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domingo, octubre 27, 2013

La AVT se autoexpulsa de la democracia en Euskadi

Hay ciertos momentos que se prevén durante muchos años. No porque se esté dotado de don profético alguno ni porque se sufra del últimamente muy popular complejo de Casandra, sino porque los caminos y las direcciones tomadas son tan obvias que no permiten albergar duda alguna sobre el destino final de las mismas.
Y eso ha pasado con la AVT, con aquellos que han confundido o pretendido confundir durante años justicia con venganza, con aquellos que se han vinculado políticamente a una visión de Euskadi y han intentado hacer de su condición de familiares de los muertos por la locura iracunda del terrorismo de ETA un mecanismo de presión.
La guerra ha terminado y ellos no quieren verlo. 
España lo ve, Euskadi lo ve y hasta Europa lo ve. Pero ellos no quieren verlo. Durante años han mantenido un silogismo falso y temerario que se ha venido abajo a las primeras de cambio, en cuanto el fin de esa guerra absurda que pretendía mantener el radicalismo de los asesinos de tiro en la nuca y bomba lapa se ha hecho evidente. 
Primero Francisco José Alcaraz y luego Ángeles Pedraza, intentaron vendernos que, como sus familiares eran en muchos casos demócratas asesinados por antidemocratas sangrientos y totalitarios, eso les convertía a ellos en defensores de la democracia. Pero era falso. Tras una semana en silencio tras la derogación en la práctica por la Corte Mayor de Estrasburgo de la malhadada Doctrina Parot. Han demostrado que era falso.
Porque los que defienden la democracia no pueden exigirle a un gobierno que no acate una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos solamente porque su sentimiento de vindicación se ve frustrado por ello. Los que defienden la venganza -justa, si se quiere- sí pueden hacerlo, pero los que defienden la democracia no.
Porque los demócratas saben que su instinto, su deseo y victimismo eterno y militante no puede anteponerse al principio de no retroactividad de las leyes; porque los demócratas saben que el futuro de Euskadi y sus gentes, que fueron los que derrotaron a ETA volviéndoles la espalda, es y debe ser más importante que su justificado o no deseo de eterna vindicación. Porque los demócratas saben que, acabada una guerra, la paz y la justicia es más importante que la victoria.
Pero las cabezas visibles de la AVT no han sabido nunca eso. Y por eso se han permitido el lujo de intentar crispar con sus mascaradas carcelarias una sociedad que por fin respiraba con algo de paz tras décadas de sangre; por eso han intentado una y otra vez identificar nacionalismo con violencia, independentismo de Euskadi con terrorismo. 
Como nunca han accedido al conocimiento de que la democracia y la justicia corre en ambas direcciones han intentado utilizar su condición de víctimas y la de asesinos irracionales de ETA para vender que su españolismo es justo y democrático y el independentismo que representaba falsamente ETA es injusto y totalitarista.
Como si tuviéramos ojos y no nos diéramos cuenta que ni ETA era todo el independentismo de Euskadi ni la AVT es el único españolismo vasco posible.
Y por todas esas carencias son capaces de exigirle a un gobierno que actúe como un grupo terrorista. Que ignore los derechos humanos y se convierta en aquello que se supone que solamente tienen que ser los asesinos: radicales furiosos que buscan la victoria pasando por encima de los derechos fundamentales de todos los que no piensan como ellos.
Y ahora salen a las calles pidiendo dignidad para las víctimas. La dignidad para las víctimas no se gana gritando y clamando para que un gobierno se vuelva totalitario e ignore los derechos humanos y las bases mínimas de una legislación democrática. 
La dignidad para las víctimas se logra siendo dignos. Anteponiendo, pese al dolor y la frustración, el futuro de una tierra que ya ha sufrido demasiado y las reglas del juego democrático que dicen defender a sus propias necesidades psicológicas de vindicación por muy justificadas que estén.
Y cada vez que hace eso, cada grito que den pidiendo eso, cada pancarta que escriban demandándolo, sera una bofetada salvaje y desmedida sobre los cadáveres de aquellos que murieron para que la democracia y la libertad fuera la que gobernara Euskadi. Por muy familiares suyos que fueran.
Pero claro, el Gobierno Español no les dirá nada de eso. No les llamará radicales, ni antisistema, ni antidemócratas cuando invadan las calles como ha hecho con aquellos que lo han hecho por otros motivos. 
Porque si les dijera la verdad de lo antidemocrático de su postura perdería la pírrica cosecha de votos que esa asociación recolecta para ellos en Euskadi y en el resto de España. Y les permitirán que recorran las calles exigiendo que el Gobierno español se transforme en una banda terrorista.
Alguien ha dicho que "la derogación de la Doctrina Parot es una de las peores noticias para la democracia en España".Y estoy de acuerdo con ella -creo ha sido Rosa Díez-. 
Es uno de los peores días para la democracia en España porque alguien de fuera ha tenido que venir a recordarnos lo que es la democracia, lo que es la justicia y que ninguna de las dos cosas está por debajo de nuestros sentimientos viscerales. Sean estos justificados o no. 

