En estos días en los que los reyes están yendo y viniendo parece que solo puede hablarse de tronos coronas y repúblicas. Aquejados por ese vicio absurdo de la magnificencia, cegamos nuestros ojos con la luz de lo grande, de lo históricos, de lo especial y hacemos parecer que es lo único importante.
Y no es así. El rey ha abdicado y lo ha hecho solo un día pero el futuro y el presente de la sanidad pública sigue muriendo. Y lo hace cada jornada.
Nuestra sanidad, la pública, la tocada de muerte por los recortes innecesarios, por los ahorros pretenciosos y las privatizaciones soterradas, agoniza porque cada mañana, cada día que pasa, las mismas manos se ciernen sobre su garganta para estrangularla y dejarla sin aire.
Ahora le toca el turno al Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Uno de los centros sanitarios públicos más emblemáticos de la región se encuentra de repente con una situación que sería dantesca hasta en una película de Quentin Tarantino.
Tiene una lista de espera de más de 1.700 personas, lo cual cada vez es más normal dada la gestión que de la sanidad pública se está haciendo desde el gobierno de Ignacio González y ¿qué hace la Consejería de Sanidad?, ¿qué medida adopta para solucionar ese problema?
Pues lo más lógico. Cierra el área de traumatología del Gregorio Marañón. Eso si es acabar con las listas de espera por el artículo 14. Ya nadie espera porque no tiene ningún lugar a donde ir.
La falta de criterio, el alejamiento de la realidad y de la situación que su poca capacidad de gestión ha provocado en la Sanidad Pública es tal que se atreven a mantener unas obras de acondicionamiento que mantendrán un mínimo de dos meses cerrados quirófanos, áreas de hospitalización y todo tipo de dependencias y que obligaran a posponer o suspender cientos de operaciones solamente porque consultan sus papeles y dice que toca hacerlo.
Los profesionales les dicen que es un despropósito pero ellos los ignoran, los pacientes les dicen que es una injusticia pero ellos hacen oídos sordos, la sociedad les exige que dejen de echar sus cuentas y hacer sus cálculos de espaldas a las necesidades sanitarias reales pero los gestores políticos de la sanidad madrileña se encogen de hombros y siguen a lo suyo.
Y claro, como en todo, como llevan haciendo desde que instauraran la austeridad como excusa para el desmantelamiento ideológico de la sanidad pública, la explicación que dan para ello, bordea el insulto personal hacia la inteligencia de los que la escuchan
La dirección del hospital "desmiente cualquier acusación sobre una posible reducción de especialidades de su cartera de servicios" y señala que, "aprovechando una bajada coyuntural en los ingresos de Traumatología acometerá obras, habituales y necesarias, de remodelación y mejora en un área de hospitalización de este servicio".
¿Una bajada coyuntural de ingresos cuando hay 1.700 personas en lista de espera? Resulta muy difícil de entender que no se aproveche esa bajada coyuntural para acelerar esa lista antes que para hacer las obras de remodelación que, nadie duda -de momento- que sean necesarias pero que no puede ser una prioridad sobre la salud de un millar y medio de ciudadanos..
Y sobre todo está ese viejo adagio, entre latino e italiano, del excusatio non petita, accusatio manifesta.
Cuando se conoce la noticia la noticia los sindicatos y los colectivos profesionales hablan de despropósito, de mala gestión, de alejamiento de la realidad y ellos contestan: "No, no vamos a reducir nuestra cartera de especialidades".
Y ese lapsus psicológico, ese tener presta la respuesta en la mente, la lengua y la declaración oficial a una pregunta no hecha les delata en sus objetivos e intenciones mucho más que el mismo cierre "temporal" de la Traumatología del Marañón.
Como el ladrón de pueblo que grita "me he encontrado la vaca" cuando el Guardia Civil no le ha preguntado nada, como la mujer que explica "es un viejo amigo" cuando nadie ha preguntado nada acerca de la identidad de su acompañante, como el que asesino que dice "esa pistola no es mía" cuando el investigador encuentra un arma humeante, los gestores de la sanidad madrileña se disparan en el pie al dar una excusa que nadie les ha pedido. Nos muestran lo que es y lo que quieren que sea al intentar negarlo sin tener necesidad de hacerlo.
No vaya a ser que estén forzando una saturación extrema que les permita justificar el nuevo intento de privatización que llevan queriendo poner en práctica desde que los tribunales y la lucha de los profesionales y la sociedad les obligaron a retirar el anterior.
No vaya a ser que luego, cuando se alarguen misteriosamente las obras, cuando la lista de espera sea insostenible, utilicen la situación propiciada por ellos mismos para justificar la derivación de esos pacientes hacia centros privados como forma de solución. También "temporal", por supuesto.
No vaya a ser que, una vez así las cosas, decidan cerrar definitivamente el área porque ya no recibe pacientes que ellos mismos han derivado a otros centros sanitarios privados. No vaya a ser que entonces ya no sean "necesarios" los contratos eventuales ya no sean necesarios aunque ahora se asegure que no se tocarán.
No vaya a ser que les hayamos pillado otra vez.
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