jueves, noviembre 15, 2018

Cuando toca pensar #DiaInternacionalDeLaFilosofía


Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás y por eso una gran filosofía no es la que instala la verdad definitiva, es la que produce una inquietud y la que lleva al hombre a enfrentarse contra aquellas cosas que los poderosos imponen, mientras los que no se plantean cuestiones filosóficas simplemente se limitan a  caminar lenta y dócilmente hacia la muerte.
La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser propio y al mundo y por eso no se limita a interpretar el mundo de distintos modos; lo que trata es de transformarlo.
Pero algunos prefieren ignorar que la filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres y que es el único saber que no es importante por lo que otros dijeron sino porque nos fuerza a pensar nosotros mismos para poder rebatirles y  que solo quien filosofa es capaz de discernir más allá de lo que otros presentan frente a sus propios sentidos como los únicos hechos posibles.
Porque si el hombre piensa desde su reflexión interior siempre descubrirá lo que el Estado le oculta y ese pensamiento es el que permite que el individuo pueda defenderse de aquello que les es impropio y le ha sido impuesto contra natura.
Y es que la incredulidad es el primer paso hacia la filosofía y por eso son mucho más importantes las preguntas que las respuestas y transforma esas preguntas en armas que disparan en el mismo corazón de las realidades injustas, aunque los gobernantes más injustos sean los menos inclinados, dada la debilidad de su tiranía, a permitir a sus súbditos hacer  en sus almas las preguntas necesarias para alcanzar la justicia.
Porque los políticos piensan según las palabras pero los filósofos lo hacen según las ideas y por ello siempre tienen miedo de un conocimiento que sirve para desentrañar los pensamientos que se encuentras tras las frases y los actos. Porque aunque todo hombre tiende a estar centrado en alguna particularidad propia, la filosofía es lo que le permite buscar un sentido a la totalidad de las cosas y despreciar todo aquello que otros quieren imponerle como algo inmutable para generar un pensamiento propio que rija sus actos.
Y no es que sea fácil. Porque el que empieza a instruirse en filosofía siempre ha de comenzar por echarse la culpa a sí mismo  y la filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías y se opone a las artes del gobierno en tanto que no busca ni la ganancia ni el equilibrio sino la bondad y la justicia.

Y no lo digo yo

“Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás” (René Descartes) y por eso “una gran filosofía no es la que instala la verdad definitiva, es la que produce una inquietud” (Charles Peguy) y la que “lleva al hombre a enfrentarse contra aquellas cosas que los poderosos imponen” (Bertrand Russell), mientras “los que no se plantean cuestiones filosóficas simplemente se limitan a  caminar lenta y dócilmente hacia la muerte” (Friedrich Nietzche).
“La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser propio y al mundo” (Platón) y por eso “no se limita a interpretar el mundo de distintos modos; lo que trata es de transformarlo” (Karl Marx).
Pero algunos prefieren ignorar que “la filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres” (René Descartes) y que “es el único saber que no es importante por lo que otros dijeron sino porque nos fuerza a pensar nosotros mismos para poder rebatirles” (Bertrand Russell) y “solo quien filosofa es capaz de discernir más allá de lo que otros presentan frente a sus propios sentidos como los únicos hechos posibles” (Emmanuel Kant)
Porque “si el hombre piensa desde su reflexión interior siempre descubrirá lo que el gobernante le oculta” (David Hume) y “ese pensamiento es el que permite que el individuo pueda defenderse de aquello que les es impropio y le ha sido impuesto contra natura” (John Locke).
Y es que “la incredulidad es el primer paso hacia la filosofía” (Denis Diderot) y por eso “son mucho más importantes las preguntas que las respuestas” (Theodor Jaspers) y “transforma las preguntas en armas que disparan en el mismo corazón de las realidades injustas” (Friedrich Engels), aunque “los gobernantes  más injustos sean los menos inclinados, dada la debilidad de su tiranía, a permitir a sus súbditos hacer a dios en sus almas las preguntas necesarias para alcanzar la justicia” (Tomás Moro).
Porque  “los políticos piensan según las palabras pero los filósofos lo hacen según las ideas” (Albert Camus) y los políticos siempre tienen miedo de “un conocimiento que sirve para desentrañar los pensamientos que se encuentran tras las frases y los actos” (Cicerón) porque “aunque todo hombre tiende a estar centrado en alguna particularidad propia, la filosofía es lo que le permite buscar un sentido a la totalidad de las cosas” (Georg Simmel) y “despreciar todo aquello que otros quieren imponerle como algo inmutable para generar un pensamiento propio que rija sus actos” (Friedrich Hegel).
Y no es que sea fácil. Porque “el que empieza a instruirse en filosofía siempre ha de comenzar por echarse la culpa a sí mismo (Epiceto de Frigia) y “la filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías” (Martin Heideger) y “se opone a las artes del gobierno en tanto que no busca ni la ganancia ni el equilibrio sino la bondad y la justicia” (Erasmo de Rotterdam).

