miércoles, septiembre 14, 2016

No digo inmigrante, digo negra. No digo guineana, digo negra, No digo africana, digo negra.

Pocas veces me pongo a mezclar lo personal con lo político.
Quizás sea ese tono de piel y ese rizo fino y útil en los días de lluvia que gasto, esos rasgos que hacen que tenga mecanizada una respuesta a la pregunta ¿de donde eres? -que nueve de cada diez personas que conozco acaban por hacerme- que consiste en anticipar la segunda: "Y a la segunda pregunta, mi padre era guineano", digo después de contestar a la primera con un simple: de Granada.
Quizás sea todo eso lo que me ha hecho transgedir esa regla no escrita de mi pensamiento.
Y lo hago para hablar de María José, para preguntarme qué hace que el Principado de Asturias esté en contra de que le devuelvan a su hijo, Lo hago para preguntarme por qué nadie se hace las preguntas correctas en este caso, cuando se empeñan en hacer las incorrectas en otros muchos.
Me pregunto por qué los vecinos gritan ante las cámaras de televisión que ellos saben que su hijo es feliz con su familia de acogida -como si un niño de cuatro años hubiera ido puerta por puerta del vecindario en un remedo del mitico anuncio de teléfonica, diciendo "Hola, soy Juan Francisco, soy feliz con mi familia de acogida"-.
Pero también me pregunto por qué no gritaron lo mismo cuando con 11 años, María José, ahora madre y entonces hija, fue arrancada de la custodia de su madre simplemente porque no la dejaba acostarse tarde ni vestir ajustada.
Me pregunto por qué los servicios sociales consideraron eso desamparo y no se dedican a visitar uno por uno los hogares de, por ejemplo, los miembros de las comunidades neocatecumenales o del Opus Dei -los de los musulmanes sabemos que sí los visitan regularmente- para arrancar las numerosas proles residentes en ellos de la custodia de sus padres bajo idéntica acusación de desamparo ya que ellos tampoco les dejan lucir escotes ni irse de jarana nocturna.
Me pregunto por qué todo el sistema se pone a en contra de una decisión judicial para que un niño no viva con su madre -lo repetiré porque estamos en España y la frase parece imposible: un niño no viva con su madre- y no se puso en alerta, ni siguiera prestó atención al hecho de que una niña de 14 años quedara embarazada -la que ahora es madre- residiendo en un centro de acogida; por qué no se investigó que fuera violada -practicar sexo con una menor es casi un sinónimo legal perfecto de violación- con la misma intensidad, convicción y fuerza que ahora ponen en intentan lograr cambiar esa sentencia de devolución de la custodia.
Me pregunto por qué un sistema que crea casas de acogida para mujeres maltratadas a las que van con sus hijos cuando están sin recursos económicos -e incluso cuando los tienen- es capaz de remitir a Maria José una carta en estos téminos: "Asimismo se te habló de que existe un conflicto de intereses en esta administración pública que no pueda defender el derecho legítimo de JUAN FRANCISCO a tener unos padres y no crecer en un centro y, tu derecho como madre a tener relación, aunque sola, sin apoyos que te permitan convivir con familiares y, en un centro de protección, motivos por los que no tienes capacidad para asumir su crianza. Es por este motivo por el que se te ha nombrado una defensora legal, en concreto, la letrada....., para que ejerzas tu derecho a valorar qué hacer y, si lo deseas recurrir la Resolución de 5 de Febrero de 2013 de Inicio de Acogimiento Preadoptivo en Familia Ajena"
¿Las mujeres maltratadas sin recursos también pierden sus hijos por no poder matenerlos y vivir en una casa de acogida? No, se les concede la custodia.
Me pregunto por qué los medios que con otra madre son tan cuidadosos, pese a que es evidentemente sospechosa cuando menos de negligencia por la desaparición de su hija, que siempre las muestra sufriente y llorosa, que han tapado durante semanas el dato conocido de que no era capaz de hacerse cargo de sus hijas hasta que una sentencia judicial les ha obligado a tenerlo en cuanta, ahora no hacen piña ante esta madre violada bajo la tutela del Estado, que tuvo un hijo bajo esa custodia y que ahora tiene que ir a los tribunales para evitar que ese mismo Estado se lo quite para darlo en adopción.
Y me pregunto por qué esas miriadas de militantes de uno u otro feminismo que ya estarían activas y activadas a favor de María José si le quitaran la custodia siendo lesbiana o mujer maltratada o prostituta o drogadicta o simplemente una madre soltera -como lo es María José- están calladas, por qué sus redes sociales no arden con el asunto hablando de la imposición del concepto de familia católica, del patriarcado opresor o de cualquier otro trasunto explicativo y siguen pendientes de una campaña absurda sobre el canon estético de los pechos femeninos.
Y solo encuentro una respuesta a este mar de preguntas: Maria José es negra.
No digo inmigrante, digo negra, no digo guineana, digo negra, no digo africana, digo negra. 
Porque María José es nacida en España, de nacionalidad española y europea, pero es negra.
Y España aún no acepta que un español sea negro. Todavía hay que explicar de donde eres si eres negro y porque eres negro siendo español. 
Si eres alta, rubia y con lo ojos azules no hay que explicar que tu madre es de origen nórdico, si eres robusto con el cuello como una columna jónica y la naríz aguileña no hay que esxplicar que tu padre es de origen eslavo o magiar, si eres peliroja y pecosa no hay que explicar que tu abuela era irlandesa, Pero si tu piel no es blanca o tus ojos no son lo suficientemente redondos hay que explicar porque eres español.
Un pueblo descendiente de ocho siglos de mezcolanzas raciales voluntarias y forzosas bajo dominio musulmán, un pueblo en el que un tercio de los apellidos se idearon para ocultar origenes judíos, sigue actuando como si el color de la piel fuera ligado a la nacionalidad. Sigue fingiendo ser puro.
Quizás por eso un gobierno regional de un partido que quiso hacer, con cierta razón, un caso de Estado de los casos de niños blancos robados por las monjas durante la dictadura ahora quiera quitarle su hijo a Maria José y todos los que se asociaron e indignaron con esos casos pretéritos ahora premanencen en silencio ante este casa presente.
Porque tal ves no se pueda robar niños para dárselos a "una buena familia crisitiana", como defendía la monja criminal pero si sea acptable robar niños negros, incluso siendo el Estado, para dárselos a "buenas familias blancas".
Pues bien, contra esa estupidez nacional, contra esa incapacidad de asumir que ser español no es ser blanco, solo cabe una posibilidad. 
Buenas gentes de España recuerden su infancia, sus padres y sus abuelos, los lugares donde crecieron y estudiaron, pongan en su Ipod a todo pasto el himno nacional para aumentar sus sentimientos de pertenencia a España
Y luego cierren los ojos e imaginen que pierden todo eso, que llega el Estado y se lo arrebata. Y además intenten imaginar que son negros.
María José su hijo y yo por fortuna no tenemos que hacerlo. Tenemos espejo en nuestras casas.

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