Tiene su lógica que este nuevo escenario político nuestro nos tenga absortos y preocupados. Hace centurias que no tenemos un gobierno como está mandado, pero no tener gobierno es algo nuevo para nosotros.
Pero no podemos dejar que, como siempre pasa, lo nuestro nos oculte lo de todos. El mundo sigue dirimiendo su futuro más allá de nuestras elecciones, de nuestros partidos y de nuestras fronteras. En eso que se ha dado en llamar Oriente Próximo, con eso que se ha bautizado como La Guerra contra el yihadismo y que en realidad es la última batalla de la Tercera Guerra Mundial que comenzó justo cuando acabó la segunda.
Desde que ver estallar y morir París abrió a muchos los ojos llevo enfrentándome a la misma pregunta por parte de algunos ¿en qué nos estamos equivocando?, ¿que tenemos que hacer de modo diferente para desactivar esta guerra más allá de la respuesta militar?
Y ahora la respuesta mil veces repetida y rara vez escuchada nos llega escondida por nuestras elecciones, por nuestras portadas electorales.
Arabia Saudí intenta levantar una alianza árabe y musulmana realmente artificial contra el yihadismo y fracasa ¿Por qué?
Porque intentamos forzarla y controlarla nosotros. Porque utilizamos para proponerla a uno de los peores tiranos de la zona que impone la Sharia con la misma crueldad que el más fanático de los verdugos de Isis. Porque Indonesia, Líbano y otro puñado de países se niegan a aceptar como líder a alguien que conocen como títere nuestro.
En definitiva porque queremos seguir controlando el cotarro y buscamos hacer nuestra guerra con las bajas de otros, con la sangre de otros liderados por alguien que no cree en lo que dice defender y que solamente está en esta historia porque quiere mantener el dominio de una sola familia sobre los recursos que pertenecen a su pueblo y eso nos beneficia.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
De repente aparece gas entre Turquía e Israel y nos lanzamos a intentar que consigan un acuerdo diplomático y lo logramos. Parece una victoria pero no lo es. Porque si tan fácil nos resulta los pueblos de uno y otro país no entienden porque no se forzó, no se intervino, tras el ataque a la flotilla de Gaza, porque nos importaron tampoco los muertos y heridos si no eran de los nuestros; los turcos no entienden porque se les ha dejado solos en su lucha contra Isis y contra los kurdos a los que nosotros hemos armado, los israelíes no entienden porque se les ha dejado todos estos años vivir con miedo.
Bueno sí lo entienden. Entienden que pese a nuestras grandilocuentes declaraciones sobre la paz, la libertad y los derechos solamente intervenimos cuando nos conviene, cuando como sabemos que ni Israel ni Turquía tienen compañías capaces de explotar esos recursos las concesiones las van a caer a las nuestras y podremos seguir beneficiándonos de algo que no nos corresponde en lugar de pagarlo a un precio justo.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
Y para terminar la faena llevamos a dos de nuestros principales títeres a "rescatar" a un tercero. Arabia Saudí y el Banco Mundial darán a Al Sisi, el dictador militar egipcio, 15.000 millones para que salve su economía. En lugar de intentar negociar con esos 15.000 millones para que los Hermanos Musulmanes, aquellos a los que habían elegido los egipcios en las urnas, renunciaran parcialmente a los aspectos más atrasados de su islamismo democrático como se hizo sabiamente con Erdogán en Turquía con ciertos resultados, nosotros ahogamos económicamente ese gobierno democrático y ahora rescatamos a un dictador que de nuevo va en contra de los principios que decimos defender en Occidente, censura la prensa, mantiene prohibiciones religiosas, fuerza la represión política, impide la disensión y ejecuta sumariamente en juicios sin garantías a aquellos que las urnas habían hecho gobernantes. Solo porque el nos garantiza el control geopolítico de esa zona a costa de la libertad de su pueblo y de los intereses de su país. Solo porque con eso controlamos el Canal de Suez y sus incipientes fuentes energéticas.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
Y todos los que salen perjudicados de esas decisiones, todos los que ven que su vida sigue en la miseria, que la riqueza de sus países sigue en nuestras manos y en las de unos pocos que trabajan para nosotros son los que terminarán girándose a Isis y viendo en ellos una posible solución. Ya ha ocurrido, ya está ocurriendo y seguirá ocurriendo.
Y si no lo vemos es simplemente porque no queremos verlo. Seguimos alimentando el yihadismo, seguimos siendo cómplices de nuestra propia destrucción.
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