Sería un miedo infinito,
acongojante. Un miedo que me haría aferrarme a mí misma y a mis falsas
verdades.
Un miedo a que, después de tantos
años destruyendo en la cuna los vínculos fraternos, apartando a hermanos de su
sangre y a hermanas de sus pobres linajes, ya nadie considerara ni justo ni
oportuno el título perdido y hasta casi insultante de "hermana" que
me otorgan algunos.
Si yo creyera en Dios, me llamara
María y hubiera muerto hoy, dejaría la vida con un pánico atroz. Un pánico desmedido,
eterno e infinito, que me haría retrasar la partida, demorarme en el limbo,
convertirme en fantasma.
Un pánico cerval a que, tras
décadas de separar a vientres de sus
frutos, a niños de sus vidas, a madres y vástagos naturales de su futuro
juntos, alguien considerara que no merezco, ni me he ganado nunca ese nombre de
"madre" que llevo antes del mío.
Si yo creyera en dios, me llamara
María y hubiera muerto hoy, pasaría la línea con un rezo en los labios. Y
Rezaría a los hados, a los dioses paganos, a deidades y mitos, a ídolos y tótems,
porque Dios fuera ciego o al menos no me viera.
Porque, después de tantos lustros
de interpretar en falso su muda voluntad para hacer solamente la mía, de buscar
en secretas confesiones y falsas absoluciones el ocultar de mi propia cabeza,
de mi alma y mi vida todo el mal que siempre supe que había hecho a muchos y
que seguía haciendo, no sabría si mis ojos, que fueron ciegos al dolor de las
madres, a la desazón de los padres, a la indefensión de los hijos y de las
hijas, podrían soportarle la mirada si se fijara en mí.
Si yo creyera en Dios, me llamara
María y hubiera muerto hoy, lo habría hecho con los labios firmemente apretados,
implorando a quien fuera que, por mi propio bien, dios se hubiera vuelto mudo a
al menos no me hablara.
Porque, después de toda una vida
destruyendo la de otros, negando las respuestas, mintiendo las verdades, cambiando
los futuros, generando dolores, ignorando plegarias de madres y de hijos, de
padres de hijas, no sabría qué hacer si Dios me hiciera a mi solamente una
simple pregunta: ¿por qué?
Si yo creyera en Dios, me llamara
María y hubiera muerto hoy, entraría en la muerte con la cabeza gacha y los
labios cerrados en una plegaria muda y desesperada que clamaría al cielo para
que dios hubiera abandonado la existencia u otros como yo ya le hubieran matado.
Con los labios cerrados y apretados
porque, después de una existencia entera escudando mis odios en palabras nunca
dichas por él, mis mezquindades en sus falsos deseos inventados por mí, y mis
crueles delitos en el recurso a su inflexible y revelada voluntad, no podría
responder ni una sola palabra cuando él me dijera que él nunca me pidió que
apartara a niños de sus madres, a nacidos de sus historias, a las personas de
sus linajes y de sus futuros.
Y con la cabeza gacha, eternamente
gacha. Con la cara escondida y oculta para siempre para evitar que, si alzaba la vista y miraba de frente, Dios me
escupiera en el rostro su eterna repugnancia.
Aunque no creo en él, sé que ese no
es ni ha sido nunca el dios de los cristianos.
Pero ojala existiera, solamente por
hoy.
Ojala existiera y fuera a quien
encontrara nuestra "hermana" María, la ladrona de niños.
5 comentarios:
¿Pero tu no crees que esta mujer, al igual que otros, no pensaban que estaban haciendo "lo correcto"? ¿No pensaban que era eso lo que de verdad tenían que hacer para solucionar las cosas? Creían ayudar a todos, a las madres solteras a borrar su vergüenza, y a madres que no podían serlo a cumplir sus deseos. Esta mujer me temo se ha ido a la tumba con la conciencia bien tranquila. No nos queda ni ese consuelo.
Eso es lo que se han repetido una y otra vez. Eso lo que se han dicho en sus confesiones, pero no.
Alguien que tiene la conciencia tranquila, que está convencido de lo que ha hecho no se niega a declarar, no se esconde.
Se exhibe con orgullo (un orgullo loco y furioso, como el de los nazis en los juicios de Nuremberg, como el de los dictadores militares argentinos, como el de Pinochet, como el de los inquisidores ahorcados en La Revolución Francesa)
Esta mujer siempre ha sabido que no hacía lo que debía estar haciendo. Su actitud siempre la ha delatado.
Se ha escondido por miedo a la "injusticia" de la condena por hechos "honrosos". Por no ser "martir" por la Fé, que es mas de lo que se le puede exigir.
Coincido con Manu. Otra cosa es que en los últimos años haya tenido otra visión y la sombra de la duda le pueda atormentar.
De todas formas muchos curas y monjas son ateos en su corazon y les da igual 4 que 40...
MENSAJE A LOS RESPONSABLES DEL BLOG
Buenas tardes.
Soy Carmen Luque, secretaria de la asociación TODOS LOS NIÑOS ROBADOS SON TAMBIÉN MIS NIÑOS. La imagen de los dos niños que han situado al comienzo del artículo es el logo de nuestra asociación y, además una fotografía familiar.
Aunque compartimos el contenido del artículo, preferimos que nuestro logo no sea publicitado fuera del contexto de nuestra asociación. Y, además, no están ustedes autorizados a utilizarlo. Por ello, le agradeceremos que quiten la fotografía de este blog con mayor premura posible.
Reciban un cordial saludo.
Carmen Luque
Ya está retirada.
Por supuesto fue error nuestro no preguntar.
Lo sentimos.
Un saludo y toda la solidaridad y apoyo que se merecen.
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