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domingo, agosto 20, 2017

La cortina de odio que pretende ocultar nuestras vergüenzas tras Las Ramblas

Una de las cosas que tiene ese trágico momento en que la guerra te estalla ante los ojos es que saca de todos las vergüenzas y con ellas los intentos automáticos de ocultarlas.
Quizás, tras los atentados de Barcelona y Cambrils, hay tantas y tan evidentes que resulta difícil verlas todas, vuelven sus obsesiones eternas con ETA, las de los separatistas con la “opresión” del gobierno español, las de los españolistas con la Generalitat, las de ese conservadurismo populista y manipulador con Podemos... 
Todos intentan usar el yihadismo para arrimar el ascua a su sardina o cuando menos alejarla de las de sus rivales o enemigos.
Porque para Mayor Oreja reclamar unidad ante el terrorismo es exigir que todos y cada uno, ya no de los españoles sino de todos los europeos, que acepten con un leve asentimiento sumiso su forma de ver las cosas, su visión de cómo acabar con el terrorismo pese a que ya ha se ha demostrado mil veces que no sirvió de nada para acabar con ETA.
Porque para los españolistas cargar por negligencia (o incluso cobardía, que hay que leer de todo) contra la Generalitat y los Mossos de esquadra es en realidad abogar por la mano dura contra el independentismo catalán.
Porque para los independentistas catalanes separar las víctimas catalanas de las españolas en el macabro recuento no es otra cosa que intentar mandar el mensaje de no nos importa lo que piensen o digan el resto de los españoles.
Porque para los que descontextualizan una frase de Pablo Iglesias acusándole contra viento y marea de apoyar el yihadismo y haciéndole cuando menos colaborador necesario de los atentados es solamente un intento de proseguir en la ardua tarea que se han impuesto de intentar influir en la voluntad política de los españoles a través del más profundo terror atávico irracional a lo desconocido…
Y así hasta el infinito, en una suerte inacabable de interpretaciones parciales, sesgadas y oportunistas que provocan la náusea.
Pero, sin duda, la vergüenza colectiva que más aflora y la que más ridícula en su intento de disimulo es la de los islamófobos que han puesto de moda como condición sine qua non para que la comunidad musulmana en España “se gane nuestra confianza” que se manifiesten masívamente contra el terrorismo yihadista.
Si no fuera funesto hasta provocaría risa. Si no fuera patológico hasta sería ridículo.
Porque esa exigencia, aunque pueda parecer razonable y lógica, parte del más profundo y enfermizo complejo de superioridad.
Parte de ese complejo porque necesitan sentirse superiores, necesitan sentirse héroes de esa España suya que tan solo imaginan, que nunca existió ni existirá y en la que ellos son héroes salvadores de la patria contra los crueles enemigos que la acechan.
“Que hagan para acabar con el yihadismo los musulmanes hagan lo que hicimos nosotros para acabar con ETA y salgan a la calle. Entonces les creeremos”, repiten en sus tuits, comentarios e invectivas físicas y virtuales contra los musulmanes y el Islam. 
Y en ese momento, cuando lo lees o lo escuchas, si no fueran tan peligrosos hasta darían lastima.
Porque se han dejado alejar tanto de la realidad por los medios que han machacado con ello en cada aniversario, en cada conmemoración, en cada acto de eterno recordatorio de las víctimas y solo de esas víctimas, que ya se creen que ellos acabaron con ETA.
Han llegado a olvidar que a un fanático furioso, como son los yihadistas, o a un mafioso sanguinario, como fueron los falsos abertzales de ETA en su final, lo que opine la sociedad le da igual, lo que griten miles de personas en su contra le da igual. 
No responden al clamor social ni a la voluntad política de la ciudadanía: Si lo hicieran dejarían de ser fanáticos o mafiosos y del fanatismo y la mafia no se abandonan con tanta facilidad.
Vean lo vean seguirán; se manifieste quien se manifieste, seguirán. Incluso se reforzarán en su causa. Igual que hizo ETA, considerando traidor a todo vasco nacionalista o independentista que hablaba en su contra; igual que hizo el IRA con todo irlandés que hablaba de paz y no de victoria en el Ulster.
Pero los que señalan con el dedo a las comunidades musulmanas por no "llenar la Plaza de Catalunya" insisten porque, cargando contra el Islam usando la falsa yihad de parapeto, como antes cargaron contra el independentismo vasco poniendo de excusa el terrorismo de ETA, lo único que pretenden ocultar es que lo que acabó con ETA no fueron nuestras manifestaciones, ni nuestros gestos ciudadanos. 
Lo que acabó con ETA fue -además de la acción policial- una sola acción que dejó a los mafiosos sangrientos del tiro en la nuca sin argumentos para reclutar, una tras otra generación, a los jóvenes vascos para la kale borroka y los comandos: que se permitió que los vascos buscarán el independentismo de forma democrática votando a partidos abertzales que hasta entonces se negaban a legalizar.
Si puedo buscar la independencia con un voto para qué buscarla con un arma.
Pero aquellos que buscan excusas para su complejo de superioridad y para su odio, antaño a los vascos y hoy a los musulmanes, no pueden aceptar eso porque significaría que ellos no son los héroes, que no fue ninguna de sus acciones lo que acabó con ETA. Que fue, pura y simplemente, hacer por fin lo que era justo, precisamente lo que ellos criticaban que se hiciera y segaban a hacer.
Así que cargan sobre las manifestaciones multitudinarias exigidas a las comunidades musulmanas la responsabilidad del fin del terrorismo yihadista porque aflora una vez más su complejo de superioridad social que les hace creer que lo suyo es siempre lo acertado y no les permite asimilar que lo que acabará con la capacidad de los líderes de la falsa yihad de reclutar y fanatizar más huestes es que se haga lo que es justo que, en el caso del yihadismo, no es tan directo y sencillo como lo era en el caso de ETA, aunque ellos se empeñen en negarlo.
Lo dicho, si eae necesidad de odiar apenas soterrada, ese complejo de superioridad y esa incapacidad para afrontar la realidad de las cosas no fueran tan aterradoramente peligrosos, hasta darían lástima.

viernes, julio 28, 2017

Cuando los problemas del gobierno israelí parten de no cumplir la ley.

