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sábado, noviembre 03, 2018

Cuando Torrá se olvida de que la democracia se basa en Montesquieu

No sé en cuantas ocasiones el españolismo radical -que es practicamente todo- ha tirado de lo de antidemocrátas para atacar a los independentistas catalanes. Que si eran antidemocrátas por convocar un referendum solo porque tenían posibilidades de ganarlo, que si eran antidemocrátas porque si lo ganaban proclarian la independencia sin pensar en el 49% que no la quería (como si eso no fuera la esencia de la democracia); que si eran antidocrátas por ir contra la Constittución Española (como si toda independencia de todo país no hubiera estado en contra de las normas del país del que se independizaba)... 
En ninguno de los casos una mínima reflexión sobre política e historia permitía mantener el argumento. Pero todo lo que no ha conseguido el furibundo españolismo de bandera hasta en la sopa está a punto de conseguirlo el President Torrá con sus exabruptos extemporáneos y su nueva reclamación sobre los Presupuestos Generales del Estado, vinculando el apoyo a los mismos a las acusaciones contra Junqueras por parte de la Fiscalía del Estado.
¿En serio está poniendo en la balanza los Presupuestos y la acusación de Rebeldía contra Junqueras y demás?, ¿en qué estado democrático una decisión judicial está al mismo nivel que una acción de gobierno?
Mezclar ambos términos es decir que el Gobierno debe influir en la judicatura del Tribunal Supremo para que cambie su instrucción del caso y en el Fiscal General del Estado para que modifique sus acusaciones. Es pasarse la división de poderes, que es el meollo central del gobierno democrático, por el arco de Bará.
Es pura y sencillamente una solicitud antidemocrática.
Si la acusación de rebeldía es falsa que lo demuestren en los tribunales, si los presupuestos no les gustan pporque no le dan suficiente dinero a Catalunya o por cualquier otro motivo que no los aprueben. Pero meter las dos situaciones en el mismo saco no es otra cosa que hacer una declaración de intenciones sobre como Torrá y quienes le jalean entienden el Estado. Ya sea el catalán o el español.
Un Estado en el que el poder político manipula el judicial, un Estado en el que las acusaciones se ponen y se quitan en virtud de acuerdos porlíticos que nada tienen que ver con la culpabilidad o inocencia de los reos. Un Estado en el que el ejercicio del poder es un totum revolutum en el que todo vale y todo está en manos de los mismos.
El Gobierno de Moncloa puede cambiar las acusaciones de la Abogacía del Estado porque esa institución está legalmente bajo su mando y es Moncloa quién decide lo que hace y deja de hacer. Pero ni la Fiscalía General del Estado ni el Tribunal Supremo lo están, así que pedirle que las presione o las modifique para dar el apoyo a los Presupuestos es una petición marcadamente antidemocrática.
Y no vale decir que el anterior gobierno del PP sí lo ha hecho. No vale decir que ellos sí manejaban a jueces y fiscales y que por tanto el actual gobierno puede hacer lo mismo para deshacer el desaguisado que los antiguos inquilinos genoveses de Moncloa han liado.
¡Pues claro que puede hacerlo, pero no debe!
Esa es la diferencia entre ser democráta y no serlo. Que no renuncias a la democracia por muy bien que te venga hacerlo en algunas ocasiones.
En España o en Catalunya. Da igual.

viernes, marzo 02, 2018

De empeñarse en morir a Danzad, danzad, Malditos (crítica cinéfila del Procés)

Hay una frase muy típica de las pelis estadounidenses.
Ese momento en el que quien ejerce la función de heroe en la historia duda entre hacer o no hacer algo y su colega -generalmente el negro que termina muriendo un puñado de fotogramas después- le dice aquello de "en la vida, en realidad, solo hay una elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir".
Pues esa es la elección que afrontan la justa reclamación de un proceso que decida sobre la independencia de Catalunya . Y esa es la decisión que, aunque no lo crean los nacionalistas españoles, afronta la democracia y el Estado de Derecho española a través de su legítimo gobierno.
Los independentistas, que han logrado de nuevo el refrendo de la mitad de la población catalana en las urnas -aunque repartidos de otro modo- tienen que mantener viva esa reclamación, esa necesidad de clarificar de una vez por todas si Catalunya quiere ser independiente o no.
El paso a un lado de Puigdemont es, para mi, el primer paso que se da en ese sentido. Un paso casi de sardana, de esos que retiran el pie un poco hacia atrás antes de completarlo totalmente.
¿Por qué? Porque la propuesta de Jordi Sánchez como su sustituto, encarcelado y pendiente del proceso judicial absurdo iniciado por orden del Gobierno español contra el antiguo Govern y el independtismo en general, no es el heroe de la peli cargando sus armas, afilando sus cuchillos y haciendo flexiones para ponerse en forma y derrotar a sus enemigos. No es ese "empeñarse en morir". Es más bien un paso de danza que deja la posibilidad de "empeñarse en vivir" a su antagonista, al coprotagonista de esta peli, que se ha querido vender como de buenos y de malos, y que en realidad es una historia de bandas rivales: el Gobierno español.
Porque ahora es el Gobierno español el que debe demostrar que él también está "empeñado en vivir". No en vivir eternamente en el poder, no en vivir en su ideología nacional españolista por siempre y para siempre. Empeñado en que la democracia española persista, en que todos, catalanes o no, nos podamos creer que vivimos en un país en el que tenemos derecho -aunque sea poco- a decidir nuestro destino.
Le toca de deshacerse de todas las memeces -sí, memeces- de que la democracia se defiende a golpe de decreto, de proceso por rebelión, de intervención a través del manido y manipulado artículo 155 de la Constitución. 

