En este Occidente Atlántico nuestro toda religión surgida o por surgir tiene rasgos comunes. No se me molesten los creyentes en cualquier deidad conocida, pero es norma general que de unos milenios a esta parte todo lo que se trata como una creencia incuestionable ha de tener su mesías, su dios y, por supuesto, su profeta.
Y en esta nueva religión que campa por los despachos gubernamentales españoles en la que el déficit cero -o 3%, de momento- es el dios y el iluminado Mariano Rajoy es el mesías ungido por Berlín -templo central del culto, todo hay que decirlo- encaminado a hacer la voluntad del nuevo y revelado dios cueste lo que cueste y pese a quien pese nos faltaba un profeta.
Quizás sea por la paridad o por cualquier otra circunstancia, pero el rango de profeta la ha caído entre el terno de marca, la misa de doce y la mantilla a la siempre trémula y procelosa Santa María Dolores de Cospedal.
La presidenta castellano manchega y Secretaria General del PP es desde hace algún tiempo la encargada de los mensajes pletóricos, de las arengas a las mesnadas de creyentes que la reeligen -como a todo el mundo en el PP- con el 99 por ciento de los votos y de interpretar para los pobres mortales las palabras reveladas del nuevo dios austero aunque me muera y su mesías.
Pero sobre todo es la encargada de exponer ante los descreídos, ante la población de esa nueva Babilonia en la que parece que nos hemos convertido a sus ojos, los nuevos mandamientos de la ley del déficit.
Y el último de ellos no tiene desperdicio.
"Hay que cambiar la cultura del maná por la del trabajo y la del esfuerzo".
Y la perla salida de la garganta profética de Cospedal no es reprochable en si misma, de hecho es una verdad -lo digo en serio- de proporciones bíblicas. Pero, viniendo de quien viene, es casi trágica.
Aunque a lo mejor me equivoco y le ha costado un trabajo enorme cambiar la ley electoral de Castilla la Mancha, aumentando el número de diputados en las circunscripciones más afines al PP, para no tener que hacer es esfuerzo de ganar las próximas elecciones y recibir el maná de los sufragios sin el oneroso coste de ganarlos en justicia de representación.
A lo mejor me he dejado algo en el tintero y le ha costado un esfuerzo improbó mover los hilos de sus contactos y su poder -nunca se sabe si como presidenta o como Secretaria General- para que su marido no tuviera que hacer el trabajo de ganarse el puesto de Consejero Delegado en Red Eléctrica y este la cayera literalmente como el maná del cielo.
Aunque hay que tener en cuenta que su nuevo dios debe protegerla porque si lo hubiera logrado a fin de cuentas lo mismo tenía ahora la pareja en una celda de Evo Morales allá en Bolivia, quien sabe.
A lo mejor no doy en el clavo y a la santa toledana le ha supuesto un gran esfuerzo apartar de los puestos clave en la función pública a todos aquellos que no eran de los suyos, a muchos que lo estaban haciendo adecuadamente para evitar el trabajo de tener que aceptar que no había otra manera coherente de hacer lo que se estaba haciendo y recibir en forma de maná servil y complaciente todos los parabienes que los políticos mediocres creen que deber recibir del funcionariado de sus administraciones.
Y claro estoy seguro de que la autonombrada profeta de la austeridad pública y la renuncia al maná ha tenido que hacer un esfuerzo ímprobo para cobrar 241.000 euros cuando el presidente de la nación cobraba 90.000 y el máximo cargo de su partido 100.000 y ha hecho un trabajo absolutamente encomiable al renunciar voluntariamente a 170.000 euros anuales.
Pero más me temo que el don profético de Santa Dolores de Cospedal lo que ha hecho es forzarla a un esfuerzo por ocultar que la ley la ha obligado a renunciar a ese sueldo y que no ha sido una renuncia voluntaria para evitar el trabajo de tener que defenderse del aluvión de críticas que iba a originarle ese maná de sueldos obtenidos sin habérselos ganado.
Pero Santa María Dolores, patrona de la austeridad, sigue clamando en el desierto ante las hordas de pérfidos funcionarios y de descreída clase media -antes trabajadores, ahora medio siervos prácticamente- que es necesario cambiar la cultura del maná por la del esfuerzo y el trabajo.
Y para dar ejemplo realiza el esfuerzo hercúleo ante la vista de todos de hacer desaparecer de su declaración de bienes 438.000 euros y el trabajo títanico de enviar al limbo un chalet en Los Cigarrales toledanos. Es que ser profeta tiene eso. No están vedados los milagros.
Y para acabar con la cultura del maná y establecer solidas raíces en las almas y los corazones de todos los castellano manchegos para esta nueva religión, Cospedal, que reformada de sus días de sexy incitación al voto opta ahora por la austeridad en todo, retiene los pagos de dependencia mientras los hace a las grandes empresas, otorga el maná de los pagos adeudados a los ayuntamientos a los que son de su partido mientras hace esperar a los que están regidos por otras formaciones políticas, condena al ostracismo a funcionarios públicos con años de experiencia mientras coloca en sus puestos a jovencitos advenedizos recién salidos de la facultad cuyo única experiencia es la que han conseguido al sacarse el carnet del PP, retiene pagos farmacéuticos mientras permite que su consejero de sanidad tenga en su cuenta medio millón de euros provenientes de sus trabajos como asesor para muchas de esas empresas, manipula los medios de comunicación públicos para evitar que informen sobre las protestas contra su política, elimina 501 liberados sindicales pero aumenta el número y el sueldo de los jefes de gabinete y asesores políticos de su gobierno, lleva a los tribunales a dos ex consejeras socialista por una supuesta transacción fraudulenta de un a propiedad pero permite que el alcalde de Guadalajara de su partido cargue al erario público un traje -¿que tendrán estas gentes del PP con los trajes a medida?- valorado en 110.000 euros, el sueldo anual del Presidente del gobierno.
Y así sigue en una suerte de trabajos y esfuerzos constantes que garantizan a todos que la cultura del maná se ha acabado, que ya no has dádivas, prebendas ni concesiones gratuitas por nepotismo o connivencia política.
Por eso los colegios concertados reciben el maná de su concierto religiosamente -y nunca mejor dicho- mientras que los públicos no reciben las asignaciones que tienen presupuestadas, por eso al arzobispado le cae de los cielos el maná para sus obras y puestas en escena religiosas pero hay más de cien entidades sin ánimo de lucro que ejercen diferentes acciones sociales en Castilla La Mancha que aún no han recibido un céntimo de lo que el gobierno regional se comprometió a darles.
En definitiva, la santa profetisa tiene razón, Hay que acabar con la cultura del maná y empezar con la del esfuerzo y el trabajo.
Que ya está ella para asegurarse de que, en esta nueva religión de la austeridad fingida y fungible, el maná caiga en los bolsillos de unos y el esfuerzo y el trabajo sobre los hombros de todos los demás.
Al final, no hay nada nuevo bajo el sol. Todas las religiones políticas tienen el mismo credo.
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