Una de las restricciones que impone la democracia es la imposibilidad de hacer las cosas por aquello de las santas gónadas que tanto gustan de traer a colación los totalitarios.
Este gobierno nuestro no lleva demasiado bien esa restricción. Tan mal la lleva que su cabeza visible llega a decir que él dará explicaciones "cuando lo estime necesario", es decir, cuando le de la real gana. Pero como todavía quieren fingir que ellos son los demócratas -y todos los que se oponen a ellos los antidemócratas por definición- todavía intentan argumentar sus decisiones. Y la que más intentan argumentar es la que afecta a la privatización -¡Uy, perdón!, quise decir la externalización de la gestión, es que mi pensamiento antidemocrático me traicionó- de la Sanidad Pública.
Y para ello se han inventado el concepto de sostenibilidad. Para ser más exactos, han manipulado el concepto de sostenibilidad. Que parece lo mismo pero no lo es.
Como los profesionales de la Sanidad Pública les presentan cifras y datos en Madrid para desmentir su ahorro y para demostrar que, a la larga, su "externalización" saldrá carísima; como los informes independientes del proyecto Alzira en la Comunitat Valenciana no dejan títere con cabeza en el fiasco que ese experimento supuso, nuestro gobierno decide tirar de expertos -del BBVA- y presentar un informe post apocalíptico, digno de la cuarta entrega de Mad Max, según el cual la sanidad pública y su modelo actual son insostenibles.
Nadie duda de los datos. Lo que se duda es del análisis y del silogismo que esos datos generan.
El gasto sanitario no hace otra cosa que crecer, en Madrid, un 30%, en Valencia un 45%, un 50% en Castilla-La Mancha, en Murcia un 60% y en Baleares un 89%. Y como no hace otra cosa que crecer precisa que la economía del país crezca. Y como la economía no va a crecer, el sistema público de salud se colapsará y no es sostenible.
Así que hay que cambiarlo, hay que "externalizarlo", hay que privatizarlo. Es la única solución.
Pero si miramos con lupa esos datos, si nos paramos a pensar, nos damos cuenta de que el silogismo es falso, de que no responde a la realidad, de que se ha construido sobre premisa falaces. De que es un sofisma.
¿A nadie le ha llamado la atención de que el gasto sanitario haya subido por encima de cualquier otra comunidad en Castilla-La Mancha, Valencia, Murcia y Baleares, todas ellas controladas por gobiernos del PP, la mayoría de ellas desde tiempo inmemorial?
¿A nadie le ha sorprendido que esas comunidades no tengan dinero para sufragar su sanidad?
¿Nadie ha caído en la cuenta que tres de esas comunidades tienen más políticos procesados, imputados y condenados por corrupción, cohecho y nepotismo que todo el resto de los estados de la Unión Europea juntos?
Es lógico. Las políticas de "expansión", que no de crecimiento económico, del Partido Popular basadas en esas formas de hacer las cosas han generado unos agujeros financieros del tamaño de las lunas de Júpiter.
Han permitido que las empresas que allí se asentaban prácticamente no pagaran impuestos por su actividad, han gastado dinero público en concesiones a empresas que luego quebraron -más o menos fraudulentamente- y jamás hicieron aportación alguna a las arcas públicas en forma de impuestos, pese a que el dinero para sufragarlas salió de los créditos pedidos por los gobiernos autonómicos.
Por eso no tienen dinero, por eso no recaudan, por eso no encuentran forma de sufragar su sistema sanitario -y ya puestos tampoco el educativo-. El dinero que tenían que haber utilizado en ello, se usó para aeropuertos fantasmas, circuitos de fórmula 1 sin gran premio, campos de golf, urbanizaciones en playas protegidas, puertos deportivos, visitas papales y un largo etc.
Cierto es que en mayor o menor medida todas las comunidades autónomas cayeron en ese error, pero esa política era la bandera de "crecimiento" del PP desde los tiempos de Zaplana, Matas y Aznar. Y ahora con todas esas burbujas estalladas en miseria y desempleo no hay cotizaciones suficientes, no hay ingresos en la Seguridad Social para sufragar el actual modelo.
Así, el silogismo se transforma en otra cosa. El modelo actual de Sanidad Pública no es lo que no es sostenible. Es el modelo actual de hacer política y de falso crecimiento es lo que es insostenible.
Y así la otra verdad apocalíptica se derrumba por pura lógica.
Se dice que hace falta un crecimiento económico del 1,6% en todo el país para que el actual sistema sanitario sea sostenible. Pero, visto lo visto, es mentira.
Lo que hace falta es que el Estado ingrese el dinero como si el actual sistema económico creciera un 1,6 por ciento. De nuevo, puede parecer lo mismo pero no lo es.
Ese aumento de ingresos llegará de evitar de una vez por por todas el fraude impositivo de las grandes empresas, ese aumento de ingresos llegará de penar que las empresas creen sociedades de acciones en paraísos fiscales para eludir los impuestos, ese aumento en los ingresos llegará de dejar de rebajar una y mil veces las cotizaciones de las empresas a la Seguridad Social por hacer lo que tienen que hacer, es decir, contratar gente -sean mujeres, jóvenes, hombres o lo que sea-.
Ese aumento llegará de que el Gobierno de Madrid deje de perdonar impuestos y cotizaciones a empresarios extranjeros a cambio de contratar en régimen de servidumbre sin representación sindical a mujeres y hombres de la comunidad de Madrid para maquillar sus cifras de paro; llegará de que el Gobierno de la Comunitat Valenciana cobre al Vaticano el alquiler de los espacios que utiliza para la visita papal y no la pague de sobaquillo a través de cuatro empresas interpuestas que encima luego no pagan a Hacienda; llegará de que la Santa Cospedal deje de firmar convenios que reducen los impuestos de las empresas de sus familiares y socios prácticamente a cero a cambio de que contraten cuatro secretarias de Albacete y dos administrativos de Valdepeñas.
Esos ingresos se incrementarán si se deja de hacer la política de dádivas de Matas, Fabra, Aguirre, Camps y todos aquellos que nos vendían y venden que "España iba bien" y que anteponían sus egos y sus magnificencias a la justicia en la recaudación de los impuestos que hacen posible el mantenimiento del sistema sanitario.
Y además llegará de que los Gobiernos pongan de su parte.
De que recorten gastos de representación, campañas de concienciacion de lo que sea que no conciencian a nadie, promociones turísticas millonarias que tampoco generan impacto ninguno, campañas promocionales que bordean el delito electoral que solamente buscan perpetuarse en el poder, gastos en medios de comunicación públicos que se convierten en aparatos de propaganda con sueldos millonarios a colaboradores y contertulios de la cuerda política mientras se despide en masa a los verdaderos profesionales de la información.
Y si se hace todo eso, Si se empieza a recaudar con seriedad de las corporaciones y empresas, si se empiezan a exigir los pagos a aquellos que dejan las arcas gubernamentales, autonómicas y municipales bajo cero, entonces nos daremos cuenta del verdadero silogismo que esconden las cifras del sistema sanitario público.
Si la forma de hacer política y de pervertir la economía no permite mantener el actual modelo de Sanidad Pública, hay que cambiar la forma de hacer política, no el modelo sanitario.
Los que no son sostenibles son los políticos y los gobiernos que piensen de otra forma.
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