jueves, junio 07, 2012

Braveheart, la mística y el PP se unen en Euskadi


Si algo que está demostrando el gobierno que nos hemos echado a la espalda con las urnas es que no está dispuesto de aprender de errores pretéritos. Ni suyos ni, por supuesto, de otros. Lo demuestra en su insistencia en los déficit por encima de los empleos, lo demuestra en la reeducación para la ciudadanía, cambiando un adoctrinamiento por otro, lo demuestra en su reforma laboral y en otro buen puñado de decisiones que son copia o remedo de otras propias o ajenas que ya han fallado anteriormente.
Y ahora vuelve a demostrarlo en Euskadi.
¿Nos acordamos de Euskadi, esa tierra que hasta la muerte de ETA solo llegaba a nuestros labios y nuestros papeles informativos teñida de sangre, de violencia y de intransigencia por unos pocos que parecían muchos? Pues Euskadi, señores y señoras, sigue existiendo después de ETA.
Pero el ministerio de Interior de este país parece que piensa que no. Sigue dando vueltas en torno a un cadáver, sigue sin fiarse de un óbito que se anunciaba tan deseado pero que ahora, por la insistencia en mantener el último rescoldo de su resurrección encendido, parece que resulta incómodo.
Y ese último rescoldo es el tan traído y llevado arrepentimiento de los presos etarras.
Esa extraña imposición que el nacionalismo español inventó a última hora como condición para dar a ETA por muerta cuando la realidad, la historia y Euskadi ya la habían dado por finiquitada.
Como si no existiera otra cosa en Euskadi, el ministerio de Interior de vueltas y vueltas con el arrepentimiento, escenificado en esa especie de catarsis personal por parejas ideada por el anterior ejecutivo socialista de las reuniones entre presos y víctimas vivas del terrorismo.
Eran y son un error. Lo era de principio a fin y lo siguen siendo.
No el hecho de permitir o incluso auspiciar esas reuniones, sino el hecho de hacer política con ellas. El hecho de vincularlas al debate sobre la política penitenciaria con los presos de ETA, de utilizarlas como reflejo de la muerte de un cadáver al que habría que dejar pudrirse en el olvido, de emplearlas, una vez más, como forma de enfrentar a la opinión vasca en el asunto del terrorismo.
Lo son porque no debería haber un debate sobre la política penitenciaria con los presos de ETA. Entran en la cárcel acusados por los mismos fiscales, sentenciados por los mismos jueces y custodiados por los mismos funcionarios que el resto de los presos. Así que se les aplica la misma Ley Penitenciaria. Cumplen su condena, salen cuando les toca y ya está. Fin de la política penitenciaria con los presos de ETA.
Pero, claro, como se cayó en las garras de la necesidad de tratarles de forma diferente con la doctrina Parot, con la ley de partidos, la política penitenciaria de dispersión y con toda suertes de excepciones legales de dudosa ética que se justificaban por el hecho de que eran terroristas de ETA, ahora se tienen que hacer juegos malabares para poder hacer lo que siempre se tendría que haber hecho: aplicarles la ley en estado puro y ya está.
Y uno de esos cambalaches son las reuniones, entrevistas, terapias, catarsis o como se quiera llamar a sentar frente a frente a un asesino y alguien que ha sufrido el azote de su locura sangrienta.
Las entrevistas que llevaron a cabo los gobiernos socialistas eran un error porque, como en otras muchas cosas que mencionar no quiero, pretendían impostar una realidad, buscaban conseguir de forma artificial algo que, era deseable en esencia, pero no imponible por las buenas y a toda prisa.
Pretendían forzar una reconciliación necesaria pero que no puede acelerase ni buscarse de forma artificial.
Euskadi se reconciliará consigo misma pero quizás les lleve un par de generaciones. Quizás no tengan que quedar ya etarras asesinos vivos y familiares de víctimas muertas. Quizás no tenga que haber ya nadie en la cárcel por los crímenes y los asesinatos que una locura mesiánica y política sembró en esa tierra ni ninguna asociación de víctimas que, por el dolor y la vindicación, prefiera seguir mirando constantemente al pasado en lugar de echarle un vistazo al futuro.
El gobierno anterior, necesitado de un éxito definitivo y aquejado de una ideología impelida al conductismo paternalista más completo en muchos asuntos, intentó que Euskadi recorriera con estas entrevistas de catarsis cinematográfica un camino que ellos mismos no han sido capaces de recorrer tras una guerra civil que ocurrió hace sesenta años y que España al completo ha demostrado no llevar muy bien todavía.
Pero lo del Gobierno de Rajoy que ahora nos aqueja es mucho peor porque, no aprendiendo del error formal y material de sus antecesores, pretende seguir haciendo estas reuniones pero hacerlas a su modo.
SI sus predecesores pretendían hacerlas para acelerar de forma errónea una reconciliación necesaria, ellos pretenden utilizarlas para algo todavía mucho más peligroso: demostrar que esa reconciliación es imposible.
Y por ello cambian las reglas del juego -porque lamentablemente están tratando esto como un juego- y deciden lo imposible, buscan lo que no puede soportar el más mínimo análisis.
Hacen que la iniciativa parta de la víctima y no del asesino convicto.
Y eso lo transforma no en un error, sino en una manipulación absurda y perversa. Porque, a poco que se piense, no tiene sentido.
El arrepentimiento no puede partir de la víctima. Ella no tiene nada de lo que arrepentirse -aunque algunos y algunas de los que se han puesto a la cabeza de esas víctimas sí tendrían que pedirle perdón al futuro de Euskadi por alguna que otra cosa-, así que la iniciativa del encuentro no puede partir de ella.
El arrepentimiento que impele a pedir perdón -todo muy bíblico, todo social e históricamente innecesario- tiene que partir de aquel que ha cometido el delito -¿o debería decir el pecado?, parece más acorde, dado como se trata todo esto- tiene que ser fruto de su reflexión y de que él o ella perciba realmente su equivocación, su error, el absurdo de sus actos y sienta que ha hecho las cosas mal.
Si no es así, si plantas alguien delante de un ser que ha estado dispuesto a matar y que lo ha hecho para defender la supremacía de sus ideas para exigirle que le pida perdón por sus crímenes solamente conseguirás que se retroalimente la locura y que se niegue a hacerlo. Es como si, en lugar de esperar tranquilamente en su confesionario, el sacerdote fuera a burdeles y timbas, tomara fotos para luego acudir a la casa de sus feligreses mostrándolas y preguntando ¿no tienes algo de lo que confesarte, hijo?
De esa forma transformas una inútil catarsis en una exigencia. Una reconciliación forzada y artificial en un nuevo motivo de enfrentamiento. 
Tanto este gobierno como las asociaciones de víctimas parecen repentinamente imbuidos del espíritu y el honor cinematográfico del Mel Gibson en sus buenos tiempos cuanto se pintaba de azul para encabezar a los escoceses en un Braveheart memorable.
Parece que repitieran la exigencia de perdón cuando el inglés cansado de negociar y algo orgulloso preguntaba cómo era posible acabar con esa guerra y el proceloso Gibson contestaba: "Pueden volver a Inglaterra, parando en cada pueblo y en cada aldea para pedir perdón por siglos de desmanes, asesinatos y violaciones contra los hijos y las hijas de Escocia. Y luego su jefe deberá atravesar este campo plantarse en el centro, meter la cabeza entre las piernas y besarse el culo". 
Claro que el bueno de William Wallace exigía algo que sabía imposible porque quería seguir guerreando, no porque quisiera dejar de hacerlo.
Y no puedo creer que los políticos, que han cambiado y están cambiando las reglas de este absurdo juego cuasi místico en el que han convertido el final de ETA, no sean conscientes de esa realidad que un simple estudiante de primero de psicología tiene más que claro.
Así que he de colegir que es lo que buscan.
Buscan que ante la imposición de una obligatoriedad en el arrepentimiento, ante la presión para que reconozcan sus errores, aunque sea evidente que los han cometido, los presos de ETA tiren de una solución muy occidental, muy atlántica y también muy de Euskadi: el rechazo y el silencio.
Buscan que guarden silencio, que no acepten estas reuniones para no correr el riesgo de que les canten las cuarenta y les intenten hacer ver sus sangrientos errores, y así poder decir y gritar a los cuatro vientos "veis, no quieren arrepentirse, no quieren pedir perdón".
Y justificar así seguir aplicando una política penitenciaria injusta por el simple hecho de que no se le exige lo mismo a cualquier otro asesino que haya segado una vida de raíz por cualquier otro motivo en España, parcialmente ilegal y que ahora ya es hasta innecesaria.
Sólo tienen que aplicar la ley tal y como era antes de que se manipulara para luchar contra ETA simplemente porque ya no hay ETA contra la que luchar. Muerta la finalidad de la excepción, el estado se excepción se anula. No hace falta arrepentimiento ni perdón. No hace falta escenografía mística ninguna.
Pero es de temer que eso no les serviría para tener contentas a las acciones de víctimas que miran más hacia el interior de sus corazones rotos en busca de una paz que ni siquiera encontrarán en la venganza -si es que la consiguen- que al exterior de la sociedad vasca que tiene problemas mucho más graves y acuciantes que sus vindicaciones históricas.
Así no volverán a recibir críticas de una asociación de víctimas diciendo que estas conversaciones, tal y como las concibió el gobierno anterior "buscan el empate técnico entre el terrorista y la víctima", criticas que ignoran el hecho de que no se trata de hacer que venza uno u otro. De que eso ya ha ocurrido.
Ya han vencido aquellos que no querían ver la sangre manar por las calles de Sestao, Durango, Hernani o Bilbao. Ya ha vencido Euskadi.
Y tampoco tendrán que soportar que la AVT, anclada en el victimismo eterno hasta el punto de exigir un estatuto especial a las víctimas de ETA diciendo que "no se puede tener piedad alguna con los etarras porque ellos no la han tenido", ignorando un razonamiento que es tan obvio como necesario. Claro que los asesinos furiosos del tiro en la nuca no tenían piedad. Pero ellos eran terroristas, nosotros no.
Claro que ellos nunca hubieran respondido a una súplica o a una petición de que perdonaran una vida, pero ellos eran asesinos sangrientos que solamente pensaban en imponer su ideología, nosotros no.
Claro que muchos de ellos nunca se arrepentirán de lo que han hecho y nunca verán en sus conciencias la mancha de sangre que sus actos han dejado. Pero son y serán unos locos fanáticos. Nosotros, no, ¿verdad?