Hoy seré breve, que la conexión no acompaña.
Preámbulo del artículo 242 de la Segunda Carta Fundacional de las Naciones Unidas (documento generador de derecho Internacional): "Es inadmisible la adquisición de territorios a través de la guerra”.
Cisjordania y Gaza fueron conquistadas militarmente en la guerra de 1967. Israel no tiene derecho a ellos. Y lo mismo se aplica a Jerusalén Este, adquirida de idéntica forma en idéntica guerra.
Artículo 49 de la 4ª Convención de Ginebra (también generador de derecho Internacional): “Es inadmisible para una potencia invasora transferir a su población a territorio ocupado”.
Los asentamientos israelíes en territorio palestino son ilegales y los 460.000 colonos israelíes no tiene derecho a estar allí.
Esto refleja el Derecho Internacional y esto sentenció la Corte Mundial por una mayoría casi unánime de 14 a 1.
Nada de disputas, nada de complejidades, nada de controversias, nada de matizaciones.
Israel no acepta ni la 4ª Convención de Ginebra, ni la resolución de la Corte Mundial ni la Segunda Carta Fundacional de las Naciones Unidas. Así que el régimen ilegal, según el Derecho Internacional, es el gobierno de Israel, no el Estado Palestino. Cualquiera que piense en hablar de Israel como un estado “democrático y moderno” que tenga esto muy claro.
Y sí el Gobierno israelí quiere que se hable de seguridad y de ataques terroristas que primero se convierta en un régimen legal según el derecho internacional.
Que uno tiende a simplificar las cosas cuando ve a su alrededor a miles de personas viviendo y sufriendo esas falsas “complejidades” de la ocupación israelí de Palestina.
Que primero cumplan la ley y luego pidan protección. Y no creo que entonces ya la necesiten.

miércoles, julio 12, 2017

Mosul o la elección entre Xerjes y la paz para evitar el relato del tuerto

Hoy en día existe una legión -aunque sería más correcto decir una falange- de seguidores de 300, la película de Legendary que nos trasladó el relató mítico de la eterna batalla de las Thermópilas contada por Heródoto y vista a través de  los siglos por los ojos de Frank Miller.
Y hoy me parece apropiado recordar el final de esa película. ese instante en zoo out en el que descubres que todo es un relato engrandecido por un tuerto superviviente ante las huestes griegas apiñadas en las llanuras de Salamina preparadas para la batalla final.
¿Por qué hoy? Porque hoy ha caído o terminará de caer Mosul.
Y muchos dirán que se ha derrotado al falso califato que esconde su deseo de poder tras la sangre y el fanatismo de los desesperados. Que se ha acabado con su poder en Irak y que se le ha vencido.
Pero no. 
Depende de lo que hagamos con esa victoria militar que hoy no sea el comienzo de nuestra derrota ante ese mismo falso califato que ante lo inevitable no pone pies en polvorosa sino que ha decidido caer luchando estúpidamente en apariencia en una batalla que no puede ganar.
Y muchos verán solamente el fanatismo de los que combaten inútilmente y se dejarán engañar sin contemplar o sin querer hacerlo que esa derrota significa una sola palabra: Mitificación.
Es tan simple como con los archifamosos y musculados 300 de Legendary.
El Falso Califato ya ha enviado a miles de sus supervivientes tuertos a relatar esta derrota, a embellecerla, a contarla de tal manera que se obtenga una victoria de la misma; a llamar a la venganza, a la unidad contra los infieles, a restaurar el orgullo islámico...
Desde el principio, aquellos que mueven los hilos del fanatismo de los incultos y desesperados que componen las filas de sus huestes, que son su carne de cañón, sabían que esta fase territorial estaba destinada al fracaso, que ejércitos más poderosos terminarían por quitarles los territorios conquistados en Siria y en Irak.
Sabían que ellos no verían la victoria, que era cosa de generaciones. Son crueles, están sedientos de sangre y de poder, son psicópatas. Pero no son imbéciles.
Así que sencillamente han escenificado su derrota para convertirla en mito ante las miriadas de hombres y mujeres a los que llegarán sus mensajes póstumos, sus elegías, a través de Internet, de los susurros en las mezquitas radicales, de los sermones de los falsos clérigos que predican su mismo falso islam.
Y como con Leonidas y sus 300 conseguirán despertar a muchos que ahora están plácidamente en sus polis lejanas creyendo que nada tienen que ver con esto, a muchos que hayan perdido familiares o amigos en los bombardeos indiscriminados, en los excesos y las purgas del ejército iraquí ya denunciadas por Amnistía Internacional, en las limpiezas étnicas llevadas a cabo por los kurdos mientras reconquistan Iraq.
Que la derrota de Mosul sea de verdad una derrota depende de nosotros. De lo que hagamos con nuestra victoria.
Porque si Xerjes -o para ser más exactos, su general Hidartes- no hubiera arrasado Tespia, Lacedemonia y Lacreoncia después de su victoria y hubiera enviado mensajeros de paz con una oferta razonable es posible que los griegos no hubieran cogido sus lanzas y sus hoplos porque el mensaje de Dilios no hubiera calado tanto en sus corazones.
Pero el mensaje calará si nosotros nos comportamos en la victoria como los anusiyas, los inmortales de Xerjes, y arrasamos la tierra conquistada poniendo gobiernos títeres que permitan a nuestras multinacionales seguir drenando petroleo y gas de esas tierras sin que la riqueza revierta en sus habitantes; si volvemos a apoyar gobiernos falsamente democráticos para que tengan a su población controlada y miserable para que la nuestra pueda disfrutar de la prosperidad que reclama como un derecho inalienable que no tiene.
Porque nosotros no somos en esta historia, por mas que nos gustara, los heroicos griegos. Somos los persas. 
Y si seguimos sus pasos, la próxima generación, tendremos todo un ejército pertrechado y dispuesto a morir y a matarnos para vengar esta derrota que ya será un mito, después de décadas de escaramuzas sangrientas que nosotros percibiremos como atentados terroristas.
De nosotros depende que la caída de Mosul no transforme en un puñado de años o de generaciones todo el Occidente Atlántico en una batalla de Salamina que sí podemos perder.
Caída Mosul y derrotado bélicamente el Falso Califato, nos toca decidir entre victoria y paz. Y la paz pasa por la justicia que hasta ahora el Occidente Atlántico, sus gobernantes, sus intereses económicos y sus transnacionales les llevan negando durante generaciones a las gentes de esas tierras hasta el punto de lograr que un puñado de arribistas sedientos de poder les fanatizaran.
Pero me temo que elegiremos ser Xerjes. No hemos aprendido a ser otra cosa.

