Hay momentos de gran tristeza, no de una tristeza interior sino de una tristeza social, que te hacen darte cuenta de que no hemos aprendido nada no porque no nos lo hayan enseñado, sino porque no queremos aprenderlo.
Y la portada de hoy de La Razón es simplemente una lágrima de rabia, dolor e indignación que cae sobre el catafalco de aquello que en otro tiempo se llamó periodismo en nuestro país.
Un periódico, un medio de comunicación, es o puede ser una empresa ideológica -así me lo enseñaron- pero no es ni debe ser una herramienta de propaganda -así me lo inculcaron-.
La Razón puede ser un medio monárquico, conservador, liberal capitalista y todo lo que le de la gana pero no puede convertir su portada en un panfleto digno de los que colocan en las marquesinas de los autobuses esos perroflautas con los que tanto se meten.
Es un insulto. No un insulto a Monedero, ni a sus lectores, ni a la sociedad civil, ni a la inteligencia de los españoles, que también. Es un insulto personal para todos aquellos que alguna vez por vocación o por profesión hemos hecho periodismo.
Porque encargar una encuesta en La Moraleja, el madrileño barrio de Salamanca y Las Rozas para obtener los datos que se quieren obtener es un insulto a todos aquellos que se han dejado los ojos, los pies y los días de trabajo recopilando datos en encuestas, analizando y organizando los datos y sacando conclusiones e interpretando esos resultados.
Es un insulto personal a estadísticos, sociólogos, analistas...
Porque presentar una relación sin definir, sin probar, sin contrastar, basada simplemente en la necesidad de generar una imagen de vinculación a un régimen que se considera deplorable es un insulto personal a todos aquellos que se la han jugado -incluso la vida- para investigar, descubrir y poner de manifiesto con hechos, datos y documentos auténticos vínculos viciados y perversos. Desde el Watergate a la trama Gürtel; desde Wikileaks hasta la trama de los ERE andaluces, desde de la CIA con Bin Laden hasta las relaciones de los partidos con los skinheads madrileños, desde los sobres de Génova hasta las formas de financiación de Hezbollah, Hamás o el Estado Islámico.
Es un insulto personal a reporteros, investigadores, periodistas, fuentes de información, documentalistas...
Porque presentar una foto de portada descontextualizada, utilizada fuera de la realidad en la que ha sido hecha para intentar vincular por la visual una cosa a la otra que nada tiene que ver es un insulto personal contra todos aquellos que han corrido de un lugar a otro para lograr una foto que refleje la realidad, que nos muestre lo que verdaderamente está ocurriendo, que nos acerque a la la auténtica dimensión de las cosas. Desde la niña del napalm de Vietnam hasta la infanta en monopatín; desde el asesinato a sangre fría de un detenido en Rangún hasta la lucha de un hombre contra un tanque en Tiananmen, desde el sórdido apretón de manos de un alcalde con un mafioso tras una cena secreta en Nueva York hasta las vejaciones sufridas por los presos en Abbu Graid.
Es un insulto personal a fotógrafos, reporteros gráficos, paparazzi, cámaras de televisión...
Esa portada, su concepción, su elaboración y su publicación es solamente un triste epitafio firmado por una dirección del medio que ha decidido inmolar su profesionalidad en beneficio de su ideología, que ha tomado el camino de la propaganda matando todo rasgo de periodismo que pudiera quedar en el medio que dirige.
Y quien lo lea no estará leyendo un periódico, estará leyendo la esquela mortuoria del periodismo español
Descanse en Paz.
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