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jueves, diciembre 09, 2010

La leña del árbol caído nos quema los dedos

Hay veces que los dichos populares se convierten en una losa que se nos antoja inamovible, pero que nunca es explicada. No hay que hacer leña del árbol caído, dice la sabiduría ancestral de nuestra tradición.


Y un niño pequeño - de esos que por estas fechas miran los catálogos de juguetes con avidez insatisfecha- preguntaría ¿por qué?
Y nosotros, con cara de poker y de no saber que decir, diríamos "porque está mal, hijo mio, porque está mal".
Nadie quiere lo suficiente a sus niños como para decirles la verdad a tan tierna edad. "Porque todos somos árboles, hijo,  y todos podemos caer. Porque todos hemos disfrutado viéndole precipitarse desde lo alto, cariño, y porque todos hemos empujado para que el árbol se caiga".
"Porque los controladores aéreos, pequeño, en su arrogancia, en su irresponsabilidad y en su incapacidad para percibir la realidad, más allá del luminoso círculo que les rodea, son exactamente piezas del mismo bosque que componemos nosotros".
"Quizás sean árboles más altos, mi vida, quizás hayan caído desde más alto porque se les había dado más agua para alimentarse y más luz para que crecieran, pero son parte de la misma foresta que fomamos nosotros".
"Porque si hacemos leña con las astillas y las maderas que saldrían de su caída, tendríamos que cortarnos los brazos y las piernas para lanzarlos a la misma hoguera que encenderíamos con las ramas rotas de sus privilegios laborales y de sus techos salariales. Y tú ¿no querrás que alguien te corte los brazos para hacer fuego, verdad, mi cielo?"
"Anda, vidita, elije tus juguetes, que los reyes están a punto de llegar y esto son cosas de mayores".
El niño no entendería nada así que ¿para qué decírselo?, ¿para qué ni siquiera pensarlo?
No tendría sentido decirle la verdad. No tendría sentido porque nosotros mismos la ignoramos, fingimos ignorarla o nos empeñamos en ignorarla. Porque volvemos la cabeza y la sacudimos negativamente cuando alguien nos dice que todos somos controladores aéreos.
Porque todos hemos hecho el distingo entre trabajar e ir al trabajo. Porque todos pensamos que tenemos derecho a hacerlo. Que cualquiera que nos obligue a que todas nuestras horas laborales sean horas de trabajo es un esclavista, es un mal jefe, es un paranoico adicto al trabajo y un explotador.
Porque creemos que tenemos el derecho a que todas nuestras horas laborales sean remuneradas e ignoramos que tenemos el deber de que todas ellas sean trabajadas -a excepción de lo marcado por la ley, claro está-. Y aquel que se considere inmaculado y sin tacha en eso, que arranque las hojas de las ramas, quebradas en su caída, de los controladores y las prepare para la hoguera.
Porque exigimos la jornada continuada como la solución a nuestros problemas de aclimatación de la vida laboral y la vida privada. Pero sólo de la nuestra.
Porque así podríamos comprar en supermercados cuyos trabajadores no tendrían jornada continuada, en tiendas cuyas dependientas estarían trabajando mientras nosotros descansamos; porque así podríamos quedar con amigos, amantes y familiares en bares en los que los camareros seguirían trabajando, en restaurantes en los que los cocineros dejarían de trabajar a medianoche como pronto.
Porque no hay nadie que no anteponga sus cosméticos, sus camisas, sus cañas o sus copas, su ocio y su negocio, al derecho a la jornada continuada de los demás. A la suya quizás no, para a la de los otros, desde luego. Para eso está el sector servicios.
Y todos los que no lo hagan que se pongan en cola para recoger en sacos las astillas de los controladores caídos en el bosque animado que es nuestra sociedad y corran a hacer carbón con ellas.
Porque no hay uno de nosotros que no haya fingido una enfermedad, un dolor de cabeza, un malestar irreconocible y no diagnosticable ni diagnosticado, para extender un fin de semana, para recuperarse de una resaca, para curar una decepción amorosa de fin de semana o para alargar un buen polvo de idéntico periodo -esto último es menos común pero también se ha dado, creedme-.
No hay nadie que, en fin, para ocultar una simple falta de ganas trabajar no haya tirado de la gripe, de la gastroenteritis, de la regla o del catarro. Sin importarle los demás. Sin importarle en lo más mínimo el efecto que su decisión iba a tener sobre los otros, sobre aquellos que tendrían que hacer su trabajo y sobre aquellos que no iban a recibir el servicio que esperaban.