sábado, julio 08, 2017

Cuando la tumba de los Patriarcas convierte la Yihad en Milkhemet Mitzvah

Mientras el mundo está pendiente de las decisiones -o no decisiones- de los grandes en la reunión del G20 y en España muchos lo están más de un puñado de toros y cabestros corriendo por las calles de Pamplona, hay decisiones más pequeñas que explican muchas cosas.
Y una de ellas es la decisión del Comité de Patrimonio de la UNESCO de incluir La ciudad vieja de Hebrón y la mezquita de Ibrahimi -la Cueva de los Patriarcas para los judíos en la Lista de Patrimonio en Peligro. 
Eso no le resulta a nadie sorprendente ni desata su furia. Entre los bombardeos selectivos que no lo son de Israel en palestina y los atentados arbitrios de Hamas y todos los grupos yihadistas que pululan por la zona, seguramente serán algunos de los entornos monumentales más en peligro de la humanidad.
Pero lo que si ha desatado la ira furibunda del gobierno israelí es que se incluya dentro de Palestina.
No es por una cuestión territorial o de fronteras. Ambos lugares están en los territorios palestinos. No es por una cuestión política. Esos territorios están bajo la Autoridad Palestina. Es por otra cosa.
"Esta vez decidieron que la Tumba de los Patriarcas en Hebrón es un sitio palestino, lo que quiere decir no judío, y que es un sitio en peligro". "¿Que no es un sitio judío? ¿Quién está enterrado ahí? Abraham, Isaac y Jacob. Sarah, Rebecca y Léa. Nuestros padres y madres (bíblicos)", ha afirmado Bejamin Netanyahu, el agresivo hasta la extenuación internacional Primer Ministro de Israel.
Es esta afirmación la que explica muchas cosas. Es esta amarga queja la que deja al gobierno israelí expuesto. Lo que demuestra que su concepción de Estado, de nación y de política no difiere en nada de la de los yihadistas que luchan contra ellos con idéntico fanatismo religioso.
Porque que un monumento esté en la tradición religiosa de un culto en concreto no implica que tenga que considerarse parte geográfica o responsabilidad política de un país en concreto.
Es tan absurdo como decir que la Catedral de Bogotá o La Habana tendrían que incluirse dentro del Patrimonio de La Humanidad dentro de la lista española porque fueron los españoles los que acudieron a esas tierras, "cristianizaron a los indígenas" y está más cerca de su tradición que del ateísmo oficial actualmente en el Estado Cubano.
Ningún país de la tierra, ningún gobierno de la ONU defendería un principio tan rocambolesco. Ninguno salvo uno que fuera una teocracia.
Porque para el sionismo político que gobierna en Israel, la condición de judío lo es todo, la condición religiosa lo es todo. Porque ser judío es una religión, no una etnia, ni una entidad política, ni una definición ideológica. Es una religión.
Y, como sus más acérrimos enemigos -también religiosos, también arcaicos y fanáticos-, quiere imponer la idea que tienen derecho sobre todo aquello que tenga que ver con su religión y su dios. Exactamente igual que el falso califato quiere imponer la idea de que tienen derecho a gobernar a sangre, fuego y locura sobre cualquier musulmán por el hecho de serlo. Y de ahí que se proclamen califas.
Porque Abraham, Isaac y Jacob no son los creadores del Estado de Israel, son los fundadores de la religión judía -suponiendo que estén enterrados de verdad allí- y el gobierno israelí cree que simplemente por eso ya tiene derecho político sobre ese  territorio.
Teocracia pura y dura. Como lo es el hecho de que aunque seas ciudadano israelí no tienes derecho a comprar tierras si no eres judío, o que solamente se pueda contraer matrimonio por el rito judío, o que siendo judío puedas lograr -de hecho, tengas por nacimiento, derecho a la nacionalidad israelí-.
Teocracia que da la excusa perfecta. Porque si la Tumba de los Patriarcas de Hebrón es Israelí por ser judía, lo es toda la tierra en la que que se supone que ocurrieron los hechos mitológicos que relata su cosmogonía. Y así podrán ocupar casas, tierras y tiendas que ya serán judías y por tanto israelíes. Vamos, lo que están haciendo hasta ahora los más fanáticos de sus colonos, enloquecidos por la furia medieval religiosa y apoyados por su gobierno.
Teocracia, Teocracia, Teocracia.
Así que, por más que se disfrace de otra cosa, por más que intente vender modernidad, democracia, por más que intente disfrazar su guerra, que amenaza con volverse secular, de otra cosa, la realidad demuestra que solo es una cosa.
El enfrentamiento sangriento y fanático entre dos concepciones arcaicas y teocráticas del mundo y del gobierno. Irán, ISIS, Los Mártires de Al Aqsa y los halcones del sionismo teocrático que rige los destinos de Israel.
Puede que unos la llamen Yihad y otros Milkhemet Mitzvah, la guerra sagrada que todo judío debe combatir por orden de su dios -que también existe el concepto aunque no se publicite tanto-, puede que unos griten ¡Allah, Al-Qahhâr! y otros ¡Yahve Adonai Sebaot!. Pero los dos significan lo mismo. 
Y todos deberíamos saber lo que es. Lo mismo que significó hace siglos para otros que buscaban la sangre en nombre del poder y amparados en la creencia fanática en su dios: ¡Deus Vult!, ¡Dios lo quiere!. Lo mismo que fueron Las Cruzadas.

lunes, junio 12, 2017

Provincianos o ver el mundo como Juego de Tronos

Por más que nos empeñemos, la realidad insiste en sacarnos del reduccionismo provinciano en que estamos embarcados desde hace casi una década con esto de los cambios que se están produciendo en el mundo a golpe de economía, sangre y fuego.
El atentado del falso califato en Irán y la crisis, mitad diplomática, mitad bélica, que se ha producido en la península arábiga con Qatar como epicentro, son otros dos bofetones con la mano abierta de la realidad geopolítica en ese reduccionismo provinciano.
¿Por qué reduccionismo? Eso es sencillo. Pretendemos, como los falsos gurús de la comunicación, resumirlo todo en una frase, en una idea que, no solamente nos resulte sencilla de comprender, sino que además nos deje a salvo de responsabilidad.
Así compramos lemas como "es culpa de una religión perversa como el islam", "son unos locos medievales", "se trata de estar a favor o en contra del terrorismo", "es una guerra contra el terror". Ideas simples, básicas que, sin dejar de ser ciertas, no son ni siquiera la escarcha que genera el iceberg en el aire un amanecer de invierno.
¿Por qué provinciano? Porque nosotros, los occidentales atlánticos, nos consideramos el centro del mundo -como todo buen provinciano- y eso hace que incluyamos mantras secundarios -también muy propios de falsos comunicadores, por cierto- en nuestras letanías para alejarnos del miedo: "es un problema suyo", "que se maten entre ellos y nos dejen en paz", "todos son iguales", "que ataquen a sus gobiernos y no a nosotros", etc., etc., etc.
Y todos ellos se resumen en el argumento provinciano por excelencia: "su objetivo es acabar con nuestra civilización, que es la única avanzada". Los árboles del Yo, Me, Mi, Conmigo occidental, que no nos dejan ver el bosque de la realidad hasta que esa realidad geopolítica nos explota en la cara.
Si son lo mismo ¿por qué ISIS ataca a Irán?, si es una cuestión de sectas, o sea del Islam ¿Por qué Irán apoya a los rebeldes sunís de Siria pero no a ISIS, a los guerrilleros chiís de Hezbolah pero no a los Hermanos Musulmanes de Egipto o a los rebeldes hutis de Yemen pero no a las milicias chiís de Libia?, ¿por qué el gobierno sirio de Al Asad apoya a los guerrilleros chiís de Hezbolah, pero no a los rebeldes de Yemen, tan chiís como ellos?
Si todo es el perverso islam ¿por qué Arabia Saudí apoya al gobierno de Beida en Libia y no al de Trípoli, por qué apoya a los rebeldes sirios y no al gobierno sirio, por qué apoya al gobierno yemení o el egipcio y a no a los Hermanos musulmanes, tan wahabitas como ellos e ISIS?
Si todo parte del perverso Islam ¿por qué de pronto cinco estados sunís bloquean y rompen relaciones diplomáticas con Qatar? ¿por qué acusan de propiciar el terrorismo a un país que hace exactamente lo que ellos y tiene la misma corriente oficial de pensamiento religioso que ellos?
Y sobre todo. Si esto es "provincianamente" algo entre ellos ¿por qué Estados Unidos apoya a Arabia Saudí que es tan furiosamente fanática y teocrática como el ISIS, por qué apoya a los rebeldes sirios pero no a los Hermanos musulmanes que ganaron unas elecciones democráticas?, ¿por qué apoyo a los rebeldes libios pero no a los yemenís?
¿Por que Rusia apoya a la vez al gobierno rebelde de Trípoli y al de Siria o Francia al gobierno autonombrado kurdo y al iraquí, enemigos acérrimos?, ¿por qué Europa apoya a Arabia Saudí y no a Qatar? ¿Por qué China intercede por Qatar y no por Egipto, Bahrein o Yemen?
Y, para rematar la faena, ¿por qué ISIS no atenta en Palestina o Israel pero sí en Turquía, Filipinas, Australia o Indonesia?, ¿por qué se hace fuerte en Irak y no en el Afganistán talibán como hiciera Al Qaeda?, ¿Qué pasa con Pakistán?
Las preguntas pueden seguir desgranándose ad eternum. Todas tienen respuesta, pero lamentablemente para los consumidores de la ideología del titular, no caben en 140 caracteres. Aunque sí se pueden resumir en una sola frase para empezar
No es el islam, no es la barbarie medieval, no es algo lejano y suyo. Es geopolítica en la que participa en el planeta entero.
Nos toca empezar a asumir que tenemos que esforzarnos en comprenderlo para poder valorar las soluciones que nos ofrecen y saber, antes de apoyarlas ciegamente, si solucionarán algo. Porque la geopolítica se afronta desde las sociedades y las relaciones complejas, no desde los individuos y los mantras reduccionistas de fácil digestión.
El equilibrio del poder está cambiando en el mundo y empieza por esa zona. No son las cruzadas. Es Juego de Tronos.
Y si no empezamos a verlo así de una vez, despreciando todas nuestras muletas intelectuales para mantener contenidos nuestros más provincianos miedos, terminaremos poniendo la misma cara que debieron poner los habitantes de Roma cuando vieron a un Genserico ya convertido al cristianismo -bueno a la versión arriana del mismo-, entrar en la metrópoli eterna y asolarla hasta los cimientos.
"¿Pero estos no eran bárbaros paganos que estaban en las fronteras peleándose entre ellos?", debieron preguntarse sorprendidos. 
Nosotros quizás ni siquiera tengamos tiempo para eso.