Le toca adelantar el pie en esa sardana hacia Jordi Sánchez, si sale elegido, y demostrar que sabe que la democracia se basa en lo que siempre se basó: el derecho de los que deben decidir algo a decidirlo.
Le toca decidir entre empeñarse en la muerte de seguir escuchando los cantos de sirena de los nacionalistas españoles de bandera en el balcón y argumentos absurdos, que van desde el falso imperio histórico hasta la pretensión de que toda España participe en ese referendum, o empeñarse en la vida que a esta nación -y a la que eventualmente podría surgir de una independencia catalana- la daría saber que aquí las cosas se solucionan hablando, dialogando, acordando, escuchando y dejando que la gente decida lo que quiere hacer con su futuro.
Y eso solo puede hacerse con un referendum al que no se niegue el gobierno español por mucho que tema perderlo, por mucho que le abuchee el nacionalismo español que no tiene arte ni parte en este asunto, salvo aquellos que vivan en Catalunya y quieran expresarlo con su voto en esa consulta sobre la indepependencia catalana.
Hace un puñado de meses ambos, enfrentados al paso diez del camino del heroe -así lo llama el profesor de guión cinematográfico de mi hija-, se empeñaron en morir. 
Morir en la vía unilateral, morir en una declaración virtual de independencia imposible, morir en el penoso, vacuo y esperpéntico intento, digno de Valle Inclan, de impedir una votación requisando papeletas y urnas, morir en la puesta escena mas absuda de una represión policial encerrada con raciones de emergencia en un barco bajo bandera de Piolín, morir en procesar por rebeldía a alguien que quería marcharse y no acceder al poder en España.
Ahora, la magia de las urnas ha obrado el milagro, y les devuelve a la vida, les lleva unos cuantos miles de fotogramas atrás en esta película, digna del teatro del absurdo de Ionesco o Pirandello, dándoles la oportunidad de transformarla en una historia que no sea una película de bandas de gansters enfrentadas y pueda convertirse en otra cosa.
"En la vida, en realidad, solo hay una elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir". A ver si esta vez se empeñan en vivir y comprenden que vivir es danzar con quien se tiene enfrente.
Así que eso nos arrastra a esa otra orden cinematográfica famosa: "Danzad, danzad, Malditos". A ver si vuestra danza le devuelve la vida a España y Catalunya. Juntas o separdas, que da igual. 
Que lo único que importa es que sigan vivas las dos tras vuestra danza.

sábado, octubre 28, 2017

No aprender a salir de la Caverna

Catalunya se ha declarado independiente y de nada servirá.
Y es eso y no ninguna otra cosa, ningún otro matiz, lo que hoy hace que las linea que escribo destilen un solo sentimiento:decepción.
Y no lo siento por los gobiernos, políticos y líderes de uno y otro lado, de gobiernos y oposiciones. Nada de ellos esperaba. No te pueden decepcionar quienes ya lo han hecho tanto que no generan la expectativa más pequeña.
No lo siento porque Catalunya sea o no independiente. Eso siempre dio igual. Al menos para mi, que me perdonen los unos y los otros.
Siento decepción por miles, por millones de personas que habitan junto en mí en la tierra en la que vivo y de la que no me siento ni quiero sentirme propietario.
Porque, una vez más, como otras tantas, siento que aún no hemos aprendido a ser demócratas. Que no sabemos pensar en contra nuestra.
Que preferimos refugiarnos en la ley cuando nos favorece que darnos cuenta que esa ley, aunque nos venga bien, puede ser injusta y restrictiva para otros; que millones de nosotros hemos anclado la razón a una sola palabra, escrita en un prefacio de un Corpus legal, que para otras cosas se ha cambiado a capricho, y la hemos arrojado al mar a que se hunda en lugar de pararnos a pensar si para otros era justo que esa palabra les impidiera decidir su futuro.
Decepción porque, pese a la historia, la educación y las frases dichas y repetidas con la boca pequeña de unos y de otros, seguimos aquejados del mismo mal de siempre que nos impregna todo y no nos deja liberarnos a nosotros por dentro ni dejar a los otros ser libres desde fuera.
El mismo mal que hace que un hombre mate a la mujer que le abandona porque ya no le quiere o a la mujer que es abandonada buscar destruir a aquel que ha dejado de amarla;  el mismo vicio aciago y repetido que nos hace exigir a nuestros hijos que sigan la senda que nuestra expectativa trazó para ellos sin su consentimiento, odiar al extranjero, despreciar lo que no conocemos, ignorar el dolor de aquellos que mueren y sufren lejos por culpa de cómo vivimos y elegimos vivir. La misma lacra dolorosa que nos llevó a la Inquisición, la purga afrancesada, las checas o los campos de reeducación en aciagos pasados.
No sabemos mantener el amor por la libertad si esta no es la nuestra o se opone a aquello que pensamos y sentimos, no sabemos amar y defender la democracia si actúa en contra nuestra. 
No sabemos amar, lo que sea y a quien sea, si no nos sentimos dueños y propietarios de ello por completo.
Decepción porque millones de nosotros desperdiciaron una oportunidad para la grandeza, la auténtica grandeza, que hubiera sido defender el derecho de otros a elegir aunque fuera algo que a nosotros nunca nos hubiera gustado que eligieran.
Porque seguimos poniendo ese vago concepto de ser grandes no en lo que hacemos, no en la actitud de respeto y apoyo a la libertad de los otros, sino en pasados rancios llenos de sangre, muerte, barbaríe y crueldad que hoy queremos mostrar como gloriosos.
Porque en lugar de ser gandes y decir "es arcaico, ilógico y hasta perjudicial para ti, pero es tu decisión, tomalá en libertad con mi apoyo y consejo", hemos preferido repetir como un mantra salvador una unidad tan falsa como inútil, el nombre de un país y tremolar dos colores en una configuración concreta de bandas horizontales. ¡Cómo si eso sirviera de explicación a algo, de sustitutivo de la libertad o de referente de la democracia!
Decepción sí. Y no hace falta que nadie me juegue al "ellos más", al "ellos empezaron" o a cualquier otro argumento. No pretendo convencer a nadie de que esto sea cierto o lo que deba sentir a este respecto, pero es eso y solo eso lo que siento.
Decepción porque siento que todo lo que se ha hecho y apoyado por esos miles o millones de españoles no se ha hecho ni apoyado en defensa de la Constitución, la democracia o la libertad, sino por el único motivo de que no se quería una Catalunya independiente, de que no se quería perder la votación, de que no se había madurado lo suficiente como estado moderno para poder respetar la democracia.
Decepción porque hoy, que Catalunya se declara independiente, no estoy más cerca de saber si los catalanes quieren ser independientes que cuando se declaraba parte de España.
Y eso solo ocurre porque quien tenía que hacerlo, quien tenía que garantizar la libertad de los catalanes a elegir democraticamente su destino, no lo ha hecho por miedo a que ese destino no fuera el que ellos querían. 
Y, sobre todo, porque muchos de los que teniamos la obligación de exigirselo prefierieron colocar una bandera en su balcón que luchar por el derecho de otros a decidir libremente su futuro.
Puede que eso sea legal, pero no debería serlo.
Puede que no sea inconsticuional, pero sí debería serlo.
Pese a todo, pese a todos, o quizás por todo y por culpa de todos,seguimos mirando a través de la realidad virtual que crean nuestros deseos y preferencias sin pensar en los demás. Seguimos como siempre. 
Hemos desperdiciado otra oportunidad para salir de la caverna.