Cierto es que no hemos dejado a gente colgada del aire sin saber si podrían tocar tierra o no, pero, aquel que esté libre de culpa, que coja el hacha y corte la primera rama del despeñado árbol de los controladores.
Por no exite un sólo asalariado que haya renunciado voluntariamente a sus privilegios de jornada, de distribución del trabajo, de turno o de horario; a sus dejaciones consentidas de calidad en el trabajo o de rendimiento en el mismo. Por mucho que sepamos y percibamos que son injustos, que no responden a circunstancias reales, que perjudican la marcha de todo un equipo de trabajo, que cargan necesidades de productividad sobre otros.
Pero todos oteamos por encima del hombro cuando otros lo hacen, cuando otros lo consiguen, cuando otros lo logran. Todos exigimos entonces que las jefaturas los coloquen en sus sitios para que, quizás con algo de suerte, nosotros podamos ocupar su privilegiado lugar.
Y aquellos que nunca lo hayan pensado, lo hayan criticado o lo hayan susurrado en los pasillos o las máquinas de café que cojan las, otrora robustas, ramas de los controladores, las quiebren sobre su rodilla y las aten en apretados haces para la hoguera.
Porque todos consideramos injusto que mientras otros libran, se marchan de puente o tienen más vacaciones, nosotros tengamos que seguir al pie del cañón; porque creemos que tenemos derecho a desperdiciar el día de trabajo que nos es obligado con la simple excusa de que otros ya no están trabajando y eso es injusto.
Porque nadie resiste la tentación de colgarse del teléfono para ponerse al día de las conquistas o los males de sus allegados en lugar de trabajar en esos días; porque nadie se opone al mágico influjo de  ahogarse en Internet para programar sus vacaciones, gestionar sus cuentas bancarias o reírse con vídeos curiosos, en espera de que llegue la hora de salida de ese día injusto, en el que trabajamos cuando los demás no lo hacen.
Y el que esté libre de culpa, que se suba sobre el caído tronco de los controladores y haga con su hacha la primera cuña en su corteza.
Porque no hay ni uno solo de los que componemos la sociedad atlántica que no crea que está mal pagado, que no proteste porque su sueldo no le llega para todo lo que es indispensable. Lo que él considera indispensable.
Nos da igual que pasemos por delante de bolsas de pobreza con nuestro coche camino del trabajo, nos da igual saber que hay gente que sobrevive con menos de un euro al día, nos da igual conocer de memoria cual es el salario mínimo interprofesional. Nos quejamos, creemos que es nuestro derecho.
No nos plantemos nuestro concepto de lo esencial, de lo necesario, de lo imprescindible. Simplemente pedimos más dinero porque no podemos hacer lo que queremos hacer con el dinero que nos dan por nuestro trabajo.
No nos importa el trabajo que hacemos, la repercusión que tiene en la sociedad. No nos importa que objetiva y universalmente la afirmación de que ganamos poco sea una mentira del tamaño del Coloso de Rodas -y con los mismos fallos de sustentación que demostró tener en su base la desaparecida maravilla del mundo, por cierto-. Queremos ganar más, como un cirujano, como un ministro. Como un controlador aéreo. Y ellos que ganen todavía más si es necesario.
Pero lo justo es que yo gane lo que necesito y que mis necesidades las decida yo y sólo yo. Y aquel que no haya caído en ese razonamiento pernicioso que ponga en marcha el motor de su sierra mecánica y cercene el tallo derruído de los controladores aéreos de AENA.
"Así que, mis queridos niños y niñas, no podemos hacer leña del árbol caído porque papá y mamá, el tío y la tía, los abuelos y hasta ese padrino de bautizo, al que no veis nunca y que de vez en cuando os da dinero para chuches y os besa sonoramente en la mejilla, algo achispado, en bodas, bautizos y comuniones, están hechos de la misma savia y del mismo material vegetal que ese inmenso árbol que ahora veis caído en la televisión y que se llama Controladores Aéreos.
¿Y vosotros no querríais que a papá y mamá, al  tío y a la tía, a los abuelos y hasta a ese padrino de bautizo al que no veis nunca y que de vez en cuando os da dinero para chuches y os besa sonoramente en la mejilla, algo achispado, en bodas, bautizos y comuniones, alguien les atacara con un hacha o una sierra mecánica para echar sus trozos a la hoguera?"
Y -por si alguien se lo pregunta- como, ni de lejos, estoy libre de culpa, por eso, una vez más, no me importa tirar la piedra o sacar el hacha. Aunque tenga que dejar de escribir porque los dedos ya  me empiezan a doler. Como si alguien los estuviera golpeando con un hacha.

