Hay políticos -no políticos también, pero sobre todo políticos- que están acostumbrados a escuchar campanas y no saber por dónde suenan. Que utilizan retazos de aquí y de allá según les viene bien pero en realidad no tienen muy claro qué significados tienen esos retazos en el conjunto del pensamiento.
No es que esté yo al día en el currículo académico- ahora que parece tan de moda reclamar relevancia curricular cada vez que se abre la boca en la política- de la ínclita Santa Patrona del Recorte, María Dolores de Cospedal, pero me queda claro que la historia del Pensamiento Político y Social y el Derecho Penal no están entre las asignaturas estudiadas en profundidad por la siempre amantillada Virgen Santísima de la austeridad. O si las estudió las aprobó por los pelos.
Lo de su concepción del Derecho Penal es de traca. Porque, para empezar, debe haber oído en algún sitio o visto en alguna película estadounidense o leído en alguna novela de Patricia Highsmtih eso de que si te declaras culpable de un delito menor -homicidio imprudente, por ejemplo- no se te puede seguir procesando por otro más grave -asesinato- que se aplica en determinadas situaciones procesales anglosajonas y ella ha decidido que a ella la vale.
Así que, ni corta ni perezosa se sube al atril genovés desde el que nos castiga desde hace meses con sus diatribas y ensoñaciones y declara a su partido autor de un delito inventado y en apariencia menor como es "la simulación de salario" -¡tócate los pies por no tocarte otras partes!- para argumentar que no es culpable de una tara ética mucho mayor como hubiera sido seguir pagando a Bárcenas a cambio de su silencio.
No siente pudor alguno en dejar en la calle a todo el aparato administrativo del partido, en arrojar a los leones al departamento de personal de Génova, 13, en colocar en el altar de los sacrificios a quien tenga más a manos para asegurarse de que su defendida virginidad doctrinal y pureza política quede a salvo.
Pero esa patética defensa de sí misma en su corrupción visible y privada no es lo importante, esta peculiar interpretación del derecho penal que pretende salvarla de responsabilidades no es lo fundamental.
Quizás lo sea como ejemplo para sus votantes de lo que está dispuesta a hacer para salvarse, de lo poco de confianza que es, de la nula lealtad que profesa hacia los que la rodean, pero eso es algo interno de los que aún creen que Cospedal y toda la corte genovesa del Partido Popular son dignos de confianza.
Mucho más importante que su pervertida visión del derecho es su rebuscada y parcial comprensión del pensamiento político y social.
Ya nos demostró que no lo tenía muy claro con esa versión de Chanel del l'etat c'est moi que se agenció para utilizar los servicios jurídicos de Castilla La Mancha en defensa del maltrecho honor de su consorte.
Gracias hemos de dar a que no fuera un ministro holandés quien le criticó porque si no, a estas alturas, ya tendríamos a los tercios, los regulares, la división acorazada Brunete y las Fuerzas de Intendencia del cuartel Duque de Ahumada en modo imperial asolando Flandes en defensa del honor del compañero de cama y de cohechos de Nuestra Inmaculada Señora de Cospedal.
No contenta con eso, ella ahora decide reinventar otro concepto.
Escucha o lee o le suena de sus tiempos de colegio de monjas eso de la desamortización -la del pérfido Mendizabal- y dice "¡ancha es Castilla, esto me viene de perlas!"
Y se lanza a la desamortización de Castilla La Mancha en su conjunto.
Olvida que Mendizabal la hizo para hacer productivas tierras de La Santa Iglesia, olvida que el político ilustrado la ideó para arrancar a propietarios privados -la Iglesia siempre ha sido privada, se ponga Cospedal como se ponga la mantilla el día del Corpus Christi-, se olvida de todo y de todos y se dedica a vender las tierras de titularidad pública de toda su comunidad autónoma.
Inventa la desamortización inversa porque no desamortiza tierras privadas de manos muertas sino tierras públicas y porque no lo hace para hacerlas productivas, sino para que se conviertan en lo más improductivo que puede ser una finca: cotos de caza.
Cospedal no ha leído o no ha querido leer que una desamortización debe buscar los intereses del Estado.
No ha querido leerlo porque eso significaría que las reservas de águilas o nutrias y todo lo que pulula por ellas se anteponen a las ansias cinegéticas de sus amigos; que la garantía de subsistencia del cerdo ibérico -del que nuestra exportación saca un rendimiento más que apreciable- se antepone a los deseos de gastar cartuchos de sus colegas y a su necesidad de tener espacios abiertos para hacer cambalaches y sellar cohechos en cacería al modo de Berlanga.
Y sobre todo olvida que el hecho de que ella necesite 45 millones de euros para contribuir a la salvación de esas entidades financieras que la sostienen en sus campañas y en sus privatizaciones no es sinónimo de que Castilla La Mancha lo necesite.
Decide ignorar el hecho de que la propiedad de esas hectáreas de dehesa, de esas fincas rústicas corresponde al Estado y a la Comunidad no a ella y por tanto no pueden sacrificarse por las necesidades inventadas de dinero para unos fines que solamente comparten ella, su partido y su gobierno.
Prefiere no caer en la cuenta de que si quiere sacar dinero de ellas puede hacerlas productivas, puede alquilarlas a cooperativas de agricultores, puede explotarlas si quiere a través de empresas públicas -¿siento un palpitar de trémulas carnes neocon al grito de ¡colectivismo comunista!? Mala suerte- y así no conseguirá el pan del dinero de caja hoy para ella y su gobierno a cambio del hambre de la pérdida de propiedades para toda Castilla La Mancha para el futuro.
No quiere tener en cuenta que esas “desamortizaciones de la propiedad forestal en el siglo XIX tuvieron desastrosas consecuencias para nuestra naturaleza que aún hoy no hemos logrado reparar. Destruyeron cinco millones de hectáreas de capital natural”, como le ha dicho y repetido el Colegio de Ingenieros de Montes, que algo de esto saben.
Y por encima de cualquier otra apreciación, no ha querido tener en cuenta que no se puede utilizar, pervertir, seccionar ni reinterpretar el derecho, la historia, el pensamiento político ni la realidad para salvarse ella a costa de todos los demás.
No hay ninguna ley, reglamento o conjunto de órdenes administrativas cuyos textos contengan la sentencia "Cospedal debe prevalecer". Ya sea a costa de sus empleados en Génova, 13 o de sus ciudadanos en Castilla La Mancha.
El derecho y el pensamiento político nos libraron hace siglos de ese tipo de leyes divinas o humanas.
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