pregunta retórica, que debería haber tenido como respuesta sí pero tenía de respuesta el silencio, no era una pasada de frenada del orador, era la constatación de la pasada de frenada que estaba protagonizando el PSOE con su abstención.
No hubo un solo espontaneo "no, nos da vergüenza" en las bancadas de ese partido que otrora fuera socialista. Rufián les dio todas las oportunidades retóricas que quiso y no los hubo, todas las pausas dramáticas que se antojaron y no los hubo. Incluso se lo preguntó directamente, espero y no los hubo.
Así que sí, les daba vergüenza. Lo dejó claro, meridiano, cristalino.
Manejó el hemiciclo para que aquellos que le escuchaban enviaran el mensaje que sabía que si pronunciaba él sería rechazado por catalán, por independentista, por lo que fuera.
Y logró. Lo logró hasta el punto de que se vio que tenía muy claro que le interrumpirían cuando se refirió a Susana Diez, la convidada de piedra en esta sesión de investidura, como "una cacique". Y los socialistas cayeron, se indignaron de nuevo y permitieron que la palabra cacique siguiera resonando en el hemiciclo y en los oídos de quienes veían y escuchaban la intervención, incluso que Rufián tuviera que repetirla al reanudar su intervención.
Por todo eso, porque la única afirmación que hizo Rufián -"El bipartidismo ha muerto"- era incuestionable, El País tuvo que salir a interpretar todo aquello como una pasada de frenada para que ninguno de sus lectores tuviera tiempo para pensar por su cuenta, para plantearse la razón que encerraban los tuits de militantes socialistas leídos por el parlamentario catalán, para que ninguno pudiera responder por su cuenta a las preguntas retóricas de la aliterada vergüenza lanzadas por el portavoz de ERC.
Y como no pueden echarle nada en cara porque él sí está ahí siguiendo el mandato de sus votantes, oponiéndose a un gobierno que les niega la posibilidad de decidir sobre su futuro político como pueblo y como nación, tiraron de ese pobre argumento de que se "pasó de frenada" y que logró unir a los socialistas en el hemiciclo y que los populares los defendieran.
¿De verdad creen que Rufián esperaba algo diferente?, ¿tan poco acostumbrados están ya los analistas parlamentarios de los medios bipartidistas al ejercicio de la oratoria política que no se dan cuenta de ello?
El portavoz del PP gastó su intervención en una aguerrida y encendida defensa ¿de quién?, ¿de su candidato, al que se había definido como el gobernante más retrógrado de Europa? No, de la dignidad y el sentido de Estado de los socialistas por apoyarle.
Y le aplaudieron a rabiar... los suyos y los socialistas. 
Así que el rocambole final dio toda la razón a la última frase de la intervención del político catalán, esa que no se pudo escuchar: "El bipartidismo ha muerto, ya no hay PSOE y PP. Solo hay un partido".
De modo que Rufián no se pasó de frenada. Fueron los falsos socialistas que ocupan los escaños los que se pasaron al no tener respuestas para su militancia ni excusas para su vergüenza, fueron los que ocupan los escaños del PP los que se pasaron de frenada al defender a ultranza la pérdida de principios a cambio de la obtención del poder.
Gabriel Rufián no habló ayer en el Congreso. Fue la realidad. 
Lo único que pasa es que los que le escuchaban y los que opinan y escriben sobre política en los medios afines al bipartidismo hace demasiado que no veían a la realidad pasarse por el hemiciclo y les asustó mucho que entrara por allí sin anunciarse.