lunes, diciembre 06, 2010

Mi puente es grande aunque lo hagan pequeño

No creo que le dedique más de estas líneas a este asunto. Pero, ya sea por voluntad o por necesidad, voy a hablar un poco más del asunto. De ese tan traído y llevado conflicto de los controladores aéreos que nos está ocultando muchas cosas y nos está mostrando muchas otras.
Toda una línea de argumentación de pensamiento critica a la sociedad española su reacción ante la espantada criminal -ya sabéis porque la considero criminal- que protagonizaron el pasado viernes los controladores aéreos.
Ellos mismos y otra serie de opinadores que, ya sea por convicción o por aprovechar la situación para meterse con un gobierno que se ha ganado a pulso que se metan con él en otras muchas cosas, mantienen que la sociedad ha reaccionado de una forma egoísta ante el conflicto, echándole la culpa a los controladores, que sólo defienden sus condiciones laborales, y no al Gobierno que es el auténtico causante de la situación al tratar a los susodichos privándoles de sus derechos -incluso los constitucionales-.
Todo ello podría resumirse en dos alocuciones:
"La carambola les ha salido perfecta. Los controladores aéreos pusieron torpemente la bola en la mesa facilitando la jugada. La ciudadanía, infantil, egoísta y desinformada, encontró un chivo expiatorio".

Y otra, mucho más dramática, y tan desesperada como impertinente y falaz:
"Me obligaron a trabajar doscientas horas al mes a turnos de mañana, tarde y noche. Y para el subnormal que dice que trabajo como todo el mundo 40 horas a la semana, eso son 160. O sea, que yo trabajo el equivalente a cinco semanas en un mes de cuatro, cuando por ser trabajo a turnos debería currar bastante menos (...) No damos abasto coño. No os queréis enterar. Nos exigís currar todos los días para tener vuestros putos puentes y vuestras putas vacaciones. ¿Dónde cojones dice que seamos vuestros esclavos? ¿Por qué vosotros tenéis todos los derechos del mundo y nosotros NINGUNO?"
No soy yo el que precisamente vaya a defender que los habitantes de la Civilización Atlántica no llevemos demasiado tiempo revolcándonos en nuestro egoísmo en lo personal y en lo social. Lo digo casi cada día y lo escribo casi en cada post.
Pero, en este caso, es una cuestión de gradaciones. Es la reacción egoísta de una sociedad cuando descubre que hay un colectivo mucho más egoísta que ellos.
Pues bien, podría decirse que, leyendo esto algo se nos pasa por alto. Que realmente hemos sido injustos y egoístas al enfadarnos, al cabrearnos, al pedir sus cabezas.
Y estaría dispuesto a reconocerlo si no fuera por el hecho de que, en pleno plante, en plena presentación de bajas laborales masivas para encubrir su golpe de fuerza, los controladores tuvieron fuerzas y salud suficiente para elaborar una propuesta que supongo que, en caso de ser aceptada, supondría su drástica y milagrosa recuperación.
A las siete de la tarde del viernes pasado, en lugar de hacer cola en los servicios de urgencias de los hospitales para que les curaran de su masivo virus, exigían esto:

 "A partir del 1 de enero de 2013 la jornada de los controladores que trabajen a turnos no será superior a 1.420 horas máximas anuales, no superando la programación mensual en ningún caso las 152 horas".
Suena normal hasta que se hacen cuentas. 1.420 horas anuales suponen un total de 177 días a ocho horas de trabajo. Hasta los 323 habituales -descontados los 30 días de vacaciones y las habituales 12 fiestas nacionales- quedan 145 días que, si no se trabaja, se suponen que se libran o simplemente que se va a trbajar para no hacer el trabajo para el que fueron contratados.
No está mal, pero lo malo es que vienen de una situación en la que ya "no trabajan" 157 días al año, porque, el famoso decreto de febrero, que consideran el mayor ejemplo de fascismo esclavista desde el incendio del Reichtag, les obliga a trabajar 1.670 horas al año. Porque las otras 80 son voluntarias.
O sea que son tan poco egoístas, que piden tener casi cinco meses de días "no trabajados" al año.
Pero la cosa sigue, porque hacia la mitad del documento de propuesta puede leerse esto:
"complemento personal de adaptación a la nueva jornada, del 2% en 2010 del valor del resto de conceptos del salario ordinario fijo, del 4% en 2011, del 6% en 2012, del 8% en 2013 y del 10% en 2014".
¿Trabajan menos y tienen que pagarles por adaptarse a la nueva jornada?. Claro, porque si no perderían dinero. Se hartan de decir que no piden aumentos, que no es cuestión de dinero, pero se aseguran de no perder ni un céntimo de su salario por trabajar menos. Como ya no tienen horas extraordinarias, como ya no tienen 600 horas pagadas al triple de su valor normal -aunque no superan ni de lejos el máximo de horas regulares que permite el Estatuto de los Trabajadores- pierden esos complementos "para evitar que la masa salarial de un año supere la que garantiza el acuerdo alcanzado con AENA en agosto, que fijaba una media de 200.000 euros anuales", según explican sus portavoces.
Resumiendo, quieren trabajar menos horas -aunque ya son muchas menos que las que trabaja cualquiera que trabaje ocho horas al día durante 325 días al año, o sea 2.600, que ya sé que hay muchos de letras-, pero quieren seguir cobrando lo mismo es decir, 200.000 euros anuales de media -o sea, diez veces más que salario el medio en España, que es de 21.500 euros anuales-. Que quieran eso no parece egoísta. Que no lo digan no se asemeja a la desinformación y que lo defiendan como un derecho constitucional no se antoja infantil.

