Mucho se habará y se escribirá en los próximos días sobre lo que ocurrió ayer en las salas y pasillos de Ferráz. Se hablará de errores y defectos de Sanchez, de grupos, corrientes o familias, de congresos y comités ejecutivos.
Pero para mi, que una vez o varias voté al PSOE antaño y que hace tiempo que no lo hago ni lo volvería a hacer, solo existe un resumen posible.
Ayer, el Partido Socialista Obrero Español dejó de existir. Hace tiempo que había renunciado a lo que fue, hacia varios lustros que había abandonado su ideolología y hacía dos votaciones electorales que había perdido el norte. Pero ayer desapareció.
Dejó de ser partido no porque se pelearan entre ellos -que eso debe hacerlo y saber hacerlo todo partido político- sino porque sus órganos de gobierno dejaron claro que no van a comportarse como un partido politico.
Mientras los laboristas ingleses, aquejados de las mismas dudas en el rumbo hacia su origen socialista o su deriva capitalista, de la misma actitud reticente ante el liderazgo de Corbyn, hacen lo que debe hacer, recurren a sus bases y les dejan que decidan sobre su partido, ayer la directiva del PSOE decidió dejar de ser un partido político.
Envió un mensaje claro de que los militantes sirven para pegar carteles, de que los simpatizantes sirven para aplaudir y hacer bulto en los mítines y de que los votantes sirven exclusivamente para llenar -cada vez menos- las urnas de sufragios.
Sus votantes les dieron un mensaje claro de que no querían otro gobierno del Partido Popular, dos veces. De que se desangraran si hacía falta para lograrlo y ellos lo ignoraron; sus militantes les dieron el mensaje claro de que querían a Pedro Sánchez a la cabeza en unas elecciones primarias y ellos han decidido: "Bah, las bases se equivocan, ¿qué sabrán ellos?" y han emprendido la guerra, su guerra, no la de su partido, por su cuenta.
Han rechazado a sus votantes, simpatizantes y militantes. Y un partido sin votantes, militantes ni simpatizantes no es partido.
Ayer en Ferráz se transformaron en un cónclave, con viejos jerarcas apelando al espíritu -en este aso socialista y no santo- mientras movían sus piezas para llegar o mantenerse en el poder, en una logia de los viejos fracmasones de hace dos siglos, tomando decisiones basandose en arcanos que a nadie explican y nadie complende, en un Sanedrin de sumos sacerdotes crucificando a alguien que, por una vez mantenía lo que tenía que mantener, a sabiendas de que tenía razón.
Han transformado a sus votantes en adoradores, a sus simpatizantes en fieles y a militantes en acólitos. Ya no son un partido político.
Y por supuesto también dejaron de ser socialistas.
Habían dejado de serlo hace tiempo y se habían hecho eurosocialistas, socialdemócratas y un buen puñado de cosas más. Pero eso también dejaron de serlo ayer.
Se convirtieron en algo que ideologicamente solo puede definirse de un modo: Nietzcheano.
A Susana Díez y los que eliminaron a Sánchez no les importa un carajo la gobernabilidad de España; a Carme Chacón y todos los que se mueven en la sombra no les preocupa en absoluto la ideología, el futuro o la sociedad.
Tan solo les preocupa lo que, según el filósofo alemán, es el único motor de la acción humana: La Voluntad de Poder.
Díez, Chacón, los viejos carcamales y hasta los fantasmas de ex presidentes que han participado en esta crucifixión, en esta lapidación pública, solamente se mueven por eso. Los barones por mantener el poder en sus feudos, Felipe González, ese que otrora fuera también socialista, por mantener y acrecentar el poder económico de aquellos a quien sirve ahora. Todo muy nietzcheano.
Y Susana Díez, la dama andaluza, no quiere que gobierne el PP, pero le importa mucho más ser ella quien sustituya al gobernante que el hecho de que el gobernante deje de serlo.