jueves, abril 12, 2012

Un clavo saca a otro clavo en las tierras de Euskadi



Cuando un clavo se clava bien clavado resulta muy difícil de desclavar cuando deja de cumplir su función. Es entonces cuando el que estaba extremadamente agusto y convencido de la necesidad de que ese clavo estuviera ahí clavado se empieza a plantear si hizo bien clavándolo tan fuerte.
Este trabalenguas no es otra cosa que una forma de anticipar algo que está ocurriendo en Euskadi, esa tierra a la que la muerte de ETA y la crisis nos han hecho borrar de nuestros pensamientos, a despecho de aquellos que quieren que esas circunstancias estén por siempre en nuestra memoria para justificar sus deseos de venganza a cualquier precio.
Pero las cosas cambian y con ETA muerta Euskadi cambia hasta el punto, inconcebible en otro tiempo, de que el Partido Socialista de Euskadi se suma a formaciones nacionalistas e independentistas para pedir -¿están sentados?-, de forma velada, eso sí, la legalización de Batasuna.
Uno se encoje, así como protegiéndose, con el temor de escuchar el grito de ¡Anatema! cayendo desde los cielos como la mítica lluvia ardiente de Sodoma y Gomorra, pero el grito no llega, los cielos no se rasgan.
Y entonces surge la pregunta de por qué era un anatema. Y cuando se intenta responder a esa pregunta, cuando uno se da cuenta que la religión del eterno victimismo se debilita, cuando comprende que Euskadi empieza a creer más en lo que opina sobre sí mismo que en lo que unos u otros le dicen que tiene que creer sobre su tierra y su futuro es cuando se tropieza con el clavo bien clavado que sigue fijando la tarima del suelo vasco al pasado, a un pasado de miedo, violencia y venganza.
Y ese clavo se llama Ley de Partidos.
Porque ahora Euskadi necesita legalizar a Batasuna -o Sortu según se bautizó en su último intento de renacimiento electoral-. Para poder enterrar -no matar, eso ya está hecho- a ETA y sellar su sepulcro en aras de evitar toda posibilidad de resurrección.
Y la necesita no porque ideológicamente tenga un apoyo masivo, no porque sea fuerte o porque tenga "mano" con los violentos. Sino porque su legalización le quita el último arma que puede empuñar ETA y su aún recalcitrante entorno. Un arma que no dispara, que no humea pero que puede hacer el mismo daño y que puede reactivar las acciones violentas más que el más sofisticado armamento: el victimismo.
Si los pocos que, existiendo un independentismo democrático, una izquierda Abertzale legal, aún siguen ligados a ETA pueden echar mano una y otra vez de que son injustamente apartados de los procesos de decisión, de las negociaciones, de las mesas de debate que deciden o por lo menos pretenden presentar a los vascos el futuro de Euskadi, siempre tendrán una excusa, un aliciente, para retomar lo que ellos denominaban lucha armada, para volver a tomar las calles de Euskadi.
Y ya sabemos que pasó cuando hicieron ambas cosas.
Así que ahora que Euskadi necesita integrar a esos nostálgicos del terror y la imposición para dejarles sin excusas se enfrenta a la vigencia de una ley finalista clavada como un tocón en mitad de la carretera por la que debe circular hacia su futuro.
Por eso el PSE, el PNV y Aralar piden la legalización de Batasuna. Porque saben que en un entorno democrático, abierto, no son rivales para ninguno de ellos, ni siquiera para Bildu y les alejarán por siempre de la posibilidad de justificar la violencia.
Pero las leyes finalistas es lo que tienen. Que cuando pierden su finalidad son molestas.
Tanto se blindó una ley que bordeó -e incumplió directamente- los principios constitucionales que ahora, agotado el único fin que perseguía que era el encarcelamiento del brazo político y callejero de ETA e impedirles participar en las instituciones, que ahora encorseta las acciones necesarias para hacer lo que tiene que hacerse, lo que es lógico que se haga y lo que Euskadi y los vascos necesitan que se haga.
Porque el fin de la Ley de Partidos, en contra de lo que se dijo y se escribió, no era luchar contra el terrorismo, era solamente ilegalizar a Batasuna y está diseñada solamente para eso. Por eso permite pasar por sus resquicios a todos los demás partidos del espectro parlamentario, por eso ignora la tradición de acción directa, lucha armada y violencia organizada que tienen muchas de las formaciones políticas de este país a lo largo de su historia, por eso solamente se aplicaba contra Batasuna y su entorno y nunca contra Ynestrillas y el suyo o el PPCE y el suyo.
Y hasta puede que entonces tuviera su lógica - a mí siempre me pareció un razonamiento pueril, pero bueno- presuponer que acabar con Batasuna y mantenerla aislada y marginada de la vida política democrática era una herramienta indispensable para acabar con el terrorismo. Pero ahora es todo lo contrario.
Si se quiere sepultar el terrorismo hay que legalizar Batasuna y la dichosa ley sigue ahí. Cuando se confunden los fines, cuando se toma el todo por la parte, es lo que pasa
Pero, al fin y al cabo, es un error tan nuestro que tampoco resulta sorprendente. Es una de esas acciones tan occidentalmente atlánticas que se antoja cotidiana, normal, fácil de solucionar. Yo los hay que piden -aún en voz bajita- que se modifique lo que haga falta de la ley para dar cabida en el espectro político legal a Batasuna.
Un clavo saca otro clavo. ¡Es taaaan nuestro!
 Es una de esas soberanas contradicciones nuestras como sociedad y como individuos. Como no somos capaces de proyectar hacia el futuro, de valorar aquello que seremos y queremos ser en el futuro, como nos anclamos al presente como forma fútil de supervivencia en lugar de proyectarnos hacia el futuro como esencia de vida, solamente vemos los beneficios diarios e instantáneos que una acción nos puede acarrear y no valoramos los perjuicios y consecuencias futuras.
Si nos molesta Batasuna hacemos una ley ad hoc para quitárnosla de encima, sin valorar principios, futuros ni consecuencias.
Y luego cuando nos damos cuenta del error que supone hacer una ley con un sólo fin vagamente democrático y marcadamente ideológico, reincidimos en el error y planteamos hacer otra que nos solucione la papeleta y nos permita salir del paso.
Vemos que el juego al que jugamos no tiene los resultados deseados y en lugar de dejar de jugar a ese juego, nos limitamos a cambiar las normas para que en ese momento nos salga bien la jugada.
Si lo hacemos, día y noche, en nuestras vidas individuales, ¿cómo no vamos a hacerlo en la política?
Somos incapaces de darnos cuenta de que un clavo saca a otro clavo. Pero hace el agujero más grande y más profundo. Hasta que llegue un día en que todos los clavos se deslicen a través de él y ninguno pueda cerrarlo. Y entonces será el momento en el cual empezaremos a desangrarnos a través de ese agujero. Esperemos que en Euskadi se den cuenta a tiempo de ello.