jueves, junio 08, 2017

May o perder Gran Bretaña a manos del falso califato

Un ataque al parlamento iraní en Teherán, un hombre que persigue a martillazos a un policía por las calles de París. Esos antagonistas que apenas comprendemos que se disfrazan bajo los eslóganes fanáticos del falso califato siguen pulsando nuestra teclas, tensando nuestras cuerdas y nosotros seguimos en lo nuestro. Respondiendo como instrumentos bien afinados que tan solo saben interpretar una melodía
Como actores autómatas con un guión programado en nuestras entrañas robóticas, seguimos desgranando uno tras otros los episodios de nuestro drama hacia un final anticipado y que nuestra ceguera nos impide ver o nuestra inconsciencia reconocer.
Durante semanas los locos enfervorecidos por el odio religioso han cargado contra Gran Bretaña como un ariete picto contra la muralla de Adriano: Londres, Manchester, otra vez Londres...
Cualquiera puede ver lo que quieren, cualquiera se da cuenta que las elecciones británicas son el objetivo perfecto, como antes lo hicieran en las francesas, como tiempo atrás lo intentaran en las españolas en el aciago 11M.
Quieren un enemigo fuerte, tan radicalizado como ellos. Y nosotros se lo damos, se lo ponemos en bandeja.
Francia estuvo a punto de hacerlo con Le Penn, aunque la segunda vuelta de las presidenciales galas dio un respiro a la cordura de un país que también había sido sometido previamente a un baño de sangre que no se recordaba en las calles de París casi desde el Periodo del Terror jacobino.
España hace mucho tiempo, cuando la furia sanguinaria aún respondía al nombre de Al Qaeda, estuvo a punto de dárselo si la mala gestión informativa -por no decir directamente las mentiras y las manipulaciones informativas- del gobierno de entonces, acuciado por su necesidad ideológica del enemigo interior nacionalista e independentista, no hubiera llevado el voto hacia el otro espectro electoral.
Y ahora Gran Bretaña se lo pone en bandeja. Teresa May, que piensa en el Brexit, en sus escaños conservadores, en los millones que le puede ahorrar o costar a sus empresas, dice lo que todos los dirigentes del Falso Califato terrorista estaban esperando oír.
Hay que ser más firmes contra el terrorismo "Si nuestras leyes de derechos humanos nos lo impiden, cambiaremos las leyes para poder hacerlo”.
Y los enemigos, los que mantienen esa guerra en mil frentes que nosotros apenas comprendemos porque seguimos empeñados en fijarnos solamente en el fanatismo de los ejecutores en lugar de en los objetivos de los planificadores, dan palmas con las orejas.
Todo movimiento basado en el fanatismo necesita un enemigo fuerte, comprometido en el uso de la fuerza extrema contra él. Lo necesita porque eso le genera más reclutas, más mártires, más combatientes desesperados, más mensajes demagógicos de injusticia -sean ciertos o falsos-, en definitiva, más carne de cañón para su guerra y más retórica barata para su propaganda.
Por eso atacan a Irán o a Turquía, regímenes nada sospechosos de tener reparos éticos a la hora de ejercer la represión; por eso combaten en Yemen o atentan en Arabia Saudí. Y por eso la emprenden a atentados antes de las elecciones francesas o británicas.
Si los hijos de Albión, atenazados por el miedo, votan a May para que cumpla sus promesas de restringir derechos humanos para lograr seguridad, iniciarán un camino que aunque crean que les llevará a sentirse a salvo tan solo significará abrir la puerta a una situación en la que luego les resultará muy difícil recuperar los derechos cedidos.
Porque igual que ocurre en Siria, en Irak, en Afganistán, en Turquía y a partir de ahora con toda seguridad en Irán, en pocos años tendremos que enfrentarnos a dos enemigos: el terrorismo y la represión antiterrorista. Los dos en nuestras calles, los dos en nuestras casas, los dos asediándolos. Y eso es algo que ninguna sociedad civil puede soportar.
La promesa electoral de May demuestra que el Occidente Atlántico ha perdido la capacidad creativa para la solución de problemas, el pensamiento analítico y transversal.
Hemos convertido al terrorismo en una especie de enemigo ex machina ante el que solo cabe una respuesta posible: la fuerza, más intensa y constante que la suya.
Y todo porque no queremos enfrentarnos al hecho de que la forma de desmantelar a ese enemigo, de dejarle sin huestes ni recursos, radica en la economía, en la esencia más profunda de la organización económica del mundo y no en el islam, el fanatismo o la locura.
Y la economía, con Brexit o sin Brexit, es algo que no queremos tocar.
Preferimos caer en el fuego cruzado entre el Falso Califato y Teresa May disfrazada de Adam Sutler -el mítico Líder de V de Vendetta- que renunciar a un sistema económico que basa nuestro bienestar en la vida misérrima de tres cuartas partes del planeta.
Si la promesa de cambiar libertad por seguridad de May activa los sufragios de los votantes ingleses y le da la victoria, habremos perdido Gran Bretaña como, tras la elección de Donald Trump, estamos a punto de perder Estados Unidos.
¡Inglaterra prevalece!

