sábado, mayo 05, 2012

Rajoy se disfraza de grupi al mirar hacia Euskadi sin bajarse del burro.


Los hay que no se bajan del burro ni aunque les empujen y el pollino en cuestión les cocee allá donde más duele. Y sé que en cuanto diga esto los habrá que me dirán que los de antes tampoco se bajaron de su burro y será completamente cierto. Pero que otros sean incapaces de hacer las cosas como está mandado no nos capacita para escudar nuestros errores en los cometidos por otros.
Y el gobierno que dirige Mariano Rajoy ha decidido caer en el error de no bajarse del burro. Ya lo hicieron otros, es cierto, pero ellos lo han llevado a su máxima expresión.
Lo hacen con la economía, que amenaza con ahogarnos y dejarnos a todos sin ingresos ni forma de tenerlos, con tal de cuadrar unas cuentas que ya todos les dicen que no va a solucionar nada cuadrar de esa manera y ahora lo hacen con otra situación, con otro frente de su batalla personal por tener razón y demostrarlo. Algo llamado ETA, algo llamado el futuro de Euskadi.
Como todo moribundo, los mercenarios de su propia locura ideológica tienen un atisbo de lucidez, despiertan por un instante -acuciados seguramente por su derrota y su muerte inminente- de sus sueños de gloria y victoria y ofrecen el desarme a cambio de diálogo. Y ponen sobre la mesa sus armas desmontadas a cambio de que se hable de los presos.
Y el gobierno, nuestro gobierno, el que debería buscar las formas de acabar para siempre con la amenaza, la sombra inexistente o incluso el recuerdo de lo que quiso hacer ETA con Euskadi, tuerce el gesto, alza la barbilla y responde "este gobierno no dialogará nunca con terroristas".
Ignora que el dialogo es necesario, omite que no puede haber desarme -ni siquiera rendición. sin diálogo, aparca la necesidad de empezar con la paz y terminar con la venganza. Y aparcar la victoria.
Pero eso no es lo que quiere el Gobierno de Rajoy. Las gentes de Moncloa quieren la victoria y en eso siguen porque no saben bajarse del burro de lo que desean, lo que quieren y lo que imaginan.
Cuando se necesita de ellos una solución de gobierno que piense en los demás, en este caso en Euskadi, más allá de sus orgullos, sus dignidades e incluso de sus convicciones ideológicas, ellos se vuelven grupis que creen que lo único que cuenta es estar donde quieren, hacer lo que quieren hacer y vivir al día como si no hubiera mañana.
Pero hay un mañana. Podemos fingir todo lo que queramos que el futuro no existe pero eso no hace que el sol nos salga mañana. Y el futuro de Euskadi está llamando con los nudillos desollados a las puertas del gobierno de Mariano Rajoy.
Da igual quien les empuje, da igual quien pretenda arrancarles del lomo de su rucio que les levanta lo suficientemente del pavimento como para que las piernas les cuelguen ridículamente a dos palmos del suelo que es la realidad y que ellos no tocan por dos centímetros escasos.
La comisión internacional de verificación -formada por indios, pakistaníes, ingleses, belgas, irlandeses-, experta en la resolución de conflictos se ofrece a verificar el desarme de ETA y Soraya, la superministra que lo es por exceso, contesta que no les "hace falta una comisión internacional para verificar el desarme de ETA".
Les hizo falta a los dos de los mejores servicios secretos del mundo -El Mossad y el MI5- en Irlanda y Palestina, pero a nosotros no.
No es que no lo necesitemos, es que no queremos usarlo porque si ETA se desarma ya no tendrán su imagen gloriosa de César desfilando con los laureles en la cabeza y la cuerda de enemigos encadenados tras su cuadriga. Ya no podrán hacer lo que quieren. Tendrán que limitarse a hacer lo que hay que hacer, lo que se debe hacer.
Y les empuja el gobierno vasco del que son socios, y les empuja el PNV que es el partido más votado en Euskadi desde el principio de los tiempos autonómicos, y les empuja la izquierda abertzale democrática -¡qué bien sienta por fin poder construir ese sintagma- pero ellos siguen agarrados al cuello del asno que les lleva con sus orejeras y su visión de túnel tras la imposible zanahoria de la victoria como sustitutivo de la paz.
