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viernes, junio 01, 2018

De la elusión al oxímoron para defender una mentira por el bien de Ciudadanos

"No está tan claro que un gobierno débil sometido a los vaivenes de unos socios peligrosos (Podemos, ERC, PdCat, PNV, Bildu...), vaya a contribuir a estabilizar o regenerar nada. ¿No hubiera sido mejor negociar una fecha para convocar elecciones generales, más pronto que tarde, para que sean los españoles los que decidan quién quiere que lidere el proceso de estabilización y regeneración institucional?"
Es maravilloso como se puede colar como un argumento algo que a la vez es una elusión, un sofisma, una manipulación y un oxímoron.Vayamos por partes.
La elusión del cuarto partido
El PSOE estará supuestamente "sometido a los vaivenes" de esos socios por un único motivo. Ciudadanos se ha negado a apoyarle y solo seguirá sometido a ellos si Ciudadanos se mantiene en la negativa de no apoyarle haga lo que haga. Ni una palabra sobre la responsabilidad que tendría el partido de Rivera en esa inestabilidad.
El sofisma del peligro
¿"Peligrosos"?, ¿peligrosos para quién?, ¿por qué Podemos o PNV son peligrosos?, ¿por qué no lo es Ciudadanos? No hay ni una sola iniciativa parlamentaria de Podemos o el PNV -o incluso Bildu- a lo largo de la legislatura que sea "peligrosa".
A menos que la abolición de la Ley Mordaza, el levantamiento del impuesto al sol, la eliminación de los elementos de precarización de la Reforma Laboral, la fijación de un criterio general de cálculo de las pensiones, la fijación de un calendario de cierre de las nucleares, la supresión por ley de la posibilidad de amnistías al fraude fiscal o la reducción de impuestos a las compañías sociales se consideren "peligrosas" para España y para la democracia.
¿Por qué el PNV es un socio peligroso ahora y era un socio responsable hace diez días con la aprobación de los presupuestos?
No puede considerarse peligroso a un partido que lleva desde el comienzo de la última fase democrática de nuestro país haciendo lo mismo, lo que tiene que hacer. Preocuparse de lo que ellos consideran que son los intereses de Euskadi. Que para eso les votan.
¿Por qué no se considera "peligroso" a Ciudadanos?
Resulta curioso que no se haga hincapié en que es el único partido -no independentista- que defiende posiciones anticonstitucionales y antidemocráticas.
¿No es anticonstitucional defender la eliminación del cupo vasco cuando figura expresamente reflejado en la Carta Magna española?, ¿no es anticonstitucional y antidemocrático defender la extensión del artículo 155 solamente para controlar TV3 y los mossos, ninguna de las cuales es constitucionalmente competencia del gobierno central?
De nuevo silencio al respecto
La manipulación de la estabilidad y la regeneración.
Se afirma que es dudoso que el nuevo gobierno "vaya a contribuir a estabilizar ni regenerar nada", pero se omite que la sola presentación de la moción de censura ya ha contribuido más a la estabilidad que todo el gobierno de Mariano Rajoy. En el asunto de Catalunya ha propiciado que llamaran al orden a Torrá, que desbloquear la formación del Govern y que obligara al PP a levantar el 155. Puede que no nos guste ese gobierno, pero la situación política en Catalunya ya es estable, ya no depende de los juicios.
En el resto de España, si hace diez días el presupuesto garantizaba la estabilidad en la legislatura, ¿por qué ahora no lo hace si todos los partidos se han comprometido a respetarlo?
De nuevo, los únicos que podrían desestabilizar esos presupuestos son aquellos que votaron a favor de él si ahora le ponen trabas o votan en contra de leyes que emanen de él. O sea el PP o Ciudadanos.De nuevo se omite tal posibilidad.
Y con la regeneración tres cuartas de lo mismo.
¿Qué impide al nuevo gobierno poner en marcha la Ley de Transparencia?, ¿o la modificación propuesta para los delitos de corrupción en el Código Penal? Los únicos que han bloqueado esas propuestas han sido el Partido Popular y Ciudadanos. Sí Ciudadanos deja de hacerlo la regeneración podrá comenzar. La responsabilidad está en ellos y no se incide en ese aspecto.
Por no hablar del hecho de que esa regeneración en la política pasa por recuperar el diálogo y la negociación -según el mismo periódico ha defendido en múltiples ocasiones cuando quienes se negaban a dialogar eran otros-. Así que la necesidad y la disposición al dialogo entre fuerzas políticas ya es en sí mismo un comienzo de regeneración. Y quienes se nieguen a participar -que ya sabemos quienes son- son quienes la impiden.
El oxímoron del proceso electoral.
Abordar la pregunta retórica final del razonamiento de El País es lo que transforma el razonamiento completo en un oxímoron porque la respuesta, que se pretende retóricamente que es sí, es en realidad no.
El panorama político real -incluso el inventado por Demoscopia- deparará ahora o dentro de un año un panorama político con cuatro partidos constreñidos en un arco porcentual de voto que va entre el 20% (Podemos) y el 24% (según el CIS). Eso supone la imposibilidad de formar gobierno unitario para cualquiera. Si con un 33% de los votos el PP necesitó dos elecciones y un golpe de mano de la Ejecutiva del PSOE para poder formar gobierno, solo hay que volver a la historia más reciente para saberlo.
Así que, en realidad, la convocatoria de elecciones supone seis meses de un gobierno en funciones sin posibilidad de legislar y otros tantos -no se sabe cuantos- después de los comicios -que probablemente tendrían más de una edición- hasta que alguien consiga formar un ejecutivo que no sería probablemente más estable que el de Sánchez.
¿Por qué esa situación garantiza la estabilidad?
No hay respuesta posible porque la única es que no la garantiza.
Así que todo ese argumento, que parece racional y responsable, no es otra cosa que un intento de elevar a categoría universal las necesidades de un solo partido: Ciudadanos.
Un partido que, sabiendo que esas elecciones inmediatas no generarían estabilidad ninguna, pretende forzarlas para estar en mejor posición para pescar en ese río revuelto.
Es equiparar el bien de Ciudadanos con el bien de España. Exactamente lo mismo que lleva haciendo demagógicamente el PP durante las dos últimas legislaturas y en todas las que ha ostentado el gobierno.
Poca regeneración parece

viernes, marzo 02, 2018

De empeñarse en morir a Danzad, danzad, Malditos (crítica cinéfila del Procés)