miércoles, julio 12, 2017

Mayor Oreja y el sueño persistente del PP de ver los tanques en la calle

Lo bueno de tener irredimibles en tus filas es que no se bajan del burro. Ocurra lo ocurra, ellos siguen en sus trece y se convierten en un faro que siempre apunta al mismo sitio, a la esencia de aquello que ellos consideran lo esencial de la ideología. Lo malo es que te destrozan con una frase las más complejas y pensadas estrategias de manipulación social.
Dos semanas intentando vender esto del homenaje a Miguel Ángel Blanco como algo que refuerza la idea de juntos podemos conseguir cualquier cosa, enviando voceros a todas las tertulías para hablar de "puntos de inflexión social", de "decir basta al miedo" y de todo lo que se podía ocurrir para buscar una unidad social inexistente en torno a la figura de esta víctima de ETA y de pronto se le enciende la luz al irreductible, el obseso del control y la fuerza y te la echa por tierra con una sola frase.
"ETA sigue viva en Catalunya a través del procés soberanista de ruptura de España"
Y el gabinete de Comunicación del PP tirándose de los pelos en Génova 13, y los sueldos de todos los estrategas tirados a la basura. No porque no estén de acuerdo, no porque vaya en contra del mensaje que quieren difundir, sino porque toda una vagamente sutil y arteramente pergeñada estrategia de manipulación política y social ha sido puesta al descubierto.
Mayor Oreja, ¡cómo no! Allá donde se invoca la sombra de ETA siempre está Mayor Oreja.
Desde su retiro dorado o su celda acolchada en Bruselas -que nunca se tiene muy claro que papel cumplen en según que partido los destierros europeos- el adalid de la respuesta acorazada en las calles de Donosti a la Kale Borroka, desvela lo que algunos habían inferido, muchos sospechábamos y la inmensa mayoría probablemente no tenía ni idea.
Que todo esto de Miguel Angel Blanco y su homenaje es solo uno de los elementos de algo que nada tiene que ver ETA, ni con el terrorismo en Euskadi, ni con la memoria del asesinado Miguel Ángel Blanco.
Que todo va, como siempre en el último lustro de la política española, de la independencia de Catalunya.
Y ya no hay pancarta, ni memoria, ni ovación en el Congreso que pueda ocultar que el desmedido interés por la conmemoración de Miguel Ángel Blanco va también de eso.
Porque si el procés es ETA hay que reaccionar contra el Procés como contra ETA. Y si la forma de actuar contra ETA es la que se reivindica falsamente a través del homenaje a Miguel Ángel Blanco, eso supone que habrá que enviar a los cachorros a atacar las sedes de todo partido soberanista, independentista o nacionalista en Catalunya, que habrá que internar forzar que las fuerzas del orden, ya sean autonómicas o nacionales, les traten como criminales, que hay que intentar ilegalizar esa forma de pensamiento y decretar un delito ser independentista como se hizo con la infausta Ley de Partidos en Euskadi.
Vamos que hay que equiparar independentista con terrorista. Lo que siempre quiso y buscó el Partido Popular antes y después de Miguel Ángel Blanco.
Da igual que no haya violencia, es indiferente que el único conato terrorista del independentismo catalán, Terra Lliure, lleve décadas muerto y autoenterrado. El independentismo en sí mismo es ETA, es terrorismo.
Si a esto le sumamos a todo el carro de bueyes del sistema bipartidista, desde Aznar a Guerra, pasando por González, clamando por utilizar el artículo 155 de la Constitución para colocar Catalunya en un equivalente a un Estado de Excepción y a Dolores de Cospedal descolgándose también casualmente, como quien no quiere la cosa, con un ""por tierra, mar y aire, las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil se encuentran donde haya que proteger los valores de la democracia y de la Constitución, pero también la integridad y soberanía"de España", parece que no hay duda.
No sé si al final se atreverán pero resulta más que evidente lo que están pensando. 
A lo mejor el irreductible Mayor Oreja ve por fin cumplido su sueño de ver tanques y las tropas en la calle, aunque no sea de Donosti y sí de Barcelona. 
Como ya ocurriera el 23F, en la Semana Trágica o en otros grandes momentos de "defensa de la democracia".
Y a lo peor los verdaderos patriotas nos vemos forzados a ir a una guerra antes de lo que pensábamos y no contra ese enemigo enfundado en negro y falso islam sino contra aquellos que nos fuerzan, como diría el liberal, nada comunista y padre de la patria estadounidense, Edward Abbey, a defender nuestro país en contra del Gobierno.
Aunque sea para defender el derecho de nuestros compatriotas a querer dejar de serlo.
Y entonces Mayor Oreja por fin será feliz.

