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sábado, noviembre 03, 2018

Cuando Torrá se olvida de que la democracia se basa en Montesquieu

No sé en cuantas ocasiones el españolismo radical -que es practicamente todo- ha tirado de lo de antidemocrátas para atacar a los independentistas catalanes. Que si eran antidemocrátas por convocar un referendum solo porque tenían posibilidades de ganarlo, que si eran antidemocrátas porque si lo ganaban proclarian la independencia sin pensar en el 49% que no la quería (como si eso no fuera la esencia de la democracia); que si eran antidocrátas por ir contra la Constittución Española (como si toda independencia de todo país no hubiera estado en contra de las normas del país del que se independizaba)... 
En ninguno de los casos una mínima reflexión sobre política e historia permitía mantener el argumento. Pero todo lo que no ha conseguido el furibundo españolismo de bandera hasta en la sopa está a punto de conseguirlo el President Torrá con sus exabruptos extemporáneos y su nueva reclamación sobre los Presupuestos Generales del Estado, vinculando el apoyo a los mismos a las acusaciones contra Junqueras por parte de la Fiscalía del Estado.
¿En serio está poniendo en la balanza los Presupuestos y la acusación de Rebeldía contra Junqueras y demás?, ¿en qué estado democrático una decisión judicial está al mismo nivel que una acción de gobierno?
Mezclar ambos términos es decir que el Gobierno debe influir en la judicatura del Tribunal Supremo para que cambie su instrucción del caso y en el Fiscal General del Estado para que modifique sus acusaciones. Es pasarse la división de poderes, que es el meollo central del gobierno democrático, por el arco de Bará.
Es pura y sencillamente una solicitud antidemocrática.
Si la acusación de rebeldía es falsa que lo demuestren en los tribunales, si los presupuestos no les gustan pporque no le dan suficiente dinero a Catalunya o por cualquier otro motivo que no los aprueben. Pero meter las dos situaciones en el mismo saco no es otra cosa que hacer una declaración de intenciones sobre como Torrá y quienes le jalean entienden el Estado. Ya sea el catalán o el español.
Un Estado en el que el poder político manipula el judicial, un Estado en el que las acusaciones se ponen y se quitan en virtud de acuerdos porlíticos que nada tienen que ver con la culpabilidad o inocencia de los reos. Un Estado en el que el ejercicio del poder es un totum revolutum en el que todo vale y todo está en manos de los mismos.
El Gobierno de Moncloa puede cambiar las acusaciones de la Abogacía del Estado porque esa institución está legalmente bajo su mando y es Moncloa quién decide lo que hace y deja de hacer. Pero ni la Fiscalía General del Estado ni el Tribunal Supremo lo están, así que pedirle que las presione o las modifique para dar el apoyo a los Presupuestos es una petición marcadamente antidemocrática.
Y no vale decir que el anterior gobierno del PP sí lo ha hecho. No vale decir que ellos sí manejaban a jueces y fiscales y que por tanto el actual gobierno puede hacer lo mismo para deshacer el desaguisado que los antiguos inquilinos genoveses de Moncloa han liado.
¡Pues claro que puede hacerlo, pero no debe!
Esa es la diferencia entre ser democráta y no serlo. Que no renuncias a la democracia por muy bien que te venga hacerlo en algunas ocasiones.
En España o en Catalunya. Da igual.

martes, octubre 23, 2018

Tres palabras que llevan a la nausea con la muerte de Khashoggi

Muchas cosas se podrían decir sobre este nuevo capítulo de lo que el Occidente Antlántico considera como acitvismo, solidaridad o justicia. Muchas palabras que no expresarían el límite que ha sobrepasado todo lo que ocurre en torno al asesinato de Khashoggi.
Pero tres me bastan: Hipocresía, egocentrismo y repugnancia.
Los que se manifiestan con las pancartas que piden justicia para el periodista muerto, los gobiernos que reaccionan indignados y todos aquellos que claman al cielo y se rasgan las vestiduras son unos hipócritas. Hipócritas porque exigen el fin de la venta de armas a Arabia Saudi, pero se libran mucho de exigir el final de la compra de su petróleo.
Hipócritas porque su boicot supone no vender unas armas con las que no se ha matado al turco y sí a otro puñado de miles de personas, pero no impide seguir llenando las arcas de ese régimen medieval y absolutista para que otros, que seguirán sin tener escrúpulo alguno en hacerlo, puedan continuar aumentando sine die sus arsenales. Pero claro, si no compramos el petróleo a lo mejor nos sube la gasolina, se nos inflael coste de los plásticos o de cualquier otro derivado del petróleo y eso no, eso no lo pedimos en bien de la justicia.
Un egocentismo que bordea la arcada porque tan solo sabemos mirarnos el ómbligo, ¿la muerte de un solo hombre origina todo eso? Mientras las armas mataban a miles en Yemen, ningún gobierno ha pedido embargo alguno, claro los muertos no eran de los suyos. No alteran su visión "democrática" del mundo.
Mientras los tribunales saudies ejecutan a homosexuales, adulteros y adúlteras e infieles de distintos niveles al ritmo de varios por semana nadie ha salido con sus fotos a la calle reclamando justicia para ellos, ningún gobernante europeo ha exigido a sus socios que hagan algo, que dejen de comprar, vender o intercambiar cualquier mercancia con los señores feudales del Golfo.
Pero que no toquen a un periodista -una de esas profesiones que creemos que han de ser intocables por necesarias para la libertad y la democracia- en nuestros aledaños, que no tengan la osadía de hacernos ver que nuestro ombligo no es seguro y sagrado, que entonces hay que dejarles claro que la linea que nos preocupa que pasen no es la del asesinato, la tortura, los crímenes de Estado o la brutal represión, sino que todo eso eso se ejerza con alguien de los nuestros y cerca de nosotros.
Y repugnancia.
Repugnancia hacia quienes demuestran que la vida de miles de personas es menos importante que la de un periodista; ante los que exigen seguridad y libertad para ellos ahora y cambian la de pueblos, comunidades y colectivos enteros por un contrato que lleve el AVE hasta La Meca o los ingresos que producen las ventas de armamento.
Tres palabras que para mi encierran una sola verdad. Que un país entero, miles de personas sometidas a la Sharia y cientos de homosexuales no valen menos que Khashoggi.
Y que Occidente actúe como si fuera así solo lleva a la nausea.

