miércoles, febrero 18, 2015

Crisis ideológica o Paulo Cohelo no nos quita la crisis

Estamos en crisis y no, no he perdido la memoria y me he retrotraído a los albores de 2008, simplemente me refiero a otra crisis. Estamos en crisis ideológica.
Y no porque no la tengamos, sino porque ahora, que con el desmoronamiento del sistema económico que sustenta nuestra sociedad, nos vemos abocados a cambiar, modificar, matizar o sustituir algunos o todos de nuestros principios ideológicos -seamos de la que seamos- y nos damos cuenta de que no podemos hacerlo. Somos incapaces porque sencillamente nuestra ideología no es nuestra, no la hemos creado nosotros.
Alguien nos vendió, desde el Verano del Amor hasta la quema de sujetadores setentera, desde lo Movida artístico musical de los Ochenta hasta el nihilismo New Age del presente milenio, que nuestro pensamiento tenía que estar destinado a nosotros mismos como individuos aislados, que la política era de los políticos, que el objetivo de nuestros pensamientos y nuestras reflexiones tenía que ser solo y únicamente nuestra vida, nuestros sentimientos, nuestro crecimiento personal. 
El más puro y duro "yo, me, mi, conmigo", vamos.
Y nosotros lo compramos a todo lo que da, como si no hubiera un mañana. 
Gastamos nuestras neuronas en devorar libros de autoayuda y nunca volvimos a acercarnos a la sociología, la filosofía o la economía; conectamos nuestras sinapsis a Paulo Cohelo y las desconectamos o nunca llegamos a conectarlas a Albiac o Russell; invertimos en la literatura de gurús que nos hablaban de como triunfar o hacerse rico y negamos la palabra y la letra escrita a Chomsky, Friedman o Krugman.
Como solo pensábamos para nosotros y nuestra vida personal era un desperdicio de esfuerzo y neuronas dedicar atención a individuos y teorías que hablaban de todos. No estábamos para eso.
Pero, como necesitábamos ideologías, aunque solo fuera para charlar con los amiguetes entre cañas o para votar cada cuatro años, y no teníamos la paciencia y la humildad para ir construyéndolas y cambiándolas reflexivamente con los años, las compramos hechas y pedimos que nos las sirvieran a domicilio. 
Se las compramos -que para eso estamos en una sociedad de consumo- a nuestros padres, nuestros colegas, nuestras necesidades o nuestras conveniencias y así fuimos tirando sin preocuparnos demasiado, ¡qué había que pensar en nuestros amores, nuestros polvos, nuestras frustraciones, nuestros fantasmas y todo lo que fuera solamente individual y personal!
Y en esas estábamos cuando la realidad nos sacó de nuestro espacio de confort y nos arrojó de un sopapo con la mano abierta a un mundo en el que todas esas ideologías habían fallado, no habían funcionado, eran incompletas o simplemente yacían muertas a nuestros pies.
Nos llegó la crisis o sea el cambio y nos pilló con el paso atrancado. Tuvimos la suerte -buena o mala- de ser la generación que tenía que crear ideologías económicas y sociales nuevas y nos quedamos paralizados porque como no habíamos desarrollado las herramientas intelectuales para hacerlo.
Porque la inteligencia emocional, la autoestima, el enfoque positivo, la sofronización y todo aquello que servía o creímos que servia para construirnos psicológica y vivencialmente como individuos no sirve de nada y es absolutamente irrelevante a la hora de definir una organización social, un sistema económico o un futuro colectivo. Y solamente habíamos pensado en eso. Los que lo habían hecho.
Así que estamos en crisis ideológica porque no sabemos crear ideologías nuevas y reaccionamos como siempre. Nos sentamos, miramos a uno y otro lado y esperamos que la televisión, Internet o cualquier otro medio de comunicación nos mande a domicilio otra que poder comprar para sentirnos de nuevo vestidos ideológicamente y seguir a lo que realmente queremos hacer. Pensar solamente en nosotros como individuos aislados.
A lo mejor, solo a lo mejor, es hora de ponerse a otra cosa. Que ya hay gente que lo hace.

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