domingo, octubre 02, 2016

Ferraz y el Cónclave de la Logia Nietzcheana

Mucho se habará y se escribirá en los próximos días sobre lo que ocurrió ayer en las salas y pasillos de Ferráz. Se hablará de errores y defectos de Sanchez, de grupos, corrientes o familias, de congresos y comités ejecutivos.
Pero para mi, que una vez o varias voté al PSOE antaño y que hace tiempo que no lo hago ni lo volvería a hacer, solo existe un resumen posible. 
Ayer, el Partido Socialista Obrero Español dejó de existir. Hace tiempo que había renunciado a lo que fue, hacia varios lustros que había abandonado su ideolología y hacía dos votaciones electorales que había perdido el norte. Pero ayer desapareció.
Dejó de ser partido no porque se pelearan entre ellos -que eso debe hacerlo y saber hacerlo todo partido político- sino porque sus órganos de gobierno dejaron claro que no van a comportarse como un partido politico. 
Mientras los laboristas ingleses, aquejados de las mismas dudas en el rumbo hacia su origen socialista o su deriva capitalista, de la misma actitud reticente ante el liderazgo de Corbyn, hacen lo que debe hacer, recurren a sus bases y les dejan que decidan sobre su partido, ayer la directiva del PSOE decidió dejar de ser un partido político.
Envió un mensaje claro de que los militantes sirven para pegar carteles, de que los simpatizantes sirven para aplaudir y hacer bulto en los mítines y de que los votantes sirven exclusivamente para llenar -cada vez menos- las urnas de sufragios.
Sus votantes les dieron un mensaje claro de que no querían otro gobierno del Partido Popular, dos veces. De que se desangraran si hacía falta para lograrlo y ellos lo ignoraron; sus militantes les dieron el mensaje claro de que querían a Pedro Sánchez a la cabeza en unas elecciones primarias y ellos han decidido: "Bah, las bases se equivocan, ¿qué sabrán ellos?" y han emprendido la guerra, su guerra, no la de su partido, por su cuenta.
Han rechazado a sus votantes, simpatizantes y militantes. Y un partido sin votantes, militantes ni simpatizantes no es partido.
Ayer en Ferráz se transformaron en un cónclave, con viejos jerarcas apelando al espíritu -en este aso socialista y no santo- mientras movían sus piezas para llegar o mantenerse en el poder, en una logia de los viejos fracmasones de hace dos siglos, tomando decisiones basandose en arcanos que a nadie explican y nadie complende, en un Sanedrin de sumos sacerdotes crucificando a alguien que, por una vez mantenía lo que tenía que mantener, a sabiendas de que tenía razón. 
Han transformado a sus votantes en adoradores, a sus simpatizantes en fieles y a militantes en acólitos. Ya no son un partido político.
Y por supuesto también dejaron de ser socialistas. 
Habían dejado de serlo hace tiempo y se habían hecho eurosocialistas, socialdemócratas y un buen puñado de cosas más. Pero eso también dejaron de serlo ayer.
Se convirtieron en algo que ideologicamente solo puede definirse de un modo: Nietzcheano.
A Susana Díez y los que eliminaron a Sánchez no les importa un carajo la gobernabilidad de España; a Carme Chacón y todos los que se mueven en la sombra no les preocupa en absoluto la ideología, el futuro o la sociedad. 
Tan solo les preocupa lo que, según el filósofo alemán, es el único motor de la acción humana: La Voluntad de Poder.
Díez, Chacón, los viejos carcamales y hasta los fantasmas de ex presidentes que han participado en esta crucifixión, en esta lapidación pública, solamente se mueven por eso. Los barones por mantener el poder en sus feudos, Felipe González, ese que otrora fuera también socialista, por mantener y acrecentar el poder económico de aquellos a quien sirve ahora. Todo muy nietzcheano.
Y Susana Díez, la dama andaluza, no quiere que gobierne el PP, pero le importa mucho más ser ella quien sustituya al gobernante que el hecho de que el gobernante deje de serlo.
No le importa el socialismo, ni saber que los presupuestos del año próximo -ya presentados- sean los menos sociales de la historia. No le importa que se acentue la inmersión religiosa de este país cerrando constantemente aulas públicas mientras se da dinero y suelo a centros concertados y privados que tienen la religión como bandera.
No le importa que se siga haciendo hospitales con gestión privada en los cuales priman los beneficios, no le importa saber de dónde sacará Rajoy el nuevo puñado de miles de millones que le exige la Unión Europea para cuadrar el deficit. 
Ella quiere que el PSOE, ya extinto y convertido en otra cosa, se siente en el Congreso de los Diputados y se encoja de hombros cuando le pregunten si quieren que el Partido Popular gobierne; cuando le pregunten si quiere que la sociedad española sea gobernada así cuatro años más: y esa abstención, ese encogimiento de hombros significará exactamente que la sociedad y lo social les da exactamente lo mismo. Que no son socialistas
Y luego, ya haré un congreso en el que acuse a Sánchez de todo, ya conseguiré ser Secretaria General, ya votaré en el Congreso en contra de los presupuestos dentro de un par de años -piensa Diez-. Ya bloquearé el gobierno dentro de media legislatura -eso que ahora no hace por responsabilidad, que curioso- y forzaré unas elecciones anticipadas en las que la candidata sea yo, no Sánchez, no nadie que hayan elegido las bases en primarias, sino yo.
Voluntad de Poder en estado puro, por todas partes, en todos los asientos, pasillos y despachos de Ferraz. Frederich Nietzche estaría tan orgulloso que sin duda aceptaría un puesto en la gestora.
Y para terminar, eso que fue un partido político y fue socialista dejó ayer también de ser español.
Porque España no les importa un carajo. No les importan los más de cuatro millones de parados que si gobierna el PP pasaran algunos a engrosar las filas de los semi siervos que tendrán que trabajar por 600 euros al mes.
No les importa el millón de familias que se sumará a las que ya viven en situaciones de pobreza, no les importa que este país se convierta en una nueva Bangladesh o Taiwan en aras de una competencia que supone ser la China europea de las compañías transnacionales. 
A los que ayer votaron para cambiar el rumbo del PSOE no les importa que se gasten 8.000 millones en un submarino que nadie en la Marina Española sabe tripular mientras se deja morir en sus casas sin posibilidad de atención a las personas dependientes, mientras se carga sobre las familias el coste de medicamentos que antes eran gratuitos o mientras se les niega a los niños que tienen dificultades de aprendizaje apoyos, desdobles, psicólogos y educadores especiales por no querer pagar esas nóminas.
Dejaron de ser españoles porque no les importa que el pais sea una inmensa montaña de cenizas con tal de tener la posibilidad de gobernar sobre él.
Así que ayer, perdido todo lo que le definía, el Partido Socialista Obrero Español murío para dejar espacio a otra cosa. El Conclave de la Logia Nietzcheana Abstencionista.
Y habrá votantes del PSOE -quizás muchos- que lo sigan haciendo por aquello de que España votamos como en un Madrid - Braça futbolístico con tal de ganar al de enfrente y habrá simpatizantes que reproduzcan lo que han oído a estos políticos y sus voceros sobre "responsabilidad de Estado" o "gobernabilidad".
Pero hoy, como diría un sorprendentemente memorable Kevin Costner en JFK, los votantes, militantes y simpatizantes del PSOE son "todos ya hamblets, hijos de un padre -aunque malo- asesinado por los que aún se sientan en el trono".
Aunque ese trono esté asentado solamente sobre mentiras y sobre la más que poco plauisble excusa de "hemos defenestrado a un liider de un partido socialista por negarse a apoyar un gobierno de un partido conservador liberal capitalista".
Y sobre su voluntad de poder. Ese quebaradizo trono en el quiere sentarse Díez se apoya sobre su voluntad de poder a cualquier precio.