Hay una frase muy típica de las pelis estadounidenses.
Ese momento en el que quien ejerce la función de heroe en la historia duda entre hacer o no hacer algo y su colega -generalmente el negro que termina muriendo un puñado de fotogramas después- le dice aquello de "en la vida, en realidad, solo hay una elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir".
Pues esa es la elección que afrontan la justa reclamación de un proceso que decida sobre la independencia de Catalunya . Y esa es la decisión que, aunque no lo crean los nacionalistas españoles, afronta la democracia y el Estado de Derecho española a través de su legítimo gobierno.
Los independentistas, que han logrado de nuevo el refrendo de la mitad de la población catalana en las urnas -aunque repartidos de otro modo- tienen que mantener viva esa reclamación, esa necesidad de clarificar de una vez por todas si Catalunya quiere ser independiente o no.
El paso a un lado de Puigdemont es, para mi, el primer paso que se da en ese sentido. Un paso casi de sardana, de esos que retiran el pie un poco hacia atrás antes de completarlo totalmente.
¿Por qué? Porque la propuesta de Jordi Sánchez como su sustituto, encarcelado y pendiente del proceso judicial absurdo iniciado por orden del Gobierno español contra el antiguo Govern y el independtismo en general, no es el heroe de la peli cargando sus armas, afilando sus cuchillos y haciendo flexiones para ponerse en forma y derrotar a sus enemigos. No es ese "empeñarse en morir". Es más bien un paso de danza que deja la posibilidad de "empeñarse en vivir" a su antagonista, al coprotagonista de esta peli, que se ha querido vender como de buenos y de malos, y que en realidad es una historia de bandas rivales: el Gobierno español.
Porque ahora es el Gobierno español el que debe demostrar que él también está "empeñado en vivir". No en vivir eternamente en el poder, no en vivir en su ideología nacional españolista por siempre y para siempre. Empeñado en que la democracia española persista, en que todos, catalanes o no, nos podamos creer que vivimos en un país en el que tenemos derecho -aunque sea poco- a decidir nuestro destino.
Le toca de deshacerse de todas las memeces -sí, memeces- de que la democracia se defiende a golpe de decreto, de proceso por rebelión, de intervención a través del manido y manipulado artículo 155 de la Constitución. 

Le toca adelantar el pie en esa sardana hacia Jordi Sánchez, si sale elegido, y demostrar que sabe que la democracia se basa en lo que siempre se basó: el derecho de los que deben decidir algo a decidirlo.
Le toca decidir entre empeñarse en la muerte de seguir escuchando los cantos de sirena de los nacionalistas españoles de bandera en el balcón y argumentos absurdos, que van desde el falso imperio histórico hasta la pretensión de que toda España participe en ese referendum, o empeñarse en la vida que a esta nación -y a la que eventualmente podría surgir de una independencia catalana- la daría saber que aquí las cosas se solucionan hablando, dialogando, acordando, escuchando y dejando que la gente decida lo que quiere hacer con su futuro.
Y eso solo puede hacerse con un referendum al que no se niegue el gobierno español por mucho que tema perderlo, por mucho que le abuchee el nacionalismo español que no tiene arte ni parte en este asunto, salvo aquellos que vivan en Catalunya y quieran expresarlo con su voto en esa consulta sobre la indepependencia catalana.
Hace un puñado de meses ambos, enfrentados al paso diez del camino del heroe -así lo llama el profesor de guión cinematográfico de mi hija-, se empeñaron en morir. 
Morir en la vía unilateral, morir en una declaración virtual de independencia imposible, morir en el penoso, vacuo y esperpéntico intento, digno de Valle Inclan, de impedir una votación requisando papeletas y urnas, morir en la puesta escena mas absuda de una represión policial encerrada con raciones de emergencia en un barco bajo bandera de Piolín, morir en procesar por rebeldía a alguien que quería marcharse y no acceder al poder en España.
Ahora, la magia de las urnas ha obrado el milagro, y les devuelve a la vida, les lleva unos cuantos miles de fotogramas atrás en esta película, digna del teatro del absurdo de Ionesco o Pirandello, dándoles la oportunidad de transformarla en una historia que no sea una película de bandas de gansters enfrentadas y pueda convertirse en otra cosa.
"En la vida, en realidad, solo hay una elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir". A ver si esta vez se empeñan en vivir y comprenden que vivir es danzar con quien se tiene enfrente.
Así que eso nos arrastra a esa otra orden cinematográfica famosa: "Danzad, danzad, Malditos". A ver si vuestra danza le devuelve la vida a España y Catalunya. Juntas o separdas, que da igual. 
Que lo único que importa es que sigan vivas las dos tras vuestra danza.

sábado, diciembre 02, 2017

Romper la hucha o no ser conservador, liberal ni mucho menos competente

Mucho se habla en estos días del partido del Gobierno. De sus ramalazos totalitaristas, de sus deribas autocráticas y de sus juicios por corrupción.
Y pareciera que esos son lo únicos motivos por los cuales resulta absurdo seguir manteniéndole en el poder con los sufragios. Pero no. Otro motivo, quizás el principal motivo que haya para no mantener a un gobierno en el poder, es su total y completa incompetencia.
Más allá de la incompetencia política en la gestión de la crisis catalana, más allá de su absoluta inoperancia a la hora de aportar soluciones a la crisis social que sufre España y que no cubre bandera alguna por grande que la bordes y alto que la izes, está su absoluta incompetencia económica.
Alguien dijo que "los gobiernos progresistas son votados cuando se quiere mejorar y los conservadores cuando se quiere no perder lo logrado" Y esa era la función que se encomendó el PP a sí mismo, que gritó a los cuatro vientos en sus dos campañas electorales consecutivas. Pero no lo hace, no solo es que no quiera hacerlo. Es que no sabe hacerlo.
Y como muestra el botón de las pensiones.
Los genoveses que habitan en Moncloa, con Montoro, Bañez y De Guindos a la cabeza, cogieron un Fondo de Reserva de la Seguridad Social con más de 60.000 millones de euros y ahora lo tienen apenas con 8.000, lo que casi ni es suficiente para un pago.
¿Por qué? ¿porque su incomptente gestión de la Seguridad Social lo ha propiciado? No, ni siquiera se reduce a eso. 
Es simplemente porque su absolutamente negligente gestión de las politícas de empleo y el mercado laboral lo ha posibilitado.
Han tenido que tirar del fondo porque, embarcados en su política de imagen de los brotes verdes y la recuperación del empleo y el crecimiento, han hecho que sus propias políticas dinamitaran el fondo.
Su reforma laboral, que ha convertido a dos millones de españoles en suempleados de corta duración con contratos sucesivos de semanas, días o incluso horas, ha tirado por tierra las cotizaciones a la Seguridad Social. 
Hay muchos más contratos, millones de contratos más cada mes que les permiten maquillar las cifras del paro y vender que este desciende -y lo hace estadísticamente-, pero esos empleos, esos subempleos cotizan menos y por tanto el dinero no llega para pagar las pensiones o llega con lo justo. Y cada vez que hay una paga extra hay que tirar del fondo -y me refiero a paga extra de pensionistas y de funcionarios-.
Su política de empleo ha hecho que los jóvenes -los que más años van a cotizar- accedan al mercado laboral en condiciones precarias, con sueldos de 600 euros -580 de media, para ser exactos- y con contratos de corta duración que hacen que lo que cotizan se lo coman dos meses después con la prestación por desempleo y no pueda sumarse al Fondo de la Seguridad Social porque no hay continuidad en el empleo.
Y no lo digo yo, ni mi radicalismo izquierdista, ni nada de lo que se suele achacar desde el votante medio del PP a este tipo de críticas. Lo dicen los numeros de la UE que colocan la perdida de ingresos medios de los españoles en casi 5.000 euros desde 2010 hasta el año pasado.
¿Ingresando 5.000 euros menos se puede cotizar lo mismo? Matemáticamente es imposible. 
¿Cotizando menos se puede mantener el mismo nivel de la Seguridad Social? La ciencia de los números nos arroja idéntica respuesta a la anterior.
Así que, ese mercado laboral que intentan vender como recuperado es el que está matando las pensiones, el que está vaciando el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, el que está tremolando a los cuatro vientos, como una bandera rojigualda a bandas anchas enarbolada contra el independentismo, la absoluta y total incompetencia económica del Partido Popular en el gobierno.
Y encima les lleva a otra inutilidad, a otra incapacidad. La de controlar la deuda y el déficit. Cada vez que meten la mano en la caja de las pensiones generan más gasto y por tanto aumentan el déficit; cada vez que piden un crédito -que no son de 100 o 200 millones, sino de 4.000 millones- aumentan la deuda pública. Dos incompetencias más en su ya abultada lista de inutilidades manifiestas.
Se pueden decir muchas cosas de los gobiernos anteriores al PP -y yo las digo-, pero en eso cumplieron. Se suponía que su trabajo era mejorar la situacion y dejaron un Fondo de la Seguridad Social de 66.000 millones de  euros en constante incemento, con superavits anuales uno detrás de otro. 
¿Por qué? Por el simple motivo de que el modelo de mercado laboral que mantuvieron -aún después de su reforma laboral- potenciaba esas cotizaciones continuadas con la "rigidez" en los contratos y por tanto evitaba el endeudamiento y el déficit en ese aspecto. Así que, lamentandolo mucho por la defensa de enroque siciliano del votante medio del PP, aquí no se puede tirar del famoso "los otros también".
Lo intentan tapar con recortes sanitarios por doquier, con tratamientos caros que ya no sufraga la Seguridad Social, con todo tipo de privatizaciones, pero ni aún así les salen las cuentas. No pueden salirles porque simplemente han permitido que quienes trabajan ingresen menos y por tanto coticen menos en una sociedad que se hace vieja por días, casi por horas.
Si los conservadores no pueden conservar lo más básico ¿por qué seguir votando a un gobierno conservador?, si los liberal capitalistas -que siempre se jactan de tener la economía como base de su política- no son económicamente competentes ¿por qué votar a un partido que se llama liberal capitalista?
Los votantes del PP no tienen respuesta a eso porque los datos y las cifras les dicen que no la hay. Así que se envuelven en la bandera, gritan por la unidad de España y vuelven a tirar de moral y enseñanza de la religión católica en las escuelas, que nunca viene mal.
Los típicos capotes que el PP coloca ante sus militantes, simpatizantes y votantes para que embistan, cegados y sordos a la realidad que les rodea, como el toro de osborne que tan símbolico a ellos les parece.

