Si tus horizontes se tuercen, se han cerrado, se han tornado tormentosos y fríos, no les pidas ayuda porque nada han de darte.
Si, como canta el cantor, estás con un futuro indiferente porque no puedes escapar del presente ni huir hacia el pasado, no grites, no pidas, no exijas, no supliques. No les busques con los ojos llorosos porque no han de devolverte la mirada.No les sigas con las manos indigentes porque las estrecharán con la flaccidez de aquel que no cree en el saludo que está dando, apoyaran su lustrosa mano en tu hombro y seguirán avanzando para hacerte de lado.
Si el trabajo no llega a tus manos, la comida no llega a tu mesa y la esperanza no llega a tu futuro. No te gires a ellos para exigir justicia porque sus hombros permanecerán encogidos en un eterno gesto de perfecta indiferencia y sus labios seguirán exhalando suspiros de falsa contrición y excusas que te nieguen aquello que ellos te han quitado.
Si el abandono de aquella sociedad que también has creado te invade por los bordes, si la desesperación te convierte en un número más de los millones que no tienen otro color bajo bandera alguna que el negro de su llanto y el blanco de sus noches sin sueño y su desesperanza, no busques en sus leyes porque nada en ellas ni en sus letras está escrito ni dicho para ti; no vayas a sus jueces porque sus sentencias, sus juicios y sus faltas no ven lo que te pasa.
Si una miseria aciaga y repentina te persigue y no puedes vencerla en la carrera que corres contra ella, no gastes ni un segundo de tu cansado tiempo en buscarles a ellos, en mostrarles tu voz y tus heridas, en contarles tu miedo, tu pavor, tu congoja; no abras los resquicios ocultos de esa dignidad que ya ni conceden ante aquellos que quieren confundir destino con riqueza y justicia con el manto perverso de una caridad mal entendida.
Si estás solo, cansado, penitente, parado, miserable, macilento o exánime no te vuelvas a aquellos que en sus ternos perfectos seguirán diseñando las formas infinitas de nuestros catafalcos.
Sécate la mirada, enciéndela de ira y vuélvete a nosotros.
Y grítanos con rabia que no tiene sentido que sigamos tan quietos mientras tú continúas muriendo.
Agarra nuestros hombros y escupe en nuestro rostro el desprecio que sientes porque queramos conservar las migajas a costa de tu hambre, mantener nuestros puestos a costa de tu paro, soportar nuestras vidas intentando pagar con el inmerecido precio de tu supervivencia.
No les grites a ellos, grítanos a nosotros.
Acumula las fuerzas que te queden y zarandéanos hasta hacernos ver que no podemos seguir en nuestros miedos mientras tu mueres en tus más dolientes miserias, que no podemos continuar en nuestros ritos ni en nuestros escondites mientras tú sufres y pereces expuesto a la intemperie de tu desesperación y bailas hasta el agotamiento la danza macabra con la supervivencia que entre todos hemos coreografiado para ti.
Rúgenos, pídenos, exígenos.
Gírate hacia nosotros y no nos dejes escapar y escondernos tras los gestos baldíos de disgusto, tras los insultos vacíos a políticos y banqueros, tras las críticas silenciosas ni las protestas ociosas.
Vuélvete hacia nosotros y exígenos que por fin alcemos nuestros ojos del miedo del presente y la voluptuosa ignorancia del futuro y luchemos por algo.
Espétanos que es nuestra obligación, que no tenemos derecho a ignorar tu vergüenza, que sobrevivir en nuestra indignidad te ha hecho perder la tuya.
Si ya estás sin un futuro, si se te ha cerrado el horizonte, si vives escoltado de pobreza y de miedo, de paro y de dolor, no busques en cielos, en templos ni en palacios a aquellos que han de luchar por tu vida ahora que tú ya no puedes hacerlo.
Interrumpe nuestras turbias jaranas, nuestros pírricos curros cobardes, nuestras cañas y risas, nuestras supervivencias egoístas e incluso nuestros irrenunciables polvos, exígenos lealtad, compromiso y ayuda y haz que se nos caiga a todos la cara de vergüenza si no nos levantamos en ese mismo instante para luchar por ti.
Hazlo, por favor, aunque no tengas fuerzas. Ya nos va haciendo falta.
2 comentarios:
Las más de las veces cuando leo tus post me dan escalofríos... pero luego seguimos todos igual, tu después de haberlo escrito y nosotros después de haberlo leido....
No creas reína, yo no sigo igual. Puede que no se note el cambio pero se va produciendo, por dentro y por fuera. Algún día te contaré o te enterarás. Un beso.
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