Y más adelante puede leerse:
"que el diseño de horarios, turnos y la organización del trabajo deje de estar en manos de AENA y se pacten con los representantes de los trabajadores con el compromiso de garantizar el servicio".
O sea, que la empresa no pueda hacer lo que hacen todas las empresas de España, de Europa y del Mundo, organizar el trabajo como consideran oportuno dentro de los límites que les permite la ley.
Ellos quieren ser como todos los trabajadores de este país y tener sus mismos derechos porque, claro, de todos es sabido, que todos podemos decidir cuando nos viene mejor ir a trabajar, qué turno tenemos que hacer y qué horario es mejor para nuestra salud y estabilidad física y emocional.
Así que la furiosa invectiva de la controladora:"Al que le salga de los huevos que se lea cualquier estudio del efecto del trabajo a turnos sobre el organismo. La mitad de los que me ponéis a caldo dormís mal dos días y estáis hechos una mierda. Yo llevo haciendo turnos sin rechistar catorce putos años, así que no me jodáis. Y es muy fácil imaginar mi curro desde vuestros sofás, durmiendo ocho horitas cada noche. Si venís a currar conmigo a turnos un mes en una semana no podéis con vuestros huevos", carece de sentido porque más de la mitad de este país trabaja por turnos y obvia el hecho de que un mes trabaja 200 horas, pero al siguiente no trabajará las que le sobran.

El concepto de sin rechistar es un poco amplio. Porque el sindicato que la representa y al que tan furiosamente defiende no ha dejado de hacer huelgas, plantes, pulsos y todo lo que se le ha ocurrido en las últimas dos décadas. Y eso pese a que un órgano judicial ha mantenido que el suyo es el mejor convenio colectivo de la historia de nuestra democracia.
Es cierto, los reponedores, los editores de vídeo, los minutadores, los teleoperadores, los trabajadores de las cadenas de montaje, los bomberos, el personal sanitario, los policías, los trabajadores de servicios 24 horas, los vigilantes jurados, las cajeras de grandes superficies, los técnicos de continuidad y otro sinfín más de trabajadores no trabajan por turnos en España, ellos yo no sufren esos efectos perniciosos del sistema del trabajo por tunos. Ellos no pueden con sus huevos -o sus ovarios, seamos paritarios-.
A lo mejor no se ha dado cuenta de que cuando va al supermercado siempre hay cajeras y reponedores, de que los servicios de atención siempre la atienden, de que siempre hay policías en las calles, personal en los hospitales y bomberos en los parques. A lo mejor es que no va porque tiene dinero suficiente para pagar a otros para que lo hagan.
A lo mejor ella sí tiene derecho a tener esclavos a su disposición cuando los necesita, pero ella no quiere serlo. A lo mejor está tan revolcada en su egoísmo que sólo mira hacia si misma y ha olvidado que todo el mundo trabaja de nueve a cinco y libra todos los fines de semana. De hecho, esos son una minoría. 