viernes, junio 01, 2018

De la elusión al oxímoron para defender una mentira por el bien de Ciudadanos

"No está tan claro que un gobierno débil sometido a los vaivenes de unos socios peligrosos (Podemos, ERC, PdCat, PNV, Bildu...), vaya a contribuir a estabilizar o regenerar nada. ¿No hubiera sido mejor negociar una fecha para convocar elecciones generales, más pronto que tarde, para que sean los españoles los que decidan quién quiere que lidere el proceso de estabilización y regeneración institucional?"
Es maravilloso como se puede colar como un argumento algo que a la vez es una elusión, un sofisma, una manipulación y un oxímoron.Vayamos por partes.
La elusión del cuarto partido
El PSOE estará supuestamente "sometido a los vaivenes" de esos socios por un único motivo. Ciudadanos se ha negado a apoyarle y solo seguirá sometido a ellos si Ciudadanos se mantiene en la negativa de no apoyarle haga lo que haga. Ni una palabra sobre la responsabilidad que tendría el partido de Rivera en esa inestabilidad.
El sofisma del peligro
¿"Peligrosos"?, ¿peligrosos para quién?, ¿por qué Podemos o PNV son peligrosos?, ¿por qué no lo es Ciudadanos? No hay ni una sola iniciativa parlamentaria de Podemos o el PNV -o incluso Bildu- a lo largo de la legislatura que sea "peligrosa".
A menos que la abolición de la Ley Mordaza, el levantamiento del impuesto al sol, la eliminación de los elementos de precarización de la Reforma Laboral, la fijación de un criterio general de cálculo de las pensiones, la fijación de un calendario de cierre de las nucleares, la supresión por ley de la posibilidad de amnistías al fraude fiscal o la reducción de impuestos a las compañías sociales se consideren "peligrosas" para España y para la democracia.
¿Por qué el PNV es un socio peligroso ahora y era un socio responsable hace diez días con la aprobación de los presupuestos?
No puede considerarse peligroso a un partido que lleva desde el comienzo de la última fase democrática de nuestro país haciendo lo mismo, lo que tiene que hacer. Preocuparse de lo que ellos consideran que son los intereses de Euskadi. Que para eso les votan.
¿Por qué no se considera "peligroso" a Ciudadanos?
Resulta curioso que no se haga hincapié en que es el único partido -no independentista- que defiende posiciones anticonstitucionales y antidemocráticas.
¿No es anticonstitucional defender la eliminación del cupo vasco cuando figura expresamente reflejado en la Carta Magna española?, ¿no es anticonstitucional y antidemocrático defender la extensión del artículo 155 solamente para controlar TV3 y los mossos, ninguna de las cuales es constitucionalmente competencia del gobierno central?
De nuevo silencio al respecto
La manipulación de la estabilidad y la regeneración.
Se afirma que es dudoso que el nuevo gobierno "vaya a contribuir a estabilizar ni regenerar nada", pero se omite que la sola presentación de la moción de censura ya ha contribuido más a la estabilidad que todo el gobierno de Mariano Rajoy. En el asunto de Catalunya ha propiciado que llamaran al orden a Torrá, que desbloquear la formación del Govern y que obligara al PP a levantar el 155. Puede que no nos guste ese gobierno, pero la situación política en Catalunya ya es estable, ya no depende de los juicios.
En el resto de España, si hace diez días el presupuesto garantizaba la estabilidad en la legislatura, ¿por qué ahora no lo hace si todos los partidos se han comprometido a respetarlo?
De nuevo, los únicos que podrían desestabilizar esos presupuestos son aquellos que votaron a favor de él si ahora le ponen trabas o votan en contra de leyes que emanen de él. O sea el PP o Ciudadanos.De nuevo se omite tal posibilidad.
Y con la regeneración tres cuartas de lo mismo.
¿Qué impide al nuevo gobierno poner en marcha la Ley de Transparencia?, ¿o la modificación propuesta para los delitos de corrupción en el Código Penal? Los únicos que han bloqueado esas propuestas han sido el Partido Popular y Ciudadanos. Sí Ciudadanos deja de hacerlo la regeneración podrá comenzar. La responsabilidad está en ellos y no se incide en ese aspecto.
Por no hablar del hecho de que esa regeneración en la política pasa por recuperar el diálogo y la negociación -según el mismo periódico ha defendido en múltiples ocasiones cuando quienes se negaban a dialogar eran otros-. Así que la necesidad y la disposición al dialogo entre fuerzas políticas ya es en sí mismo un comienzo de regeneración. Y quienes se nieguen a participar -que ya sabemos quienes son- son quienes la impiden.
El oxímoron del proceso electoral.
Abordar la pregunta retórica final del razonamiento de El País es lo que transforma el razonamiento completo en un oxímoron porque la respuesta, que se pretende retóricamente que es sí, es en realidad no.
El panorama político real -incluso el inventado por Demoscopia- deparará ahora o dentro de un año un panorama político con cuatro partidos constreñidos en un arco porcentual de voto que va entre el 20% (Podemos) y el 24% (según el CIS). Eso supone la imposibilidad de formar gobierno unitario para cualquiera. Si con un 33% de los votos el PP necesitó dos elecciones y un golpe de mano de la Ejecutiva del PSOE para poder formar gobierno, solo hay que volver a la historia más reciente para saberlo.
Así que, en realidad, la convocatoria de elecciones supone seis meses de un gobierno en funciones sin posibilidad de legislar y otros tantos -no se sabe cuantos- después de los comicios -que probablemente tendrían más de una edición- hasta que alguien consiga formar un ejecutivo que no sería probablemente más estable que el de Sánchez.
¿Por qué esa situación garantiza la estabilidad?
No hay respuesta posible porque la única es que no la garantiza.
Así que todo ese argumento, que parece racional y responsable, no es otra cosa que un intento de elevar a categoría universal las necesidades de un solo partido: Ciudadanos.
Un partido que, sabiendo que esas elecciones inmediatas no generarían estabilidad ninguna, pretende forzarlas para estar en mejor posición para pescar en ese río revuelto.
Es equiparar el bien de Ciudadanos con el bien de España. Exactamente lo mismo que lleva haciendo demagógicamente el PP durante las dos últimas legislaturas y en todas las que ha ostentado el gobierno.
Poca regeneración parece

viernes, marzo 02, 2018

De empeñarse en morir a Danzad, danzad, Malditos (crítica cinéfila del Procés)

Hay una frase muy típica de las pelis estadounidenses.
Ese momento en el que quien ejerce la función de heroe en la historia duda entre hacer o no hacer algo y su colega -generalmente el negro que termina muriendo un puñado de fotogramas después- le dice aquello de "en la vida, en realidad, solo hay una elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir".
Pues esa es la elección que afrontan la justa reclamación de un proceso que decida sobre la independencia de Catalunya . Y esa es la decisión que, aunque no lo crean los nacionalistas españoles, afronta la democracia y el Estado de Derecho española a través de su legítimo gobierno.
Los independentistas, que han logrado de nuevo el refrendo de la mitad de la población catalana en las urnas -aunque repartidos de otro modo- tienen que mantener viva esa reclamación, esa necesidad de clarificar de una vez por todas si Catalunya quiere ser independiente o no.
El paso a un lado de Puigdemont es, para mi, el primer paso que se da en ese sentido. Un paso casi de sardana, de esos que retiran el pie un poco hacia atrás antes de completarlo totalmente.
¿Por qué? Porque la propuesta de Jordi Sánchez como su sustituto, encarcelado y pendiente del proceso judicial absurdo iniciado por orden del Gobierno español contra el antiguo Govern y el independtismo en general, no es el heroe de la peli cargando sus armas, afilando sus cuchillos y haciendo flexiones para ponerse en forma y derrotar a sus enemigos. No es ese "empeñarse en morir". Es más bien un paso de danza que deja la posibilidad de "empeñarse en vivir" a su antagonista, al coprotagonista de esta peli, que se ha querido vender como de buenos y de malos, y que en realidad es una historia de bandas rivales: el Gobierno español.
Porque ahora es el Gobierno español el que debe demostrar que él también está "empeñado en vivir". No en vivir eternamente en el poder, no en vivir en su ideología nacional españolista por siempre y para siempre. Empeñado en que la democracia española persista, en que todos, catalanes o no, nos podamos creer que vivimos en un país en el que tenemos derecho -aunque sea poco- a decidir nuestro destino.
Le toca de deshacerse de todas las memeces -sí, memeces- de que la democracia se defiende a golpe de decreto, de proceso por rebelión, de intervención a través del manido y manipulado artículo 155 de la Constitución. 

