Hay momentos, hay situaciones, hay
personajes, que se ganan un sitio en la historia por la vía negativa. Seres y
estares que, con el transcurso de los años decorarán los libros de historia en
una sola línea en un solo recuadro colorido de una pequeña fotografía,
recordados sucintamente como catalizadores con su error de las reacciones que
cambiaron su tiempo.
Y hoy, justo en la mitad del último
capítulo de la única huelga continuada y completa que se recuerda en la
historia de la Educación Pública española, no cabe duda de que José Ignacio
Wert, sus recortes y su LOCME se han
ganado a pulso el ínfimo papel que la historia les asignara la historia como
catalizadores negativos de lo mejor que ha dado esta generación en lo que va de
siglo.
Así que, levantémonos y demos las
gracias a este ministro pequeño que abre mucho la boca para fingir que es
grande, a esta ley que hable e inventa derechos educativos para ocultar
que tan solo destruye aquellos que ya existen.
Habrá que dar las gracias porque a
alumnos entregados por edad a los gozos y las sombras de su adolescencia, al
dejarse llevar a las aulas, se les ha recordado que son, que pueden ser y que
no están dispuestos a dejar de ser solamente porque un individuo y una ideología
prefieran que lo sean
Habrá que agradecer que a
profesores, hastiados y quemados por años de ejercicio, se les haya recordado cuál
es su vocación, que quieren ejercerla y que no están dispuestas a dejar de ser
herramientas de saber y de crecimiento para convertirse en meros entrenadores de
operarios semianalfabetos que engrosen las filas de los que dan con su esfuerzo
y su miseria riqueza a los que no la comparten.
Habrá que dar las gracias porque
padres, acomodados en algo que nuestros hijos tenían y exigentes con algo que
dábamos por sentado, hayamos abandonado las quejas por los profes, las letanías
de la letra y la sangre y de los tiempos pasados y hayamos cogido a nuestros
hijos de la mano para luchar con ellos, defender con ellos un futuro que ya no
es nuestro pero que siempre será suyo.
Habrá que aplaudir a José Ignacio
Wert y reservarle un pequeño lugar en los libros de historia, tan pequeño como
lo es su visión de la sociedad, tan pequeño como lo es su mezquino sentido de
la necesidad de aquellos que rigen sus designios por servirnos para recordarnos
lo que somos, lo que habíamos olvidado que éramos y lo que no estamos
dispuestos a dejar de ser.
Por recordarnos que somos padres,
alumnos y profesores, la triple expresión de algo que precisa la historia para
llegar al futuro. Que somos una comunidad y no tres bandos.
Por facilitar a los catedráticos de
historia las lecciones apenas comprensibles por nuestra juventud actual sobre
gentes alzadas en defensa de cosas que hoy damos por sentadas en la Revolución
Francesa o el mayo de Paría, sacándolas a la calle para enfrentarse a aquel que
pretende convertir la Enseñanza Pública en la puerta de entrada de un
servidumbre abolida por todos desde entonces.
Por recordar al estudiante que le
gusta estudiar, preparar su futuro y acumular saber.
Por recordar al padre y a la madre
que le gusta que su hijo estudie, prepare su futuro y acumule saber.
Por recordar al maestro, el
profesor, al jefe de estudios y al director del centro, que le gusta ayudar a
levantar esos futuros y distribuir esos saberes.
Habrá que dar las gracias a Wert y
a su aciaga LOCME. O quizás se mejor esperar a que la historia se lo agradezca. Porque
nosotros no.
Nosotros saldremos a la calle
siendo padres para defender el derecho de los profesores que dan su esfuerzo,
su tiempo y su ganado cielo de aguantar a un puñado de adolescentes reunidos
cuando nosotros somos incapaces de lidiar con un par de ellos que son de
nuestra sangre para educarles y ayudarles a que aprendan a abrir las puertas de
su mente y su futuro.
Nosotros saldremos a la calles,
siendo alumnos, para defender el derecho de aquellos que nos trajeron al mundo
a no cargar por siempre con nuestro mantenimiento ni con los costes adicionales
que Wert quiere que les acarree nuestra preparación para que las cuentas de sus
jefes -los de Moncloa y los otros- cuadren en sus balances.
Nosotros saldremos a la calle,
siendo profesores, para defender el derecho de que nuestros alumnos nos
escuchen en las mejores condiciones, se preparen sin tener que preocuparse del
coste económico de ello y aprendan lo necesario para pensar y poder, si así lo
quieren, saber las cosas, no solamente conformarse con ellas.
Nosotros saldremos a la calle
porque la impúdica arrogancia de alguien que habla de cultura sin entender ni
de lejos el concepto, que habla y legisla sobre educación sin valorar para nada
lo que esa palabra significa, el derecho que esconde y la obligación pública
que significa nos ha recordado y nos ha cambiado muchas cosas.
Nos ha recordado que somos uno y
que como uno tenemos que luchar por los derechos de todos.
Y nos ha cambiado los conceptos por
hoy todos, padres, profesores y alumnos somos ninis. Pero no eses ninis que el
ministro desprecia mientras engrandece con el paro y el destrozo del sistema
educativo público sus números y cifras. Hasta eso han conseguido Wert y su
LOCME, nos han cambiado a todos el concepto de Nini.
Los maestros son ninis porque ni se
conforman ni se callan por un sueldo seguro
Los padres son ninis porque ni se
aguantan ni se resignan a endeudarse hasta las cejas o mandar a sus hijos a
trabajar sin preparación ni bagaje intelectual por falta de dinero
Los estudiantes son ninis porque ni
están dispuestos a dejar de estudiar ni van a aceptar negarse su futuro para
que a Wert le cuadre su soberbia y le salgan sus cuentas.
Y la LOCME, y Wert también son
ninis en esta historia que es y será una pequeña parte de la historia. Son
ninis porque no forman ni queremos que formen parte del futuro educativo de la
enseñanza pública en particular ni del país y su sociedad en general.
Son ninis, porque ni están, ni se
les espera.
Así que la foto orgullosa y
desafiante de Wert decorará una lección de historia en la que hoy, como otros
tantos días antes y otras tantas jornadas que nos quedan, forzaremos un pie de
foto que defina lo que somos y lo que hemos por fin decidido hacer, presionados
y atacados por la ley de un ministro que no sabe serlo porque no sabe dialogar,
no saber escuchar y por tanto no tiene ni idea de lo que es educar.
Un pie de foto que se escribirá con
el pre estribillo que para otra guerra compuso una cantante, bella en su
ingenuidad y admirable en su combatividad. Porque, como cantaría la vaporosa
Luengo, “Mi generación -ni la olvidada de
los padres, ni la quemada de los profesores, ni la desperdiciada de los alumnos-,
no va decir que sí cuando es que no”.
Lo sentimos señor Wert, estaremos
con usted en los libros de historia pero estaremos porque habremos hecho la
historia en contra suya. Nuestro futuro le da las gracias por sus catalizadores
negativos, sus desplantes, sus totalitarismos y sus ignorancias.
Muchas Gracias, señor Ministro,
somos lo que somos y lo hemos recordado por usted, para usted y contra usted.
Contra usted, sus recortes y su
ley.
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