El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó ayer que rechazará la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU contra el fin de la ocupación israelí de Palestina-una vieja tradición en los gobiernos de Israel, por cierto-, porque “llevará a los extremistas islámicos hasta los suburbios de Tel Aviv y el corazón de Jerusalén”.
Y esta frase es para mi, que tengo quizás un punto de vista algo peculiar sobre esa zona del mundo muy querida para mi, la mejor definición de lo que hay en la cabeza de Netanyahu. Es el principal signo de su locura.
Porque los extremistas están ya dentro de las calles de Tel Aviv, dentro de las murallas de Jerusalén, sentados en los sillones del Gobierno e instalados en las calles y los despachos de todo Israel. Y además lo están porque él los ha colocado ahí.
Pero no son extremistas "islámicos". No son los extremistas del enemigo, son los extremistas propios, son los extremistas que piensan como él, son los extremistas con los que se siente cómodo y con los que, aunque no lo reconozca abiertamente, está completamente de acuerdo.
Y una segunda frase de esa declaración grandilocuente del acosado primer ministro israelí por aquellos que en su país quieren paz y futuro se me antoja que nos muestra su pensamiento mucho más claramente que si alguien le hubiera trepanado el cráneo y nos mostrara su cerebro: “Somos una isla solitaria contra las oleadas de extremismo islámico que inundan todo Oriente Medio”.
Todos los síndromes típicos de la megalomanía en una sola frase: Desde el de Casandra, la visionaria trágica de un futuro de desdichas no escuchada por nadie, hasta el más típico de lo suyo de Mesías, el elegido para salvar al mundo de su perdición. El catálogo completo.
En resumen, un loco mesiánico que, en dos frases, ha echado por tierra otra vez las esperanzas de paz y de democracia de dos pueblos. Menos mal que gran parte de los que viven bajo su gobierno ya han dejado de creerle.
A ver si esta vez es la buena.
Demasiados muertos y demasiados en peligro de muerte necesitan que esta vez sea la buena.
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