Le toca adelantar el pie en esa sardana hacia Jordi Sánchez, si sale elegido, y demostrar que sabe que la democracia se basa en lo que siempre se basó: el derecho de los que deben decidir algo a decidirlo.
Le toca decidir entre empeñarse en la muerte de seguir escuchando los cantos de sirena de los nacionalistas españoles de bandera en el balcón y argumentos absurdos, que van desde el falso imperio histórico hasta la pretensión de que toda España participe en ese referendum, o empeñarse en la vida que a esta nación -y a la que eventualmente podría surgir de una independencia catalana- la daría saber que aquí las cosas se solucionan hablando, dialogando, acordando, escuchando y dejando que la gente decida lo que quiere hacer con su futuro.
Y eso solo puede hacerse con un referendum al que no se niegue el gobierno español por mucho que tema perderlo, por mucho que le abuchee el nacionalismo español que no tiene arte ni parte en este asunto, salvo aquellos que vivan en Catalunya y quieran expresarlo con su voto en esa consulta sobre la indepependencia catalana.
Hace un puñado de meses ambos, enfrentados al paso diez del camino del heroe -así lo llama el profesor de guión cinematográfico de mi hija-, se empeñaron en morir. 
Morir en la vía unilateral, morir en una declaración virtual de independencia imposible, morir en el penoso, vacuo y esperpéntico intento, digno de Valle Inclan, de impedir una votación requisando papeletas y urnas, morir en la puesta escena mas absuda de una represión policial encerrada con raciones de emergencia en un barco bajo bandera de Piolín, morir en procesar por rebeldía a alguien que quería marcharse y no acceder al poder en España.
Ahora, la magia de las urnas ha obrado el milagro, y les devuelve a la vida, les lleva unos cuantos miles de fotogramas atrás en esta película, digna del teatro del absurdo de Ionesco o Pirandello, dándoles la oportunidad de transformarla en una historia que no sea una película de bandas de gansters enfrentadas y pueda convertirse en otra cosa.
"En la vida, en realidad, solo hay una elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir". A ver si esta vez se empeñan en vivir y comprenden que vivir es danzar con quien se tiene enfrente.
Así que eso nos arrastra a esa otra orden cinematográfica famosa: "Danzad, danzad, Malditos". A ver si vuestra danza le devuelve la vida a España y Catalunya. Juntas o separdas, que da igual. 
Que lo único que importa es que sigan vivas las dos tras vuestra danza.

sábado, diciembre 02, 2017

Romper la hucha o no ser conservador, liberal ni mucho menos competente

Mucho se habla en estos días del partido del Gobierno. De sus ramalazos totalitaristas, de sus deribas autocráticas y de sus juicios por corrupción.
Y pareciera que esos son lo únicos motivos por los cuales resulta absurdo seguir manteniéndole en el poder con los sufragios. Pero no. Otro motivo, quizás el principal motivo que haya para no mantener a un gobierno en el poder, es su total y completa incompetencia.
Más allá de la incompetencia política en la gestión de la crisis catalana, más allá de su absoluta inoperancia a la hora de aportar soluciones a la crisis social que sufre España y que no cubre bandera alguna por grande que la bordes y alto que la izes, está su absoluta incompetencia económica.
Alguien dijo que "los gobiernos progresistas son votados cuando se quiere mejorar y los conservadores cuando se quiere no perder lo logrado" Y esa era la función que se encomendó el PP a sí mismo, que gritó a los cuatro vientos en sus dos campañas electorales consecutivas. Pero no lo hace, no solo es que no quiera hacerlo. Es que no sabe hacerlo.
Y como muestra el botón de las pensiones.
Los genoveses que habitan en Moncloa, con Montoro, Bañez y De Guindos a la cabeza, cogieron un Fondo de Reserva de la Seguridad Social con más de 60.000 millones de euros y ahora lo tienen apenas con 8.000, lo que casi ni es suficiente para un pago.
¿Por qué? ¿porque su incomptente gestión de la Seguridad Social lo ha propiciado? No, ni siquiera se reduce a eso. 
Es simplemente porque su absolutamente negligente gestión de las politícas de empleo y el mercado laboral lo ha posibilitado.
Han tenido que tirar del fondo porque, embarcados en su política de imagen de los brotes verdes y la recuperación del empleo y el crecimiento, han hecho que sus propias políticas dinamitaran el fondo.
Su reforma laboral, que ha convertido a dos millones de españoles en suempleados de corta duración con contratos sucesivos de semanas, días o incluso horas, ha tirado por tierra las cotizaciones a la Seguridad Social. 
Hay muchos más contratos, millones de contratos más cada mes que les permiten maquillar las cifras del paro y vender que este desciende -y lo hace estadísticamente-, pero esos empleos, esos subempleos cotizan menos y por tanto el dinero no llega para pagar las pensiones o llega con lo justo. Y cada vez que hay una paga extra hay que tirar del fondo -y me refiero a paga extra de pensionistas y de funcionarios-.
Su política de empleo ha hecho que los jóvenes -los que más años van a cotizar- accedan al mercado laboral en condiciones precarias, con sueldos de 600 euros -580 de media, para ser exactos- y con contratos de corta duración que hacen que lo que cotizan se lo coman dos meses después con la prestación por desempleo y no pueda sumarse al Fondo de la Seguridad Social porque no hay continuidad en el empleo.
Y no lo digo yo, ni mi radicalismo izquierdista, ni nada de lo que se suele achacar desde el votante medio del PP a este tipo de críticas. Lo dicen los numeros de la UE que colocan la perdida de ingresos medios de los españoles en casi 5.000 euros desde 2010 hasta el año pasado.
¿Ingresando 5.000 euros menos se puede cotizar lo mismo? Matemáticamente es imposible. 
¿Cotizando menos se puede mantener el mismo nivel de la Seguridad Social? La ciencia de los números nos arroja idéntica respuesta a la anterior.
Así que, ese mercado laboral que intentan vender como recuperado es el que está matando las pensiones, el que está vaciando el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, el que está tremolando a los cuatro vientos, como una bandera rojigualda a bandas anchas enarbolada contra el independentismo, la absoluta y total incompetencia económica del Partido Popular en el gobierno.
Y encima les lleva a otra inutilidad, a otra incapacidad. La de controlar la deuda y el déficit. Cada vez que meten la mano en la caja de las pensiones generan más gasto y por tanto aumentan el déficit; cada vez que piden un crédito -que no son de 100 o 200 millones, sino de 4.000 millones- aumentan la deuda pública. Dos incompetencias más en su ya abultada lista de inutilidades manifiestas.
Se pueden decir muchas cosas de los gobiernos anteriores al PP -y yo las digo-, pero en eso cumplieron. Se suponía que su trabajo era mejorar la situacion y dejaron un Fondo de la Seguridad Social de 66.000 millones de  euros en constante incemento, con superavits anuales uno detrás de otro. 
¿Por qué? Por el simple motivo de que el modelo de mercado laboral que mantuvieron -aún después de su reforma laboral- potenciaba esas cotizaciones continuadas con la "rigidez" en los contratos y por tanto evitaba el endeudamiento y el déficit en ese aspecto. Así que, lamentandolo mucho por la defensa de enroque siciliano del votante medio del PP, aquí no se puede tirar del famoso "los otros también".
Lo intentan tapar con recortes sanitarios por doquier, con tratamientos caros que ya no sufraga la Seguridad Social, con todo tipo de privatizaciones, pero ni aún así les salen las cuentas. No pueden salirles porque simplemente han permitido que quienes trabajan ingresen menos y por tanto coticen menos en una sociedad que se hace vieja por días, casi por horas.
Si los conservadores no pueden conservar lo más básico ¿por qué seguir votando a un gobierno conservador?, si los liberal capitalistas -que siempre se jactan de tener la economía como base de su política- no son económicamente competentes ¿por qué votar a un partido que se llama liberal capitalista?
Los votantes del PP no tienen respuesta a eso porque los datos y las cifras les dicen que no la hay. Así que se envuelven en la bandera, gritan por la unidad de España y vuelven a tirar de moral y enseñanza de la religión católica en las escuelas, que nunca viene mal.
Los típicos capotes que el PP coloca ante sus militantes, simpatizantes y votantes para que embistan, cegados y sordos a la realidad que les rodea, como el toro de osborne que tan símbolico a ellos les parece.