jueves, enero 28, 2016

Felipe González, tres faltas de respeto y un epitafio

Llevaba yo unos días que entre pitos y flautas me encontraba absorto en esto de contemplar lo poco acostumbrados que están nuestros políticos a hacer política, a buscar acuerdos, a entenderse en general y mantener los principios en particular.
Y hoy me desayuno con Felipe González, sí Felipe González, ese señor que otrora celebrara las victorias electorales a puño alzado, cantando la internacional y coreando eslóganes por el cambio, pidiendo a voces que el PP y el PSOE se den la mano y se dejen gobernar el uno al otro y acusando de leninismo a Podemos..
Lo leo y lo releo y me doy cuenta de que Felipe González ha perdido el respeto. Ha perdido el respeto a la historia, se ha perdido el respeto a sí mismo y sobre todo nos ha perdido el respeto a nosotros.
Porque, convertido en el vocero de un sistema de alternancia muerto y enterrado, mantiene un oxímoron tan imposible de cuadrar como una circunferencia. Habla de necesidad de estabilidad, de un gobierno estable y luego pide que PP o PSOE gobiernen en minoría abrumadora.
¿Cómo se come eso? ¿qué estabilidad tendrá un gobierno que no podrá legislar porque la oposición domina el Congreso?, ¿qué capacidad de aplicar sus políticas?, ¿pretende que el gobierno se transforme en una simple entidad administrativa, atada de pies y manos o que la oposición mantenga permanentemente pulsada la tecla de abstención en sus escaños para dejar a hacer al Gobierno lo que quiera? ¿Permitirá el PSOE una nueva reforma laboral, por ejemplo?, ¿Posibilitará el PP una reestructuración de su recién estrenada política educativa, por decir algo?
La respuesta a todas esas preguntases no. Felipe González lo sabe y al decirlo nos ha perdido el respeto a nosotros porque nos trata como ciudadanos de tercera división incapaces de valorar los aspectos políticos. Se lo ha perdido a la historia porque hay una larga lista de gobiernos en minoría en todas las democracias pluripartidistas, desde Italia hasta Francia, desde Dinamarca hasta Grecia, que más allá del acto de investidura han sido incapaces de gobernar y han tenido que volver a las urnas. Parece no acordarse del segundo gobierno de la UCD en nuestro país ahogado hasta la inacción.
Y se lo pierde a sí mismo porque con esa propuesta lo único que defiende es el mantenimiento en el poder de los dos partidos a cualquier precio, una alternancia que no beneficia a nadie más que a su partido y a su oponente. Lo único que defiende es mantener el reparto del poder.
Defiende un gobierno sin posibilidad de moverse en una u otra dirección. Lo que necesitan los intereses económicos, no los ciudadanos del país. Puede que eso sea un gobierno estable. No hay nada más estable que la muerte.
Y luego está lo del leninismo de Podemos.
No he encontrado ni un solo elemento de leninismo en el programa de Podemos, no ha gobernado en ningún momento. Si no se puede deducir de su programa, ni colegir de sus acciones ¿de donde viene esa acusación?, ¿de un par de apretones de mano ye informe profesionales al gobierno venezolano?.
Más allá de lo que sea o deje de ser Podemos, que no es relevante para esta reflexión, Felipe González vuelve a caer en la triple falta de respeto.
Le falta al respeto a la historia porque olvida su primera elección como Presidente del Gobierno. Olvida una de las campañas electorales más salvajemente manipulativas de la entonces Alianza Popular, usando el miedo como arma, profetizando quema de iglesias, expulsiones del monarca y toda suerte de desgracias que usaba desde sus puños en alto hasta sus chaquetas de pana para presentar al PSOE como herederos de las checas madrileñas de la Guerra Civil Española y de las expropiaciones agrarias de la Segunda República al grito subliminal de ¡Que vienen los rojos!
Olvida que, tras todo eso alguien nada sospechoso de ser roja, radical y revolucionario como el Canciller alemán Helmut Kohl, dijo "es bueno para España que el PSOE esté en el gobierno para que los ciudadanos sepan que, lo haga bien o lo haga mal, no pasará nada que rompa las reglas del juego democrático".
Olvidando eso insulta a la historia, se insulta a sí mismo porque tira de estrategia comunicativa del miedo, la misma que le aplicaron a él, la misma que entonces calificó de injusta, miserable y perniciosa.
Y sobre todo nos insulta a nosotros porque cree que no vamos a saber unir las piezas de su discurso.
Un gobierno estable en la inacción y la desactivación de un partido político que tiene como único elemento leninista -por decirlo de algún modo- el control estatal de las fuentes energéticas solo favorecen a unos intereses. Los intereses que ahora dan de comer a Don Felipe González Márquez, miembro del Consejo de Administración de Gas Natural.
Y esas tres faltas de respeto ponen un triste epitafio sobre la lápida que decora la muerte de Felipe González como voz de relevancia política, como analista de la sociedad española y como socialista.
Descanse en paz.