¿Comprendemos ahora porque el Gobierno del PP ha quitado la condición de troncal a la asignatura de Filosofía en su LOCME?, ¿nos damos cuenta de por qué es importante?, ¿descubrimos qué quiere conseguir con ello?
¿Van ustedes a creerme a mí o a sus propios ojos? (Groucho Marx)

sábado, noviembre 03, 2018

Cuando Torrá se olvida de que la democracia se basa en Montesquieu

No sé en cuantas ocasiones el españolismo radical -que es practicamente todo- ha tirado de lo de antidemocrátas para atacar a los independentistas catalanes. Que si eran antidemocrátas por convocar un referendum solo porque tenían posibilidades de ganarlo, que si eran antidemocrátas porque si lo ganaban proclarian la independencia sin pensar en el 49% que no la quería (como si eso no fuera la esencia de la democracia); que si eran antidocrátas por ir contra la Constittución Española (como si toda independencia de todo país no hubiera estado en contra de las normas del país del que se independizaba)... 
En ninguno de los casos una mínima reflexión sobre política e historia permitía mantener el argumento. Pero todo lo que no ha conseguido el furibundo españolismo de bandera hasta en la sopa está a punto de conseguirlo el President Torrá con sus exabruptos extemporáneos y su nueva reclamación sobre los Presupuestos Generales del Estado, vinculando el apoyo a los mismos a las acusaciones contra Junqueras por parte de la Fiscalía del Estado.
¿En serio está poniendo en la balanza los Presupuestos y la acusación de Rebeldía contra Junqueras y demás?, ¿en qué estado democrático una decisión judicial está al mismo nivel que una acción de gobierno?
Mezclar ambos términos es decir que el Gobierno debe influir en la judicatura del Tribunal Supremo para que cambie su instrucción del caso y en el Fiscal General del Estado para que modifique sus acusaciones. Es pasarse la división de poderes, que es el meollo central del gobierno democrático, por el arco de Bará.
Es pura y sencillamente una solicitud antidemocrática.
Si la acusación de rebeldía es falsa que lo demuestren en los tribunales, si los presupuestos no les gustan pporque no le dan suficiente dinero a Catalunya o por cualquier otro motivo que no los aprueben. Pero meter las dos situaciones en el mismo saco no es otra cosa que hacer una declaración de intenciones sobre como Torrá y quienes le jalean entienden el Estado. Ya sea el catalán o el español.
Un Estado en el que el poder político manipula el judicial, un Estado en el que las acusaciones se ponen y se quitan en virtud de acuerdos porlíticos que nada tienen que ver con la culpabilidad o inocencia de los reos. Un Estado en el que el ejercicio del poder es un totum revolutum en el que todo vale y todo está en manos de los mismos.
El Gobierno de Moncloa puede cambiar las acusaciones de la Abogacía del Estado porque esa institución está legalmente bajo su mando y es Moncloa quién decide lo que hace y deja de hacer. Pero ni la Fiscalía General del Estado ni el Tribunal Supremo lo están, así que pedirle que las presione o las modifique para dar el apoyo a los Presupuestos es una petición marcadamente antidemocrática.
Y no vale decir que el anterior gobierno del PP sí lo ha hecho. No vale decir que ellos sí manejaban a jueces y fiscales y que por tanto el actual gobierno puede hacer lo mismo para deshacer el desaguisado que los antiguos inquilinos genoveses de Moncloa han liado.
¡Pues claro que puede hacerlo, pero no debe!
Esa es la diferencia entre ser democráta y no serlo. Que no renuncias a la democracia por muy bien que te venga hacerlo en algunas ocasiones.
En España o en Catalunya. Da igual.

Lo pensado y lo escrito

Real Time Analytics