martes, noviembre 21, 2017

Ese simple y necesario ejercicio de verdadera democracia y auténtico feminismo

Hay pocas intervenciones, discursos, palabras, que permiten saber a ciencia cierta lo que se es y lo que no se es. Y esta intervención de Irene Montero en el Congreso de los Diputados es una de esas raras perlas.
Porque lo que se es o se deja de ser no se demuestra con lemas, con hastaghs, tremolando pancartas, carteles o banderas, no se demuestra repitiendo consignas como mantras ni dándele me gusta a un post en las redes sociales. Se demuestra con lo que das, con lo que haces.
No es de ahora, es de hace dos meses, pero quizas ahora esté mas vigente que nunca. Por de loque se habla y de lo que se deja de hablar.
Demostró lo que es el PP. No porque lo que dice o apoya, ni siquiera por lo que condena, deja de condenar o condena con la boca pequeña, como los deseos de muerte  e implantanción de un régimen nazi en Madrid de algunos policías municipales.
Mostró que el Partido Popular y su gobierno es totalitarista sencillamente por lo que hace y desctivo por fin ese recurso clásico del votante del PP que mantiene que se acusa a los populares de fascistas solamente porque son conservadores y capitalistas, o sea, lo que aquí se llama de derechas.
Pero no. Irene Montero realizó uno de los mejores exponentes parlamentarios de la ciencia de los porqués, ese arte, tan olvidado en nuestros entre lemas coreados y banderas, que consiste en explicar el motivo de nuestras afirmaciones.
Porque un gobierno que permite y alienta desde un ministerio que funcionarios públicos de la Seguridad del Estado investiguen, creen pruebas falsas e intoxiquen para conseguir sus objetivos politicos es totalitario, es fascista. Como lo fue la Oficina de Información de Goebbles con el Manifiesto de los Sabios de Sión y lo fue el KGB con la Agitpro en todas sus versiones.
Porque un Gobierno que se niega a negociar un asunto político -la situación de Catalunya en España- en aras de la ley se convierte en fascista cuando sí se sienta a negociar con otros, ignorando la ley porque sí les conviene: con los defraudadores porque son aliados suyos y les conviene -también es ilegal defraudar a Hacienda-; con las farmaceúticas para sacar de la cobertura de la Seguridad Social 1.000 medicamentos porque conviene a sus intereses.
Porque utilizar la ley, retorcerla o cambiarla en tu propio beneficio y en el de aquellos que apoyan tu permanencia en el poder es totalitario, es fascista. Como lo hiciera Hitler con la Ley que admidstiaba los delitos de arios cometidos contra judíos o lo hizo Stalín con la ley que declaró "actos revolucionarios" exentos de investigación las tropelías de los bolcheviques contra los mencheviques en el Octubre Rojo.
Porque un gobierno que se aviene a pagar con el dinero de todos las deudas de quienes les sostienen y prestan dinero, pero luego se niega a megociar con esos mismos bancos la aceptación de la dación en pago de las deudas hipotecarias solo para que mantengan sus ganancias y puedan seguir dándole dinero en perjuicio de muchos, es totalitario porque solo piensa en como sus tentar su poder, no en como ejercer un buen gobierno.
E intervenir un ayutamiento y no otro en idénticas o peores condiciones por estar gobernado por alguien de tu partido es totalitarista; y forzar la investigación financiera de unos patidos políticos y no del tuyo es totalirista, y, y, y...
Eso no es ser conservador, eso no es ser liberal capitalista. Eso no es ser de derechas. es simplemente ser totatalitario.
Y en esa intervención Montero demostró también lo que es ella.
Demostró más feminismo, más lucha por la mujer, que cualquier cartel, cualquier hashtag, cualquier campaña o manifestación. Demostró que ese empoderamiento, ese acceso al poder y a la representación de las mujeres ha de hacerse trabajando por todos, luchando por la mejorar global de la sociedad, no solo hablando y anteponiendo a todo los temas que el mismo feminismo llama "de la mujer".
Demostró que está dispuesta a defender a toda la sociedad, de enfrentarse al gobierno no solo por su machismo -que también lo hace cuando corresponde- sino por todo lo que perjudica desde su punto de vista a toda la sociedad, sean mujeres u hombres.
Envió, un mensaje casi sin querer, de que si solo te preocupas de lo tuyo, si aparcas el resto de la realidad y solo te centras en lo que te interesa, en lo que te beneficia, estás tan solo a un paso de transformarte en aquello de lo que acusas a tu rival. En totalitarista.
Porque lo tuyo importa y es prioritario y lo del resto no.
Así que recupero hoy esta intervención como bello ejercido de feminismo -aunque no nombre a la mujer ni una vez- y de sentido democrático antitotalirista.
Los y las de siempre a mi me lo criticarán por lo de siempre. Por rojo o por machista
Y los de siempre se lo criticarán a ella por lo de siempre
Los que se empeñan en defender a un gobierno totalitario y en el borde interior del fascismo por roja, podemita y la ya mítica financiación venezolana de Podemos con pruebas creadas ad hoc y rechazadas. Y los machistas porque dirán que está ahí porque esta buena y es pareja del líder del partido.
Y dará igual ignorar la verdad de sus palabras, una beca en Harvard rechazada o que sea mil veces más inteligente, mejor oradora y más demócrata que cualquiera de ellos.
Defender el totalitarismo es lo que tiene. Te obliga a pensar en término fascistas. 