lunes, febrero 27, 2012

תשובה, el falso motor españolista contra ETA

Tiempo ha que Euskadi no se acercaba a estas líneas endemoniadas por ese problema de todos que ella sufrió durante años llamado terrorismo y personalizado en los locos furiosos de una banda que dijo ser liberadora y resultó no ser otra cosa que asesina.
Pues bien hoy ETA vuelve a la palestra porque se emnpeñan en revivirla una y otra vez. La izquierda independentista abertzale ha publicado un comunicado en el que lamenta las muertes causadas por la banda y el Gobierno nacional, los partidos que se arroban sin serlo la condición de constitucionalistas -y todos, en general, los que consideran que el nacionalismo español es aceptable pero el independentismo vasco no lo es- lo rechazan.
Dicen que no pueden creer en la sinceridad de las palabras de los abertzales porque no exigen la disolución de la banda, porque no son duros con ETA, porque no exigen el fin de la organización.
Y están en su derecho de no creer a los abertzales, pero su fe no es necesaria. Por más que intenten hacer ver que son ellos, los partidos que se llaman democráticos y que solamente lo son cuando les viene en gana, los que deben legitimar con su aceptación a Bildu y a la izquierda abertazale, todos sabemos que eso noes así. Bildu está legitimada desde que los vascos comenzaron a votarla, desde que refrendaron su creencia -también en un acto de fe- de que se había desligado del terrorismo y de que tenía claro que para buscar la independencia no hacen falta las bombas, no hace falta la muerte.
Da igual que el españolismo militante la crea o no. Euskadi ha demostrado que la cree -al menos una gran parte de Euskadi- . Y es Euskadi la que debe mandar en su futuro. No ETA ni el españolismo "democrático".
Así que la pataleta de que Bildu no es sincera en su lamento por las víctimas de ETA no es otra cosa que eso, una pataleta de aquellos que ya no tienen nada que reprocharle pero no se acostumbran a tener que convivir con ella, por mor de los actos democraticos de los vascos. No es otra cosa que un escozor antidemocratico, una picazón que enrojece las pieles de aquellos que creían que siempre iban a tener el recurso al terrorismo para castigar políticamente al independentismo y de repente se dan cuenta de que ese chollo político se ha acabado, ese sumidero de votos independentistas hacia el nacionalismo se ha cerrado, ese rentable simbionte electoral llamado ETA ha muerto.
Yo tampoco creo que sea sincero el lamento de BIldu. Tantas veces se le ha exigido, tantas veces se le ha reclamado, tantas veces se le ha querido forzar a hacerlo en la creencia de que nunca lo haría para seguir pudiéndoles echar en cara que no lo hacían, que ahora que lo han escenificado no resulta creíble, no se antoja verdadero.
Bildu y la izquierda abertzale hace algo que nosotros le hemos exigido. Revisa su pasado y enuncia sus errores, sus fallas ideológicas, sus equivocaciones pretéritas y el españolismo democrático, sorprendido de que haga lo que ellos no son capaces de afrontar, se refugia en la falta de sinceridad de sus palabras para no aceptarlo.
Hubo un tiempo en que era un clásico. Hubo un tiempo en que esa actitud de reclamar algo del indepentismo vasco para creerle y luego no creerle cuando lo hacía funciono para mantenerle criminalizado, aislado, apartado de la posibilidad de ser la opción política que siempre ha sido en Euskadi.
Pero ya no funciona. Ahora no. Ahora ETA ha muerto y los vascos lo saben. Y resulta absurdo e incluso irrelevante pedirle a un muerto que escriba su propia esquela mortuoria en el periódico.
Puede que sea porque yo intento librarme de las raices judeocristianas que componen el parapeto cultural para muchas de nuestras acciones pero no creo que el perdón y el arrepentimiento sean necesarios para ser considerado un demócrata.
Es necesario que se acepten las reglas del juego y se practiquen, no que te arrepientas de no haberlo hecho antes. Por eso se paga en las cárceles por un crimen, no en un confesionario, por eso hay juicios, no autos de fe. Por eso se llama Estado, no religión.
Pero, en cualquier caso, si se tira por la,calle de enmedio del arrepentimiento y el perdón se supone que tendríamos que hacerlo todos, se supone que todos deberíamos hacer acto de contricción por nuestros pecados pretéritos y nuestas faltas antiguas.
Pero el españolismo democrático es un reflejo de nosotros mismos, como lo son todas nuestras ideologías políticas, y comete nuestros mismos errores. Nos convertimos en jueces y jurados de la bondad de otros, de la sinceridad de otros, de las buenas o malas intenciones de otros cuando nosotros no revisamos las nuestras.
¿Queremos tirar de perdón y arrepentimiento?, ¿queremos que sea ese el molde en el que se base por mor de nuestro juedeocristianismo de pastel en el que se fundamente nuestra visión de lo que debe ser la acción democrática?
Adelante, hagasmolo. Pero empecemos por nosotros.
Si el españolismo no se cree a BIldu por tan plausible motivo, lamento tener que decir que yo no me creo al españolismo en su democratismo a ultranza, en su ciega fe en los valores democráticos.
Porque a lo largo de los últimos sesenta años no he visto a nadie llamar a la puerta de los deudos o descendientes de David Salvador, José Martín Merquelanz, Rosario Arregui ,  José Miguel Beñarán , José Ramón Ansa, Francisco Javier Larrañaga, Enrique Gómez, Francisco Javier Martín Eizaguirre, Aurelio Fernández Cario, Justo Elizarán, Juan José Lopategui, o cualquiera de  otras cuarenta personas muertas a tiros, para decirles "lo siento, fue una brutalidad innecesaria y un error absurdo matar a vuestro familiar por ser abertzale, estar vinculado a Herri Batasuna o militar en cualquiera de las formaciones políticas que durante la transición reivindicaban en España o en Francia la independencia de Euskadi".
Así que no me creo que los partidos españolistas sean democrátas y estén en contra de la acción violenta para lograr sus fines. Los etarras lo han hecho -no sinceramente, según dicen, pero lo han hecho-, pero ellos no.
Me creeré que somos sinceros en esto del perdón y el arrepentimiento como catalizador político cuando algún miembro del ejército español atraviese las calles de Donosti y coloque una corona de flores en algún homenaje que se haga a Tomás Alba, tome la palabra y diga "lamento profundamente -y sinceramente, por supuesto- que la institución a la que represento consintiera, albergara y apoyara a los elementos que mataron en Euskadi por primera vez en la historia de la democracia a un representante político simplemente porque lo era de Herri Batasuna. Fue un error táctico, un fallo estratégico y una salvajada".
Porque si hay que pedir perdón por Miguel Ángel Blanco, también lo hay que pedir por Tomás Alba. Si los abertzales independentistas han de arrepentirse públicamente y con acto de contricción por Ermua y por el asesinato que otros cometieron en nombre de su ideología, tambien hay que  hacer lo propio por Donosti y lo que algunos hicieron en nombre de la ideología de una Euskadi dentro de España que los partidos españolistas defienden ahora.
Y nadie lo hecho. Ni de forma creíble, ni de ninguna otra. Simplemente no lo ha hecho.
Si exigimos que los presos de ETA muestren su arrepentimiento -en hebreo vuelta,  תשובה - de forma pública y cuando lo hacen les conmimamos a que lo hagán de forma sincera, quizás deberiamos buscar a los excarcelados -también sin cumplir integramente su condena, por cierto- Iturbide y Zabala y exigirles que recorran el camino que les separa de la casa familiar de  Felipe Sagarna en Hernani y con los ojos arrasados en lágrimas verdaderas pidan perdón por matar a un zapatero por el execrable acto de pegar carteles de Herri Batasuna en unas elecciones municipales.
Quizás entonces me creyera que realmente consideramos el arrepentimiento y el perdón como una herramienta de integración social. Pero me temo que ninguna declaración política de ningún partido político ha exigido eso ni va a exigirlo para "creer" que el españolismo es verdaderamente democrático.
Y lo seguiré creyendo y engrandeciendo mi fe cuando algún responsable de la Policía Nacional se presente ante los familiares de Lasa y Zabala y les pida perdón por lo que les hicieron a esos dos seres humanos y reconozca que "recurrir a las acciones encubiertas y a las ops negras no es una forma lógica de luchar contra el terrorismo" y luego prosiga su recorrido por las casas de los Marey y todos aquellos que sufrieron el acoso y el castigo de los GAL, dirigidos desde el Gobierno Militar de Guipuzcoa y de la Jefatura Superior de Policía.
Algo que tampoco se hacho publicamente y nunca se hará.
Y tampoco estaría de más que alguien del benemerito instituto, con uniforme de gala, por supuesto, se presentara donde quiera que vivan los deudos de Zabaltza y otros tantosen carcelados, retenidos ilegalemnte y torturados en el infausto cuartel de Intxaurrondo y declare a voz en grito que la Guardia Civil "se arrepiente y pide perdón por haber utilizado la tortura y el secuestro como tácticas antiterroristas y de haber acabado con la vida de personas sin que estas tuvieran siquiera la posibilidad de demostrar si eran culpables o no de los delitos que se les achacaban".
Si el arrepentimiento público, la autoflagelación y el perdón de los ofendidos es una condición para participar en democracia, entonces debe serlo para todos y muchos de los defensores del terrorismo etarra no lo han hecho. Pero no es menos cierto que no lo ha hecho ninguno de los que practicaron, amparararon, organizaron y defendieron el terrorismo antiindependentista y el terrorismo de Estado.
Y que la mayoría de vosotros desconozcaís casi todos los nombres que he citado es una prueba de ello.
Aunque le siente mal a muchos. Tengo que decirlo. Si no miramos al futuro buscando constantes justificaciones del pasado resultará imposible que Euskadi siga adelante.
El perdón y el arrepentimiento son estímulos y exigencias absurdas cuando lo que está en juego es la ley y la democracia. Euskadi es un pueblo y un futuro. No una religión.

jueves, agosto 25, 2011

El humo de Bildu atraganta al nacionalismo español

Cuando se busca el ridículo con ahinco termina por encontrarse. Esa es una máxima que parecen querer aplicar a rajatabla todos los partidos falsamente llamados constitucionalistas en su estrategia de oposición a Bildu.
Para empezar el ridículo surge de que los gobiernos hagan oposición. Se comprendería que los partidos donostiarras la hicieran. Pero desde que Garitano y sus mesnadas electorales desembarcaran cargadas de sufragios en las instituciones vascas parece que hubieran accedido al gobierno de la nación.
Los líderes nacionales, los partidos nacionales españoles y todo el aparato político español habla de ellos constantemente, les exige cosas, les demanda actuaciones. Vamos, como si ya gobernaran en Euskadi.
Pero, mal que nos pese, ese es el ridículo más ínfimo que están protagonizando aquellos que se empeñan en convertirse en investigadores judiciales y recabar nuevas pruebas fehacientes e inconfesables de algo que ya está dictaminado y sentenciado por la judicatura.
Han echado el estío político por el sumidero persiguiendo la imagen de alguien hablando con los familiares de los presos, atesorando el dato del ex batasuno que ha sido contratado en tal o cual ayuntamiento, cuestionando uno u otro apretón de manos o poniendo el grito en el cielo por una u otra instantánea de pintxos y txiquitos institucionales.
Han abierto la boca y han introducido de golpe en sus vías respiratorias todo el humo que Bildu esta poniendo en el aire para ocultar otras cosas.
Como a fuerza de llamarse demócratas una y mi veces han terminado por creerse que todo lo que hacen ellos es democrático, se han olvidado de lo que supone hacer oposición democrática.
Siguen intentando virar una decisión judicial y se olvidan de hacer lo que la oposición democrática -ya que han decidido serlo en España y las urnas han decidido que lo sean en Donosti y Guipuzcoa- tiene que hacer.
O sea, hacer oposición.
De tanto tremolar el victimismo universal en sus campañas, de tanto tener al terrorismo como simbionte político se han olvidado que la oposición no es negar un saludo, no es criticar una reunión, no es escrutar los antecedentes de nadie.
Mientras se preocupan de quien habla con quien en que fiesta institucional olvidan hablar de la política lingüística -o de la ausencia de ella, en el caso nacionalista-, mientras se atrincheran en la necesidad de sus escoltas, arrinconan las obras públicas, las inversiones, la gestión de las ayudas al desempleo o la política de festejos.
No he leído, escuchado o visto una sola crítica de oposición a los cargos electos de Bildu que tenga que ver con su función política, con su gestión municipal, con las decisiones de Garitano como Diputado General de Guipuzcoa -si es que ha tomado alguna y si es que el Diputado general de Guipuzcoa tiene capacidad para tomar alguna decisión-.
Tanta atención ponen en los facebook y los twiters de Bildu que parece que las actas municipales de Donosti no son dignas de ser leídas, que los bandos municipales nada tienen que ver con la política.
Todos aquellos que han hecho de Bildu el objetivo de su caballería política, todos aquellos que han incluido en sus programas electorales -oficial o arteramente- el punto de descabalgar a Bildu del caballo institucional están haciendo el ridículo porque se empeñan en recordar a Euskadi y a todos lo demás lo que ya sabemos.
Euskadi ya sabe que son abertzales, eso no hará que dejen de votarles; los habitantes de las tierras vascas ya saben de donde vienen, eso no les restará un sólo sufragio de los que recibieron, pero el nacionalismo español -y en parte el vasco- sigue intentando que eso sea la clave para la destrucción del nuevo grano en sus posaderas políticas que les ha salido en forma de partido abertzale legalizado.
Una formación bisoña, no acostumbrada al gobierno ni a la gestión, una formación fuertemente ideologizada y una coalición cogida casi por los pelos y lo único que los supuestos profesionales de la acción política de este país deciden echarle a la cara es con quién habla y con quién no, a quien apoyan en la soledad de sus salones y a quien no.
Si de verdad quieren que los votantes vascos se desmarquen de Bildu lo único que tienen que hacer -que democráticamente pueden hacer- es criticar su gestión, su gobierno allá donde gobiernen y todo lo demás es tan absurdo que roza el ridículo.
Roza el ridículo actual y prepara el ridículo futuro.
Si todas las andanadas de la armada de la política del nacionalismo español disparan contra la misma línea de flotación. Si todas las exigencias se resumen en que exijan -ya no pidan, deseen o anhelen, que exijan- la disolución de ETA y que se solidaricen con las víctimas de esa banda mafiosa que un día cometimos el error de considerar como un grupo de terrorismo político. Si todo se reduce a eso...
¿qué pasará cuando en su pegada de carteles para las elecciones en Euskadi, Martín Garitano diga a voz en grito que apoya a las víctimas de ETA y exija más alto todavía la disolución de la banda asesina?
El PP vasco y el PSE han deglutido la cortina de humo que Bildu les ha arrojado a la garganta y pierden en el tiempo con una estrategia que ya se ha demostrado absurda e inconsecuente, Como hicieran antaño -no demasiado- con la condena de la violencia, han puesto todas sus esperanzas en el convencimiento de que eso no se va a producir, han colocado todos los huevos en la cesta de que Garitano y sus chicos nunca harán eso, de que se lo podrán estar echando en cara eternamente, de que será un argumento eterno y recurrente.
Por más que exijan, que demanden, que exhorten a Bildu a que diga exactamente la frase que ellos quieren oír en realidad no quieren que lo haga, esperan que no lo hagan, ansían que siga sin hacerlo. Como pasó con Sortu. Como pasó con ETA.
Porque si lo hacen ellos ya no tienen nada que llevarse a sus macilentos carrillos electorales en Euskadi
Porque cuando lo hagan, que lo harán -si no por convencimiento sí por oportunidad- volverán a darse cuenta del rid´ñiculo que supone no estar preparado para que ocurra algo que, supuestamente, se ha deseado que ocurra.
Y será la segunda vez.

