Como nos hicieron sangrar en Atocha antes de otras elecciones, como nos intentaron hacer sangrar en la T4 antes de otras, como fingieron intentar hacer sangrar a Aznar antes de otras.
La sangre, la muerte y la guerra parecen empeñadas en aparecer y reaparecer de forma recurrente en nuestras campañas electorales cuando estas están a punto de acabar.
Y una vez más ese simbionte aciago forjado por el Occidente Atlántico que permanece pegado a su piel por más que intente alejarlo u ocultarlo da la oportunidad a los que lo experimentamos y lo vamos a seguir sufriendo de ver cómo está el patio.
Nuestro gobierno, que es el mismo que cuando el tristemente famoso 11 de Marzo en Santa Eugenia y Atocha, vuelve a hacer lo mismo. Vuelve a fallar en la gestión, vuelve a equivocarse en la reacción.
Porque una cosa es llenarse la boca de declaraciones grandilocuentes sobre la guerra contra El Estado Islámico y el yihadismo cuando la sangre se extiende sobre los adoquines de las calles de otros y otra muy distinta hacer lo que se debe de hacer cuando salpica nuestros muros.
El actual inquilino de Moncloa hace lo mismo que hizo el otro inquilino de su partido que habitaba la misma residencia la última vez que los locos furiosos del falso islam vertieron nuestra sangre.
Se acelera, pierde el paso, termina mintiendo. Y sobre todo la realidad le termina desmintiendo.Acaba por no dejarle ocultar la sangre de los nuestros que ahora le resulta inconveniente.
Desde que París ardiera en el penúltimo episodio de esta guerra, Rajoy ha vendido por activa y pasiva como reclamo electoral la participación en la guerra contra el terrorismo que en realidad es la guerra contra el Estado Islámico. Pero como hiciera Aznar demuestra que esa no es su prioridad, que es un mensaje creado ad hoc con el que no está comprometido, que solo busca aumentar su cosecha de votos apelando a la épica ingenuidad de aquellos que son incapaces de ver que la solución militar a este tipo de conflictos lleva dos mil años sin funcionar.
Así que ofrece ayuda militar a Francia en Mali pero luego, como teme que le ocurra a su electorado lo mismo que le ocurrió cuando Aznar nos llevó a otra guerra, se retira, se matiza a sí mismo y a su gobierno, se niega el principio grandilocuente de la unidad en la guerra para concederse el fin maquiavélico privado de la reelección.
Pero el ofrecimiento ya está hecho. Ya nos hemos convertido en enemigos declarados -ya lo eramos sin declarar, como es lógico- del Estado Islámico y el yihadismo. Y nuestra embajada en Kabul vuela en mil pedazos teñidos de la sangre de algunos de los nuestros.
Y entonces hace lo único que sabe hacer el Partido Popular cuando la realidad de esta eterna guerra desmiente sus lemas y sus palabras. Antes de decir nada, miente.
Dice “Lo que parecía que era una mala noticia pues al final por fortuna no es así. Creo que no hay víctimas españolas, no era un ataque contra nosotros” e insiste "No ha habido un ataque contra la embajada española".
Como la obsesión con ETA del 11 de Marzo, está negativa viene a decir lo mismo. "No va con nosotros", la sangre derramada no tiene que ver con nuestra decisión, con nuestra política de apoyar la respuesta militar como único elemento de guerra contra el Estado Islámico y el yihadismo. Entonces la cortina de humo era ETA, hoy es una triste casualidad.
Pero como le ocurriera a Acebes y Aznar entonces a Rajoy le ocurre ahora. La realidad, los servicios de inteligencia internacionales y los hechos le quitan la razón. Le niegan la posibilidad de proteger sus votos a costa de la sangre de víctimas españolas intentando hacer que parezca que no tienen nada que ver con sus decisiones políticas.
Así que resta gravedad a las heridas de un policía que tiene la poco decorosa y patriótica ocurrencia de morir a causa de esas heridas unos minutos después; su partido -que al parecer en algo ha aprendido del 11 de Marzo- cancela un mitín por esa muerte pero el aprovecha la cancelación para bromear y mandar mensajes electorales. Porque es mucho más importante asegurar los votos restando importancia a lo ocurrido que darle la magnitud que se merece. Eso podría ser contraproducente en las urnas y eso no puede consentirlo.
Quizás fue esa preocupación por sus votos y sus encuestas lo que le hizo olvidarse de guardar el minuto de silencio que su propio partido había anunciado.
Así que aquellos que, anclados en la inconsciente épica patriótica de la solución militar, creían que esa era la mejor forma de alejar la sangre de nosotros ya ven que no y aquellos que, aferrados a la grandilocuencia de las arengas y el tremolar de banderas y tradiciones culturales occidentales, pensaban que este era el mejor gobierno para llevarla a cabo y gestionarla, ya ven que tampoco.
Pero vamos, me resultaría en todo sorprendente que no se hubieran dado cuenta hasta ahora así que ya debo suponer que apenas les importa.
Como la obsesión con ETA del 11 de Marzo, está negativa viene a decir lo mismo. "No va con nosotros", la sangre derramada no tiene que ver con nuestra decisión, con nuestra política de apoyar la respuesta militar como único elemento de guerra contra el Estado Islámico y el yihadismo. Entonces la cortina de humo era ETA, hoy es una triste casualidad.
Pero como le ocurriera a Acebes y Aznar entonces a Rajoy le ocurre ahora. La realidad, los servicios de inteligencia internacionales y los hechos le quitan la razón. Le niegan la posibilidad de proteger sus votos a costa de la sangre de víctimas españolas intentando hacer que parezca que no tienen nada que ver con sus decisiones políticas.
Así que resta gravedad a las heridas de un policía que tiene la poco decorosa y patriótica ocurrencia de morir a causa de esas heridas unos minutos después; su partido -que al parecer en algo ha aprendido del 11 de Marzo- cancela un mitín por esa muerte pero el aprovecha la cancelación para bromear y mandar mensajes electorales. Porque es mucho más importante asegurar los votos restando importancia a lo ocurrido que darle la magnitud que se merece. Eso podría ser contraproducente en las urnas y eso no puede consentirlo.
Quizás fue esa preocupación por sus votos y sus encuestas lo que le hizo olvidarse de guardar el minuto de silencio que su propio partido había anunciado.
Así que aquellos que, anclados en la inconsciente épica patriótica de la solución militar, creían que esa era la mejor forma de alejar la sangre de nosotros ya ven que no y aquellos que, aferrados a la grandilocuencia de las arengas y el tremolar de banderas y tradiciones culturales occidentales, pensaban que este era el mejor gobierno para llevarla a cabo y gestionarla, ya ven que tampoco.
Pero vamos, me resultaría en todo sorprendente que no se hubieran dado cuenta hasta ahora así que ya debo suponer que apenas les importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario