Hay gentes que, aprisionadas en los complejos de superioridad que desarrollan para compensar sus miedos y carencias, son capaces de creer que saben más que nadie, que pueden dirigir a los demás al lugar al que quieren llevarles sin que estos se enteren, sin que perciban la dimensión de sus maquinaciones y sus intentos de manipulación. Y sobre todo sin que estos reaccionen ante ellos.
Sabíamos que nuestros políticos casi de todo signo y condición se encontraban entre esos seres y barruntábamos que la prensa política de este país iba a hacer lo mismo tarde o temprano. Pues bien, ya lo ha hecho.
Y como parece ser que en estos dos días todo tiene que ver con Isabel Carrasco y su asesinato a tiros en las calles de León, lo han hecho en precisamente en ese caso.
La prensa española, toda la prensa española, tira de manual y editorial y en dos días da por zanjado el asunto del asesinato de Isabel Carrasco. Pero no de manual periodístico, no de Curso General de Redacción Periodística, tira de manual de contra información, de agitación y propaganda, y da por concluido el tema.
Como todo el mundo busca un móvil en este asesinato furioso y con ensañamiento y como investigar sobre el móvil puede ser contraproducente para los intereses de aquellos a los que sirven que, obviamente, hace años que dejaron de ser la información y los ciudadanos para ser uno de los dos partidos políticos mayoritarios, nos dan un móvil.
"El rencor, la inquina personal". La asesina de Isabel Carrasco la mató por eso. Se acabaron las especulaciones. Punto final.
Y pretenden ser superiores en inteligencia y conocimiento que todos los demás, como creen que no percibiremos que nos llevan a una emboscada disfrazada de certeza, respiran tranquilos porque creen que no nos daremos cuenta de algo que es tan evidente como la rotación planetaria:
Casi todo el que mata lo hace por rencor o por inquina personal.
La mala bestia que mata a su pareja a golpes lo hace por rencor, pero luego decimos que ese rencor se origina en el hecho de que le va a abandonar para ser libre; el loco furioso de un dios mal entendido mata por rencor e inquina personal contra aquellos que no cumplen los preceptos que su locura ha inventado para el mundo; el terrorista de la bomba lapa y el tiro en la nuca mata por rencor e inquina personal contra todos aquellos que no comparten su visión sesgada y totalitaria del mundo, la mujer celosa que clava un cuchillo a su marido por la espalda lo hace por inquina personal porque este se va a divorciar o se mete en la cama de otra.
El rencor y la inquina personal, o sea el odio, es el principal móvil presente en todas las formas de asesinato. Junto con el dinero, claro está.
Pero curiosamente las investigaciones policiales y periodísticas no suelen quedarse en ese punto, en es móvil genérico y casi universal. Tienden a preocuparse de ahondar en los motivos que han generado, con razón o sin ella -casi siempre sin ella, que pocos o ningún motivo razonable hay para matar a alguien-, ese rencor, esa "inquina personal".
Nos hemos tenido que tragar reportajes completos que hablan de por qué Bin Laden odiaba a Occidente, nos hemos desayunado día tras día con descripciones y perfiles psicológicos de Carcaño en los que nos contaban o especulaban con el motivo que le llevó a odiar a Marta del Castillo o del padre de los niños de Córdoba en el que nos explicaban porque odiaba a su esposa.
Sin ir más lejos hace apenas una semana muchos de esos medios de comunicación han participado en una campaña que solicita el indulto para una mujer que quemó vivo a un individuo por rencor. Un rencor motivado por el hecho, nada desdeñable, de que este había violado a su hija.
Pero con Isabel Carrasco no.
Soraya Sáenz de Santamaría dice que "es una venganza personal" y nadie le pregunta ¿y de que se estaba vengando?; el presidente del congreso dice que "fue un asesinato por motivos personales" y nadie le pone el micro o la grabadora en la boca para que responda a la pregunta ¿qué motivos personales?
Y luego nos dan un móvil del crimen para que nos callemos, para que no protestemos o indaguemos más: el rencor, la inquina personal.
Y es tan vago e insustancial que sirve para toda muerte violenta desde Caín y Abel hasta la guerra de Vietnam, desde el asesinato de Cayo Julio César hasta las purgas estalinistas, desde los Infantes de Lara hasta el pogromo nazi.
Hitler mataba por rencor pero todos sabemos que ese rencor se basaba en el racismo, Stalin mataba por inquina personal, pero todos conocemos que lo hacía por ideología y luchas de poder, Torquemada mataba por rencor y era la religión fanática la que lo producía como lo origina hoy en los furiosos yihadistas.
Pero seguimos sin saber y parece que nadie va a investigar el motivo del rencor y la inquina personal que destilaba y aún destila la asesina de Isabel Carrasco contra su víctima.
Porque en realidad no nos han dado un móvil, nos han dado una pieza de contra información bellamente decorada, nos han dado una píldora endulzada y azucarada en la esperanza de que la ingiramos y sigamos a lo nuestro.
Nos han dado un placebo. Nos han dado la teoría del loco solitario.
Un móvil tan rápido y un ejecutor tan solitario como Lee Harvey Oswald, como el asesino de Martín Luther King, como Mehmet Ali Agca, como el asesino de Calvo Sotelo, como Ramón Mercader, como el asesino de Olof Palme, como Yigar Amir... Como todos aquellos que han matado a políticos y personajes con poder solos y guiados exclusivamente por su rencor e "inquina personal".
Y luego se extienden en explicar cómo se planifico, en describir el lugar en el que se llevó a cabo, en recrearlo para que nuestra atención se fije en otras cosas.
Pero, a estas alturas, todos somos ya el general X de la mítica película de Oliver Stone y arqueamos una ceja bajo nuestro sombrero stetson para decir: "el cómo, el dónde y el cuando son solo montajes para el público, cortinas de humo que impiden hacer la gran pregunta: por qué".
¿Por qué odiaba a Isabel Carrasco su asesina?, si era por el despido ¿por qué esperó tres años y no disparó a su jefe directo que es, con toda probabilidad, quien lo recomendó?, si fue por perder el juicio ¿por qué siguió a la presidenta del PP leonés y no esperó a la salida del juzgado al juez que había sellado y firmado la sentencia de su ruina?
¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?
Y para quien no lo tenga claro, nada de esto justifica a las mujeres que descerrajaron cinco tiros a quemarropa a Isabel Carrasco. Que conste y queda dicho con todas las letras: Isabel Carrasco no merecía morir.
Pero el consumo se ha desplomado en España y no están las economías para despilfarrar dignidad e inteligencia en comprar cosas que no sirven, sobre todo historias preparadas.
No se está buscando exonerar a nadie, ni siquiera se están buscando atenuantes. Estamos buscando cómplices.
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