lunes, junio 27, 2011

Garitano y su charla con el plumilla borroka

Estaba yo dispuesto a iniciar por primer día ese rito de ejercicios que nos coloca en el punto de vista del verano con menos tripa y más visibilidad, cuando ha pasado algo imprevisto.
El Diputado General de Guipuzcoa me ha jugado una mala pasada. Estos chicos de Bildu solamente dan problemas.
Se ha dejado entrevistar por un medio nacional -que hasta ahora no quería verles ni en pintura- y me ha obligado a posponer la pírrica recuperación de mi, durante décadas, maltrecha anatomía para dedicarme de nuevo al pensamiento y a estas endemoniadas líneas. ¡Así no hay manera de pasearse digno por las playas!
Pues bien, me he acercado a la entrevista y he encontrado dos cosas. Algo que no esperaba y algo que, aunque esperaba, no estimaba que sería tan burdo y presuntuoso. He encontrado respuestas y manipulación.
He encontrado cambiados los roles. Y eso asusta. No asusta por el rol que ha asumido el entrevistado. Asusta por el papel que ha decidido jugar el entrevistador.
De repente, el periodista se ha hecho borroka.
En su primera pregunta consigue que el Diputado General Garitano afirme cuales son los objetivos para su legislatura. Él habla de rebajar la tensión, de eliminar la pobreza y de reducir el paro -algo que podría decir cualquiera y que, seguramente, no conseguirá como cualquiera-.
Nada de peroratas sobre la dominación española, nada de eso de la ocupación y la tortura de lo que hablaban otrora. Ni siquiera nada de eso del independentismo a cualquier precio que defendían o decían defender los abertzales antaño.
Pero el periodista lo ignora. Hila muy fino, se convierte en la campanilla que eran hace unos meses los borrokas y sigue a lo suyo.
 Sigue a lo que el españolismo militante ha estado siempre. Sigue con ETA. Sigue con la violencia y el miedo -el que parece que se teme que desaparezca-.
Insiste una y otra vez y obliga a Garitano a recordarle que han firmado una declaración  -La de Guernika- en la que se rechaza la violencia -la terrorista y las otras-, que son el único partido de España en el que todos sus cargos, representantes y militantes firman una declaración en contra de la violencia como forma de acción política.
Le entrevistador se transforma en el borroka que se niega a ver la realidad de un pueblo, de una sociedad que no sigue sus criterios.
Afirma mientras pregunta, que Martín Garitano es la Izquierda Abertzale y el político elegido por su población -algo que olvida el entrevistador, que le trata en ocasiones como alguien que haya dado un golpe de estado o algo parecido-, le tiene que recordar que él y los suyos son abetzales, son de izquierdas, son soberanistas pero no son la Izquierda Abertzale.
El periodista sigue olvidando la historia y la realidad -la más reciente además-, como el Borroka olvidaba hasta hace un año que Navarra nunca había sido vasca, que Euskalherria nunca había existido y que la mitad larga de su población no hablaba euskera.
En este caso el olvido se centra en el hecho de pasar por alto que el más alto tribunal de este país ha decretado precisamente eso que Bildu no es Batasuna, que no todos los abertzales de izquierda son la Izquierda Abertzale -o sea Batasuna, para entendernos-. Que ese argumento es tan absurdo como pretender que todo el que se llame socialista tiene que ser del PSOE, por definición, y todo el que que afirme ser liberal tiene que ser militante del Partido Popular.
Pero al entrevistador no le importa la realidad. No le importa que Martín Garitano esté sentado en el despacho del Diputado General de Guipuzcoa y no en el salón de visitas de la cárcel de Herrera de la Mancha. Evita recordar que le han puesto ahí los guipuzcoanos.
No puede hacerlo porque entonces tendría que reconocer la verdad de la situación. Como la Kale Borroka olvidaba adrede que apenas nadie votaba a Batasuna porque precisamente estaba vinculada a la violencia, al crimen a la extorsión, al terrorismo y a la agitación callejera.
Y, colocado en esa situación en el que la historia y la realidad le desmienten, el periodista, transformado por arte de la magia funesta del apriorismo político en quemador de contenedores, recurre a lo único que le queda. A su percepción. Ese peculiar tamiz por el que pasamos la realidad cuando esta nos contradice.
Le exige -no es una pregunta, es una exigencia disfrazada de pregunta- que pida la disolución de ETA porque esa es la única forma en la que los otros partidos percibirían que el rechazo a la violencia es real. Y claro el amplio manto de su percepción le impide ver el sopapo ideológico y argumental que Martín Garitano le da con la mano abierta.
"Por eso no milito en esos partidos". Y la respuesta es tan clara que debería haber bastado para que el entrevistador se bajara del burro del apriorismo y la superioridad ética. Debería haber bastado para que el periodista se diera cuenta de que los votantes guipozcoanos han colocado a Martín Garitano en su despacho sin necesidad de que pida la disolución de ETA, de que las formaciones que le han apoyado lo han hecho sin necesidad de que exija la disolución de la banda.
Debería haber sido suficiente para recordarle que la democracia exige al político que se deba a sus electores, a sus votantes, no a las percepciones de la realidad impuestas por los demás partidos.
Pero no es suficiente. El nuevo borroka sigue intentando elaborar su complicada pintada españolista en la pared del despacho del Diputado General de Guipuzcoa.Y vuelve a tirar de sus percepciones, vuelve a tirar de sus creencias, de aquello que a fuerza de repetir cree que puede convertir en realidad.
Vuelve a su percepción, a su decisión contra todos y contra todo de que Bildu es Batasuna y se escuda -¿cuando un entrevistador empezó a tener necesidad de escudarse?- en que antiguos militantes de esos partidos y antiguos terroristas les han apoyado. Tira de los argumentos que los partidos a los que ha decidido hacer de portavoz esgrimen. Como si eso fuera necesario. Como si eso fuera hacer una entrevista.
A de nuevo recibe el capón más obvio para el que todo profesional debería estar preparado. El PSOE ha recibido el apoyo de condenados por secuestro y por asesinatos y eso no ha hecho que se dudara de su condición democrática; el Partido Popular y el Partido Comunista de España han tenido militantes y cargos que participaron en asesinatos masivos y no por eso se ha dudado de su compromiso democrático.
El entrevistador cae en una trampa tan obvia y predecible como lo es una pregunta con trampa. como lo es la realidad de los hechos. Como lo es la hipocresía.
Lo bueno que los borrokas tienen para aquellos que les utilizan es que no dejan que la realidad les reste fuerza, que no permiten que los hechos alteren su visión apriorística de la realidad o de lo que ellos creen que es la realidad.
Y este nuevo borroka periodístico parece ser de los mejores. Cuando todo le falla tira de otro de los elementos fundamentales que ha n alterado y que han hecho alterar la percepción de Euskadi, Lo que se dio en llamar "la socialización del sufrimiento", lo que podría llamarse la percepción del victimismo eterno y universal.
Afirma que Martín y los suyos ignoran a las víctimas por el hecho de que no se limitan a tener en cuenta solamente a las víctimas que se "deben" tener en cuenta. Puede que Martín Garitano se lo soporte, pero para mí,que he renunciado a mis abdominales y mis ligues veraniegos soñados para esto,  ya resulta excesivo.
No hay un solo partido de los llamados nacionales -paso de llamarles constitucionalistas porque tienen de eso lo mismo que el partido Baaz- que haya estado nunca con todas las víctimas de ese absurdo conflicto, de esa estúpida matanza que fueron "los años de plomo" en Euskadi.
El borroka periodístico y aquellos que están tras él pretenden que Bildu haga lo que ellos están dispuestos a hacer, lo que ellos llevan años haciendo. Piden que ignore las víctimas que la tortura, la incapacidad y la crueldad han generado en el bando del independentismo. No se trata de que Bildu no recuerde a las víctimas ocasionadas ETA y no las respete.
Se trata de que también recuerda a las generadas por unos servicios secretos inútiles -cuando lo eran., por un sistema policial represivo -cuando lo fue- y por todos los paramilitares consentidos de la transición -Leasé batallón Vasco Español, entre otros- que también muerieron y que no debieron morir.
Se trata de que nos fastidia hasta el extremo que también respete y recuerde a Lasa y Zabala, a Segundo Marey, a los borrokas muertos en la comisaria, a los que se cayeron por los barrancos.
Se trata de que cuando se respeta a todas las víctimas también se respeta a las que hemos matado nosotros, aunque sean menos, muchas menos. Y eso es algo que al españolismo supuestamente siempre democrático, siempre anti violencia le jode profundamente.
Porque ellos nunca han respetado a esas víctimas.Y Bildu dice que sí. Que lo hace con todas -es posible que no lo haga con ninguna- pero no tiene ningún problema en aceptar lo que nosotros nos negamos a aceptar. Que nosotros también hemos matado, hemos consentido que se matara y hemos apoyado a los que mataban.
Y eso no hay borroka que lo soporte. Ni siquiera fingiendo hacer una entrevista.
Agotados todos sus cócteles molotov - o casi todos, que luego tira de datos de los ciudadanos y demás miedos creados y acrecentados desde la llegada de Bildu a las instituciones- el periodista recuerda que lo es y comienza a ser su entrevista. Es interesante

