- Monseñor Demetrio, ¿el feminismo
radical es malo porque es radical? ¿Porque, como todo lo radical, puede llegar
a interpretar el mundo solamente a través de un prisma, a tratar a los individuos
como un todo homogéneo y a asignar virtudes y defectos solamente por el hecho
de ser hombre o mujer?
- No hija mía, no. Hacer eso es bueno.
El feminismo radical no es malo por eso.
Nosotros hicimos eso en el siglo I,
considerando perversos a todos los que mantenían la fe en los dioses grecorromanos,
quemando la biblioteca de Alejandría, considerando paganos e impíos todos los
textos generados por los que tenían esas creencias pese al saber que atesoraban.
Luego lo repetimos en el siglo XI,
enviando a lo peor de cada país y cada familia a matar infieles al grito de
"dios lo quiere", sin buscar un acuerdo, una entente ni un
entendimiento con aquellos que pensaban de forma diferente a la nuestra.
Santificando a hombres que se bañaron en la sangre de judíos y musulmanes y
potenciando el más fanático de los radicalismos
Y luego lo repetimos en el siglo XV
poniendo en marcha la Santa Inquisición donde el radicalismo de unos cuantos
era la tabla de medir para decidir sobre la vida y la muerte de los que no
creían en un dios idéntico al nuestro e incluso los que, creyendo en ese mismo
dios, se negaban a verlo como nosotros o a rendirnos pleitesía y ciega
obediencia.
El feminismo radical no es malo por
ser radical, por poder convertirse en fanático o por correr el riesgo de
intentar imponer una única visión del mundo. Si eso lo hizo la Santa Madre
Iglesia no puede ser malo. El feminismo radical es malévolo porque puede hacer
lo mismo que hicimos nosotros pero defendiendo cosas opuestas a las nuestras.
Es malo porque nos viene mal.
- Entiendo, Eminencia. Entonces, ¿la
ideología de género es mala porque antepone los derechos de unos a otros, el
derecho de la vida de unos al derecho a la vida de otros?, ¿es mala porque
defiende el aborto?
- No pequeña, no. Los caminos del
Señor son inescrutables.
Durante siglos, La Santa Iglesia de
Roma ha hecho lo mismo. Eso no puede ser malo.
Hace cinco siglos convencimos a todos
los monarcas europeos para anteponer el derecho a la vida de los creyentes en
nuestra versión de dios al derecho a la vida de todos los demás y para que decretaran
expropiaciones, expulsiones, persecuciones y pogromos de todos ellos en todos
los reinos que se llamaban cristianos.
Hace seis siglos nuestros teólogos
mantuvieron que dios prefería la muerte de un infiel que su vida y no nos
importó defender la vida de niños o de adultos si no se convertían a nuestra
fe. La vida no nos importaba si no estaba al servicio de nuestro dios y por
tanto bajo nuestro mando y dominio.
Hace siete siglos, cuando éramos
muchos y eso no importaba, decidimos que el aborto no era un pecado porque los
nacidos no tenían alma hasta que eran bautizados, porque era mejor que se
borrara el pecado de una madre soltera que conservar una vida
Pero hace poco más de un siglo un papa
decidió que dios había cambiado de opinión porque cada vez éramos menos, porque
mientras el resto de las religiones ganaban en ciegos adeptos la nuestra la
perdía y nos convenía que los nuestros tuvieran el mayor número de hijos
posibles.
Así que la ideología de género no es
mala por defender el aborto y no el equilibrio entre el derecho a la vida de
unos y de otros. Es perversa por defenderlo ahora que a nosotros no muy mal que
se defienda.
- Comprendo, Ilustrísima. Pero ¿entonces
no es buena porque defiende el divorcio y eso atento contra el bienestar de los
niños y las niñas?
- No, jovencita, no. Los misterios
teológicos escapan a tu discernimiento. Ora y escucha para que te llegue la
iluminación.
Durante siglos nosotros hemos dejado
de lado el bienestar de los niños. Hemos aplicado castigos corporales en
nuestras instituciones sin importarnos si eso hacía sufrir o traumatizaba a los
niños.
Durante centurias hemos casado y
descasado a monarcas, nobles y gentes de posibles si importarnos el impacto que
esas anulaciones tenían en sus vástagos ni en las vidas familiares que se
rompían con ellas.
Casi desde el principio, nuestros
confesores y directores espirituales han forzado con el miedo al pecado y a la
condenación el mantenimiento de familias rotas donde no había habido o ya no
quedaba amor ninguno sin preocuparnos un ápice si ello suponía el maltrato
parental a menores, la explotación de los mismos o incluso los más abyectos
abusos por parte de uno u otro de los padres.
Durante décadas hemos protegido y
escondido a curas pedófilos y pederastas, a abusadores sexuales de menores y a
todo tipo de personas que hacían daño a los niños preocupándonos más por nuestra
imagen pública que por el bienestar de esos menores.
Así que, si a nosotros, los
representantes de Dios sobre La Tierra, no nos importa el bienestar de los
niños, eso no puede ser malo.
Defender el divorcio es malo porque no
depende de nosotros, porque la gente puede descubrir que hay otra forma de vida
y de felicidad, que un mal marido o una pésima esposa pueden ser una madre
ideal o un padre abnegado y eso nos deja a nosotros sin nada que decir.
Defender el divorcio no es malo porque
atente contra el bienestar de los menores. Es malo porque nos quita a nosotros
la capacidad de decidir sobre el futuro de la gente.
- Voy pillándolo Obispo Fernández, voy
pillándolo.
Entonces, Eminencia ¿puedo abandonar
esa familia a la que voy en el que varias mujeres que son hermanas están
casadas con el mismo hombre, en la que hombres que no tienen su misma sangre
obligan a niños a que les tratan como padres y esas mujeres a que las traten
como madres y en la que todos dicen ser hijos de alguien que no está?
- Por supuesto, pequeña, ese es el
claro ejemplo de familia desestructurada, impía, perversa, lasciva y pecaminosa
que engendra la ideología de género, el feminismo y, en general, toda ideología
que anteponga el deseo del ser humano al de dios, que es, como tú bien sabes,
el nuestro.
- Gracias Monseñor Fernández por darme
permiso para no volver jamás al colegio de curas y de monjas en el que estudio
y, ya de paso, ¿puedo, con su bendición, dejar de estudiar religión, para mayor
gloria de dios?
- ¡Hija mío! ¡No has entendido nada!
¡Estas al borde mismo de la herejía! ¿Cómo vas a dejar de estudiar religión
para mayor gloria de Dios?
- Para santificar aquello que nos dio
y que es lo más preciado que Él nos entregó, Ilustrísima
- ¿la familia cristiana?, ¿la Santa Madre
Iglesia?, ¿la virtud, la virginidad y la castidad?, ¿la obediencia y la
humildad? ¿Cuál ese don que quieres defender,
hija mía?
- El Libre Albedrío, Monseñor Demetrio
Fernández, el Libre Albedrío.
Por cierto, ya me voy, que vienen a traerle
su bozal.
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