martes, junio 06, 2017

Yemen y nuestro inconsciente recurso a la inocencia

En esta parte del mundo nuestra hay toda una corriente de pensamiento, de reflexión o de falta de ella, que defiende que somos inocentes. Está formada desde por cínicos hasta por personas bienintencionadas que no saben, no quieren o no pueden enfrentarse a sus propias conciencias por temor a encontrar una culpabilidad que les fuerce a eso que nos cuesta tanto asumir y ejecutar: el cambio. Para todos ellos escribo este breve post.
Seiscientos setenta y seis casos mortales de cólera en Yemen y 86.000 casos sospechosos que amenazan ser la plaga más mortal de los últimos dos siglos.
Para esos millones de españoles, estadounidenses, europeos y occidentales en general inconscientes bienintencionados o cínicos perversos, esto no tiene demasiado que ver con nosotros.
Hay guerra en Yemen. Se han destruido doce hospitales, cortado las lineas de suministro médico, imposibilitado el acceso al agua potable y a los alimentos. Pero no tiene nada que ver con nosotros.
Arabia Saudí bombardea Yemen para acabar -en teoría- con los locos furiosos de ISIS que comandan la rebelión contra un régimen militar brutal y tiránico tan medieval como aquellos que se le oponen.
Un conflicto regional, que diría el pentágono.
Pero Arabia Saudí bombardea hospitales con las bombas que les vende Alemania, los aviones que les vende Francia; con el apoyo táctico de la Sexta Flota estadounidense destacada en el Golfo Pérsico, con los sistemas de radar y las baterías terrestres, las armas automáticas y las granadas vendidas por España.
Así que cada víctima del cólera que esa guerra desata y propaga es una víctima nuestra. Cada tumba, cada epitafio, es una hoja de reclutamiento cumplimentada para el falso califato porque para los habitantes de Yemen los yihadistas luchan contra un régimen dictatorial y perverso mientras que nosotros somos esas gentes que están lejos y ponen al frente de sus países a los que deciden vender el armamento que les mata y les conduce a morir de una plaga salvaje.
Así que ningún yemení nos considerará nunca inocentes. No porque estén fanatizados o ciegos, no porque les engañen los manipuladores del falso Estado Islámico, no porque sean perversos musulmanes cuya religión les llama ala yihad.
Sino, simple y llanamente, porque no somos inocentes.

Melbourne, donde los locos solitarios no están solos

El tiempo nos adelanta, nos está superando por los bordes. Sobre todo en esta guerra que mantenemos el Occidente Atlántico contra aquellos que quieren usar al dios y la fe de un puñado de millones de desesperados para volcar a su favor el peso del poder global futuro.
Corbyn pide la dimisión de la Premier Británica, Trump carga contra el alcalde de la capital británica por su condición de musulmán -aunque lo disfrace de otra cosa-, los países y gobernantes del entorno se hacen cruces sobre la seguridad y hacen fila para ofrecer sus condolencias físicas y virtuales... mientras estamos aún con el tiempo congelado en el atentado de Londres, de repente nos llega Melbourne. 
Van demasiado rápido. Nos han obligado a convertir un concierto en homenaje a las víctimas de Manchester en un recuerdo también de las de Londres y, sin tiempo para respirar, nos atacan en Melbourne.
Y de nuevo nos quedamos fuera de juego. Tan fuera de juego que un atentado de ISIS no llena las portadas, no desgrana disquisiciones eternas, columnas de opinión, ni editoriales. Tan fuera de juego que no tenemos tiempo para él.
Es una sola muerte, es en las antípodas, es lejano, es menor... Es prescindible.
Y con eso, con el ataque de Melbourne, aquellos que encabezan la guerra contra el falso califato de la yihad y la sangre le dan al enemigo unas cuantas victorias más. Parece que no, pero se las dan.
La primera es algo que solamente puede definirse como la normalización de la guerra. 
La falta de tiempo, la velocidad de ejecución y consecución de los ataques, lleva a los medios a aplicar en las acciones de los locos furiosos los mismos criterios que en cualquier otra noticia: cercanía, interés, repercusión... 
De pronto es tan normal que se trata como cualquier otra información. No tenemos tantas portadas, tantas cabeceras de informativo, como para destacar todos los atentados, así que es relegado a una página cualquiera de la sección de internacional. A la última posición en la lista de Trending Topics
Como en un parte de guerra se destaca el bombardeo a una ciudad, el ataque a un complejo militar, pero no un intercambio de disparos entre dos patrullas fronterizas o un soldado muerto por un francotirador enemigo mientras patrullaba.
Nos han hecho la guerra normal. La muerte normal. La derrota normal.
La segunda de las victorias en Melbourne va de fronteras. Nos reducen las nuestras y amplían las suyas. Hasta ahora las muertes irrelevantes, de páginas interiores, ocasionadas por el fanático ejército de la falsa yihad eran las que ocurrían más allá de las fronteras del Occidente Atlántico. Irak, Afganistán, Siria... Pero ahora Melbourne también está en esa lista.
Como el antiguo Imperio Romano, aquellos que nos dirigen y nos informan se ven obligados a centrarnos en la metrópoli, en los ejes neurálgicos, y abandonar las fronteras, dar menos importancia a los ataques lejanos y pequeños. 
El miedo nos obliga a retraernos en lo cercano, en lo que creemos controlable. Las fronteras están lejos y el terror nos hace cerrar los ojos o por lo menos minimizar la importancia de lo que ocurre allí.
Y la última de las derrotas es la desaparición de la principal cortina de humo que la seguridad y los gobiernos occidentales han utilizado a lo largo de la historia para calmar los miedos y acallar las conciencias de sus ciudadanos con respecto a la violencia: el fin de la teoría del loco solitario.
Un tipo atraviesa la calle vestido como si fuera a participar en una acción de los Navy seals, dispara y mata a un solo hombre, secuestra a una sola mujer y luego sale de nuevo y dispara a discreción hasta que es abatido. Un solo asesino, un solo asesinado. Pero en realidad no está solo.
El gobierno australiano no puede tirar para tranquilizar a la población de la teoría del loco solitario como se hiciera antaño con Lee Harvey Oswald, con Mehmet Ali Agca, con el asesino invisible de Olof Palme, con James Earl Ray y otros tantos.
No puede tirar de ello porque el autonombrado estado Islámico tarda quince minutos en reivindicar el atentado, en considerar a Yacqub Khayre uno de sus combatientes; tarda un cuarto de hora en decirnos que un solo muerto les vale, que ya no hay locos solitarios a los que recurrir para sentirnos seguros una vez que han sido detenidos o abatidos a tiros.
Así que un solo hombre nos reduce las fronteras, nos normaliza la guerra y nos abre a la cuando menos inquietante realidad de que los locos solitarios ya no están solos.
La sociología y la psicología de la guerra nos da demasiados golpes con una sola bala. Muchas derrotas con un solo muerto.