miércoles, julio 12, 2017

Mayor Oreja y el sueño persistente del PP de ver los tanques en la calle

Lo bueno de tener irredimibles en tus filas es que no se bajan del burro. Ocurra lo ocurra, ellos siguen en sus trece y se convierten en un faro que siempre apunta al mismo sitio, a la esencia de aquello que ellos consideran lo esencial de la ideología. Lo malo es que te destrozan con una frase las más complejas y pensadas estrategias de manipulación social.
Dos semanas intentando vender esto del homenaje a Miguel Ángel Blanco como algo que refuerza la idea de juntos podemos conseguir cualquier cosa, enviando voceros a todas las tertulías para hablar de "puntos de inflexión social", de "decir basta al miedo" y de todo lo que se podía ocurrir para buscar una unidad social inexistente en torno a la figura de esta víctima de ETA y de pronto se le enciende la luz al irreductible, el obseso del control y la fuerza y te la echa por tierra con una sola frase.
"ETA sigue viva en Catalunya a través del procés soberanista de ruptura de España"
Y el gabinete de Comunicación del PP tirándose de los pelos en Génova 13, y los sueldos de todos los estrategas tirados a la basura. No porque no estén de acuerdo, no porque vaya en contra del mensaje que quieren difundir, sino porque toda una vagamente sutil y arteramente pergeñada estrategia de manipulación política y social ha sido puesta al descubierto.
Mayor Oreja, ¡cómo no! Allá donde se invoca la sombra de ETA siempre está Mayor Oreja.
Desde su retiro dorado o su celda acolchada en Bruselas -que nunca se tiene muy claro que papel cumplen en según que partido los destierros europeos- el adalid de la respuesta acorazada en las calles de Donosti a la Kale Borroka, desvela lo que algunos habían inferido, muchos sospechábamos y la inmensa mayoría probablemente no tenía ni idea.
Que todo esto de Miguel Angel Blanco y su homenaje es solo uno de los elementos de algo que nada tiene que ver ETA, ni con el terrorismo en Euskadi, ni con la memoria del asesinado Miguel Ángel Blanco.
Que todo va, como siempre en el último lustro de la política española, de la independencia de Catalunya.
Y ya no hay pancarta, ni memoria, ni ovación en el Congreso que pueda ocultar que el desmedido interés por la conmemoración de Miguel Ángel Blanco va también de eso.
Porque si el procés es ETA hay que reaccionar contra el Procés como contra ETA. Y si la forma de actuar contra ETA es la que se reivindica falsamente a través del homenaje a Miguel Ángel Blanco, eso supone que habrá que enviar a los cachorros a atacar las sedes de todo partido soberanista, independentista o nacionalista en Catalunya, que habrá que internar forzar que las fuerzas del orden, ya sean autonómicas o nacionales, les traten como criminales, que hay que intentar ilegalizar esa forma de pensamiento y decretar un delito ser independentista como se hizo con la infausta Ley de Partidos en Euskadi.
Vamos que hay que equiparar independentista con terrorista. Lo que siempre quiso y buscó el Partido Popular antes y después de Miguel Ángel Blanco.
Da igual que no haya violencia, es indiferente que el único conato terrorista del independentismo catalán, Terra Lliure, lleve décadas muerto y autoenterrado. El independentismo en sí mismo es ETA, es terrorismo.
Si a esto le sumamos a todo el carro de bueyes del sistema bipartidista, desde Aznar a Guerra, pasando por González, clamando por utilizar el artículo 155 de la Constitución para colocar Catalunya en un equivalente a un Estado de Excepción y a Dolores de Cospedal descolgándose también casualmente, como quien no quiere la cosa, con un ""por tierra, mar y aire, las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil se encuentran donde haya que proteger los valores de la democracia y de la Constitución, pero también la integridad y soberanía"de España", parece que no hay duda.
No sé si al final se atreverán pero resulta más que evidente lo que están pensando. 
A lo mejor el irreductible Mayor Oreja ve por fin cumplido su sueño de ver tanques y las tropas en la calle, aunque no sea de Donosti y sí de Barcelona. 
Como ya ocurriera el 23F, en la Semana Trágica o en otros grandes momentos de "defensa de la democracia".
Y a lo peor los verdaderos patriotas nos vemos forzados a ir a una guerra antes de lo que pensábamos y no contra ese enemigo enfundado en negro y falso islam sino contra aquellos que nos fuerzan, como diría el liberal, nada comunista y padre de la patria estadounidense, Edward Abbey, a defender nuestro país en contra del Gobierno.
Aunque sea para defender el derecho de nuestros compatriotas a querer dejar de serlo.
Y entonces Mayor Oreja por fin será feliz.

