No sé todavía a quien voy a votar en las próximas elecciones. Y se qué es la tercera vez que lo escribo en estas líneas pero conviene recordarlo cuando se va a escribir sobre la nueva formación política que se ha metido como una cuña en las grietas del bipartidismo español y amenaza con rasgarlo para siempre.
Hoy se publica un nuevo sondeo sobre Podemos -que no sobre la intención de voto en las próximas elecciones- y es el ejemplo perfecto del falso desmontaje al que los medios de comunicación o más bien de propaganda unidos por intereses económicas a las grandes formaciones políticas han realizado de este nuevo partido.
"El escrutinio público al que Podemos, sus líderes y sus planes se han visto sometidos se traduce en un frenazo del ascenso que registraba desde las elecciones europeas de mayo. También se resiente la imagen de Iglesias, que sufre un desgaste sustancial y pierde 18 puntos de aprobación". Este es el resumen que El País hace analizando el sondeo en el que -¡oh, milagro!- aparece por primera vez en cuatro años el PSOE como partido que encabeza la intención de voto de los españoles.
Vamos, donde este periódico quería llegar desde el principio.
Pero lo curioso del resumen no es lo que dice. Es lo que se niega a reconocer.
No ha habido un escrutinio público de Podemos.
Los medios de comunicación se han lanzado en nombre de una ciudadanía que no había exigido nada al respecto a una campaña de búsqueda continua de sombras en esta formación. Han empezado a buscar pequeñas irregularidades para intentar igualarlas con las inmensas marañas de corrupción que afectan a los partidos profesionales, les han destacado los charcos ideológicos -que tienen, unos cuantos- para equilibrar las inmensas lagunas que las dos ideologías mayoritarias tienen en estos tiempos en el que el liberalismo capitalista esta boqueando a punto de morir por falta de evolución.
Y sobre todo han forzado a Podemos a presentar un programa electoral, un plan económico para tener algo a lo que atacar, que analizar hasta la más mínima coma, que criticar hasta la extenuación incluso en los puntos que comparte con otras formaciones políticas.
Y con la figura de su líder han hecho exactamente lo mismo. Primero le critican por su excesiva presencia en los medios y luego le clavan en la cruz de sus editoriales por ralentizar y demorar su exposición a la palestra pública.
Y es en ese momento cuando hacen la encuesta, cuando realizan el sondeo y consiguen su objetivo numérico, su dato. Consiguen que el PSOE esté por delante de Podemos y lo presentan como un fracaso de ese partido que no existía hace once meses y al que ahora quieren votar uno de cada cuatro españoles, según los datos de ese mismo sondeo.
Pero no paro de hacerme una pregunta ¿cual será la intención de voto después de que sometan a un escrutinio parecido a los programas electorales y económicos del PSOE y del PP?, ¿en que posición de valoración se encontraría su líder cuando Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se nieguen no solo a ir al programa Hable con Ellas, sino a participar en un debate, a hacer una entrevista en un medio sin pactar las preguntas previamente o a responder a cualquier cuestión como hacen habitualmente?, ¿cuanta intención de voto le hará perder o recuperar a los grandes partidos esas actitudes tan comunes en las campañas electorales de toda la democracia española?
Lamentablemente, me temo que la respuesta es que van a perder muy poca intención de voto. Porque estos mismos medios no harán hincapié en esas actitudes políticas, no las pondrán en primera página ni dedicarán editoriales, artículos de opinión y reportajes de investigación a criticarlas y presentarlas como algo rechazable y síntoma de algo oscuro y oculto. Y no es que pretenda ser adivino. Es que creo recordar que nunca lo han hacho antes.
Alguien que tiene la mala costumbre de hacerme pensar dijo hace poco "a ver si empezamos a ver lo que hay detrás de ese señor -Pablo Iglesias-".
Y no está mal que se vea, pero la pregunta que me provoca es ¿nos hemos parado a pensar por qué de repente es tan importante para todo el entramado político español que nos fijemos en las sombras que hay tras Podemos?, ¿Por qué es más importante lo que hay tras Pablo Iglesias que lo que Rajoy o Sánchez han puesto y mantienen abiertamente y sin pudor delante de nuestros ojos?
