Van a reformar el Tribunal Constitucional. Y sería el momento de decir ¡Albricias!, pero parece que no.
La reforma del alto organismo jurisdiccional que plantea el gobierno del PP tiene una sola finalidad que es vencer en su lucha contra el soberanismo catalán buscando una sanción a Artur Mas por incumplir los dictámenes del alto tribunal.
Y es precisamente en eso en lo que está el error de fondo de esta reforma. No se trata de mejorarlo, no se trata responder a un clamor popular que exige un cambio en uno u otro sentido. Se trata de convertirlo en un arma arrojadiza contra los que piensan y conciben su nación de una manera distinta a la suya, de transformarlo en una unidad de combate a su favor.
A lo mejor hay que darle al Constitucional potestad sancionadora -y creo que es bueno- pero, acuciado por sus necesidades de victoria política, nuestro gobierno se ha saltado más o menos quince pasos y ha ido al último. Habría que empezar por limpiarlo de injerencias políticas, por cambiar la forma de designación del mismo, por apartarlo del poder legislativo y ejecutivo, por utilizar criterios judiciales y no políticos en la elección de los magistrados.
Pero para que eso fuera factible y creíble antes habría que realizar el mismo proceso con el Consejo General del Poder Judicial y con lo órganos de gobierno de los jueces y con todos los estamentos judiciales que ahora mismo son designados.
Y luego, solamente luego, darle capacidad sancionadora para que multe o sancione a Artur Mas o a cualquier otro que incumpla sus dictámenes.
Pero Mariano Rajoy y el gobierno español no pueden hacer eso. Primero porque sería un proceso largo que tendría como objetivos en sí mismos el cambio y la mejora en el Tribunal Constitucional y no el verdadero de Rajoy que es frenar el intento soberanista de Catalunya.
Y segundo porque si hace todas esas reformas, aunque llegara a tiempo, a lo mejor el Tribunal Constitucional no haría lo que él quiere que haga. Porque ya no lo controlaría.
Así que en realidad Mariano Rajoy y el gobierno no reforman el Tribunal Constitucional. Solamente lo cargan con nueva munición explosiva para apuntar hacia un objetivo diferente y seguir usándolo como arma política.
Otra oportunidad perdida de que alguien se crea que quieren regenerar la política. Si que alguien aún tenía dudas.
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