martes, julio 11, 2017

Las mil muertes de Miguel Ángel Blanco antes de que el PP le deje descansar

Tenemos nueva polémica. Tan manida y maniquea como lo son todas últimamente en este país nuestro que navega entre el sectarismo y la sinrazón.
Ahora la toca el turno a un ponme o no me pongas una pancarta en recuerdo de Miguel Ángel Blanco en el Ayuntamiento de Madrid en el 20 aniversario de su secuestro y asesinato por ETA.
De nuevo ETA, siempre ETA.
Manuela Carmena no quiere ponerla y el PP y Ciudadanos se indignan. Ya no se atreven a decir aquello de que apoya al terrorismo porque ya no hay terrorismo de ETA, pero se indignan.
Y todos sus opinadores y voceros se ponen a recitar sus argumentos. que sí "fue un caso especial", que si "puso en marcha el Espíritu de Ermua", que si "fue cuando la ciudadanía perdió el miedo porque vio que ETA estaba separada de la sociedad española". Todo lo que sea posible para justificar porqué hay que hacer un homenaje nacional y multitudinario a Miguel Ángel Blanco.
Todas ellas podrían ser asumibles -y muchas lo son- si no fueran y hubieran sido manipuladas a lo largo de estos 20 años por aquellos que ahora hablan de unidad ante el terrorismo de nuevo a la sombra de la muerte, el sufrimiento y la sangre de Miguel Ángel Blanco.
Porque cada, disparo, cada muerte, separó a ETA de la sociedad española. La muerte de Yoyes, Meliton y Algorta la separó del independentismo que había recurrido a la violencia ante una dictadura, pero quería abandonarla porque ya no era necesaria; se separo del independentismo más radical catalán con quien pretendía tender puentes con el atentando masivo de Hipercord; se alejo del nacionalismo vasco cuando mando a sus falsos gudaris a amenazar y extorsionar a políticos y empresarios vinculados al PNV y asesinó sin tregua a miembros de la Ertzaina; se alejó definitivamente de la izquierda que buscaba una salida negociada cuando mató indiscriminadamente a políticos como Mujica o pensadores y juristas como Tomás y Valiente o Tagle; dijo adiós a las clases más populares y deprimidas con la reconversión industrial de Euskadi cuando hizo volar por los aires a los trabajadores de Elektra o puso bombas en sedes de la UGT... 
Cada muerte la alejaba de un sector de la población, cada disparo la condenaba a una nueva soledad. Cada acto de locura la aislaba.
Sin todo eso, sin toda la muerte y la locura asesina desplegada antes, el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco no hubiera significado nada, no hubiera tenido la repercusión que tuvo.
Pero, más allá de eso, lo que oculta este recuerdo que ahora se pretende avivar es precisamente la memoria.
Yo sé lo que hice ese día, cuando llegó la noticia de la muerte de Miguel Ángel Blanco. Escribí. Mientras mi hoy ex mujer -más dada a los gestos masivo- llenaba la terraza de velas en remedo de una vigilia pascual, yo escribí. 
Escribí lleno de rabia contra aquellos que habían convertido la lucha contra una dictadura en una mafia, contra aquellos que habían trasformado la justa reivindicación de independencia de un pueblo en una sangrienta forma de vivir, contra aquellos que le estaban robando la esperanza a todos para poder seguir viviendo de las armas.
Quizás por eso. Porque vertí la ira de ese día en papel, el recuerdo de la jornada de la muerte de Miguel Ángel Blanco no me borra la memoria de las posteriores.
No me elimina el recuerdo de como el Partido Popular llevó a su máxima expresión con él y con su memoria la más ruin de las estrategias políticas que se pueden llevar a cabo.
Como comenzó a pasear a la novia y la hermana de Blanco por todos sus mítines políticos en los que decía que el PP y solo el PP podía acabar con ETA; como catalizó la rabia y el dolor para enviar a sus cachorros enmascarados a intentar quemar las sedes de Herri Batasuna, intentando empezar una guerra civil en Euskadi que hubiera originado mucha más sangre de la que ETA hubiera sido capaz de verter aunque estuviera activa mil años.
Y lo que siguió haciendo durante las semanas, los meses y los años posteriores. 
Como intentó minar el gobierno del PNV vertiendo insinuaciones sobre filtraciones en la ertzaina sobre cuales eran los políticos vascos más susceptibles de ser secuestrados; como convirtió el Foro de Ermua -en manos del místico e intransigente Sabater- en un arma españolista contra todo nacionalismo; como se apropio de símbolos creados por otros -las manos blancas, la canción Libertad sin Ira- para gritar a los cuatro vientos que Miguel Ángel Blanco había muerto porque, en palabras del entonces presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, "ETA sabe que solo la firmeza del PP en la defensa de España es capaz de derrotarla".
Como exprimió la formula política de utilizar ETA y su violencia como simbiontes electorales que ya había iniciado dos años antes con el fallido atentado de ETA contra José María Aznar, que le permitió ganar las elecciones y que seguiría durante muchos años con el control y uso partidario de la AVT, con el paseo por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid de los familiares de las víctimas de la T4, alcanzando límites vomitivos y casi criminales con la mascarada del Gobierno de Aznar en el atentado del 11-M.
Así que, si hubieran pedido un homenaje a Tomás y Valiente, a Mujica o a cualquier víctima anónima del atentado de Hipercord, podría creerme que han cambiado, que lo hacen por los motivos que dicen hacerlo.
Pero como no lo hacen solo puedo pensar que gobernando en minoría, llevando al país al desastre económico y social, solamente quieren resucitar viejos fantasmas para lograr una nueva cosecha de apoyo social. Intentando vender de nuevo que el PP, sus políticas, su ideología españolista y todo lo demás salvó España del monstruo de la locura terrorista de ETA.
Por eso tiene que ser uno de los suyos. Por eso tiene que ser Miguel Ángel Blanco. No se contentan con utilizar su sangre y su muerte; no tienen bastante con aprovecharse del dolor de su familia, sino que también quieren capitalizar su recuerdo y su memoria dos décadas después.
Quieren recordarnos que fueron ellos y su forma de concebir España la que acabó con ETA porque era su más firme enemigo. Y sueñan con que, 20 años después hayamos olvidado lo suficiente para que esta vez lo creamos. 
De nuevo ETA, siempre ETA
Pero no. A lo mejor no es por lo que Carmena se niega a poner la pancarta. Pero sí es mi motivo.
No pienso olvidar la valentía de Yoyes y todos los "milis" que se enfrentaron a ETA abandonándola, denunciando sus prácticas mafiosas y arriesgando y perdiendo su vida por ello, ni de los nacionalistas del PNV que también lo hacían, ni de los ertzainas, ni de los sindicalistas, ni de los políticos socialistas o de UPN y permitir que el PP vuelva a intentar vendernos, veinte años después, que ellos acabaron con ETA.
Porque fue su forma de hacer política españolista y de usar a ETA para cosechar votos lo que estuvo a punto de enquistar ese problema para siempre en Euskadi.
Y sobre todo no quiero dejar que se olvide la valentía de los que realmente acabaron con ETA -o por lo menos le dieron el tiro de gracia-. Los magistrados que por fin comprendieron que independentismo y terrorismo no eran lo mismo y dieron a los vascos la oportunidad de votar a un partido independentista no violento. 
Y al pueblo de Euskadi que remató a ETA con un tiro en la nuca de su arrogancia, su locura y su salvajismo votando independentismo en contra de terrorismo.
Mi homenaje a Miguel Blanco, que es parte con su muerte de todo eso, es intentar no dejar que el partido al que perteneció intente utilizar de nuevo su cruel asesinato para ocultar, como ya escribí cuando ETA murió, algo que ni toda la manipulación electoral del mundo debe apartar nuestros ojos. El hecho de que ETA está muerta y de que Euskadi y los vascos la mataron.
Estos son, también veinte años después de la muerte de Miguel Ángel Blanco, los hechos del caso. 
Y son irrefutables.