También piden
 "El sobreseimiento de todos los expedientes disciplinarios iniciados tras el 5 de febrero de 2010".
Es lógico. Incumplimos sistemáticamente un decreto ley ratificado en dos ocasiones por la Audiencia Nacional y refrendado por dos dictámenes de organismos europeos pero no queremos sufrir ninguna consecuencia por ello.
Hagamos de la impunidad rango de ley. Finjamos bajas para no perder dinero ni afrontar riesgos, hagamos huelgas ilegales y que luego nos perdonen las consecuencias. Seño, seño, no me castigue, no lo volveré a hacer. Eso tampoco suena infantil, ¿verdad?
Y por fin"que se contabilice como jornada laboral 60 horas de formación en algunos grupos y 36 en otros, además de 15 minutos por servicio operativo para el cambio de relevo y reconocimiento del entorno operativo".
Vale. Nada que objetar en un principio. Pero claro, no se trata de retribución, se trata de sumarlas como horas computadas como si lo que estuviesen haciendo fuera controlar el tráfico en pleno momento de saturación y eso va a ser que no.
Eso supone que ya no regulo el tráfico 1.420 horas al año, sino 1.360 horas. Si a ello le sumamos que los periodos de incorporación suman otras 45 horas al año -15 minutos cada jornada por 177 jornadas-. nos sale un total de 1.315 horas de trabajo efectivo.
Es decir, sigo cobrando como si controlara el tráfico 1.670 horas al año pero, en realidad, lo hago 1.315. Sólo 115 horas más que el convenio que La Audiencia Nacional consideró como inasumible por la empresa en el que tenían 1.200 horas obligatorias.
Y que es donde llega la gran pregunta ¿si se puede regular el tráfico aéreo con 1.315 horas efectivas de trabajo por qué impusieron un convenio con 1.800 en 1999?, ¿no será que saben perfectamente que no se puede y lo único que pretenden es que las horas que ahora son fijas vuelvan a ser extraordinarias y remuneradas tríplemente, para así volver a sus niveles de sueldo?.
No se si es que creen que no la gente en general no sabe echar cuentas o que el Ministerio, con Pepe Blanco a la cabeza no tiene ni idea de números -lo cual sería absolutamente creíble-, pero el caso es que vuelve a sonar a desinformación malintencionada.

Y  la cosa sigue
"que los controladores que antes de marzo de 2011 no hayan superado un examen del nivel de inglés mínimo exigido serán nombrado técnicos ATC con la retribución y jornada laboral correspondiente a dicho puesto. Si a los seis meses tampoco lo hubiera aprobado, sería nombrado también técnico, pero con el 80% del salario".
Volvemos la quid de la cuestión del egoísmo. O sea que me contratan bajo una exigencia de dominio del inglés, no paso las pruebas y la empresa, en lugar de ponerme de patitas en la calle por haber mentido miserablemente en mi currículum, tiene que buscarme otro puesto, pagarme el 100 por cien de ese sueldo, garantizarme horas de formación -de las que hemos hablado más arriba- remuneradas completamente, darme otra oportunidad a los seis meses y, sí no lo consigo, seguir manteniéndome en la empresa con un sueldo más que elevado. El ochenta por ciento de una media de 200.000 euros brutos al año sigue estando muy por encima del sueldo medio del país.
Pues va a ser que no es ser precisamente un esclavo del egoísmo de los demás, sino una víctima ciega e irresponsable del egoísmo propio.

Y para rematar la faena piden
"garantías laborales ante la entrada de nuevos gestores de tráfico aéreo en algunas torres de control e indemnizaciones como despido improcedente".
El rocambole final explicita sus condiciones.
Si los operadores privados que se avecinan -de lo que hablaremos en otra ocasión, que esa sí es la cagada del Gobierno- no me garantizan esas condiciones de por vida, en lugar de hacer lo que tiene que hacer todo el mundo: tragar o buscarse otro curro a su albedrío, sin paro ni nada, exijo que se considere un despido improcedente con las indemnizaciones correspondientes -cuyas cuentas me ahorro, pero que suponen, como es de suponer una auténtica fortuna-.
Por supuesto que somos una sociedad egoísta, incapaz de asumir la frustración de un puente perdido, de un vuelo cancelado, de una contrariedad. Incapaces de percibir ni interpretar la repercusión que nuestros actos tienen en la vida de los demás y absolutamente inpermeables a la responsabilidad que generan esas consecuencias.
Pero los controladores no son víctimas de esa sociedad. Son ejemplos de libro de la misma.  Miento, finjo, manipulo, chantajeo, secuestro, incomodo y, sobre todo, juego en la vida de miles de personas que están colgadas del aire para lograr unos objetivos que están más allá de las posibilidades reales, que están muy por encima de lo necesario y de lo asumible por aquellos que sufren las consecuencias de mis actos.
Y encima les exijo que me comprendan y que me apoyen o al menos que me respeten. Soy el perpetrador y no entendiendo porque nadie me ve como la víctima.
A lo mejor no me siento inclinado a apoyarles porque sea un egoísta que sólo piensa en su puente. Pero no creo que sea eso.
Yo disfruto del puente por lo que es en si mismo, por la compañía, por la ilusión recuperada y por  la alegría olvidada que reencuentro en una tierra plagada de recuerdos intensos pero tristes y que le convierten en el mejor puente desde otro puente memorable y hasta el próximo puente memorable.
Eso es algo que, por desgracia, los decretos del Gobierno no pueden darme y que, por fortuna, el egoísta, infantil y manipulador  planteamiento victimista de los controladores no puede quitarme. Aunque trabaje a turnos, aunque no duerma lo suficiente y aunque utilice parte de ese puente reencontrado y redisfrutado, después de muchos años, en hablar sobre ellos.
Así que, a lo mejor para mi y a lo peor para ellos, sé que, en justicia, no tienen el más mínimo atisbo de razón. Y nada tiene que ver con mi puente.