domingo, junio 18, 2017

Pedro Sánchez, plurinacionalidad o no empezar a caminar por el principio

No voy a ser yo quien critique el concepto de plurinacionalidad.
Pero, como casi todo en la vida menos el odio y el fanatismo, el uso del concepto requiere matices y mas matices, sobre todo si viene del Congreso del PSOE que parece que, por fin y a la segunda, ha decidido hacer lo que tiene que hacer un partido: caso a sus militantes.
Parece ser que la plurinacionalidad y el federalismo -este desempolvado del Congreso de Suresnes, por si alguien lo ha olvidado- son las dos zancadas de gigante que llevaran al PSOE a la izquierda. O al menos que empezaran a hacerlo.
El matiz comienza, como casi siempre últimamente por una pregunta: ¿por qué la defensa de ese concepto llevará al PSOE en un vuelo fugaz y renovador, cual ave fénix renacida, de pronto hacia la izquierda?
Y es que resulta que defender la plurinacionalidad y el federalismo no es un concepto de izquierdas. Puede que a los conservadores patrios les parezca que sí, puede que para ellos el unitarismo sea un rasgo diferencial del liberalismo o del capitalismo o de la democracia cristiana o de como se quieran definir, pero va a resultar que no.
Ángela Merkel cree en el federalismo, no lo ha cuestionado ni una sola vez y es presidenta del país más federal de Europa, y la señora Merkel no es de izquierdas. Los republicanos estadounidenses creen en el federalismo, son incluso defensores acérrimos de los poderes de los gobernadores dentro de sus estados y muy de izquierdas no son; los tories británicos no ponen en tela de juicio la condición plurinacional de Gran Bretaña, la unión de coronas que no de reinos, y lo llevan con cierta flema y elegancia -salvo en el Ulster, todo hay que decirlo- desde hace varias centurias. Y tampoco es que ideológicamente se hayan alimentado a los pechos de Saint Simon o Lenin.
Y si lo vemos al revés, pues tres cuartas de lo mismo: Ninguno de los gigantes que pervirtieron el comunismo y la izquierda ha sido defensor de la plurinacionalidad. China ejerce el comunismo autocrático en los cuatro puntos cardinales de su inmenso territorio -salvo en Hong Kong, vale- y erradicó y sigue erradicando todo movimiento que pretenda el reconocimiento de antiguas nacionalidades históricas dentro de su territorio. Por no hablar de la antigua URSS, que mucho de nombre era una unión de repúblicas, pero cercenaba los impulsos nacionales por la tremenda en toda su esfera de influencia, desde los Balcanes hasta el Báltico.
En fin, que está muy bien lo de defender la plurinacionalidad, pero eso realmente no te hace ni mas de izquierdas, ni más de derechas, ni más de centro. Aunque en nuestro país pueda parecer lo contrario.
Así que el matiz y la reflexión sobre este asunto me lleva a la conclusión de que Pedro Sánchez corre el riesgo de hacer, una vez más, lo que hacen todos los políticos en este país desde hace casi una década. Esconderse tras el debate nacionalista para no enfrentarse al debate social en el que realmente sí tienen que poner su ideología encima de la mesa.
Porque quizás el camino hacia la izquierda no pase por hablar de plurinacionalidad en primer lugar. Quizás tendría que pasar por anunciar que si gobierna evitará la especulación bursátil prohibiendo en la bolsa española las operaciones en corto -que con lo del Banco Popular se lo han puesto como a Felipe II, por cierto- o directamente anunciando que en el mercado de valores no se permitirá comerciar con Opciones y Futuros, o que no se dará condición de operador a los Fondos Buitre.
Quizás el camino a la izquierda pasaría, antes de abordar tan intrincado concepto de organización del Estado, por anunciar que en su gobierno las empresas tributarán lo mismo -no más, simplemente lo mismo- que las personas físicas o que se establecerán medidas para evitar la ingeniería fiscal a través de empresas interpuestas radicadas en paraísos fiscales.
Es posible que para empezar a andar en dirección hacia la izquierda habría que hablar del salario mínimo, de penalizaciones por no realizar reinversión productiva de los beneficios empresariales, de la redistribución de los mismos, de tomar medidas para restringir o incluso eliminar el sistema de deuda apalancada de nuestra economía o del aumento impositivo a la rentas del capital provenientes exclusivamente de la especulación bursátil.
Cabe la posibilidad de que para iniciar un verdadero camino de vuelta hacia la izquierda hubiera que pasar, antes que por el voto catalán o vasco, por hablar de abolir la legislación de aforamiento, de renunciar a la enmienda nocturna y alevosa de nuestra Constitución sobre el techo de gasto, de revisar la legislación bancaria para impedir desmanes como los pretéritos o de plantear la modificación del código penal para castigar con fortaleza la corrupción política.
O a lo mejor habría que empezar por caminar en la linea de plantear si gobierna un sistema en el que los órganos judiciales no están controlados, designados y nombrados -aunque sí vigilados- por el poder político, en el que las Fiscalías sean realmente independientes, en el que la composición de los altos tribunales no dependan de la correlación de fuerzas políticas.
Y luego ya hablaremos de cuantas naciones somos y si queremos vivir federadas, unidas, separadas o como sea.
Lo lamento del nuevo por el PSOE y por sus militantes y simpatizantes pero, si Pedro Sánchez y su nueva ejecutiva no empieza por cualquiera de esas cosas o por todas ellas su recientemente estrenado camino hacia la izquierda, me temo que no será más que otra operación de lavado de cara.
Una operación que utilizará una discusión que se ha polarizado artificialmente por unos y por otros para ocultar lo verdaderamente relevante en la sociedad española, que es la situación cada vez más precaria y miserable de sus ciudadanos, y en la ideología de la izquierda democrática, que no es otra cosa que no dejar que el dinero y el poder se impongan sobre la libertad de los ciudadanos.
Veamos y observemos, que tampoco se va a cambiar el paso en unas cuantas horas de congreso. A ver que pasa.
Por eso no voy a ser yo el que critique el concepto de plurinacionalidad.

miércoles, octubre 12, 2016

Celebración sin nada otro 12 de octubre

Más allá de lo leído y lo escrito a lo largo de los años sobre este día de llamado fiesta nacional -que no sabemos por qué es fiesta ni porque es nacional- cada día 12 de octubre no deja de sorprendernos.
Ahora se lía parda porque el Ayuntamiento de Badalona decide abrir las puertas del consistorio como un día normal y dar a los funcionarios que lo deseen la posibilidad de cambiar la fiesta por un día libre en otro momento y lugar del calendario.
¿Cual es el problema? pues que no lo hacen por motivos operativos o de gestión -cosa que hacen empresas a lo largo y ancho del país a cascoporro con todas las fiestas esas de guardar que se decía antes-. sino que lo hacen bajo el lema "Nada que celebrar".
¡Ah y que Badalona está en Catalunya, claro! Y eso es un problema, siempre es un problema.
No lo es porque tiren de autonomía municipal como explicación, que está bastante traido por los pelos porque la autonomía nunicipal llega hasta donde llega; no lo es porque los ediles badaloneses vayan contra los derechos de los trabajadores, que ya le vale al PP recurrir a ese argumento después de dos reformas laborales que los han dejado en su mínima expresión y otra en ciernes que prácticamente los va a hacer desaparecer. 
Y ni siquiera lo es porque sea una muestra de que una determinada y numerosa parte del pueblo catalán no se sienta española y quiera la independencia, que eso es sin duda el principal motivo que subyace tras todo esto.
El problema que subyace también tras todo esto es que ese "Nada que celebrar" antenta contra las más profundas raíces totalitarias del sentimiento españolista que tiende a dar por sentado que el orgullo partrio -el español solamente, por supuesto- debe estar enraizado genéticamente en el adn de cualquiera que haya tenido la suerte aleatoria de haber salido de la placenta materna entre los Pirineos y Tarifa.
Porque ese "Nada que celebrar" deja al patroterismo de charanga y desfile, de bandera y pandereta, de himno y orgullo legionario, más fuera de juego que un linier en un corner.