martes, diciembre 01, 2015

Un atril vacío o el orgullo que precede a la caída

















Las imágenes,  a veces buscadas a veces solamente conseguidas, suelen ser un elemento que aporta un resumen instantáneo de la realidad.
Y eso me parece que ocurrió ayer en el debate entre los candidatos al la Presidencia del Gobierno en las elecciones del próximo día 20 de Diciembre.
Todo es un símbolo si se quiere que lo sea y la imagen, solamente la imagen inicial de ese debate lo fue de muchas cosas, de muchas realidades.
El Gobierno no estaba. Rajoy no estaba. Como llevan sin estar Rajoy y el Gobierno en España desde que comenzaron a gobernar, como no lo han estado con una sociedad a la que han cuajado de recortes en los servicios, cuya miseria y desempleo han aumentado en aras de unos números que ni por esas le cuadran, como no han estado con los ancianos al recortarles las pensiones, con los enfermos al instaurar el copago, con los dependientes al congelar sus ayudas, con los parados al eliminar los subsidios para sacarles de las estadísticas y falsear las cifras de desempleo, como no han estado con nadie en general salvo con los suyos.
El atril vacío de Rajoy quedó por sorteo -eso dicen- en una esquina.
 No es que el Gobierno no estuviera, no es que el Partido Popular hubiera desaparecido. Es que había huido, es que había hecho mutis por el foro de la sala. La potencia del símbolo visual era casi demoledora. 
Rajoy lo había vuelto a hacer, como con sus silencios, como con sus ruedas de prensa sin preguntas, como con sus apariciones como un orweliano gobernante en las pantallas de plasma de Génova, 13 y Moncloa. 
Como ha hecho ideológicamente a medida que veía que lo suyo no salia. Tirando de una política de austeridad intransigente que hasta cuestionan ya en el gobierno alemán que la impuso, apoyándose en los más rancios de los modos y los trucos que el conservadurismo español ha utilizado desde casi siempre. Intentando recuperar una y otra vez el fantasma de ETA y el terrorismo patrio extinto y enterrado para tirar del miedo y atacar a sus rivales políticos, usando la excusa de la contención del déficit para poner en práctica medidas antisociales y privatizaciones provechosas para los bolsillos de sus allegados, recurriendo en el último momento a la partía y la bandera con el asunto del soberanismo para tapar otras vergüenzas.
Y claro, como ocurre en lo laboral, en lo personal, en lo sentimental incluso, cuando alguien no está, se esconde, se demora o sale corriendo, otro alguien ocupa su lugar.
Y ese fue el último símbolo visual que me arrojó a los ojos el debate de ayer de El País. El PSOE en el centro, un centro que se quiso llevar a Ferraz a cualquier precio y envuelto en papel de regalo durante veinte años y que ahora la huida con las calzas bajadas de Rajoy y el PP le han entregado en bandeja. Un centro quizás demasiado tibio para unos y demasiado izquierdista para otros, demasiado liberal para la izquierda y demasiado social para la derecha. Vamos, lo que viene siendo el centro político en esto de la democracia desde siempre.
Ciudadanos a la derecha que es donde debe estar porque el PP ya ni siquiera está en la derecha, está más allá, ni siquiera ellos saben donde. Derecha más dialogante, más moderna, más contenida y revisada, con mejor imagen si se quiere pero derecha conservadora al fin y al cabo, que tampoco pasa nada por serlo.
Y Podemos a la izquierda, no desaparecido por la izquierda en mitad de las bastas oscuridades de un radicalismo que le cuelgan y que no exhibe, sino a la izquierda, presente y constante en su discurso. Incluso con esa división tradicional de la izquierda que deja a Izquierda Unida -o como quiera llamarse esta semana- fuera del escenario del debate y en el margen zurdo de la escena política.
En resumen, que teníamos el centro, la izquierda y la derecha y el Partido Popular, la formación que sustenta al Gobierno, no aparecía por ninguna parte; que se estaba hablando de problemas y soluciones para nuestro país y el Gobierno y el hombre que lo dirige no estaban; que se estaba buscando una persona que dirija los próximos cuatro años la política española y el Presidente del Gobierno estaba en otra parte.
Como siempre. Como ha ocurrido los últimos cuatro años.
Puede que Don Mariano quisiera hacer luz de gas a Iglesias y Rivera o pensara que así iba a desactivar la importancia de un debate en el que iba por primera vez en la historia de la democracia española a tener a más de una persona enfrente, pero lo único que hizo fue ejercer de profeta de su propia destrucción, de oráculo del futuro de él y su partido.: No estar. Como símbolo no está mal.
¿Cómo era aquel antiguo adagio?... El orgullo precede a la caída.