jueves, junio 01, 2017

Medio siglo cambiando y ocultando Seis Días

Hoy se cumplen 50 años de la Guerra de los 6 días y resulta curioso que El País publique un artículo de Opinión titulado ¿Por qué es importante la historia? sobre el asunto.
Y lo que es más curioso es que no acepte comentarios precisamente en este artículo, ¿por qué será?
El autor desglosa una serie de supuestas innegables verdades históricas
"Para empezar, en junio de 1967, no existía ni había existido jamás ningún Estado palestino. Su creación, propuesta por la ONU en 1947, topó con el rechazo del mundo árabe porque significaba el establecimiento simultáneo de un Estado judío".
Cierto. Pero quizás la historia es importante porque no conviene olvidar que la historia no empieza en junio de 1967. La historia es importante porque La Sociedad de Naciones realizó una partición de Palestina y, antes de que se secara la tinta de la firma que Israel había estampado aceptando esa partición, Tiberias fue ocupada el 19 de abril de 1948, los israelíes invadieron Haifa el 22 de abril, Jaffa el 28 de abril, los barrios árabes en la Ciudad Nueva de Jerusalén el 30 de abril, Beisan el 8 de mayo, Safad el 10 de mayo y Acre el 14 de mayo. Quizás habría que recordar eso para que se explique el porqué de la oposición de los países árabes a la partición.

"En segundo lugar, Cisjordania y Jerusalén Este estaban en poder de Jordania. Este país, en clara violación de los acuerdos, impedía a los judíos el acceso a sus lugares sagrados en la parte oriental de la ciudad y había profanado y destruido muchos de ellos. La Franja de Gaza estaba en manos de Egipto, que empleaba la fuerza militar para controlar a sus habitantes".

En todas las ciudades antes mencionadas se mantenía el dominio israelí por la fuerza armada de organizaciones paramilitares que luego se integraron en el ejército israelí y de todas ellas se deportó a todos los habitantes árabes para colocar a habitantes judíos. Es importante no olvidar la historia, es cierto
Y otro dato, Cuando se estableció es Estado de Israel el 54 por ciento de la población era árabe. Las deportaciones y las matanzas habían reducido esa población a un 35 por ciento (algo más de un tercio) cuando empezó la Guerra de los Seis Días. Va a ser que comenzamos a responder a la pregunta de ¿Por qué es importante la historia? 

"Al hablar del conflicto entre árabes e israelíes no podemos tratar el pasado como si fuera irrelevante"
También estoy de acuerdo. No es irrelevante el pasado a 1967. Como el hecho de que el Estado Israelí se construyera sobre la ideología de individuos como Joseph Weitz, que fue el director del Fondo Nacional Agrario Judío y que el 19 de diciembre de 1940, escribió: "Debe estar claro que no hay sitio para ambos pueblos en este país. A la empresa sionista le ha ido bien hasta ahora.. y le ha bastado con 'comprar tierras' pero esto no creará el Estado de Israel; eso debe ocurrir de inmediato, como una Salvación y no hay otra forma de hacerlo que trasladar a los árabes de aquí a los países vecinos, trasladarlos a todos; con la excepción tal vez de Belén, Nazaret y Jerusalén Antiguo, no debemos dejar una sola aldea, ni una sola tribu". ¿Por qué la historia no es importante hasta llegar a lo que se dijo, se hizo y se pensó desde 1940 y solo lo es para retrotraerse a 1967?

"Tercero: los países árabes podrían haber creado un Estado palestino en Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza en cualquier momento. Pero no lo hicieron, porque despreciaban a los palestinos".
E Israel podría no haber expulsado a árabes y palestinos de las ciudades que no les habían asignado y entonces no se hubieran agolpado en la franja de Gaza. Pero claro, los condicionales -que por otra parte no conforman la historia- solo se aplican a los países árabes.

"Cuarto: Las fronteras de 1967, cuando estalló la guerra, no eran unas fronteras oficiales, sino nada más que una línea de armisticio fijada en 1949, la llamada Línea Verde, delineada después de que cinco ejércitos árabes atacaran Israel en 1948 para destruir el Estado judío recién nacido y no lograran su propósito. Los países árabes, incluso derrotados, siguieron negándose a reconocer el derecho de Israel a existir".
E Israel siguió negándose a devolver las ciudades y territorios conquistados ilegalmente. Por no decir que además, si no eran unas fronteras oficiales, ¿por qué se supone que existía el estado de Israel?, ¿Puede existir un Estado sin fronteras oficiales?. Y por supuesto de nuevo empezamos la historia cuando nos conviene, en junio de 1948, no en abril. No vaya a ser que alguien se acuerde de lo que hizo el Irgún, entre otros, en abril de 1848 en todas las ciudades asignadas a los árabes. 

"Quinto: la Organización para la Liberación de Palestina, que participó en la guerra, nació tres años antes, en 1964, con el objetivo de destruir Israel. En 1964, recordemos, no había más “asentamientos” que el propio Israel".
“No le echemos la culpa a los asesinos hoy”, dijo en 1965 Moseh Dayan, nada sospechoso de antisemita ni antisionista, en un discurso, refiriéndose a los palestinos que habían perpetrado un ataque a un kibbutz. “¿Por qué deplorar su odio rabioso contra nosotros? Durante ocho años han estado esperando en campos de refugiados en Gaza, y frente a sus propios ojos han visto como sus tierras y aldeas, aquellas que ellos y sus padres habitaron, se transformaron en nuestro estado”. 
Así que de nuevo la historia se hace importante para recordar que sí, si había asentamientos. En realidad toda Israel era un inmenso asentamiento ilegal, o al menos la parte tomada ilegalmente por la fuerza entre 1945 y abril de 1948.

"Sexto: durante las semanas previas a la Guerra de los Seis Días, los dirigentes egipcios y sirios declararon repetidamente que se avecinaba un enfrentamiento armado y que su propósito era borrar a Israel del mapa. Sin ambigüedades".
"Debemos estar preparados para pasar a la ofensiva. Nuestro objetivo es hacer añicos Líbano, Tansjordania y Siria. El punto débil es Líbano, pues el régimen Musulmán es artificial y fácil para nosotros de minar. Estableceremos un gobierno Cristiano allí, y después machacaremos a la Liga Árabe eliminando Transjordania; Siria caerá ante nosotros. Luego bombardearemos y tomaremos Port Said, Alejandría y el Sinaí."
David Ben-Gurion, Mayo de 1948. Eso tampoco es muy ambiguo, también es historia y se llevaba dos décadas repitiendo sin descanso por el Gobierno israelí.