sábado, diciembre 04, 2010

La controladora indignada -y sediciosa, espero-.

Esta es una respuesta a un blog que he encontrado -bueno me han pasado- de una controladora aérea indignada. Quería ponerla como comentario pero, como siempre, era demasiado larga - y además me la ha censurado-.
Como la chica mantiene que todo es una injusta conspiración, pondré el enlace para que no me acuse de manipular sus palabras


Pero yo contestaré a lo que he copiado en negrita:
Empecemos

"Otro dice que vivimos en un estado de derecho. Pues va a ser que no. El primer decreto ley que nos cascaron anuló nuestro derecho a la negociación colectiva violando la Constitución. Pues ahí está."

Y claro, que La Audiencia Nacional haya desestimado la pretensión de USCA, la asociación mayoritaria de los controladores aéreos, para presentar una cuestión de inconstitucionalidad sobre el Real Decreto-Ley 1/2010, de 5 de febrero, que regulaba las condiciones laborales de los controladores también es inconstitucional, ¿verdad?
Que la Sala de lo Social desestime la demanda de conflicto colectivo que plantearon los controladores y absuelva a AENA de sus peticiones y de la reclamación de volver a aplicar el I Convenio Colectivo que regulaba el trabajo de los controladores también es inconstitucional ¿no es cierto?
Si hablamos de los decretos ¿Por qué no hablamos de los fallos judiciales que los avalan? Pues va a ser que sí vivimos en un Estado de Derecho y sus instituciones no os dan la razón. Pues ahí Está
Parece ser que los periódicos gubernamentales -espero que conozcas mejor el control del tráfico aéreo que el sistema de prensa en España, porque si no es así vamos apañados- no son los únicos que desvían la atención y ocultan datos.

"Me abren dos expedientes disciplinarios por escribir una mariconada de blog. Tengo dos juicios pendientes, que cada cosa que vosotros tenéis por ley yo tengo que ganarla en los tribunales y eso si tengo suerte, que si no me jodo, porque soy controladora y no se me aplica ni de coña la misma justicia que a vosotros lo creáis o no"

Si yo pongo a parir en mi empresa en mi blog también me abren expedientes disciplinarios, eso si no me echan a la calle directamente. No te hagas la mártir por eso porque desde la Ley de secretos, pasando por el Reglamento de la Función Pública y hasta los contratos de confidencialidad de empresas privadas dan esa potestad las empresas. De nuevo vuelves a manipular. Puede que sea una injusticia -en eso te apoyo-, pero no es exclusivamente “tu” injusticia.

"Mis huelgas las pactan sindicatos en los que no hay ni un controlador y me nombran servicios mínimos del 120%. Si eso es tener derecho a la huelga que baje dios y lo vea"

¿Has oído hablar de la última huelga general? ¿Cuántos periodistas, policías, taxistas asalariados, operadores de cámara, cirujanos, bomberos, técnicos de centrales nucleares o conductores de ambulancias había en las delegaciones que pactaron los servicios mínimos?, ¿cuántos integrantes de esas profesiones hay en las ejecutivas de esos sindicatos?
Eso es algo que tendréis que pelear con vuestro sindicato o con aquellos que os dicen representar. No es problema de los ciudadanos ni de vuestros interlocutores en esas negociaciones.

"Ponemos a la opinión pública en nuestra contra: mentira, siempre lo ha estado porque nadie se ha molestado en escuchar los argumentos y datos que llevamos dando un año. Sólo oyeron 360.000 y no pasaron de ahí".

Resulta que la televisión existe para todos. Vuestro líder, portavoz, o lo que sea, se ha hartado de salir en ella ¿se le olvidó que podía mostrar su nómina a cámara para desmentir esa falsedad del ministro?
Supongo que el Instituto Nacional de Estadística también formará parte de esa oscura conspiración que sólo nos hace ver que ganáis 360.000 euros al año.