viernes, septiembre 18, 2015

Venezuela o dudar entre Tyler Durden y Maquiavelo

Venezuela se ha convertido en el espejo de nuestra propia incoherencia política, en ese agua turbulenta en el que si nos miramos terminamos viendo todos nuestros reflejos distorsionados e irreconocibles.
Con la irrupción de la tercera y la cuarta vía políticas en nuestro bipartidismo de caciques y cesantías, de repente a todo el mundo se le subió Venezuela a los labios como ejemplo de no se sabe muy bien qué para quién porque motivo. 
Y a medida que avanza la cosa todas nuestras formaciones políticas se vuelven incoherentes al extremo.
Monedero, que fundó Podemos y ahora es una especie de voz en la sombra, se descuelga diciendo que el opositor Leopoldo López era el instigador de una suerte de kale borroka y está bien condenado a 13 años de cárcel. Le llama terrorista por alentar a los venezolanos contrarios al chavismo a tomar las calles. Y la derecha española, sus medios, políticos y voceros, contraataca hablando de la dictadura izquierdista de Maduro, de la represión, de la limitación de la libertad de expresión. Y Felipe González se suma a esas voces.
Y todos cometen, una tras otra, incoherencias dignas de internamiento psiquiátrico por personalidad múltiple
Por Podemos
No sé que pinta un partido que pretende basarse en la voluntad de la sociedad y la democracia directa apoyando un régimen que surge de un golpe militar de Hugo Chávez. Solo por eso ya tendría que ser rechazable para ellos.
Por la Derecha
No se que hacen desde Esperanza Aguirre hasta el ABC, pasando por Maluenda y su Razón, calificando de izquierdista y estalinista a un régimen cuyos gobernantes empiezan todos los días sus alocuciones rezando a una virgen, pidiendo ayuda a Dios y considerando el bolivarianismo como la "revolución cristiana de América". ¿estatalismo?, sí ¿fascismo?, muy parecido. Pero no tienen nada de izquierdistas.
Por Felipe González
No se cómo se atreve a hablar de represión y de farsas cuando fue en su partido quién más promovió la Ley de Partidos española que no era otra cosa mas que una justificación legal ad hoc para criminalizar no el terrorismo, sino el independentismo vasco .
Pero hay mas. Muchas más hasta rozar casi el infinito.
Por Podemos
- No es lógico acusar de terrorismo a aquellos que incitan en Venezuela a hacer lo mismo que Podemos y toda la corriente de indignados hizo en España desde el 15-M: alentar que la presión social en manifestaciones continuas obligara a un gobierno electo a girar el rumbo de su gobierno. Si es legítimo en España -que lo es o a mi me lo parece- lo es en Venezuela.
- Es incoherente estar a favor de que Bildu y las corrientes abertzales puedan expresarse con manifestaciones en la calle, pedir que se derogue La ley de Partidos y luego defender que leyes semejantes permitan encerar a opositores allende de los mares.
- No es de recibo culpar de las muertes y los disturbios a los manifestantes en Venezuela y a la policía en España.
Por La Derecha
- No es lógico acusar a Maduro y el chavismo de ser tiránicos por castigar y tratar de impedir la expresión de la opinión popular en las calles y promulgar en España leyes contra la libertad de manifestación o dar palmas con las orejas cuando se aprueba la nueva Ley de Seguridad que supone, según el Tribunal de Estrasburgo, "una seria limitación a derechos fundamentales". Si no se puede limitar en Venezuela, tampoco aquí.
- Es incoherente pedir en editoriales, discursos y portadas que se encierre a miles de manifestantes por enaltecimiento del terrorismo por pedir en las calles de Bilbao o Donosti la independencia o militar en Bildu o Sortu y luego quejarse de que alguien lo haga en Caracas o Maracaibo inventándose leyes prácticamente calcadas de las que redactaron ellos mismos para Euskadi y el independentismo abertzale.
- No es de recibo culpar a los radicales de los estallidos de violencia en manifestaciones en Madrid o Barcelona y tratar a los antidisturbios como héroes y culpar exclusivamente al gobierno represivo de Maduro al que, por cierto, se le vende una buena cantidad de material antidisturbios, de las mismas situaciones en Venezuela.
Y lo de Felipe González ya es de traca.
No te puedes sentar en una mesa para hablar de Venezuela sin recordarle a la audiencia que como gobernante español desarrollaste contactos que luego utilizaste en negocios privados muy lucrativos de la mano de Carlos Andrés Pérez, sempiterno presidente venezolano por entonces, apoyado por las oligarquías del país que ahora se enfrentan a Maduro o que eres consejero de dos empresas energéticas a las que la nacionalización del petroleo y el gas que está llevando a cabo el chavismo les descuadran las cuentas.
En fin, que no sé si es que los partidos y políticos españoles han desarrollado personalidad múltiple y están en plena crisis disociativa de la realidad o que simplemente aflora algo mucho más peligroso como sería el hecho de que solamente les importan que sus principios ideológicos se mantengan sin tener en cuenta si la democracia sufre con ello.
Ya no sé si son Tyler Durden o Nicolás de Maquiavelo.

martes, septiembre 15, 2015

Corbyn y el santo triduo de la izquierda española.