viernes, junio 09, 2017

Esos filósofos cristianos liberales que no son del PP

A partir del próximo mes de septiembre la filosofía dejará de ser una asignatura obligatoria según los planes de estudio de la malhadada Locme.
Ahora los hay que dicen que la lengua, española, por supuesto, y las matemáticas básicas son prácticamente lo único necesario para poder sobrevivir en este mundo que nos llega y nos están construyendo a golpe de una reforma laboral tras otra y de recortes superpuestos hasta el hartazgo. Pensar no es necesario.
Podría desgranar los motivos y razones por los que el Partido Popular y su gobierno se deshacen de esta asignatura pero es más sencillo dejar que hablen aquellos a los que ahora se va a imponer silencio.
"De aquella ley de naturaleza (...) se sigue una tercera, que es ésta: que los hombres cumplan los pactos que han celebrado, sin lo cual, los pactos son en vano, y nada sino palabras huecas" (Leviatán, XV).
Y, claro, estudiando a Hobbes podríamos llegar a la conclusión que que hay que cumplir las promesas electorales y los compromisos de gobierno entre otras cosas. Que si se jura ante lo que sea cumplir y hacer cumplir la Constitución hay que cumplirlo y no meter la mano en la caja pública, por ejemplo. Y eso no mola, ¿verdad?
O podría ocurrir que estudiando a Kant nos encontráramos con esto:
"Un Estado no es, como lo es, por ejemplo, la tierra que ocupa, un haber, un patrimonio. Es una sociedad de hombres sobre la cual nadie, sino ella misma, puede mandar y disponer. Es un tronco con raíces propias; por consiguiente, incorporarlo a otro Estado, insertándolo, por decirlo así, en él, vale tanto como anular su existencia de persona moral y hacer de esta persona una cosa" (Hacia la paz perpetua). 
Y entonces tendríamos que revisar nuestro concepto de unidad nacional a la fuerza o de identidad patria pese a que no se quiera mantener esa identidad conjunta. En fin, que eso tampoco es muy conveniente.
Claro que quizás el descubrimiento del pensamiento político kantiano no sería tan grave como que pudiéramos encontrarnos que, desde su más profundo cristianismo, Erasmo  de Rotterdam nos proponía esto en el Renacimiento 
"El que tome el timón del Estado, conviene que administre los públicos asuntos, no los suyos privados, y que no piense en nada que no sea para la utilidad general; que de las leyes, de las que él es autor y ejecutor, no se aparte ni el ancho de un dedo". (Elogio de la locura LV).
Malo, malo, malo Erasmo que nos critica los cohechos, los nepotismos y los negocios a escondidas.¡Será posible!
Y no quiera la mala fortuna que, por error o casualidad, los jóvenes en formación pudieran toparse con el bueno de David Hume: 
"Es evidente que si el gobierno fuera totalmente inútil nunca hubiera tenido lugar; y que el único fundamento del deber de obediencia a la autoridad pública es la ventaja que procura a la sociedad, manteniendo la justicia más allá de los intereses propios e individuales de los hombres que la ejercen". (Investigación sobre los principios de la moral, 4)
Vaya, va a ser que la autoridad hay que ganársela haciéndolo bien y la desobediencia y la protesta civil no es un anatema social si aquellos que la ejercen solo piensan en lo suyo y no en el bien común.
O encontrarse con Locke diciendo "La libertad de la religión, en otras palabras, radica en una explicación negativa: Ausencia de coacción. No soy libre si mi conducta está condicionada por la amenaza de un daño que una voluntad ajena a la mía interfiera en mi propio querer Solo soy libre si  puedo hacer todo lo que no está prohibido hacer o dejar de hacer todo lo que no está expresamente exigido" (Carta sobre la tolerancia), con lo que uno de los padres del liberalismo del que tanto hablan mandaría al limbo sus teorías sobre el velo islámico, sobre que el respeto a la libertad religiosa es que el Estado pague los colegios religiosos concertados y los profesores de religión, etc.
Y todo eso solo tirando de pensadores cristianos y liberales,como dicen y repiten en el PP que son ellos. 
Sin llegar a los agitadores Rousseau o Montesquieu, los rojos Marx o Engels, los idealistas Hegel o Schelling o los existencialistas Kierkegaard o Jaspers, sin mencionar al inefable Nietzche y su voluntad de poder. 
Es mejor que los nuevos estudiantes solo aprendan lengua para suplicar de forma correcta y adecuada por un empleo y matemáticas para poder hacer cuentas con sus exiguos 800 euros para llegar a fin de mes. Todo lo demás les llevará al final a ese fatídico para cualquier gobernante inepto, corrupto, despótico e incompetente Cogito ergo sum de Descartes.
Y si se ponen a pensar...