"¿Para qué cojones creéis que nos han cascado tres decretazos y una orden ministerial?"

¿Para asegurar las condiciones del Servicio de Regulación del Tráfico Aéreo? Por lo menos eso es lo que dice la famosa sentencia -que incómodo es el Estado de Derecho cuando la justicia se empeña en ir en tu contra y dejar constancia de ello, ¿verdad?-.
Y claro, dice cosas como que “la mejora de las condiciones laborales de los controladores ha comprometido gravemente la viabilidad económica de AENA, que se ha convertido en uno de los proveedores menos eficientes a nivel internacional y que "no estaba en condiciones de garantizar la seguridad y continuidad de la prestación de servicios de tránsito aéreo". O que "Dicho Estatuto, valorado en su conjunto, constituye indudablemente la mejor regulación de las condiciones de trabajo para una categoría de trabajadores que se ha producido jamás en la historia de la negociación colectiva española, lo que no merecería reproche alguno si la contrapartida no hubiera sido la pérdida de la viabilidad económica del sistema de tránsito aéreo, así como la garantía de continuidad y seguridad del mismo".
Pero es evidente que eso no puede ser verdad. Lo dice un Juez, una sala de La Audiencia Nacional. No lo decís vosotros. Así que no puede ser cierto.

"En el primero nos ampliaron la jornada por el morro en seiscientas horas al año, que está de puta madre".

Puede que a alguien le engañes, pero el Decreto -que, por cierto, sigue siendo legal y avalado por La Audiencia Nacional y su sala de lo Social. ¡Que bien buena era cuando os daba la razón!- no os ha ampliado las horas. De hecho, os las ha rebajado
¿Habláis de jornadas excesivas y os quejáis cuando os rebajan a 1.670 desde las más de 1.750 que trabajasteis el año pasado? ¿Dónde está el aumento de 600 horas?, ¿no será que han convertido esas 600 horas en horas normales y ahora las pagan menos -es sólo una hipótesis-?
Y aún con ese cómputo de horas no sumáis ni treinta horas semanales. Y si no queréis hacer las horas extras pues no las hacéis y no las cobráis. Es muy sencillo. Eso sí lo dice el Estatuto de los Trabajadores.

"Nos crujieron el sueldo y resulta que todos sabéis lo que yo gano porque lo dicen en la tele. Pues tampoco es verdad ni por los cojones. No gano 200.000 euros al año por mucho que diga el ministro. Ni eso ni la mitad".

O también puede que tú sepas lo que gana de media cada profesión porque vayas a la página del Instituto Nacional de Estadística y consultes las cifras a ese respecto. Tú puedes hacerlo. Quizás así descubras que el sueldo de los controladores se ha incrementado un 346 por ciento en los últimos doce años y el del resto de los españoles en un 3,5 por ciento. Pero seguro que es una manipulación miserable.

Si os molestaseis en mirar mejor, veríais que hace nada la directora de navegación aérea se soltó el moño diciendo que pedíamos más dinero saliendo de una reunión de la que existe un acta en la que no figura semejante petición. Un juez la obliga a retractarse, pero vosotros sólo oís lo que os da la gana. Y somos los malos para variar. Y de éstas hay mil.

Yo también me peleo con mi jefe, también discuto con él, también miente sobre mí y también le denuncio. Pero no por ello pongo en peligro la vida de nadie porque mi jefe no me haga caso.

"Hemos presentado cientos de demandas por incidentes de seguridad, por irregularidades de todos los calibres. Van a parar al fondo de un cajón. Estamos recurriendo a tribunales europeos porque lo de España es el coño de la Bernarda.
En el segundo decretazo nos quitaron los descansos y se concedieron barra libre para ponernos a currar como animales y nos obligan a estar disponibles 365 días al año, 24 horas al día. Esto se lo comento a los médicos que me dicen gilipolleces, que ninguno curra todos los días.
Me obligaron a trabajar doscientas horas al mes a turnos de mañana, tarde y noche. Y para el subnormal que dice que trabajo como todo el mundo 40 horas a la semana, eso son 160. O sea, que yo trabajo el equivalente a cinco semanas en un mes de cuatro, cuando por ser trabajo a turnos debería currar bastante menos".

Falacias y lo sabes. Nadie en este país trabaja 24 horas al día, 365 días a la semana. La disponibilidad se paga y se puede renunciar a ella perdiendo sueldo -¡uf, como escuece!-. Y no hace falta una huelga. Coged vuestros cuadrantes, presentadlos en un juzgado de lo social y esperad una sentencia. Si de verdad no tenéis días libres, ni vacaciones, fallarán a vuestro favor ¿lo habéis hecho?, ¿por qué será?