Corbyn viene, milita y ahora dirige un partido que ha sabido atravesar desiertos ideológicos y electorales casi infinitos, que ha sabido integrar a lo largo de los siglos a una corriente ideológica y una base de pensamiento amplia y coherente en lugar de mantenerse eternamente dividio. Así que no, señores Iglesias, Sánchez y Garzón, no se parecen en nada a Corbyn.
Jeremy Corbyn viene de un partido que ha gobernado y sido oposición, cohesionado, estable y organizado. Así que no, señor Iglesias, no se parece a usted.
Milita en una formación que ha sabido ser freno y garante responsable liderando una oposición por más tiempo a lo largo de la historia del que la democracia española tiene de vida y en una que es el resultado de escisiones superpuestas casi hasta el infinito. Así que no, señor Garzón, no se parece a usted.
Dirige un partido que ha sabido estar en el gobierno sin convertirlo en una amalgama de escándalos y corrupciones,sin traicionar a las bases sindicales que les apoyaban con una reforma laboral draconiana, sin apoyarse en unos lobbies de presión de falsa progresía. Así que no, no se parece a usted Señor Sánchez.
Corbyn no se oculta bajo la incertidumbre de la indefinición, lo siento Señor Iglesias, no se quiebra y se requiebra por mantenerse en un centro político inexistente para captar indecisos, lo siento Señor Sánchez, no se ha quedado en el buenismo y renunciado a siglas, ideas y evolución por mantener algo que al final ha perdido, lo siento Señor Garzón,
El nuevo líder laborista británico ha ganado unas elecciones internas sin intentar controlarlas desde el aparato del partido, sin negarse a convocar primarias abiertas, sin buscar la defenestración previa de otras listas, así que lamento comunicarles señores Iglesias, Sánchez y Garzón que Jeremy Corbyn se parece a ustedes los mismo que un huevo a una castaña.
Y ninguno de ustedes puede parecerse a Jeremy Corbyn, más allá de los talantes, personalidades, capacidades y experiencia como líderes políticos por dos motivos.
Él se enfrentaba al thacherismo más férreo, compulsivo e intransigente mientras ustedes buscaban aún la teta de mamá, se enfrentaba a una guerra encubierta en Irlanda intentando defender los derechos de unos y de otros cuando ustedes aún veían Barrio Sésamo, se oponía a liderazgo de su partido en una guerra injusta cuando ustedes se movían aquí y allá en los pasillos del poder de sus formaciones y sus facultades intentando posicionarse para alcanzar un poder que parecía que nunca iba a llegar.
Hacía política para su país mientras ustedes como mucho empezaban a hacerle para sí mismos.
Y sobre todo no pueden parecerse a Jeremy Corbyn porque sus partidos no se parecen al Partido Laborista Británico ni en el blanco del fondo del os carteles electorales.
¿Quieren parecerse a Jeremy Corbyn? Dejen de pelear por quien es más semejante o defiende más posturas ideológicas parecidas, siéntense, dejen de pelear por su parcela de poder y relevancia en la izquierda española y busquen una forma de ser como el partido laborista. 
Porque salvo en la teológica católica de la santísima trinidad y en algún que otro famoso lubricante de antaño: tres no pueden ser uno.
Forjen, fabriquen y construyan una sola izquierda y quizá entonces podrán hacerse una foto junto a Jeremy Corbyn. Hasta entonces no se han ganado ni siquiera el derecho de llevarse al discurso al viejo luchador ni al Partido Laborista Británico.

