Irán, Irak, Afganistán, Líbano y antes Vietnam, Camboya, Laos y antes La India, Indochina, Argelia y antes los pueblos Fulani, Massai y Zulú y antes las tribus Hurón, Mohawk, la Nación Oglada y antes los Lamtuna, los Magrawa, los bereberes, los almogavares, y antes los clanes suevos, ostrogodos, ilirios...
¡Que no, que no!, que no es un concurso de la tele. Todos esos pueblos, todos esos países y todas esas tribus se resumen en una sola palabra: Ucrania.
Porque Europa Occidental y Estados Unidos, o sea el Occidente Atlántico, está a punto de hacer en Ucrania lo mismo que ha hecho a lo largo de toda la historia en todos los territorios y con todos los pueblos del galimatías que sirve de inicio a este post.
Armar hasta los dientes al bando que le viene bien en el momento actual sin valorar las consecuencias que para su futuro tendrá que ese bando esté armado hasta los dientes. Solucionar de nuevo un conflicto por la fuerza de la potencia bélica acumulada por uno de los bandos.
Parece ser que nombres como Genserico, Tarik o Kochise no le dicen nada y a lo mejor es lógico. Pero que no se les vengan a la mente nombres como Sadam Husein u Osama Bin Laden es más sorprendente; que referencias como talibanes, milicias drusas o rebeldes libios se hayan convertido tan pronto en bruma en su memoria resulta cuando menos preocupante.
Porque en Ucrania pasa y creo que pasará lo mismo que ha pasado desde siempre. Armaremos a quien creemos que nos viene bien armar y unos cuantos lustros o décadas después nos daremos cuenta de que esa no era la solución a un problema y que además se ha convertido en el inicio de otro.
Y todo por no saber hacer algo que, en principio, siempre tenemos en la boca, a lo que siempre recurrimos para los otros y que en realidad nuestros gobiernos y nosotros mismos nunca ponemos en práctica cuando no nos conviene: ser coherentes.
¿Cuantas veces hemos exigido a los demás cosas que nosotros no hacemos?, ¿cuantas veces hemos demandado el respeto que no damos, la sinceridad que no tenemos, el trato que negamos?... Pero no desvariemos, sigamos con Ucrania.
Si cuando al Occidente Atlántico le viene bien, cuando queríamos que los últimos estados tapón del Telón de Acero - Yugoslavia y Albania- escaparan de las garras comunistas mandamos tropas a Croacia, Bosnia, Macedonia, Eslovenia o Kosovo para garantizar el derecho de esos pueblos a decidir sobre su independencia ¿por qué no hacemos lo mismo en Ucrania?; si cuando quisimos quitar poder a dos de los países islámicos más grandes del planeta -Indonesia y Sudán- los cascos azules garantizaron los referendos en Timor Occidental y Sudán del Sur ¿por qué no hacemos lo mismo en Ucrania?
Si que decidan si quieren secesionarse, independizarse de quien sea o unirse a quien sea es una solución que hemos defendido en otras ocasiones ¿por qué no somos coherentes y lo hacemos con Ucrania?
A mi me parece muy simple. Porque la coherencia deja de ser importante cuando se trata de pensar en contra nuestra y sabemos que los ucranianos -aunque ahora parece que se dice ucranios, no sé- que se escindan de su país van a ir corriendo a echarse en brazos de la vieja y resurgida Madre Rusia, esa que pareció morir cuando cayeron el Telón de Acero y el comunismo soviético pero solamente se estaba echando una reparadora siesta.
Y eso nos viene fatal.
Así que olvidamos el derecho a la autodeterminación de los pueblos, las formas democráticas de decisión y toda nuestra coherencia interna y externa y tiramos de armar a los que no quieren unirse a Rusia, ignorando que si se propusiera un referéndum - uno de verdad, no una mascarada de colegios electorales vigilados por secesionistas armados- los que pretenden lograr la escisión por métodos militares perderían justificación y entonces serían ellos los que se quedarían sin argumentos para intentar imponerla.
Mejor que los unionistas ganen la guerra y luego ya se verá qué hacen con el armamento y el poder militar que les hemos dado. Luego ya se verá cuando se vuelven contra nosotros.
Y ya puestos, siendo más coherentes, podríamos dejar de mirar tanto al Atlántico y empezar a mirar a nuestro continente. A lo mejor, solo a lo mejor, Eurasia sí es una evolución ahora que la solución del Occidente Atlántico se está resquebrajando por todas partes.
No se nos olvide que los dos grandes dictadores europeos de la era moderna y contemporánea, Napoleón y Hitler, solo pudieron ser derrotados con el concurso de Rusia y no habrían podido serlo sin ella.
Pero parece ser que, desde los mercenarios macedonios que contrató Atenas y acabaron saqueándola hasta nuestros días, no hemos nada.
Armamos, armamos y volvemos a armar al enemigo de nuestro enemigo en la esperanza de que eso le convierta en nuestro amigo.
Nunca ocurre, pero somos tan inconscientes como para seguir intentándolo.
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