sábado, octubre 28, 2017

No aprender a salir de la Caverna

Catalunya se ha declarado independiente y de nada servirá.
Y es eso y no ninguna otra cosa, ningún otro matiz, lo que hoy hace que las linea que escribo destilen un solo sentimiento:decepción.
Y no lo siento por los gobiernos, políticos y líderes de uno y otro lado, de gobiernos y oposiciones. Nada de ellos esperaba. No te pueden decepcionar quienes ya lo han hecho tanto que no generan la expectativa más pequeña.
No lo siento porque Catalunya sea o no independiente. Eso siempre dio igual. Al menos para mi, que me perdonen los unos y los otros.
Siento decepción por miles, por millones de personas que habitan junto en mí en la tierra en la que vivo y de la que no me siento ni quiero sentirme propietario.
Porque, una vez más, como otras tantas, siento que aún no hemos aprendido a ser demócratas. Que no sabemos pensar en contra nuestra.
Que preferimos refugiarnos en la ley cuando nos favorece que darnos cuenta que esa ley, aunque nos venga bien, puede ser injusta y restrictiva para otros; que millones de nosotros hemos anclado la razón a una sola palabra, escrita en un prefacio de un Corpus legal, que para otras cosas se ha cambiado a capricho, y la hemos arrojado al mar a que se hunda en lugar de pararnos a pensar si para otros era justo que esa palabra les impidiera decidir su futuro.
Decepción porque, pese a la historia, la educación y las frases dichas y repetidas con la boca pequeña de unos y de otros, seguimos aquejados del mismo mal de siempre que nos impregna todo y no nos deja liberarnos a nosotros por dentro ni dejar a los otros ser libres desde fuera.
El mismo mal que hace que un hombre mate a la mujer que le abandona porque ya no le quiere o a la mujer que es abandonada buscar destruir a aquel que ha dejado de amarla;  el mismo vicio aciago y repetido que nos hace exigir a nuestros hijos que sigan la senda que nuestra expectativa trazó para ellos sin su consentimiento, odiar al extranjero, despreciar lo que no conocemos, ignorar el dolor de aquellos que mueren y sufren lejos por culpa de cómo vivimos y elegimos vivir. La misma lacra dolorosa que nos llevó a la Inquisición, la purga afrancesada, las checas o los campos de reeducación en aciagos pasados.
No sabemos mantener el amor por la libertad si esta no es la nuestra o se opone a aquello que pensamos y sentimos, no sabemos amar y defender la democracia si actúa en contra nuestra. 
No sabemos amar, lo que sea y a quien sea, si no nos sentimos dueños y propietarios de ello por completo.
Decepción porque millones de nosotros desperdiciaron una oportunidad para la grandeza, la auténtica grandeza, que hubiera sido defender el derecho de otros a elegir aunque fuera algo que a nosotros nunca nos hubiera gustado que eligieran.
Porque seguimos poniendo ese vago concepto de ser grandes no en lo que hacemos, no en la actitud de respeto y apoyo a la libertad de los otros, sino en pasados rancios llenos de sangre, muerte, barbaríe y crueldad que hoy queremos mostrar como gloriosos.
Porque en lugar de ser gandes y decir "es arcaico, ilógico y hasta perjudicial para ti, pero es tu decisión, tomalá en libertad con mi apoyo y consejo", hemos preferido repetir como un mantra salvador una unidad tan falsa como inútil, el nombre de un país y tremolar dos colores en una configuración concreta de bandas horizontales. ¡Cómo si eso sirviera de explicación a algo, de sustitutivo de la libertad o de referente de la democracia!
Decepción sí. Y no hace falta que nadie me juegue al "ellos más", al "ellos empezaron" o a cualquier otro argumento. No pretendo convencer a nadie de que esto sea cierto o lo que deba sentir a este respecto, pero es eso y solo eso lo que siento.
Decepción porque siento que todo lo que se ha hecho y apoyado por esos miles o millones de españoles no se ha hecho ni apoyado en defensa de la Constitución, la democracia o la libertad, sino por el único motivo de que no se quería una Catalunya independiente, de que no se quería perder la votación, de que no se había madurado lo suficiente como estado moderno para poder respetar la democracia.
Decepción porque hoy, que Catalunya se declara independiente, no estoy más cerca de saber si los catalanes quieren ser independientes que cuando se declaraba parte de España.
Y eso solo ocurre porque quien tenía que hacerlo, quien tenía que garantizar la libertad de los catalanes a elegir democraticamente su destino, no lo ha hecho por miedo a que ese destino no fuera el que ellos querían. 
Y, sobre todo, porque muchos de los que teniamos la obligación de exigirselo prefierieron colocar una bandera en su balcón que luchar por el derecho de otros a decidir libremente su futuro.
Puede que eso sea legal, pero no debería serlo.
Puede que no sea inconsticuional, pero sí debería serlo.
Pese a todo, pese a todos, o quizás por todo y por culpa de todos,seguimos mirando a través de la realidad virtual que crean nuestros deseos y preferencias sin pensar en los demás. Seguimos como siempre. 
Hemos desperdiciado otra oportunidad para salir de la caverna.

miércoles, junio 21, 2017

Macron, Francia y la regeneración o el continuo recurso a la inconsciencia

Francia. Una ves más Francia. El ejemplo casi eterno de lo bueno y lo malo, lo radical y lo moderado, la evolución y la regresión europea, lo vuelve a ser en estos días.
Emmanuel Macron, nuevo presidente de Francia, respaldado además por la mayoría absoluta más apabullante de la V República gala, fue con su victoria prácticamente elevado a los altares por aquellos que, por convicción, por interés o por pura ingenuidad, abogaban por eso de que el cambio dentro del sistema es posible, que era cuestión de regeneración y no de cambio, que las lacras que están infectando hasta consumirlo el sistema político y económico del Occidente Atlántico se deben a las personas, a las taras y vicios de unos pocos, no a la esencia del sistema en sí mismo. 
Rivera y su Ciudadanos, escindidos y agarrados al Partido Popular gobernante casi a partes iguales, enseguida se quisieron ver reflejados en el espejo de Macron y su partido. Si el francés había triunfado ellos lo harían. 
Los grandes partidos, los de siempre, aunque algo más recelosos, se colgaron de su europeismo a ultranza, de su capitalismo liberal económico innegociable, para ponerle de ejemplo contra los "populismos", esa bestia parda que se han inventado de la nada, que pretende unir en la misma galera a los que reman a favor y en contra de la libertad, a los que quieren sustituir el capitalismo y a los que quieren radicalizarlo hasta su esencia más cruel, a los pacifistas y a los belicistas... En definitiva, a todos los que quieran encontrar un nuevo sistema que les cambie los esquemas políticos y económicos en los que ahora se mueven con tanta comodidad.
Macron no había salido del sistema y había optado por la regeneración y el pueblo francés -porque a los franceses no les importa que se refieran a ellos como el pueblo, cosas de la Revolución Francesa y tal- le había apoyado. Y ese era el camino. Francia era el ejemplo. Hasta hace tres días.
Porque, igual que el ascenso de su gobierno ha sido meteórico, la demostración de la falsedad de su carácter ejemplificante ha sido igualmente veloz.
En tres días ha perdido cuatro ministros por corrupción, entre ellos ni más ni menos que el encargado de redactar la Ley de moralización de la vida pública, el equivalente más o menos a esa Ley de Transparencia patria que se perdió misteriosamente en el limbo.
Se puede decir que no son del partido de Macron, se puede decir que en otros gobiernos anteriores -tanto franceses como españoles- aunque les hubieran investigado no hubieran dimitido y recordar a Lagarde, Le Roux, Pasqua, Villepin e incluso los presidentes Chirac y Sarkozy.
Pero la realidad ese argumento será poco más que una excusa, que un paño caliente, para ocultar que en tan solo setenta y dos horas se ha convertido en realidad en ejemplo de todo lo contrario de lo que antes era.
En ejemplo de que el camino de la regeneración interna del sistema es una falacia circular de la longitud aproximada de la circunferencia de Júpiter.
Porque la regeneración del sistema es imposible. No porque Macron no la desee, no porque los políticos sean malas personas, sino simple y llanamente porque el sistema lleva impresos en sus genes esos defectos y vicios y regenerarlo no los elimina sino que los reproduce.
Y antes de que alguien se eche las manos a la cabeza preguntándose a gritos "¡¿Cómo va a llevar la democracia impresa la corrupción, el nepotismo, la explotación, la búsqueda del beneficio personal desde los cargos públicos en sus genes?!", intentaré explicarme.
Decir que el sistema en el que vivimos se resume en el sintagma "La democracia" es un reduccionismo banal y sin sentido.
El sistema occidental atlántico es un sistema de democracia representativa indirecta de listas cerradas que se sustenta en el capitalismo neo liberal como organización del sustrato económico, que tiene como fuente de esa organización los mercados financieros especulativos, y que se apoya en los principios filosóficos en la defensa parcial de los derechos individuales, el progreso personal y la competición económica y social.
Eso así, para empezar la faena. Y seguro que algo se me olvida. Pero claro,como eso no cabe en un tuit, en un eslogan ni en una pancarta, tiramos del reduccionismo positivista del "Estado democrático de derechos".
Pero en nuestro sistema esta la esencia de la corrupción porque los políticos viven alejados de la voluntad de los ciudadanos al no acercarse a ella nada más que cada cuatro años y de forma parcial; porque los partidos marcan las leyes, los nombramientos, los tiempos y los ritmos de esos políticos, así como sus caídas y ascensos, más que las urnas; porque el triunfo personal en toda la sociedad se mide por el enriquecimiento; porque el triunfo político depende más del apoyo del partido, de los intereses que le sustentan y de las maquinaciones de pasillo y despacho que de la voluntad de los votantes.
Y si analizamos la parte económica ya podemos ponernos a rechinar los dientes y mesarnos los cabellos. 
Un sistema económico que vive siempre al borde del colapso si no crece y crece continuamente; exigiendo beneficios rápidos y continuos; dirigido por unos mercados especulativos que no tienen en cuenta los derechos ni las leyes nacionales, continentales ni universales -en caso de que las hubiera-; en el que la actividad especulativa produce más rendimientos que la industrial, la comercial y la de servicios todas juntas; en el que no solo es lícito, sino que es aplaudido, operar en la sombra para alterar el precio de bienes y empresas; en el las decisiones políticas marcan el éxito o el fracaso de las empresas y los vaivenes de los mercados imponen unas decisiones u otras a los políticos; en el que el éxito empresarial se mide en beneficios sin contar cómo se obtienen esos beneficios; en el que el apoyo financiero marca la posibilidad de acceder al éxito político; en el que el bienestar, los beneficios empresariales y el crecimiento económico constante de un tercio de la población mundial depende de la miseria del resto del planeta.
Todo aquel que quiera medrar, gobernar o tener éxito económico dentro del sistema precisa recurrir a alguno de los falsamente llamados "vicios" del sistema que, en realidad, son sus marcadores genéticos distintivos. Corrupción, nepotismo, explotación, expolio, etc, etc, etc.
Y hablar de regeneración es un recurso a esa eterna inconsciencia colectiva que supone repetir las mismas acciones una y otra vez en la esperanza de que obtengan resultados distintos. Es como pretender que por el mero hecho de que la serpiente mude de piel, la siguiente cobertura que le salga sea el cálido pelaje de un gatito. Pero realmente sabemos que, no solo será de serpiente, sino que tendrá idéntico dibujo que la anterior.
Todavía los habrá que defiendan que cambiando todas esas cosas en el sistema puede funcionar. Y les doy la razón porque si cambiamos todo eso, habremos cambiado de sistema, no lo habrás regenerado, lo habremos cambiado que es de lo que se trató desde el principio.
¡Ah, antes de que se me olvide!, otra cosa para esos del "prefiero que me gobierne un ladrón a un comunista", que está ahora tan de moda: cambiar no es volver a cosas que ya fallaron también, es inventar algo nuevo. 
El sistema que tenemos -comúnmente falsamente reducido en la palabra democracia- no es, en contra de la cita clásica, el mejor de los posibles. Es el mejor de los que hemos tenido hasta ahora y cambiarlo no significa renunciar a la esencia democrática.
Por si había dudas.