Podría seguir desgranando, una a una, todas tus supuestas excusas o tus magníficos argumentos.Pero sería baladí, tan baladí como la pobre justificación que presentas.

Me quedo con estos últimos

No somos controladores suficientes, y es lo que hay. No damos abasto coño. No os queréis enterar. Nos exigís currar todos los días para tener vuestros putos puentes y vuestras putas vacaciones. ¿Dónde cojones dice que seamos vuestros esclavos? ¿Por qué vosotros tenéis todos los derechos del mundo y nosotros NINGUNO?

Yo no te exijo que seas controladora. Si no quieres serlo, no puedes soportarlo o es demasiado para ti es, haciendo gala de la misma solidaridad que tú has puesto en liza, tu problema.
Si hacen falta más controladores aéreos, pedidlos, si hacen falta más equipos tecnológicos, pedidlos.
Bajad los aviones a tierra, no deis autorizaciones de despegue y poneros en huelga indefinida todo el tiempo que queráis y que vuestras economías soporten. Afrontad como auténticos trabajadores las consecuencias y no finjáis bajas médicas ni otras artimañas para seguir cobrando, pese a estar en huelga. Y, si ese no es el problema, no pidáis aumentos de sueldo y dejadlo muy claro. Entonces quizás os comprenda y seguramente os apoye.

O lo de que me hacen a mí militar por sus cojones. A mí y a su puta madre, porque en ese preciso instante le clavo al militar mi contrato en el fusilito y que se enchufe él. Lo que me faltaba ya para el duro.

Me gustaría ver como lo haces ¿me cuelgas una foto en el blog? Entonces empezaría a respetarte. Porque ¿sabías que, según la legislación militar, renunciar a un puesto militarizado es deserción? -yo no sé exactamente lo que significa, pero suena fatal-.

¿Es seguro volar con control militar? Cuando hayan recibido la formación correspondiente lo será. Ahora mismo ni de coña.

No me insultes, ni a mi, ni a mi inteligencia, hablando de seguridad en el tráfico aéreo. Vosotros habéis dejado colgados decenas de aviones en el aire y os habéis ido a charlar de vuestras cosas en un hotel. No tienes ni la capacidad ética ni el derecho que otorga la responsabilidad para hablar de seguridad en el tráfico aéreo. Esa era tu responsabilidad e hiciste caso omiso de ella.

El que quiera ser un esclavo que lo sea, no me contéis que vuestros curros son peores, espabilad y luchad en lugar de lloriquear, pero yo defiendo el último derecho que me queda, que es el de pelear por recuperar mis derechos (lo que vosotros llamáis privilegios, que manda huevos) y mi dignidad profesional y personal.

Este es muy bueno, de verdad.
Como yo tampoco soy un esclavo no tengo porque soportar que tu situación laboral impida mis derechos porque yo no he provocado esa situación laboral.
Como yo no soy un esclavo no tengo porque soportar que mi vida sea moneda de cambio en un pulso con la Administración para que un puñado de personas no se vean salpicadas por la crisis económica que todos sufrimos.
Como yo no soy un esclavo recurro al último derecho que me queda, que es defender mi vida para que no sea utilizada como palanca de presión o moneda de chantaje mientras cuelgo del cielo a 10.000 pies de altura.
No te insulto -os habéis insultado vosotros solos- y puede que yo no tenga derecho a condenarte ni a juzgarte. Pero lo que tengo claro es que tú no tienes derecho a jugar con la vida de nadie para conseguir tus objetivos, por muy justos que estos fueran y aunque lo sean.
Así que, por eso, sólo por eso y no porque ganes 3.000 o 300.000 euros o porque trabajes dos mil u ocho mil horas al año, si te juzgan por sedición y te pasas diez años en la cárcel, consideraré que te lo has merecido.
Y si, mientras tanto, alguien a quien quieres está siendo operado a corazón abierto y un cirujano mira su reloj y dice “uy, me siento mal, me voy a ir, esto no es una huelga. Es que como trabajamos en tan malas condiciones, somos pocos y no ganamos lo suficiente, tengo demasiado estrés” y deja el corazón latiendo encima de la mesa de operaciones en espera de que alguien le sustituya o de que un militar sin preparación aparezca y concluya la intervención quirúrgica. Entonces ponte en contacto conmigo.
Ese día hablaremos de tú a tú y ya verás qué bien nos entendemos.

Lo pensado y lo escrito

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