miércoles, junio 24, 2015

Apuntes de Vexilología radical para Sánchez y Rajoy

Vaya por delante que no soy yo muy de nación española. Bueno, ni de española ni de ninguna otra. Que no está la humanidad para motivos baladíes de enfrentamiento por donde quiso la teoría del caos aplicada a los partos que unos y otros abrieran los ojos a este mundo. Y por tanto no soy mucho tampoco de banderas y estandartes.
Pero, venga va, póngame cuarto y mitad de bandera para llevar.
Los dos partidos tradicionales de nuestra democracia han demostrado que son precisamente eso, tradicionales, al enfrascarse en una disputa tan rancia e inútil como solo lo puede ser una pele por un quítame allá esa bandera. Y esto dice de ellos muchas cosas.
El PSOE se lanza a la conquista del voto del PP. Su líder Pedro Sánchez habla de liderar el cambio responsable, pero usa la bandera para atraer a ese votante que siempre ha hecho de la bandera, la patria y su condición de español un orgullo -inútil desde mi punto de vista, pero respetable- que tiene en cuenta en su sufragio. 
Vamos, que promete un cambio -medido y contenido, eso sí- pero busca el voto de aquellos que no quieren ningún cambio y por eso siguen votando al Partido Popular aunque arda Troya. De aquellos que se encienden y se arropan en la bandera española como si la bicolor fuera a eliminar el paro, cambiar la economía o restaurar los derechos sociales perdidos o a punto de perderse.
Y lo del Partido Popular es igual de esperpéntico.
Ellos, que han tirado de bandera de España hasta para ir al baño. Que la han sacado a relucir y ondear en toda ocasión, haciendo del españolismo algo imprescindible en su ideario, ahora acusan a sus rivales de utilizarla, de politizarla. Como si la bandera de España les perteneciera. Quizás porque ahora vayan a tener que dejar de suponer que todo el que luce una rojigualda va a votarles.
Y el argumento para criticar a Sánchez es de lo más curioso, estúpido y sobre todo ignorante.
"Dice que defiende la bandera pero pacta con radicales", argumenta el bueno de Don Mariano Rajoy y se queda tan ancho. Si no me dejara perplejo me daría risa. Si no fuera tan funesto me daría lástima.
Atención, pregunta: ¿No se puede tener bandera y ser radical?
Apuntes de vexilología para Don Mariano.
La bandera tricolor francesa es fruto de los radicales jacobinos, que incluyeron los colores blanco y rojo en el azul de la bandera borbónica.
La bandera Italiana surgió de la revolución de Garibaldi, hecho este que, a mi molesto entender, se antoja bastante radical. 
Como lo fueron la revolución americana o los hechos que hicieron surgir las banderas belga, bosnia, alemana, griega, chipriota, portuguesa, israelí, rumana o Eslovena, por ejemplo.
La Unión Jack, o sea la bandera británica, es adoptada por los parlamentaristas que, entre otras cosas le cortaron la cabeza a un rey. Lo cual, me temo, debe considerarse una solución a los problemas de la Pérfida Albión necesaria pero ciertamente radical.
Si sumamos a ellas la práctica totalidad de las banderas nacionales sudamericanas, surgidas de la emancipación revolucionaria de los virreinatos españoles o de las colonias portuguesas e inglesas, desde Argentina a México, pasando por Chile, Brasil, Jamaica, Cuba o Venezuela, y ademas añadimos la práctica totalidad de las del África negra, empezadas a ondear tras procesos de descolonización bastante radicales -y si no que les pregunten a los habitantes de El Congo, Argelia o Kenya-, ¿qué tenemos?
¡Vaya hombre!, que hay muchas más banderas en el mundo nacidas de ideologías y movimientos que Rajoy y su troupe genovesa considerarían radicales que de cualquier otro origen. 
Así que va a ser que las banderas del mundo están más ligadas a lo radical, como él lo llama, que a los nobles blasones y colores de reinados surgidos por la gracia de dios.
Supongo que eso debería responder más que de sobra a la falsa dicotomía planteada entre bandera y "radicalidad".
Así que de nuevo se vuelven a columpiar con lo que significa ser español.
Lo mismo que hicieran con el cambio que quería forzar incluir un techo de déficit en La Constitución, intentando obligar a todo gobierno futuro a asumir esa premisa y por tanto ser liberal capitalista, ahora intentan con la bandera que todo español deba ser conservador o por lo menos lo que ellos falsamente llaman moderado.
Lo dicho, provocaría hilaridad si no despertara la más completa repugnancia.

lunes, junio 15, 2015

Zapata Vs. el vicio de cogérsela con papel de fumar.

Observese el logo de la camiseta del "antisemita"
Esto de los chistes del nuevo y me temo efímero concejal de cultura de Madrid me trae muchas cosas a la cabeza.
Para empezar que los que vivimos en Madrid tenemos la negra -¡Uy, perdón!- con los concejales de cultura que desde hace varios lustros no dan una a derechas -o las dan todas, según se mire-.
En esta ciudad, como en todas las demás es de suponer, trabajamos como chinos -no se me enfaden los colectivos de la patria de Han desde Shangai a Pekín- y los encargados de aumentar nuestra cultura y procurarnos ocios animados se dedican a hacer el indio -con todo el respeto a Cochisse, Sitting Bull, Gerónimo y toda su descendencia- dedicando su tiempo a fomentar los toros unos y a hacer chistes en Twitter otros.
Vamos, que me tienen negro -si Martin Luther King, Malcom X y la NCAPP me lo permiten, claro está-. 
La segunda cosa que se me ocurre es que es absolutamente patético que se diseñe una estrategia de oposición a un gobierno municipal basada en unos tuits de hace cuatro años. Que no es que acusen al concejal de no hacer nada y tumbarse a la luna de Valencia -perdón de nuevo, que no digo yo nada sobre la capacidad de trabajo de los valencianos- o de contratar solamente a grupos guiris -se me escapó,se me escapó, mi respeto para todos los visitantes extranjeros en España- para los conciertos, es que le echan en cara unos chistes que han guardado y esperado a sacar justo en este momento.
Lo más patético como estrategia de acoso político desde el incendio del Reichstag -y no quiero decir con ello que debiera haberse quemado el Reichstag de otra manera, matizo por si acaso-.
Que el tío se ha comportado como un ganso -aunque los gansos son ánades extremadamente inteligentes- y ha hecho el burro -un saludo para todos los que trabajan contra la extinción de este noble animal- es evidente. Cuando te dedicas a la política, cosa que no sé si hacia Guillermo Zapata en 2011, es mejor quedarse callado como un muerto -sin menoscabo del respeto que me merece la memoria y el descanso eterno de todo finado- cuando se habla de estas cosas.
Por lo menos espero que Zapata de la cara y no se despida a la francesa -qué sí, que sí, que los gabachos, no franchutes, no franceses, son gentes honorables y no se marchan sin decir nada- y tome las de Villadiego -todo mi cariño para ese bonito pueblo de la geografía española- ni se vaya por los cerros de Úbeda en sus explicaciones -aunque no quiero con ello decir que los habitantes de ese municipio jienense divaguen y se salgan del tema cuando hablan, claro está-.
Y me molesta. Me molesta porque esas críticas vienen de los mismos que defienden la libertad de expresión cuando unas caricaturas -un chiste gráfico, al fin y al cabo- ofenden la sensibilidad religiosa de más de 700 millones de personas. 
Pero claro una cosa es bajarse al moro a por algo de costo -disculpas de nuevo, al magreb que rodea la cordillera del atlas- y otra muy distinta respetar sus creencias y renunciar a nuestras ganas de reírnos a su costa.
Espero también que se deje de una vez de hacer política o intentarlo con la sensibilidad de ciertos colectivos, y solamente de ellos, para conseguir desacreditar a los rivales políticos a través del pérfido concepto de lo políticamente correcto, sabiendo de antemano que esos comentarios, dichos o chistes no son síntoma de ninguna posición ideológica.
Que, si no tenemos cuidado en estas cosas y vicios y dejamos de creer que es bueno cogérnosla con papel de fumar, terminaremos hablando y escribiendo con más disculpas y matizaciones que contenido y mensaje reales y haciendo un pan como unas hostias -poniendo por delante el máximo respeto a la oblea de pan ácimo que materializa, según los cristianos, el cuerpo de su mesías en sus ritos sagrados-.