jueves, junio 23, 2011

El tripode del miedo se escuda en los escoltas

Hay situaciones en las que resulta dificil tragar la democracia. Cuando la justicia está en contra de nuestro beneficio, cuando la realidad y la lógica nos obligan a pensar en contra nuestra, es cuando tenemos que demostrar que somos demócratas, es cuando más nos cuesta dirigir el principio democrático por excelencia.
Con Bildu cuesta, es algo difícil, que exige esfuerzo. Algo que no nos gusta en ningún ámbito de nuetras existencias occidentales atlánticas. El esfuerzo es algo de lo que huímos como de la peste.
Por eso, los partidos mal llamados nacionales y nunca nombrados como españolistas, sacan los pies del tiesto, se van por los cerros de Úbeda, buscan peligros donde no los hay, invocan fantasmas y practican las más grande deslealtad que se ha visto en este país desde que alguien, de cortas piernas y ralo bigote, inventara la frase "por el bien de España".
Han establecido un trípode perfecto para poder oponerse a ese esfuerzo democrático que les exige la irrupción política de los abertzales en el mapa vasco. Un triángulo de fuego desde el que pretenden disparar a Bildu para que no pueda escapar.
Son tres tiradores, tres frentes, tres ángulos pero un solo arma. El arma que dicen combatir y que se llenan la boca de afirmar que quieren desterrar de Euskadi.
Cinco letras, un concepto, una deslealtad: Miedo.
Empiezan con el momento glorioso de Gonzalez Pons, ese portavoz del PP de barra de bar y camisa veraniega arremangada, mesándose sus ralas canas afirmando algo tan desleal para con el Estado de Derecho como que el Tribunal Constitucional ha permitido a los proetarras acceder a las instituciones, .
Venden a aquellos a los que llamaban garantes de La Constitución cuando aprobaron la Ley de Partidos, cuando ilegalizaron Sortu, cuando defendieron la doctrina Parot, que mandaba al carajo uno de los principales derechos procesales de este país. Les venden y dicen que los tribunales no son necesarios.
Como la policia y la Guardia Civil dicen que Bildu es continuación de ETA, los tribunales tienen que hacerles caso; como el Fiscal dice lo mismo, los tribunales tienen que hacerle caso.
Puede que no lo parezca, puede que suene plausible, pero eso es lo más infame y mezquino que puede mantener alguien que se llame demócrata. Es una falacia circular que nos lleva a cambiar la democracia y la división de poderes por un estado policial en el que no existe necesidad de jucio ni de sentencia. Un país en el que las fuerzas del orden dejan de ser investigadores para ser verdugos. Vamos, lo que siempre ha añorado el Partido Popular.
Pero además es un acto de una hipocresía infinita porque ni ellos mismos se creen ese argumento.
Puesto que, si la opinión de la policía, la fiscalía y la Guardia Civil son incuestionables en todo y los jueces no pueden contradecirla so pena de transfromarse en pérfidos cómplices del crimen y el delito, entonces el PP -y perdonen la expresión- está jodido.
Porque la policía, la fiscalía y la Guiardia Civil han dicho que Frasncisco Camps es culpable de corrupción, a la cárcel. Han afirmado que Esperanza Aguirre es culpable de las escuchas ilegales, de las concesiones irregulares, a la cárcel. Porque los investigadores policiales y la ficalía anticorrupción han considerado culpables a través de sus investigaciones a políticos populares en Murcia, en Valencia, en Galicia, en Baleares y en un sinfín de ayuntamientos.
Y con ellos se encontrarían sus queridos socios en esto del españolismo tanto en Andalucía como en Extremadura, en Asturias y en todos los muncipios en los que el Partido Socialista también ha sido investigado y procesado con informes policiales de por medio por esas causas.
Si la prueba de la condición de Bildu la dan las fuerzas del orden y la fiscalía, la prueba de la corrupción de los grandes partidos -y de todos los demás- también la dan las mismas investigaciones y las mismas fuentes. Pero eso no parece ir con ellos.
Los adalides de la sociedad sin miedo vuelven a ser desleales con ella, vuelven a sembrar ese miedo, ese terror que dicen combatir. Porque lo que importa es el miedo. Nada es más fuerte que el miedo.
Y tras años sin atentados, tras muchos meses sin tiros en la nuca, sin disparos a bocajarro, tienen que alimentarlo, que hacerlo crecer, que reinventarlo.
Así que tiran de la insinuación de que todo ese dinero público que manejan los consistorios abertzales irá a parar al rearme de ETA, a la contratación de mercenarios en Libia, quizás -que ahora el mercado de las pistolas de alquiler está en auge- o de cualquier otra cosa que se les ocurra.
Y la segunda pata de este trípode de terrores nocturnos la incorporan los medios nacionales de uno u otro signo -que en esto eso da igual-. Cargan las tintas y los audios con los millones de los que dispondrá Bildu para hacer lo que quiera con ellos. Dos mil millones que podrán usar para lo que se les antoje.
Como si los presupuestos no fueran públicos, como si no pudieran controlarse.
A lo mejor es que están acostumbrados a que no sea así en los cientos de corporaciones locales y los gobiernos autónomicos que rigen otros partidos. Podemos tener todas las creencias que queramos sobre el uso que Bildu dará a los dineros públicos. No pasaran de ser un acto de adivinación, de paranoía, de fe, enfermiza y negativa, pero fe, al fin y al cabo.
Pero tenemos una absoluta certeza de los que alcaldes y presidentes autónomicos han hecho con los dineros públicos tanto en las filas del progresismo de moda como del conservadurismo de siempre.
Los malos usos que temen en Bildu como entelequia son una realidad en sus filas. Pero ellos no dan miedo, no pueden darlo. Bildu sí. Necesitan que Bildu de miedo.
Es el único arma que les queda contra la voluntad mayoritaria de los vascos. El eterno miedo del español que no entiende ni quiere entender, que no sabe ni quiere saber, lo que pasa en Euskadi.
Y por fin nos llega la tercera pata de banco de ese miedo funesto en el que basan su estrategia para enfrentarse a lo que los habitantes de Euskadi han decidido para una provincia, una capital y un centenar de municipios. Son los escoltas.
Hay que crirticar las políticas de Bildu, todas y cada una de ellas, en cada ayuntamiento, en cada junta, en donde sea.
Y la verdad es que la alcaldesa de Andoain se lo ha puesto a huevo. La señora alcaldesa, en virtud de sus atribuciones, va y decide que los escoltas de un concejal del PP supuestamente amenazado por ETA -y digo supuestamente porque yo nunca he visto la amenaza,aunque me la creo- se tienen que quedar en la puerta del consistorio esperando a su protegido.
Y claro eso demuestra todo lo que hay que demostrar. Todo lo que niega el Tribunal Constitucional, todo lo que los sufragios de los vascos niegan o ignoran.
Eso demuestra que el PP y el españolismo que vincula independentismo y ETA tienen razón.
No existe ningun motivo para quitarle la escolta a un concejal del PP y a otra del PSE -que, automaticamente se convierten en luchadores por la democracia, en virtud de un ensalmo arcano- más que facilitarle a ETA la ocasión propicia para matarles.
Es una deducción digna del Superagente 86. Es un recurso a la paranoia y el terror digno de Wes Craven.
Ana Carrere, que así se llama la alcaldesa, tiene todo el derecho a hacerlo, tiene la potestad para hacerlo y puede hacerlo.
Por eso, de repente, el Gobierno olvida que nos estamos yendo a pique, que tiene a la gente revolucionada y parada, que la Europa de los mercados y los dineros se desmorona y se pone a hacer con urgencia una ley que permita a los escoltas entrar en los consistorios.
Una ley que siga recordando el miedo permanente a todos, que recuerde que ETA existió aunque lleve dos años sin matar. Una ley que impide que los vascos -los de Andoain, en este caso- perciban que en su tierra las cosas son normales, que el miedo se ha acabado, que el independentismo no tiene nada que ver con la sangre derramada por ETA.
Carrere quizás no lo buscara, pero ha tomado la primera decisión que normaliza Euskadi en décadas.
Porque lo normal es que la Policía Municipal sea capaz de proteger a los ediles en el interior del Ayuntamiento. Eso ocurre en toda España; porque lo normal es que la actividad política no se venda ni se perciba como un riesgo vital. Eso ocurre en toda España.
Porque lo normal es que nadie -ni siquiera ETA, que nunca lo ha hecho- entre en un consistorio para descerrajar dos tiros a un concejal. Eso nunca ha ocurrido en toda España.
Y mucho debe creer doña Ana -que se ha ganado el doña- en esa normalidad cuando se pone ella misma de escudo y gararte para la normalización.
Porque, si algo ocurre, irá a la cárcel y lo sabe. Porque, si ETA mata, ella pagará por esa sangre y lo sabe.
Así que resulta que no hay que decir y que votar que se está en contra de ETA. Solamente hay que demostrar que se cree o que se sabe que la banda, que otrora fuera independentista y ahora-si es que existe aún- es otra cosa radical y criminalmente distinta, ya no forma parte de la cotidaneidad vasca.
Esa debería ser la mayor condena al terrorismo, aunque le evite a muchos el recurso a su eterno aliado del terror y la paranoia para cosechar sufragios y evitar el camino ideológico que sigue una buena parte de los vascos.
Si el PSOE y el PP no quieren una Euskadi sin terror ese es sólo su problema. Ya no es el problema de los vascos.

