Las televisiones públicas informarán sobre los nuevos partidos, sobre esas formaciones que no tienen representación parlamentaria pero aparecen en las encuestas de intención de voto de los españoles para las próximas elecciones.
Y no lo harán porque sus siglas estén la boca de todos, no lo harán porque los grandes partidos las nombren en sus mítines o el CIS las incluya en sus estadísticas. Lo harán porque los jueces les han obligado.
Y es la realidad más triste que se puede leer, escuchar o ver sobre los medios públicos españoles. Es otra de esas acciones que, sin quererlo los partidos, se transforma en una promesa electoral para el siguiente ciclo de poder.
Los grandes partidos nos están prometiendo en Andalucía que seguirán gobernando de espaldas a sus ciudadanos, que seguirán ignorando las ideas y las demandas de una buena parte de la población.
Esa es la promesa electoral del PSOE en Andalucía cuando ordena no incluir información sobre Podemos o Ciudadanos.
Las formaciones tradicionales nos están prometiendo en Madrid que harán todo lo posible para acallar la disensión, ocultar la realidad, para impedir a los ciudadanos vivir y elegir en libertad.
Esa es la promesa electoral del Partido Popular cuando convierte Telemadrid o la televisión extremeña o cualquier otra en sus departamentos de Agitación y Propaganda.
El Gobierno nos está prometiendo que no le temblará el pulso si tiene amenazarnos, extorsionarnos o que obligarnos a vivir sin ética y sin dignidad para conseguir sus fines partidistas y sectarios.
Esa es la promesa electoral de Moncloa cuando ordena a profesionales de RTVE que oculten datos relevantes, que no informen sobre alguien que hoy por hoy cubre el espectro ideológico de casi la mitad de la población -Podemos y Ciudadanos-, bajo la amenaza de perder su trabajo, de no poder dar de comer a sus familias de quedarse sin futuro ni expectativa alguna del mismo.
Esa es la Andalucía, la Comunidad de Madrid y la España en general que las formaciones políticas hasta ahora dominantes del falso bipartidismo español nos prometen.
Lo que dicen en sus mítines no importa, lo que ponen sus programas electorales tampoco. Son sus actos los que las definen.
Se les dio una herramienta para la información y el entretenimiento de los ciudadanos y la han convertido en una carabina de francotirador que dispara a discreción contra todos aquellos que cuestionen su permanencia en el poder. Y tienen que venir los jueces a enmendarles la plana.
Medios atenazados, controlados por cargos políticos o por el dinero de socios y adláteres -esto último los privados, claro-. ¿Dónde me suena que ocurre esto?, Un momento, a ver... ¡Ya caigo!
En la China del PCCh, en la Rusia de Putin, ¡en la Venezuela de Maduro y la sempiterna sombra bolivariana de Chávez!
Así que, al final, los con sus actos nos prometen convertir España en Venezuela terminan siendo el PP y el PSOE. No deja de resultar curioso que se llenen la boca de acusar a otros de ese intento.
Y habrá gente que diga que está bien, que el sistema ha funcionado y que los jueces han asegurado la información sobre la pluralidad política. Pero es mentira.
Cuando se sabe lo que se tiene que hacer, se tiene que hacer y punto. Sin necesidad de que venga nadie a obligarnos.
En lo personal, en lo social, en lo laboral, en lo afectivo. Da igual el ámbito en el que nos movamos y la excusa que utilicemos, si no hacemos lo que tenemos que hacer aún sabiendo que tenemos que hacerlo hemos dicho adiós a toda ética, a toda responsabilidad, a toda capacidad de gobierno, liderazgo o crítica. Hemos dicho adiós a nuestra condición de ser humano.
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