La Administración pone en marcha un portal de Internet que supuestamente debe ser el núcleo central de su recién estrenada -a buenas horas mangas verdes- política de transparencia.
Y como otras muchas cosas de las que a destiempo, sin convicción y por obligación hace Moncloa nace muerto. Es un cadáver porque nace con trabas, con restricciones, con información de hace cuatro años en el caso de algunos ministerios, con cosas que ya sabíamos y con información recortada, censurada e irrelevante.
Pero sobre todo nace muerto porque llenan el portal de datos que no nos interesa un carajo conocer.
Nos cuentan los sueldos de todos los altos cargos, las subvenciones de todas las asociaciones o al menos un buen puñado de ellas, incluida la OJE -que, por si los más jóvenes del lugar no lo saben, es la asociación juvenil que creó el franquismo, ahora en manos de la ultraderecha más radical-, pero ahí se quedan.
Su ejercicio de sinceridad se reduce a darnos, a decirnos lo que queremos oír. No a decir la verdad, no a exponerse, no ha presentar los hechos de sus acciones y darnos la libertad de reflexionar sobre ellos.
No hay acceso a un solo contrato público, a las actas de ningún proceso de adjudicación o de contratación, no están los documentos que han presentado las empresas para sus licitaciones públicas, no han colgado las ampliaciones de presupuestos de los encargos ministeriales o de cualquier otra administración.
Y nosotros estaremos los próximos meses indignados por los sueldos de los altos cargos, por los gastos superfluos que encontremos, colgando post y tuits en los que compararemos lo que cobra tal o cual ministro, lo que recibe tal o cual ONG pero no estaremos más cerca de conocer los manejos financieros que los ministros de todos los gobierno tienen con sus socios en la sombra, con sus amigos y vasallos, con su parentela y sus feudatarios.
En definitiva, no estaremos más cerca de conocer la verdad sobre cómo se gobierna y a quién favorece ese gobierno.
Como dirían los que ahora están en la edad de hacerlo, nuestro gobierno está roneando con nosotros.
Dándonos verdades parciales que no dejan de ser ciertas pero que ocultan la visión de conjunto, presentándonos datos y revelaciones en las que pensar para que creamos que sabemos, que comprendemos mientras oculta las otras verdades, las que nos harían tener una visión de la realidad completa de sus modos, maneras y actos. Las que nos permitirían elegir.
La esencia misma del roneo. Darle a cada actor del drama la verdad parcial que quiere escuchar y hacerle creer que es la única, que eso lo explica todo, mientras dejas oculto lo que verdaderamente explica la situación.
Una vez más una de esas cosas que hace el gobierno que pusimos en Moncloa sirve, al menos para mi, como ejemplo de lo que somos como sociedad y lo que hemos decidido ser como individuos.
Nosotros y nuestra cultura del secreto.
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