viernes, junio 17, 2011

Bildu y la democracia a este lado de Treviño

Tras muchos trabajos y algunas tristezas vuelvo a estas endemoniadas lineas. Y me encuentro la cosa más o menos tal y como la deje.
El mundo sigue ardiendo y nosotros, los inefables habitantes de ese Occidente Incólume, seguimos ejecutando nuestra arrítmica danza para evitar que esas llamas no laman siquiera las plantas de los pies. Una actitud que, por reiterada e inútil, no deja de ser tristemente cómica.
Y una de esas cosas que sigue igual es Bildu. Bildu y la absoluta inoperancia del gen democrático en los partidos que se hacen llamar demócratas y no lo son , que se hacer llamar constitucionalistas y no lo son, que se hacen llamar muchas cosas y solamente son españolistas radicales con ansía de poder.
Bildu ha ganado las elecciones en un centenar de municipios vascos, pero nadie habla de eso. Hablan alrededor de eso, opinan cerca de ello pero, en realidad, nadie habla de eso. Nadie quiere hacerlo. El soberanismo vasco duplica -casi triplica- en votos al españolismo en las tierras de Euskadi, pero nadie habla de eso. Nadie quiere hablar de eso porque no tendrían nada que decir.
Durante muchos años han hablado constantemente para silenciar las voces de los vascos, de los que deberían haber hablado hace tiempo. Se han escondido detrás de una banda de asesinos, los han engrandecido, los han puesto de excusa para todo, para no escuchar, para no oír, para no dejar hablar, entre sus discursos y sus arengas, a los que verdaderamente querían hablar.
Y ahora, cuando el Tribunal Constitucional y unas elecciones les han permitido hablar, los vascos han dicho lo que tenían que decir y han seguido con lo suyo. Ellos son así. Casi han hecho desaparecer del mapa político al españolismo y han seguido con sus cosas, con el Athletic, con La Real y con el Bizkaia Bilbao Basket.
Por eso no se analizan los resultados electorales en Euskadi. Los vascos no han dejado lugar ninguno a la duda ni al análisis. ¡Coño, que son del mismo centro!
Rubalcaba y su partido tiran de mesura - que para algo será candidato- y afirman que "quizás había que haber hecho las cosas de otra manera para evitar que Bildu tuviera tanta presencia y poder institucional".
Es cierto. Había muchas maneras de evitar que un tercio de los votantes vascos que han ejercido su derecho al voto -casi el cuarenta por ciento del censo no lo ha hecho- hayan decidido que su opción política era la que representa Bildu.
Se podía haber enviado policías para impedir que votaran, se podía haber hecho el voto a mano alzada y multar o incluso detener a los que estuvieran dispuestos a votar a la formación abertzale. Incluso, siendo más ladino y original, se podrían haber incluido Burgos y Cantabria dentro de la circunscripción electoral vasca para que los sufragios emitidos en favor de Bildu tuvieran menos peso en el reparto de ediles.
Rubalcaba tiene razón -rara es la vez que no la tiene-. Hay múltiples maneras de evitar que el pueblo de Euskadi pueda demostrar en las urnas que los abertzales son una de sus principales opciones políticas.
Hay multitud de formas de impedir que un pueblo exprese su voluntad política. Qué se lo digan a Gadaffi, a los Ayatolahs, a Chávez, a los Castro, a Pinochet, a Mubarak, a Putin, a Netanyahu, a Franco... Qué se lo pregunten al tío Adolfo. La lista de maneras para evitar que un pueblo vote lo que quiere votar es prácticamente infinita.
Porque eso y sólo eso es lo que ha pasado.
Podemos disfrazarlo de lo que queramos; podemos cometer el viciado error occidental atlántico de cambiar la realidad de los hechos por la percepción que nosotros tenemos de los mismos; podemos realizar todos los trucos retóricos que se nos ocurran para ocultar ese hecho sustancial; podemos tirar de magia y juegos de manos para deslumbrar a los que nos miran desde sus pantallas televisivas o nos leen -los menos- en las páginas de sus rotativos.
Pero al cabo del día, ni toda la retorica ni toda la magia del mundo, podrán apartar nuestros ojos y nuestra mente del hecho de que Bildu está en las instituciones Euskadi y de que lo está porque los vascos la votaron. Dejenmé que lo repita, dejenmé que me revuelque en la realidad. Bildu está en las instituciones de Euskadi porque los vascos la votaron. Como diría el bueno de Kevin Bacon: estos son los hecho del caso y son irrefutables.
Bildu tendrá la Junta de Guipuzcoa porque los guipuzcoanos lo han querido. No porque el Tribunal Constitucional lo haya dictaminado.
La coalición abertzale gobernará en un centenar de municipios no porque la Guardia Civil haya encontrado o no pruebas de su vinculación con ETA, sino porque los habitantes de esas tierras así lo han querido.
El alcalde de Donosti es de Bildu no porque la fiscalía no haya podido refutar el contraindicio judicial, sino porque los donostiarras lo han votado.
Y, pese a lo que la mesura de Rubalcaba diga o a lo que la airada protesta de los populares exija, cualquier cosa que hubiera impedido a los vascos elegir esa opción hubiera sido antidemocrática. Como llevaba siéndolo durante todos los años en los que con medidas artificiales se ha mantenido a la izquierda abertzale fuera del panorama político.
Ser demócrata no supone serlo cuando es fácil y cuando todos se mueven dentro de los límites que nosotros consideramos aceptables. Significa dejar que los demás elijan lo que quieran y exigir que asuman la responsabilidad de esa elección. Y eso es lo que ha ocurrido en estas elecciones en Euskadi.
No se trata de ser independentista o españolista -¡cojones, ni siquiera se trata de ser vasco!- se trata de saber que todos tienen derecho a elegir el gobierno y el estado que desean. Después de lustros sin poder hacerlo, eso es lo que han hecho los vascos.
Claro que para entenderlo hay que ser verdaderamente demócrata.
Así que, pese a todo lo ocurrido, las cosas siguen más o menos igual a este lado del Condado de Treviño. Mucha democracia y pocos demócratas. Y luego está el PP.