Porque si colocas la fiesta nacional bajo la advocación mariana de la estatuilla del pilar dejas a un 25 por ciento de la población que se declara abiertamente atea sin nada que celebrar; a un 5% que se manifiesta agnostica con muy poco y a un 3% que se manifiesta cristiana de confesiones que no aceptan a la llamada Virgen María como elemento de devoción con algo en contra de lo que celebrar y a un 3% de población que profesa otras religiones no crisitianas con algo que les importa un pimiento que se celebre.
Y algo que deja a un tercio largo de la población fuera del asunto no puede ser una fiesta nacional.
Porque si te empeñas en mantener la fiesta de todos el día en el que el expolio, la represión, el pogromo y la servidumbre llegaron a América de la mano de un Genovés que tan solo buscaba enriquecerse, corres el riesgo de que el 8% de la población no esté dispuesta a celebrar el exterminio sistemático de sus antepasados y su cultura.
Y así en una cadena sin fin de exclusiones y faltas de juicio que hacen que el 12 de ocubre sea posiblemente la peor fecha para una fiesta nacional del mundo occidental.
Pero más allá de todo esto es porque ese "Nada que celebrar" impide tirar de sentimiento patriótico para contrarrestarlo. Si hubiera sido un tradicional "no somos españoles", "no es nuestro día nacional", "Catalunya es otra nación" o algún otro slogan en esa línea, el nacionalismo español hubiera estado preparado. Un nacionalismo siempre puede argumentar contra otro por el mero hecho de que son lo mismo y la discusión se transforma en un diálogo de sordos del que ambos interlocutores creen salir vencedores.
Pero el "Nada que celebrar" es otra cosa.
Les recuerda a los cuatro millones de parados que España y su gobierno no les han dado nada que celebrar hoy; trae a la memoria del millón de familias que vive en el umbral de la pobreza España no les está dando que celebrar, a casi tres millones de niños y sus padres que están a punto de no tener nada que celebrar en España porque viven constantemente en el filo de la exclusión social; a las 600.000 familias que perdieron su casa en el último lustro que llevan cinco años sin que España les de nada que celebrar.
Y, por si fuera poco, les recuerda a los que leen en la prensa el inicio del juicio de Gürtel, el final del de matas, la continuación eterna del de los ERE andaluces o las declaraciones incesantes del de las tarjetas black que España, sus políticos y sus dirigentes no les han dado nada que celebrar con su corrupción, su nepotismo, sus constantes cohechos y tejemanejes.
Trae a la memoria de los que vean los informativos televisivos que se han quedado sin beca educativa, sin posibilidad de tener profesores de apoyo, desdobles o psicólogos escolares, que tienen que pagar medicamentos que antes eran gratuitos, que sus listas de espera se alargarán por falta de camas y quirófanos, que siguen viendo su vida paralizada porque tienen que cuidar sin ayuda a personas dependientes y un sinfin de situaciones más que los recortes, el mal gobierno y la imposición de un liberalismo nepotista les han dejado en España sin nada que celebrar.
Y los que han tenido que emigrar para encontrar trabajo, y que losque se han tenido que ir porque eran otros los que pagaban su talento y sus investigaciones y... 
Así que, aunque todos sabemos porque ha sido, hoy más que nunca no hay nada que celebrar.
Ni con bandera, ni con desfile, ni con ofrenda a la virgen hay nada que celebrar.
Ni en España, ni en Catalunya, se sienta española o no" hay nada que celebrar.

martes, diciembre 29, 2015

Democracia, referéndum y acabemos con esto, joder

Dos partidos postularon el cambio como emblema y enseña de sus campañas electorales antes de los comicios. Para se justos tres, porque el PSOE también lo intentó.
Para mi la pregunta después de esos comicios es realmente, ahora que tienen diputados, poder e influencia política real ¿se ha producido ese cambio en la política?
Lamentablemente para muchos la apariencia de Ciudadanos es que no. Su reciente ejercicio de "digodieguismo" político que pretende dejar a Rajoy en el poder así lo hace sospechar. Y por puro optimismo lo dejaré en sospecha sin convertirlo en certeza.
Pero la política ha cambiado. Y como muestra el botón al que parece cosida toda posibilidad de gobierno en nuestro país: lo que se ha dado en llamar la Cuestión Catalana.
"¿Quién teme al lobo presuntamente feroz del referéndum? Aunque no sea el mecanismo más exquisito de la democracia —lo usan también las dictaduras—, es uno de sus instrumentos. A ningún demócrata debería amedrentarle". Esto lo escribe, se lo pregunta y se lo responde Alex Vidal Folch, hasta el 27S vocero impertérrito de El País y todo el elenco político que se encuentra él contra cualquier forma de consulta o de referéndum en Catalunya. El mismo que hablada de bloque constitucional o de bloque democrático y calificaba de dictadores a los que defendían una cosulta sobre el futuro político de Catalunya.
Cierto es que que, como siempre, se columpia y hace sus manipulaciones obvias ¿"aunque no sea el mecanismo más exquisito de la democracia -lo usan también las dictaduras-"? No sé como se atreve siquiera a escribir esa frase.
¡Las elecciones también las usan las dictaduras! Dictaduras oligárquicas como la mexicana durante décadas, Irán, Venezuela, la Sudáfrica del Apartheit, el régimen Egipcio con Mubarak y Al Sisi, el reino absoluto de Arabia Saudí, la cuba de Fidel Castro, la Unión Soviética del PCUS, la Argentina peronista de los militares gobernando en la sombra... ¿significa que como todas esas dictaduras se han servido de elecciones manipuladas o regidas por el miedo nosotros no podemos recurrir a los comicios cada cuatro años porque no son "exquisitos"?
Como siempre Vidal Folch tiene el encanto de desdecirse a sí mismo hasta el ridículo.
Pero el hecho es que resulta que ahora el referéndum no es temible, nadie debe temerlo y es democrático.
¿Por qué? Porque un partido ha hecho de él un elemento irrenunciable de su política. Demorable, matizable, pero irrenunciable. Y eso fuerza el cambio de política de los demás.
No digo que la estrategia de Podemos se la acertada. No digo que ese elemento de la política deba anteponerse a la política social. Pero el hecho de que lo hagan hace que las cosas cambien.
Ahora el gobierno que no realice esa consulta será el que no sea demócrata, el que tema a la democracia.
Se puede estar a favor o no de la independencia de Catalunya -sobre todo si eres catalán o vives en ese territorio- pero no se puede estar en contra del referéndum.
Porque esa linea roja inadmisible ha cambiado de dirección y con ello la política española a ese respecto.
Mientras Pedro Sánchez intenta tranquilizar a los barones y baronesas de sus partido afirmando que no negociará con quien plantee una consulta en Catalunya, los creadores de opinión del PSOE y El País, que a la postre son los mismo resumen sus posturas con un "Que los catalanes volverán a votar sobre su futuro lo sabe hasta el centralista más ignorante. La mejor consulta será la se pacte".
Los barones que se oponen tendrán que explicar por qué se oponen porque resulta que ahora ya no vende eso del no porque no  ni del sí porque sí. Tendrán que explicar porque el PSOE que era federalista hasta hace veinte minutos como quien dice y que todavía tiene un Comité Federal de pronto se vuelve unionista. Rivera tendrá que dejar de hablar de buenas intenciones, ilusión y España a adoptar una posición con respecto al referéndum y el PP, bueno el PP seguirá en su postura porque siempre tiene que haber alguien que no modifique su forma de hacer política.
Todo este asunto ha cambiado porque alguien ha dicho "estoy en contra de que os independicéis, pero tenéis derecho a decidirlo por vuestra cuenta". Y un buen número de españoles le han votado sabiendo que defendía eso. 
Resumiendo, lo que me dijo alguien muy españolista, muy unionista, muy centralista cunado todos sus argumentos contra el referéndum se volvían reversibles en su contra: "que voten lo que quieran y acabemos con esto, joder".