"Hoy hay muchos que quieren reescribir la historia. Quieren hacer creer al mundo que existió un Estado palestino. No es verdad. Quieren hacer creer al mundo que había unas fronteras oficiales entre ese Estado e Israel. No es verdad. Quieren hacer creer al mundo que la guerra de 1967 fue un acto beligerante provocado por Israel. No. Fue un acto en defensa propia ante las amenazas de destruir el Estado judío, el bloqueo marítimo del Estrecho de Tirán, la brusca retirada de las fuerzas de paz de la ONU y el despliegue de las tropas egipcias y sirias. Todas las guerras tienen consecuencias. Pero aquellos agresores no han asumido nunca la responsabilidad de la que iniciaron".
Y se le podría dar la razón en todo lo que sigue si el autor no se empeñara en aislar la Guerra de los Seis Días de todo lo ocurrido antes de 1967 desde que el sionismo ideológico llevó el terrorismo y la sangre a las tierras palestinas .
Y a lo mejor un analista militar o un historiador lo haría pero David Harris, presidente del American Jewish Committee, no está dispuesto a hacerlo.
Y por lo que se ve El País tampoco, porque he buscado un artículo de opinión parecido desde el punto de vista árabe o palestino y, lamentablemente, no lo he encontrado.
¿Por qué la historia es importante?
Porque no se puede cambiar. Pero tampoco se puede ocultar. Es el mismo vicio.


martes, abril 11, 2017

La semántica de nuestro absurdo en Sudán del Sur

Hoy, uno de esos pocos días que he podido desayunar como se debe, me he metido entre pecho y espalda junto al café una de las más rocambolescas noticias que había podido digerir en los últimos tiempos.
El problema no es que lo hayan hecho, que está bien. El absurdo es que intenten vender que sirve para algo, que es importante, que puede contribuir a mejorar la situación en ese país, creado hace unos años de la nada por mor de los intereses petrolíferos y energéticos de unos y de otros.
Sudán del Sur se desangra -y no es una metáfora- en un genocidio soterrado, en dos procesos abiertos de limpieza étnica que se llevan cada día centenares, sino miles, de vidas por delante. Y nosotros nos dedicamos a hacer un mapa de las palabras que reflejan ese odio tribal y fratricida y fingimos que sirve para algo.
No es un síntoma de lo que ocurre en Sudán del Sur. Es un síntoma de la terrible enfermedad que padecemos nosotros, ese Occidente Atlántico que ve la vida en lugar de vivirla.
Como en otras muchas cosas, creemos que las redes sociales sirven para algo. Pensamos que analizar los tuits, los hashtag o lo que sea, nos da una visión de la realidad. Y sobre todo creemos que lo que existe en las redes sociales es real, que puede sustituir lo que hay que hacer a pie de realidad, descendiendo o ascendiendo -según se mire- a eso que ahora nos parece tan prosaico como es el contacto humano.
Y como no sabemos hacer otra cosa, como estamos perdiendo la capacidad de interacción real por mor de nuestros miedos o nuestros egos, le damos a lo que ocurre en las redes una importancia desmedida, creemos que de verdad nos sirven para valorar nuestra popularidad, nuestros afectos, nuestra vida y la del mundo.
Y ahora creemos que sirven para solucionar la guerra de Sudán del Sur.
¿Es de suponer que si bloqueamos, no seguimos, no retuiteamos o no damos un me gusta a los que utilizan esas palabras dejarán de hacerlo?, ¿tenemos que creer que, si logramos un Trending Topic denuciando esa nube de palabras, los que las usan se verán tan afectados por su pérdida de popularidad que dejaran su guerra tribal?, ¿que los que la sufragan y alimentan se retirarán a llorar su impopularidad en un rincón?
Deberíamos saber que no, pero parece que lo hemos olvidado o que queremos fingir que lo ignoramos.
Los sudaneses seguirán matándose a disparo y machete por más nubes de palabras de odio que monitoricemos en Twitter. Igual que racistas, corruptos, machistas, fascistas, asesinos, fanáticos, terroristas, xenofobos y todos los demás lo seguirán siendo por más hashtags que inventemos contra ellos, por más trending topics que coloquemos en lo más alto de las redes sociales.
Lo sabemos, pero pretender que lo ignoramos nos permite alimentar el ego de una victoria, de haber ganado una batalla; hace posible que creamos que se puede luchar por algo sin riesgo, sentados en nuestro sofá, dando un me gusta mientras tomamos cañas, escribiendo una frase de 140 caracteres ocurrentes desde la protegida comodidad de nuestros smartphones. 


Nos permite acallar los gritos que a veces da nuestra conciencia por nuestra desisdia e inacción, fingiendo ante el espejo que hemos hecho algo importante y necesario.
Pero sobre todo necesitamos pensar que es importante por puro egoismo afectivo, que es lo que mueve a nuestra sociedad desde hace un siglo. 
Porque si lo que ocurre en las redes no es importate, no es un reflejo de la verdadera realidad, nuestros seguidores, nuestros amigos virtuales, los retuits y me gustas que recibimos no significarán nada, no serán baremo de nuestra relevancia social, de nuestra popularidad, de que somos queridos, respetados o amados.
Y tendremos que volver a los besos, las caricias afectuosas, la llamada de preocupación por un amigo, las sonrisas compartidas, las bromas, las cañas, los abrazos y todo lo que hacíamos y recibíamos hasta que como sociedad decidimos no exponernos al otro para no correr el riesgo de no sentirnos valorados y queridos. Hasta que decidimos fingir que las redes sociales pueden sustituir las relaciones y el contacto humano con un emoticono bien elegido y un me gusta.
En Sudan del Sur no importan las palabras que se utilicen para el odioen las redes. Importan las otras, las que pronuncia quien te apunta con un AK 47 a la cabeza o quien te amenaza con un machete afilado colocado justo sobre tú yugular y tu carótida. 
Ese es el odio en Sudán del sur. Ese es el que debemos parar y para eso no sirve una nube semántica, solo sirven el compromiso y el riesgo personal. Salga en redes o no.

