Por más que nos empeñemos, la realidad insiste en sacarnos del reduccionismo provinciano en que estamos embarcados desde hace casi una década con esto de los cambios que se están produciendo en el mundo a golpe de economía, sangre y fuego.
El atentado del falso califato en Irán y la crisis, mitad diplomática, mitad bélica, que se ha producido en la península arábiga con Qatar como epicentro, son otros dos bofetones con la mano abierta de la realidad geopolítica en ese reduccionismo provinciano.
¿Por qué reduccionismo? Eso es sencillo. Pretendemos, como los falsos gurús de la comunicación, resumirlo todo en una frase, en una idea que, no solamente nos resulte sencilla de comprender, sino que además nos deje a salvo de responsabilidad.
Así compramos lemas como "es culpa de una religión perversa como el islam", "son unos locos medievales", "se trata de estar a favor o en contra del terrorismo", "es una guerra contra el terror". Ideas simples, básicas que, sin dejar de ser ciertas, no son ni siquiera la escarcha que genera el iceberg en el aire un amanecer de invierno.
¿Por qué provinciano? Porque nosotros, los occidentales atlánticos, nos consideramos el centro del mundo -como todo buen provinciano- y eso hace que incluyamos mantras secundarios -también muy propios de falsos comunicadores, por cierto- en nuestras letanías para alejarnos del miedo: "es un problema suyo", "que se maten entre ellos y nos dejen en paz", "todos son iguales", "que ataquen a sus gobiernos y no a nosotros", etc., etc., etc.
Y todos ellos se resumen en el argumento provinciano por excelencia: "su objetivo es acabar con nuestra civilización, que es la única avanzada". Los árboles del Yo, Me, Mi, Conmigo occidental, que no nos dejan ver el bosque de la realidad hasta que esa realidad geopolítica nos explota en la cara.
Si son lo mismo ¿por qué ISIS ataca a Irán?, si es una cuestión de sectas, o sea del Islam ¿Por qué Irán apoya a los rebeldes sunís de Siria pero no a ISIS, a los guerrilleros chiís de Hezbolah pero no a los Hermanos Musulmanes de Egipto o a los rebeldes hutis de Yemen pero no a las milicias chiís de Libia?, ¿por qué el gobierno sirio de Al Asad apoya a los guerrilleros chiís de Hezbolah, pero no a los rebeldes de Yemen, tan chiís como ellos?
Si todo es el perverso islam ¿por qué Arabia Saudí apoya al gobierno de Beida en Libia y no al de Trípoli, por qué apoya a los rebeldes sirios y no al gobierno sirio, por qué apoya al gobierno yemení o el egipcio y a no a los Hermanos musulmanes, tan wahabitas como ellos e ISIS?
Si todo parte del perverso Islam ¿por qué de pronto cinco estados sunís bloquean y rompen relaciones diplomáticas con Qatar? ¿por qué acusan de propiciar el terrorismo a un país que hace exactamente lo que ellos y tiene la misma corriente oficial de pensamiento religioso que ellos?
Y sobre todo. Si esto es "provincianamente" algo entre ellos ¿por qué Estados Unidos apoya a Arabia Saudí que es tan furiosamente fanática y teocrática como el ISIS, por qué apoya a los rebeldes sirios pero no a los Hermanos musulmanes que ganaron unas elecciones democráticas?, ¿por qué apoyo a los rebeldes libios pero no a los yemenís?
¿Por que Rusia apoya a la vez al gobierno rebelde de Trípoli y al de Siria o Francia al gobierno autonombrado kurdo y al iraquí, enemigos acérrimos?, ¿por qué Europa apoya a Arabia Saudí y no a Qatar? ¿Por qué China intercede por Qatar y no por Egipto, Bahrein o Yemen?
Y, para rematar la faena, ¿por qué ISIS no atenta en Palestina o Israel pero sí en Turquía, Filipinas, Australia o Indonesia?, ¿por qué se hace fuerte en Irak y no en el Afganistán talibán como hiciera Al Qaeda?, ¿Qué pasa con Pakistán?
Las preguntas pueden seguir desgranándose ad eternum. Todas tienen respuesta, pero lamentablemente para los consumidores de la ideología del titular, no caben en 140 caracteres. Aunque sí se pueden resumir en una sola frase para empezar
No es el islam, no es la barbarie medieval, no es algo lejano y suyo. Es geopolítica en la que participa en el planeta entero.
Nos toca empezar a asumir que tenemos que esforzarnos en comprenderlo para poder valorar las soluciones que nos ofrecen y saber, antes de apoyarlas ciegamente, si solucionarán algo. Porque la geopolítica se afronta desde las sociedades y las relaciones complejas, no desde los individuos y los mantras reduccionistas de fácil digestión.
El equilibrio del poder está cambiando en el mundo y empieza por esa zona. No son las cruzadas. Es Juego de Tronos.
Y si no empezamos a verlo así de una vez, despreciando todas nuestras muletas intelectuales para mantener contenidos nuestros más provincianos miedos, terminaremos poniendo la misma cara que debieron poner los habitantes de Roma cuando vieron a un Genserico ya convertido al cristianismo -bueno a la versión arriana del mismo-, entrar en la metrópoli eterna y asolarla hasta los cimientos.
"¿Pero estos no eran bárbaros paganos que estaban en las fronteras peleándose entre ellos?", debieron preguntarse sorprendidos.
Nosotros quizás ni siquiera tengamos tiempo para eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario