Los dos grandes partidos comienzan a calentar motores para las elecciones y empiezan con sus declaraciones grandilocuentes de siempre.
Como están como están por lo que han hecho, por su corrupción y sus manejos tiran de la regeneración como arma arrojadiza contra los otros, incapaces de darse cuenta que ese eterno partido de tenis político, ese perverso juego del "y tú más" es lo que les ha llevado a ellos al abismo de credibilidad que sufren. Como ninguno puede decir "yo no lo he hecho" todos intentan decir "lo voy a dejar de hacer antes que el otro". Eso y apuntalar la idea de que "los que aún no la han hecho, lo harán igual que nosotros". Si no fuera tan mezquino hasta daría lástima.
Pero lo que resulta sorprendente es de los ejemplos de honestidad de los que tiran. Al parecer se trata de recuperar "los buenos viejos tiempos" en los que ambas formaciones eran castas, puras, honestas, temerosas de dios y de la Guardia Civil.
El Partido Popular tira del espíritu de la Transición e intenta hacerlo propio -como el centro, como la democracia, como el constitucionalismo, como el patriotismo, como la bandera. El sentimiento de propiedad del PP parece no tener fin-, obviando el hecho de que en aquellos años fue el partido que más se opuso a los cambios, olvidando que en aquellos tiempos sus líderes acudían año tras año al Valle de los Caídos a celebrar el 20N.
Me parece que si el PP vuelve a lo que era en la Transición estamos apañados.
Y el PSOE tira para su regeneración del espíritu de Surennes, ese mítico congreso en el exilio que parece haberse convertido en algo parecido a la primera reunión de la Comunidad del Anillo en Rivendell.
Olvidan que en eso congreso se defendía el uso de la violencia para lograr sus fines, que ese PSOE terminó utilizando las mayorías de forma que obligó a los medios a acuñar el término "rodillo parlamentario", que permitió a su eterno vicepresidente, Alfonso Guerra, mantener en la más absoluta impunidad a un hermano que estaba metidos en más trapicheos que casi no salía del juzgado.
Se me antoja que si volvemos al PSOE de Surennes, vamos listos.
Pero sobre todo creo que el fallo fundamental está en intentar recuperar espíritu alguno como si esto fuera una sesión de la ouija. Si queremos construir algo nuevo tenemos que pensar algo nuevo. Se me antoja que no se trata de volver a un futuro glorioso o santo, sino que es cuestión de tener la valentía de crear algo nuevo, de partir de cero, de mantener la base ideológica que se quiera mantener y romper con todo lo demás. Estructuras, líderes, formas de hacer las cosas, clientelismos, sin herencias.
No se trata de regenerar. Tal como yo lo veo es refundar desde el principio.
Pensar y crear, no escuchar a los viejos espíritus. Que esto es un país real no el Cuento de Navidad de Charles Dickens.
Vamos, digo yo.
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