No le importa el socialismo, ni saber que los presupuestos del año próximo -ya presentados- sean los menos sociales de la historia. No le importa que se acentue la inmersión religiosa de este país cerrando constantemente aulas públicas mientras se da dinero y suelo a centros concertados y privados que tienen la religión como bandera.
No le importa que se siga haciendo hospitales con gestión privada en los cuales priman los beneficios, no le importa saber de dónde sacará Rajoy el nuevo puñado de miles de millones que le exige la Unión Europea para cuadrar el deficit.
Ella quiere que el PSOE, ya extinto y convertido en otra cosa, se siente en el Congreso de los Diputados y se encoja de hombros cuando le pregunten si quieren que el Partido Popular gobierne; cuando le pregunten si quiere que la sociedad española sea gobernada así cuatro años más: y esa abstención, ese encogimiento de hombros significará exactamente que la sociedad y lo social les da exactamente lo mismo. Que no son socialistas
Y luego, ya haré un congreso en el que acuse a Sánchez de todo, ya conseguiré ser Secretaria General, ya votaré en el Congreso en contra de los presupuestos dentro de un par de años -piensa Diez-. Ya bloquearé el gobierno dentro de media legislatura -eso que ahora no hace por responsabilidad, que curioso- y forzaré unas elecciones anticipadas en las que la candidata sea yo, no Sánchez, no nadie que hayan elegido las bases en primarias, sino yo.
Voluntad de Poder en estado puro, por todas partes, en todos los asientos, pasillos y despachos de Ferraz. Frederich Nietzche estaría tan orgulloso que sin duda aceptaría un puesto en la gestora.
Y para terminar, eso que fue un partido político y fue socialista dejó ayer también de ser español.
Porque España no les importa un carajo. No les importan los más de cuatro millones de parados que si gobierna el PP pasaran algunos a engrosar las filas de los semi siervos que tendrán que trabajar por 600 euros al mes.
No les importa el millón de familias que se sumará a las que ya viven en situaciones de pobreza, no les importa que este país se convierta en una nueva Bangladesh o Taiwan en aras de una competencia que supone ser la China europea de las compañías transnacionales.
A los que ayer votaron para cambiar el rumbo del PSOE no les importa que se gasten 8.000 millones en un submarino que nadie en la Marina Española sabe tripular mientras se deja morir en sus casas sin posibilidad de atención a las personas dependientes, mientras se carga sobre las familias el coste de medicamentos que antes eran gratuitos o mientras se les niega a los niños que tienen dificultades de aprendizaje apoyos, desdobles, psicólogos y educadores especiales por no querer pagar esas nóminas.
Dejaron de ser españoles porque no les importa que el pais sea una inmensa montaña de cenizas con tal de tener la posibilidad de gobernar sobre él.
Así que ayer, perdido todo lo que le definía, el Partido Socialista Obrero Español murío para dejar espacio a otra cosa. El Conclave de la Logia Nietzcheana Abstencionista.
Y habrá votantes del PSOE -quizás muchos- que lo sigan haciendo por aquello de que España votamos como en un Madrid - Braça futbolístico con tal de ganar al de enfrente y habrá simpatizantes que reproduzcan lo que han oído a estos políticos y sus voceros sobre "responsabilidad de Estado" o "gobernabilidad".
Pero hoy, como diría un sorprendentemente memorable Kevin Costner en JFK, los votantes, militantes y simpatizantes del PSOE son "todos ya hamblets, hijos de un padre -aunque malo- asesinado por los que aún se sientan en el trono".
Aunque ese trono esté asentado solamente sobre mentiras y sobre la más que poco plauisble excusa de "hemos defenestrado a un liider de un partido socialista por negarse a apoyar un gobierno de un partido conservador liberal capitalista".
Y sobre su voluntad de poder. Ese quebaradizo trono en el quiere sentarse Díez se apoya sobre su voluntad de poder a cualquier precio.
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