jueves, junio 01, 2017

Moix o la negación plausible de bolero y sainete

Dicen que la distancia es el olvido.
Pues va a ser que el viejo bolero se equivoca por lo menos si se intenta aplicar su siempre melosa letra a esos lares enfangados y turbios que ahora son la política española.
El Gobierno decide tomar distancia, poner tierra de por medio, entre ellos y Manuel Moix, ese fiscal que decidió ser más pro amigos del Partido Popular que anti corrupción y que se ganó la reprobación del Congreso por su intervención -de momento dejémoslo en eso- en el Caso Lezo, por el que Ignacio González ha dado con sus huesos en la cárcel, preventiva también de momento.
Y parece que con eso basta, que es como decir, "yo nada tengo que ver en esto", como volver a los tiempos arcaicos y míticos en los que, en la polvorienta Galilea, alguien se lavaba las manos mientras otros decidían quién moría y quién no.
Pero ni el Gobierno de España es el viejo Poncio, ni el Congreso es el siempre mesiánico pueblo de Israel dirigido por escribas y fariseos ni, por supuesto, Moix es el inefable nazareno.
Así que la distancia, por más que borre amores de la memoria y aparente hacer desaparecer desamores del corazón y de la mente, no sirve en este caso.
Porque no hay distancia que haga olvidar a qué partido pertenece Moix, ni que haga posible que se borre de nuestras sinapsis el hecho de a quién y por qué motivos Moix metió mano en el Caso Lezo.
Porque en esto de la corrupción, de buscar el provecho propio con los bienes de todos, por mucha distancia que se ponga no se consigue evitar que las heces hagan su recorrido trazado hasta caer justo encima de la corbata impoluta y el terno perfecto de a quien corresponda, lo único que se logra es que manchen también a todos los que intentes colocar entre su trayectoria y tu persona.
Porque todo el mundo sabe que en el mito religioso galileo, Pilatos pudo salvar al impertinente carpintero que se decía hijo del hombre.
Y valga el ejemplo evangélico para demostrar que esto no es de ahora, ni del Partido Popular, ni siquiera de la política. Que es tan viejo como lo son la cobardía, la mezquindad, el ansia de poder y la avaricia.
Porque, en nuestro Occidente Atlántico y sobre todo en España -y en Italia, en Italia también-, se ha llevado esa vieja estrategia anglosajona de Ala Oeste del la Casa Blanca de la negación plausible a limites que bordean el sainete patrio o el teatro del absurdo transalpino. 
"No me cuentes lo que haces y así podré negar que sabía lo que hacías si alguien me lo pregunta", reza el adagio que marca esta política que permite tomar distancia del acusado o el reprobado cuando pintan bastos.
Pero claro, en la política, en la empresa, y hasta en las relaciones personales, está estrategia se desinfla por un simple motivo. La negación deja de ser plausible cuando se repite una y otra vez.
Políticos, jefes, responsables... todos creen que diciendo "yo no lo sabía" están cubiertos del error o de la felonía de sus subordinados, que eso impide que les afecten las consecuencias de las mismas, que les permitirá seguir en sus puestos. Por no hablar de todos aquellos que además ocultan que le han presionado para que lo haga -a esto los yankies le llaman ordenes insinuadas- o que con su actitud han forzado el error.
Como si su trabajo no fuera precisamente estar enterados de lo que hacen sus subordinados, supervisarlos, evitar sus errores y denunciar sus excesos si no han podido evitarlos. 
Como si dirigir fuera solamente sentarse en sus sillones o recorrer los pasillos del poder buscando mejorar su posición; como si bastara aparecer con gesto adusto y contrariado y empezar a referirse al individuo en cuestión como "ese señor" o "esa persona" para que todos olvidaran el hecho de que era su responsabilidad que eso no ocurriera y no ha hecho su trabajo, de que se está en esos puestos para enterarse de las cosas y saber cómo se hacen y no ha hecho su trabajo. Como si bastara alejarse y susurrar en los oídos convenientes "yo no lo sabía".
Y lo peor es que basta. Al menos en este país, basta.
Moix caerá por sus errores, la distancia del Gobierno marca como una bala trazadora el final de su carrera, pero nadie asumirá que era su trabajo que esos errores -en este caso claramente malintencionados- no se produjeran. 
La negación plausible llevada al sainete.

sábado, noviembre 26, 2016

La alcaldesa, el comandante y la memoria editada

Menos mal que ha muerto Fidel Castro.
Tranquilos, no se me encienda nadie. Lo digo solamente porque si únicamente hiciera mi pregunta y mi reflexión sobre la muerte de la inefable Rita Barberá alguien podría simplemente descartarla como un insulto de "podemita" o una falta de educación de "perroflauta".
Así que, menos mal que se ha muerto Fidel Castro porque así puedo hacer ambas cosas -pregunta y reflexión- sobre ambos, y unos y otros no podrán -o al menos no tendrán argumentos para hacerlo- echarme en cara ideología ninguna.
Y la pregunta es ¿qué es respetar la memoria de los muertos?
Parece ser que se ha impuesto -por lo menos en este país- una suerte de eterna y en apariencia indiscutible manta de hipocresía social que hace consistir ese respeto en ocultar las carencias, taras, delitos y faltas del muerto en cuestión en aras del respeto a su memoria.
O sea que respetar la memoria de un muerto es mentir, cuando menos por omisión.
Así, Rita Barbará debería ser recordada por lo bueno como una mujer que "dio su vida al Partido Popular" y Fidel Castro como el revolucionario que bajo de Sierra Madre para liberar Cuba de la dictadura de Batista, el por entonces proxeneta máximo del burdel caribeño de Estados Unidos que era Cuba.
Para empezar no sé que de bueno tiene entregar una vida a un partido político -sea este del signo que sea-. Porque eso haría dignos de ser recordados favorablemente a Goebbels, que se la entregó al Partido Nazi, a Kruchev o Stalin que se la entregaron al PCUS, Xiao Ming, que se la entregó al Partido Comunista de China o Pieter Botta, que la puso al servicio del Partido Nacional Afrikaaner. Y me temo que ninguno de esos personajes han de ser recordados favorblemente.
Y lo del criterio de la revolución está bien pero tambien tiene agujeros profundamente oscuros. Poque significaría que deberíamos fijarnos exclusivamente en ese aspecto y considerarlo favorable también en individuos como Mussolini, Pol Pot, Katanga, Mao Tse Tung o Adolfo Calero. Y todos sabemos que las vidas de esos personajes tienen más sombras en forma de cadáveres y sangre que luces en forma de revolución.
Así que me parece que esos no son criterios para respetar la memoria de los muertos. Aunque alguien dira que de lo que se trata es, en beneficio de esa memoria, destacar "lo bueno que hizo". Bien, lo compro. 
Entonces recordemos a Stalin por el milagro agrario soviético, a Hitler por la construcción de infraestructuras y el despegue industrial de Alemania, a Franco por el sistema hidraúlico, a Pieter Botta por el desarrollo de la industria armamentística surafricana, al Ayatolah Jomeimi por el sistema público de Sanidad en Irán y a Ariel Sharon por los sistemas de créditos para el asentamiento de empresas israelies en el extranjero.
Reescribamos los libros de historia y obviemos todo lo demás, para que su memoria sea respetada, volvamos a redactar sus biografías y sus necrológicas para que "lo bueno" haga respetuoso honor a su memoria.
¿Ah, que no se trata de eso? Pues entonces ya me pierdo.
Yo siempre he creido, a despecho de alguna que otra habitante de Las Rozas, que la principal muestra de respeto hacia alguien es decir de él y decirle la verdad. Así que, por extensión, para mi no hay mayor respeto a la memoria y el recuerdo de los muertos que decir la verdad sobre ellos.
Es eso o caer en la falacia de la mítica película Final Cut de Robin Williams y cometer el error de permitir que por conveniencia, política o mera y simple hipocresía social se manipule la vida y el recuerdo incluso después de la muerte.
Y, por puro respeto a la memoria de Rita Barberá, digo que fue una persona que entregó su vida a la consecución y el mantenimiento del poder político a través del Partido Popular, que no supo retirarse a tiempo, que dejó que su ciudad cayera en múltiples tramas de corrupción mirando a otra parte o recibiendo mordidas, pitufeo o como quiera llamarse por ello -estó último está por demostrar y nunca será ya demostrado, ¡que conveniente!-.
Alguien que dilapidó el dinero de los valencianos y del Estado Español en una Ciudad de Las Artes y Las Ciencias que se cae a pedazos, en un fallido Premio de Formula 1 que costó más de lo que dejó, en una Copa America que nunca pasó del rango de entelequia, en una visita del Papa Inquisidor Ratzinger cargada de facturas engordadas, nepotismo en los contratos y pérdidas millonarias.
Una persona que colaboró -con la consejera Catalá y otros tantos- en el desmantelamiento de la educación pública mientras cedía terrenos al Opus Dei y otras entidades religiosas para que abrieran colegios concertados en una sustitución flagrante de la educación por el adoctrinamiento -eso de lo que se acusa ahora tanto a la izquierda-.
Y sobre todo una persona tan mezquina e indigna que siguió refugiandose en su acta de senadora para eludir lo más posible presentarse ante la justicia para responder por sus actos en lugar de vindicar su inocencia adelantando lo más posible el proceso y presentándose con la cabeza bien alta defendiendo su inocencia.
Y por puro respeto a la memoria de Fidel Castro digo que fue un revolucionario que participó- repito, participó- en la Revolución Cubana y que mientras bajaba de Sierra Maestra ya comenzó a librarse de sus rivales políticos, los verdaderos ideólogos de ese movimiento para hacerse con el poder; que obtenida la victoria no supo hacer la transición hacia un gobierno justo, orilló a Ernesto Che Guevera hasta que se deshizo de él aprovechandose de su idealismo enviándole a combatir a una revolución en Bolivia que estaba fracasada antes de empezar.
Alguien que dejó de ser revolucionario, de izquierdas o como quiera llamarse cuando permitió que su población pasara hambre por no dar su brazo ideológico a torcer, al que no le importó mantener contacto y negocios con otros dictadores -por ejemplo un tal Franco, que también era gallego- pese a las pestes que echaba del capitalismo.
Y sobre todo alguien que abandonó toda ideología con tal de mantenerse en el poder en el mismo momento en el que ordenó que la PNR y el G2 ejercieran de policía política en purgas y represiones de opositores o que ordenó al ejercito disparar contra aquellos que abandonaban la isla en las tristemente famosas balsas.
Así que por respeto a la memoria  de Rita Barberá y Fidel Castro defenderé el recuerdo de ellos como una política corrupta y un dictador represor y no solo como una aclamada alcaldesa y un líder revolucionario. Con todos los matices y correciones que los historiadores hagan de ellos con el correr de los años.
Y si sus familias, deudos y allegados se sienten mal por eso, no lo siento por ellos. Para mi y creo que para nadie debe ser factor determinante. Deberían haberlo pensado cuando estaban en vida,sabian lo que hacían una y otro y, en lugar de reclamarles justicia e integridad, les seguían el juego solo por la falsa e inútil lealtad de la sangre.
El respeto a la memoria de cualquier persona es decir y escribir la verdad sobre ella, toda la verdad a ser posible porque, por si alguien no se ha dado cuenta, los muertos están muertos. No sienten ni recuerdan.

