Dicen que nací hoy.
Los doctos, los que saben de mí mucho más que yo mismo, dicen que nací hoy.
Y dicen que cuando yo llegue estaba a la intemperie, bajo un puente, en la calle, en el hueco infame de un cajero, en una mala cuadra, no recuerdo muy bien.
No sé si nací hoy, pero hoy es lo mismo.
Y dicen que tuvimos que irnos a un lugar diferente porque mi padre no tenía trabajo ni podía encontrarlo y nadie le quería pagar el justo precio por sus horas de esfuerzo.
No sé si nací hoy, pero hoy es lo mismo.
Y dicen que a mi madre nadie la dio cobijo ni quería atenderla por no ser de esas tierras, por no estar registrada y así me alumbró sola, sin ninguna partera.
No sé si nací hoy, pero hoy es lo mismo.
Y dicen que crecí y que hice muchas cosas pero no las recuerdo. Quizás ya estaba loco, quizás ya estaba muerto.
Dicen también los que saben de mí mucho más que yo mismo que encontré multitudes ingentes de personas hambrientas, comiendo desperdicios y sin panes ni peces que llevarse a la boca.
No sé si crecí hoy, pero hoy es lo mismo.
Y dicen que hallé a gentes que querían comprarme usando su dinero y mi hambre para que les sirviera, para que mi voz dijera lo que ellos deseaban oír, querían que se hiciera.
No sé si crecí hoy, pero hoy es lo mismo.
También dicen de mí que vi como hombres armados detenían, prendían y acallaban a golpes a los que protestaban, a quienes se rebelaban buscando la paz y el futuro que el poder les negaba.
No sé si crecí hoy, pero hoy es lo mismo.
Y dicen que viví, que recé y que hice milagros pero no los recuerdo. Quizás no hablaba a dios, quizás se lo decía a ellos.
También dicen de mi los doctores y sabios que hablan de mi vida que me encontré con personas que usaban a su dios para ocultar sus vicios, para imponer el miedo y unas leyes que ellos nunca cumplían.
No sé si viví hoy, pero hoy es lo mismo.
Y dicen que me encontré con gente enferma, mutilada, que apenas si podía valerse por sí misma, arrojada más allá de la fría muralla para que no molestara, para que no hubiera que curarla, para que nadie tuviera que atenderla.
No sé si viví hoy, pero hoy es lo mismo.
Y dicen los que saben de mí que al final de mis días me encontré con seres poderosos en templos y palacios que, ajenos a todo lo que yo había visto, acumulaban riquezas y poder tan solo para ellos.
No sé si morí hoy, pero hoy es lo mismo.
Poco o nada recuerdo de la fe, de dios ni los milagros. Quizás nunca existieron, quizás no quise hacerlos.
Pero dicen que nací hoy. Y hoy que todo sigue igual sí hay algo que recuerdo:
Recuerdo que me armé con mi rabia, un látigo o una vara de fresno para echarlos del templo.
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