miércoles, mayo 11, 2011

La antidemocracia de la pancarta manuscrita

Si sabía yo que esto del sainete electoral de Bildu no iba a acabar. Por más que ignorara el hecho de que los medios de comunicación que tremolan banderas de España en sus portadas y constituciones en sus editoriales trataran de repente a los magistrados del tribunal Constitucional como una banda de delincuentes -Los seis del TC, los llaman-, esto no iba a acabar.
Por más que mis idas y venidas personales y profesionales me forzaran a obviar en estas endemoniadas líneas el ataque de fascismo que le ha entrado de nuevo al PP y a sus medios afines, defendiendo el maquiavelismo y la manipulación de la División de Poderes para obtener sus fines y sus réditos, esto no iba a parar. 
Por más que hiciera oídos sordos a los magnates del totalitarismo que, desde su condición de ex presidentes, han pasado de pedir bombardeos en Líbano a exigir al Gobierno que incumpla La Constitución y a acusarle de no ser lo suficientemente dictatorial como para lograr que los tribunales hicieran lo que los aznares, rajoys -¿o será rajoyes?- y mayores oreja quieren, desean e intentan imponer, esto no iba a terminar.
Un sainete se agota en un acto, es algo simpático, insustancial, pintoresco, surrealista y carpetobetónico, pero muere en su propio ridículo. Pero cuando pasa a ser un melodrama, necesita de incontables capítulos para agotarse porque el argumento se enreda en sí mismo y no sabe morir, no sabe terminar.
Y la postura españolista -ya no insultaré nunca más a  La Constitución llamando constitucionalista a ese bloque- se ha convertido en un melodrama. No un melodrama para Bildu, sino un melodrama para Euskadi y para España.
Ese segundo acto del españolismo a ultranza, de la antidemocracia militante lo han vuelto a protagonizar los medios de bandera bicolor y los fiscales que ya no lo son del Estado y sí lo son del gobierno -del que toque, claro está- para seguir con su guerra particular por los restos de los votos abertzales en Euskadi.
Un individuo condenado a 25 años de cárcel por pertenecer a ETA sale de la cárcel coge una pancarta de manos de sus familiares y pide el voto para Bildu. Y el melodrama se recrudece, se encrespa.
Las plumas del españolismo se lanzan a la palestra tremolando la foto y argumentando que eso desmiente la sentencia del TC, que eso demuestra que Bildu y ETA son lo mismo, que los etarras tienen y tenían Bildu en sus pensamientos.
Y el Fiscal del Estado vuelve a estudiar acciones legales contra Ander Errandonea y contra Bildu -siempre contra Bildu- por tan plausible motivo. 
Y los periódicos que no han aceptado la sentencia del Tribunal Constitucional -como no aceptaron la sentencia del 11M, como no aceptaron las sentencias de Estrasburgo sobre la tortura, como aceptan las sentencias de corrupción si son contra el PP- vuelven a defender la dictadura en lugar de la democracia, vuelven a exigir dinamitar el Estado de Derecho.
Es de suponer que si un tipo yankie, negro y buena persona puede hacerlo a ellos les dejarán jugar al mismo juego.
Y como en todo melodrama, como en toda obra de ficción, mienten y manipulan ignorando la realidad en aras de un guión impactante y aterrador -al fin y al cabo de lo que se trata es de sembrar terror para que la gente vote lo que ellos quieren que vote-. 
Como en todo melodrama la ficción de lo que se quiere contar supera a la realidad de lo que debería ser contado.
Para empezar ignoran que Ander Errandonea no es un etarra. Errandonea ha cumplido su condena por sus crímenes y por su pertenencia a ETA, ergo,y por definición, no es un etarra. Porque nuestra legislación dice que una vez que has cumplido tu condena se restablecen tus derechos civiles suspendidos y desaparece tu condición de delincuente. Puede que moleste pero es así. Y los constitucionalistas y los demócratas defendemos ese principio.
Así que puede que ayer, cuando durmió por última vez en una celda de Herrera de La Mancha, Errandonea fuera un etarra, puede que mañana, si se le detiene en una reunión de etarras, si comete un atentado o si pinta en una pared el logo de ETA, vuelva a ser un etarra, pero hoy Errandonea no es un etarra. En todo caso es un ex etarra.
Pero claro eso el españolismo radical no lo puede saber, no asume el concepto. Aznar lleva siete años siendo ex presidente, no se presenta a elección ninguna y siguen llamándole presidente.
Lo siguiente que ignoran es que esa fotografía en la que tanto se centran, no les da la razón. Se la da a ETA, se la da a Bildu o se la da a los dos.  Pero a ellos no se la da.
Desde luego no es que una banda de asesinos pueda tener razón en muchas cosas; no es que una pandilla de sicarios preocupados por su supervivencia y su poder y no por el futuro de un pueblo puedan estar en la verdad en muchos aspectos. Pero Errandonea y su arranque pancartístico les da la razón.
Porque ETA ha dicho que no quiere las armas y un ex etarra se pone en contra de la banda y pide el voto -algo a lo que tiene derecho, por otra parte, igual que cualquier español en un bar o que cualquier vasco en un batxoki- para aquellos que explícitamente han condenado y se han apartado de la violencia, pide el voto para organizaciones como Eusko Alkartasuna que han condenado los atentados de ETA cada vez que se han producido.
Un ex etarra pide el voto para alguien que está en contra de ETA. Eso solamente puede significar dos cosas: o que Errandonea sigue comulgando con ETA y está está efectivamente en contra de la violencia y por eso no le importa que se vote a Bildu o que Ander ya no comulga con los asesinos y que entonces Bildu, que nada tiene que ver con ETA, es la única alternativa abertzale que le queda.
En cualquier caso, nunca puede demostrar que Bildu es el brazo político de ETA porque si así fuera no habrían repudiado la violencia -y como formaciones independientes lo han hecho siempre. Como coalición no, pero claro, es que no habido atentados que repudiar desde que son coalición- y entonces sí sería normal que un etarra que aún lo fuera pidiera el voto para ellos.
Pero en lugar de explicar eso, es más sencillo apelar a la viscera para desgastar al Tribunal Constitucional -¡hermosa estrategia democrática, por cierto!- y fingir que una fotografia de un ex etarra apoyando a un partido democratico, que está en contra de la acción armada, de la violencia y de los actos terroristas, es algo negativo, algo que tiene que darnos miedo y que demuestra que ese partido es proetarra. 
Es una falacia, ellos lo saben y en el fondo nosotros también lo sabemos. Pero preferimos, por si acaso, hacer caso a nuestro miedo.
Es mucho más simple colocar una imagen de una pancarta en la que se leen las palabras Bildu y eta en la misma frase y dejar que la Teoría del Impacto Subliminal  y la absoluta ignorancia del euskera haga su trabajo sin explicar que en esa lengua eta significa "y". 
Saben que, por muy asesino que se sea, nadie es tan idiota,  tal y como está el patio, para hacer una pancarta en la que se diga que Bildu y ETA son lo mismo. Es una manipulación, ellos lo saben y nosotros tendríamos que saberlo. Pero nos viene mejor, por si las moscas, refugiarnos en nuestra viscera y nuestra incultura.
Y sobre todo saben que el hecho de que un individuo apoye a una organización no implica que esa organización le apoye a él y a la organización a la que otrora perteneció ese individuo. Saben que ese es un silogismo falso, que es una aplicación de la propiedad transitiva que dasafía toda lógica matemática, social, histórica y judicial, pero no les importa. Si se puede atacar los ciemientos de la democracia y del Estado de derecho para lograr votos en Euskadi y en España a traves del miedo, no se van a detener por unas nímias disquisiciones filosóficas o matemáticas.
Así que el Fiscal investiga, los medios populares manipulan y el Partido Popular miente directamente, sin importales que el melodrama que han orquestado esté dejando a Euskadi sin esperanzas de solución y España sin capacidad de conciliación. No importa que se imponga el odio, el miedo y la venganza. Eso da votos. Y eso es lo que cuenta. Es lo único que cuenta.
Me gustaría saber que hubiera ocurrido si Ander Errandonea y  su familia hubieran alzado el puño, cantado el himno al soldado vasco y gritado lemas combativos mientras exhibian una pancarta en la que pudiera leerse "PSOE, independentzia eta sozialismoa" o "PP, dependentzia eta popularitzoa" -es un suponer, claro, no sé como se dice populismo en euskera-.
¿Se hubiera considerado una demostración de que ETA estaba detrás de las propuestas electorales del PP y del PSOE por más que ellos abominaran de ella y se mostraran en contra de la violencia?, ¿hubiera iniciado la Fiscalía del Estado investigaciones y diligencias contra Errandonea y las dos formaciones en busca de su ilegalización y que no se les permitiera concurrir a las elecciones municipales y autonómicas?
Parecería ridículo, parecería un sainete surrealista, parecería lo que realmente es.
Y a lo peor, en ese caso la Fiscalía del Estado sí encontraría argumentos. Porque, hoy por hoy, los únicos partidos que utilizan en Euskadi y España el terror para sus fines son esos dos. Aunque sus fines sean lograr votos y su nacionalismo sea español.

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