domingo, diciembre 27, 2015

CUP, Anticaptalismo y el absurdo miedo a los soviets

Con esto de nuestro gobierno o desgobierno y sus riesgos y beneficios -yo veo muchos más beneficios que riesgos- nos hemos olvidado de otro asunto que mantuvieron en nuestra mente los medios y los políticos todo el verano: Catalunya, su secesión, su gobierno o desgobierno -que también están en esas- y su futuro. Ahora nos vuelve el asunto con la asamblea de la CUP que debe decidir si sus representantes votan o no la investidura de Artur Mas. 
Y los medios convencionales, que cada vez son más la voz de su amo y cada vez hacen menos por ocultarlo, cargan contra ellos por un solo motivo: son anticapitalistas. Algunos medios incluso, en el ejercicio de manipulación informativa más artero y torticero que se recuerda desde la quema del Reischtag, llegan a compararlos con los soviets.
No son revolucionarios, no son violentos, no están armados, no claman por la dictadura del proletariado ni por la reeducación burguesa, pero los comparan con los soviets. Luego se desdicen dos párrafos más abajo pero el titular ya está leído, el miedo ya está sembrado, la manipulación ya está hecha.
¿Por qué lo hacen? porque les tienen terror; ¿por qué les tienen terror? porque son anticapitalistas.
Y ahí es donde está la raíz del problema. La estrechez de miras y la incultura que hace que les teman es culpa del que les observa, no de la CUP.
Porque en este Occidente Atlántico nuestro en cuanto alguien dice que es anticapitalista su interlocutor, sobre todo si es liberal conservador, le coloca la vitola de comunista, de estalista, de estalinista incluso.
Tratamos las teorías económicas como verdades evangélicas reveladas, como si hubiera solamente dos posibles y fuera imprescindible elegir entre ellas. Como el clásico Madrid -Barça, en definitiva.
Olvidamos que el capitalismo es un invento humano y que el comunismo también los es. Que el mundo no viene de fábrica con solamente esas dos opciones de sistema económico.
Antes de que Adam Smith o John Stuart Mill hablaran y teorizaran sobre el liberalismo se vivía en un sistema económico de Control Monopolístico Real -por el rey, claro-, pero antes de que Nicolas de Maquiavelo, entre otros, abogara por ese sistema se vivía en un sistema económico feudal basado en la servidumbre y el vasallaje y antes de que los teóricos de ese sistema -que también los hubo, como San Gelasio, por ejemplo- lo consideraran provechoso se vivía en el sistema económico imperial romano basado en la conquista, y antes en otro, y antes en otro hasta llegar a la economía de subsistencia y el trueque del albor de los tiempos.
Baste todo esto para decir que aquellos que ven en el anticapitalismo el sinónimo del estatalismo marxista leninista son, como mínimo, estrechos de miras y como regla general incapaces de aprender de la historia.
Cuando el capitalismo hizo aguas por primera vez, allá por la Revolución Industrial, ¿alguien pensó en volver al Feudalismo?, ¿pedían los obreros o los dueños de las fábricas el retorno a la servidumbre, la restauración de la prima note o de la vinculación a la tierra?,  Obviamente no. 
Buscaron soluciones nuevas. Unos crearon la teoría política y social del marxismo / socialismo / comunismo y otros la del colonialismo. Miraron adelante, no hacia atrás. Como se ha hecho siempre cuando un sistema económico ha fracasado.
Pero ahora los defensores del capitalismo liberal han comprado la manipulación de los que siempre se beneficiaran con este sistema económico de una dicotomía inexistente: Todo es capitalismo o comunismo. Todo anticapitalista quiere volver a un sistema muerto y asesinado por la incapacidad de los que lo pusieron en marcha y por la negativa a aceptarlo y el bloqueo de quienes se sentían amenazados por él.
Así que lamento tener que decir que a mi modo de ver ese miedo a los soviets cuando se escucha la palabra anticapitalismo no es otra cosa que incultura política, incultura histórica e incultura social.
Economía de Recursos, Economía de Distribución Global, Comercio Justo, Economía de Rentas Activas, Economía de Regulación Estable...
Que ¿qué es todo eso? Es el anticapitalismo. Desde Paul Krugman hasta los ecologistas, desde Joseph Stiglitz hasta los movimientos antiglobalización, desde Angus Deaton hasta el Congreso de Economistas Africanos.
Y ninguno tiene nada que ver con los Soviets por más os empeñéis en intentarlo. 
Quizás en lugar de gritar ¡Comunismo estalinista! cada vez que alguien se muestra en contra del sistema liberal capitalista deberían pararse y preguntarse ¿Por qué no hemos oído hablar de la inmensa mayoría de estas cosas?

jueves, noviembre 12, 2015

Absurdos y tontunas de todos en lo de Catalunya.

Que me resistía yo a escribir de esto de la secesión catalana porque está el patio tan lleno de incongruencias que resulta difícil discernirlas.
Vayamos por partes. 
Aquí todo el mundo habla de democracia. 
Pues para empezar, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no es demócrata ni por aproximación lejana, al menos en este asunto en concreto.
Porque quien se opone a la Constitución para separase de ella no se opone a la democracia. Hace uso de ella para crear otro estado democrático que nada tiene que ver con España -algo que aunque en su mente unionista sea inconcebible, en el mundo real es posible-. Y él lo sabe. Mas no quiere la Constitución española, pero eso no significa que no sea constitucionalista -de otra constitución, la catalana, pero constitucionalista-. 
Y desde luego no se puede decir que los independentistas son dictatoriales porque hay un amplio porcentaje de catalanes que no quieren la independencia. La democracia se basa en la mayoría, aunque esa mayoría sea de un solo voto. Esas son las reglas del juego. Y quien no las acepta cuando no es a su favor es quien no es demócrata.
Pero sobre todo no es demócrata porque él es quien tiene la potestad de convocar un referéndum para escuchar la auténtica voluntad de los catalanes y se niega a hacerlo.
Pero no hagan sonar los independentistas las campanas de la Basílica de Montserrat porque Artur Mas tampoco es demócrata.
Por la sencilla razón de que la voluntad popular catalana nunca ha sido consultada con la respuesta única y directa de sí quiere la independencia o no. Que diga que sigue "el mandato popular del pueblo catalán" porque ha ganado unas elecciones y en su programa figura esa hoja de ruta es tan tendencioso y manipulador como afirmar que la Alemania de 1931 legitimaba los campos de exterminio porque votó a Hitler en unas elecciones manipuladas, tendenciosas y sin la mitad de los partidos en liza.
Así que en esto, ninguno de los dos ha demostrado ser demócrata y ninguno de los dos tiene derecho a intentar arrimar el ascua de la democracia a la sardina de su ideología.
Todos hablan de manejos, cortinas de humo y distracciones.
Los unionistas acusan a Mas de usar el independentismo como cortina de humo para ocultar la corrupción de Convergencia y se preguntan ¿quieren los catalanes la independencia de manos de un corrupto?. Pero no hacen la pregunta reversible ¿quieren los unionistas defender la unidad territorial de la mano del líder del partido más corrupto de la historia de la democracia española?
Empate sin goles.
Artur Mas oculta sus corruptelas, Rajoy su pésima gestión, Mariano lo usa de parapeto para la insostenible corrupción de su partido, Artur para ocultar la ineficacia de un gobierno autonómico que es el peor desde los tiempos del cólera, que diría el literato.
Y para terminar la faena de momento, unos matices de esos que escuecen porque nadie quiere caer en ellos.
Primero.
El independentismo es una ideología, pero el unionismo también lo es. Rajoy vende la unidad de España como una realidad indiscutible que debe defender todo español por el hecho de haber nacido dentro de las fronteras de la antigua región romana de Hispania. Es mentira, lo repito, es una mentira del tamaño de la Catedral de Santiago de Compostela.
El unionismo es una ideología política como lo es el federalismo o el independentismo. Y si se me apura es una ideología más perversa y dictatorial porque no cuenta con la opinión de los ciudadanos.
Segundo.
El respeto de la legalidad vigente es un argumento tan absurdo como cambiar de tumbona en el Titanic. Todo país que se secesiona rompe con la legalidad vigente, debe hacerlo, es su obligación, es inherente al hecho de la secesión. Desde los visigodos del Concilio de Toledo que rompieron con el Imperio Romano, hasta las Juntas que se sublevaron contra el gobierno de José I, rey legítimo de España impuesto por los franceses -por poner dos ejemplos muy patrios y españolistas-.
Y tercero.
Un proceso de independencia o cambio no se vincula a una persona por definición. Lubumba encabezó la independencia del Congo y fue apartado por la tremenda del mismo, Marat, Danton y Robespierre vieron drásticamente interrumpidas sus existencias cuando aún no se había concluido el proceso revolucionario francés, El Che se apartó del proceso revolucionario cubano -que en realidad era una independencia encubierta de los Estados Unidos- mucho antes de que concluyera- Así que Artur Mas no tiene derecho a vincular la secesión a su persona.
En esto gana Rajoy dos a uno. Pero seguro que Mas consigue en breve empatar en incongruencias y forzar la prorroga.