domingo, noviembre 27, 2016

Conversación, amigas y seguir o salir de la trinchera

Mi amiga Juana Garrido, a la que conozco y respeto desde hace muchos años porque es una persona que piense lo que piense es capaz de argumentarlo, debatirlo y presentarlo ordenadamente subió al caralibro un enlace el día de la muerte de Fidel Castro en el que se listaban algunos de los logros sociales del gobierno cubano a lo largo de los años.
""Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (refiriéndose a Estados Unidos) nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra". Fidel Castro"
https://iniciativadebate.org/2016/11/26/el-mejor-homenaje-a-fidel-castro-es-recordarlo-con-hechos/
Mi amiga Ana Maria Palmieri, a la que solamente conozco por lo reflexivo y equilibrado por regla general de sus opiniones le contestó estó
“Además de lo bueno, también es necesario recordar que no hay libertad de expresión, a los presos políticos, a los torturados, a los miles que murieron ahogados tratando de huir de la isla. Eso no es democracia. Sabes que mi padre apoyó la revolución cubana, incluso fue a trabajar con Fidel al principio de su mandato, y que fue amigo del Che, pero no apoyó que se instituyera una dictadura”.
Y Juana respondió
"El único líder en América latina que mantuvo intacta la soberanía de su país y la dignidad de sus gentes. La libertad de expresión está muy bien para los que saben leer y entienden lo que leen. En Cuba no hay analfabetos. Eso sí, han conseguido superar enfermedades, huracanes, drogas, bandas y tribus... Cuba exporta médicos, técnicos y maestros. ¿Sombras?, ¡seguro! Para mí no oscurecen ni apagan el brillo de la obra que con inmenso coraje impulsaron aquellos visionarios. Y Fidel es el último. Ahora es Historia".
Y entonces llegué yo. Largo, pesado y denso como siempre.
Lamento tener que disentir Juana. ¿Intacta la soberanía de su país con cerca de siete millares de "asesores" militares soviéticos?, ¿con sus sierras convertidas en campos de entrenamiento para guerrillas y operativos entrenados y financiados por la URSS que se dedicaron a regar África de sangre desde Eritrea hasta Angola?, ¿con las mujeres cubanas que pasaron de ser prostitutas de los yanquis a jineteras de los turistas y los asesores militares soviéticos?
No entregar la soberanía de tu país a Estados Unidos para entregársela a la extinta Unión Soviética no es ningún logro, es simplemente cambiar un colonizador por otro.
La revolución Cubana murió cuando triunfo en 1959 como debe hacer toda revolución, como lo hizo la francesa en su momento, tras el periodo del terror, para dar paso a otra cosa. A un gobierno justo, a un gobierno democrático. Fidel no hizo ese paso y se convirtió en un dictador.
El bloqueo y la crisis de Bahía de Cochinos no justifican bajo ningún concepto que trasformes la PNR en un cuerpo represivo y en una policía política dedicada a cazar disidentes o que fundes el G2, la Inteligencia Militar Interior que torturó e hizo desaparecer a miles de personas.
Si para enfrentarnos a los horrores que generan un sistema represivo e injusto y una forma de organización económica desequilibrada y brutal, mitificamos a los monstruos que genera la ideología opuesta habremos hecho un camino lleno de esfuerzo, de sangre y de sufrimiento para volver al punto de partida.
¿La dignidad de sus gentes? ¿matarlos de hambre mientras recibes a cuerpo de rey a los intelectuales de izquierdas o mantienes en barrios con todas las comunidades a asesores, operativos y espías soviéticos es mantener la dignidad de sus gentes?, ¿purgar a los que piensan de forma diferente a ti es mantener la dignidad de sus gentes?, ¿dispararles por la espalda mientras huyen, sin hacer daño a nadie, para poder acceder a todo lo que el bloqueo les niega solo para mantener la imagen de éxito de tu régimen es mantener la dignidad de tus gentes?
Lo siento. La libertad de expresión y de opinión es para todos, sepan leer y escribir o no. Hitler también alfabetizó Alemania, Franco también alfabetizo España, Stalin Rusia y Mao Tse Tung y la revolución cultural China. Eso no compensa los cadáveres, la represión ni la negativa a dejar a sus respectivos pueblos la posibilidad de elegir. Y defender cualquier otra cosa solo tiene un nombre: ese que tanto le echamos en cara a otros regímenes y otras dictaduras.
Nada ensombrece lo que hicieron los que descendieron de Sierra Maestra para ganar la libertad de sus gentes. Pero nada ilumina lo que hizo Fidel desde el momento en que llegó al poder.
Pudo elegir otra cosa y eligió ser un dictador con las manos manchadas de sangre de su pueblo. Si para ti el asesinato sistemático, la represión, la persecución ideológica y la corrupción no ensombrecen un régimen entonces desgraciadamente entendemos el progreso, la libertad y la justicia de forma diferente.
Para mí no hay ideología, mejora sanitaria, ni alfabetización que justifique eso porque se puede hacer sin ello. Quieras verlo o no querida Juana Garrido Machiñena
La historia ya lo dice y no creo que pueda o deba decir otra cosa: Castro es otro revolucionario que corrompió una idea de justicia y libertad para transformala en una dictadura ideológica injusta.
Juana: He estado, estoy y estaré en otra trinchera Gerardo...
Yo: Lástima.Nos vendrías muy bien a los que estamos que pensamos y sentimos que hay que luchar a muerte cuando cuando hay que luchar, hay que agotarse hasta la última gota de sudor y construir cuando hay que construir y hay que estar dispuesto a morir por defender la libertad y la vida digna de todos, aunque no piensen como nosotros.
Yo estuve en tu trinchera mucho tiempo. Disparando sin mirar, imposibilitado de todo movimiento como lo está cualquier luchador en su trinchera; creyendo que la idea justificaba cualquier acción, que el ataque cualquier modo de defensa, que la victoria cualquier acto y reacción.
Hasta que un día salí y decidí combatir de otro modo. Ir a la guerra real.
Y allí descubrí que la vida y la muerte no son luces y sombras, son personas reales supuestamente de uno y otro bando que sangran, que mueren en tus brazos.
Que un enemigo es capaz de darte un vaso de agua y salvarte la vida mientras que un aliado te arroja a los leones con tal de aumentar su poder, su prestigio o su fuerza.
Y lo supe, lo supe cuando vi ciudades enteras destruidas, campos de refugiados arrasados, calles y autobuses empañados en sangre, cuando tuve un arma en mis manos y deseé matar.
Mi guerra, mi lucha, eternamente perdida y combatida, ya no será nunca más escondido e inmóvil en una trinchera en la que solo asomas la vista para disparar a riesgo de ser alcanzado en el intento.
Ya nunca más me moveré en la estrecha zanja de un solo pensamiento, de una solitaria y anquilosada ideología que se niega a cambiar por miedo a estar equivocada, por miedo a la derrota, por miedo a descubrirse a si misma agotada e inútil, superada por el tiempo y la realidad.
Mi lucha no es ni podrá ya ser nunca por el comunismo, el capitalismo, el socialismo o el liberalismo; no es ni podrá ser contra el imperialismo o por el colectivismo, contra el nacionalismo o por la independencia, por la tierra o por la patria, por la clase social o por el estamento, por la fe o por el laicismo.
Nunca más habitaré la penumbra de una sucia trinchera en el nombre de nada, por el honor de nada, por la gloria de nadie.
Desde entonces mi guerra se hace de otro modo. Corro, cambio de sitio, avanzo y retrocedo, escribo y si hay que disparar disparé otra vez parándome a mirar, a pensar y apuntar antes de hacerlo. Y lo hago pobremente, en el rango de compromiso y esfuerzo de los que soy capaz, por un solo motivo.
Contribuir en dar la libertad a aquellos que carecen de ella.
Sea en el imperio decadente y superfluo de Estados Unidos o en la no menos decadente dictadura cubana, sea en la represiva y teocrática Israel o en la yihadista y masacrada Palestina, sea en la independentista Catalunya, la nacionalista Euskadi o la españolista Castilla. Sea en la Alemania de Merkel, en la Turquía de Erdogan, en la Inglaterra del Brexit, en el Irán de los Ayatolas o en la Siria invadida y bombardeada por mil fuerzas que ya no tiene gobierno ni casi población.
Sea en l África de los niños soldado y los esclavos de coltán y diamantes, en la India de las mujeres inmoladas, vendidas y quemadas con ácido o en la China de los esclavos de a euro y medio la hora de trabajo.
Mi trabajo como ser humano es combatir por dar la libertad a los seres humanos que carecen de ella. Y que hagan con su libertad lo que les venga en gana. Porque no tengo derecho a pensar por ellos ni imponerles vivir a mi manera, aunque crea que es la forma adecuada.
Porque su libertad es suya, no mía.
Eres una de las mentes más claras que conozco y de los corazones más comprometidos que he tenido el honor de encontrarme. Por eso siempre serás bienvenida a mi guerra si la quieres perder cada vez que la ganas, como yo llevo perdiéndola desde que empecé a combatirla.
Por mi parte, nunca más volveré a entrar y disparar desde trinchera alguna.
Se te quiere Juana

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