jueves, junio 04, 2015

Rajoy, Moncloa y el principio iniciador de lo corrupto

Que sí, que hilo muy fino, que a veces parece que busque tres pies al ciempiés, pero es que, lo siento enormemente, creo que nos va como nos va por pensar burdamente, grosso modo, por encima, en la política, sus modos y sus gestos.
Todo el mundo opina sobre si Mariano Rajoy, ese hombre al que nuestros sufragios pusieron en Moncloa y los sondeos amenazan con sacarle, hablará o no hablará con Pablo Iglesias, el líder de Podemos.
Unos dicen que se le acabo la excusa de que no tiene representación institucional porque la va a tener en prácticamente todos los parlamentos autonómicos y cientos de ayuntamientos; otros mantienen que no tiene sentido porque el Partido Popular no está dispuesto a pactar con Podemos en ningún sitio y sería una pérdida de tiempo.
Pero ami esa disquisición se me antoja absurda y baladí.
Don Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno del reino de España, no tiene que reunirse con Pablo Iglesias. 
Y tampoco con Pedro Sánchez ni con Albert Rivera, que casi se me olvida.
Porque a Mariano Rajoy le pagamos para que gobierne -mal o bien- este país no para que gaste su tiempo y sus esfuerzos en intentar mantener a su partido en el poder en los gobiernos autonómicos o municipales
Porque al Señor Rajoy Bey le pusieron los votos de unos cuantos millones de españoles en La Moncloa para que desde allí dirigiera el país, recibiera a líderes extranjero o abordara en sus despachos y salones asuntos de política y gobierno nacional no para que utilizara la sede del Gobierno para sus pactos de partido y sus acuerdos post electorales, que nada tienen que ver con el Gobierno de España.
Porque a los españoles de cuyos impuestos se extraen su sueldo, sus dietas y sus gastos, no tiene porque parecernos prioritario ni un acto de gobierno evitar que su partido se hunda en el abismo, lograr que Cristina Cifuentes gobierne en la Comunidad de Madrid o evitar que Ada Colau ascienda a la alcaldía en Barcelona.
Así que ni con Iglesias, ni con Rivera, ni con Sánchez.
Si ahora le parece más importante ejercer de Presidente del Partido Popular que de Presidente del Gobierno, que pida una excedencia sin sueldo de Moncloa, se mantenga con los emolumentos que le facilita Génova, 13 y se dedique a ello a todo lo que da. Que cada cual tiene derecho a establecer cual es su prioridad en cada momento.
Porque si hace lo contrario, que es lo que está haciendo, para mí, que hilo fino, busco tres pies al gato y me la cojo con papel de fumar, está demostrando la esencia misma del origen de toda corrupción.
La corrupción no empieza con las metidas de mano en las cajas, los contratos nepotistas, la colocación a dedo de amigos y familia o las cuentas suizas. El comienzo de la corrupción es pensar que cuando soy gobernante mis intereses y prioridades anteceden a las del territorio y la ciudadanía a las que sirvo como gobernante.
Y dedicarle un solo segundo a salvar los muebles en la debacle electoral de su partido, o mantener su posición como candidato a las próximas elecciones generales mientras el país sigue yéndose al garete es una corrupción tan intolerable como si desviara todo el presupuesto de Defensa a una cuenta en las islas caimán.
Y mucho más si lo hace en Palacio de La Moncloa.
A ver si empezamos a ver y criticar la corrupción cuando empieza y no tan solo cuando está terminando.
Que sí, que sí, que hilo muy fino. 

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