sábado, noviembre 19, 2016

El PP bolivariano o el arte de no hallar semejanzas.

Llevamos dos años escuchando hasta el hartazgo y el hastío desgranar una por una las presuntas similitudes entre los partidos de la nueva izquierda española y ese coco mitológico que se han sacado de la manga llamado dictadura bolivariana.
Por más que unos y otros lo intentan, no han podido pasar de un par de afirmaciones del líder de Podemos, unos informes pagados o no, realizados o no, pero que nunca han sido leídos ni publicados y de que Maduro e Iglesias llevan coleta los dos -¡Ah no, eso no!-.
Resulta curioso que mirando tanto hacia Venezuela,  solidarizandose tanto con Venezuela y yendo y viniendo tantas veces a Caracas, Maracaibo y demás, desde Rivera hasta Zapatero, desde Felipe González hasta Jauregui o Mato hayan pasado por alto alguna que otra similitud.
"Ahora nos piden un referendúm para cambiarlo todo, como si la gente no hubiera hablado ya en las urnas. Y nos lo piden aquellos que solo quieren imponer su pensamiento a los que quieren estar unidos y avanzar hacia el futuro".
Podría haberlo dicho Rivera antes de que alguien le aconsejara disimular que es catalán y españolista; lo podría haber dicho Don Mariano en uno de sus escasos arranques antes los medios o incluso lo podrían haber dicho Arrimadas y Albiol en un coro a dos voces.
Pero lo ha dicho Nicolas Maduro.
Y se desgarrarán las vestiduras y expondrán ese argumento tan sólido y desarrollado de "no es lo mismo"
Pero, lo siento sí es lo mismo. Es el miedo cerval a que aquellos que no piensan como tú expresen su opinión; es el pánico más absoluto a que el poder escape de tus manos y recaiga directamente sobre los que tienen el derecho a decidir su futuro en cualquier democracia: los ciudadanos, los votantes, el pueblo. Llamalos como quieras, que en eso también hay controversia.
También resulta llamativo que los medios tradicionales, desde El Pais hasta ABC, desde la Cope hasta Radio Nacional, desde La Razón hasta El Mundo, que tanto han escrito e informado sobre Venezuela no hayan percibido otra pequeña concomitancia.
"La corrupción no es nuestra seña de identidad, son unos elementos aislados que, cuando son detectados, son llevados ante la justicia y esperamos que sean castigados duramente si son culpables. Somos los que más luchamos contra la corrupción y esperamos que sea solo cosa del pasado, herencia de una forma superada de entender lo que es un cargo público".
Digno de SSS -Soraya Saenz de Santamaría-, de Rajoy o de la inmarcesible lideresa del PP madrileño cuando la tan repetida palabra sale a colación en sus entrevistas pactadas y sus declaraciones y les hace torcer el gesto.
Pero lo ha dicho Nicolas Maduro ante una periodista francesa que apenas podia evitar esbozar una sonrisa al escucharle.
Y ahora se mesarán los cabellos y diran: ¡Por el amor de Dios, no es lo mismo!
Pero lo siento, sí es lo mismo. Es no responsabilizarse de lo que hacen sus subordinados. Es no buscar solucion alguna a unas prácticas que minan cualquier régimen político, que convierten el servicio público en una forma ilicita y continua de enriquecimiento. Y da igual que sea la trama Gürtel o las mafias militares fronterizas venezolanas; da igual que sea el nepotismo sanitario o el contrabando alimenticio.
Es proteger al corrupto porque el político que le protege hace lo mismo que él e incluso a mayor nivel. Y da igual que se le incluya en la estructura militar para que sea intocable o que que se le haga senador para que disfrute de aforamiento.
Y, por supuesto, resulta sospechoso que todos los opinadores, analistas y supuestos destripadores de la realidad poilítica española -y venezolana-, desde Inda hasta Maluenda, desde Miguel Ángel Rodriguez hasta Isabel San Sebastián, que tanto han hablado y debatido sobre Venezuela hayan pasado por alto otra semejanza.
"No se puede pretender gobernar y hacer gobernar desde las calles, imponer desde la alteración del orden público a un gobierno electo lo que tiene que hacer, las instituciones (...) son el camino para que se exprese la voluntad soberana".
Y lo podrían haber dicho la egregia Cifuentes, allá en los tiempos del 15M, el inefable Wert en los tiempos de la rebelión educativa o incluso el olvidado Lasquety en los años de la movilización contra la privatización de la Sanidad. Incluso podría haberlo dicho cualquier diputado del PP o del PSOE el día de la votación de la Investidura o de la Reunión de la Conspiración de Bruto y Casio -¡Uy perdón, del Comité Federal del PSOE-.
Pero lo ha dicho Nestor Reverol, Ministro de Poder Popular y Relaciones Interiores de Venezuela.
Y alzarán la mirada al cielo y diran ¡Venga ya!, ¿qué tiene que ver? 
Pues mucho. Tiene mucho que ver. Es intentar acallar y criminalizar el descontento popular. Es anteponer el orden público al derecho de manifestación, es pretender dar una imagen de conformidad inexistente, generar una situación social en la que solo aquellos que apoyan al gobierno puedan expresar libremente y de forma masiva su opinión. Es dejar manifestarse a los que te apoyan y limitar y desacreditar a los que lo hacen en tu contra.
Y da igual que sea por la ampliación de los mandatos presidenciales o por el concepto de familia tradicional, que sea por el aborto o por las nacionalizaciones, que sea por el revocatorio o por la "dignidad de España".
Pero lo que más llama la atención es que los votantes del PP, lectores de ABC y la Razón, oyentes de la Cope y Onda Cero y seguidores de las opiniones de Maluenda e Inda, después de oir, leer y ver tanto sobre Venezuela no hayan percibido el último de los pequeños parecidos que existen entre la España del salvador y defensor de la democracia Partido Popular y el hombre del saco que es la Revolución Bolivariana.
"El Gobierno usará el Constitucional para limitar la actividad del Congreso", titula un periódico después de que la Mesa del Congreso rechazara el intento del PP de imponer una herramienta de poder que bordea la autoritario como son los vetos del Gobierno a las propuestas de ley de la oposición.
Y eso sí lo ha dicho y lo va ha hacer el Gobierno español.
Usar la máxima instancia judicial del país, controlada y nombrada por ellos, para sacarse de la manga una disposición legal que impida al Parlamento aprobar propuestas de ley en contra de su deseo; no aceptar las iniciativas de una mayoría parlamentaria porque son contrarias a lo que el Gobierno tiene previsto, ignorando el hecho de que esa oposición es mayoritaria porque representa a la mayoría de los españoles -en una proporción 70-30 por si alguien lo ha olvidado-.
Limitar la capacidad legislativa de uno de los poderes del estado -el legislativo- en favor de otro -el ejecutivo- a través del tercero -el judicial- solamente porque se quiere ejercer el poder sin tener en cuenta lo que quieren los demás.
Eso, como referencia actual, solo tiene un nombre: bolivarianismo venezolano. Ahora griten ¡Demagogia!
Pero, antes de hacerlo, piensen que si esto es demagogia, lo es todo lo que han estado leyendo, escuchando y repitiendo sobre otras similitudes de otros con Venezuela y su régimen. Así que tendrán que replantearse de nuevo su pensamiento, quizás esta vez hasta de forma autónoma.
Y si no lo es están jodidos. 
Porque tendrán que decidir entre unas similitudes ficticias o cuanto menos proféticas con el régimen bolivariano y otras muy reales y tengibles que ya intentan y practican aquellos a los que concedieron su sufragio para evitar que "España se convierta en Venezuela".

