Pagar por esperar para morir.
No parece que nadie, ni el más rapaz de los capitalistas de novela negra y teleserie, fuera capaz de idear un negocio semejante, de planteárselo siquiera. Pero no ha hecho falta tirar de tiburón de las finanzas de ficción y ni siquiera de gestor oculto de fondo buitre de los de verdad para que se ponga en marcha tan macabra idea, tan perversa forma de conseguir ingresos.
No ha sido el mítico Gordon Gekko, ni siquiera el Ebenezer de Charles Dickens, han sido un gobierno, una administración del Estado y un servicio sanitario público los que han intentado poner en marcha esa nueva vía recaudatoria.
El Hospital de Toledo le ha pasado la factura a una paciente extranjera muerta.
Un centro sanitario al que los ajustes de falta austeridad y las veleidades privatizadoras de Nuestra Santa Señora de Cospedal, Santa Patrona enmantillada del recorte, han convertido prácticamente en un erial ha querido pasar la factura de su muerte a Jeanneth Beltrán. Tenía que pagar porque era extranjera, tenía que pagar porque no tenía tarjeta sanitaria. Tenía que pagar por estar muriendo en un país que no era el suyo.
Dejado de la mano privatizadora de Cospedal, abandonado a su suerte y con los recortes cercenando la garganta de sus presupuestos, el Hospital Virgen de La Salud de la ciudad imperial va de colapso en colapso, sus servicios de urgencias se saturan día sí y día también. Y uno de esos colapsos acabó con Jeanneth Beltrán.
Murió en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital 'Virgen de la Salud' en Toledo, después de esperar más de 4 horas en Urgencias para ser atendida porque sus profesionales no dan abasto, ni todo su esfuerzo ni todas sus protestas sirven para nada porque el suicidio financiero al que les somete el Sescam por orden y deseo de Cospedal, que necesita el dinero al parecer para otras cosas.
El gobierno de Castilla - La Mancha no tiene dinero para aumentar la tasa de reposición de los profesionales sanitarios, no quiere gastar en atención hospitalaria y mantiene salas cerradas mientras los enfermos, los que pagan ese servicio con sus impuestos, están hacinados en los pasillos o esperan hasta la muerte en sus salas de espera.
Pero sí tiene dinero para pagar al personal que envía requerimientos de facturación a los enfermos, que pretende cobrar a alguien por tener la poca previsión de morir en un país extranjero. Su política sanitaria impide que profesionales que quieren hacerlo salven la vida a una mujer pero se esmera en acelerar los trámites para cobrar por los servicios prestados, para recaudar dinero que luego se utilizará en algo que poco o nada tiene que ver con la sanidad ni con los servicios públicos.
Por supuesto que la facturación es un error, una equivocación macabra e inoportuna. Pero es una pincelada, un esbozo, un síntoma quizás, de la deshumanización a la que ha llevado la gestión del gobierno de Castilla La Mancha a su sanidad pública; de la falta de importancia que nuestros gobernantes le dan a nuestras vidas y nuestra salud cuando hay dinero de por medio.
Y es absolutamente indiferente que el que muere y tiene que pagar por esperar para morir haya nacido allende del Atlántico o en Fuensalida, provincia de Toledo. Puede que a la cuentas de Cospedal no les de igual pero a nosotros sí tendría que darnos lo mismo.
Menos más que hay profesionales y ciudadanos a los que estás cosas les importan como Yo sí Sanidad Universal.
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