domingo, junio 18, 2017

Pedro Sánchez, plurinacionalidad o no empezar a caminar por el principio

No voy a ser yo quien critique el concepto de plurinacionalidad.
Pero, como casi todo en la vida menos el odio y el fanatismo, el uso del concepto requiere matices y mas matices, sobre todo si viene del Congreso del PSOE que parece que, por fin y a la segunda, ha decidido hacer lo que tiene que hacer un partido: caso a sus militantes.
Parece ser que la plurinacionalidad y el federalismo -este desempolvado del Congreso de Suresnes, por si alguien lo ha olvidado- son las dos zancadas de gigante que llevaran al PSOE a la izquierda. O al menos que empezaran a hacerlo.
El matiz comienza, como casi siempre últimamente por una pregunta: ¿por qué la defensa de ese concepto llevará al PSOE en un vuelo fugaz y renovador, cual ave fénix renacida, de pronto hacia la izquierda?
Y es que resulta que defender la plurinacionalidad y el federalismo no es un concepto de izquierdas. Puede que a los conservadores patrios les parezca que sí, puede que para ellos el unitarismo sea un rasgo diferencial del liberalismo o del capitalismo o de la democracia cristiana o de como se quieran definir, pero va a resultar que no.
Ángela Merkel cree en el federalismo, no lo ha cuestionado ni una sola vez y es presidenta del país más federal de Europa, y la señora Merkel no es de izquierdas. Los republicanos estadounidenses creen en el federalismo, son incluso defensores acérrimos de los poderes de los gobernadores dentro de sus estados y muy de izquierdas no son; los tories británicos no ponen en tela de juicio la condición plurinacional de Gran Bretaña, la unión de coronas que no de reinos, y lo llevan con cierta flema y elegancia -salvo en el Ulster, todo hay que decirlo- desde hace varias centurias. Y tampoco es que ideológicamente se hayan alimentado a los pechos de Saint Simon o Lenin.
Y si lo vemos al revés, pues tres cuartas de lo mismo: Ninguno de los gigantes que pervirtieron el comunismo y la izquierda ha sido defensor de la plurinacionalidad. China ejerce el comunismo autocrático en los cuatro puntos cardinales de su inmenso territorio -salvo en Hong Kong, vale- y erradicó y sigue erradicando todo movimiento que pretenda el reconocimiento de antiguas nacionalidades históricas dentro de su territorio. Por no hablar de la antigua URSS, que mucho de nombre era una unión de repúblicas, pero cercenaba los impulsos nacionales por la tremenda en toda su esfera de influencia, desde los Balcanes hasta el Báltico.
En fin, que está muy bien lo de defender la plurinacionalidad, pero eso realmente no te hace ni mas de izquierdas, ni más de derechas, ni más de centro. Aunque en nuestro país pueda parecer lo contrario.
Así que el matiz y la reflexión sobre este asunto me lleva a la conclusión de que Pedro Sánchez corre el riesgo de hacer, una vez más, lo que hacen todos los políticos en este país desde hace casi una década. Esconderse tras el debate nacionalista para no enfrentarse al debate social en el que realmente sí tienen que poner su ideología encima de la mesa.
Porque quizás el camino hacia la izquierda no pase por hablar de plurinacionalidad en primer lugar. Quizás tendría que pasar por anunciar que si gobierna evitará la especulación bursátil prohibiendo en la bolsa española las operaciones en corto -que con lo del Banco Popular se lo han puesto como a Felipe II, por cierto- o directamente anunciando que en el mercado de valores no se permitirá comerciar con Opciones y Futuros, o que no se dará condición de operador a los Fondos Buitre.
Quizás el camino a la izquierda pasaría, antes de abordar tan intrincado concepto de organización del Estado, por anunciar que en su gobierno las empresas tributarán lo mismo -no más, simplemente lo mismo- que las personas físicas o que se establecerán medidas para evitar la ingeniería fiscal a través de empresas interpuestas radicadas en paraísos fiscales.
Es posible que para empezar a andar en dirección hacia la izquierda habría que hablar del salario mínimo, de penalizaciones por no realizar reinversión productiva de los beneficios empresariales, de la redistribución de los mismos, de tomar medidas para restringir o incluso eliminar el sistema de deuda apalancada de nuestra economía o del aumento impositivo a la rentas del capital provenientes exclusivamente de la especulación bursátil.
Cabe la posibilidad de que para iniciar un verdadero camino de vuelta hacia la izquierda hubiera que pasar, antes que por el voto catalán o vasco, por hablar de abolir la legislación de aforamiento, de renunciar a la enmienda nocturna y alevosa de nuestra Constitución sobre el techo de gasto, de revisar la legislación bancaria para impedir desmanes como los pretéritos o de plantear la modificación del código penal para castigar con fortaleza la corrupción política.
O a lo mejor habría que empezar por caminar en la linea de plantear si gobierna un sistema en el que los órganos judiciales no están controlados, designados y nombrados -aunque sí vigilados- por el poder político, en el que las Fiscalías sean realmente independientes, en el que la composición de los altos tribunales no dependan de la correlación de fuerzas políticas.
Y luego ya hablaremos de cuantas naciones somos y si queremos vivir federadas, unidas, separadas o como sea.
Lo lamento del nuevo por el PSOE y por sus militantes y simpatizantes pero, si Pedro Sánchez y su nueva ejecutiva no empieza por cualquiera de esas cosas o por todas ellas su recientemente estrenado camino hacia la izquierda, me temo que no será más que otra operación de lavado de cara.
Una operación que utilizará una discusión que se ha polarizado artificialmente por unos y por otros para ocultar lo verdaderamente relevante en la sociedad española, que es la situación cada vez más precaria y miserable de sus ciudadanos, y en la ideología de la izquierda democrática, que no es otra cosa que no dejar que el dinero y el poder se impongan sobre la libertad de los ciudadanos.
Veamos y observemos, que tampoco se va a cambiar el paso en unas cuantas horas de congreso. A ver que pasa.
Por eso no voy a ser yo el que critique el concepto de plurinacionalidad.