A lo mejor soy muy básico, pero la respuesta que se me viene a la cabeza, que no tiene porque ser la única, es muy sencilla: ni siquiera pretenden demostrar que Podemos es un partido estatalista totalitario ni que Pablo Iglesias es un melenudo megalómano hijo bastardo de Stalin. Lo único que quieren meter en la cabeza de los votantes de la izquierda cansados de la pasividad complaciente del PSOE y de los diez millones de votantes del PP que se encuentran sin referente ideológico tras el hundimiento de Génova, 13, es que Podemos es como todos los demás partidos, es más de lo mismo.
Quieren que pensemos que son como el resto, que son como ellos.
¿Nos vamos a resignar a la elección de "más vale malo conocido"? Nosotros mismos.
Vamos, donde este periódico quería llegar desde el principio.
Pero lo curioso del resumen no es lo que dice. Es lo que se niega a reconocer.
No ha habido un escrutinio público de Podemos.
Los medios de comunicación se han lanzado en nombre de una ciudadanía que no había exigido nada al respecto a una campaña de búsqueda continua de sombras en esta formación. Han empezado a buscar pequeñas irregularidades para intentar igualarlas con las inmensas marañas de corrupción que afectan a los partidos profesionales, les han destacado los charcos ideológicos -que tienen, unos cuantos- para equilibrar las inmensas lagunas que las dos ideologías mayoritarias tienen en estos tiempos en el que el liberalismo capitalista esta boqueando a punto de morir por falta de evolución.
Y sobre todo han forzado a Podemos a presentar un programa electoral, un plan económico para tener algo a lo que atacar, que analizar hasta la más mínima coma, que criticar hasta la extenuación incluso en los puntos que comparte con otras formaciones políticas.
Y con la figura de su líder han hecho exactamente lo mismo. Primero le critican por su excesiva presencia en los medios y luego le clavan en la cruz de sus editoriales por ralentizar y demorar su exposición a la palestra pública.
Y es en ese momento cuando hacen la encuesta, cuando realizan el sondeo y consiguen su objetivo numérico, su dato. Consiguen que el PSOE esté por delante de Podemos y lo presentan como un fracaso de ese partido que no existía hace once meses y al que ahora quieren votar uno de cada cuatro españoles, según los datos de ese mismo sondeo.
Pero no paro de hacerme una pregunta ¿cual será la intención de voto después de que sometan a un escrutinio parecido a los programas electorales y económicos del PSOE y del PP?, ¿en que posición de valoración se encontraría su líder cuando Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se nieguen no solo a ir al programa Hable con Ellas, sino a participar en un debate, a hacer una entrevista en un medio sin pactar las preguntas previamente o a responder a cualquier cuestión como hacen habitualmente?, ¿cuanta intención de voto le hará perder o recuperar a los grandes partidos esas actitudes tan comunes en las campañas electorales de toda la democracia española?
Lamentablemente, me temo que la respuesta es que van a perder muy poca intención de voto. Porque estos mismos medios no harán hincapié en esas actitudes políticas, no las pondrán en primera página ni dedicarán editoriales, artículos de opinión y reportajes de investigación a criticarlas y presentarlas como algo rechazable y síntoma de algo oscuro y oculto. Y no es que pretenda ser adivino. Es que creo recordar que nunca lo han hacho antes.
Alguien que tiene la mala costumbre de hacerme pensar dijo hace poco "a ver si empezamos a ver lo que hay detrás de ese señor -Pablo Iglesias-".
Y no está mal que se vea, pero la pregunta que me provoca es ¿nos hemos parado a pensar por qué de repente es tan importante para todo el entramado político español que nos fijemos en las sombras que hay tras Podemos?, ¿Por qué es más importante lo que hay tras Pablo Iglesias que lo que Rajoy o Sánchez han puesto y mantienen abiertamente y sin pudor delante de nuestros ojos?
A lo mejor soy muy básico, pero la respuesta que se me viene a la cabeza, que no tiene porque ser la única, es muy sencilla: ni siquiera pretenden demostrar que Podemos es un partido estatalista totalitario ni que Pablo Iglesias es un melenudo megalómano hijo bastardo de Stalin. Lo único que quieren meter en la cabeza de los votantes de la izquierda cansados de la pasividad complaciente del PSOE y de los diez millones de votantes del PP que se encuentran sin referente ideológico tras el hundimiento de Génova, 13, es que Podemos es como todos los demás partidos, es más de lo mismo.
Quieren que pensemos que son como el resto, que son como ellos.
¿Nos vamos a resignar a la elección de "más vale malo conocido"? Nosotros mismos.
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