martes, septiembre 29, 2015

Ironía en Catalunya o "el que la tiene más grande"

El análisis de las elecciones catalanas se podría resumir En palabras de un cantautor, catalán, por cierto: "Resulta bochornoso verles fanfarronear a ver quien es el que la tiene más grande".
Porque de eso va todo esto. De eso ha ido siempre y desgraciadamente de eso va la política convencional en nuestro país desde Cánovas y Sagasta. De eso y de incoherencia pura y dura. Y eso también abunda en la interpretación de los resultados de los comicios catalanes por medios de comunicación y partidos políticos de uno y otro signo.
Los partidos y medios que decían y escribían que no se podían plantear como un plebiscito titulan y anuncian ahora que el independentismo ha perdido su plebiscito mientras que los que lo planteaban como un plebiscito secesionista afirman que están legitimados para continuar con su intención soberanista aunque si hubiera sido un plebiscito lo hubieran perdido. El Partido Popular queda como última fuerza política de Catalunya y asegura que hizo campaña para buscarle votos a Ciudadanos que e su vez recibe los votos del Partido Popular pero afirma que ha recibido el voto del centro y la izquierda moderada.
Los analistas de los medios ligados a los grandes partidos afirman que el soberanismo ha sido derrotado sin tener en cuenta que Podemos -o su marca catalana- no está alineada ni a favor ni en contra del mismo, solamente a favor del "derecho a decidir"con lo que los sufragios de su más de medio millón de votantes podrían ir a uno u otro lado en un hipotético plebiscito y mientras los independentistas del CUP hacen un cálculo en el que, aunque el sí no alcanzó el 50% de los votos, el apoyo fue más numeroso que los contrarios a la secesión porque excluye del no a Catalunya Sí que es Pot, que une a Podemos e ICV y alcanzó 11 escaños proponiendo un “proceso constituyente” que incluya un referéndum pactado.
En definitiva, "a ver quien la tiene más grande" y Catalunya y España siguen sin saber si los catalanes quieren o no quieren conformarse como nación o estado independiente porque nadie se lo pregunta claramente.
Y sobre todo lo que me hace más gracia. Si los que han negado la democracia, la decisión democrática de un pueblo y el derecho a decidir sobre su futuro bajo la excusa de mantener una unidad nacional forzosa hubieran hecho bien su trabajo y le hubieran dejado a los catalanes hablar y pronunciarse hubieran ganado ese plebiscito.
Han sacrificado su condición de demócratas por el miedo a perder algo que habrían ganado si se hubieran comportado como auténticos demócratas.
A ver si va a ser la democracia la que la tiene más grande. La ironía, digo.


sábado, septiembre 26, 2015

España, Catalunya y la ética real de ser irrelevante.

Poco a nada he querido escribir sobre este nuevo asalto entre los nacionalismos catalán y español que parece que se dirimirá mañana en unas elecciones que se han convertido en plebiscito porque nadie ha querido hacer uno como  la democracia manda.
Y poco he dicho porque no hay muchas cosas nuevas que haya que decir.
Los catalanes tienen que decidir sobre su futuro como región, autonomía nación o Estado independiente. Punto y final. No hay pero, no hay matiz, no hay excusa. Eso es lo que la democracia  exige.
La Constitución Española no es excusa para evitarlo porque no puede éticamente anteponerse al derecho de un pueblo a decidir sobre cómo se organiza si ese pueblo no quiere vincularse a ella; la historia no es argumento porque no es necesario haber sido independiente en el albor de los tiempos para serlo en el tiempo presente y la opinión del resto de los ciudadanos españoles -entre los que me encuentro- no es relevante porque ellos no forman parte de aquellos que habitan, han nacido o residen en ese territorio.
Así que todos los argumentos que da el Gobierno, el partido que lo ostenta y la corriente ideológica que lo mantiene, son insustanciales, ilegítimos y baladís para justificar el hecho de que no haya habido aún un referéndum sobre el asunto.
Que la mitad de la población catalana no quiere la independencia que lo exponga en las urnas y ganará quien tenga que ganar, sea por un voto o por un 90%. Eso es la democracia.
Que va a ser perjudicial económicamente para Catalunya, que los votantes lo tengan en cuenta; que va a ser perjudicial económicamente para España, nos jodemos. Así de claro. Que venga bien o mal a España tampoco es relevante. Supongo que a Roma le vino fatal que los visigodos escindieran la provincia de Hispania del Imperio, a los Omeyas que Abderraman declarara el Califato Independiente de Córdoba y a Felipe II que la dieta alemana votara a un primo lejano suyo para darle el imperio alemán y su cuñada le arrebatara el reino de Portugal. Pero así son las cosas en esto de los estados y naciones.
Así que poco demócrata no será el que declare unilateralmente la independencia tras escuchar lo que desean los catalanes si alguien lo hace, lo está siendo quien lleva generación y media poniendo trabas a que expresen cuál es su deseo. Será muy español, muy nacionalista español o muy españolista, pero que no mire a nadie a la cara y se atreva a hablar de democracia.
Y por lo demás pienso que la escisión unilateral es como mínimo un riesgo innecesario como es un error de proporciones mayúsculas seguir anclados en el orgullo y honor patrio español de unidad nacional frente a otros estados -y en español se puede poner cualquier otro gentilicio nacional- en un mundo en el que solo son posibles soluciones globales y en el que la única esperanza es un gobierno global que perciba la humanidad como un conjunto.
Pero esa es mi opinión. Tengo derecho a exponerla pero no a imponerla. Sea un ciudadano o un gobierno. Y tengo que tener claro que si soy demócrata debo saber que no es relevante a la hora de que los catalanes decidan su futuro.
Y si deciden que son independientes, sea. Y si deciden que quieren ser una nación o un estado federal dentro de España entonces, y solo entonces, la opinión y el deseo del resto de España sí será relevante y tendrá que ser expuesto en las urnas igualmente.
No sé si me he expresado con la suficiente claridad.

