Hay hechos que si se vendieran como un descubrimiento histórico no pasarían de ser una curiosidad pero que, como se intentan vender de otra manera, se convierten en síntoma de otras muchas cosas.
Tal como lo veo, eso está ocurriendo con la supuesta revelación de que el famoso ¡Pásalo!, la convocatoria, a través de un SMS, de la manifestación en la sede del PP en la jornada de reflexión del 13 de marzo de 2004, fue generado por personas que ahora se encuentran en el núcleo central y original de Podemos, la cuchilla de Occam del bipartidismo español.
Es síntoma de que los dos grandes partidos, que han estado echándose en cara esa convocatoria durante una década, hace tiempo que perdieron la capacidad de ver más allá de ellos mismos y se creen propietarios de la política española sin tener en cuenta la posibilidad de otras opciones.
Es señal que las personas que ahora forman la dirección de ese nuevo partido llevan muchos años pensando y participando en la política de este país. No son una panda de melenudos llegados anteayer ni una pandilla de mercenarios chavistas importados ad hoc para la ocasión.
Es indició de que desde hace tiempo que las personas saben reconocer cuando se les miente burdamente desde los medios, entonces con la autoría del atentado de Atocha, hoy con los "brotes verdes" y "la herencia recibida", entre otros grandes conceptos y de que la irrupción de Podemos no es resultado de una explosión pasajera de furia social sino de un lento y constante descubrimiento por parte de los ciudadanos de que el actual sistema político no nos sirve y dejó de servirnos hace más de una década.
Es una clara indicación de que los políticos actuales siempre son incapaces de asumir la verdad de unos hechos en cuanto les resultan desfavorables como no reconocen en esta ocasión que las gentes que ahora forman Podemos fueran el inicio de ese SMS, pese a que sus propios medios de comunicación se lo demuestran.
La recuperación y actualización de la historia del SMS del ¡Pásalo! me parece, sobre todo, prueba casi irrefutable de dos cosas:
De que el descontento ciudadano, que algunos achacan a una manipulación populista, tiene una raíz más profunda: que la gente reacciona cuando la política de los poderosos les mata. En 2004 por una guerra que nos trajo un atentado sangriento y en 2014 por pura y simple hambre. Así de simple
Y de algo que les da mucho más miedo a algunos: que el descontento popular canalizado y organizado por los mismos ya acabó una vez con un gobierno, el del megalómano ejercicio bélico de Aznar, y puede hacerlo con otro y de paso con todo el sistema del bipartidismo.
No es que pueda hacerse, es que ya se ha hecho.
Y eso cuando enviar mensajes por el móvil aún costaba quince céntimos
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