Quieren su victoria ahora y por eso fingen que no existe el futuro y que sus actos, sus elusiones y sus enroques impenitentes no afectarán a ese futuro.
Viven al día como cualquier grupi que prefiere sobrevivir que arriesgarse a vivir. Porque vivir significa reconocer que va a haber un futuro y pensar en él como algo que es nuestra responsabilidad tener que construir.
Y aunque hasta los que siempre les han apoyado intenten arrancarles de golpe del lomo de su torpe montura intenten convencerles ellos no ceden. La iglesia vasca les dice que es necesario el diálogo para crear una Euskadi sin vencedores ni vencidos pero ellos siguen aferrados al silencio y a la victoria. Hasta los líderes vascos de su propio partido en Guipúzcoa se lo dicen con tino y con tiento pero ellos no hacen caso.
Como cualquier grupi de viernes por la noche y constantes actualizaciones de estados de ánimo en Facebook, prefieren prestar oídos -o en este caso orejas- a los que les dicen lo que quieren oír. A aquellos que les refuerzan hablando de traición, de victoria, de mano dura. A aquellos que, pasándoles la mano por el lomo les dicen: "tú tienes razón, tienes que hacer lo que quieras, lo que te pida el cuerpo, lo importante eres tú".
Y así, como ya han hecho con la economía, inmolando el futuro de nuestras perspectivas a sus decisiones y querencias de hoy, intentan ignorar el futuro de Euskadi por mor de lo que quieren hacer, del presente que quieren vivir, de disfrutar del momento que han imaginado en su presente.
Ellos quieren hoy la victoria, quieren estar con aquellos que buscan la venganza más que la paz, quieren hacer lo que les pide el cuerpo hacer, que es acabar para siempre no con ETA, sino con el nacionalismo abertzale y si se tercia con el nacionalismo vasco en general. Y afirman que tienen derecho a hacerlo porque, claro, no se sabe que ocurrirá mañana.
Lo mismo ETA vuelve, lo mismo el PNV se hace violento, lo mismo los abertzales toman Yodio por las armas y se hacen fuerte en ella. Tiran de futuros cuánticos imposibles porque son incapaces de reconocer que su forma de vivir el presente no es la más adecuada, no es la que necesitan, ni ellos como gobierno ni Euskadi y España como gobernados. Aunque a ellos les guste y les venga bien.
Alguien me dijo alguna vez algo parecido a esto: "lo que me guía en mi vida es estar donde quiero, con quien quiero, hablar con quién me apetece y disfrutar del instante porque no se sabe lo que ocurrirá mañana".
Y esa forma de pensar es la que aplica el gobierno de Rajoy a rajatabla en todo y con todo, incluida con ETA.
Como doctrina personal es incuestionable el derecho a elegir esa forma de conformarse con los restos causales y casuales que te ofrece la supervivencia diaria en todos los aspectos en lugar de arriesgarse al esfuerzo de un proyecto vital que pueda conducirte a la felicidad. Puedes elegir colocarte al margen de los demás y sus necesidades,  utilizarlos según te es conveniente y alejarte de toda responsabilidad sobre lo que ha de venir, como si el futuro no se construyera con los actos presentes. Pero ese aforismo grupi de segunda generación es insostenible cuando se trata de un gobierno.
Cuando eres individuo te arriesgas tu futuro y entristeces el presente tan sólo de unos pocos y veces ni siquiera eso. Pero si eres un gobierno, hacerte grupi arriesga el futuro de demasiados. Quizás el futuro de todos.
No se puede fingir que no existe el futuro de Euskadi para poder estar en donde quiero, estar con quien quiero, hablar –o no hablar- con quien me apetece y buscar disfrutar de mi momento de victoria a despecho de las necesidades de todos los demás.
Se puede ser grupi y se puede ser el Gobierno de España. Pero no se pueden ser las dos cosas a la vez.
Y menos con ETA y con Euskadi.

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