sábado, noviembre 05, 2016

Dolors en la frente y el votante del PP vuelve a Matrix

Y la primera en la frente.
Nunca un frase hecha vino tan al pelo de lo que ocurre en la actualidad.
Durante meses aquellos que han decidido votar a quienes ya les habían traicionado una vez, a quienes ya habían incumplido sus promesas electorales, han vuelto a hacer el ejercicio casi enfermizo para autoconvencerse de que esta vez no, de que ahora el Partido Popular cumpliría sus promesas por fin y no haría que la insistente actitud de sus fieles se transformara en el epítome de la incosciencia. Ya se sabe, eso de repetir una y otra vez la misma acción esperando que tenga un resultado diferente, como diría el personaje cinematográfico.
El PP prometió en sus dos campañas regeneración, lucha contra la corrupción, transparencia y honestidad política y se nos descuelga colocando en un ministerio a una ministra que le debe dos millones de euros a Hacienda. ¡Vaya, va a ser que no, que todo sigue igual!
Mientras Montoro, ese hombre pequeño que ansía que le vean enorme, intentaba acorralar a los actores para "dar ejemplo", y persigue a los deportistas de élite con el famoso 85 -15 porque "todos deben contribuir", Rajoy coloca a una morosa en un ministerio y los ecos de esa prometida regeneración de esa frase de "el PP no es corupto, son solamente algunas personas" resuenan para convertirse en un chiste de mal gusto.
Los votantes del PP callados como tumbas mientras tanto, los mismos que corren a llenar las redes de recriminaciones al senador Espinar de Podemos por agenciarse una plusvalía de 36.000 euros -que no digo yo que esté bien ni mucho menos- siguen como monjes trapenses, no se indignan, no se alteran lo más mínimo por los dos millones que la flamante ministra debe al fisco, es decir a ellos, a todos.
La primera en la frente. Y la segunda será que no dimitirá, otro gran ejemplo de regeneración dentro del partido, y la tercera...no hay que esperar.
Margarita Mariscal de Gante, ex ministra del PP, será la que tramite la ponencia para revisar la condena que obliga a dos alcaldes de su partido a pagar cuatrocientos mil euros. 
No se ha enfriado aún la tinta de la firma, no se han apagado aún los ecos de su juramento -ante la biblia, por supuesto- cuando el nuevo Gobierno ya coloca a alguien en un puesto para tapar las vergüenzas de los suyos.
Todo muy regenerado, muy transparente.
Y que politicos y votantes de Génova no se atrevan a decir que lo de la españolista catalana -que por eso está en el ministerio, no nos engañemos- les ha pillado de sorpresa. Porque antes de las elecciones la buena de Dolors y su señora madre ya le debían al fisco la nada despreciable cantidad de 1.277.000 euros. Estaba publicado, redactado, sabido y hasta tuiteado pero... ¡para que se va a preocupar el PP de esa minucias!, lo suyo es la regeneración y la transparencia.
Alguien, alguien del Partido Popular, se intentó hace un tiempo arrogar el mérito de haber salvado la democracia española como parte de los siete millones de sufragios que había recibido el PP.
No sé si han salvado la democracia española de ese monstruo ficticio que ellos quieren ver porque les conviene, pero lo que sí sé es que esos siete millones de votos han mandado un mensaje claro.
"Seguid robando, seguid defraudando y estafando, no nos importa con tal de que la bandera rojigualda de tres bandas ondee en Catalunya y de que nuestros alimentados e irracionales miedos estén a salvo".
Y el Gobierno ha captado el mensaje. Desde el primer día.
Ahora, queridos, os toca callar o seguir hablando de Espinar, de los ERE y de Pujol, que para eso os los ponen en las portadas los medios que os gusta leer porque escriben lo que quereís leer.
Hora de volver a entrar en Matrix.

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