miércoles, febrero 06, 2013

El Día del Juicio para los sepultureros de Telemadrid

Parece que ni los hipopótamos, ni los expertos politizados, ni los manipuladores, ni los propagandistas disfrazados de periodistas, ni los bustos parlantes que aceptan difundir consignas disfrazadas de noticias, son herramientas suficientes para alterar la realidad, para modificarla o para ocultarla los ojos de aquellos que deben observarla y que tienen que contribuir a crearla.
Quizás sea por eso por lo que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha fijado para el 1 y el 4 de marzo el juicio sobre el ERE masivo de Telemadrid que arrojó a 860 trabajadores de su intento de hacer una canal público y culminó la política del Gobierno madrileño de utilizar la cadena como un club propagandístico de alto coste.
Preparémonos para una programación autonómica en la que conoceremos desde los estilos migratorios de la torcaz sahariana hasta los ritos amatorios del cangrejo de río en alta montaña. Porque durante esos días seguro que no vemos ni escuchamos una sola palabra sobre el asunto en la pantalla de Telemadrid y si lo hacemos será para fantasear, criticar o resaltar lo que a sus dueños y señores político les convenga.
¡Con tantas cosas de las que no hablar, se van a gastar todo lo que ahorran en personal en documentales de National Geographic!
Pero ni todas las manadas en estampida de ñus del Serengeti conseguirán que el juicio por el ERE deje de celebrarse, deje de producirse. Ni todas las cortinas de humo impedirán que los jueces vean como se ha incluido en esos ERES a miembros del Comité de Empresa en situaciones idénticas en lo laboral a otros que no han sido incluidos simplemente porque ellos no protestaban.
Ni toda la magia de la contra programación evitará que los magistrados puedan fijarse en los criterios utilizados para el mantenimiento del personal adepto mientras se prescindía de profesionales mucho más capacitados, antiguos e importantes que ya habían sido condenados a los pasillos por negarse a cambiar su carné de prensa por otro mucho más seguro y propagandístico que se emite en Génova, 13 y se renueva diariamente en los pasillos, los despachos o las alcobas del poder.
Que un juicio por el ERE resultaba inevitable era algo que todos sabíamos. Aunque Sinova y sus opinadores hablaran de agresiones contra la libertad por la huelga, aunque la ínclita Aguirre, principal enterradora en el sepelio de Telemadrid, se secara las lágrimas de pena de cocodrilo por Telemadrid, todos sabíamos que este juicio tenía que llegar.
Porque los tribunales son los encargados de juzgar sobre las agresiones, no Justino Sinova, y el ERE es una agresión laboral en toda regla; porque son los jueces los que tienen que dictaminar sobre las agresiones y no los bustos parlantes de los informativos propagandísticos; y arrojar de sus empleos a 860 personas para abrir una vía de entrada de dinero público en las arcas de amigos y familiares, para asegurar una ventana abierta a las ondas y a los impulsos digitales de las proclamas políticas de líderes mediocres que buscan una reelección inmerecida, exuda agresión laboral, legal y social por todos los poros de su piel.
Aunque los opinadores a sueldo y los Telenoticias no lo digan, aunque se busque a toda prisa un mastodonte ártico que echarse a las pantallas para que nos tape la realidad de ese juicio.
Así que, le pese a quien le pese, el día ha sido marcado y elegido.
Y quieran los hados de la propaganda televisiva que la sentencia no sea contraria. Ya paralizados algunos ERES parecidos en  canales públicos autonómicos, quieran que los próceres madrileños no se vean enfrentados a unos costes en salarios de tramitación o en indemnizaciones que hagan completamente inadmisible su excusa del ahorro -aunque echando cuentas ya lo es-, que les obligue a gastar del erario público el doble o el triple del dinero que hubiera costado convertir Telemadrid en un canal rentable, eliminando el contenido propagandístico, tomando decisiones de auténtica gestión de un medio de comunicación y ahorrando en contenidos y retransmisiones que solamente alimentaban el ego de los políticos que manejaban el medio e incrementaban sus cosechas de votos.
Y no quieran los destinos judiciales madrileños que alguien obligue a incluir en ese ERE a los de la planta noble, a todos esos cargos amigos, familiares o simplemente aduladores, soguillas y adláteres serviles de políticos de turno que han quedado en la sede con sus salarios protegidos y escudados y sus puestos, mantenidos a despecho de la más pura lógica organizativa que fija la premisa de que no puede haber nunca más jefes que indios.
Porque si es así, si eso ocurre -y visto lo visto, como están los poderes judiciales y legislativos últimamente, puede ocurrir-, la fecha que se ha fijado para el juicio pasará a ser lo mismo pero, que escrito de otra forma, significará algo muy distinto para aquellos que han despreciado una profesión, una libertad, una responsabilidad pública y un derecho social solamente en aras de su mantenimiento en el poder y del engrandecimiento económico de las cuentas corrientes -helvéticas o hispanas- de sus colegas y familiares. Si eso termina siendo así, el día  1 de marzo no será la fecha del juicio.
Será el Día del Juicio para los destructores y sepultureros de Telemadrid.

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