domingo, junio 04, 2017

Seguridad, miedo y la profecía de Hugo Weaving


La imagen que abre esta reflexión habla por si misma.
Podrían ser los balcanes hace dos décadas, en los años de la locura y la masacre étnica; podría ser Tel Aviv en los peores momentos de los locos bombas de la sangre y la yihad o incluso Chechenia, Ucrania o hasta China, si omitimos los rasgos faciales de los protagonistas.
Pero es Londres. Es Londres anoche. 
Y no es una redada de violentos, ni de hoolligans futbolísticos, ni de manifestantes antisistema. Es una evacuación después de un atentado, el enésimo, el siguiente, el penúltimo, de esos fanáticos manipulados y conducidos por los que están usando a su dios para truncar la balanza del poder global en su favor.
Transeuntes, potenciales víctimas atrapadas en el radio de acción del terrorista, evacuados con la manos detrás de la cabeza, en fila y registrados mientras son evacuados; con los rostros cansados y resignados, sin gesto alguno de contrariedad. Como si fuera normal, como si fuera lógico, como si no hubiera otro modo de hacerlo.
Una imagen que no se veía en Londres desde... nunca. Al menos si no se tiene en cuenta esa maravillosa historia, que está empezando a dejar de ser ficción para convertirse en profecía, llamada V de Vendetta.
Esto no es una crítica al protocolo de seguridad que obliga a hacer eso. Probablemente no haya otra manera de hacerlo si se quiere tener una oportunidad de detener a los culpables. Es solamente una constatación de algo que nos negamos a reconocer: Estamos perdiendo y estamos a punto de perder de forma definitiva.
Por más que se llenen la boca de decir tras cada atentado, tras cada ataque, que los enemigos de la sangre y la falsa yihad no nos van a cambiar la forma de vivir, nuestros gobernantes nos la están cambiando.
Los enemigos del Occidente Atlántico, aquellos que quieren acceder al poder global en sustitución de los que ahora lo ostentan o detentan, siguen diez pasos por delante, siguen logrando de nosotros y de nuestros gobernantes lo que desean.
Ya no se buscan bombas, ya no se siguen los rastros de terribles productos químicos, inmundicias radiactivas o de complejos periplos de armas que llegan desmontadas en contenedores a los puertos de Amsterdam o Bristol. Ahora se nos puede matar con una furgoneta, con un cuchillo, con las propias manos.
Llega la final de la Copa del Rey y se habla de la posibilidad e un atentado en el metro de Madrid; El Real Madrid gana la Champions y se especula con un atentado en Cibeles; el solo susurro de una posibilidad de atentado siembra la histeria y la muerte en Italia entre los que están contemplando como la Vecchia Signora pierde la Champions; se ve circular una furgoneta con demasiada velocidad y la gente busca refugio en los portales o los restaurantes...
El mensaje es claro: "os podemos matar con cualquier cosa, en cualquier momento, en cualquier situación". El perfecto detonante de la paranoia colectiva.
Y la respuesta de nuestros gobernantes es la esperada, en parte por necesidad y en parte -y no poca- por deseo:" control, control, seguridad y control. Debéis soportar ese control para derrotar al terrorismo".
¿Y nosotros? Nosotros nos acostumbramos a ver soldados por las calles o policías dotados de armamento militar que antes nos hubiera puesto los pelos de punta; nos acostumbramos a ir en autobús si se rumorea que habrá un atentado en el metro, a ser evacuados como combatientes vencidos o potenciales enemigos en lugar de como ciudadanos asustados del escenario de un atentado.
Así que, por más manifestaciones, por más discursos y por más hashtags de Twitter que convirtamos en Trending Topic, sí han cambiado nuestro modo de vida. Entre los terroristas y nuestros gobernantes han cambiado nuestro modo de vida.
Nadie dice que no sea necesaria la persecución policial del terrorismo e incluso el enfrentamiento bélico contra los bastiones del falso califato -aunque habría que hablar mucho de los modos y maneras-, pero mientras nuestros gobernantes se empeñen en poner mucho más énfasis en el control de seguridad de la población -aprovechándolo en ocasiones para sus fines- que en la búsqueda y la solución de las raíces que mantienen vivo ese terrorismo, seguiremos perdiendo y seguirán cambiando nuestra forma de vivir y nosotros seguiremos resignándonos a ello.
Y si no trabajamos para evitar eso, si no se lo hacemos comprender a nuestros gobernantes, terminaremos transformando al Hugo Weaving con la mascara de Guy Fox de la ya mítica película de profeta en historiador y viéndonos obligados a hacernos las mismas preguntas que él y darnos las mismas respuestas
“¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Quién es el culpable? Bueno, ciertamente unos son más responsables que otros y tendrán que rendir cuentas. Pero, la verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable, solo tenéis que miraros al espejo. Sé porque lo hicisteis, sé que teníais miedo. Y quien no. Guerras, terror, rabia, una plaga de enfermedades que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común. El terror pudo con vosotros y presas del pánico, acudisteis al actual líder. Os prometió orden, os prometió paz y todo cuanto os pidió a cambio, fue vuestra silenciosa y obediente sumisión.”

Le Penn en Francia, Haider en Austria, Wilders en Holanda, Orban en Hungría...Donald Trump en Estados Unidos 
¿Cuantas veces hemos ya estado a punto de hacerlo o lo hemos hecho ya?


viernes, junio 02, 2017

La corrupción orgánica en una sola frase

En las enésimas elecciones que hubimos de vivir antes de este Gobierno, los que ahora lo ostentan a trompicones lograron recabar los sufragios una y otra vez con mensajes y promesas reiteradas hasta la extenuación: la corrupción no es algo del Partido Popular, son casos puntuales... Regeneración, regeneración, regeneración. 
Y les fue bien. Sus votantes les creyeron y una y otra vez les votaron. Por eso y el miedo fatuo y estrámbotico a un régimen estalinista campando por España. Pero eso es harina de otro costal..
Y ahora, cuando el Gobierno logra aprobar por los pelos su primer presupuesto, ocurre lo de siempre, lo que siempre hace el Partido Popular, lo que parece no importarles a sus votantes: Incumple sus promesas.
Para empezar, la Ley de Transparencia acabó en el olvido y tampoco era precisamente un dechado de regeneración política a cualquier precio, pero lo peor es que de regeneración no tenemos nada sino más bien todo lo contrario.
El caso del fiscal Manuel Moix es el último de una larga cadena de nuevos agujeros en la dignidad, la integridad y la credibilidad de un partido que prometió regenerarse y que no lo hace ni parece tener intención de hacerlo.
Y no se trata solamente de los restos y coletazos de los viejo, como la imputación de Ana Mato en Gürtel o los vaivenes de Jorge Fernández Díaz y sus presiones ilegales, ilegalmente escuchadas, es todo un rosario de nuevos casos que hacen ver que el PP tiene la corrupción enraizada en sus cuadros, sus dirigentes y sus cargos públicos.
Desde los albores de este periodo de Gobierno, con la decisión de poner al frente de Sanidad a Dolors Montserrat, cuya empresa familiar tenía deudas millonarias con Hacienda, hasta el día de hoy, con el Caso Lezo del ínclito Ignacio González y la no menos ínclita Esperanza Aguirre, se ha desgranado un rosario de nuevos casos que desdicen la promesa y la supuesta intención electoral del Partido Popular.
Cristina Cifuentes, adalid de la regeneración populista -sí populista, porque por algo el Partido Popular se llama así, aunque ahora se hayan inventado que el populismo es otra cosa-, investigada por los contratos de la comisión de expertos de la Asamblea de Madrid, Concepción Dancausa por Mercamadrid, el despacho de Montoro recibiendo una querella de anticorrupción, el famoso piso del titular de la Dirección General de Tráfico, los intentos fallidos de asegurar el pan y el retiro dorado a Federico Trillo y Jorge Fernández Díaz sin que asumieran responsabilidades políticas por nada de lo hecho, la dimisión del presidente de la Región de Murcia al ser imputado por corrupción...
Pero  lo peor no son los casos, es la actitud del Gobierno. Siempre defendiendo a los implicados, afirmando que deben seguir en sus cargos, incluso llegando a decir que hacer pública una acusación o imputación daña la imagen del político. Ni una investigación interna del Partido Popular, ni una suspensión de militancia, nada. Para el PP ser corrupto no es reprobable.
El ejemplo más brutal y directo de que esa corrupción, que vendieron como algo individual y prometieron regenerar, es algo orgánico de su partido está en Manuel Moix y el Caso Lezo.
Pero no en lo que haya dicho o hecho el ya ex fiscal sino una sola frase de todas las escuchas: "A ver si podemos poner a Moix en Anticorrupción".
Y Moix acabó en Anticorrupción. 
Eso no es posible sin que muchas personas del Partido estén de acuerdo, no es algo individual o de unos pocos. Es corrupción orgánica e integral en estado puro. Si un corrupto puede usar el partido para controlar quién investiga la corrupción, ¿qué otras cosas no podrá hacer usando el PP en ámbitos menos evidentes?
Otra promesa incumplida que por supuesto los votantes del PP tampoco tendrán en cuenta en las próximas elecciones. Ellos sabrán el motivo.

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