miércoles, septiembre 02, 2015

Reformar el Constitucional o recargar el arma.

Van a reformar el Tribunal Constitucional. Y sería el momento de decir ¡Albricias!, pero parece que no.
La reforma del alto organismo jurisdiccional que plantea el gobierno del PP tiene una sola finalidad que es vencer en su lucha contra el soberanismo catalán buscando una sanción a Artur Mas por incumplir los dictámenes del alto tribunal.
Y es precisamente en eso en lo que está el error de fondo de esta reforma. No se trata de mejorarlo, no se trata responder a un clamor popular que exige un cambio en uno u otro sentido. Se trata de convertirlo en un arma arrojadiza contra los que piensan y conciben su nación de una manera distinta a la suya, de transformarlo en una unidad de combate a su favor.
A lo mejor hay que darle al Constitucional potestad sancionadora -y creo que es bueno- pero, acuciado por sus necesidades de victoria política, nuestro gobierno se ha saltado más o menos quince pasos y ha ido al último. Habría que empezar por limpiarlo de injerencias políticas, por cambiar la forma de designación del mismo, por apartarlo del poder legislativo y ejecutivo, por utilizar criterios judiciales y no políticos en la elección de los magistrados.
Pero para que eso fuera factible y creíble antes habría que realizar el mismo proceso con el Consejo General del Poder Judicial y con lo órganos de gobierno de los jueces y con todos los estamentos judiciales que ahora mismo son designados.
Y luego, solamente luego, darle capacidad sancionadora para que multe o sancione a Artur Mas o a cualquier otro que incumpla sus dictámenes.
Pero Mariano Rajoy y el gobierno español no pueden hacer eso. Primero porque sería un proceso largo que tendría como objetivos en sí mismos el cambio y la mejora en el Tribunal Constitucional y no el verdadero de Rajoy que es frenar el intento soberanista de Catalunya.
Y segundo porque si hace todas esas reformas, aunque llegara a tiempo, a lo mejor el Tribunal Constitucional no haría lo que él quiere que haga. Porque ya no lo controlaría.
Así que en realidad Mariano Rajoy y el gobierno no reforman el Tribunal Constitucional. Solamente lo cargan con nueva munición explosiva para apuntar hacia un objetivo diferente y seguir usándolo como arma política.
Otra oportunidad perdida de que alguien se crea que quieren regenerar la política. Si que alguien aún tenía dudas.

martes, julio 21, 2015

Independencia y la falacia circular de la legalidad.

Hay argumentos que suenan bien, que parecen estables, pero que en realidad, si te paras un solo segundo a pensar sobre ellos son una falacia circular sin sentido ninguno.
"La ilegalidad no proporciona legitimidad, por más que sus promotores se encuentren con una victoria electoral en el camino. Los atajos o los fraudes de ley son inadmisibles".
Dicho en general entra hasta la cocina de nuestros pensares y sentires democráticos, pero expresado, como hace el editorial de El País, sobre la obtención de la independencia -en este caso de Catalunya- es una banalidad sin sentido ninguno.
Toda independencia se basa en la quiebra de la legalidad vigente y es esa quiebra precisamente el primer acto que legitima esa independencia.
Los colonos ingreses de las américas quebraron las leyes del rey Jorge que les impedían elegir sus representantes y crear una milicia de autodefensa, entre otras muchas; la resistencia civil india de Ghandi incumplió todas las leyes británicas desde las fiscales hasta el toque de queda, Garibaldi y sus chicos recorrieron la península itálica incumpliendo todos las leyes y normas de todos los condados y ducados que sumaban a Italia, los congoleños se pasaron por el arco del triunfo y el machete los edictos legales del rey belga...
Miremos hacia donde miremos y al tiempo que miremos, la independencia supone una quiebra y ruptura absoluta de la legalidad. Desde los pictos asaltando la muralla de Adriano hasta los Sudaneses de Sur escindiéndose del Sudán unitario, desde los zulús cazando al segundo ejército colonial británico hasta los bosnios, croatas, macedonios y kosovares votando en referéndum que la legalidad Yugoslava no admitía ni reconocía.
Y si alguien pretende utilizar el argumento de que los regímenes aludidos no eran democráticos y en la democracia la cosa funciona de otra forma que lo olvide. Inglaterra es la democracia más antigua de Europa y perdió de esa forma todo su imperio colonial, Francia es la democracia europea por antonomasia y desde Indochina hasta Argelia perdió sus posesiones de ultramar con pueblos enteros quebrando su legalidad, ignorando sus leyes  y logrando la legitimidad necesaria para hacerse independientes de ese acto.
¿O estamos diciendo que Australia, Estados Unidos, Kenia, Vietnam, Sudáfrica, Bolivia, Panamá, Brasil, Argentina, Chile, México, Canadá, Croacia, Ucrania, Moldavia, Dinamarca, Tanzania, La República Democrática del Congo, Cuba, Nueva Zelanda y la inmensa mayoría de los países de la tierra no son estados legítimos y deberían todavía ser colonias de las potencias de las que se independizaron?
Un poco de seriedad por favor. 
La única forma de que la obtención de la independencia no suponga una quiebra en la legalidad vigente es que esa legalidad acepte el derecho a decidir de los que reclaman esa independencia como ocurre en el reciente caso escocés. pero creo que declarar "la unidad de España es incuestionable" no está en esa linea.
No se trata de defender o no la independencia catalana, se trata de exigir a los que defiendan cualquiera de las posturas que usen argumentos coherentes y sólidos y dejen de tratarnos como idiotas.
Que ya es hora

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